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Historia Mínima del Pensamiento Económico

-Del Antiguo Testamento a la Nueva Economía Clásica-

Alejandro Toledo Patiño

Licenciatura de Economía

Departamento de Economía

División de Ciencias Sociales y Humanidades

Universidad Autónoma Metropolitana Iztapalapa

2016

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Contenido

Primera Parte

La Economía Política

Unidad 1 El surgimiento de la economía: mercantilismo y fisiocracia …………….……..

1. Antecedentes
2. Orígenes: mercado, capitalismo y estado
1.3 Mercantilismo: riqueza, dinero y comercio exterior
1.4 La Fisiocracia y el primer modelo económico

Anexo: Gabriel Biel y la acuñación de moneda

Unidad 2 La Economía Política Clásica: Adam Smith …………………………………..

2.1 Contexto
2.2 La “Riqueza de las Naciones”
2.3 División del trabajo y productividad
2.4 El mercado: la mano invisible
2.5 Teorías del valor
2.6 Precio de mercado: oferta y demanda
2.7 Acumulación y crecimiento

Unidad 3 La Economía Política Clásica: David Ricardo ………...………………………

3.1 Las Corn Laws y los Principios de Ricardo


3.2 Teoría del valor
3.3 Renta diferencial

2
3.4 Acumulación y distribución a largo plazo
3.5 La Ley de Say y la imposibilidad de las crisis
3.6 El salario
3.7 La ventaja comparativa y el comercio internacional
3.8 Papel moneda e inflación

Unidad 4 La crítica marxista de la Economía Política …………………………………..

4.1 Antecedentes: historia, socialismo y proletariado


4.2 Mercancía, trabajo y valor
4.3 El plusvalor
4.4 Acumulación, salarios, cambio técnico y desempleo
4.5 Tasa de ganancia y crisis

Anexo 4.1: ¿Por qué existe el dinero?

Segunda Parte

La Escuela Neoclásica

Unidad 5 El enfoque marginalista ………………………………………………………..

5.1 La visión microeconómica 42


5.2 La teoría subjetiva del valor 45
5.3 Utilidad marginal 48
5.4 La productividad marginal 50
5.5 Costo de oportunidad 53

Unidad 6 Alfred Marshall y la síntesis neoclásica …………….…………………………

6.1 Economics
6.2 El excedente del consumidor
6.3 La “teoría de las tijeras”

3
6.4 La teoría de la distribución
6.5 Elasticidades de la demanda
6.6 Equilibrio Parcial y General
6.7 Competencias dinámica e imperfecta

Unidad 7 Institucionalismo y evolucionismo ……………...……………………...………

7.1 Dos enfoques heterodoxos


7.2 La crítica de Veblen
7.3 La perspectiva schumpeteriana

Tercera Parte

La Macroeconomía moderna

Unidad 8 El Paradigma keynesiano …………………………………...………………….

8.1 La crisis de 1929 y la “General Theory”


8.2 Demanda y Propensión al consumo
8.3 La Eficacia Marginal del Capital
8.4 Interés y Preferencia por la Liquidez
8.5 El multiplicador de la inversión
8.6 Empleo, salarios y precios
8.7 Políticas anti cíclicas
8.8 El modelo IS-LM

Unidad 9 La Escuela de Chicago …………………………………..……………………..

9.1 La crisis de los años setenta y el agotamiento keynesiano


9.2 Milton Friedman y el monetarismo
9.3 “El dinero importa”
9.4 La Curva vertical de Phillips
9.5 Lucas y la Nueva Economía Clásica

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Conclusiones ……………………………………………………………………………151

Introducción

Este libro es una breve historia de la evolución del pensamiento económico. Comprende
desde sus antecedentes judeocristianos y aristotélicos hasta la nueva economía clásica del
siglo XX. Es un texto eminentemente introductor en lo que se refiere a su contenido y de
divulgación y docencia en cuanto a sus propósitos y alcances.

Al escribir este libro se ha tenido en mente hacer una exposición didáctica y “amigable”,
pretendiendo que los temas abordados sean comprensibles para quien desee contar con una
guía inicial, lo más clara y sencilla posible, sobre la trayectoria seguida por el pensamiento
occidental sobre la economía. Cada capítulo, a excepción del último dedicado a las
conclusiones, expone lo esencial de cada escuela o corriente teórica y es acompañado de
temas de reflexión. En algunos capítulos se presentan anexos que profundizan determinados
aspectos. Quienes son ya iniciados en esta disciplina -estudiantes de licenciatura y de
maestría en economía, así como de otras ciencias sociales, conocedores de algunas
temáticas aquí expuestas- este libro les será de utilidad para entender, recordar y quizá
visualizar de una manera diferente lo aprendido. Sus páginas tienen la intención de
proporcionar una perspectiva lo más articulada posible de temas que usualmente se estudian
en libros y salones de clase de una manera aislada e inconexa, al margen por completo de lo
que son sus antecedentes y de lo que fueron sus contextos intelectuales e históricos,

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enseñadas las más de las veces como dogmas y verdades incuestionables de uno u otro
signo teórico, sin ser cuestionadas con la más mínima referencia crítica.

En tan solo nueve capítulos se ponen de relieve las aportaciones y fundamentos de las
teorías, se destacan algunos de los límites y puntos débiles de cada escuela o autor, al
tiempo que a cada una/o se le presenta de la manera más imparcial y objetiva posible, sin
tomar partido por ninguna, ni tampoco con la intención de sembrar prejuicios en contra o a
favor de alguna o algunas de ellas. Como se muestra a lo largo de los capítulos siguientes,
las formulaciones y planteamientos de las diferentes escuelas y corrientes han estado
decisivamente inspirados por los hechos y acontecimientos económicos más relevantes de
su momento, así como por la atmósfera intelectual prevaleciente, el denominado “espíritu
de la época”. Este libro pretende ser así una pequeña muestra de la pluralidad de enfoques
de las teorías que forman las principales ramas o vertientes del pensamiento económico.
Sus capítulos ofrecen una visión representativa –aunque por supuesto incompleta- del
amplio e incluso contradictorio abanico de corrientes que conforman dicho pensamiento. Al
escribir este libro se ha tenido en mente el propósito de que al considerar la trayectoria
general seguida por el pensamiento económico el/la lector/a pueda apreciar que los rasgos
teóricos de cada escuela, la singularidad de los argumentos y de los enfoques utilizados, lo
mismo que las particulares ideas de cada autor, adquieren un significado más profundo,
tanto en sus alcances como en sus limitaciones, al ser vistas como parte de un todo más
amplio. Corresponde al lector/a sacar sus propias conclusiones y opiniones respecto a cada
una de ella así como profundizar en los temas que le resulten de mayor interés.

II

En los planes de estudio de licenciatura y maestría en economía las materias dedicadas a la


historia del pensamiento económico han ocupado en el transcurso de las últimas décadas un
espacio marginal y parecen estar en proceso de extinción. En la formación profesional de

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las actuales generaciones de estudiantes de economía el conocimiento de la evolución de la
disciplina constituye algo muy ajeno a las preocupaciones intelectuales y muy alejado del
tronco central del contenido curricular; es un conocimiento que se relega en el mejor de los
casos a materias optativas. Esto es resultado de una orientación tecnocráta e ingenuamente
pretensiosa de la economía frente a otras ciencias sociales; orientación que va en contra de
una visión histórica de la misma -y por lo mismo más modesta- así como del propio
reconocimiento, que debería ser obvio, de que la economía es ante todo una disciplina
social, aunque mantenga orgullosamente el atributo de ser “la más dura de las ciencias
blandas”. El contenido de este libro, por supuesto, busca promover una visión menos rígida
y más interdisciplinaria de la economía, una que abra los horizontes del lector y del
estudiante a las dimensiones filosóficas, psicológicas, éticas, religiosas, políticas e
ideológicas que impregnan desde su origen hasta la actualidad al pensamiento económico.

III

El libro se divide en tres partes.

La primera -que comprende de los capítulos 1 al 4- aborda el surgimiento de la Economía.


Lo hace desde sus primeros antecedentes éticos y filosóficos en el pensamiento de la
antigua Palestina y de la Grecia Clásica, hasta su relación con el surgimiento las economías
de mercado y el capitalismo. En esta parte se aborda centralmente la escuela de la
Economía Política, siglos XVII-XIX, desde la corriente del mercantilismo hasta los
planteamientos de Karl Marx, pasando por el liberalismo clásico de Adam Smith y David
Ricardo.

La segunda parte abarca, en los capítulos 5 y 6, el pensamiento económico del último tercio
del siglo XIX en el que asciende el nuevo paradigma del marginalismo representado por
Jevons, Menger y Walras, así como el de la llamada síntesis neoclásica de Marshall,
constituida desde entonces como la corriente principal, ortodoxa o dominante del
pensamiento económico (main stream); adicionalmente en el capítulo 7, esta parte
considera las contra propuestas heterodoxas del institucionalismo y del evolucionismo

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tecnológico, formuladas grosso modo durante el transcurso de la primera mitad del siglo
XX en oposición a ese neoclasicismo.

La tercera parte -capítulos 8 y 9- aborda la etapa moderna de la economía, es decir la que


tiene lugar durante el siglo XX y que se expresa fundamentalmente en el pensamiento
Keynesiano y en la Escuela de Chicago o monetarista.

Un décimo capítulo destinado a la exposición de las conclusiones intenta presentar al lector


un paquete de reflexiones sobre aspectos relevantes de la cientificidad, la historicidad, las
rupturas paradigmáticas, los alcances y límites de las teorías que conforman el pensamiento
económico.

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Primera Parte

La Economía Política

I. El surgimiento de la Economía: Mercantilismo y Fisiocracia

II.La Escuela Clásica: Adam Smith

III.La Escuela Clásica: David Ricardo

IV.La crítica marxista de la Economía Política

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Capítulo 1

El surgimiento de la economía: mercantilismo y fisiocracia

1. Antecedentes. 2. Orígenes: mercado, capitalismo y estado. 3. El mercantilismo:


riqueza, dinero y comercio exterior. 4. La fisiocracia: el producto neto y el
primer modelo económico.

1.1.Antecedentes

Los más antiguos escritos en torno a aspectos y temas de lo que se denomina hoy en día
´economía´, se remontan en el mundo occidental a religiosos judíos y a filósofos griegos.
Sus reflexiones están fundadas en preceptos de contenido religioso y ético.

En el Antiguo Testamento, escrito entre los siglos a.c., se hace una condena de la
práctica de préstamo de dinero y el consiguiente pago de intereses desde el punto de vista
de sus implicaciones éticas y de mayor diferenciación social al interior de la comunidad
étnico religiosa judía (Johnson: ). Esta visión del crédito (“usura”) “como una forma de
extorsión que los más afortunados infligían a los infortunados, necios o empobrecidos,
urgidos por necesidad y obligaciones superiores a sus medios” (Galbraith, : 39) formará
parte del cuerpo de doctrina del cristianismo y estará vigente hasta la Edad Media.

Los pensadores griegos, en las obras de Hesiodo (Teogonía) –siglo VII a.c.- y de Jenofonte
(Los Trabajos y los Días) -siglo V a.c.- abordan la cuestión de la eficiencia en las labores
agrícolas de la comunidad; este último autor escribe Oeconomicus –origen de la palabra
economía- para referirse a la gestión del hogar. En los escritos de Demócrito –el filósofo
atomista- existen las primeras reflexiones sobre la propiedad privada y su capacidad para
incentivar la actividad económica, mientras que en La República de Platón -siglo V a.c-
aparecen las primeras explicaciones sobre la división del trabajo en el origen y razón de ser
de la polis (ciudad-estado). La existencia misma de la ciudad (y por extensión de la
civilización) es un resultado de la división del trabajo, entendida como la conjunción entre

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las diversas capacidades y las diferentes necesidades humanas. “El origen de la ciudad se
encuentra en el hecho de que nosotros no satisfacemos nuestras propias necesidades, por lo
cual carecemos de muchas cosas”; de ahí la necesidad, argumenta, de congregar a las
personas en un lugar y así “entre un hombre y otro hay un intercambio de dar, y si eso
sucede, de tomar cada quien, porque cada uno supone que eso es lo mejor para si mismo”
“… Al interior de la ciudad los hombres “comparten los productos de su trabajo…
obviamente comprando y vendiendo” “Un mercado (“market place”), entonces, y el dinero
como símbolo con el propósito del intercambio. (Plato, 1937: 148-149 y 155).

Estos pasajes constituyen un remoto antecedente del análisis del mercado desde la
perspectiva de la confluencia de ofertas y demandas de bienes y servicios por las personas,
así como del dinero como medio de circulación. Sin embargo Platón no establece una
relación entre el tamaño del mercado y el grado de desarrollo de la división del trabajo, en
este caso el tamaño de la polis, como lo esbozaría posteriormente su discípulo Aristóteles y
como lo haría claramente Adam Smith más de dos mil años después. Un rasgo distintivo de
la ciudad ideal esbozada en La República es la existencia de una propiedad comunista entre
la clase gobernante de los filósofos, condición precautoria a fin de evitar la corrupción en la
élite intelectual dirigente.

En la obra de Aristóteles ( ) -siglo V a.c.- en cambio, se encuentra una defensa de la


propiedad privada frente a la propiedad comunitaria, basada en los argumentos de los
incentivos o estímulos que aquella promueve entre los individuos. También existen las
primeras reflexiones sobre la ´economía´, entendida como la administración de la unidad
doméstica, diferente de la actividad del “arte del aprovisionamiento”, es decir el comercio.
La administración de la casa es valorada como una actividad natural mientras que el
comercio se considera antinatural. Ambas actividades son comprendidas dentro del estudio
de la conducta humana, tanto en lo que se refiere a nivel del individuo (ética) como en lo
relativo a la comunidad (política). De este modo, por ejemplo, la acumulación de riquezas
se considera una falsa fuente de felicidad para el individuo; a su vez, conforme a la virtud

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de la justicia – la que poseía mayor valoración en la polis griega- Aristóteles resalta la
importancia de la distribución justa de los bienes y las ganancias (Reale y Antiseri:).

En Aristóteles se encuentra un primer antecedente de la distinción entre valor de uso


(utilidad) y valor de un bien, al decir que las cosas sirven para dos cosas: para usarlas de
acuerdo a lo que son (su uso propio) y para intercambiarlas unas por otras (uso impropio);
existe también un primer intento por discernir qué es lo que hace comparables a bienes
diferentes y en qué proporción debe ser su intercambio de acuerdo al trabajo, costo de
elaboración y necesidades humanas. Existe también un primer análisis del dinero,
destacando tres de sus funciones: medio de circulación (una función natural), medio para
acrecentarse a sí mismo (una función antinatural dado que el dinero es en si mismo algo
“estéril”) y, por último, una unidad contable (Roll, 1942: 36-38).

El imperio romano no aportó gran cosa a las ideas económicas provenientes de Palestina y
Atenas y, en general, “fue incapaz de producir grandes pensadores sociales” destacando por
“la parquedad de la especulación filosófica” (Roll: 39). En todo caso habría que recordar,
como a una de las más ilustres excepciones, a Plinio, gran observador y estudioso de la
naturaleza, quien expusiera en el siglo I de nuestra era, las razones del por qué el oro es el
metal que cumple con una serie de características que lo hacen ser el medio de circulación
privilegiado. Por su parte, la legislación romana se nutrió de las experiencias comerciales
del imperio y estableció firmemente el derecho a la propiedad privada sin establecer límites
éticos a la misma (Roll: 41). Esto marcaría vías de evolución del pensamiento económico
ya que “mientras Aristóteles se convirtió en el filósofo de la Edad Media y en una de las
fuentes del derecho canónico”, el derecho romano servirá más tarde “de base importante a
las doctrinas legales del capitalismo (Roll: 41).

En la sociedad europea de la Edad Media el propio desarrollo del comercio y del préstamo
de dinero llevó a atemperar la postura de inspiración judeo-cristiana y aristotélica que
condenaba las prácticas del comercio y la usura; así, a lo largo de los siglos se fue
adecuando poco a poco el dogma ético-económico del cristianismo -“nullus christianus

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debet esse mercator”1- a la realidad que en regiones de Europa occidental atestiguaba la
existencia de un comercio en expansión en los burgos y en las comarcas. Tomás de Aquino,
considerado el más grande de los pensadores escolásticos (que conjugaron la razón y la fe,
la filosofía y la teología) juzgaba en el siglo XIII al comercio y al préstamo como
actividades antinaturales que llevaban a “perder la gracia de dios” pero, al mismo tiempo,
de manera pragmática postulaba la necesidad de regular la práctica del préstamo de dinero a
cambio del pago de intereses (Reale y Antiseri, : ; Roll: 47).

El debate escolástico sobre el “precio justo” en el comercio buscaba también regular


éticamente el enriquecimiento de los comerciantes. Tomás de Aquino (Summa Theologica)
indicaba cuatro reglas o preceptos: “El mercado se encargará”; “Solo cobro lo que el
mercado admite”; “No hay que interferir en el mercado”; “Todos tenemos derecho a un
justo precio de mercado” (citado por Galbraith, : ). Ese precio, sin embargo, no se llega a
precisar en sus determinantes, más allá de decir que es el que beneficia a vendedor y
comprador y tiene un efecto positivo en la comunidad (Roll: 47 y ss.).

En la tardía Edad Media y los albores del Estado Absolutista se estudiaron algunos aspectos
relativos al dinero metálico. Nicolás de Oresme, en la primera mitad del siglo XIV, además
de retomar a Aristóteles en la explicación del origen del dinero, discute el uso de los
metales en el comercio; indica que el acuñar moneda es prerrogativa del Príncipe (es decir
del poder político) y condena la adulteración de las monedas como un impuesto que
empobrece a los súbditos (Roll: 54). En el mismo sentido Gabriel Biel estudia esos
aspectos y enfatiza la necesidad de la existencia de normas acerca de la emisión de dinero
metálico, así como de un control de su contenido en oro o plata por parte del monarca a fin
de no degradar el valor de la moneda (ver Anexo 1.1).

Al revisar los antecedentes del pensamiento económico es notorio el que, aparte de Europa,
no existan en otras civilizaciones y culturas, no existan más que muy esporádicas
reflexiones al respecto de la vida económica, las cuales están muy lejos de dar lugar a un

1 “Ningún cristiano debe ser mercader” (citado por Roll, 1942: )

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pensamiento sistemático ni a escuelas o corrientes definidas. Hasta donde lo permiten los
descubrimientos actuales de la historia, se sabe que hubo algunas formulaciones preclaras
sobre la oferta y la demanda de bienes desde el siglo VII a.c. en China, con las obras de
Guan Zhong, y que algo semejante se puede observar durante los siglos XI y XII de nuestra
era en el mundo islámico, con los trabajos de Abu Hamid al-Ghazali e Ibn Khaldun,
respectivamente. En el caso del autor (o quizá coautores) chino(s) su obra parece escapar de
una visión meramente administrativa y está separada claramente del pensamiento religioso,
mientras que en los autores árabes la cuestión de la coordinación de la división del trabajo
mediante la acción del mercado, así como el crítico tránsito de una sociedad nómada a una
sociedad que se convierte en agrícola, comercial y sedentaria, son analizados en el marco
ético religioso de El Corán (Landreth y Colander 2006: ; Brue y Grant).

