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FINANCIARIZACIÓN
ESTANDARES INTERNACIONALES
2020-1
MAYO 2020,
BOGOTA D.C
INTRODUCCIÓN
Con el término de “financiarización” se alude, en general, al ascenso de la importancia del capital
financiero dentro del funcionamiento económico. La actividad financiera no sólo se expande, sino
que también altera su composición en términos de mercados, productos y agentes protagonistas.
Estos cambios tienen la profundidad suficiente como para afectar a la lógica que rige el
funcionamiento económico. En la mayor parte de las economías desarrolladas y en una parte de las
subdesarrolladas, las empresas del sector no financiero, las familias y los gobiernos actúan
sometidos a esa lógica propia del sector financiero. Como resultado, la actividad económica se
“financiariza” y da lugar a numerosos problemas que provocan el debilitamiento de la demanda, la
ralentización del proceso de acumulación y una reconfiguración social que perjudica a los
trabajadores y beneficia al capital, particularmente a su facción financiera. Numerosos problemas
que, finalmente, han desembocado en la actual crisis
OBGETIVO GENERAL
FINANCIARIZACIÓN
Autores:
En el nuevo siglo, la profundización del modelo de financiarización capitalista no sólo logró que la
especulación financiera arribara a la producción de materias primas en la economía real, sino que
también arrastró a la crisis a las grandes economías industrializadas del centro. Los primeros años
del 2000 se inauguraron con la quiebra varios fondos de inversión y empresas. El clima
especulativo del modelo económico globalizado habilitaba todo tipo de fraudes financieros, que
sólo en pocos casos fueron judicialmente castigados. Este clima se extendió por toda la década,
llegando al detonante de la crisis del área de los créditos hipotecarios suprime, que algunos autores
llaman “gran recesión”.
La fase más reciente del capitalismo viene evidenciando el hecho de que su anterior estructuración
sobre la base de relaciones económicas y políticas interestatales dentro de un contexto internacional
está cediendo el paso a un proceso organizativo de características más claramente transnacionales.
No se trata de una fase totalmente concluida, pues se refiere a una dinámica productiva y,
particularmente, a unas relaciones sociales en proceso de transformación, de creación y quizá de
consolidación en una perspectiva histórica. En el desdibujamiento progresivo de las relaciones entre
estados nacionales un tanto aislados e individualizados que dan origen a lo nacional o interestatal,
emergen nuevas características en las instituciones mundiales y consolida la transnacionalización
productiva capitalista, al tiempo que sobre estas bases se inicia la gestación y conformación de una
clase capitalista igualmente transnacional. Esto último supone el reconocimiento de intereses
diversos de dicha clase, representado en las fracciones del capital financiero (vinculado
fundamentalmente al capital ficticio mundial), del capital productivo (centralmente las Empresas
Transnacionales (ET) industriales y de servicios) y del capital comercial. El proceso de
acumulación se está transnacional izando aceleradamente, desarticulando progresivamente la
producción en los estados nacionales y reorganizándolos en el espacio global en una dinámica
fuertemente centralizadora y concentradora del capital. También ello se advierte en los ejercicios y
en la teoría de la política económica, cuando la profundización de las libertades económicas se
direcciona hacia la circulación de capitales productivos, financieros y de inversión, incluyendo el
viejo proyecto capitalista de supresión de barreras al tráfico de mercancías y un poco más
recientemente de servicios. Igualmente, los programas de ajuste estructural tan violentamente
aplicados en América Latina y los criterios del Consenso de Washington, las estrategias de
integración económica o de Tratados Bilaterales y plurilaterales de libre comercio son tutelados y
dirigidos por el capital transnacional haciéndolos funcionales a la fase globalizadora o
transaccionalizadora.
Autor: Alberto Garzón Espinosa
Desde los años setenta se ha producido una radical transformación en la relación entre el sistema
financiero y el sistema productivo, lo que ha tenido importantes consecuencias en todos los planos
del sistema económico capitalista. La función primordial que ha realizado tradicionalmente el
sistema financiero dentro del sistema económico capitalista es la de canalizar los recursos ahorrados
por los agentes económicos con superávit hacia las empresas que quieren invertir o hacia los
hogares que quieren consumir por encima de sus recursos propios. Dentro de este esquema los
bancos han sido los actores principales al funcionar como intermediarios financieros, recogiendo
fondos ahorrados en forma de depósitos y destinándolos a la inversión y al consumo en forma de
préstamos. Las reformas estructurales llevadas a cabo a partir de la década de los setenta, así como
el final de Bretton Woods, iniciaron un nuevo contexto internacional donde el ámbito financiero
comenzó a dominar y determinar el funcionamiento del ámbito productivo.
