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Con base en el siguiente texto, conteste los reactivos que se presentan a continuación.
[1]Una joven soñó una noche que caminaba por un extraño sendero campesino, que ascendía por
una colina boscosa cuya cima estaba coronada por una hermosa casita blanca, rodeada de un
jardín. Incapaz de ocultar su placer, llamó a la puerta de la casa, que finalmente fue abierta por un
hombre muy, muy anciano, con una larga barba blanca. En el momento en que ella empezaba a
hablarle, despertó. Todos los detalles de este sueño permanecieron tan grabados en su memoria,
que por espacio de varios días no pudo pensar en otra cosa. Después volvió a tener el mismo
sueño en tres noches sucesivas. Y siempre despertaba en el instante en que iba a empezar su
conversación con el anciano.
[2]Pocas semanas más tarde la joven se dirigía en automóvil a Litchfield, donde se realizaba una
fiesta de fin de semana. De pronto tironeó la manga del conductor y le pidió que detuviera el
automóvil. Allí, a la derecha del camino pavimentado, estaba el sendero campesino de su sueño.
[3]—Espéreme un momento —suplicó, y echó a andar por el sendero, con el corazón latiéndole
alocadamente. Ya no se sintió sorprendida cuando el caminito subió enroscándose hasta la cima
de la boscosa colina y la dejó ante la casa cuyos menores detalles recordaban ahora con tanta
precisión. El mismo anciano del sueño respondió a su impaciente llamado.
[5]—Sí —respondió el hombre—, pero no le aconsejo que la compre. ¡Esta casa, hija mía, está
frecuentada por un fantasma!
Para contestar deberás, leer con atención la pregunta y elegir la respuesta que consideres
correcta.
a) “Todos los detalles de este sueño permanecieron tan grabados en su memoria, que por
espacio de varios días no pudo pensar en otra cosa.”
b) “... ascendía por una colina boscosa cuya cima estaba coronada por una hermosa casita blanca
rodeada de un jardín.”
a) Indiscreción
b) Obstinación
c) Curiosidad
d) ambición
3. ¿En cuál de los siguientes párrafos se plantea el clímax del cuento anterior?
a) 2
b) 4
c) 5
d) 6
4. ¿En cuál de los siguientes párrafos se plantea el desenlace del cuento anterior?
a) 3
b) 4
c) 5
d) 7
a) Inaudito
b) Deseado
c) Esperado
d) Sorprendente
a) Rústico
b) Solitario
c) Labriego
d) Ordinario
LOS SUBLEVADOS
Con base en el siguiente texto, conteste los reactivos que se presentan a continuación.
Los sublevados
[1] Era la noche del 30 de enero de 1609: la luna, perdiéndose en el horizonte, apenas alumbraba
las blancas nieves del soberbio Pico de Orizaba, conocido entre los naturales con el nombre de
Zitlaltepec, y las sombras envolvían la fértil cañada de Aculzingo.
[2] Entre aquellas sombras se escuchaba apenas el rumor de los árboles agitados por los vientos
de la noche, y el murmullo de los arroyos que bajan por las vertientes de las montañas.
[3] Sin embargo, escuchando con atención podía oírse en medio de aquellos ruidos confusos, otros
sonidos que no eran producidos ni por los vientos ni por las aguas.
[4] Eran voces humanas, era sin duda el ruido que causaba la marcha de un gran grupo de
hombres, que caminaban apresuradamente conversando entre sí, y rompiendo las malezas y los
arbustos que se oponían a su paso.
[5] La marcha de aquellos hombres no se interrumpía, y aquel grupo parecía caminar en dirección
del lugar que hoy ocupa la Villa de Córdoba.
[6] Cuando los primeros reflejos de la aurora comenzaron a teñir de rosa el espléndido cielo de la
costa de Veracruz, el grupo de hombres que se había sentido cruzar durante la noche por la
cañada de Orizaba, seguía su camino trepando una encumbrada cuesta.
[7] Era una tropa de negros, extrañamente vestidos y armados; llevaban los unos, calzas de seda
hechas pedazos; los otros, calzones de escudero con sucias medias y calzas de gamuza; cuál vestía
una bordada ropilla de raso, cuál una loba de curial; éste cubría sus desnudas espaldas con un
elegante ferreruelo, aquél iba cubierto con un balandrán, el otro abrigado con un justillo estrecho
de acuchilladas mangas; el de más allá en un tabardo velludo; aquello parecía una mascarada, y
podía asegurarse que aquellos trajes eran los despojos de los pasajeros del camino de México a
Veracruz.
