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Análisis y Producción del Discurso

Cod. Asig. 0901

Unidad _2
El Texto

Caleta Olivia - Río Turbio - San Julián

2014
Índice

2. EL TEXTO ............................................................................................................................................................................................................... 3
2.1. El proceso de gestación textual como unidad de comunicación.......................................................................................................................... 3
2.2. Las propiedades textuales: cohesión, coherencia y adecuación ......................................................................................................................... 5
2.2.1. La cohesión ....................................................................................................................................................................................................... 5
Tipos de cohesión.................................................................................................................................................................................................. 6
Ejemplificación ....................................................................................................................................................................................................... 7
1. Cohesión gramatical .......................................................................................................................................................................................... 7
2. Cohesión léxica ................................................................................................................................................................................................. 8
Resumen ............................................................................................................................................................................................................... 9
2.2.2. La coherencia .................................................................................................................................................................................................. 11
2.3. Adecuación, coherencia y cohesión en la oralidad y en la escritura .................................................................................................................. 16
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2. EL TEXTO

2.1. EL PROCESO DE GESTACIÓN TEXTUAL COMO UNIDAD DE COMUNICACIÓN

Un texto es algo más que una secuencia de oraciones: es una unidad semántica que adquiere su
significación en un contexto dado. Es producido con una intención específica (aconsejar, preguntar,
prometer, etc.) y cumple una función social determinada. Dicho de otra manera: cuando hablamos o
escribimos, no lo hacemos con el mero objetivo de transmitir oraciones o palabras. Queremos hacer algo
en el mundo: manifestar una opinión acerca de un hecho determinado, obtener información, ganar la
confianza del otro, llegar a un acuerdo, expresar conformidad, cuestionar la autoridad, demostrar la
utilidad de un invento, hacer una propuesta, confirmar que somos apreciados por los demás, etc.
Según el lingüista británico Michael Halliday (1982), la producción de todo texto está orientada por la
función comunicativa que este cumple dentro de un contexto dado. Primero, cada hablante debe
seleccionar una conducta posible dentro de un abanico de varias conductas potenciales. Una vez que
despeja ese potencial de conducta y elija una, debe seleccionar el contenido (explícito e implícito) del
mensaje, también dentro de un abanico de diferentes contenidos posibles. Luego de que despeja ese
potencial de significado y ya sabe qué quiere decir, debe enfrentar el potencial de realización léxico-
gramatical del mensaje: las opciones relativas al estilo, al léxico, a la organización de la información, a la
construcción de oraciones y cláusulas. Finalmente, aparece lo que comúnmente denominamos texto, es
decir, el resultado lingüístico de todas las decisiones anteriores.
La idea de ver el lenguaje como un sistema de opciones es muy interesante, porque permite
situar la actividad de producción textual dentro de las posibilidades que abren el microcontexto y el
macrocontexto, las características particulares de la cultura, los grupos y los individuos concretos, con
sus marcas identitarias. El texto no es un producto estático y descontextualizado: al contrario, tanto en la
instancia de la producción como en la de recepción (como veremos más adelante), es el resultado de un
proceso estratégico constituido por aspectos objetivos y subjetivos, sociales e individuales, generales y
específicos, regulares y momentáneos.
Luego de haber leído el capítulo anterior, podemos entender cuáles son algunas de las restricciones
sociales que condicionan el acto de enunciación (el mercado lingüístico, el marco institucional que
constituye una situación comunicativa, las funciones fundamentales del discurso). No somos libres al
producir un texto.
Centremos la atención en el proceso de gestación textual.
a) Potencial de conducta
En todo momento, los sujetos tenemos la posibilidad de realizar numerosas acciones (no
todas de manera simultánea, claro): podemos cerrar los ojos, cantar, tirarnos al piso, saltar, cantar,
caminar en busca de un vaso de agua, prepararnos mate, saludar, mandar mensajes por el celular,
apagar la computadora o visitar un sitio web particular, mientras chateamos con un amigo, etc.,
etc. Por supuesto, rara vez pensamos en todo este abanico de opciones. Algunas de estas
acciones son comunicativas y otras, no. Dentro de las acciones comunicativas, algunas implicarán el uso
del lenguaje y otras, no. Aquí, pondremos en foco las acciones comunicativas que implican el uso del
lenguaje. En el capítulo anterior, las hemos denominado prácticas discursivas.
La selección del potencial de conducta está sometida a una tensión entre las restricciones
contextuales y la intencionalidad del sujeto. Es decir, en un polo, ubicamos los requerimientos y las
expectativas culturales e institucionales (el deber), en el otro polo, los objetivos del sujeto (el deseo). En
algunas ocasiones, la distancia entre ambos polos es grande y resulta problemático decidir qué hacer y
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qué decir. En otras ocasiones, en cambio, la distancia es escasa y la producción del texto resulta más
sencilla. De similar manera, hay veces en las que pensamos muy reflexivamente qué es lo que vamos a
hacer y hay veces (tal vez la mayoría) en las que actuamos sin reflexionar demasiado en los motivos, los
modos y los resultados. Gran parte de las acciones cotidianas están reguladas por normas que definen
hábitos y rutinas, lo que reduce el estrés causado por la incertidumbre tanto en la producción como en la
recepción. Al respecto, dice Halliday (1982: 13):

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En la vida real, la mayoría de las oraciones que se producen no son producidas por primera
vez, gran parte del discurso es más o menos rutinario; contamos las mismas anécdotas y
expresamos las mismas opiniones una y otra vez. Desde luego, creamos efectivamente nuevas
oraciones, creamos también nuevas cláusulas, frases y palabras: la imagen de la lengua como
“viejas palabras en oraciones nuevas” es sumamente superficial y simplista; pero, en realidad, no
importa si lo hacemos o no, lo que importa es que todo el tiempo intercambiamos significados, y
que el intercambio de significados es un proceso creador en que el lenguaje constituye un
recurso simbólico, acaso el más importante que tengamos, sin dejar de ser uno entre tantos.