Esta nueva configuración de las relaciones entre el sistema productivo y el sistema financiero es el
pilar de lo que muchos autores han llamado la financiarización. Para comprender el origen es
necesario remontarse a finales de los años sesenta, cuando la baja rentabilidad ofrecida por el
sistema productivo provocó una crisis estructural que dio lugar a fuertes procesos
inflacionarios. Las reformas económicas han estado orientadas a reformar el mercado laboral con el
objetivo de controlar los salarios y recuperar las tasas de ganancias productivas, así como a
desregular los mercados tanto del sistema productivo como del sistema financiero. Como
consecuencia de todo ello, el sistema financiero ha comenzado a arrojar mayores rentabilidades que
el sistema productivo.
Las desregulaciones en el mercado financiero han ensanchado los espacios de valorización, y los
capitales se han dirigido fundamentalmente hacia el mercado financiero y han dejado así de fluir
progresivamente hacia el ámbito productivo. Resultado de ello es el aumento de la liquidez en el
ámbito financiero y la generación de episodios regulares de burbujas financieras que han permitido
sostener el crecimiento económico hasta que han estallado y devenido en crisis. Ese diferencial de
rentabilidades entre el ámbito productivo y el ámbito financiero también provoca que las empresas
prefieran financiarse en los mercados de capitales, emitiendo bonos o acciones, antes que vía
préstamos bancarios, así como también que los hogares apuesten por destinar sus ahorros a los
mercados bursátiles en vez de mantenerlos en forma de depósitos. Como consecuencia, los bancos
han tenido que adaptarse a esta nueva situación y han abierto nuevas líneas de actividad financiera
que incluyen la gestión de fondos de inversión colectiva y la masiva recogida de capitales
provenientes de otros fondos de la misma naturaleza o de los ciudadanos a través de estrategias más
agresivas.
Los inversores institucionales han crecido enormemente en los últimos años, y se caracterizan por
recoger capitales de otros inversores institucionales, fondos colectivos o particulares y destinarlos al
mercado financiero en busca de espacios donde puedan revalorizarse. De entre los mismos destacan
en particular los fondos de pensiones, que son el resultado de las privatizaciones parciales o totales
de los planes de pensiones públicos y de las menores contribuciones a los mismos como
consecuencia de los menores salarios reales propios de las últimas décadas. También cobran
importancia los fondos alternativos, que tienen un carácter puramente especulativo y gran capacidad
de apalancamiento. Los fondos de capital riesgo se constituyen para la compra de empresas, su
posterior reestructuración y su final venta o salida en bolsa con la que obtienen sus beneficios.
Otros actores importantes son los fondos de riqueza privada, que se forman como fondos de las
personas más ricas del mundo y que han aumentado en cantidad como resultado del crecientemente
desigual reparto de la renta y en particular por las sucesivas reformas fiscales que han disminuido el
carácter progresivo propio de los sistemas impositivos. Más preocupadas por la creación de valor
bursátil, a través de las presiones de sus accionistas que, por las estrategias productivas a medio y
largo plazo, las empresas que cotizan en bolsa han quedado bajo el dominio de lo financiero. En
definitiva, este nuevo marco de funcionamiento de la economía revela que el capitalismo ni siquiera
es capaz de asegurar su propia supervivencia y que el sistema financiero no está ejerciendo su
función, crucial, en el mismo. Precisamente para evitar esto último se hace necesario crear
mecanismos públicos, libres de la presión de la competencia, que aseguren al sistema productivo los
flujos de capitales que necesita.
Si el sistema financiero sigue ofreciendo rentabilidades más altas que el sistema productivo será
imposible evitar que la actividad económica quede subsumida en procesos de especulación y
crisis. Dichas medidas pueden servir para recuperar las tasas de ganancia en el sector
productivo, mientras que probablemente los mercados emergentes pueden dar espacio aún para que
la producción encuentre salida a pesar de los bajos salarios en los países desarrollados.
Autores:
http://foroeconomiaprogresista.blogspot.com/2016/05/4-reunion-financiarizacion-de-la.html
https://www.euskadi.eus/web01-a2reveko/es/k86aEkonomiazWar/ekonomiaz/downloadPDF?
R01HNoPortal=true&idpubl=67®istro=999
http://www.economiacritica.net/?p=144
https://ebookcentral-proquest-com.loginbiblio.poligran.edu.co