[8] En cuanto a las armas de aquellos hombres, era curioso observar que había entre ellos flechas
y arcos de los aztecas, arcabuces y espadas de los conquistadores, mazas, macanas, hondas,
hachas, escopetas, ballestas, puñales, alabardas, y todo en el mayor desorden y en extraordinaria
confusión.
[9] Al lado de un negro que llevaba marcialmente una gran lanza de caballero al hombro y un
carcaj lleno de flechas con su arco a la espalda, caminaba con gran desenfado otro que llevaba a la
cintura pendiente de un talabarte bordado, una macana, y en la mano un pesado arcabuz de
mecha; también aquel armamento parecía el producto de un saqueo parcial.
[10] Aquella extraña tropa estaría compuesta de más de cien hombres, y a su cabeza, con todo el
aire de un general en jefe, caminaba un negro alto, fornido, de abultadas y toscas facciones, que
vestía con alguna más propiedad que los otros, y que estaba también mejor armado, pues
mostraba una luciente coraza de acero, ceñía un largo estoque y empuñaba una buena escopeta.
[11] Trepando por aquellas escabrosas veredas y atravesando angostos y peligrosos desfiladeros,
llegó por fin la tropa a una espaciosa meseta que coronaba una de las más elevadas serranías.
[12] Allí estaba situado un campamento de negros, era el cuartel general de todos los esclavos que
habían huido de la crueldad de sus amos buscando la libertad que iban a defender con las armas y
a costa de sus vidas.
[13] La fuerza que llegaba había sido vista desde muy lejos, todo el campamento se había movido,
y hombres y mujeres se apresuraban a recibirla.
[14] Distinguiese en medio de todos ellos a un negro anciano pero robusto, a quien todos miraban
con profundo respeto, y que parecía ser el patriarca de aquella tribuerrante.
[15] Cuando los recién llegados penetraron al campamento, los soldados se desbandaron sin
esperar la orden de su jefe, y se mezclaron entre los grupos de los que los aguardaban, y sólo el
que había venido a la cabeza se dirigió en busca del anciano.
[16] —Buenos días, Francisco —dijo el anciano tendiendo al otro su mano con aire paternal.
[21] —No, los blancos quieren nuestra muerte: ayer se me ha presentado un hermano, que es
también como yo, de Angola, ha salido de la Puebla y me ha contado...
[23] Que de Puebla viene una expedición contra nosotros; mándala un capitán vecino de aquella
ciudad, llamándose Pedro González de Herrera, y ha salido el día veintiséis...
[24] —Estamos a los treinta días, muy cerca debe venir ya.
[25] —Tal creo, y por eso me he replegado, a fin de disponer todas las tropas y prepararlas para el
combate. Pedro González de Herrera trae cien soldados españoles, cien aventureros, ciento
cincuenta indios flecheros, y cerca de doscientos más entre mulatos, mestizos y españoles que se
le han reunido de las estancias.
[26] —Es decir, cosa de quinientos cincuenta hombres: mucha gente es en verdad, y otros tantos
no tenemos; pero no importa, Dios ayudará. ¿Por qué camino vienen?
[27] —No han seguido ningún camino real, y se acercan extraviando veredas. ¿Hay vigilantes por
todos lados?
[28] —Sí, y es imposible que se acerquen sin ser sentidos... Allí viene corriendo uno; noticia debe
traer.
[29] —Sin duda la llegada del enemigo. Pon a tus gentes sobre las armas, y yo voy al encuentro del
vigilante...
[30] El viejo salió a encontrar al que llegaba, y Francisco comenzó a disponer sus tropas.
[31] El trabajo no era grande, y en un momento se formaron cuatrocientos negros, todos armados.
[35] —Para decirle que obedeceremos a Dios y al rey, pero que queremos nuestra libertad, que, si
nos la conceden, si no nos vuelven a nuestros amos crueles, si nos dan un pueblo para nosotros,
depondremos las armas, ¿te parece bien?
[38] Una hora después salía del campamento de los negros un español que llevaba una carta de
Yanga, caudillo de los sublevados, al capitán don Pedro González de Herrera.