Ante este panorama de lo que Landreth y Colander (2006: ) consideran el “preclásico


temprano” del pensamiento económico, cabe hacer la siguiente pregunta: ¿por qué fue tan
escaso su avance a lo largo de tantos siglos?

La respuesta es una clave para tener una visión clara del objeto de estudio de la economía.

Las actividades básicas de recolección de frutos, caza de animales, curtido de pieles,


elaboración de tejidos y cestería, así como elaboración de armas y herramientas de hueso y
piedra, existen desde los albores de la humanidad. El comercio aparece desde que la
agricultura (Diamond: 2007) y la revolución neolítica hicieron posible la generación de
excedentes económicos de manera regular en los pueblos y comunidades que iniciaban
procesos civilizatorios. La compra y venta de productos de todo tipo, incluidos los
prisioneros de guerra o de saqueos convertidos en esclavos, el uso del dinero, el comercio a
distancias de productos como la seda, la sal, las especies (llamados productos “exóticos”,
precisamente por su carácter extraordinario, su uso fuera de lo común), el uso del crédito en
las operaciones comerciales, etcétera, son actividades que existen desde las primeras

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civilizaciones en en el Nilo, en el Yang Tsé y el Huang Ho, en la Media Luna, en la Cuenca
del Anáhuac, así como en otras civilizaciones de América, África y Asia2.

Si todas esas actividades existen desde hace miles de años, ¿por qué el pensamiento
económico como tal, diferente de la ética, separado de la religión e independiente de la
filosofía, surgió apenas a fines de la Edad Media e inicios del Mundo Moderno? ¿Por qué a
partir de este período comienza a cobrar forma un cuerpo de reflexiones teóricas
sistemáticas en torno a lo que podrían denominarse “los fenómenos económicos”? ¿Por qué
por vez primera se ve a la sociedad como un sistema “regido por leyes propias, de acuerdo
con las cuales podrían hacerse cálculos y predicciones de los acontecimientos” (Dobb,
1974: 30).

Después de más de dos mil años de que los pensadores atenienses “descubrieran” al zoon
politikon (animal político) y de que los rabinos hebreos especularan sobre el papel del ser
humano en la historia, se descubrió al homo economicus (actor económico). Sin duda este
“rezago” tiene una explicación: “los hombres no pueden empezar a construir teorías sobre
el proceso económico mientras éste sea tan sencillo que no necesite una explicación
especial” (Roll, 1942:25).

1.2. Orígenes: mercado, capitalismo y estado

¿Qué aconteció en el transcurso del nacimiento del mundo moderno que dio lugar al
surgimiento de la economía como una disciplina específica del pensamiento social?

Para responder se requiere considerar los trascendentales procesos económicos, sociales,


políticos y culturales que tuvieron lugar en el pequeño rincón del noroeste de Europa
(Francia, Holanda, Bélgica, Gran Bretaña) a lo largo de los siglos XVI-XIX. Son al menos
cuatro los cambios fundamentales que conducen a través del largo pasaje del mundo
medieval-feudal al mundo moderno-capitalista:

2 Para remontarse a los orígenes del comercio y el dinero en la historia de la humanidad Cfr. Weatherford
(1997).

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1) Difusión de las relaciones de mercado en campos y ciudades;

2) Aparición y propagación del trabajo asalariado rural y urbano;

3) Surgimiento de “países”, es decir entidades políticas nacionales;

4) Formación incipiente de un mercado mundial y de una economía internacional;

A continuación una breve descripción de tales procesos.

Las relaciones de mercado implican que la producción y el consumo de los bienes y


servicios se realicen mediante la compra y venta de los insumos necesarios para
producirlos, así como de la compra y venta de los productos finales elaborados. Pero antes
de la aparición de las “economías de mercado”, las relaciones basadas en el intercambio de
dinero por bienes estaban circunscritas a solo algunas actividades, o bien presentes tan solo
entre comunidades y grupos que comerciaban con otras regiones del mundo, como los
fenicios en el Mediterráneo, las comunidades judías en las diásporas, los pueblos de la Ruta
de la Seda que conectaba a China con Europa, etcétera.

Durante milenios la gran mayoría de lo producido por los seres humanos se ha destinado,
por el contrario, al autoconsumo o bien al pago de tributos a otros seres humanos. Durante
milenios, en lo fundamental, la gran mayoría de las actividades económicas realizadas por
los distintos pueblos y colectividades en los cinco continentes habitados han estado
gobernadas por las diferentes tradiciones familiares-grupales, por la autoridad de un poder
político con capacidad de organización y administración, o bien por una combinación de
ambas formas, la tradición y la autoridad (Heilbroner, 1972: cap. 1).

Pero durante los siglos XV y XVII en Europa tuvo lugar un cambio histórico fundamental
en las formas de organización social para producir y consumir. Las palabras de un
historiador lo describen certeramente: “en el siglo XV, una gran parte de los habitantes de
Europa casi no manejaban dinero, por ejemplo, un agricultor podía conservar su casa y su
granja heredadas sin pagar renta, con solo trabajar las tierras del señor, podía tener derecho
a recoger leña en los bosques de su señor, solía pagar al molinero que molía su trigo con

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una parte del grano; contribuía a la iglesia dándole diezmos de sus productos. Hacia finales
del siglo XVII, gran parte de la población, especialmente la urbana, de Inglaterra, Holanda
y Francia vivía dentro de una economía basada en los ingresos” (Clark, 1963: 182).

En estos siglos se extiende el uso del dinero y las relaciones de mercado se propagan hasta
abarcar la compra de fuerza de trabajo, es decir la contratación de trabajadores a cambio de
una retribución monetaria, el salario (salarium: la sal era el producto con que se pagaba a
los legionarios romanos). En la base de esta nueva forma de producción se encuentra una
doble condición del trabajador: libre de facto y de jure, es decir libre –carente- de medios
propios de producción y de vida, y libre también como individuo para poder desplazarse y
contratarse según su voluntad y condiciones.

A esta doble condición social de los individuos se llegó en Europa occidental durante los
siglos XV-XVIII mediante un proceso conocido como la “acumulación originaria” (Marx:
T. I., cap. XXIII) replicado posteriormente en otros países y regiones del mundo,
consistente básicamente en “separar” al productor –campesino, artesano- de sus medios de
producción y de vida, de modo que tuviera que vendar su capacidad laboral con el fin de
adquirir los medios de vida y sustento necesarios.

El tercer gran cambio de esta época es de orden político y consiste en la conformación de


los primeros Estados –Nación (Portugal, Francia, España, Holanda, Inglaterra). En esa
época los regímenes absolutistas correspondientes a la última etapa de la sociedad feudal,
llevaron a cabo una centralización del poder político y del excedente económico. Se
derribaron los muros de burgos y feudos, se integraron mercados locales y regionales en los
llamados mercados internos, se unificaron administraciones y regulaciones públicas,
desaparecieron alcabalas y aduanas internas, se unificaron sistemas de pesas, medidas y
monedas, surgieron empresas estatales dedicadas a la producción de flotas navales, armas,
materias primas y artículos de lujo, surgieron las finanzas públicas y la emisión de deuda
pública, se formularon las primeras políticas comerciales proteccionistas, así como las
primeras regulaciones bancarias, algunos países nacionalizaron su comercio exterior
(Dabat, 1997:).

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La expansión de las relaciones de mercado, el avance del capitalismo así como la
unificación política de los estados da lugar a la conformación de las primeras economías
nacionales con mercados internos, regulaciones públicas, sistemas bancarios y monedas
propias. De hecho el término de Economía Política con el que se bautiza inicialmente a la
economía significaba economía de las naciones. La estadística aplicada a los censos,
mediciones, registros contables de esos jóvenes estados sería llamada en ese entonces
“aritmética política”, por William Petty (1692) quien propone el uso de los datos y las cifras
para la medición de los procesos que hoy llamaríamos macroeconómicos; actualmente las
llamadas “Cuentas Nacionales” son precisamente las estadísticas económicas de las
naciones.

El cuarto gran cambio de época fue resultado de la conquista de América y de vastas


regiones de Asia y África por parte de las potencias europeas de la época, lo que va a dar
lugar al surgimiento de una economía internacional y a la formación de un incipiente
mercado mundial en rápida expansión. Las exploraciones geográficas y las conquistas
europeas fueron producto en principio de una seria de mejoras y progresos en los métodos
de navegación que dieron a las flotas navales de Europa una superioridad decisiva frente a
las flotas árabes que habían dominado el comercio mediterráneo y las rutas comerciales del
Océano Índico desde el siglo VII d.c.

En los principales puertos de lo que llegarían a ser posteriormente Italia, España, Portugal,
Francia, Holanda, Inglaterra, surgieron poderosas burguesías comerciales; entre ellas se
estableció una intensa competencia comercial, diplomática y militar a fin alcanzar el mayor
dominio marítimo posible y asegurarse el control exclusivo de los nacientes mercados
coloniales. Entre las primeras mercancías que dieron paso a la existencia del mercado
mundial se encontraban los metales preciosos -el oro y la plata- extraídos de América, el
azúcar producida en el Caribe y los esclavos capturados en África.

Recapitulando lo hasta aquí expuesto: en esos siglos en Europa tiene lugar el surgimiento y
expansión de nuevas y complejas dimensiones de la actividad económica (dineraria,
mercantil, salarial, estatal, internacional), que se encuentran lejanas de las prácticas

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autárquicas, sencillas y conocidas por siglos, establecidas por la tradición y la autoridad
religiosa o por la coerción. “El feudalismo con sus feudos autosuficientes desde el punto de
vista económico, social y político estaba dejando paso a un creciente comercio, al auge de
las ciudades…y a la expansión del estado nación…La producción de bienes para el
mercado estaba cobrando más importancia y la tierra, el trabajo y el capital comenzaban a
comprarse y venderse en los mercados.” (Landreth y Colander, 2006: 43)

Ante esta nueva realidad la ética y la filosofía políticas reunidas en el pensamiento


escolástico medieval no bastaban para dar cuenta de lo que eran los mercados, el precio de
los bienes y de los factores de la producción, el comercio internacional, la inflación, los
movimientos en los tipos de cambio, las deudas de los estados, las balanzas comerciales. Se
sientan las bases para que el pensamiento religioso se retire del campo de las actividades
económicas. Comenzará a surgir la ciencia económica, es decir el pensamiento económico,
“la economía”3.

1.3 Mercantilismo: riqueza, dinero y comercio exterior

La primera corriente de pensamiento económico no tuvo, en su época, un nombre propio y


fue bautizada posteriormente con el término de mercantilismo por su crítico más famoso:
Adam Smith. Se trata de una corriente de pensamiento poco integrada aún, con poca
“coherencia interna” puesto que se fue conformando a partir de las ideas de hombres de
negocios, abogados, eruditos y políticos que en determinados momentos de sus vidas
escribieron folletos y panfletos, pronunciaron discursos en cámaras y parlamentos, o bien
publicaron artículos en diversos periódicos y revistas de Inglaterra, Escocia, Francia y
Estados Unidos de América, todo ello durante el transcurso de más de ciento cincuenta
años, aproximadamente desde inicios del siglo XVII hasta mediados del siglo XVIII. Los

3 En el idioma inglés existe la diferencia entre el objeto de estudio – economy- y la teoría –economics. No es
así en el español. En este libro utilizaremos indistintamente los términos de teoría(s) económica(s), de
pensamiento económico y de economía, siempre en el sentido de conjunto diverso de corrientes, escuelas y
“doctrinas” teóricas. Hasta los años ochenta del siglo pasado en las licenciaturas de economía se solía
utilizar el término “doctrinas económicas” y no el de “pensamiento económico” como hoy día.

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más conocidos representantes de este “enfoque disperso” generado por cientos de autores,
son Thomas Mun, William Petty, David Hume y Richard Cantillon, aunque los tres últimos,
mercantilistas tardíos, son considerados también precursores de la escuela clásica.

Lo mas característico del mercantilismo es su idea acerca de la riqueza. Concibe el origen


de la misma en el comercio exterior, específicamente en las exportaciones que realiza un
país por sobre sus importaciones. El comercio interior solo redistribuye la riqueza al
interior de un país. Por el contrario el acrecentamiento de la riqueza por parte de una nación
se logra solo con la obtención de metales preciosos –oro y plata- mediante el excedente de
las exportaciones sobre las importaciones, lo cual se expresa como una balanza comercial
positiva.

En este sentido es que el segundo rasgo peculiar del mercantilismo es concebir a la riqueza
como igual a los metales preciosos que ingresan a la economía de una nación. Se dice que
el mercantilismo, al menos en sus primeros exponentes, confunde a la riqueza con su
equivalente general, es decir el dinero, en este caso con el oro y la plata, metales utilizados
como dinero en las transacciones comerciales.

Este primer enfoque sobre lo que constituye la “riqueza”, conocido como metalismo,
proponía como eje de la política económica no exportar dichos metales preciosos sino
exportar muchas mercancías e importar pocas. Esto alimentó, por supuesto, las políticas
proteccionistas y colonialistas orientadas a acrecentar vía el comercio exterior la riqueza y
el poder de las respectivas metrópolis europeas, asegurando la importación de materias
primas baratas y la existencia de mercados para sus bienes manufacturados de exportación.

Un aspecto central estudiado por los autores mercantilistas fue el dinero. Con motivo de la
inflación ocurrida en Europa durante el siglo XVI a raíz del ingreso de metales
provenientes de las colonias españolas en América, tuvieron lugar las primeras reflexiones
respecto del papel de la moneda en las actividades económicas. Dos profesores de la
Universidad de Salamanca, España, Martín Azpilcueta a mediados del siglo XVI y Luis de

20
Molina, a fines del mismo, hicieron notar que existía un vínculo entre sobreabundancia de
metales e inflación (Landreth y Colander, : )

Pero fue el filósofo político Jean Bodino quien en 1569 argumentaría y demostraría con
ejemplos históricos que la inflación era resultado de la sobreabundancia de metales, es
decir que el incremento en el nivel general de precios de una economía es consecuencia de
un exceso de dinero circulante.4 Bodino tiene el honor de ser conocido como el fundador
de la llamada teoría cuantitativa del dinero y los precios (ver más adelante, capítulo 9)

Otros primeros mercantilistas compararon el dinero con la sangre y a la economía de la


nación con un organismo vivo. Consideraron así que el dinero era un elemento que
impulsaba la actividad económica antes que un factor que elevara los precios. Lo
recomendable incluso era tener niveles de precios altos producto del ingreso constante de
metales preciosos. Al estudiar el fenómeno del dinero y el comercio internacional los
mercantilistas fueron pioneros, por supuesto, en el estudio de una de las cuestiones más
complejas de la economía, el tipo de cambio, es decir el precio o cotización de una moneda
expresada en otra moneda.

En una primera etapa en esta corriente lo que predominó fue el metalismo y la idea de
atesoramiento pero más tarde se impuso el antimetalismo que enfatizaba la utilidad del
dinero para activar la economía y que en general tenía una visión más amplia de la riqueza,
no reduciéndola a los metales preciosos. Aun cuando en general en el mercantilismo
predominó una visión de suma-cero del comercio internacional, es decir que lo que ganaba
una nación lo perdía otra u otras, en su etapa final esta escuela comenzó a transitar hacia
ideas liberales en torno al comercio exterior.

El multifacético William Petty adoptó el punto de partida mercantilista de estudiar


primeramente las finanzas públicas y la moneda pero su obra, dispersa en algunos breves
escritos aparecidos como folletos y la mayoría de manera póstuma, también abordó con

4 Indicaba también entre sus causas las prácticas monopólicas, el excesivo gasto del rey y su corte, la
adulteración de la moneda, además de la escasez de bienes provocada por las exportaciones.

21
especial lucidez las cuestiones de la riqueza, el trabajo, la división del trabajo, la teoría del
valor del trabajo, la renta de la tierra, el capital, el interés y la velocidad de la circulación
del dinero. Quien fuera marino, cocinero, vendedor ambulante, hombre de negocios y
finalmente terrateniente, es el autor de la frase “la tierra es la madre y el trabajo el padre de
la riqueza”; él ha sido considerado, a su vez, como el “padre de la economía” por algunos
economistas posteriores5.

En su escrito Aritmética Política William Petty señala la necesidad de que los estudios
económicos se apoyen en datos, cifras, medidas, es decir, insiste en la necesidad de
cuantificar los datos y las variables para dar solidez a los debates en economía. Por eso es
que Petty, además de ser considerado un precursor del clasicismo, es visto también como un
pionero en el uso de las estadísticas para analizar y debatir en torno a los procesos y teorías
económicas. Su análisis de la división del trabajo y su teoría del trabajo como medida del
valor de intercambio de los bienes serán retomados, en su esencia, por Adam Smith más de
un siglo después.

Por su parte el filósofo escocés David Hume afirmó que “las mercancías no son un medio
para obtener metales sino la riqueza en sí”. Este autor es un estudioso de las relaciones
existentes entre tipo de cambio, dinero metálico, balanza comercial y reservas
internacionales. En un interesante problema teórico que formuló en 1741 se pregunta acerca
de lo que sucedería si Inglaterra perdiera de golpe 4/5 partes de sus metales. Respondía que
los precios de sus mercancías bajarían en la misma proporción, se abaratarían frente a la
competencia internacional generándose con ello mayores exportaciones que ingresarían
metales preciosos a la economía inglesa, con lo que a la larga ésta volvería a recuperar su
riqueza metálica original.

Hume es en particular un crítico de la idea de que un país podría mantener


permanentemente una balanza comercial positiva, con lo cual cuestiona la noción misma de
obtener riqueza a largo plazo a través del comercio internacional.

5 Es la opinión, por ejemplo, de K. Marx. (1857)

22
El estudio por parte de la economía política de las relaciones existentes entre dinero,
inflación y tipo de cambio se retomara en el capítulo 3 al considerar la obra de David
Ricardo. Podemos resumir aquí que las aportaciones del mercantilismo al pensamiento
económico son las siguientes: comenzar a ver a la economía de una nación como un
“problema” (es decir un conjunto de problemas) a estudiar, considerándola como un
sistema en el que existen cierto tipo de interrelaciones. Asimismo, los mercantilistas son los
pioneros en el estudio del llamado sector externo y del sector monetario, explorando
exhaustivamente los principales vínculos entre ambos: balanza comercial, dinero, inflación
y tipo de cambio y formulando así las primeras teorías al respecto.