Así es que, en este marco, de una cantidad indeterminada de conductas potenciales, elegimos una y
avanzamos en el proceso de gestación del texto.
Elaboremos un ejemplo. Supongamos que encontramos en el pasillo de la universidad a un
compañero de carrera que acaba obtener una beca para ir a estudiar a una universidad de Europa. En
ese punto, hay varias conductas potenciales. Algunas de ellas ingresan dentro de lo que se considera
normalidad: felicitar verbalmente al compañero, abrazarlo emocionado, fingir indiferencia, expresar
disconformidad con el resultado de la beca, etc. Otras están fuera de ese patrón de normalidad: arrojar
las carpetas y los libros al piso, dar volteretas por el pasillo, pasar la lengua por las paredes del edificio,
zapatear sobre la mochila, proferir en voz alta insultos a todas las personas presentes, etc.
Imaginemos que, en este caso, hay congruencia entre las restricciones contextuales y el deseo
individual, entre el deber y el querer, y decidimos felicitar sinceramente a nuestro compañero. Al elegir
esta conducta, quedan descartadas todas las demás conductas potenciales.
La decisión tomada fue una respuesta a la pregunta: ¿Qué queremos hacer?
b) Potencial de significado
Una vez seleccionada la conducta real, tenemos que decidir sobre los significados potenciales.
También acá se abre un abanico de opciones. Ya sabemos que queremos felicitar a nuestro compañero.
Entonces, el contenido del mensaje puede hacer referencia a la importancia de la beca, a lo que esta
representa para la universidad o para el desarrollo profesional individual. Es posible también que
escojamos mencionar nuestra alegría por el resultado. Ahora bien, si tenemos una relación de estrecha
confianza con nuestro compañero, podemos seleccionar otros contenidos para el mensaje. Una
alternativa es elegir un tono jocoso y hacer referencias humorísticas e indirectas sobre la beca. Como
vimos en el capítulo anterior, además de la función ideacional, el lenguaje cumple una función
interpersonal y, por eso, lo que representamos lingüísticamente (las referencias) está vinculado con el
tenor (las relaciones sociales entre los participantes de la situación comunicativa).
Supongamos que escogemos la felicitación jocosa, porque se asumimos que se corresponde con el
estilo general de nuestras conversaciones. Quedan descartados los otros significados potenciales. Ya
sabemos qué deseamos comunicar.
Esta decisión fue una respuesta a la pregunta: ¿Qué queremos significar?
c) Potencial de realización léxico-gramatical
Por último, tenemos que decidir sobre el modo de realizar lingüísticamente el significado real. Para
ello, nos valemos del sistema léxico-gramatical: las palabras y las posibilidades combinatorias que nos
ofrece la lengua.
Continuando con el ejemplo de la felicitación, ya hemos despejado el potencial de conducta y el
potencial de significado. Ahora tenemos que decidir cómo materializamos con lenguaje esas decisiones
previas. Podemos comenzar con un vocativo informal: “¡Loco!”, “¡Flaco!”, “¡Campeón!” o un vocablo
semejante. Luego tendríamos que tomar una decisión sobre la administración de la información acerca
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de la beca. ¿Decimos enseguida que nos enteramos del resultado o realizamos un juego humorístico, el
cual puede implicar una referencia indirecta? Elegimos esta última opción. Entonces, el mensaje hace
referencia al enunciador. Construimos un escenario inverosímil, para causar el efecto humorístico.
“Recién estaba en cantina y vi en la televisión que daban un premio consuelo en el Bingo. Creo que un
viaje a Europa para estudiar o algo así. ¡Qué bajón! ¡Yo me quedo con el televisor mil veces!”. Las
palabras y oraciones emitidas realizan el significado humorístico, el cual es parte de la felicitación

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planeada. Comenzamos con una oración con sujeto tácito [yo] y con predicaciones que representan en
tiempo pretérito imperfecto una situación que, en principio, parece ser ordinaria (ver televisión en la
cantina de la universidad), pero que luego se vuelve extraordinaria y ridícula (el sorteo de una beca
académica como premio consuelo de un bingo). El pasaje humorístico concluye con dos exclamaciones
que expresan la valoración jocosa de la situación representada: “¡Qué bajón! ¡Yo me quedo con el
televisor mil veces!”.
Pero dijimos que estamos produciendo un texto que manifiesta una felicitación informal, humorística
y sincera. Entonces, este tiene que incluir un pasaje en el que se mencionen nuestra alegría y las
capacidades de nuestro compañero. Podemos retomar las referencias al enunciador y al televisor, para
incluir al enunciatario. Una posibilidad es esta: “¿Y sabés para qué quiero un televisor? ¡Para ver por ahí
lo bien que te va cuando triunfes en Europa, porque te lo merecés, campeón!”.
Al igual que en el caso del potencial de conducta y en el del potencial del significado, la realización
léxico-gramatical nos ofrece muchas posibilidades. Unas veces, es fácil tomar estas decisiones y otras,
en cambio, requieren mucho esfuerzo, anticipaciones, autocorrecciones.
Esta decisión fue una respuesta a la pregunta: ¿Qué realización léxico-gramatical elegimos para
materializar el texto?
Vale apuntar que no siempre este proceso de gestación el lineal. Hay muchas ocasiones en las que,
cuando evaluamos el potencial de significado o el potencial de realización léxico-gramatical, volvemos
sobre las etapas anteriores y modificamos el plan textual.
A continuación, nos detendremos en las características y en los recursos del sistema léxico-
gramatical.