[39] El viejo Yanga era el espíritu de aquella revolución, que había meditado por espacio de treinta
años, y el negro Francisco de la Matosa era el general de las armas, nombrado por Yanga.
Para contestar deberás, leer con atención la pregunta y elegir la respuesta que consideres
correcta.
a) Párrafo 3
b) Párrafo 12
c) Párrafo 10
d) Párrafo 39
a) Ruin
b) Rudo
c) Huraño
d) Longevo
a) Párrafo 4
b) Párrafo 13
c) Párrafo 23
d) Párrafo 39
5. Según el contexto del cuento, ¿qué significa la palabra que aparece en negritas dentro del
párrafo 38?
a) Oprimidos
b) Rebeldes
c) Esclavos
d) Crueles
a) La noticia de que se acerca una expedición de españoles comandada por el capitán Pedro
González
d) La salida del campamento de los negros de un español con una carta de Yanga
El Centenario
Augusto Monterroso
[1] ...Lo que me recuerda -dije yo- la historia del malogrado sueco Orest Hanson, el hombre más
alto del mundo (en sus días; hoy la marca que impuso se ve abatida con frecuencia.
[2] En 1892 realizó una meritoria gira por Europa exhibiendo su estatura de dos metros cuarenta y
siete centímetros. Los periodistas, con la imaginación que los distingue, lo llamaban el hombre
jirafa.
[3] Imaginen. Como la debilidad de sus articulaciones no le permitía hacer ningún esfuerzo, para
alimentarlo era preciso que algún familiar suyo se encaramara en la rama de un árbol a ponerle en
la boca bolitas especiales de carne molida, y pequeños trozos de azúcar de remolacha como
postre. Otro pariente le ataba las cintas de los zapatos. Otro vivía siempre atento a la hora en que
Orest necesitaba recoger del suelo algún objeto que, por descuido, o por su peculiar torpeza, se le
escapara de las manos. Orest atisbaba las nubes y se dejaba servir. En verdad, su reino no era de
este mundo, y se podía adivinar en sus ojos tristes y lejanos una persistente nostalgia por las cosas
terrenales. En el fondo de su corazón sentía especial envidia por los enanos, y se soñaba siempre
tratando, sin éxito, de alcanzar los aldabones de las puertas y echando a correr, como en las tardes
de su niñez.
[4] Su fragilidad llegaba a extremos increíbles. Mientras iba de paseo por las calles cada paso suyo
hacía temer, aun a los transeúntes escandinavos, un aparatoso desplome. Con el tiempo sus
padres dieron muestras de ávido pragmatismo (que mereció más de una crítica al decidir que
Orest saliera únicamente los domingos, precedido de su tío carnal, Erick, y seguido de Olaf,
sirviente, quien recibía en un sombrero las monedas que almas sentimentales se creían en la
obligación de pagar por aquel espectáculo lleno de gravitante peligro. Su fama creció.
[5] Pero es cierto que no hay dicha completa. Poco a poco en el alma infantil de Orest empezó a
filtrarse una irresistible afición por aquellas monedas. Finalmente, esta legítima atracción por el
metal acuñado vino a determinar su derrumbe y la razón de su extraño fin, que se verá en el lugar
oportuno. Barnum lo convirtió en profesional. Pero Orest no sentía el llamado del arte, y el circo
sólo le interesó como fuente de dinero. Por otra parte, su espíritu aristocrático no resistía ni el olor
de los leones ni que la gente le tuviera lástima. Dijo adiós a Barnum.
[6] A la edad de diecinueve años medía dos metros cuarenta y cinco. Después vino un receso
tranquilizador, y sólo a los veinticinco descubrió su estatura normal de dos cuarenta y siete, que ya
no lo abandonó hasta la hora de la muerte. El descubrimiento se produjo así. Invitado a visitar
Londres por un gracioso capricho de Sus Majestades Británicas, se dirigió al consulado de
Inglaterra en Estocolmo para obtener la visa. El cónsul inglés, como tal, lo recibió sin mayores
muestras de asombro, y aun se atrevió a preguntarle por sus señas particulares, y a dudar de que
midiera dos metros cuarenta y cinco a la hora de hacer la filiación. Cuando el cartabón reveló que
eran dos cuarenta y siete, el cónsul hizo el tranquilo gesto que significa: “Ya lo decía yo”. Orest no
dijo nada. Se acercó en silencio a la ventana y desde allí resentido, contempló durante largos
minutos el mar agitado y el cielo azul en calma.