En términos generales y acorde con los rasgos autoritarios de los estados absolutistas, el
mercantilismo postulaba en el plano económico la subordinación del individuo y de la
mayoría de la población al poder y el engrandecimiento del estado: argumentaba a favor de
la aplicación de políticas de salario máximo, de criminalización del vagabundaje, al igual
que de fomento al crecimiento de la población a fin de contar con oferta abundante y barata
de trabajadores, lo cual, de acuerdo a su enfoque, permitiría a la nación competir
internacionalmente con bajos costos salariales y de insumos frente a otras naciones. La
riqueza de una nación consiste en contar con una multitud de pobres, escribió crudamente
William Petty.

1.4 La Fisiocracia: el producto neto y el primer modelo económico

Esta primera escuela francesa de pensamiento económico destaca especialmente también


por su noción de la riqueza, su énfasis en el producto neto o excedente y sobre todo por su
visión de conjunto –agregada- del sistema económico. La fisiocracia es contemporánea del
movimiento de La Ilustración, es partidaria del liberalismo económico y su principal
contribución radica en haber ofrecido a la teoría económica una primera explicación del
excedente económico y haber elaborado el primer modelo en forma de diagrama de flujo
para representar el funcionamiento interdependiente del sistema económico.

23
Los representantes de esta corriente “suponían que el sistema de intercambio de mercado, al
cual tenían como objetivo principal de análisis, estaba sujeto a ciertas leyes económicas
objetivas, que funcionaban independiente de la voluntad del hombre y eran susceptibles de
ser descubiertas a la luz de la razón. Estas leyes gobernaban la forma y el movimiento del
orden económico y, por tanto, …la forma y el movimiento del orden social en su
totalidad” (Meek: 16 )

El término fisiocracia significa ¨poder de la tierra” en griego antiguo (Fisios: tierra; Kratos:
poder). Se trata del rasgo distintivo de esta escuela: la idea de que la agricultura constituye
la única actividad creadora de riqueza, capaz de arrojar un excedente, o producto neto,
sobre los costos de producción. Se trata, por supuesto, de una idea surgida claramente de
una observación de claro corte naturalista sobre la germinación de las plantas: la semilla
sembrada inicialmente en la tierra, la aparición de la planta que brota, crece y da por último
sus frutos. La actividad de la agricultura es la que crea el producto neto o excedente. Es la
actividad productiva creadora de la riqueza.

Como principio general esta escuela sostenía que la riqueza material surge de la actividad
humana sobre la naturaleza (se podría incluir a la minería, la ganadería, la pesca y demás
actividades primarias); las demás actividades económicas (industriales, comerciales,)
únicamente transforman, hacen circular o procesan esa riqueza originaria convirtiéndola en
alimentos, en insumos y en bienes manufacturados. Por esa razón todo aquello “que
incremente (el) producto neto provocará una expansión de la actividad económica y
cualquier cosa que lo reduzca provocará una contracción” (Meek: 17).

El concepto de producto neto es fundamental para esta escuela y, no obstante las


limitaciones “naturalistas” de su enfoque, se trata de una de las aportaciones más
importantes en la evolución inicial del pensamiento económico.

Hacia mediados del siglo XVIII era evidente el contraste entre la agriculturas capitalistas de
Inglaterra y del norte de Francia frente a la agricultura tradicional del resto de Francia (y
Europa). Los fisiócratas estudiaban este contraste y formularon propuestas de política

24
económica a fin de promover la agricultura moderna en el resto de Francia, donde
predominaba la producción a partir de pequeñas parcelas, se aplicaban técnicas medievales,
existía un control de la tierra por parte del clero y de la nobleza terrateniente, a la vez que el
campesinado se encontraba sometido y sumido en la pobreza6.

Francois Quesnay, médico de la corte de Luis XIV, un estudioso de la circulación


sanguínea y quien también podría ser considerado como un precursor de la neurología, es el
más destacado de esta corriente teórica, a la cual se suman otros enciclopedistas franceses
como Mirabeau, Turgot y P.S. du Pont. Turgot fue Primer Ministro del monarca Luis XIV y
promovió políticas de reformas al Ancién Regime, de acuerdo a lo que se conoce como un
proceso de “despotismo ilustrado”, es decir intentando que el Rey francés encabezara una
modernización “desde arriba” de las rezagadas estructuras económicas y políticas del
feudalismo, orientándolas decididamente en un sentido capitalista. Muy probablemente el
fracaso de esos intentos reformistas es uno de los elementos concurrentes en el estallido de
la Revolución Francesa de 1789.

Quesnay es quien –en contra de los principios absolutistas- formuló la frase “laissez faire,
laissez passer; le monde va lui-meme” (“dejar hacer, dejar pasar; el mundo va por sí
mismo”), sin duda la más distintiva del liberalismo económico. Él escribe los artículos “Le
granes” y “Le Fermieres” en la Enciclopedia, y subraya en ellos la superioridad productiva
de la empresa capitalista en la agricultura. Se considera, sin duda, que su obra principal
aportación a la economía es su obra Le Tableau Èconomique publicada en

En este libro se realiza la primera idea-representación de sistema económico como un


organismo económico y social: se considera que se trata del primer modelo
macroeconómico elaborado a partir de la idea de “agregar”, es decir agrupar en amplios
conglomerados, en este caso económico-sociales, al conjunto de los “agentes económicos”;
de esta manera se hace posible estudiar las interrelaciones establecidas a través de la

6 A diferenciade Meek ( ), de Roll, de Brue y Grant ( ), así como de Landreth y Colander ( ), Galbraith
(2011) considera a la escuela fisiócrata como una corriente defensora de los terratenientes y en general
opuesta al progreso manufacturero.

25
circulación de los ingresos de dichos agregados a la par de la circulación del dinero
mediante los procesos de compra y venta de bienes. Quesnay considera la existencia de tres
grandes sectores de acuerdo a lo que es su respectivo papel en la creación, transformación y
consumo de la riqueza social total, y en correspondencia con las clases sociales de los
agricultores (la clase “productiva”), los manufactureros (la clase “estéril”) y los
terratenientes (clase improductiva). (Ver figura 1).

Como sucederá en adelante con los modelos económicos, la Tabla de Quesnay está
elaborada a partir de una serie de supuestos que necesariamente simplifican la realidad y
muestran o “recortan” solo una parte o una “dimensión” particular de la misma. En el caso
de la Tabla los supuestos son la no existencia de una dinámica de crecimiento del producto
total (hay una “reproducción simple del sistema”), la ausencia de un estado o gobierno que
participe en la actividad económica y por ende la ausencia tambièn de los impuestos así
como del gasto público, para no hablar de la emisión monetaria u otro tipo de políticas
económicas; no se contempla, asimismo, la existencia del comercio exterior con lo que se
dejan a un lado los consiguientes ingresos y egresos de mercancías y metales en el “sistema
económico”.

Con estos supuestos Quesnay estudia y representa esquemáticamente la cuestión de la


distribución del producto social (lo que llamaríamos grosso modo Producto Interno Bruto)
en sus tres componentes fundamentales: salario de los trabajadores, ganancia de los
empresarios y renta de los terratenientes, considerando la circulación o flujo agregado de
esas tres fuentes del ingreso total. Esta es una aportación relevante y en el siguiente capítulo
se observará que esta cuestión distributiva será abordada por la escuela clásica desde una
perspectiva orientada a estudiar los componentes que son determinantes en la formación de
los precios de los bienes producidos.

Adicionalmente La Tabla Económica destaca por abordar de forma pionera, en una visión
de conjunto y sistémica, los aspectos relativos al consumo productivo y al consumo
personal, la depreciación del capital que es invertido en maquinaria y equipo, así como los

26
“adelantos de capital”, es decir inversiones requeridas para mejorar el rendimiento de las
tierras de cultivo.

Anexo 1.1

Extractos de Tratado acerca del poder y la utilidad de las monedas de Gabriel Biel.
Libro vI, cap. XVII.

El uso del dinero se creó a partir de una necesidad

Para entender lo que sigue, en primer lugar es importante advertir lo que dice
Aristóteles en el libro cinco capítulo nueve de la Ética y en el libro uno de la política :
“EL uso del dinero se creó a partir de una necesidad” . Puesto que los bienes no
podían ser intercambiados de forma recíproca e inmediata, y además los hombres no
podían sustentarse sin el intercambio de esos bienes (porque no todas las cosas
necesarias abundan para todos los hombres, especialmente para una cantidad tan
grande de hombres). Sea por la distancia de los lugares en los que estaban los bienes
que era necesario intercambiar, y por lo difícil que resultaba transportarlos; sea por el
largo intervalo de tiempo durante el cual los productos no se pueden conservar sin que
se deterioren; sea a causa de las diversas carencias de los hombres, por las que es
necesario que un bien intercambiable sea divisible en muchas cosas, de manera
que… :s ; sea a causa de la carencia de algunas cosas intercambiables e indivisibles
que son de una gran utilidad y valor para el hombre, como son los caballos, las casas
etc.

El dinero es un medio apto de medida de las cosas intercambiables

Por tanto fue necesario crear un medio 1 de pequeño tamaño, para que pudiera
pesarse fácilmente en caso de que se hubiera dado una reducción y pudiera ser
transportada de un lugar a otro la imagen grabada del príncipe o del que estuviera
investido de autoridad, para que si cualquier otro acuñara monedas el precio de éstas
variara y no se falsificaran o confundieran con las del príncipe. Y que por esta razón la
igualdad en las transacciones no se pudiera conservar. 2. De un peso determinado,
para que tuviera un precio determinado y duradero y sin presentar deterioro, de
manera que sirviera también en el futuro. 3 de un material precioso, para que un gran
valor pudiera colocarse en un lugar pequeño y ser transportado fácilmente de un lugar
otro y divisible de acuerdo a su valor en unidades menores a causa de los que carecen

27
de muchos bienes de poco valor. Así surgió el dinero, ya sea por su naturaleza propia
o por la determinación de los hombres relativa a la carencia humana. Entre más
grande es la carencia de un producto más alto es su valor y mayor su precio. Por este
motivo, de acuerdo con la relación entre el dinero y los bienes intercambiables, el
dinero es una medida determinada de todos los productos intercambiables y
comerciables en consideración de la carencia humana.

En segundo lugar es importante señalar que la moneda puede ser falsificada de tres
maneras en relación con su materia, esto es en su composición metálica, en la
cantidad de su peso y en su forma conocida./ Como dice Panormitano en el capítulo
cuarto acerca del juramento. Esto también se encuentra en el comentario del mismo
capítulo/. Y en cualquiera de estas tres se puede cometer una falsificación. En cuanto a
la materia porque no se conserva la liga legitima (La liga es una especie de mezcla
[de un material precioso con un metal super x) de cantidad de metal) a causa de una
mezcla de un material más barato o porque el material que suelen utilizar está en
cantidad excesiva. En cuanto al peso, porque no tiene un peso legítimo. A este
respecto es importante señalar que el peso de una moneda debe ser igual al del
material a partir de la cual la moneda ha sido creada, después de deducir los gastos y
el trabajo.

(Traducción del latín: Rogelio Toledo Martin)

28
• Puntos para reflexionar y profundizar:

✓ Busca ejemplos de actividades económicas que han sido o son guiadas por la
tradición y en su caso, por la decisión de autoridades y planificadores.

✓ Discutir qué es un “modelo económico”. ¿Es una especie de ´mapa´ descriptivo, o es


un tipo de ´plano arquitectónico´? ¿Por qué se dice que en general los modelos en
economía son una “metáfora gráfica” de la realidad?

✓ Cotejar (figura 1) La vieja Tabla Económica de Quesnay y el moderno Modelo de


Flujo Circular del Ingreso. ¿En qué se parecen? ¿En qué son distintos?

✓ Cotejar la idea general de la Tabla Económica de Quesnay con la del modelo de


insumo-producto de Wassily Leontief. ¿En qué se asemejan? ¿Qué relación
guardan?

✓ Investigar por qué se considera que en las experiencias de desarrollo asiático –


Japón, Corea del Sur, China- se han puesto en práctica políticas o estrategias
“mercantilistas”.

29
Figura 1.1

Le Tableau Economique

✓ T

✓ M


A

Fuente: Tomado de Newman, Ph. Ch. (1963)

30
B

31
Capítulo 2

La Economía Política Clásica: Adam Smith

1. El contexto del pensamiento liberal; 2. “La Riqueza de las Naciones”; 3. División


del trabajo y productividad; 4. La mano invisible del mercado; 5. Teorías del valor-
trabajo y de costos de producción; 6. Precios naturales y de mercado; 7.
Acumulación y crecimiento económico.

2.1 Contexto

El período de la Economía Política Clásica abarca aproximadamente de1776 a 1870. En el


lapso de casi un siglo tuvo lugar la Revolución Industrial en Inglaterra y Escocia, para
propagarse rápidamente por Europa occidental y Norteamérica con la maquinización de las
manufacturas textiles, el tendido de vías de ferrocarril, la construcción de canales y
caminos, y en general de la expansión económica vía la industrialización. Es la época del
nacimiento del proletariado y de las agrupaciones obreras. Es también, por supuesto, la era
decisiva que –grosso modo- corresponde a la etapa de ascenso al poder político de las
burguesías estadounidense y francesa, al igual que las de otros países de Europa7.

En el plano intelectual este es un período de predominio de la filosofía del liberalismo,


tanto en su vertiente política proveniente del iusnaturalismo y de la obra de John Locke,
como en su vertiente económica, nacida de las obras de David Hume, William Petty,
Benjamín Franklin en los Estados Unidos y, a la cabeza de todos, Adam Smith. Es también
la época de oro del pensamiento de la Ilustración, “un movimiento en cuya base se

7 La Revolución Industrial tiene su cuna en Inglaterra y Escocia con la maquinización de la industria textil, el
uso de la máquina de vapor, la invención de los ferrocarriles y la creación de canales fluviales para transporte
( Hobsbawm s/f : cap. 2; Ashton, 1973; Derry y Williams: 1997 : T. II) La cronología del ascenso político de
las burguesías es la siguiente: la Revolución Americana (independencia de los Estados Unidos, 1776), la
Revolución Francesa (1789-1793) y las Revoluciones Europeas (1848-1850). En el caso inglés el cambio tuvo
lugar tempranamente durante la Glorius Revolution (1688-1689). (

32
encuentra la confianza en la razón humana, una filosofía humanista que se esfuerza y
trabaja por el progreso” (Reale y Antiseri: 1988).

Bajo la influencia decisiva de la revolución científica newtoniana del último tercio del
siglo XVII, Francis Bacon ( ) y René Descartes ( ) establecieron los fundamentos de
la llamada Filosofía de la Razón en el pensamiento europeo. En ese marco las tres “Ideas-
Fuerza” que orientan al pensamiento occidental en la época de la Economía Política Clásica
son las de la Razón como herramienta infalible para entender y dominar el mundo mediante
el conocimiento de sus leyes naturales; la de la Libertad como derecho inalienable del
individuo en sociedad, y; la del Progreso como el rumbo o sentido hacia el que avanza el
futuro de la humanidad. Constituye un rasgo consustancial al liberalismo -tanto político
como económico- la idea de la existencia de una “libertad natural” o inherente al ser
humano y ante la cual es incompatible la injerencia del monarca, del estado.

En este doble marco económico e intelectual, la Economía Política proporciona por vez
primera una visión completa del sistema económico. Analiza en su sentido más amplio los
procesos de producción, distribución, intercambio y consumo de bienes y servicios; aborda
temas que van desde la cuestión de los precios y el valor de las mercancías, pasando por la
acumulación de capital, el ciclo económico, el empleo, la tasa de beneficios, el salario y la
renta, hasta cuestiones como el crecimiento económico, el comercio internacional e incluso
las perspectivas a futuro del capitalismo.

En un primer nivel, de acuerdo a la trascendencia de sus obras, se ubican las ideas de Adam
Smith y David Ricardo. En un segundo nivel se encuentran las de Robert Malthus, Jean
Baptiste Say y John Stuart Mill. Hay un tercer grupo de autores más amplio con
aportaciones puntuales. (O’Brian, 1999: cap. 1). Este capítulo y el siguiente exponen los
principales planteamientos de Smith y Ricardo, respectivamente, y en el capítulo dedicado
a este último se alude brevemente a los planteamientos de Malthus, Say y Sismondi

33
2.2 La “Riqueza de las Naciones”

“An Inquiry into the nature and causes of the Wealth of Nations” es el título de la obra
más importante en la historia del pensamiento económico. “La Riqueza de las Naciones”,
como se le conoce de manera abreviada, fue publicada en 1776, constituye la obra
fundacional de la economía, representa el libro por excelencia del liberalismo económico y
su autor, el escocés Adam Smith, es considerado el “padre de la economía”.

Adam Smith fue profesor de filosofía en la Universidad de Glasgow, Escocia. En ella


impartió los cursos de filosofía moral que abarcaban, según las notas de clase tomadas por
un alumno y que son conocidas como las “Lecciones de Glasgow”, cuatro grandes
unidades: 1. Teología natural (que aborda temas como el Ser, Dios, la religión; 2. Ética; 3.
Justicia (que considera principalmente cuestiones en torno a la propiedad privada); 4
Reglamentaciones estatales (dedicado a políticas comerciales y financieras).

De acuerdo a esos “apuntes” la concepción filosófica de Smith era el “deísmo ilustrado”, el


cual combinaba la creencia en la existencia de un dios creador del universo con las ideas de
naturaleza naturalista y racionalista que sostenían que el mundo está regido conforme a
leyes naturales a ser descubiertas por el hombre. Se trata de una concepción del mundo en
la que Dios es bondad y quiere como fin supremo la felicidad del hombre de acuerdo a las
leyes de un universo que funciona como un organismo perfecto.

En 1687 Isaac Newton (Philosophiae naturis principia mathematica) había expuesto las
leyes o principios que regían el movimiento de los cuerpos celestes en el universo. La
Economía Política buscaba algo similar en su campo de estudio y partía de la creencia en
un mecanismo mediante el cual la acción colectiva de los individuos en libertad conducía
no al caos sino al bien común y la armonía.

Con base en la segunda parte de las Notas de Glasgow, Justicia, Adam Smith
posteriormente escribirá el libro Teoría de los Sentimientos Morales, publicado en 1759,
mientras que de la cuarta parte, Reglamentaciones estatales, desprenderá más tarde su gran
obra La Riqueza de las Naciones (escrita durante los años de 1770-1776). Merece

34
destacar que un acontecimiento muy importante en la vida de Adam Smith fue su viaje a
Francia en 1759, ya que ahí entra en contacto personal con los fisiócratas y otros
pensadores de la Ilustración.