2.2. LAS PROPIEDADES TEXTUALES: COHESIÓN, COHERENCIA Y ADECUACIÓN

2.2.1. LA COHESIÓN

Según Halliday y Hasan (1976, 1985) y Halliday (1982), un texto es una unidad semántica, es decir,
una unidad no de forma sino de significado. Por esta razón, no se relaciona con la cláusula u oración por
tamaño sino por realización. Un texto no consiste en oraciones, se realiza a través (o por medio) de
oraciones.
En este sentido, no hay que esperar encontrar entre las partes de un texto el mismo tipo de
integración estructural que la existente entre las partes de una oración o cláusula. La unidad de un texto
es una unidad de distinto tipo.
Halliday y Hasan denominan textura a la cualidad que hace que un texto se constituya como tal y no
sea una mera lista de oraciones. La textura se desprende, por un lado, del hecho de que funciona como
una unidad respecto de su entorno, y, por otro, de una propiedad semántica visible en el nivel textual: la
cohesión.
Esta propiedad consiste en un sistema de relaciones de significado que existen en el texto y que lo
definen como tal. La cohesión ocurre cuando la interpretación de algún elemento en el texto es
dependiente de otro. Uno presupone al otro, en el sentido de que no puede ser efectivamente
decodificado sin recurrirse al restante. El elemento que presupone y el presupuesto son unidos por un
lazo cohesivo.
La cohesión es siempre endofórica. Cuando un elemento textual (típicamente un pronombre) apunta
a un referente situacional (ubicado fuera del texto), la referencia es exofórica y, por lo tanto, no cohesiva.
Por ejemplo: una madre le dice enojada a su hijo “Dame eso” y el pronombre demostrativo designa un
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objeto específico del contexto en el que se realiza el acto comunicativo.

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Tipos de cohesión

Los distintos tipos de cohesión pueden ser esquematizados de la siguiente manera:

estructural
referencial anafórica
Cohesión gramatical catafórica
no estructural no referencial (sustitución, elipsis, conectores)

léxica

Veamos ahora las definiciones correspondientes:


Cohesión estructural: Relaciones que determinan la organización general de las cláusulas que
componen un texto. Por ejemplo, la disposición del tema y del rema o de la información dada y de la
nueva. Halliday sostiene que dentro de la cláusula se pueden reconocer dos maneras de organización de
la información: el sistema tema/rema y el sistema dado/nuevo.
Sistema tema/rema: El tema es el pilar sobre el que se construye el mensaje. Comúnmente va en
posición inicial. Todo lo que viene después es el rema. Juan es un buen hombre (Juan: tema, es un buen
hombre: rema).
Sistema dado/nuevo: En términos generales, las cláusulas transmiten información nueva, es decir,
información que no fue dicha antes. Se considera, entonces, información dada la que ya apareció en el
texto o la que puede ser fácilmente recuperada de la memoria enciclopédica por el receptor. Juan ganó
la lotería (Juan: dado, ganó la lotería: nuevo).
Como podemos inferir, lo normal es que coincidan, por un lado, tema y dado y, por otro, rema y
nuevo.
Cohesión no estructural: Relaciones que no determinan la organización general de la cláusula. Por
ejemplo, los lazos cohesivos que se establecen entre palabras o entre palabras y grupos o sintagmas.
Este es el tipo de cohesión que estudiaremos.
Lazo cohesivo: Hay una relación entre dos elementos presentes en el texto: uno de ellos presupone
al otro. Los lazos cohesivos son siempre endofóricos.
Cohesión gramatical: Los lazos cohesivos se producen en virtud de las posibilidades que ofrece el
sistema de la lengua, en particular las posibilidades combinatorias que no se basan principalmente en el
significado de las palabras. Mediante estos recursos, la lengua favorece la economía y la claridad de los
mensajes, ya que, por ejemplo, en vez de repetir un sustantivo (“Juan”) en dos oraciones seguidas,
podemos utilizar en la segunda un pronombre personal (“él”) o, directamente, realizar una elipsis (sujeto
tácito). Halliday y Hasan advierten que, en última instancia, la diferencia entre la cohesión gramatical y la
léxica es una cuestión de grado, ya que en ambas hay un componente semántico.
Cohesión léxica: Los lazos cohesivos se establecen por relaciones de significado léxico (sinonimia,
antonimia, hiperonimia, pertenencia a un mismo campo semántico, etc.).
Cohesión referencial: La relación cohesiva gramatical se produce al compartir dos elementos una
misma referencia. Es conveniente hacer un comentario sobre la referencia pronominal. Si tenemos en
cuenta que la función natural del pronombre es, precisamente, la de estar en lugar del nombre o
sustantivo, es decir, la de sustituirlo, podemos asumir que en los dos casos ejemplificados a continuación
se suman dos funciones: sustitución + correferencia. Pero, como veremos más adelante, no toda
sustitución implica correferencia.
Cohesión referencial anafórica: El elemento presupuesto se encuentra atrás en el espacio textual, es
decir, fue dicho o escrito con anterioridad al que lo presupone. Por ejemplo:
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Juan llegó a su casa como un fantasma. Nadie lo vio entrar.