[7] En adelante la curiosidad de los reyes europeos elevó sus ingresos. En poco tiempo llegó a ser
uno de los gigantes más ricos del Continente, y su fama se extendió incluso entre los patagones y
los yaquis y los etíopes. En aquella revista que Rubén Darío dirigía en París pueden verse dos o tres
fotografías de Orest, sonriente al lado de las encumbradas personalidades de entonces;
documentos gráficos que el alto poeta publicó en el décimo aniversario de su muerte, a manera de
homenaje tan merecido como póstumo.
[8] De pronto su nombre descendió de los periódicos. Pero a pesar de todas las maniobras que se
han fraguado para mantener en secreto las causas que concurrieron a su inesperado ocaso, hoy se
sabe que murió trágicamente en México durante las fiestas del Centenario, a las que asistió
invitado de manera oficial. Las causas fueron veinticinco fracturas que sufrió por agacharse a
recoger una moneda de oro (precisamente un "centenario") que en medio de su rastrero
entusiasmo patriótico le arrojó el chihuahueño y oscuro Silvestre Martín, esbirro de don Porfirio
Díaz.
Para contestar deberás, leer con atención la pregunta y elegir la respuesta que consideres
correcta.
1. La siguiente frase: Se podía adivinar en sus ojos tristes y lejanos una persistente nostalgia por
las cosas terrenales, se refiere a que el personaje...
a) Erick
b) Orest
c) Barnum
d) Olaf
4. Identifique el enunciado que representa el contenido del siguiente fragmento. En verdad, su
reino no era de este mundo, y se podía adivinar en sus ojos tristes y lejanos una persistente
nostalgia por las cosas terrenales.
c) Sus ojos eran incapaces de percibir los objetos que se encontraban alejados de él
d) Orest se consideraba ajeno a este planeta y añoraba los días en que no era tan alto
a) 1, 2, 4
b) 1, 3, 4
c) 2, 3, 5
d) 3, 4, 5
7. ¿Qué relación existe entre la estructura del relato y la intención del autor?
b) Cuenta los detalles de una historia común para sorprender con un final inesperado
c) Narra el ascenso y caída de un personaje aficionado a las monedas para dar una lección al lector
d) Refiere los problemas que enfrentan las personas de estatura alta para evitar la discriminación
8. La frase resaltada en negritas en el siguiente enunciado: Por otra parte, su espíritu
aristocrático no resistía ni el olor de los leones ni que la gente le tuviera lástima, tiene la
intención de comunicar que Orest...
9. ¿De qué manera el autor aborda la decadencia física y moral del personaje principal?
b) Enuncia todas las desventajas de tener una gran estatura, describe la fama del protagonista y su
presencia en una fiesta oficial
c) Ilustra la vida de los conocidos de Orest, expone las etapas de su degradación psicológica y
culmina con su desprestigio social
d) Describe los padecimientos de la familia, las experiencias y el fin de una persona muy alta
durante un evento festivo
a) Su fama se extendió incluso entre los patagones, los yaquis y los etíopes
c) Su espíritu aristocrático no resistía ni el olor de los leones ni que la gente le tuviera lástima
d) En el alma infantil de Orest empezó a filtrarse una irresistible afición por aquellas monedas
"El centenario" es una historia situada a finales del siglo XIX y principios del XX, en ella se narran
las vivencias de Orest Hanson, un sueco de elevada estatura que desarrolla una extraña manía. El
autor organiza el cuento a partir de cuatro grandes etapas: las dificultades motrices de Orest y su
peculiar forma de vida, el ascenso de su carrera como atracción circense, el descubrimiento de su
enfermiza afición por las monedas, y su triste final, producto de esa incontrolable manía.
a) La solidaridad
b) La ambición
c) El abandono
d) El desconsuelo
Con base en el siguiente texto, conteste los reactivos que se presentan a continuación.