La Riqueza de las Naciones está compuesta por los siguientes libros:

I. División del trabajo, valor, dinero y distribución (salarios, ganancia, renta)

II. Capital y moneda

III. Estudio histórico sobre el crecimiento económico

IV. Mercantilismo y Fisiocracia

V. Ingresos del Estado8

Para responder a la cuestión central de su obra, las causas de la riqueza de las naciones, el
planteamiento de Smith es vasto y al mismo tiempo sencillo: la riqueza depende de la
productividad y de la cantidad de población ocupada en trabajos productivos. Al análisis de
la productividad dedicará el libro I y el Libro II dedicado al estudio de la acumulación
abordará la cuestión del trabajo productivo.

2.3 División del trabajo, productividad y riqueza

Adam Smith no tiene como marco de referencia de su análisis el comercio internacional,


como los mercantilistas, o las actividades de la agricultura, al modo de la fisiocracia, sino la
manufactura inglesa y escocesa, de las más avanzadas del mundo en su momento. Se trata
de la manufactura previa a la revolución industrial, en la que no existe aún la presencia
generalizada de la máquina en los procesos productivos; estos son, por el contrario,
intensivos en el uso del factor trabajo pero, al mismo tiempo, como sucede en el ejemplo de

8 Galbraith hace notar la paradoja de que la obra fundacional de la economía tenga una estructura tan
desordenada y carezca de lo que se llamaría propiamente un método de exposición (Galbraith, : ).

35
Smith con la manufactura de alfileres, se encuentran organizados ya bajo criterios
capitalistas.

Smith afirma que en la división del trabajo se encuentra la causa de la riqueza de las
naciones. En el proceso de elaboración de un bien tan sencillo como lo es un alfiler, Adam
Smith observó que la división del trabajo incrementa la productividad: dividiendo entre los
obreros las distintas tareas que implica hacer un alfiler, aquellos producen una mayor
cantidad. En el ejemplo tomado muy probablemente de la vida real9 la producción de 10
obreros pasó de 20 alfileres por trabajador al día sin división del trabajo, a la cifra de 4
800 (¡!) con una división de tareas entre los trabajadores (Smith, : )10.

Adam Smith distingue tres causas por las cuales aumenta la productividad con la división
del trabajo: 1) el obrero adquiere mayor destreza en el desempeño de las tareas ejecutadas;
2) hay un ahorro de tiempo en la elaboración de los bienes ya que se reducen los ´tiempos
muertos¨ que implica para un mismo trabajador el pasar de una tarea a otra distinta; 2) el
trabajador se especializa en una tarea adquiriendo así mayores habilidades o destrezas en la
misma y, por último; 3) la especialización y simplificación de las tareas facilita ya sea la
invención de maquinaria o el mejoramiento de la misma por parte de los propios
trabajadores.

La división del trabajo genera abundancia de bienes y propicia el bienestar de la población;


en palabras de Smith la división del trabajo da lugar a “esa opulencia universal que se
derrama hasta las clases inferiores del pueblo” (14). “Sin la asistencia y la cooperación de
millares de seres humanos” que implica la división del trabajo, “la persona más humilde en

9 En el pueblo pesquero en el que nació y transcurrió la infancia de Adam Smith existía una fábrica de
alfileres. Otro hecho fundamental de su niñez y que sin duda influyó en su personalidad fue el haber sido
secuestrado unos días por una banda de gitanos.

10 Un siglo antes William Petty había expuesto un ejemplo similar de división del trabajo en la manufactura
de relojes. Es un dato revelador del paréntesis teórico que implicó la visión aristotélica y judeo-cristiana, que
el tema de la división del trabajo haya tardado más de dos milenios en ser de nuevo estudiado luego de que
Platón lo hiciera deforma pionera. Es revelador también que mientras éste tuvo como punto de referencia la
existencia de la ciudad, Petty y Smith hayan partido del funcionamiento de la fábrica o el taller.

36
un país civilizado no podría disponer de aquellas cosas que se consideran las más
indispensables y necesarias.” (15)

El factor o “principio” que motiva la existencia de una división del trabajo, según Smith, no
tiene que ver con “la sabiduría humana” sino que es inherente a la condición humana: “es la
consecuencia gradual, necesaria aunque lenta de una cierta propensión de la naturaleza
humana a (...) la propensión a permutar, cambiar y negociar una cosa por otra” (16)11. Cabe
observar que Adam smith no hace la distinción entre la división del trabajo que tiene lugar
en una fábrica y cuya coordinación no está mediada por el intercambio sino por la
organización técnica del proceso productivo, por una parte, y la división del trabajo que es
mediada por la compra y venta de los productos, por otra. A la primera se le suele llamar
división fabril (o técnica) del trabajo y a la otra división social del trabajo.

La tendencia a permutar está fundada en el interés individual, personal, no social ni


colectivo. En uno de los más conocidos párrafos de La Riqueza de las Naciones Adam
Smith escribió realistamente: “No es la benevolencia del carnicero, del cervecero o del
panadero la que nos procura el alimento, sino la consideración de su propio interés. No
invocamos sus sentimientos humanitarios sino su egoísmo; ni les hablamos de nuestras
necesidades sino de sus ventajas.” (17)

De hecho la misma división del trabajo está motivada por el interés propio –el egoísmo-
dado que de ese modo los individuos obtienen para sí una mayor cantidad de bienes que si
cada uno los produjera por sí mismo. (17) Adam Smith indica que la división del trabajo da
lugar a diferencias entre las capacidades de los hombres que superan con mucho las
diferencias naturales de aptitudes que existen entre ellos. Su efecto, incluso, no se limita al
plano del invididuo sino de toda la especie puesto que tal diversidad o diferencia de

11 Smith agrega que no discutirá si esta propensión es un “principio innato” del ser humano “o si, como
parece más probable, es consecuencia de facultades discursivas y del lenguaje”; cuestión de suma actualidad
hoy día en las neurociencias. Estudios recientes indican que el lenguaje apareció en el ser humano entre un
millón doscientos mil años y cuatrocientos mil años a. c. Por su parte la propensión a intercambiar solo puede
aparecer cuando existen dos condiciones: excedentes sobre el consumo indispensable y un régimen de
propiedad privada sobre los bienes; simplemente no se puede intercambiar lo que resulta indispensable para
sobrevivir ni tampoco lo que no pertenece a uno en propiedad. Esto reduce el lapso en que surge tal tendencia
a permutar quizá a unos 8 000/10 000 años antes de nuestra era.

37
habilidades de las personas es útil colectivamente: “entre los hombres (a diferencia de otras
especies animales) los talentos más dispares se caracterizan por su mutua utilidad, ya que
los respectivos productos de sus aptitudes se aportan a un fondo común, en virtud de esa
disposición general para el cambio, la permuta o el trueque, y tal circunstancia permite a
cada uno de ellos comprar la parte que necesitan de la producción ajena” (19).

2.4 El mercado: la “mano invisible”

División del trabajo e intercambio se condicionan mutuamente: “Así como la facultad de


cambiar motiva la división del trabajo, la amplitud de esta división se halla limitada por la
extensión de aquella facultad o, para decirlo en otras palabras, por la extensión del
mercado”. (20) A mayor población agrupada en ciudades y entre mejores vías de
comunicación existan en una región o zona geográfica, la división del trabajo y el mercado
tenderán a ser mayores.

Para Adam Smith el mercado es la “mano invisible” que da equilibrio y armonía al sistema
económico. El mercado cohesiona (articula) los múltiples actos individuales de los agentes
económicos en un gran agregado social. Gracias al mercado el caos de todos se traduce en
un orden. “La libre interacción de los individuos produce no el caos sino un patrón
ordenado” (Shaikh, 2015: 327). El deísmo ilustrado de Smith cobra vigencia en él: así
como existe un orden y no caos en el universo, así también el mercado establece un orden
económico.

El origen del mercado radica en la naturaleza egoísta del ser humano, es decir en su
proclividad a obtener beneficios o ganancias materiales. El interés individual y no el
altruismo o la solidaridad para con los demás es lo que motiva a los agentes económicos a
dedicarse a tal o cual actividad y a satisfacer, así, las necesidades de los otros. El mercado
permite conjugar los intereses egoístas de las personas y transformarlos en un bien común.
Se podría decir, en la jerga de los economistas, que en el mercado los egos de los agentes
económicos arrojan externalidades positivas (es decir, tienen efectos positivos).

38
Adam Smith considera que el alma humana es egoísta y altruista a la vez y en proporciones
variables y que ambas son parte del mecanismo creado por dios para alcanzar la felicidad.
En relación a lo que se denominará posteriormente homo economicus, es decir el
comportamiento de los individuos en tanto “agentes económicos”, Smith retoma ideas
previas de mercantilistas y fisiócratas y enfatiza que el beneficio personal, la búsqueda de
acrecentar la riqueza, el “afán de lucro” es lo que motiva su comportamiento.

A fin de que el mecanismo del mercado funcione correctamente se requiere la existencia de


una libre competencia entre los productores, un sistema económico que opere sin la
intromisión del estado y sin la presencia de monopolios que dificulten o atrofien el
movimiento de esa “mano invisible” que regula y da orden. Únicamente en condiciones de
libre competencia entre productores y consumidores los precios establecidos por el
mercado constituyen un mecanismo adecuado para orientar correctamente las decisiones de
los productores y consumidores y, consecuentemente, para llevar a cabo una asignación
eficiente de los recursos productivos. El mercado es el mecanismo que da lugar a una
adecuada división del trabajo en la sociedad.

2.5 Las teorías del valor de cambio

Luego de argumentar que la división del trabajo conduce al intercambio y éste, por
necesidades prácticas, conlleva al uso del dinero, Smith expone sus planteamientos sobre el
valor de las mercancías. El punto de partida o advertencia inicial es considerar que todo
bien tiene dos valores distintos: en su propio uso (o lo que es su utilidad) al cual se
denominaba hace dos siglos y medio valor en uso, y un valor en su intercambio con otro
bien o por dinero, al que se denominaba en aquel entonces valor en cambio. Asociada a
esta distinción Smith formula la llamada “paradoja del valor”: la existencia de bienes con
una gran utilidad para los humanos (vitales de hecho) como por ejemplo el aire y –en ese
tiempo- el agua, y que carecen de valor económico, así como la existencia, en el otro
extremo, de bienes con poca o escasa utilidad como los diamantes, pero que sin embargo

39
poseen un alto valor. En el capítulo 5 de este libro se verá la respuesta-solución de la
escuela marginalista (Tabla de Menger) a esta paradoja.

De inicio Adam Smith define la riqueza, en una sociedad con división del trabajo, como la
capacidad de trabajo ajeno que se puede adquirir mediante el intercambio de bienes. El
valor de cambio de cualquier bien es igual a la cantidad de trabajo de otro(s) productor(es),
que permite adquirir o disponer a quien es su propietario, ya sea esto bajo la forma de otros
bienes -operación de trueque-, ya sea bajo la forma de dinero -venta del bien para adquirir
otro(s) bienes-. El valor de cambio de cualquier bien “es igual a la cantidad de trabajo que
pueda adquirir o de que pueda disponer (su propietario) por mediación suya. El trabajo…es
la medida real del valor en cambio..” (31) La riqueza es el poder de disponer “de trabajo
ajeno o de su producto”. En este sentido es que el valor de una mercancía es el trabajo que
ella permite adquirir, ordenar o comandar (32). El trabajo, y no el oro o la plata, es la
“medida universal y más exacta del valor, la única regla que nos permite comparar los
valores de las diferentes mercancías en distintos tiempos y lugares”. (37)

El trabajo es en un sentido histórico el precio primitivo, originario, de todas las cosas. Es


también el precio real de todo bien, no la cantidad de metales preciosos o de trigo por el
que se pueda intercambiar. “El precio real de cualquier cosa, lo que realmente le cuesta al
hombre que quiere adquirirla, son las penas y fatigas que su adquisición supone…Lo que se
compra con dinero o con otros bienes, se adquiere con el trabajo” (31). Pero el valor por lo
general no se puede medir en trabajo debido a las diferencias de “ingenio y esfuerzo” en las
labores realizadas para obtener los bienes. Resulta más fácil utilizar las unidades
monetarias como medida del valor de los bienes12. Este precio expresado en dinero es el
precio nominal.

12 Ver al final de la primera parte el anexo 1.

40
Smith establece la diferencia tajante entre dos tipos de sociedades: la “primitiva y ruda” y
cuya existencia es previa a la acumulación de capital y a un régimen de propiedad privada
sobre la tierra, de una parte, y una sociedad de tipo capitalista con ambos elementos, capital
y propiedad privada, de otra parte.

En las sociedades precapitalistas el trabajo que se necesita para producir los bienes es la
única “norma” –medida- para el valor; el ejemplo de Smith es el de la caza del ciervo y del
castor: “Si en una nación de cazadores cuesta usualmente doble trabajo matar un castor que
un ciervo, el castor, se cambiará por o valdrá dos ciervos” (47). En esta sociedad, reconoce
Smith, “el producto íntegro del trabajo pertenece al trabajador y la cantidad de trabajo
comúnmente empleado en adquirir o producir una mercancía es la única circunstancia que
puede regular la cantidad de trabajo ajeno que con ella se puede adquirir, permutar o
disponer.” (47)

Hasta este punto Smith establece los fundamentos de una teoría del valor-trabajo, ya sea
desde la perspectiva del trabajo incorporado en la mercancía o desde la perspectiva del
trabajo que ella permite adquirir. Si se supone, como lo hace Smith, un intercambio de
equivalentes entre dos mercancías al cotejarse en el mercado el trabajo incorporado y el
trabajo comandado por definición son la misma magnitud. Desde esta perspectiva los
planteamientos sobre el trabajo incorporado y el trabajo “comandado” u ordenado no son
opuestos sino las dos caras de una misma fundamentación acerca de la naturaleza del valor
en cambio.. Pero a continuación relativiza la vigencia de dicha teoría en las condiciones del
capitalismo y la convierte en una teoría de los componentes del precio a partir de las
retribuciones a los tres factores que concurren en la producción: trabajo, capital y tierra.

En la sociedad capitalista la cantidad de trabajo ya no será la única norma o medida del


valor, pues “el trabajador tiene que compartir el producto de su trabajo con el capitalista
que lo emplea”. En este caso “la cantidad de trabajo que se gasta en adquirir o producir una
mercancía no es la única circunstancia que regula la cantidad susceptible de adquirirse con
ella, permutarse o cambiarse”. Evidentemente, dice Smith, hay una cantidad adicional que
corresponde a los beneficios del capital empleado en adelantar los salarios y suministrar los

41
materiales de la empresa” y que, aclara, no tiene relación alguna con los trabajos de
administración y supervisión del propietario del capital (49). Si además se considera la
propiedad privada sobre la tierra, la renta que percibe el terrateniente constituye otra
cantidad adicional que regula el valor de los bienes.

Aquí se argumenta una teoría del valor a partir de las retribuciones a los llamados factores
de la producción, trabajo, capital y tierra, y que son el salario, el beneficio (ganancia) y la
renta. Se formula así una teoría basada en los costos factoriales de producción como
determinantes del precio de los bienes: “..el precio de cualquier mercancía se resuelve en
una u otra de esas partes, o en las tres a un tiempo, y…las tres entran en el precio de casi
todos los bienes”(50).

Este enfoque sobre el valor es la base de una teoría de la distribución del producto social:
“Salarios, beneficio y renta son las tres fuentes originarias de toda clase de ingreso y de
todo valor de cambio”. El interés se considera como una parte deducible del beneficio y
corresponde al prestatario del dinero necesario para el capitalista.

Se puede afirmar que Adam Smith expone dos teorías del valor en cambio; una está basada
en el trabajo que contiene un bien o que permite adquirir ese bien, y la otra está fundada en
la retribución a los factores de la producción. Ambas conducen a sendas teóricas
divergentes. Con la primera Adam Smith sienta las bases de la teoría del valor trabajo que
desarrollarán Ricardo y Marx, mientras que con la segunda establece los fundamentos de la
teoría de los costes de producción que retomará la escuela marginalista.

42
2.6 Precios de mercado, oferta y demanda

Smith distingue entre el precio natural de una mercancía y su(s) precio(s) de mercado. El
primero se establece de acuerdo a las condiciones de producción del bien y es el precio
central en torno al cual, en sus movimientos de alza y baja, “oscilan” o “gravitan”
continuamente los precios de mercado, sujetos siempre a una constante variación, de un
momento a otro y de un lugar a otro, por efecto de las cambiantes fuerzas de la oferta y la
demanda.

En términos generales, cuando la oferta excede a la demanda de un bien el precio de


mercado es menor al precio natural, mientras que en el caso de que la demanda exceda a la
oferta estará por arriba de él. Cuando la cantidad de oferta y demanda del bien coinciden el
precio de mercado convergerá con el precio natural del bien. De este modo la actividad
económica necesaria para producir un bien, dice Smith, se adapta a su demanda efectiva
aunque la oferta del mismo varíe constantemente (55-57).

En el caso de la renta, sin embargo, Smith advirtió que su comportamiento es distinto al de


los salarios y beneficios: los altos y bajos salarios y beneficios son causa de altos y bajos
precios de las mercancías producidas, mientras que la renta es alta o baja como
consecuencia de esos altos o bajos precios de los bienes. Ella es la variable dependiente del
comportamiento de salarios y beneficios. La renta “es naturalmente un precio de
monopolio” (51, 122 y ss.). Volveremos a esta cuestión de la renta de la tierra en el
siguiente capítulo.

43
2.7 Acumulación, trabajo productivo y crecimiento

El gran tema objetivo de La Riqueza de las Naciones es, como su título completo lo
expresa, el estudio de las causas del progreso de las economías nacionales.

En el “estado primitivo de la sociedad”, dice Smith, no existe división del trabajo. Se


produce para el autoconsumo y no se necesita por tanto capital. La división del trabajo hace
necesario acumular insumos, alimentos, herramientas mientras se produce un determinado
bien y mientras éste se vende. Esto es la acumulación de capital. A su vez, acumulación y
división del trabajo se retroalimentan: a una mayor acumulación de capital mayor división
del trabajo y a mayor división del trabajo mayor productividad, mas acumulación y por
tanto más actividad económica (250-51).

Para Smith el crecimiento en el producto y nivel de ingreso de un país depende del


crecimiento en la población ocupada en actividades productivas y/o del crecimiento de su
productividad, lo cual depende a su vez de la introducción de maquinaria o de una división
del trabajo más eficiente a través de la libre competencia en el mercado. Tanto el
incremento en el empleo productivo como en la productividad requieren de la acumulación
de capital.

Pero ¿qué es el trabajo productivo? Es el trabajo que crea valor. Improductivo es el que no
produce tal efecto. El trabajo del operario manufacturero es productivo; el de un empleado
doméstico no lo es; el del primero se concreta en un bien comerciable mientras que el de
los servidores, perece en el momento. (300) Lo mismo ocurre con el trabajo de
gobernantes, miitares, funcionarios, jueces, médicos, literatos, músicos,bailarines, cómicos.
Todos ellos aunque no aportan a la creación del producto total, “sirven al público y se les
mantiene con una parte del producto anual” que es creado por los trabajadores productivos
(300).