El significado del pronombre “lo” refiere al nombre “Juan”, que está ubicado atrás.

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Cohesión referencial catafórica: El elemento presupuesto se encuentra adelante en el espacio
textual, es decir, fue dicho o escrito con posterioridad al que lo presupone. Por ejemplo:
Nadie lo vio entrar. Juan llegó a la casa como un fantasma.
El significado del pronombre “lo” refiere al nombre “Juan”, que está ubicado adelante.
Cohesión no referencial: El lazo cohesivo gramatical no es correferencial sino de algún otro tipo: se
produce por sustitución, elipsis o conector. Como ya apuntamos, en español hay un caso de elipsis que
es la excepción a esta clase: el sujeto tácito, cuando indica que se mantiene el sujeto de la oración o de
la cláusula anterior. Se trata de un caso de elipsis referencial (o correferencial). Todas las demás elipsis
son no referenciales.
Para que entender mejor estas definiciones, pasemos a los ejemplos.

Ejemplificación

1. Cohesión gramatical

1.A. Referencia:
1. Pronombres: personales, posesivos, demostrativos, indefinidos y relativos.
Ejemplo: La investigación [1] fue un éxito. Sus [1] resultados superaron todas las expectativas. Sin
embargo, un evaluador [2] presentó objeciones. Ese [2] evaluador no compartía los supuestos teóricos
de los investigadores.
2. Artículos definidos: el, la, los, las, lo.
Ejemplo: El director del equipo elaboró un detallado informe y lo hizo firmar por todos los
investigadores. El informe incluía una serie de videos de los experimentos.
3. Construcciones comparativas: mejor, peor, mayor, diferente de, etc.
Ejemplo: El resultado obtenido fue superior a cualquier expectativa previa.
4. Elipsis de SN con función de sujeto de cláusula:
Ejemplo: El equipo expuso los resultados en las jornadas de investigación. ø Utilizó diapositivas y una
maqueta.

1.B. Susitución:
1. Nominal: sustitución de un sustantivo o de un sintagma nominal.
Ejemplo: El secretario hizo entrega de un microscopio de última generación. Los alumnos jamás habían
visto uno.
2. Verbal: sustitución de un verbo o sintagma verbal.
Ejemplo: Ayer, Juan realizó una indagación bibliográfica. Pedro lo hará mañana.
3. Adverbial: sustitución de un adverbio o sintagma adverbial.
Ejemplo: La primera hipótesis fue elaborada rápidamente. La segunda no fue elaborada así.
4. Clausal: sustitución de una cláusula o de un conjunto de cláusulas.
Ejemplo: Esto conduce a pensar que... [En un párrafo final, “esto” sustituye todo lo dicho anteriormente]

1.C. Elipsis:
1. Nominal: elipsis de un sustantivo o de un sintagma nominal.
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Ejemplo: María busca becas. Pedro también busca ø.


2. Verbal: elipsis de un verbo o sintagma verbal.
Ejemplo: María realiza entrevistas a los vecinos. Pedro también ø
3. Adverbial: elipsis de un adverbio o sintagma adverbial.
Ejemplo: Amablemente, los vecinos respondieron las preguntas y ø los entrevistadores acordaron
nuevas entrevistas.

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4. Clausal: elipsis de una cláusula o de un conjunto de cláusulas.
Ejemplo: -¿Vas a desgrabar las entrevistas?
-Sí. [Elipsis de “voy a desgrabar las entrevistas”]

1.D. Conectores:
1. Causa-efecto
Ejemplo: La hipótesis del experimento fue confirmada, por lo tanto la teoría ha sido validada
empíricamente.
2. Concesión
Ejemplo: Aunque la hipótesis era válida, no se contaba con los recursos apropiados para
contrastarla empíricamente.
3. Adversación
Ejemplo: Esa categoría teórica es muy explicativa, pero lamentablemente no es muy
conocida.
4. Tiempo
Ejemplo: Al mismo tiempo, estos dos investigadores propusieron explicaciones similares.
5. Etc.

