Está en la página 1de 3

LOS BANCOS Y LOS MERCADOS FINANCIEROS SE CONVIERTEN EN ALIADOS

La fe de los legisladores en el valor de las finanzas no se vio reducida por su implosión en 2008. De
hecho, su reacción a la crisis financiera global consistió en insistir en que se asignara más «capital»
de cada economía a los bancos del sector privado y apoyarlos con una política monetaria ultralaxa,
en la que los tipos de interés cercanos a cero fueron complementados con la compra hecha por los
bancos centrales de bonos del Gobierno, o incluso de empresas, para mantener sus precios
elevados. Esto aumentó de manera radical el lado de los «activos» de los principales bancos
centrales del mundo. A los países que aspiran a lograr los niveles de prosperidad de Estados
Unidos les han aconsejado, sobre todo sus acreedores multilaterales, que hagan de la
«profundización financiera» —la expansión y desregulación de los bancos y los mercados
financieros— una parte central de su estrategia de desarrollo. Al mismo tiempo, esos acreedores
consideraban que las políticas que restringían el crecimiento de los bancos —como limitar los tipos
de interés o reducir el préstamo transfronterizo— suponían una «represión financiera», lo cual
implicaba que la liberalización financiera era parte de una liberación más amplia.

en 2015, cuando el FMI terminó un exhaustivo estudio que estaba encargado de repensar la
profundización financiera, llegó a la conclusión de que, aunque los efectos positivos de la
expansión del sector podían debilitarse cuando se alcanzaban niveles elevados de PIB per cápita o
si crecía con demasiada rapidez, «hay muy poco o ningún conflicto en promover la estabilidad
financiera y el desarrollo financiero», y «la mayoría de los mercados emergentes todavía están en
una franja de desarrollo financiero relativamente segura y que fomenta el crecimiento».

Pero la creencia de que el progreso económico requiere un sector financiero creciente, con los
bancos como parte esencial, es contraintuitivo en numerosos aspectos. Si los intermediarios
financieros promueven el crecimiento económico movilizando el capital y dándole mejores usos,
cabría esperar que la producción nacional (el PIB) creciera con más rapidez que la producción del
sector financiero, con lo que disminuiría su participación en el PIB

De este modo, con el tiempo los mercados financieros deberían, al ganar eficiencia, ser capaces de
expandirse a expensas de los bancos, que suelen explicarse como un mecanismo alternativo para
canalizar los fondos de los ahorradores a los prestatarios cuando los mercados de acciones y
bonos están insuficientemente desarrollados y la información no fluye de manera libre.[152] Pero,
incluso en las economías capitalistas modernas, los bancos han consolidado su papel esencial en el
universo financiero, hasta el punto de exigir un rescate completo cuando en 2008 su solvencia y su
liquidez se evaporaron.
EL PROBLEMA DE LA BANCA

Como hemos visto, en la contabilidad nacional surgen problemas con las actividades que parecen
añadir valor a la economía, pero cuya producción no tiene un precio. Muchos de los servicios
prestados por el Gobierno y las organizaciones del sector del voluntariado se integran en esta
categoría, como lo hacen los productos del sector privado que se proveen gratuitamente, como el
motor de búsqueda de Google y el navegador de Mozilla. Habitualmente, las cuentas nacionales
les atribuyen un valor, a pesar de que los críticos del libre mercado objetan que los bienes y
servicios que no son de mercado se hallan subsidiados de manera cruzada por los productores del
sector de mercado (y constituyen una pérdida para ellos), con lo que sustraen a la productividad
nacional.

Según tal razonamiento, los bancos hacen una contribución positiva a la producción nacional, y su
capacidad para aumentar el coste de tomar prestado por encima del coste de prestar constituye
una medida principal de esa contribución.

LOS SEÑORES DE LA CREACIÓN (DE DINERO)

Con todo, las grandes empresas financieras tuvieron cuidado de asegurarse una reducción de la
regulación en vez de la completa desregulación defendida por los partidarios del libre mercado,
como el economista ganador del premio Nobel Friedrich Hayek. Su razonamiento fue el siguiente:
para mantener sus elevados beneficios, los grandes bancos comerciales y de inversión seguían
necesitando que los reguladores mantuvieran a los competidores potenciales fuera del mercado.
Así pues, que se restringieran las licencias bancarias ayudaba a los grandes actores existentes.
Irónicamente, el desastroso comportamiento de los grandes bancos, que desató la quiebra de
2008, obligó a los reguladores (en especial en Europa) a extender y complicar aún más el ya arduo
proceso para obtener una nueva licencia, frustrando sus planes de desatar a una hambrienta
horda de bancos retadores, nuevos bancos pequeños que competían con los grandes. Al emitir
licencias de manera limitada, los gobiernos y los bancos centrales estaban reconociendo de forma
tácita algo que aún eran reacios a anunciar en público: el extraordinario poder del préstamo de los
bancos del sector privado para determinar el ritmo de creación monetaria y, por lo tanto, del
crecimiento económico.

LAS FINANZAS Y LA ECONOMÍA REAL

Durante siglos, los ingresos ganados con el cobro de intereses fueron considerados una
sustracción, y no un símbolo, de la actividad productiva. Se trataba de un juicio moral y económico
al mismo tiempo. Como hemos visto, la Iglesia romana prohibió el cobro de intereses durante la
mayor parte de la Edad Media, mientras que un filósofo ilustrado como John Locke escribió en
1692 que los banqueros eran simples intermediarios que se «comían» una parte de las ganancias
del comercio en vez de crear ganancias por sí mismos.[169] Ya antes de que se iniciara el estudio
formal de la economía, a finales del siglo XVIII, muchos intelectuales y escritores habían llegado a
la conclusión de que los bancos no producían valor y de que no solían actuar en beneficio del
interés público.

Para los fisiócratas, las finanzas no pertenecían al sector agrícola y, por lo tanto, se contemplaban
como improductivas. Adam Smith adoptó un punto de vista similar, aunque raramente mencionó
de manera explícita a los banqueros. Según Smith, estos no podían crear más de lo que obtenían;
para él, la idea de hacer dinero a partir del dinero no resultaba válida en conjunto, aunque, sin
duda, ayudaba a los banqueros a llenarse los bolsillos. Karl Marx introdujo otra idea. Ubicó al
sector financiero en la fase de circulación del circuito del capital, donde el valor creado en la
producción se materializa a través de la distribución y, en última instancia, es usado en el
consumo. Para Marx, las finanzas constituyen un catalizador que transforma el capital en forma de
dinero en capital de producción (los medios de producción como las fábricas, la maquinaria y la
mano de obra viva, la fuerza de trabajo de los trabajadores). De ahí que cualquier ingreso fuera
pagado con el valor generado por otros. Más que añadir valor, las finanzas simplemente toman
parte de la plusvalía generada mediante el proceso de producción, sin que haya alguna regla
estricta sobre cuál debe ser esa cantidad.

También podría gustarte