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MENTE AUTOCONSCIENTE

Tema 20

Cecilia Rodríguez Fonseca


En pleno siglo XXI el tema del origen de la mente sigue siendo un enigma sin resolver.
Si buscamos la respuesta en la ciencia el debate se genera a partir de varias ideas,
pero lo que sí parece claro, es que para comprender nuestra mente es conveniente
preguntarnos cuándo y cómo se formó.
El cerebro humano experimentó un largo viaje de 500 millones de años. Sin embargo,
no fue hasta hace 6 millones de años, en África que sucedió un acontecimiento
evolutivo de vital importancia cuando surgieron varias especies de mono bípedos
llamados Australopithecus. De estas especies una sobrevivió y fue denominada
Homo. Más tarde, hace 200.000 años, un grupo de Homo compitió con los otros
homos y de esa especie vencedora, descendemos nosotros y nosotras, del Homo
Sapiens. Este homo tenía un cerebro más grande y fabricaba utensilios de piedra
(Arsuaga y Martínez, 1998)
Esta nueva especie además de tener un cerebro más grande desarrolló nuevas
capacidades mentales, lingüísticas y cognitivas que les diferenciaban del resto de
primates. Estas capacidades le han permitido crear la cultura, por ejemplo. Y todos
estos elementos se van enseñando de generación en generación de forma que, en
pocos años de vida un ser humano aprende miles de años de conocimientos y
experiencia. La educación, el aprendizaje, el traspaso cultural son capacidades
propias del hombre.
De antiguo se viene entendiendo la mente como una unidad capacitada para trabajar
con cualquier tipo de contenido. Sin embargo, diversas investigaciones sostienen la
teoría de la mente modular. La cuestión de la modularidad de la mente es actualmente
protagonista en las ciencias cognitivas. El debate se centra sobre si la mente funciona
de forma homogénea para operar con cualquier tipo de información o si, por el
contrario, contiene diferentes módulos especializados que operan en ámbitos
específicos.
La teoría de la mente modular tiene su origen en las ideas de dos lingüistas y filósofos:
Fodor y Chomsy. Además, esta teoría ha tenido mucho éxito en la neuropsicología y
la neurolingüística. También en la psicología evolutiva y evolucionista, en la
antropología, paleoantropología y en la psicopatología. Fodor, por ejemplo, sostiene
que la mente ha dio evolucionando con partes especializadas ya que, a lo largo del
tiempo ha tenido que ir resolviendo distintos problemas específicos. De este modo
cada módulo funciona de forma autónoma y tiene un diseño propio que le hace ser
competente en un ámbito especifico en relación con su entorno. Por lo tanto, estos
módulos poseen procesos propios que ejecuta con las informaciones que puede
procesar (Fodor, 1983)
Entre otros investigadores que abogan por la mente modular se encuentran Ian
Tattersall, especialista en teorías evolutivas que propone una idea basada en la teoría
de sistemas. Esta teoría sostiene que los elementos de un sistema que se
interrelacionan dependen de la forma en que se relacionen entre sí. Esto vendría a
decir que nos diferenciamos de los chimpancés en que las conexiones de nuestros
módulos cerebrales son diferentes que las de ellos.

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El arqueólogo Steven Mithen es otro investigador que apuesta por la teoría de la
mente modular, sin embargo, él propone que la mente humana evolucionó en tres
etapas. En la primera etapa predominaba una inteligencia general. En la segunda
etapa se desarrollaron una serie de módulos mentales y ellos funcionaban de forma
autónoma y especializados en funciones específicas. En la última etapa se
conectaron los diferentes módulos de manera que la inteligencia general y las
diferentes inteligencias específicas se comunicaron (Mithen,1998)
Se han sugerido diversos módulos mentales, los más habituales son: la mente social,
la física, la biológica, la matemática o la lingüística. En algunas formulaciones pasan
de los cien (Pinker, 2002)
Sin embargo, la teoría de la mente modular no está aceptada de forma unánime entre
todos los científicos. Tomasello cuestiona dicha teoría. Sostiene que, al contrario que
las funciones mentales inferiores que compartimos con otros primates, para las
funciones cognitivas y lingüísticas que son exclusivas del ser humano, no ha habido
suficiente tiempo evolutivo para lograrlas, si consideramos los doscientos mil años
que hace que apareció el homo sapiens (Tomasello, 2003)
Podemos pues afirmar que el cerebro humano y la mente que produce se presenta
como un desafío tan excitante como inspirador. Multitud de incógnitas se nos plantea
tras una u otra teoría. Ya que nuestra mente no es observable no podremos salir de
esto mismo, plantear teorías. Los diferentes órganos de nuestro cuerpo, pese a su
complejidad, nos han brindado suficiente información para poder comprenderlos y sus
funciones están definidas con bastante claridad.
El cerebro humano, sin embargo, posee en su interior algo lo cual denominamos
consciencia, cuyas características van mucho más allá que el conjunto de conexiones
internas y las descargas electromagnéticas que la originan. Se entiende pues que
todos los seres vivos que poseen cerebro poseen también algún tipo de conciencia,
aunque sea muy rudimentaria y sólo les sirva para distinguirse entre los demás.
Pero el cerebro humano es único por su capacidad para reaccionar ante los estímulos
del mundo que le rodea y también por su capacidad para recrear ese mundo en la
imaginación. Los restos físicos que se conservan de nuestros antepasados nos
pueden proporcionar datos básicos para conocer nuestra historia biológica como
seres humanos. Por ejemplo, el gran aumento que ha experimentado nuestro cerebro
durante los últimos dos millones de años. Comparando nuestros registros fósiles y los
conductuales que nos ofrece la arqueología podremos comprender mejor la evolución
humana.
Sin olvidarnos de estudiar las demás clases de cerebros que existen y lo que parece
aún más relevante, como es que otros seres vivos sobreviven perfectamente sin
cerebro. Incógnitas aun sin resolver que esperemos este siglo nos traiga claridad al
respecto.

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BIBLIOGRAFÍA

- ARSUAGA, Juan Luis; MARTÍNEZ, Ignacio. La especie elegida. Círculo de


Lectores, 1998.

- FODOR, Jerry A. The modularity of mind. MIT press, 1983.

- MITHEN, Steven; AUBET, Ma Jose. Arqueología de la mente. Crítica, 1998.

- PINKER, Steven; ULLMAN, Michael T. El pasado y el futuro del tiempo


pasado. Tendencias en las ciencias cognitivas, 2002, vol. 6, no 11, pág. 456-
463.

- TOMASELLO, Michael; RAKOCZY, Hannes. ¿Qué hace que la cognición


humana sea única? De la intencionalidad individual a la compartida a la
colectiva. Mente y lenguaje, 2003, vol. 18, no 2, pág. 121-147.

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