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Universidad Nacional de Costa Rica

Universidad Bíblica Latinoamericana

Escuela Ecuménica de Ciencias de la Religión


Maestría en Estudios Teológicos

Informe de Lectura:
El Nuevo Testamento
Perspectivas desde la Antropología

Elaborado por:
Sergio Vinicio Molina Vásquez

Trabajo presentado como requisito parcial del curso:


Propuestas Éticas en Pablo y Juan, EPG 706

Costa Rica, 2022


El Nuevo Testamento Perspectivas desde la Antropología

Partiendo de los valores antropológicos del Nuevo Testamento, donde la


importancia de ser un hombre de valor y una mujer virtuosa estaban asociados al honor y la
vergüenza, avanzamos desde una perspectiva psicosociológica, porque a través de ella
podemos tener aproximaciones sobre la personalidad social en el primer siglo, donde
podemos observar que el valor, la seguridad y la significación personal estaban
relacionados a la plena conciencia del pensamiento e influencia externa, resaltando la
importancia de una buena reputación que evidenciara una vida honorable delante de la
familia, el pueblo y la nación. En ese sentido el principio de la respetabilidad era necesario
para la configuración de sentido e identidad en medio de la sociedad, manteniendo “oculto
con fuerza su yo interior, rodeándose de un velo de convencionalismo y formalismo, pero
siempre alerta a cualquier cosa que no encajase en las formas de conductas esperadas”
(Malina, 2008, p. 96).

Al hablar del fenómeno de la personalidad en el primer siglo, es necesario


acercarnos a dos modelos antropológicos culturales, los cuales, basados en los registros del
Nuevo Testamento, nos brindan datos y elementos para poder comprender las relaciones de
los individuos y sus colectivos. El primer modelo es identificado como: “la conciencia no
individualista”, caracterizado por una personalidad diádica, que requería que el individuo
necesitara continuamente de los otros para poder conocer su realidad. El segundo modelo
es señalado por una concepción de la estructura de “la personalidad individual”, vivenciado
dentro de la subcultura de aquel siglo. Un elemento digno para mencionar es la
personalidad orientada hacia el grupo, la cual debía avanzar y crecer mediante un proceso
de desarrollo, por medio del equilibrio mental, el coeficiente intelectual, también el control
emocional y la historia personal, pero que estaba muy influenciada por un conductismo
desde la percepción personal con relación al grupo al cual se pertenencia

Seguidamente, se nos presenta la estructura de los seres humanos, bajo el modelo de


las tres zonas, ejemplificando que las actividades humanas recurrían inevitablemente a las
acciones bajo estas premisas, marcando de esa manera las conductas, estados y actividades.
La primera zona es la del pensamiento emotivo, donde “los ojos y el corazón”, se
relacionan para poder “conocer, entender, pensar, recordar, elegir, sentir, considerar y
mirar” (Malina, 2008, p. 98). La segunda zona es la del lenguaje auto expresivo, donde “la
boca y los oídos”, se relacionan para poder “hablar, oír, decir, llamar, gritar, preguntar,
cantar, narrar, contar, instruir, alabar, escuchar, culpar, maldecir, jurar, desobedecer, y
hacer oídos sordos” (Malina, 2008, p. 98). La tercera zona es la de la acción premeditada,
donde “las manos y los pies”, se relacionan para poder “ejecutar, intervenir, llegar a venir,
ir, andar, caminar, estar de pie, estar sentado, robar, secuestrar, adulterar y construir”
(Malina, 2008, p. 98). Finalmente, se resalta la relación entre Dios y su creación en
consonancia con la estructura antes mencionada, presentando al modelo divino con un
perfecto equilibrio de estas zonas, y confrontando la experiencia humana en el desacuerdo
de las naturalezas y la lucha existencial de estas zonas

Comentario: Después de ver la gran interrelación del individuo y su grupo en el Nuevo


Testamento, podemos reflexionar sobre una ética diádica, contextual, contemporánea y
comunitaria que pueda superar todo deseo de individualismo, egoísmo y supremacía.
Entendiendo que somos por naturaleza seres sociales que necesitan y son necesitados por
otros individuos, por lo cual, debemos desarrollar una conciencia social, que sea solidaria,
ayudadora, comprensiva e inclusiva dentro de los distintos grupos a los cuales
pertenecemos y en los cuales nos desarrollemos.

Ahora bien, actualmente existen muchos colectivos que quieren ser reconocidos y
aceptados en la sociedad, pero de una forma impositiva, quieren interponer sus perspectivas
y creencias, no respetando la individualidad y dignidad de la persona humana. En ese
sentido todos tenemos el derecho de pensar y vivir libremente, lo cual no significa realizar
inclusiones de carácter forzado para delimitar y estructurar una nueva forma de ser dentro
de nuestras realidades, personales, familiares, académicas, laborales, sociales y eclesiales.
Cuando logremos interiorizar correctamente para que sirve la ética, tendremos una
espiritualidad autentica y real, y sobre todo el cuidado de las garantías sociales, la libertad
religiosa, de pensamiento y vida.
En el primer siglo, el individuo estaba conformado e idealizado por el pensamiento
colectivo, buscando la perfección social y eclesial, mostrando apariencias de piedad, y en
muchos aspectos cayendo en fariseísmos, porque se entendía que la seguridad y
significación personal estaban condicionados a lo externo. Realmente, no debemos vivir
una vida bajo conductismos sociales y eclesiales, en los cuales quieran estructurar una
manera de vivir autónoma y dogmática, llena de prejuicios, estereotipos, nacionalismos,
racismos, y machismos, entre otros buscando solo perpetuarse en el diario vivir y que
muchas veces son presentados como una normalidad y parte de la cotidianidad. Es pues,
necesario entender que, para el desarrollo de una personalidad y carácter estable y positivo,
se debe de hablar, cuidar y practicar la salud mental y emocional, aprendiendo a tener una
ética del cuidado de la intimidad afectiva, comprendiendo que el significado y la seguridad
personal no deben estar condicionados a los factores externos, sino a la experiencia
autentica, trasparente, personal, espiritual e interior de la cada uno de nosotros.

También es necesario, una ética ciudadana que busque el bien común y que sepa
conducirse de la mejor manera dentro de la sociedad, haciendo el bien, sin mirar a quien, no
en la búsqueda del reconocimiento, sino más bien, bajo los valores del amor, la unidad y la
libertad, practicando la famosa regla de oro: “tratando a los otros, como me gustaría ser
tratado”. Finalmente, haciendo una integración de la estructura del ser humano, fui
formado bajo la concepción de una tricotomía donde el espíritu, el alma y el cuerpo
representaban un ser viviente. Al estudiar la perspectiva desde el enfoque del primer siglo,
bajo una dicotomía del “cuerpo y alma” (Malina, 2008, p. 99) y su relación con el Nuevo
Testamento, si puedo llegar a entender sobre la necesidad de una ética integral, que pueda
abarcar al ser humano en todos sus aspectos y relaciones, teniendo en primera instancia el
cuidado de nuestros sentidos: “vista, olfato, oído, tacto, gusto”, los cuales son “las avenidas
del alma” y que gracias a ellos, podemos desarrollar una cosmovisión racional y emotiva,
además de una ética feminista, liberadora y responsable de los cuerpos y las sexualidades.

Bibliografía: Malina, Bruce J. El Nuevo Testamento. Perspectivas desde la antropología


cultural, España, Verbo Divino, 2008, p.85-114.

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