[1] En la tarde blanca de calor, los ojos de Celina me parecieron dos pozos de agua fresca. No me
retiré de su lado, como si en medio del algodonal quemado por el sol hubiese encontrado la
sombra de un sauce. Pero mi madre opinó lo contrario: “Ella te buscó, la sinvergüenza”. Éstas
fueron sus palabras. Como siempre no me atreví a contradecirle, pero si mal no recuerdo fui yo
quien se quedó al lado de Celina con ganas de mirarla a cada rato. Desde ese día la ayudé en la
cosecha, y tampoco esto le pareció bien a mi madre, acostumbrada como estaba a los modos que
nos enseñó en la familia. Es decir, trabajar duro y seguido, sin pensar en otra cosa. Y lo que
ganábamos era para mamá, sin quedarnos con un solo peso. Siempre fue la vieja quien resolvió
todos los gastos de la casa y de nosotros.
[2] Mi hermano se casó antes que yo, porque era el mayor y también porque la Roberta parecía
trabajadora y callada como una mula. No se metió en las cosas de la familia y todo siguió como
antes. Al poco tiempo ni nos acordábamos que había una extraña en la casa. En cambio, con Celina
fue diferente. Parecía delicada y no resultó muy buena para el trabajo. Por eso mi mamá le
mandaba hacer los trabajos más pesados del campo, para ver si aprendía de una vez.
[3] Para peor a Celina se le ocurrió que como ya estábamos casados, podíamos hacer rancho
aparte y quedarme con mi plata. Yo le dije que por nada del mundo le haría eso a mamá. Quiso la
mala suerte que la vieja supiera la idea de Celina. La trató de loca y nunca la perdonó. A mí me dio
mucha vergüenza que mi mujer pensara en forma distinta que todos nosotros. Y me dolió ver
quejosa a mi madre. Me reprochó que yo mismo ya no trabajaba como antes, y era la pura verdad.
Lo cierto es que pasaba mucho tiempo al lado de Celina. La pobre adelgazaba día a día, pero en
cambio se le agrandaban los ojos. Y eso justamente me gustaba: sus ojos grandes. Nunca me cansé
de mirárselos.
[4] Pasó otro año y eso empeoró. La Roberta trabajaba en el campo como una burra y tuvo su
segundo hijo. Mamá parecía contenta, porque igual que ella, la Roberta paría machitos para el
trabajo. En cambio, con Celina no tuvimos hijos, ni siquiera una nena. No me hacían falta, pero mi
madre nos criticaba. Nunca me atreví a contradecirle, y menos cuando estaba enojada, como
ocurrió esa vez que nos reunió a los dos hijos para decirnos que Celina debía dejar de joder en la
casa y que de eso se encargaría ella. Después se quedó hablando con mi hermano y esto me dio
mucha pena, porque ya no era como antes, cuando todo lo resolvíamos juntos. Ahora solamente
se entendían mi madre y mi hermano. Al atardecer los vi partir en el sulky con una olla y una
arpillera. Pensé que iban a buscar un yuyo o un gualicho en el monte para arreglar a Celina. No me
atreví a preguntarle nada. Siempre me dio miedo ver enojada a mamá.
[5] Al día siguiente mi madre nos avisó que el domingo saldríamos de paseo al río. Jamás se
mostró amiga de pasear los domingos o cualquier otro día, porque nunca faltó trabajo en casa o
en el campo. Pero lo que más me extrañó fue que ordenó a Celina que viniese con nosotros,
mientras Roberta debía quedarse a cuidar la casa y los chicos.
[6] Ese domingo me acordé de los tiempos viejos, cuando éramos muchachitos. Mi madre parecía
alegre y más joven. Preparó la comida para el paseo y enganchó el caballo al sulky. Después nos
llevó hasta el recodo del río.
[7] Era mediodía y hacía un calor de horno. Mi madre le dijo a Celina que fuese a enterrar la
damajuana de vino en la arena húmeda. Le dio también la olla envuelta en arpillera: — Esto lo
abrís en el río. Lavá bien los tomates que hay adentro para la ensalada.
[8] Quedamos solos y como siempre sin saber qué decirnos. De repente sentí un grito de Celina
que me puso los pelos de punta. Después me llamó con un grito largo de animal perdido. Quise
correr hacia allí, pero pensé en brujerías y me entró un gran miedo. Además, mi madre me dijo
que no me moviera de allí.
[9] Celina llegó tambaleándose como si ella sola hubiese chupado todo el vino que llevó a refrescar
al río. No hizo otra cosa que mirarme muy adentro con esos ojos que tenía y cayó al suelo. Mi
madre se agachó y miró cuidadosamente el cuerpo de Celina. Señaló:
Observaban con ojos de entendidos. Celina abrió los ojos y volvió a mirarme.