De ahí que la proporción de la riqueza empleada manos productivas vis a vis la proporción
empleada en servicios improductivos (aunque necesarios) es determinante del producto
total. A su vez la proporción de “manos productivas” depende de la parte que se destina a la

44
reposición de capital vís a vis la que el capitalista, de su beneficio, destina a su consumo
personal o de aquella que se destina al pago de la renta del propietario de la tierra.

El crecimiento de la riqueza de un país depende de que sea creciente la parte que de ese
producto se destine a la reposición del capital (303) y en términos generales, observa Smith,
la proporción destinada a la acumulación de capital que al consumo improductivo
“determina necesariamente, en cualquier país, el carácter general de sus habitantes, por lo
que respecta a su actividad o a su ociosidad” (304).

En Smith el crecimiento económico es un círculo virtuoso y ascendente de mercado-


división del trabajo-productividad-eficiencia-acumulación-empleo-mercado-división del
trabajo-productividad. Al mismo tiempo la acumulación está marcada por una dinámica
cíclica de crecimiento de los salarios- descenso en las ganancias-descenso en la
acumulación-descenso en la demanda de empleo-baja en los salarios-aumento de las
ganancias-aumento en la acumulación y así, en un movimiento recurrente de expansión-
contracción. El esquema siguiente resume esta visión de la acumulación de capital.

45
Figura 2.1

Adam Smith

Cabe resaltar la visión de Smith sobre los salarios y la reproducción de las familias obreras,
concebidas éstas como unidades económicas que aumentan y disminuyen su “producción”
de hijos/trabajadores de acuerdo al alza y baja de las remuneraciones salariales. A mayores
salarios familias más numerosas y por consiguiente mayor oferta de mano de obra que
termina por deprimir los salarios con lo que las familias serán así menos numerosas y
reducirán su suministro de mano de obra con lo que los salarios tenderán entonces a subir…
y así en un movimiento repetido entrelazado con la propia acumulación de capital y la tasa
de beneficios. “Así es como la demanda de hombres, al igual que lo que ocurre con las
demás mercancías, regula de una manera necesaria la producción de la especie,
acelerándola cuando va lenta y frenándola cuando se aviva demasiado” (78)

46
En el siguiente capítulo se abordará esta cuestión de la relación entre población, salarios,
acumulación y ciclo económico en David Ricardo; por lo pronto Smith reconoce, por una
parte, que en su época los salarios de los trabajadores de Inglaterra se encontraban en un
nivel superior al de la subsistencia y, por otra parte, que en términos generales “la
recompensa liberal del trabajo fomenta la laboriosidad del pueblo. (79)

• Sugerencia de actividades para reflexionar y profundizar:

✓ Discutir sobre la naturaleza egoísta del ser humano.

✓ Aparte de la tendencia a permutar ¿qué otros aspectos de la naturaleza humana


tienen que ver con la economía?

✓ Investigar qué dicen las neurociencias sobre la conducta humana.

✓ Investigar las biografías de David Hume, Adam Smith y Benjamín Franklin.

✓ Discutir la actualidad del título de la obra de Smith “Investigación en torno a la


naturaleza y causa de la Riqueza de las Naciones”.

✓ A casi un cuarto de milenio de la primera edición de la obra de Smith, ¿por qué hay
naciones ricas y naciones pobres?

47
Capítulo 3

La Economía Política Clásica: David Ricardo

1. Las Leyes del Trigo y los Principios de Economía Política; 2. La teoría del valor-
trabajo; 3. La Renta diferencial de la tierra; 4. Distribución y acumulación de capital
a largo plazo: el estado estacionario; 5. Ley de Say y crisis; 6. El salario; 7. La
ventaja comparativa y el comercio internacional; 8. Papel moneda e inflación.

3.1 Las Corn Laws y los Principios de Economía Política y Tributación

El segundo gran exponente de la Escuela Clásica es el hombre de negocios, financiero y


parlamentario inglés (de origen judío-español), David Ricardo. Sus Ensayos sobre las Corn
Laws (Leyes del Trigo) inglesas (1815) cuestionan los altos aranceles para la importación
de trigo al provocar incremento en los salarios, reducción de las ganancias y elevación de
las rentas de los terratenientes. La libre importación de grano, en cambio, sostenía
Ricardo, provocaría la reducción en el costo de los alimentos, disminuiría la renta de la
clase improductiva propietaria de la tierra y elevaría los beneficios de los empresarios, con
lo cual se estimularía la acumulación de capital y el crecimiento.

El conflicto entre los intereses de la burguesía y los terratenientes marcará la obra de David
Ricardo y, a su vez, su obra dejará sembrada una teoría del excedente que dará sustento
teórico al conflicto entre empresarios y trabajadores.

48
Su libro, Principles of Political Economy and Taxation (1817), sobresale como una de las
grandes obras de la Economía, en gran medida debido al método abstracto de análisis que
utiliza13; lo anterior es particularmente válido en el enfoque dado a los siguientes grandes
aspectos o temas:

• la teoría del valor trabajo (a la que despoja de la ambivalencia y confusión

smithiana);

• la teoría de la renta diferencial en la agricultura (que constituirá un antecedente para

el estudio de los rendimientos decrecientes en la economía);

• el modelo de la distribución del producto social en salario, renta y ganancias

conforme avanza la acumulación de capital (conocido como Corn Model) y, por


último;

• la teoría de las ventajas comparativas como fundamento explicativo del comercio

internacional y de sus beneficios para las economías nacionales.

3.2 Teoría del valor

A Ricardo le interesa explicar el comportamiento de los precios naturales (valores) de las


mercancías a lo largo del tiempo y no el de los precios de mercado en el corto plazo.
Asimismo Ricardo opta por la teoría del valor trabajo incorporado y desecha la del trabajo
comandado con la que Smith había establecido una confusión entre el valor del producto y
el salario pagado por su elaboración: “El valor de una mercancía, o sea, la cantidad de
cualquier otra mercancía por la que se intercambie, depende de la cantidad relativa de
trabajo necesaria para su producción y no de la mayor o menor remuneración que se pague
por ese trabajo” ( ) .

13Galbraith (cap. V) contrasta lo descriptivo y colorido del estilo literario de Adam Smith, así como su
método empírico y deductivo, con el estilo seco, árido y denso de Ricardo y su método inductivo.

49
Esta definición del valor de cambio de la mercancía es válida para la gran mayoría de las
mercancías, es decir para todas aquellas que se producen bajo condiciones de competencia
estándar y no para bienes, advierte Ricardo, como los libros, las obras de arte, las monedas,
los objetos de colección, etcétera, cuyo valor depende de las preferencias e ingresos de los
consumidores.

Un caso no estándar de competencia es el que tiene lugar en la agricultura y que modifica


en principio la teoría del valor-trabajo, como se verá a continuación.

3.3 Renta Diferencial

La teoría de la renta agraria es una de las piezas fundamentales en el sistema teórico


ricardiano. Ella postula que, dada la diferencia o heterogeneidad natural de las tierras
dedicadas al cultivo, en la agricultura los precios de las mercancías no se forman a partir de
las condiciones medias de producción, como sucede en la industria, sino por las
condiciones de producción más atrasadas, es decir por las condiciones imperantes en la
tierra de menor rendimiento

50
Cuadro 3.1

Ejemplo de Renta Diferencial

Tierra Rendimiento: ton. Costo total Costo unitario Renta


x Ha.
A 8 ton 50 6.3 50
B 7 62.5 8.7 37.5
C 6 75 11.9 25
D 5 87.5 13.5 12.5
E 4 100 25 ----

Si el cuadro supra se refiriera a una industria constituida por cinco empresas, el costo de
producción del bien elaborado estaría fijado por las condiciones medias de producción, es
decir, por la empresa C; esto obedecería a la capacidad de las empresas en la industria de
salvar las diferencias de la productividad que no obedecen a razones de orden natural como
ocurre en la agricultura (y demás actividades primarias como minería, extracción de
petróleo, pesca). Conviene observar también el hecho de que a medida que se incorporaran
las tierras E, F, G,…; cada una de menor calidad respecto a la anterior, las rentas de las
tierras A-E se irían incrementando progresivamente.

Con base en esta teoría se fundamenta la teoría ricardiana de la distribución y la propia


visión de Ricardo sobre el futuro del capitalismo.

51
3.4 Acumulación y distribución a largo plazo

Mientras que en Adam Smith prevalece una visión armónica, optimista y dinámica del
capitalismo, en David Ricardo existe una visión en la que sobresale el conflicto o pugna de
intereses en el plano distributivo y, sobre todo, se augura un futuro pesimista y estático para
el sistema económico basado en la acumulación de capital

La acumulación de capital conlleva el aumento de la demanda de alimentos para una


creciente población que se emplea en actividades manufactureras, comerciales, etcétera.
Esto implica la apertura de nuevas tierras al cultivo, las cuales Ricardo supone serán
siempre tierras de menor fertilidad y rendimiento que las ya cultivadas. Esto eleva la renta
apropiada por los terratenientes y al tener lugar una producción agrícola con rendimientos
decrecientes, se genera un aumento en el costo de los bienes agrícolas y por ende un
elevamiento de los costos salariales (destinados a la adquisición de alimentos).

Si se observa con mayor detalle el conjunto de supuestos del llamado Corn Model se ve que
se trata de una economía de mono producción de cereal, en este caso trigo, y en la que la
producción agrícola arroja rendimientos decrecientes disminuyendo en el tiempo tanto el
producto medio como el producto marginal. Esto supone que la tierra no está sujeta a
mejoras en su rendimiento (uso de fertilizantes, nuevas técnicas, semillas mejoradas,
etcétera).

Se supone también que la demanda de cereal está en función directa del crecimiento de la
población y que dicha demanda no varía al elevarse el precio del cereal (es decir, como se
verá en la Unidad 6, con una “elasticidad-precio” igual a 0). Se supone asimismo que el
salario se destina por entero a la compra de alimentos y es de subsistencia, únicamente
suficiente para cubrir las necesidades más indispensables del trabajador y su familia.

En el largo plazo, dado que los precios de los bienes agrícolas son fijados por los costos de
producción de las tierras de peor calidad, la acumulación de capital elevará en términos
reales los ingresos de los propietarios de la tierra, elevará los costos de la mano de obra en
la medida que los alimentos serán cada vez más caros y disminuirá los beneficios de los

52
capitalistas. Las ganancias de estos últimos se verán mermadas y “comprimidas” tanto por
la renta como por los salarios, ambos en crecimiento a costa de la primera.

En esta lógica la relación ganancia/salario, o tasa de beneficio de acuerdo a Ricardo, irá


disminuyendo inexorablemente con lo cual poco a poco se irá extinguiendo el incentivo de
la acumulación capitalista, hasta el punto de arribarse a lo que se denomina un estado
económico estacionario, es decir con acumulación cero y sin crecimiento (Dobb, :
Napoleoni, : ).

El esquema siguiente resume esta visión de la acumulación del capital a largo plazo:

Figura 3.1

David Ricardo

53
En esta visión de la acumulación a largo plazo, en la que tiene lugar un costo creciente de
los alimentos que finalmente “paraliza” a la economía, está presente la influencia de la
teoría del clérigo, economista y amigo de David Ricardo Thomas Malthus (Ensayo sobre el
principio de la población en lo que afecta a la mejora futura de la sociedad, 1798) sobre
el crecimiento geométrico de la población y el crecimiento numérico de los alimentos14.

En el siguiente capítulo habrá oportunidad de comparar esta visión ricardiana a largo plazo
de la acumulación con la visión de Marx, asentada en el conflicto social asociado a la
propia acumulación capitalista y no en los límites productivos establecidos por la
naturaleza.

3.5 La Ley de Say y la imposibilidad de las crisis

A diferencia de lo ocurrido con su polémica teoría de la población, David Ricardo mantuvo


con el propio Malthus fuertes discrepancias teóricas en otros temas, particularmente en el
del bajo nivel de consumo de las masas, en comparación con la cantidad de bienes
producidos por el sistema, como un factor causante de las crisis económicas, idea que
también argumentaba el francés Sismondi. A éste y a Malthus se les conoce como autores
subconsumistas pues enfatizaban que en ello radicaba la “sobreproducción o el
abarrotamiento general de mercancías”.

Apegándose a la llamada Ley de Say que postula el principio de que “toda oferta crea su
propia demanda”, es decir que a nivel agregado los salarios, ganancias y rentas en los que
se resuelve el producto total son los ingresos constitutivos de la demanda total por parte de
trabajadores, empresarios y terratenientes, respectivamente, Ricardo rechazó la idea de una
crisis general del sistema ocasionada por la sobreproducción de mercancías que no tuvieran
salida en el mercado.

14

54
Ricardo reconocía, por supuesto, la existencia de crisis parciales que en un momento dado
afectaban a ciertos sectores y ramas de la economía, pero rechazaba que esta situación
pudiera hacerse extensiva al conjunto del sistema. Los desequilibrios parciales entre oferta
y demanda terminaban siendo corregidos por la libre movilidad de los factores de
producción y por tanto son “absorbidos” en el equilibrio global del sistema, gracias a la
correspondencia entre oferta y demanda totales. En otras palabras: si bien parcialmente se
pueden presentar fenómenos de subutilización de los factores de producción, el sistema
como un todo tiende al pleno empleo de los mismos.

Si consideramos esta visión sobre la imposibilidad de las crisis con el modelo de la


acumulación y distribución a largo plazo, es evidente que la idea que David Ricardo tiene
del capitalismo es bastante singular: se trata de un sistema económico que funciona en
equilibrio agregado de oferta y demanda pero que tiende al estancamiento al comprimirse
las ganancias. No conoce las crisis pero se dirige hacia un estado estacionario, sin estímulos
a la acumulación.

En esta polémica destaca el que ante la lógica deductiva de la Ley de Say, avalada por la
autoridad de Ricardo, los argumentos subonsumistas tanto de Malthus como de Sismondi
fueron relegados de la vertiente principal (main stream) del pensamiento económico.
Pasarán más de cien años para que la crisis de 1929 y la teoría de Keynes saquen a flote
nuevamente los temas de la sobreproducción de mercancías, de la crisis, de la imperfección
del mercado, de un sistema que no hace pleno empleo de sus recursos.

55
3.6 Salarios

Otro aspecto central de la visión de la acumulación en David Ricardo es la cuestión de los


salarios. En el capítulo anterior se adelantaron las ideas de Adam Smith sobre este punto, en
relación a sus costos de reproducción, a la acumulación y el movimiento “pendular” de la
oferta y de la demanda de mano de obra, conforme los salarios suben y bajan.

Ricardo, de inicio, considera que la mano de obra, como toda mercancía que se compra y
vende, tiene un precio natural y un precio de mercado. El primero es el precio al cual los
trabajadores “pueden subsistir y perpetuar su raza (sic!), sin incremento ni disminución… y
depende del precio de los alimentos, de los productos necesarios y de las comodidades para
el sostén del trabajador y su familia” (Ricardo: VI, 71). El precio natural de la mano de
obra baja o sube de acuerdo al alza o baja del precio de esos bienes básicos.

El salario en Ricardo, al igual que en Smith, es por tanto un ingreso que cubre los costos de
la reproducción de la mano de obra. Es un salario de subsistencia. El ingreso del trabajador
cubre solo su manutención, condición que lo iguala con el esclavo al que solo se le
proporciona lo necesario para mantenerse con vida y trabajando (Dobb, : ) “para subsistir
y perpetuar su raza” (74). Es a lo que se conocerá como la “Ley de bronce” de los salarios.
No obstante, advierte Ricardo, existen otros factores “sociales” que lo modifican: “En un
mismo país varía en distintas épocas, y difiere cuantiosamente de un país a otro. Depende
esencialmente de los hábitos y las costumbres de la gente” (74). Anotemos que,
ciertamente, se trata de una peculiaridad distintiva y única de la mercancía mano de obra.

De acuerdo a su teoría de la acumulación con rentas de la tierra crecientes, Ricardo


considera que al aumentar la riqueza y la población de un país por efecto de la acumulación
de capital, en el largo plazo “el precio natural de la mano de obra tiende siempre a
aumentar, porque uno de los principales bienes que regulan su precio…tiene tendencia a
encarecer, debido a la mayor dificultad para producirlo” (71).

56
Por su parte el precio de mercado de la mano de obra responde, como el de toda mercancía,
al juego de la oferta y demanda. Se eleva cuando su oferta es escasa y disminuye cuando es
abundante, como sucede con toda mercancía. Su comportamiento por arriba y por debajo
del precio natural determina estrechamente a la dinámica poblacional y al ciclo económico,
al modo en que esencialmente ya lo había expuesto Adam Smith: cuando el precio de
mercado está por encima del precio natural “la condición del trabajador es floreciente y
dichosa, y puede disponer en mayor proporción de los productos esenciales y de los goces
de la vida y, por ende, criar una familia sana y numerosa. Por el contrario, cuando los
salarios elevados estimulan el crecimiento de la población, crece el número de trabajadores,
los salarios caen nuevamente hasta su precio natural y, a veces, debido a una reacción, se
sitúan a un nivel todavía inferior al primitivo” (72).

En Ricardo, al igual que en Smith, existe un peculiar mecanismo de ajuste cíclico de los
precios de mercado al precio natural. Cuando aquellos son elevados ese mecanismo genera
una mayor procreación de hijos como producto de la prosperidad que viven las familias
obreras. También ocurre el mecanismo de compensación pero en sentido contrario cuando
está presente un exceso de oferta de mano de obra: el salario reduce las comodidades y
aumenta las privaciones de las familias de los trabajadores al punto que reduce el número
de estos (72).

Esta visión de que la pobreza es causada por la procreación excesiva (Galbraith ) se


acompaña en Ricardo de una propuesta eminentemente liberal en cuanto al mercado
laboral: “al igual que los demás contratos, se deberían dejar los salarios a la libre
competencia en el mercado y nunca deberían ser controlados ni intervenidos por la
legislatura” (80). Asimismo propugna por la abolición de las leyes de pobres por ser de un
carácter que hoy llamaríamos asistencialista y reproductora de la pobreza, recomendando

57
en cambio fomentar el espíritu de responsabilidad individual, así como el retraso en los
matrimonios de trabajadores para disminuir su procreación15.

3.7 La ventaja comparativa y el comercio internacional

El modelo ricardiano de productividad del trabajo y ventajas comparativas es punto de


partida obligado en el estudio del comercio internacional y sus repercusiones en el
desarrollo económico de los países. Dicho modelo se fundamenta sobre los principios del
valor- trabajo y establece un vínculo entre la productividad (relativa) del trabajo y las
ventajas (comparativas) de las economías en el comercio internacional. Independientemente
de su validez explicativa, la teoría ricardiana del comercio internacional ofrece un ejemplo
aplicado y simple de la división del trabajo y la asignación eficiente del recurso trabajo.

