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Psicopedagogía: la investigación y la escritura como pilares de la epistemología

disciplinar.

Lic. Maria Celia Flores1

Pensar y hablar de la Psicopedagogía en nuestro país implica hacerlo desde la complejidad, la


interdisciplinariedad y la diversidad de prácticas que conviven en su interior.

Desde sus orígenes la Psicopedagogía emerge como una zona de convergencia y es allí en donde
se configura el espacio de intervención que involucra 3 dimensiones:

 La delimitación de su objeto: los sujetos en situación de aprendizaje.


 Las concepciones de dan cuenta de su objeto: marcos interpretativos en relación a esos
sujetos, sus aprendizajes y sus dificultades.
 Las prácticas profesionales que se desarrollan: enmarcadas en distintas áreas y
desplegadas en distintos ámbitos que condensan demandas, teorías, destinatarios,
intervenciones, etc.

Valle y Jacob (2009) sostienen que la diversidad de prácticas constituye uno de sus rasgos
inherentes; el abanico de posibles actuaciones profesionales se diversifica según la problemática
de intervención, el ámbito de trabajo, las estrategias y los destinatarios a los que se orientan las
mismas. Pero, ¿qué es lo que identifica a esa diversidad de prácticas como pertenecientes al
dominio psicopedagógico? Todas las intervenciones profesionales estructuradas en torno a un
sujeto aprendiente”.

Señala Baravallero (1995) que para comprender el estado actual del campo psicopedagógico es
necesario entenderlo como producto de un proceso histórico desarrollado en el marco de
determinadas condiciones sociales y científicas. En el mismo sentido, Di Scala y Pereira (2005),
expresan que, para poder pensar a la psicopedagogía es necesario atender tres marcas
importantes: la trayectoria y desarrollo de su enseñanza, la autonomía y desarrollo como práctica
profesional y sus representaciones y la definición de su objeto.

En esta misma línea, se advierte que las cuestiones epistemológicas asociadas a la


psicopedagogía aparecen de manera incipiente en la literatura científica especializada a partir de
la década del 80. Entre los autores que contribuyen a pensar y construir una epistemología
disciplinar destacamos los aportes de Castorina (1989), Sara D´Anna y Liliana Hernández (1998),
Silvia Young (2001), Marina Müller (1991), entre otros; algunos con mayor desarrollo teórico e
investigativo que sostienen sus planteos y a partir de los cuales nuevos desarrollos se generan.

1
Prof. y Lic. en Psicopedagogía – Docente Titular de la Cátedra Intervención Psicopedagógica de la Lic. en
Psicopedagogía de la Universidad Nacional de La Rioja.
Alicia Fernández (2004), considera que la Psicopedagogía forma parte de las denominadas
“disciplinas de entremedio”, es decir, aquellas que producen y se producen en el espacio de las
relaciones entre las disciplinas, en los bordes, en la contradicción de las relaciones entre ellas.

Por otra parte, Ventura (2010) expresa que el campo de la Psicopedagogía presenta diversas
problemáticas epistemológicas y ello no es sólo por constituirse como un campo en configuración
sino que también incluye las pugnas epistemológicas preexistentes específicas a cada campo de
confluencia (la Psicología y la Psicopedagogía). En este sentido, las problemáticas
epistemológicas de la Psicopedagogía contienen una doble impronta, una de vertiente interna a
su propio campo, derivada de la confluencia disciplinar que le dio origen y otra de vertiente externa,
derivada de las pugnas epistemológicas preexistentes en cada uno de esos campos.

Como advertimos en este breve recorrido, atendiendo el armado de nuestra identidad profesional
y la búsqueda de nuestro estatus epistemológico, los desarrollos logrados dan cuenta de una
historia difícil, cuestionada, pero que ha logrado, como señala Liliana González, conformar una
disciplina que tiene presencia en las áreas de salud y la educación y a la que otras/nuevas áreas
interpelan y demandan.

No hay posturas cerradas en cuanto a su estatus, aunque se reconoce que desde el quehacer
empírico desde el que se desarrolló surgió la necesidad e importancia de perfilar la construcción
de conocimientos más específicos que le permitan un mejor abordaje de su objeto de estudio
tendiendo desde allí hacia el logro de una mayor autonomía, reconociéndola como un terreno fértil
en donde la investigación y producción de los psicopedagogos es fundamental para lograr avances
en este sentido.

Como señala Valle, ninguna intervención en el campo de lo social -y por ende en el


psicopedagógico- se nos presenta acabada y disponible a manera de un repertorio técnico factible
de ser aplicado sino que, por el contrario, supone un arduo y laborioso proceso de construcción
que de manera recursiva enlaza la acción y la reflexión constante lo cual reitera la necesidad de
construcción de un conocimiento más situado, ajustado al contexto de la realidad desde la que se
nos interpela profesionalmente.

Adhiero a lo que sostiene Alicia Fernández cuando expresa que "La psicopedagogía ya está
legitimada, a partir de las prácticas y las conceptualizaciones teóricas existentes" y que nuestro
desafío está en el desarrollo de investigaciones específicas y su sistematización y comunicación
a través de la escritura como pilares del logro (y consolidación) de nuestra epistemología
disciplinar.

“Todas las disciplinas han tenido y siguen teniendo múltiples relaciones con otras. Han nacido de
diferenciaciones con otras, tomando herencias de otras. Eso es bueno. En ese movimiento constante de
oposiciones es donde más se puede crecer. Entonces, es propio de la psicopedagogía el cuestionamiento
sobre ella misma. Es una de sus riquezas. Enhorabuena que exista una disciplina que pueda seguir
preguntándose sobre qué es ella misma. De esto, precisamente, se trata el aprender: de preguntarse quién
estoy siendo” A. Fernández.

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