[10] Miré a mi madre y entonces ella se puso un dedo en la frente para dar a entender que Celina
estaba loca. Lo cierto es que no parecía en su sano juicio: le temblaba la voz y no terminaba las
palabras, como un borracho de lengua de trapo.
[11] Quise apretarle el brazo para que no corriese el veneno, pero mi madre dijo que ya era
demasiado tarde y no me atreví a contradecirle. Entonces dije que debíamos llevarla al pueblo en
el sulky. Mi madre no me contestó. Apretaba los labios y comprendí que se estaba enojando.
Celina volvió a abrir los ojos y buscó mi mirada. Trató de incorporarse. A todos se nos ocurrió que
el veneno no era suficientemente fuerte. Entonces mi madre me agarró del brazo.
[12] Mi hermano me ayudó a levantarla del suelo. Le dijimos que debía correr para sanarse. En
verdad es difícil que alguien se cure en esta forma: al correr, el veneno resulta peor y más rápido.
Pero no me atreví a discutirle a mamá y Celina no parecía comprender gran cosa. Solamente tenía
ojos - ¡qué ojos! - para mirarme, y me hacía sí con la cabeza porque ya no podía mover la lengua.
[13] Entonces subimos al sulky y comenzamos a andar de vuelta a casa. Celina apenas si podía
mover las piernas, no sé si por el veneno o el miedo de morir. Se le agrandaban más los ojos y no
me quitaba la mirada, como si fuera de mí no existiese otra cosa en el mundo. Yo iba en el sulky y
le abría los brazos como cuando se enseña a andar a una criatura, y ella también me abría los
brazos, tambaleándose como un borracho. De repente el veneno le llegó al corazón y cayó en la
tierra como un pajarito.
[14] La velamos en casa y al día siguiente la enterramos en el campo. Mi madre fue al pueblo para
informar sobre el accidente. La vida continuó parecida a siempre, hasta que una tarde llegó el
comisario de Chañaral con dos milicos y nos llevaron al pueblo, y después a la cárcel de
Resistencia.
[15] Dicen que fue la Roberta quien contó en el pueblo la historia de la víbora en la olla. ¡Y la
creímos tan callada como una mula! Siempre se hizo la mosquita muerta y al final se quedó con la
casa, el sulky y lo demás.
[16] Lo que sentimos de veras con mi hermano fue separarnos de la vieja, cuando la llevaron para
siempre a la cárcel de mujeres. Pero la verdad es que no me siento tan mal. En la penitenciaría se
trabaja menos y se come mejor que en el campo. Solamente que quisiera olvidar alguna noche los
ojos de Celina cuando corría detrás del sulky.
Para contestar deberás, leer con atención la pregunta y elegir la respuesta que consideres
correcta.
a) Metáfora
b) Hipérbaton
c) Paradoja
d) Comparación
2. ¿Por qué la suegra no quería a Celina?
a) Suegra
b) Celina
c) Roberta
d) Sulky
4. ¿Por qué el protagonista perdió la buena relación que mantenía con su madre?
a) Porque pasaba mucho tiempo con Celina y ya no realizaba el trabajo como antes
6. ¿Por qué la suegra decide no perdonar a Celina y tratarla como una loca?
b) El abandono de un hijo
d) Los ojos de Celina podían observar todo lo que pasaba en aquella casa
d) Miró a su madre quien se puso el dedo en la frente para dar a entender la locura de Celina
PROMESAS A SINNERMAN
Con base en el siguiente texto, conteste los reactivos que se presentan a continuación.
Promesas a Sinnerman
[1] De la mano llevo al niño Ernesto. Tiene seis años. Me lo encargaron casualmente. Entro con él a
la vieja escuela. Todo está abandonado. El crepúsculo repta a través de las ventanas rotas, los
cristales astillados yacen por el suelo. En las mesas y pupitres abandonados hay muñecas sin
brazos y sin ojos. Una gran capa de polvo cubre todo. El techo está lleno de hoyos.
[2] “¿Vamos a jugar aquí?”, pregunta el niño Ernesto. “Sí, en unos momentos más”, le contesto. Y
voy hasta mi viejo pupitre. Hace treinta años me sentaba aquí. La escuela bullía de entusiasmo.