Este modelo teórico tiene como supuestos básicos los siguientes: a) la existencia de dos
economías que cuentan con solo dos sectores productivos que producen solo dos bienes; b)
en ambas economías existe únicamente solo un factor productivo, el trabajo; c) la
productividad de dicho factor se equipara con el nivel de tecnología, ; d) dicha
productividad se mide de acuerdo a los requerimientos unitarios de trabajo, y; e) no
existe movilidad internacional de los factores, particularmente el capital.

En el ejemplo utilizado por Ricardo se trata de Portugal e Inglaterra y de la producción y


comercio de ropa y vino. Los requerimientos del factor trabajo se miden por hombres
ocupados al año; las cifras para el caso de Inglaterra son de 100 hombres para la producción
de ropa y 120 para la producción de vino. En Portugal, en cambio, los requerimientos
anuales de trabajadores son 90 y 80, respectivamente. Portugal es por tanto más productivo

15 La economía política posterior a Ricardo formuló una teoría conocida como “fondo de salarios”: el salario
es una variable dependiente de la acumulación en el sentido de que su monto total o agregado es una parte
fija, dada, del capital total destinado a la inversión. De tal modo, el nivel salarial resulta de dividir dicho
fondo entre el número de trabajadores ocupados. De acuerdo a esto un incremento de los salarios por arriba de
esa tasa solo disminuiría el fondo disponible para otros trabajadores, conduciendo a una disminución de los
salarios de estos últimos y/ o a la disminución de los trabajadores con empleo. Por supuesto que esta
“explicación” simplista era un argumento utilizado en contra de las reivindicaciones económicas de los
trabajadores (Dobb, : )

58
en ambas actividades, es decir tiene ventaja absoluta frente a Inglaterra en la producción de
ambos bienes, pero de ahí no se deriva que únicamente Portugal se dedique a producir tales
bienes, como lo supondría la teoría smithiana del comercio internacional asentada en la
noción de las ventajas absolutas.

De acuerdo a Ricardo lo que rige en el intercambio comercial entre los países es el


principio de la ventaja comparativa. A Portugal le conviene especializarse en la producción
de vino donde su ventaja es mayor en relación con la ventaja que guarda en la producción
de ropa frente a Inglaterra (80/120 frente a 90/100 o ¾ vs 9/10). A Inglaterra, por su parte le
conviene especializarse en la elaboración de ropa, donde posee ventaja comparativa (es
decir menor desventaja absoluta) frente a Portugal.

Esa división del trabajo sería la más eficiente para ambas economías. Obsérvese que estaría
en el interés de Portugal importar ropa a cambio de vino incluso aunque pudiera producir
ropa con menos requerimientos laborales que Inglaterra. ¿Por qué? Porque al hacerlo
obtendría a cambio de la producción de vino que le costó 80 hombres al año, la misma
cantidad de ropa que tendría utilizando al año 90 hombres produciéndola internamente. A
Inglaterra, a su vez, le conviene obtener la misma cantidad de vino que obtendría
dedicando 120 hombres al año, mediante el intercambio de ropa que solo le costó 100
hombres al año.

En este planteamiento sobre el comercio internacional existe el supuesto de que el trabajo


es un recurso limitado para cada economía (y para ambas en conjunto) y que su aplicación
en un sector, para producir determinado bien, “X”, implica un trade-off, es decir tiene un
costo de oportunidad en relación a su aplicación en otro sector con miras a producir un bien
“Y”. (Krugman y Obstfeld, 1996:15).

De acuerdo a esta teoría del comercio internacional los “países exportarán los bienes que su
trabajo produce de forma relativamente más eficiente e importaran los bienes que su
trabajo produce de forma relativamente más ineficiente.” Así, al intercambiar bienes en los
que tienen costos relativos más bajos, las economías están intercambiando trabajo

59
especializándose en la producción del bien en el que son más eficientes y lo cambian por el
bien en el que lo son menos.

En resumen: de acuerdo a la teoría ricardiana de las ventajas comparativas, el comercio


internacional presenta un método indirecto (y más eficiente) de producción que viene a
abaratar el precio de los bienes intercambiados por los países y amplía así las posibilidades
de consumo de sus habitantes (Krugman y Obstfeld, 1996: 20-22).

3.8 Banca central, papel moneda e inflación

Un último punto a considerar es la postura de Ricardo sobre el dinero, el papel moneda y la


teoría cuantitativa del dinero.

Sus ideas al respecto se forman en el contexto del llamado debate Bullionista16, el cual tiene
lugar desde fines del siglo XVIII y durante las primeras décadas del siglo XIX en torno a la
restricción legal para convertir en metálico el papel moneda emitido por el Banco de
Inglaterra. Esa medida se había aplicado temporalmente en ocasiones anteriores pero
durante los años del esfuerzo bélico británico contra la Francia napoleónica, 1793-1814, fue
una medida que se prolongó periódicamente hasta convertirse en permanente.

Los críticos de esa política, a los que se llamó Bullionistas por promover la Bullion Act,
estaban a favor del uso del dinero metálico en oro, y señalaban que tal emisión de papel
moneda sin respaldo de metal precioso era causa de depreciación de la libra tanto frente al
oro, así como frente a otras monedas y era también la causa del incremento en el nivel
general de precios. A los bullionistas se les considera los antecesores de la escuela
monetaria, la cual se distingue por poner el acento en la importancia crucial, única y clave,
que tiene el dinero en el funcionamiento del sistema económico, más allá de su mero papel
de medio de circulación de las mercancías y bienes.

16 Ricardo interviene en ese debate en agosto de 1809 con una carta enviada al Morning Chronicle; una
versión más amplia de esta misiva y otras dos cartas posteriores, le sirvieron a Ricardo para publicar su primer
libro: High Price of Bullion, a proof of the depreciation of Banknotes. Para una exposición del debate
bullionista ver Rothbard ( : caps. ).

60
Pero al argumentar a favor de la postura bullionista Ricardo lo hace con una perspectiva
mecanicista de la teoría cuantitativa del dinero y haciendo una separación tajante, de hecho
escindiendo a los sectores real y monetario de la economía. Para él únicamente los factores
monetarios, incluso en el corto plazo, pueden influir en los precios y en los tipos de cambio.
Respecto a todo lo demás, incluso en el corto plazo, el dinero resulta indiferente: es en tal
sentido algo “neutral” en relación al resto de la economía.

Con el fin de argumentar tal neutralidad dineraria Ricardo separó violentamente las aguas
de la economía: los valores, los precios relativos, la producción, la acumulación, las rentas
de los agentes económicos, son todas ellas variables determinadas únicamente en la esfera
real, mientras que los precios generales se fijan exclusivamente en la esfera monetaria17. Si
recordamos aquí la postura de Ricardo en torno a la Ley de Say, Ricardo lo que sostiene es
que el inherente equilibrio del sistema es del todo independiente de la cantidad de dinero
que circula en el sistema.

Respecto a la teoría cuantitativa del dinero su posición establece una relación estrictamente
proporcional entre el valor del metal y la masa dineraria circulante: si el metal es escaso/
abundante su precio sube/baja y se emplea por tanto una menor/mayor cantidad de moneda;
la/el reducción/incremento es proporcional al aumento/descenso de su valor. A su vez si
solo los factores monetarios determinan el tipo de cambio, sus variaciones sirven para
medir la inflación y la magnitud del excesivo papel moneda.

Regresaremos a los temas monetarios en capítulos siguientes.

17 De aquí se desprenderá la noción clásica del dinero entendido como un “velo” que oculta los fenómenos y
procesos reales de la economía. De acuerdo a Rothbard (:216-220) la teoría ricardiana sobre el dinero y sobre
el papel moneda tiene poco de original, en todo caso se sustenta con una amplia y detallada información de
los mecanismos e instituciones monetarias y bancarias de la época y ciertamente posee el mérito de
sistematizar las aportaciones de los primeros bullionistas, pero con un sesgo mecanicista.

61
• Sugerencia de actividades para reflexionar y profundizar:

✓ Discutir las críticas básicas a la teoría del valor trabajo: ¿cómo medir éste
último? ¿Cómo promediar distintas cualificaciones laborales?

✓ Observar a la teoría de las ventajas comparativas como un ejemplo básico de


asignación eficiente del recurso trabajo.

✓ Comparar esquemáticamente visiones de Smith y Ricardo sobre la acumulación


y la distribución.

✓ Investigar las biografías de Ricardo, Malthus, J. B. Say y S. de Sismondi.

✓ ¿Cuál ha sido el crecimiento de la producción y de los alimentos básicos en los


últimos doscientos años? Discutir las razones de ambas dinámicas.

✓ ¿Discutir por qué, de acuerdo a la experiencia histórica, es falso que a mayores


ingresos los trabajadores tengan más hijos?

62
Capítulo 4

La crítica marxista de la Economía Política

1. Dialéctica histórica, socialismo y clase obrera; 2. Trabajo, mercancía y valor; 3. El


fetichismo de la mercancía; 4. Teoría del plusvalor; 5. Acumulación, salarios y
desempleo; 6. Tasa de ganancia media y crisis.

4.1 Antecedentes: historia, socialismo y proletariado

Karl Marx, filósofo y revolucionario alemán, es autor de Das Kapital (T. I: 1867; T. II:
1885, y T. III: 1894) obra que lleva como subtítulo “Crítica de la Economía Política”18. La
exposición de las ideas contenidas en este libro requiere, como en el caso de los anteriores
autores, de una presentación previa de las ideas filosóficas y políticas que acompañan o
subyacen al enfoque económico de este autor. Se trata de tres cuestiones clave del
pensamiento marxista: su concepción de la historia, su visión política sobre la sociedad
burguesa y su idea sobre la misión social de la clase obrera. Marx, a diferencia de los
economistas que lo preceden, no comparte la visión empresarial del mundo, ni hace suyos
los postulados enarbolados por el liberalismo económico y político; esto va a significar una
ruptura en la manera en que la economía política, desde el mercantilismo hasta los clásicos,
había abordado su objeto de estudio. De hecho en El Capital y en otros escritos Marx se
propone hacer una “crítica de la economía política”.

Comenzaremos por la concepción de la historia de Marx y luego expondremos el contexto


político y social que alimenta su obra.

18 Los tomos II y III fueron ediciones póstumas a cargo de su amigo, coautor de El Manifiesto Comunista y
patrocinador económico Federico Engels, autor de El Origen de la familia, la propiedad privada y el estado y
de El AntiDurhing.

63
En el pensamiento filosófico alemán la vertiente de la filosofía de la historia ocupó un lugar
central a lo largo del siglo XVIII e inicios del XIX. Las interrogantes subyacentes eran del
tipo ¿qué es la historia de la humanidad? ¿Es únicamente una sucesión de hechos y
acontecimientos sin conexión y dirección alguna? ¿Qué fuerzas o factores “mueven las
ruedas” de la historia? Si la historia de la humanidad tiene un principio, ¿tiene también un
final? Y si es así, ¿hacia dónde va la historia?

Se trata de interrogantes que se remontan, originariamente, a reflexiones bíblicas y que en


filósofos como Herder, Kant y Hegel tienen aún una respuesta idealista, de corte metafísico,
que supone la existencia de un ser o factor sobrenatural supremo que conduce la historia de
acuerdo a una “lógica” o regularidad que los filósofos requieren descubrir. En el caso
particular de la obra de Hegel, destaca la presencia, además, de un enfoque o método de
análisis de tipo dialéctico, es decir que remarca a las contradicciones, al antagonismo de los
contrarios, como los factores fundamentales que impulsan el movimiento histórico y lo
conducen a lo largo de una serie de etapas de evolución.

Marx retoma esta larga tradición filosófica de corte teleológica (que busca el fin o propósito
último de la historia humana) pero le imprime un profundo giro materialista. Para él la
historia no está determinada por la voluntad o la acción de ningún Dios (Biblia), la
Providencia (Herder, Kant), algún Espíritu Absoluto (Hegel) o cualquier otro ente
metafísico, sino por lo que él identifica como las condiciones materiales y sociales de
existencia de los hombres.

El materialismo marxista afirma que tales condiciones materiales dependen del desarrollo
de las fuerzas productivas de la sociedad (léase capacidades tecnológicas de producción) y
de las relaciones de producción e intercambio (léase relaciones sociales entre los agentes
económicos) que están vigentes en un período histórico determinado de la evolución social.
En tal perspectiva Marx identifica a lo largo de la historia la existencia sucesiva de una
serie de modos de producción (entendidos como una unidad contradictoria específica de
fuerzas productivas y relaciones de producción): comunismo primitivo, esclavismo,

64
feudalismo, capitalismo y otros sistemas económicos como el llamado “modo asiático de
producción”.

Es importante resaltar que para Marx, con excepción del comunismo primitivo, régimen en
el que no existía la propiedad privada ni el estado, ni tampoco aún la diferenciación de
clases sociales, en los restantes modos de producción está presente ya la contradicción entre
clases sociales y es la lucha entre amos y esclavos, señores y siervos, capitalistas y obreros,
el motor que impulsa la dinámica histórica.

En el caso del capitalismo la contradicción entre los intereses de la burguesía y del


proletariado conducirá a un nuevo tipo de sociedad, la comunista, la cual contará con un
alto grado de desarrollo, que Marx visualiza como casi ilimitado, de sus capacidades
productivas. Será por lo tanto un régimen con una abundante riqueza material capaz de
satisfacer a plenitud las necesidades de la humanidad y permitir el ingreso de ésta al “reino
de la libertad” al no haber escasez de bienes para nadie y en el que el trabajo para cada
individuo deja de ser una obligación y se convierte en un goce de múltiples creatividades y
habilidades.

Esta sociedad de bienes y riquezas comunes hará de la humanidad una gran familia
solidaria en la que cada quien se regirá por el principio comunista de “aportar a la sociedad
según sus capacidades y recibir de la sociedad según sus necesidades”.

Esta concepción teleológica de la historia se vincula, en el pensamiento de Marx, con el


intenso auge de las ideas y proyectos socialistas durante la primera mitad del siglo XIX y
que fue encabezado, entre otros pensadores y reformadores sociales, por Saint Simon,
Charles Fourier y Robert Owen. Asimismo la visión social de Marx se alimenta de las
extremas condiciones de miseria y explotación en las que vivía la naciente clase obrera
europea durante los inicios del capitalismo. Al llamado socialismo utópico de la época,
Marx –y su colega, coautor y generoso amigo F. Engels- le dieron así un sustento filosófico
dialéctico-materialista.

65
De esta manera es que la obra económica de Marx tendrá como objetivo central el
demostrar las contradicciones del sistema capitalista y fundamentar sus límites históricos.

4.2 Mercancía, trabajo y valor

El punto de partida del análisis económico marxista es la mercancía, considerada la forma


básica de la riqueza en una economía capitalista (“célula” de la sociedad moderna).El
trabajo humano que produce ´X´ mercancía reviste un doble carácter o una naturaleza dual.
Por una parte es trabajo concreto, específico, con ciertas habilidades, destrezas,
calificaciones, que se lleva a cabo con determinadas herramientas y máquinas. Ese trabajo
se materializa en el valor de uso de la mercancía, es decir en lo que es su utilidad (“para lo
que sirve”), de acuerdo a sus propiedades físico-químicas. En cuanto que son bienes útiles,
producto de un trabajo específico, las mercancías y los servicios constituyen la riqueza
“material” de la sociedad.

Por otra parte, independientemente del desempeño físico específico requerido, el trabajo
ejercido para producir esa ´X´ mercancía es gasto de energía humana, desgaste físico-
neuronal del organismo. Este trabajo abstracto es considerada la sustancia del valor que
posee una mercancía y su magnitud se mide por el tiempo de trabajo socialmente promedio
requerido para elaborarla (“tiempo de trabajo socialmente necesario”). En su calidad de
portadoras de un cierto valor las mercancías son riqueza social, es decir riqueza socialmente
reconocida.

El valor expresa una relación social por lo que el monto de valor de la mercancía ´X´ no
está dado por la cantidad de trabajo abstracto contenido en ella en lo individual, sino por la
cantidad promedio de trabajo que cuesta en una sociedad producir la mercancía ´X´. En
otras palabras: la magnitud del valor de una mercancía está determinada por las condiciones
medias, sociales, de su producción y no por sus condiciones particulares.

66
El valor de la mercancía ´X´ se expresa en muchos valores de cambio, es decir muchos
precios, tantos como el número de mercancías con las que se puede comparar; es decir, el
valor de una camisa es igual a 100 pesos, igual a 8 dólares, igual a 6 euros; también se
podría decir que el valor de cambio -precio- de una camisa es igual a un reloj cassio de
pulsera o igual a 10 coca colas de un litro, etcétera. El precio es la denominación
cuantitativa de la riqueza valuada socialmente.

4.3 El dinero y el fetichismo de la mercancía

Marx analiza al dinero no como una necesidad solo práctica de la actividad del comercio,
sino como un proceso de “evolución y desdoblamiento” de las formas del valor. Distingue,
así, las formas simple, desarrollada, general y dineraria del valor. La forma simple (3x=1y)
corresponde históricamente al trueque y el intercambio eventual. El excedente que tienen
los individuos o las comunidades es ocasional; la forma desarrollada (3x= 1y=4m=5l=7r)
corresponde a un intercambio regular de productos debido a la existencia de un excedente
de diversos productos; la forma general (1y=3x; 4m=3x; 72k=3x) corresponde a la
existencia permanente de intercambios mediante un mercado en el que una mercancía es la
que destaca como equivalente general de las demás; por último la forma dinero es cuando
los metales preciosos se constituyen en el equivalente general, en la moneda, estableciendo
un precio (cierta cantidad de metal) en intercambio por un bien. De acuerdo a Marx,”la
dificultad no estriba en comprender que el dinero es mercancía, sino en cómo, por qué…
una mercancía devino en dinero” ( ).

Es importante resaltar que, a diferencia de sus predecesores, los economistas clásicos, Marx
no solo aborda la cuestión del problema cuantitativo del valor, dando respuesta a la
pregunta “¿cuánto valen las mercancías?” sino que su foco de atención en el aspecto
cualitativo, es decir ¿por qué el producto del trabajo humano adquiere la forma social del
valor? ¿Bajo qué condiciones económicas y sociales ocurre esto? ¿Qué implicaciones tiene
tal hecho? En el primer capítulo se examinaron estas productos desde una perspectiva

67
histórica. De acuerdo a una argumentación teórica se puede decir que ese hecho ocurre con
la existencia de productores privados, independientes unos de otros y que producen para el
intercambio, en un proceso de compra de insumos (Dinero-Mercancías) para elaborar (…
P…) un bien y obtener una ganancia monetaria de su venta (Mercancía-Dinero
incrementado). Todo el proceso sería : D-M…P…M-D´

En el análisis de Marx el mercado es el espacio en el que “desaparece” la división de los


trabajos particulares, individuales, y se reconoce –de manera mediada, “oscurecida” o
velada- la naturaleza social del trabajo. La concurrencia de vendedores y compradores
valida o reconoce ya sea como socialmente útil o ya sea como socialmente innecesario el
trabajo incorporado en tal o cual mercancía.

