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Informe de Lectura:
El Nuevo Testamento
Perspectivas desde la Antropología
Elaborado por:
Sergio Vinicio Molina Vásquez
Ahora bien, actualmente existen muchos colectivos que quieren ser reconocidos y
aceptados en la sociedad, pero de una forma impositiva, quieren interponer sus perspectivas
y creencias, no respetando la individualidad y dignidad de la persona humana. En ese
sentido todos tenemos el derecho de pensar y vivir libremente, lo cual no significa realizar
inclusiones de carácter forzado para delimitar y estructurar una nueva forma de ser dentro
de nuestras realidades, personales, familiares, académicas, laborales, sociales y eclesiales.
Cuando logremos interiorizar correctamente para que sirve la ética, tendremos una
espiritualidad autentica y real, y sobre todo el cuidado de las garantías sociales, la libertad
religiosa, de pensamiento y vida.
En el primer siglo, el individuo estaba conformado e idealizado por el pensamiento
colectivo, buscando la perfección social y eclesial, mostrando apariencias de piedad, y en
muchos aspectos cayendo en fariseísmos, porque se entendía que la seguridad y
significación personal estaban condicionados a lo externo. Realmente, no debemos vivir
una vida bajo conductismos sociales y eclesiales, en los cuales quieran estructurar una
manera de vivir autónoma y dogmática, llena de prejuicios, estereotipos, nacionalismos,
racismos, y machismos, entre otros buscando solo perpetuarse en el diario vivir y que
muchas veces son presentados como una normalidad y parte de la cotidianidad. Es pues,
necesario entender que, para el desarrollo de una personalidad y carácter estable y positivo,
se debe de hablar, cuidar y practicar la salud mental y emocional, aprendiendo a tener una
ética del cuidado de la intimidad afectiva, comprendiendo que el significado y la seguridad
personal no deben estar condicionados a los factores externos, sino a la experiencia
autentica, trasparente, personal, espiritual e interior de la cada uno de nosotros.
También es necesario, una ética ciudadana que busque el bien común y que sepa
conducirse de la mejor manera dentro de la sociedad, haciendo el bien, sin mirar a quien, no
en la búsqueda del reconocimiento, sino más bien, bajo los valores del amor, la unidad y la
libertad, practicando la famosa regla de oro: “tratando a los otros, como me gustaría ser
tratado”. Finalmente, haciendo una integración de la estructura del ser humano, fui
formado bajo la concepción de una tricotomía donde el espíritu, el alma y el cuerpo
representaban un ser viviente. Al estudiar la perspectiva desde el enfoque del primer siglo,
bajo una dicotomía del “cuerpo y alma” (Malina, 2008, p. 99) y su relación con el Nuevo
Testamento, si puedo llegar a entender sobre la necesidad de una ética integral, que pueda
abarcar al ser humano en todos sus aspectos y relaciones, teniendo en primera instancia el
cuidado de nuestros sentidos: “vista, olfato, oído, tacto, gusto”, los cuales son “las avenidas
del alma” y que gracias a ellos, podemos desarrollar una cosmovisión racional y emotiva,
además de una ética feminista, liberadora y responsable de los cuerpos y las sexualidades.