Cerca de mí se sentaba Fernando, con quien jugaba a destrozar libros. También eran mis amigos
Pedro y Rodrigo. Tres pupitres más allá se sentaba Gema, la niña que fue mi primer amor.
“¿Quieres jugar a las escondidillas?”, me pregunta el niño. “Un momento, enseguida”, le digo. Y
paso al laboratorio. Las retortas y probetas, los viejos microscopios rotos…todo yace en un gran
revoltijo.
[3] Me asomo a la ventana. Veo el bosque bajo los últimos rayos del sol. Ahí se le apareció por
primera vez Sinnerman a Gema. Ella me lo contó en el recreo, mientras nos comíamos un
sándwich. Él era muy alto, vestía un traje gris. Caminaba entre los árboles despacio, pero la
primera vez Gema no pudo verle la cara. De espaldas, él le habló. Venía de una gran mansión
donde los niños eran eternos y siempre jugaban su juego preferido. A Gema le gustaba fingir que
cocinaba pasteles en hornos de juguete. Ella hubiera querido hacerlo por siempre. Esa vez no se lo
dijo a Sinnerman. Regresó pensativa a la escuela. Al otro día me lo contó. Yo la amaba y temí
perderla en los brazos de Sinnerman.
[4] “¿Ya me escondo?”, me pregunta el niño. “Todavía no”, le digo y miro las ventanas derruidas.
Entra el último canto de los pájaros. La noche se precipita. Yo soñaba con pasar la noche con
Gema, quieto, acurrucados, pues no pensaba entonces en el sexo. Ella siguió viendo a Sinnerman.
Él le mostró su rostro sin nariz y la convenció de que si degollaba a Violeta se la llevaría a la gran
mansión de los niños. Gema me lo contó en el recreo, pero no le creí. Una semana después
apareció en el bosque el cadáver de Violeta. De Gema nunca nadie volvió a saber. Yo busqué
durante días a Sinnerman para que me mostrara el camino a su mansión. Nunca lo vi. Ya había
olvidado esa historia cuando hace una semana lo encontré casualmente.
[5] Ernesto quiere zafarse de mi mano, pero se la aprieto y lo impido. Lo siento en un viejo pupitre.
“¿Aquí jugaremos?”, pregunta. “Sí”. Sí, esa fue la respuesta que le di a Sinnerman. Su boca sin
dientes se abrió en una gran risa. Me prometió el
reencuentro con Gema. “¿Ya puedo ir a esconderme?”, pregunta el niño. “En unos segundos”, le
respondo, mientras saco de mi bolsillo la reluciente navaja de barbero. Vilar, R. (2015). Promesas a
Sinnerman. #Revistadehorror. 2 (2), 34.
Para contestar deberás, leer con atención la pregunta y elegir la respuesta que consideres
correcta.
a) En un bosque aterrador
c) En la mansión de Sinnerman
d) En casa de Gema
4. Identifique el enunciado que indica la acción principal llevada a cabo por el narrador en el
párrafo 1:
5. Indique el enunciado que representa el contenido del siguiente fragmento: Ernesto quiere
zafarse de mi mano, pero se la aprieto y lo impido. Lo siento en un viejo pupitre. “¿Aquí
jugaremos?”, pregunta. “Sí”. Sí, esa fue la respuesta que le di a Sinnerman. Su boca sin dientes
se abrió en una gran risa. Me prometió el reencuentro con Gema.
b) El narrador impide que Ernesto escape pues Sinnerman le prometió ver a Gema de nuevo
c) Ernesto le hace una promesa a Sinnerman, por ello este último está muy feliz
d) El narrador jugará con Ernesto después de que Sinnerman se reencuentre con Gema
3. Contesta preguntas
4. Busca a Sinnerman
5. Ríe ampliamente
a) 1, 2, 3
b) 2, 3, 4
c) 1, 3, 5
d) 2, 3, 5
“De la mano llevo al niño Ernesto. Tiene seis años. Me lo encargaron casualmente”, tiene la
intención de comunicar que esto ocurrió…
a) Por error
b) De manera imprevista
c) De modo sorpresivo
9. ¿Qué relación existe entre la estructura del relato y la intención del autor?
b) A lo largo del texto describe el dilema moral del protagonista para impactar al lector
c) De modo progresivo relata el romance entre dos niños para sorprender con el final
d) Da una lección al lector al mostrar las consecuencias de actos llevados a cabo sin pensar