Esta validación se lleva a cabo mediante el mecanismo de los precios al alza o a la baja.
Significa que la producción a nivel social no se planifica con anticipación (ex ante), sino
que se regula con posterioridad (post festum) a través del movimiento de los los precios en
los mercados. En lugar de que el hombre controle a los productos de su trabajo, dice Marx,
estos lo controlan a él. Marx considera entonces al mercado como un mecanismo social que
muestra el sometimiento (alienación) de los individuos a fuerzas externas, ajenas, a su
propia voluntad, que se le imponen “a sus espaldas” pero que son creación precisamente de
ellos.

En la base de este fenómeno se encuentra lo que Marx llama el fetichismo de la


mercancía, consistente en que los individuos relacionan socialmente sus respectivos
trabajos, es decir se relacionan entre ellos, a través de cosas, mediante el intercambio de
bienes: “En una sociedad fundada en la propiedad privada, en la cual los productores solo
pueden relacionarse entre sí por medio de sus mercancías `las determinaciones sociales de
sus trabajos´ deben parecerles una relación social entre los productos de su trabajo”. El
valor mismo es visto como una cualidad de las cosas y no de las relaciones sociales. A esto
se refiere precisamente el fetichismo de la mercancía en su manifestación más simple, ver
el valor de cambio como algo inherente a los objetos.

68
Marx es un crítico de la propiedad privada de los medios de producción y en tal sentido es
que afirma que “En una sociedad fundada en la propiedad privada, en la cual los
productores solo pueden relacionarse entre sí por medio de sus mercancías, las
`determinaciones sociales de sus trabajos´ deben parecerles una relación social entre los
productos de su trabajo”. (:156)

4.4 El plusvalor

La teoría del valor-trabajo conduce en Marx a una teoría del excedente capitalista, al que se
denomina plusvalor o plusvalía (“más valor”).

Esta teoría que en gran medida es el núcleo duro y el centro del planteamiento marxista se
asienta en la consideración de un hecho fundamental: la fuerza de trabajo en el capitalismo
es una mercancía que, como todas, posee un valor de cambio y posee también una utilidad
(valor de uso). El primero corresponde al valor total de los medios de subsistencia del
trabajador (y que hoy podríamos identificar como “canasta salarial”) y el cual varía de
acuerdo a condiciones históricas, políticas, sindicales, etcétera. Es lo que se llama “el
componente histórico-social” del valor de la fuerza de trabajo. La segunda cualidad de la
fuerza de trabajo, su valor de uso, corresponde a la capacidad única de crear valor.

En una jornada de trabajo Marx distingue dos períodos de tiempo. El primero, al que llama
tiempo de trabajo necesario (TTN), corresponde al lapso de la jornada laboral durante el
cual el trabajador crea una magnitud de valor (es decir: agrega una cantidad de trabajo)
equivalente al salario que recibe. A este capital que es destinado al pago de los ingresos de
los trabajadores Marx lo denomina capital variable (v), en tanto que el invertido en
maquinaria, equipo, instalaciones, etc…lo clasifica como capital constante (c).

69
Durante el segundo período de la jornada laboral, llamado tiempo de trabajo excedente
(TTE), el trabajador, por supuesto, sigue agregando trabajo al producto que está en
elaboración, por lo que continúa creando valor en una magnitud que va a exceder a su
salario (valor de las mercancías que consume). A este valor excedente, que corresponde
grosso modo al ingreso de los capitalistas, le denomina plusvalor (pv) y a la relación entre
su magnitud y el salario de los trabajadores (pv/v) la designa con el término de tasa de
plusvalor o tasa de explotación (y cuya razón equivale a la relación TTE/TTN) (Esquema
4.1)

Figura 4.1

La Jornada de Trabajo

TTN TTE
Valor=salario / plusvalor=ganancia

El valor de una mercancía está dado por la suma del capital constante consumido –
depreciado-, el capital variable y la plusvalía. M= C+V+P. Mientras que C corresponde a un
valor ya existente y solamente transferido al producto final, V y P son el nuevo valor
creado.

Marx distingue dos formas o tipos de plusvalor, de acuerdo a cómo éste es generado.

Uno, al que denomina plusvalor absoluto, es el que se obtiene mediante la prolongación de


la jornada de trabajo de modo tal que el trabajador labore más tiempo excedente; el otro, al
que denomina plusvalor relativo se logra mediante el aumento de la productividad en las
ramas productoras de bienes-salario de modo tal que éstos se abaraten, disminuyan su valor.

70
En el primer caso en el esquema de la figura 4.1 el tramo b-c de la jornada se prolongaría
hacia la derecha, mientras que el tramo a-b permanecería constante; en el segundo caso se
acortaría el tramo a-b y el tramo b-c se prolongaría hacia la izquierda, sin que el tiempo
total de la jornada laboral se extienda como sucede en el primer caso.

La primera forma de generación del excedente implica un agotamiento absoluto del


trabajador mientras que la segunda supone una reducción relativa del salario, vale decir un
abaratamiento de los costos laborales. La primera forma de generación del excedente está
asociada a un “crecimiento económico extensivo” que no implica (y en ocasiones excluye)
el cambio técnico en los procesos productivos. La segunda forma de generación de un
excedente implica la puesta en práctica de más avanzadas técnicas de producir las cosas, y
en particular de la capacidad de reproducir a un menor costo a los trabajadores. Esto último
implica un “crecimiento económico intensivo”, es decir basado en el crecimiento de la
productividad. Para Marx este modo de producir es el “específicamente capitalista”.

Al cociente Pv/v Marx lo denomina tasa de plusvalor o tasa de explotación.

71
4.5 Acumulación, salarios y desempleo

El movimiento que sigue el capital –ya sea en lo individual o considerando a todos los
capitales de una economía de manera agregada- puede representarse con la siguiente
fórmula-esquema:

Figura 4.2

El ciclo del capital

El inversionista compra con dinero (D) dos tipos de mercancías o bienes. De una parte
medios de producción (MP), es decir maquinaria, herramientas, materias primas, insumos,
mientras que, de otra parte, en el mercado laboral contrata trabajadores (Ft). El proceso
productivo (P) reúne en determinadas proporciones a maquinaria y obreros para llevar a
cabo un proceso de elaboración de determinado bien, el cual, si se supone que todo el
capital constante se deprecia, tendrá un valor superior al del valor de las mercancías
compradas por el capitalista (M´ es mayor que M). Esta mercancía final al momento de

72
venderse le retorna al inversionista una cantidad de dinero superior a la cantidad inicial de
dinero invertido (D´ es mayor que D).

Marx considera que la creación de la riqueza se encuentra en el acto productivo (P),


mientras que los actos de compra (D-M) y venta (M´-D´) que lleva a cabo el propietario
del capital constituyen meros cambios de forma de la riqueza, de dinero a mercancías y de
mercancías a dinero, respectivamente. No obstante lo anterior hay que indicar que el acto
de compra-venta que se realiza entre el propietario del capital y el trabajador, así como la
retribución que lo media, el salario, son aspectos decisivos en la dinámica del sistema.

El salario es para Marx un concepto engañoso, una “categoría aparencial”: en apariencia es


el pago realizado por un trabajo ´X´ a lo largo de un tiempo Ý´, con lo que se crea la ilusión
de que todo el trabajo desempeñado por el trabajador es retribuido por el propietario del
capital. Pero si así fuera no habría excedente que el capitalista pudiera apropiarse. En
realidad el salario retribuye solo una parte del trabajo realizado, aquella que corresponde al
valor de los llamados bienes salario que reproducen al trabajador y su familia.

En Adam Smith la acumulación era vista como un proceso de progreso relativamente


armónico entre las clases. En Ricardo era, en cambio, un proceso marcado por el conflicto
entre capitalistas y terratenientes que llevaría en el largo plazo a un estado de estancamiento
económico sin alicientes para invertir. En Marx, a su vez, la acumulación conduce a una
creciente explotación y miseria del trabajador. Es la ley general de la acumulación
capitalista.

La acumulación de capital con cambio tecnológico (“aumento de la composición del


capital” o aumento de la relación c/v dado un crecimiento de la inversión en maquinaria e
insumos mayor que el crecimiento del pago de salarios) es fuente de un creciente
desempleo que limita el crecimiento de los salarios, crecimiento al que, en un principio,
impulsa la propia acumulación; ese mismo proceso crea asimismo en el largo plazo una
reserva de desempleados (“ejército industrial de reserva”) que se encuentra lista y

73
dispuesta a ser ocupada durante los períodos de expansión y auge de la actividad
económica.

Además de provocar una pauperización de las condiciones de vida de los trabajadores, la


acumulación conlleva a procesos de concentración y centralización de la riqueza en cada
vez menor número de propietarios, con lo cual, vaticina Marx, el antagonismo social entre
burguesía y proletariado tenderá a exacerbarse y conducir a un período de revolución social
en el que los capitalistas serán expropiados de los medios de producción.

Figura 4.3

La dinámica general de la acumulación capitalista

74
4.6 Tasa de ganancia y crisis

En la teoría de Ricardo sobre la acumulación la tasa de ganancia (definida como la relación


ganancia/salarios) tenderá a descender de manera inevitable como efecto de los
rendimientos agrícolas que elevan los precios de los alimentos. En Marx la tasa de ganancia
(definida como la relación plusvalor/capital (c+v)) tiende a descender por efecto del
crecimiento de la composición orgánica del capital (c/v) asociada a la acumulación de
capital. En Ricardo los límites finales al capitalismo los pone la naturaleza. En Marx los
pone el propio avance del sistema.

De acuerdo a Marx la acumulación con cambio tecnológico mina las condiciones de


rentabilidad del propio capitalismo. Si suponemos una tasa de plusvalor (Pv/v) constante y
un crecimiento en la relación c/v, resulta claro que la relación Pv/c+v= tasa de ganancia,
disminuirá. Pero la acumulación también pone en juego factores que impulsan al alza dicha
tasa, especialmente el aumento de la tasa de plusvalor y la disminución del valor de
insumos, equipos y herramientas debido a incrementos de la productividad en su
elaboración.

El juego de tendencias e interrelaciones entre el aumento o disminución de la composición


orgánica del capital (c/v), el incremento o decremento de la tasa de plusvalor (p/v), así
como el alza o la baja del valor de insumos y maquinaria, constituye, debido a su incidencia
sobre la tasa de ganancia (p/c+v), un aspecto determinante del ciclo económico marcado
recurrentemente por ascensos y descensos en el ritmo de la acumulación y por el estallido
periódico de crisis. En este punto Marx insiste en la presencia de múltiples factores de
tensión y desequilibrio en el sistema, tales como la brecha entre producción y consumo
dada la poca capacidad de compra del proletariado, así como por las desproporcionalidades
y ritmos de crecimiento diferenciados de los distintos sectores industriales.

75
Marx cuestiona enfáticamente la “ley de Say” defendida por David Ricardo, la cual sostiene
la existencia de un equilibrio entre oferta y demanda a nivel agregado y niega en
consecuencia que las crisis –sobreproducción de mercancías- puedan ocurrir en una
economía de mercado, ya que ésta corrige los desajustes temporales y sectoriales que
puedan surgir. Marx, por el contrario, concibe a las crisis como expresión de las
contradicciones del capitalismo e inherentes al sistema y considera que en las condiciones
de “anarquía” que caracteriza al mercado y a las dinámicas de la acumulación, la igualdad
entre oferta y demanda no tiene por qué ocurrir. Volveremos a la crítica de esta “ley de say”
y a su desaparición definitiva con Keynes en los años treinta del siglo XX.

Para Marx, las crisis mismas, resultado de la caída en la tasa de beneficio, operan
cíclicamente como un mecanismo que contrarresta las causas de dicha caída y promueve su
alza mediante la depreciación de maquinaria, equipo e inventarios, el desempleo, la baja en
los salarios, el aumento de la tasa de plusvalor, así como el elevamiento de la
productividad. En el tomo III de El Capital Marx esbozó una teoría del ciclo económico, de
sus fases de euforía, pánico y crisis, así como de las determinaciones de la periodicidad del
ciclo a partir de la rotación del capital fijo ( ).

Retomando aquí la cuestión de la alienación de los individuos en la sociedad moderna, se


puede afirmar que para Marx las crisis, un fenómeno recurrente que a lo largo de doscientos
años ha acompañado al capitalismo, constituyen una expresión concentrada de fuerzas y
procesos económico-sociales que escapan al propio control de los seres humanos –
creadores de estas fuerzas- y hacen que se sometan a ellas como si se tratara de fuerzas
incontroladas de la naturaleza, al modo como ocurre con los terremotos, las erupciones o
las tormentas.

76
Anexo 4.1

¿Es posible una economía de mercado sin dinero?

Mikail Proudhon, al igual que otros pensadores anarquistas y socialistas del siglo XIX, era
de la idea de que era posible desaparecer el dinero y hacer uso de un patrón de medida del
valor basado directamente en el tiempo de trabajo. Marx formuló una crítica a esa
propuesta ( ) que aquí formulamos de manera didáctica a fin de ahondar en la
comprensión de la necesidad de la existencia del dinero, no solo como un práctico medio de
circulación de las mercancías sino como un patrón esencial de medida del valor de los
bienes.

Supongamos que en la economía de mercado X, las autoridades monetarias decretan que, a


fin de hacer transparentes las relaciones sociales de producción, los precios de las
mercancías a partir de una fecha determinada se expresarán en magnitudes de tiempo de
trabajo socialmente necesario, en correspondencia directa con el trabajo abstracto-social
incorporado en ellas.

El decreto señala que tal medida “decosifica” los vínculos económicos entre los seres
humanos, y que en consecuencia establece que: 1) los precios sean iguales a los valores; 2)
estos últimos se medirán por unidades de tiempo (horas, minutos, segundos) de trabajo
socialmente necesario; 3) los billetes y monedas se sustituirían por unos bonos y fichas
llamados Tempus; 4) las denominaciones de esta unidad de cuenta o patrón de medida serán
bonos de 1 000 htsn; 500 htsn; 100 htsn..; así como fichas de 10 mtsn; 5mtsn; 25 stsn; 10
stsn…

La medida parece en principio ser muy práctica, además de tener la ventaja de hacer
transparente la relación entre la riqueza de la sociedad y el tiempo de trabajo requerido para
producirla, pero ¿sería posible la existencia de una economía así? ¿Qué problemas habría
para implementar tal medida? ¿Qué sucedería con la actividad económica?

77
La primera dificultad sería la medición del tiempo de trabajo social promedio de todos y
cada uno de los bienes producidos. Muy probablemente sería una labor de recopilación
estadística imposible para la Secretaría de Economía del país X registrar periódicamente los
tiempos de producción de cada tipo de tornillo, tuerca, maceta, alimento, ropa, auto,
charola, reloj, componente electrónico, etcétera, producido en cada fábrica y empresa de
cada una de las ramas de actividad económica, a fin de poder promediar luego sus tiempos
de elaboración.

La segunda gran dificultad ya no sería de orden técnico y operativo sino que afectaría a la
propia actividad económica: habría una constante depreciación de las mercancías (caída
del nivel general de precios) frente a los bonos/fichas Tempus debido al incremento en la
productividad media del trabajo. Si la mercancía M en el momento T1 vale 1 hora..; en el
momento T2 vale 59´…; en el momento T3 vale 58´, y así sucesivamente, la capacidad
adquisistiva de los Tempus iría en constante ascenso. Habría, en consecuencia, una
tendencia constante por parte de los consumidores a posponer sus compras pues entre más
tiempo transcurriera los Tempus valdrían más.

Supongamos que de acuerdo al decreto los inspectores y empleados de la Secretaría de


Economía tuvieran efectivamente la capacidad para llevar a cabo sus encuestas, recabar sus
datos, promedian todos los tiempos de trabajo y elaboran los Censos de Tiempo de Trabajo
Socialmente Necesario (CTTSN) con una periodicidad trimestral. En tal caso los
consumidores buscarían retener consigo sus ingresos, intentando en la medida de lo posible
no gastar sus Tempus hasta que los siguientes datos trimestrales sean dados a conocer ya
que así podrían cambiarlos por más bienes. Al mismo tiempo, al acercarse la fecha de
publicación de los censos, los productores oferentes estarían presionados por vender y esto
tendería a bajar el precio de las mercancías. Sería una economía en constante deflación por

78
un constante rezago en el tiempo de la demanda respecto a la oferta y que ocasionaría un
efecto recesivo acumulativo (ver capítulo 8)19.

• Puntos para reflexionar y profundizar:

✓ Discutir la concepción de la historia de Marx.

✓ Investigar sobre las condiciones de vida del proletariado en los inicios de la


revolución industrial.

✓ Discutir sobre la evolución Smith-Marx de la teoría del valor.

✓ Discutir sobre la tradición, el mercado y la planificación como formas de conducir la


economía.

✓ ¿Cómo era el excedente en economías no capitalistas?

✓ Discutir sobre los determinantes del valor de la fuerza de trabajo.

✓ Considerar las implicaciones económicas y sociales del plusvalor relativo.

✓ Considerar las implicaciones económicas y sociales del pago a la fuerza de trabajo


por debajo de su valor.

✓ Reflexiona sobre el siguiente dilema: “¿las perlas valen porque los hombres se
sumergen por ellas o máss bien los hombres se sumergen para sacarlas del mar dado
que ellas valen?”.

✓ ¿Cómo se relaciona lo anterior con el llamado fetichismo de la mercancía?

19 Mars decía, en referencia al proceso de “acumulación originaria” que el capitalismo había arribado al
mundo arrojando sangre por todos los poros. Lo mismo ocurrió con los fracasados intentos de sepultarlo tal y
como sucedió en Kampuchea (hoy Cambodia) entre los años de , cuando los desvaríos ideológicos llevaron
a suprimir el dinero durante el régimen “marxista” del Khmer Rouge. El costo del experimento social aparte
de acabar con la relación monetaria, incluyó la represión a la disidencia, un traslado masivo de personas de la
ciudad al campo con fines de “reeducación ideológica”, la ruina de la economía y la muerte de millones de
personas por asesinato, hambruna y enfermedades.

79
Segunda Parte

La Escuela Neoclásica y su crítica:

V.El enfoque marginalista

VI.La síntesis marshalliana

VII.Institucionalismo y evolucionismo
80
Capítulo 5

El Enfoque marginalista

1. La visión microeconómica; 2. La teoría subjetiva del valor; 3. Utilidad marginal


cardinal y ordinal; 4. Preferencia del consumidor y elección racional; 5. La
productividad marginal y la distribución; 6. Costo de oportunidad.