2. Cohesión léxica

1. Repetición: repetición léxica (parcial, completa o con suplementos).


Ejemplo: El procesamiento de datos demandaría mucho tiempo, dada la cantidad y la
heterogeneidad. Sin embargo, tiempo era algo de lo que no se disponía.
2. Sinonimia: expresiones con significado similar.
Ejemplo: El Lic. Juárez propuso un estudio muy interesante. El análisis consiste en la
recolección, sistematización e interpretación de las tradiciones orales en las familias
inmigrantes de la ciudad.
3. Antonimia: expresiones con significados opuestos.
Ejemplo: El proceso de investigación tuvo un inicio accidentado pero un muy buen final.
4. Hiperonimia/hiponimia: expresiones que se refieren a componentes de una expresión más
general en una relación entre género (hiperónimo) y especie (hipónimo).
Ejemplo: El ser humano [hiperónimo] es naturalmente curioso y este joven [hipónimo] tenía
muchas preguntas.
5. Meronimia: expresiones que están unidas por una relación parte-todo.
Ejemplo: Los investigadores tomaron fotografías de todo el barrio [todo] y les llamó la
atención una casa [parte].
6. Colocación: expresiones con significados relacionados por pertenecer a un mismo campo
semántico.
Ejemplo: Los científicos guardaron las muestras en el laboratorio y replicaron el experimento
varias veces.
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Resumen

1
Resumimos en el siguiente cuadro lo expuesto anteriormente:

COHESIÓN NO ESTRUCTURA

Recursos

A: Referencia
1. Pronombres
2. Artículos definidos
3. Construcciones comparativas

B: Sustitución
1. Nominal
2. Verbal
3. Adverbial
COHESIÓN 4. Clausal
GRAMATICAL
C: Elipsis
1. Nominal
2. Verbal
3. Adverbial
4. Clausal

D: Conectores
1. Causales
2. Concesivos
3. Temporales
4. Etc.

1. Repetición
2. Sinonimia
COHESIÓN 3. Antonimia
LÉXICA 4. Hiperonimia/hiponimia
5. Meronimia
6. Colocación

COHESIÓN ESTRUCTURAL

A: Paralelismo
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B: Desarrollo tema/rema
C: Organización dado/nuevo

1
Este cuadro es una adaptación simplificada del que presentan Halliday y Hasan, 1985: 82.

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La cohesión nos permite elaborar mensajes lingüísticamente organizados. Los textos no son un
listado caótico de palabras. Las oraciones, cláusulas y palabras que los constituyen están relacionadas
como partes de un todo. Entonces, es posible evitar algunas repeticiones, realizar otras, utilizar palabras
relacionadas por su significado, etc.
Hagamos un análisis. Leamos atentamente el siguiente texto:

El hombrecito del sombrero gris ingresó al supermercado a media tarde. Tenía una
expresión perpleja y caminaba lentamente entre las góndolas. Sus ojos miraban la mercadería
pero no experimentaban el menor deseo. Por último, cansado de no hacer nada, se dirigió hacia
el sector de las verduras y escogió algunas.

Para que resulte más fácil el reconocimiento de los recursos, reescribiremos el texto para
coindizarlo, es decir, para marcar con números los diferentes recursos.

expresión perpleja y [2]

8].

Recursos:

[1] Cohesión gramatical por elipsis de sintagma nominal (SN): El SN “El hombrecito del sombrero
gris” es elidido, por eso se lo representa con el símbolo de vacío.

[2] Cohesión gramatical por uso del conector aditivo “y”.

[3] Cohesión léxica general por meronimia (relación parte-todo): Un “supermercado” está constituido,
entre otras cosas, por “góndolas”, “mercadería” y “verduras”.

[4] Cohesión gramatical por referencia anafórica: El pronombre posesivo “sus” hace referencia al SN
“El hombrecito del sombrero gris”.

[5] Cohesión gramatical por uso del conector adversativo “pero”.

[6] Cohesión gramatical por elipsis de sintagma nominal (SN) “Sus ojos”.

[7] Cohesión gramatical por uso del conector de orden “por último”.

[8] Cohesión gramatical por sustitución: El SN “verduras” es sustituido por el pronombre indefinido
“algunas”.
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El análisis nos permite observar la textura del texto, es decir, el conjunto de relaciones gramaticales
y léxicas que lo constituyen.
Si no utilizáramos los recursos cohesivos, el texto anterior estaría redactado de la siguiente manera:

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El hombrecito del sombrero gris ingresó al supermercado a media tarde. El hombrecito del
sombrero gris tenía una expresión perpleja. El hombrecito del sombrero gris caminaba
lentamente entre las góndolas del supermercado. Los ojos del hombrecito del sombrero gris
miraban la mercadería del supermercado. Los ojos del hombrecito del sombrero gris no
experimentaban el menor deseo. El hombrecito del sombrero gris, cansado de no hacer nada, se
dirigió hacia el sector de las verduras del supermercado. El hombrecito del sombrero gris escogió
algunas verduras del supermercado.

Sin cohesión, los textos serían bastante diferentes, ¿no? Si alguno de ustedes tenía la duda, puede
entender ahora por qué los docentes de lengua (entre otras personas) insistimos en la importancia de
cuidar los recursos cohesivos. Si están bien utilizados, contribuyen a facilitar la comprensión; si no están
bien utilizados, transmiten las ideas de manera confusa.

2.2.2. LA COHERENCIA

Generalmente, los textos tienen unidad de sentido. Al leerlos o escucharlos comprendemos qué
significan y para qué fueron producidos. Sin embargo, hay ocasiones en las que un texto puede resultar
incoherente. Supongamos que tenemos la oportunidad de presenciar un diálogo entre dos amigos y uno
le dice al otro: “Vos... Mañana... y calladito, ¿eh?”. Si no sabemos qué se quiere comunicar con estas
palabras, el texto puede parecernos incoherente, pero posiblemente no lo sea para el destinatario.
Una conclusión que podemos obtener de este diálogo es que la coherencia no es una propiedad que
está en el texto sino una propiedad relacional que se establece en la interacción entre receptor y texto:
son los receptores quienes reconocen o atribuyen coherencia a los textos. Para ello, deben valerse de
sus conocimientos y utilizar sus habilidades para el procesamiento de información.
Sin embargo, no todos los lingüistas que estudian la coherencia atribuyen un papel tan activo al
receptor. Hay propuestas más textualistas, que tienden a reconstruir la coherencia como una propiedad
inmanente en el texto, es decir, como algo que está en el texto mismo y que no hace falta introducir
desde afuera. Más adelante, ejemplificaremos esta postura con la propuesta del lingüista holandés Teun
van Dijk. Comenzaremos ahora a desarrollar las nociones del primer enfoque de la coherencia, el
interaccionista.

