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Principalmente, son dos los cuerpos que tienen competencia para proteger a
los animales y el medio ambiente: el Servicio de Protección de la Naturaleza (Seprona)
de la Guardia Civil y la Policía Local. La Policía Autonómica, en aquellas comunidades
donde existe, también tiene algunas competencias.
Las personas que defienden o protegen a los animales no tienen una palabra especifica
que lo definan, se le conocen como protectores animales o protectores ecológico. Es
decir, un protector animal, es una persona que protege y cuida a los animales, ademas
de sus derechos como un ser vivo.
Propongo al lector que realice el siguiente ejercicio mental: que a lo largo de toda una
jornada, mientras lleva a cabo las tareas cotidianas en su casa y el trabajo, cuente el
número de animales que utiliza como instrumentos. Quizás la primera reacción del
lector sea responder que quien no posee mascotas ni bueyes para arar el campo no
utiliza ningún animal. Pero eso no es cierto. A lo largo de cada uno de los días de
nuestra vida, todos los miembros de nuestra sociedad, con la única excepción de los
veganos más radicales, utilizamos como nuestros instrumentos a un gran número de
animales de las más diversas especies. Los usamos como alimento. Es su piel la que
vestimos en cazadoras, calzado, bolsos, cinturones y hasta en la correa del reloj, su
lana la que llevamos en nuestros jerséis. Los productos de la higiene personal, los
medicamentos y los productos de limpieza han sido testados en sus cuerpos para
comprobar su toxicidad, en algunos casos haciéndoselos ingerir hasta provocarles la
muerte. Algunos avances médicos, y también algunos retrocesos, se han producido
experimentando con ellos. Por no hablar de la experimentación militar, que los emplea
para testar nuevas armas en estudios que financiamos con nuestros impuestos.
Muchos miembros de nuestra sociedad los utilizan para divertirse, asistiendo a
corridas de toros, peleas de perros o gallos, saliendo de caza, de pesca, llevando a
sus hijos al circo o al zoo. O viendo una película protagonizada por un chimpancé al
que algunos desalmados arrancaron de su hábitat, enseñaron a golpes a actuar como
un payaso, y después de una vida de explotación tendrá suerte si es acogido en algún
centro de recuperación de animales. O yendo de safari fotográfico a parques
supuestamente naturales, y donde en realidad se está librando la postrera batalla por
someter a las últimas especies salvajes del planeta a la administración humana.
También en las soluciones que este movimiento ofrece existe una gran variedad, que
puede ordenarse entre dos extremos. La posición revolucionaria es la que reclama la
liberación animal, es decir, dejar de utilizar a los animales como instrumentos. La
posición reformista es el bienestarismo, que acepta que la sociedad siga utilizando
animales, pero busca fórmulas para reducir la crueldad. Entre ambas existen, por
supuesto, muchas posiciones intermedias.
Por poner un ejemplo, uno de los ámbitos en los que se usan y matan más
animales es la industria de la alimentación. Los bienestaristas aceptan la cría de
animales como alimento, pero piden el desarrollo de una ganadería ecológica, donde
los animales lleven vidas dignas antes de morir.
4-No se observa una relación entre el tamaño del estomago y del intestino con el
tipo de presa consumida.