El procesamiento de información
Para procesar la información textual las personas combinan el procesamiento ascendente (bottom-
up) y el procesamiento descendente (top-down). En el primer caso, parten del relevamiento y la
interpretación de los elementos microtextuales hasta llegar a los elementos contextuales; en el segundo,
hacen lo contrario.
El siguiente esquema representa el recorrido desarrollado por cada tipo de procesamiento:

contexto

texto

(título)
top-down bottom-up
frases / oraciones

morfemas / palabras

fonemas / grafemas
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Es fácil imaginar una situación comunicativa donde el reconocimiento de una palabra sea clave para
saber si nuestro interlocutor nos está halagando o insultando.
Tampoco es difícil imaginar una donde la información contextual sea imprescindible para interpretar
lo que nos dicen. Así, por ejemplo, de acuerdo al contexto, el enunciado “La puerta está abierta” puede
ser una afirmación trivial, una orden (para que alguien la cierre), una amenaza (“Si no te gusta lo que
hacemos acá... la puerta está abierta”), una invitación (“Si querés sumarte al proyecto... la puerta está
abierta”), etc.
De igual manera, el analista del discurso, antes de comenzar la tarea de registro e interpretación de
estrategias discursivas, ya posee expectativas y nociones preteóricas acerca del corpus. Este
conocimiento previo debe ser profundizado sistemáticamente y explicitado, ya que puede ser útil para:
a) la reconstrucción de la situación comunicativa en la que los textos fueron producidos (saber
dónde, cuando y por qué aparecieron);
b) la asignación de referentes (saber de quién/es se está hablando);
c) la comprensión del significado connotativo de las palabras (saber si el significado de un ítem
léxico específico es positivo o negativo, si se inscribe en un campo semántico relacionado con alguna
actividad social específica –la educación, la política, el deporte, etc.);
d) etc.

La organización del saber enciclopédico y la búsqueda de sentido

Todo lo que sabemos acerca del mundo se denomina saber enciclopédico. Este saber está
almacenado en la memoria y es recuperado cada vez que tenemos que producir o interpretar un texto.
Ahora bien, supongamos que soy una persona a quien obsesionan las arañas y realmente sé
bastante de ellas (por ejemplo, que muchas tienen ocho ojos, que la araña violín de Sudáfrica tiene un
veneno que corroe el tejido muscular, que en Venezuela hay una especie de tarántula que desde hace
miles de años habita en profundas y oscuras cavernas, por lo que terminó perdiendo los ojos, etc.).
Supongamos también que con igual obsesión me dedico a almacenar en mi memoria información acerca
de la vida de los vecinos del barrio. ¿Todos estos conocimientos son pertinentes para escribir una nota al
Decano solicitando una inscripción fuera de término a alguna carrera o para comprender un comentario
acerca de un partido de fútbol? La respuesta es negativa. Los conocimientos más apropiados para llevar
a cabo la primera actividad son los referidos al estilo de una carta formal y a los requisitos de ingreso a la
universidad y los más apropiados para la segunda actividad estarán relacionados con los equipos que
disputaron ese partido, con el campeonato en el que participan, el estilo de un comentario deportivo, etc.
Si pensamos en procesos habituales de producción y de recepción de textos, seguramente
coincidiremos en que es raro que tengamos que lidiar con conocimientos tan poco pertinentes como los
de las arañas al momento de leer un comentario deportivo: directamente, ni siquiera “vienen a nuestra
mente” o, dicho con mayor precisión, no se hacen conscientes. En general, solo se activan los
conocimientos más pertinentes y los otros quedan en un relativo olvido. Pareciera que una parte de
nuestra mente actuase fuera de la soberanía de nuestra conciencia y decidiese de manera
independiente qué es lo que hace falta saber en cada situación.
El problema es complejo y ha sido estudiado por muchos psicólogos. En general, se acuerda que la
recuperación de la información está asociada al modo en que esta es almacenada. Si dos conceptos se
agrupan juntos en la memoria, es muy posible que se activen simultáneamente si uno de ellos es
señalado o puesto en juego por un estímulo lingüístico en un evento comunicativo; de otro modo, si
ninguno de ellos es señalado, ambos seguirán latentes.
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Se han propuesto diferentes formas de organización del saber enciclopédico (Brown y Yule, 1983).
Las más importantes son:

Marcos: El saber está almacenado en la memoria en forma de estructura de datos que representan
situaciones estereotipadas. Un marco (por ejemplo, el de casa) tiene casillas con elementos obligatorios
(cocina, baño, dormitorio) y opcionales (garaje, lavadero). A su vez, cada uno de los elementos que
saturan las casillas también puede ser un marco.
Guiones (scripts): Es una noción similar a la anterior. La principal diferencia es que, en vez de estar
referida a entidades o cosas estereotipadas, está referida a secuencias de acciones o acontecimientos
estereotipados. Por ejemplo, el guión correspondiente a rendir un examen final (universitario) incluye la
siguiente secuencia: esperar que el tribunal nos llame – ingresar a la sala de examen – comenzar con la
exposición del tema preparado (si existe esta posibilidad) – contestar el interrogatorio del o de los
docentes – abandonar la sala de examen – esperar el resultado. Si alguien nos dice que viene de rendir
un examen final, supondremos que realizó la mayoría de las actividades apuntadas en esta secuencia.
Escenarios: La información está organizada a partir de las relaciones entre lugares y situaciones.
Así, si alguien nos dice que un médico le recetó un medicamento muy caro, podemos (re)construir el
escenario en el que se desarrolló esta interacción (en un consultorio, el médico estaba vestido con un
delantal, se saludaron brevemente al inicio de la consulta, le preguntó al paciente qué tenía o este
comenzó a describirle el cuadro clínico, el médico escribió en el recetario, etc.).
Esquemas: Son estructuras cognitivas de alto nivel, es decir, funcionan como andamios para la
organización y la interpretación de la experiencia. Se adquieren en contextos culturales y grupales
específicos, condicionando el modo en que se percibe la realidad. Por ejemplo, si pertenezco a un grupo
en el que las prácticas machistas están naturalizadas, puedo no darme cuenta del maltrato de un hombre
hacia su esposa en una situación específica. El esquema mental de una feminista, seguramente,
posibilitaría una distinta percepción de la realidad. Como se puede inferir, esta organización de saberes
enciclopédicos involucra valores éticos.
Modelos: Un modelo es una representación de un acontecimiento. A diferencia del guión, no está
referido únicamente a sucesos estereotipados. Intervienen en su formación parte de los conocimientos
adquiridos en nuestras experiencias previas. Los modelos son dinámicos, pueden ser constantemente
modificados. Pensemos en nuestro modelo del 25 de mayo de 1810. Seguramente hoy no es el mismo
que el que construimos cuando comenzamos nuestra biografía escolar.
La función de todas estas nociones es explicar cómo es almacenada la información en la memoria y
cómo es recuperada en los procesos de producción e interpretación. Un receptor podrá reconocer o
atribuir coherencia a un texto si posee los conocimientos pertinentes, organizados de alguna de estas
maneras. Si no es así, no le encontrará sentido.

Macroestructura: las macrorreglas y la coherencia global


Como ya anticipamos, Teun van Dijk (1978) propone una vía más textualista para explicar el modo
2
en que las personas reconstruyen la coherencia textual. En primer lugar, distingue oración de
proposición: mientras la primera es una categoría sintáctica, la segunda es semántica. La proposición
es el significado de una oración aislada. En segundo lugar, asume que comprender un texto es
reconocer las relaciones entre las proposiciones que lo constituyen.
Dadas dos proposiciones, A y B, estas pueden estar relacionadas de la siguiente manera:

a) A es una causa de B (= B es consecuencia de A).


Unpabimodal

b) A es una fundamentación de B (siendo B una actuación o la consecuencia de una actuación).

2
Esta vía no se opone a las presentadas anteriormente. De hecho, durante los últimos quince años, van Dijk ha
desarrollado una concepción de sujeto que combina el uso de modelos mentales con las macrorreglas.

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c) A y B ocurren en la misma situación, es decir, en el par mundo/tiempo y pertenecen al mismo
ámbito conceptual; están permitidas las siguientes posibilidades:
-A simultánea a B;
-A tiene lugar en un período parcial de B (o al revés);
-A y B se suceden (como en la relación causal);
-A y B se trasladan.
d) A es necesariamente (lógica, conceptualmente) parte de B (o al revés).
3
e) A es una parte integrante normal (convencional) de B (o al revés);
f) las circunstancias de A y de B están vinculadas;
g) A y B tienen un mismo referente;
h) los mundos posibles a los que se refieren A y B están vinculados por identidad, sucesión, accesibilidad,
similitud.
Una vez reconocida la relación secuencial entre las proposiciones, el receptor debe buscar las
relaciones entre las unidades mayores, con el fin de encontrar la unidad semántica del texto. La
interpretación avanza desde el reconocimiento de los tópicos locales hacia el reconocimiento del tópico
global.
El supuesto básico de esta propuesta es que los textos tienen estructuras semánticas globales,
denominadas macroestructuras, las que consisten en “representaciones abstractas de la estructura
4
global de significado de un texto” . La coherencia, entonces, se da en dos planos: el lineal, donde están
las proposiciones (P) expresadas por las oraciones que conforman los diferentes párrafos, y el global,
erigido sobre la base de las macroproposiciones (M), proposiciones obtenidas como resultado de la
integración de las proposiciones. En el primer caso, la coherencia se llama local y, en el segundo, global.
La macroestructura puede ser representada de la siguiente manera:

M(n)1

M(n-1)1 M(n-1)2 M(n-1)3

M(n-2)1 M(n-2)2 M(n-2)3

M(1)1

(P1, P2, P3...) (......) (......)


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3
Van Dijk 1989: 44. Las posibilidades f, g y h son expuestas en 1989: 53-54.
4
Ibíd.: 55.

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El esquema muestra cómo van obteniéndose progresivamente macroproposiciones de mayor nivel
de abstracción, hasta llegar a la que representa el significado de todo el texto. Por supuesto, la cantidad
de niveles depende de la complejidad del texto. Si este está constituido por pocas o por una sola
palabra, solo habrá un nivel (n = 0).
Para pasar de la coherencia local a la global, es decir, para macroestructurar el texto, los receptores
deben aplicar las siguientes macrorreglas:

Omitir: Suprima toda información trivial.

a) Dadas la proposiciones:
(P1) Habló el Ministro de Economía.
(P2) Estaba en la Sala de Conferencias.
(P3) Había muchos periodistas.
pueden omitirse (P2) y (P3) y obtener la macroproposición:
(M) Habló el Ministro de Economía.

Seleccionar: Suprima toda información secundaria de una secuencia de proposiciones unidas por
relación de condición, de parte integrante, de presuposición o de consecuencia.

a) Dadas la proposiciones:
(P1) El Ministro de Economía si dirigió a la Sala de Conferencias.
(P2) Se detuvo frente al micrófono.
(P3) Anunció un aumento de tarifas.
puede seleccionarse (P3) por considerar que, en esta secuencia, implica a (P1) y (P2):
(M) Anunció un aumento de tarifas.

Generalizar: Elabore una proposición que incluya las acciones o los elementos referidos que
pertenezcan a una misma clase.

a) Dadas las proposiciones:


(P1) El Ministro de Economía respondió al periodista de Clarín.
(P2) El Ministro de Economía respondió al periodista de La Nación.
(P3) El Ministro de Economía respondió al periodista de Página 12.
puede obtenerse la macroproposición:
(M) El Ministro de Economía respondió a los periodistas.

Construir o integrar: Sustituya la información por una nueva que se refiera al conjunto de los
elementos que componen una secuencia.
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a) Dadas la proposiciones:
(P1) El Ministro de Economía se dirigió a la Sala de Conferencia.
(P2) Se paró frente al micrófono.
(P3) Leyó un documento.

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(P4) Respondió las consultas de los periodistas.
(P5) Dio las gracias y se retiró.
puede obtenerse la macroproposición:
(M) El Ministro de Economía dio una conferencia de prensa.
Como puede inferirse, las dos primeras son reglas de anulación y las otras, de sustitución. Cada una
prescribe el camino más conveniente para (re)construir el tópico global del texto sin apartarse demasiado
de la información proposicional de base.

La función de la superestructura en el proceso de interpretación


Van Dijk (1989) también postula la existencia de una estructura global característica de cada tipo de
texto (narración, argumentación, informe de investigación experimental, carta, etc.) a la que denomina
superestructura. Se trata de “un tipo de esquema abstracto que establece el orden global de un texto y
que se compone de una serie de categorías, cuyas posibilidades de combinación se basan en reglas
5
convencionales” .
El hecho de que las reglas que establecen este formato textual sean convencionales indica que son
dinámicas y relativamente flexibles. De hecho, en ocasiones varias de las categorías que constituyen una
superestructura quedan vacías (implícitas o, directamente, ausentes) y, sin embargo, esto no afecta el
proceso de interpretación.
Las superestructuras actúan como un mapa. Por un lado, guían al emisor en la tarea de elaboración
del texto; por otro, hacen lo mismo con el receptor en la tarea de comprensión.
Son muy útiles en la búsqueda de coherencia, ya que restringen la incertidumbre cognitiva ante un
texto particular desconocido. Podemos no haber leído jamás el cuento Casa tomada de Cortázar o el
artículo de van Dijk que está en la bibliografía, pero, si reconocemos la superestructura de cada uno, la
lectura será más segura, incluso predecible. Sabremos a qué parte corresponde cada párrafo y, si no
entendemos algo, podremos decirnos: “Tal vez no se entiende de qué está hablando porque recién
estamos en la introducción del cuento” o “Bueno, esto es un ejemplo más antes de llegar a la
conclusión”.

2.3. ADECUACIÓN, COHERENCIA Y COHESIÓN EN LA ORALIDAD Y EN LA ESCRITURA

Por último, retomemos la distinción entre comunicación oral y comunicación escrita para establecer
las diferencias entre ambas en cuanto a las propiedades de adecuación, coherencia y cohesión.
Seguimos nuevamente a Cassany (1989), quien agrega la gramática como un ítem de comparación:

DIFERENCIAS TEXTUALES
Comunicación oral Comunicación escrita
Adecuación variedades dialectales lengua estándar
temas generales (informalidad) temas específicos (formalidad)
más redundante menos redundante
Coherencia estructura textual abierta estructura textual cerrada
estructura poco estereotipada estructura estereotipada
menos gramatical más gramatical
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Cohesión alto uso de recursos paralingüísticos pocos recursos paralingüísticos


códigos no verbales códigos verbales
alta frecuencia de referencias

5
Ibíd.: p. 144.

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exofóricas alta frecuencia de referencias endofóricas
fonemas grafemas
expresiones informales expresiones formales
Gramática sintaxis simple sintaxis compleja
elipsis y frases inacabadas ausencia de elipsis y frases inacabadas
reiteración léxica ausencia de reiteración léxica
tics lingüísticos, muletillas, etc. ausencia de tics lingüísticos, muletillas, etc.
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