5.1 La visión microeconómica

En la primera mitad de la década de los años setenta del siglo XIX tres autores
replantearon, de raíz, cada quien por su cuenta, la manera de abordar el estudio de la
economía: el inglés William S. Jevons (Theory of Political Economy: 1871), el austríaco
Karl Menger (Principles of Economics: 1871) y el suizo Léon Walras (Elements D
´economie Pure: 1874). Sus postulados e ideas constituyen los fundamentos del
marginalismo y dan inicio a lo que se denominará escuela neoclásica20.

Entre Jevons, Menger y Walras existen múltiples diferencias en cuanto a metodologías,


lenguajes y contribuciones a la teoría económica, pero sin duda resalta el hecho de que, de
manera independiente, los tres emprendieran un camino en la misma dirección teórica,
cuestionando el paradigma de la Economía Política. En vez de un enfoque macroeconómico
el marginalismo lleva a cabo un análisis microeconómico, para nada orientado al estudio de
los grandes agregados y variables asociados a la visión del estado-nación, sino enfocado en
los procesos económicos singulares y menores de los individuos, las familias y las
empresas. Al desaparecer los grandes agregados macroeconómicos, desparecen también las
clases sociales y el ente social se compone por individuos atomizados. En cuanto a sus
fundamentos epistemológicos, la economía no se asentará en una teoría del valor-trabajo
sino en una teoría de la utilidad como fuente y medición del valor de los bienes.

20 El marginalismo tuvo sus precursores durante las décadas de los treinta, cuarenta y cincuenta de ese siglo
en Longfield, W. F. Lloyd, Dupuit, H. H. Gossen, R. Jennings y A. Cornout. Gossen es de hecho un precursor
y quizá el más importante. Las leyes de Gossen son fundamento mismo del marginalismo. Menger es
fundador de la llamada Escuela Austríaca (cfr. 6.6)

81
En línea de continuidad con el liberalismo económico, esta nueva escuela posee una visión
positiva sobre las ventajas de las economías de mercado, la propiedad privada y la vigencia
de la igualdad oferta-demanda postulada por la “Ley de Say”; de manera similar enfatiza la
necesidad de un “estado mínimo” que no altere el funcionamiento de los mercados. En su
visión del homo economicus comparte también la idea de individuos egoístas y que actúan
interesados en su beneficio personal, pero considera además que en los agentes económicos
existe un comportamiento basado en la toma de decisiones racionales y motivadas siempre
por un interés hedonista (que busca el placer y la felicidad y evita el dolor o sufrimiento21).

Sin embargo, en ruptura con la la Economía Política, esta visión mantendrá visiones
radicalmente alternativas en lo que se refiere al valor y los precios, así como a la
distribución y la producción. En la figura 5.1 se diseña una representación dualista de los
respectivos paradigmas.

21Inspirada en la filosofía utilitarista del inglés Jeremías Bentham. Karl. Menger es la excepción en este
punto. Ver más adelante capítulo 6.

82
Figura 5.1

Economía Política/Marginalismo

Economía Política Marginalismo


Macroeconomía Microeconomía
Sistema económico Individuo
Teoría objetiva del valor Teoría subjetiva del valor
Producción Consumo
Trabajo Escasez-Necesidad
Costo Utilidad
Histórica Ahistórica
Clases Unidades económicas
Dinámico Estático
Crecimiento Equilibrio
Lenguaje teórico Lenguaje gráfico-matemático
Largo plazo Corto plazo

Durante las tres últimas décadas del siglo XIX esta escuela fue ganando aceptación
mientras que los postulados fundamentales de la Economía Política perdían influencia en el
campo académico. En esto último incidieron varios factores: la realidad económica europea
mostraba que el análisis ricardiano de la distribución, así como su teoría de la caída de la
tasa de ganancia, basados ambos en los rendimientos decrecientes de la agricultura y en la
teoría malthusiana de la población, no correspondían a lo que acontecía en la dinámica del
sistema; asimismo, las tendencias en el alza de los salarios de los trabajadores durante la
segunda mitad del siglo XIX, mostraban que era erróneo el postulado de que aquellos se
mantenían al nivel de subsistencia (Landreth ). De hecho entre 1870 y 1914 el
capitalismo vivió un notable período de expansión, de internacionalización, de progreso
científico (matemáticas, física, biología, química, geometría), de surgimiento de nuevas

83
ramas industriales como la química, la automotriz, la eléctrica, la petrolera. Fue la época de
la llamada “primera globalización” y de la “segunda revolución industrial” (o “tercera
revolución tecnológica”, Ver anexo. 7.1). Pese al estallido de la crisis financiera de 1873,
y luego, de menor tamaño y alcance, de las crisis de 1882, 1890, 1893 y 1907, el
capitalismo vivió durante esos años una “era dorada”. Al período comprendido entre 1880 y
1914 se le conoció como “La Belle Epoque” (Marichal :41 y ss.).

Existió también un importante factor en el viraje que vivió el pensamiento económico y


este es de orden ideológico y político: el hecho de que la Economía Política había llegado a
un ´límite´ en sus conclusiones e implicaciones, en tanto que la teoría del valor-trabajo
fundada por la escuela clásica había derivado en Marx en una teoría de la explotación en la
que se apoyaban las acciones y postulados de las corrientes socialistas dentro de sectores de
la intelectualidad y el movimiento obrero europeo. Se requería emprender un camino
teórico distinto que no cuestionara al sistema. Ante esto en el pensamiento económico
cobró fuerza una visión idealizada y armoniosa del capitalismo (Shaikh, 2015: ). Bujarin (
) consideró que esta nueva visión tenía correspondencia con la perspectiva del rentista
financiero “cortador de cupones”. Roll ( ) afirma que más bien esa visión metodológica
centrada en el individuo y en el consumo es resultado de una mayor influencia del
pensamiento político liberal.

Con el fin de entender esta ruptura paradigmática (Kuhn: y cap. X), cabe tener presente,
asimismo, que en los ámbitos intelectuales de esa época tuvo una profunda influencia la
filosofía del positivismo la cual, llevando a extremos el discurso racional y de la
Ilustración, consideraba que la ciencia, incluidas las disciplinas sociales, debía ocuparse
únicamente del estudio de aquello que podía ser mensurable, medible, es decir de solo
aquellos fenómenos que, como ocurre en las ciencias naturales, son cuantificables. ( ).
Solo lo que es medido y demostrado matemáticamente es ciencia, lo demás es especulación
metafísica. El método de las ciencias naturales se aplica también en las ciencias sociales
pues es el único método científico (Reale y Antiseri: 272). Esta idea positivista, cuyos
orígenes se remontan a la Ilustración (Hankins, 1985: 189) cobró una especial fuerza en

84
Inglaterra, Alemania, Francia, los Estados Unidos e influyó intensamente a las ciencias
humanas, desde la psicología hasta la sociología.

Durante el último tercio del siglo XIX la disciplina de la economía, como ocurrió también
con otras disciplinas sociales, se tornó más académica, se profesionalizó en el servicio
público, presenció una incorporación creciente del uso de las matemáticas y experimentó
cambios teóricos muy profundos, al punto de dar lugar a una ruptura radical, de raíz, con
los fundamentos de la Economía Política. El cambio afectó su nombre mismo y comenzó a
denominarse a partir de entonces Economics.

5.2 La teoría subjetiva del valor

De acuerdo a John Stuart Mill, considerado el último de los exponentes de la Economía


Política, la teoría del valor trabajo (y en general de los costes de producción) explica los
determinantes de los precios de bienes cuya oferta es altamente sensible a los cambios de
precios (“oferta elástica”), tal y como se representa en la figura 5.2

Figura 5.2

Determinación del precio en bienes con oferta elástica

p O
D
q
85
En cambio la teoría del valor trabajo deja de lado la explicación de los determinantes de los
precios de bienes tales como la tierra, las obras de arte, el vino, los artículos de colección –
que por cierto son una minoría respecto a los bienes totales-; es decir bienes cuya oferta es
fija, es decir que no varía nada con los cambios en el precio (“perfectamente inelástica”),
tal y como se muestra en la siguiente:

Figura 5.3

Determinación del precio en bienes con oferta inelástica

O
p
D
q

La crítica del marginalismo va mucho más lejos que esta objeción: llega a los fundamentos
mismos de la noción de valor. El valor no es atributo que dependa del trabajo y los costos
que implica elaborar un bien ´X´, sino que depende de la utilidad (léase placer/bienestar/
felicidad) que quien lo adquiere espera recibir de él. El valor no está en el objeto sino que
es asignado a éste por el sujeto, por lo cual sus determinantes no se encuentran en el pasado

86
sino en el futuro, no en las condiciones sociales de su origen-producción sino en las
individuales de su realización-consumo.

El enfoque marginalista cuestiona a la Economía Política su incapacidad para resolver la


paradoja del agua y los diamantes (recuérdese a Smith: estos tienen poca utilidad y mucho
valor mientras que lo contrario sucede con el agua, que posee mucha utilidad pero carece de
valor) debido a que considera el problema desde el ángulo de la utilidad total proporcionada
por dichos bienes y no desde la perspectiva de lo que hoy se denomina utilidad marginal
decreciente. La siguiente tabla ofrece la solución de Menger a la paradoja:

Figura 5.4

Tabla de Menger

Clases de bienes

U I II III IV V VI VII VIII IX X


T 10 9 8 7 6 5 4 3 2 1
I 9 8 7 6 5 4 3 2 1
L 8 7 6 5 4 3 2 1 0
I 7 6 5 4 3 2 1 0
DM 6 5 4 3 2 1 0
AA 5 4 3 2 1 0
DR 4 3 2 1 0
G 3 2 1 0
I 2 1 0
N 1 0
A 0
L

87
La utilidad total es la suma de los “útiles” o grados de satisfacción o felicidad que le reporta
a un individuo el consumo de una cesta de bienes; utilidad marginal o final es la que
proporcionaría la última dosis del bien consumido. “Cada porción de riqueza está en
conexión con una porción correspondiente de felicidad”.

Dividiendo la utilidad de un bien entre su precio obtenemos la utilidad ponderada.

UMx / Px ; UMy / Py

Donde,

UMx = Utilidad marginal del bien X; Px = Precio del bien X

UMy = Utilidad marginal del bien Y; Py = Precio del bien Y

Ahora bien, las utilidades marginales se nivelan con los precios, sujetas a una restricción
presupuestaria. Esto significa que el consumidor buscará alcanzar la máxima utilidad (total)
posible (dada la suma de sus utilidades ponderadas) de acuerdo a su presupuesto. En otras
palabras, el objetivo de un consumidor racional es maximizar la utilidad total al gastar su
ingreso.

Por tanto, se deben cumplir las siguientes condiciones:

UMx / Px = UMy / Py Sujeto a PxQx + PyQy = M; donde M es el presupuesto monetario o


cantidad de dinero a gastar.

Ejemplo. Un individuo tiene 12 pesos y los va a gastar en comprar cierta cantidad (Q) de
los bienes X (borrador), Y (lápiz), de tal manera que maximice su utilidad.

88
Si Px = 2 y Py = 1, y M = $12 (bajo el supuesto de que todo se gasta), es de suponer que
adquirirá una mayor cantidad del bien Y puesto que su precio es menor comparado con el
bien X, además del supuesto de que el individuo es racional y por tanto busca sacarle el
mejor provecho a su dinero. Sin embargo, para saber qué cantidad exactamente debe
comprar de cada bien, debe ponderar las utilidades marginales de cada bien de tal forma
que alcance la máxima utilidad. La tabla de la figura 5.5 muestra las opciones de utilidad
marginal y la combinación en la que la utilidad total es mayor:

Figura 5.5

Tabla de utilidad marginal22

Q 1 2 3 4 5 6 7 8
UMx 16 14 12 10 8 6 4 2
UMy 11 10 9 8 7 6 5 4

El individuo puede hacer varias combinaciones en cuanto a la cantidad de borradores y


lápices a comprar. Sin embargo, sólo en la combinación de 3 borradores y 6 lápices,
maximiza su utilidad.

UMx / Px = UMy / Py Sujeto a PxQx + PyQy = M

Utilidad ponderada = 12 / $2 = 6 / $1 = 6 $2(3) + $1(6) = $12

La utilidad total al sumar: 16+14+12+11+10+9+8+7+6 = 93 útiles. Por tanto, la cantidad de


borradores y lápices que maximizan la utilidad del individuo es 3 y 6, respectivamente.

Es decir, la utilidad marginal del último peso gastado en borradores (6 útiles) es igual a la
utilidad marginal del último peso gastado en lápices, y la cantidad de dinero gastado en

22 Tabla tomada del texto Teoría y Problemas de Microeconomía D. Salvatore, p. 62.

89
borradores ($6) más la cantidad de dinero gastado en lápices ($6) es exactamente igual a los
12 pesos del individuo.

Por tanto, el último peso gastado en borradores debe tener la misma utilidad que el último
peso gastado en lápices. La Segunda Ley de Gossen lo formularía así: el consumidor gasta
de tal forma que el último peso gastado en cualquier bien final tiene la misma utilidad
marginal que el peso gastado en cualquier otro. Los cocientes de estas utilidades marginales
y los precios serán iguales a la utilidad marginal del dinero y por tanto revelarán el valor de
ésta. La utilidad marginal del dinero es la utilidad generada por el último peso de renta.

Si el individuo del ejemplo decide gastar su ingreso ($12) en cualquier otra forma, la
utilidad total sería menor. En cualquier otra combinación la utilidad total siempre será
menor a 93 útiles.

Ahora bien, si la utilidad es el placer o felicidad o bienestar esperado ¿es posible medir la
utilidad? ¿Con qué patrón se puede medir una variable psicológica?

5.3 Utilidad marginal

Los partidarios de la utilidad cardinal dicen que sí se puede medir esa felicidad o bienestar
mediante una unidad de medida, en este caso “útiles” (grados de utilidad) que se asignan a
cada mercancía. (Ejemplo: naranja= 5 útiles; manzana= 6 útiles). Los partidarios de la
utilidad ordinal (W. Pareto) afirman que no se pude medir pero que si se pueden ordenar
jerárquicamente la utilidades provenientes de diferentes bienes (saber si, por ejemplo, la
utilidad de una naranja es menor que, igual que, o mayor que la utilidad de una manzana)23.

La utilidad total para n unidades de mercancías es la satisfacción total que se deriva de ´n´
unidades y la utilidades marginal de la unidad ´n es la utilidad adicional que se obtiene de
consumir la unidad ´n´.

23Varian ( ) expone la argumentación a favor de la utilidad ordinal , desecha que la utilidad se pueda
medir y señala que lo que se pueden identificar son las preferencias del consumidor ( )

90
Figura 5.6

Utilidad total y marginal

Número de manzanas Utilidad total Utilidad marginal


0 0
1 20 20
2 35 15
3 45 10
4 50 5
5 53 3
6 55 2
7 56 1
8 56 0
9 55 -1
10 53 -2

Conforme se consumen más manzanas aumenta la utilidad total pero disminuye al mismo
tiempo la utilidad marginal. Hasta el consumo de la manzana 7, el individuo queda saciado
de manzanas, comer una más ya no le reportará alguna utilidad marginal, incluso esta
última es negativa después de cierto límite en el consumo de manzanas. La 1ra. Ley de
Gossen afirma que “cada acto sucesivo de consumir produce un placer cada vez menor
hasta llegar a la saciedad”.

91
Figura 5. 7

Utilidad total y utilidad marginal


decreciente
60 55 56 56 55
53 53
50
45
45
Unidades de utilidad

35

30
20
15
15 10
5
3 2 1 0 -1 -2
0

-15
Utilidad total Utilidad marginal

¿Qué implicaciones teóricas tiene el planteamiento de la utilidad marginal?

Jevons formula una teoría del intercambio a partir de la maximización de la utilidad


(Ejemplo del maíz y la carne) y define a la economía como el estudio de las relaciones de
intercambio mediante las cuales individuos racionales maximizan su utilidad al llevar a
cabo la asignación de un stock de bienes entre diferentes usos, en el intercambio con otros
individuos, así como en la producción de bienes. En un sentido similar Menger considera
que la base del intercambio es la diferencia de las valuaciones subjetivas respecto a los

92
bienes. Jevons también intentó formular una teoría del salario basada en la idea de la
utilidad marginal: la oferta de trabajo concebida como un intercambio entre utilidad/no
utilidad (placer/displacer o ganancia/dolor).24

Otra interesante implicación es la relativa a la utilidad marginal del dinero y la


redistribución de la riqueza. La discusión que tuvo lugar en el seno de la corriente
marginalista en principio tiene que ver con las comparaciones interpersonales sobre la
utilidad del dinero entre pobres y ricos. El punto a debate es por demás interesante aunque
parezca meramente especulativo, además de que tiene serias implicaciones en materia de
política económica: a medida que los individuos tienen más/menos dinero (son más ricos/
más pobres) ¿disminuye/aumenta el efecto marginal del dinero sobre la felicidad del
individuo? Si se redistribuye la riqueza a favor de los pobres, la pérdida de felicidad que
padecen los ricos se compensa por el aumento de felicidad que gozan los pobres? Adoptar
una opinión en el sentido de que las comparaciones interpersonales respecto a la utilidad
del dinero no son válidas conlleva a negar -desde la perspectiva utilitarista- las políticas de
redistribución del ingreso. Pigou25, en 1920 publicó The Economics of Welfare y en esa
obra sostuvo que siempre y cuando la política redistributiva no redujera la cantidad de
riqueza total, la suma total de felicidad-satisfacción proporcionada por el sistema se
incrementaba. En su opinión la utilidad marginal del dinero disminuye al aumentar su
cantidad de modo tal que la insatisfacción que al rico le causa deshacerse de un peso, un
dólar, una libra, etcétera, es menor que la satisfacción que esa unidad adicional de dinero le
causa al pobre. Este argumento constituyó un importante elemento teórico a favor de las
políticas redistributiva que distinguieron al estado del bienestar (ver más adelante capítulo
8) (Galbraith: 241-243)

24 Jevons, astrónomo y químico, estudió también temas como las apuestas y la toma de decisiones no
racionales. Llama la atención su intento de establecer una relación entre las crisis económicas y los ciclos de
la actividad solar. También formuló el planteamiento de que a nivel agregado una mayor racionalidad
energética no implica un menor consumo total sino uno mayor, cuestión de suma actualidad para la economía
ambiental. En una contundente declaración positivista él afirmó: “La economía, si en absoluto ha de ser una
ciencia, deberá ser una ciencia matemática” (citado por Galbraith: 147)
25 Pigou fue heredero de la cátedra de Marshall (ver capítulo 6), profesor y promotor de Keynes en dicha
Universidad. Su teoría del desempleo fue objeto central de la crítica keynesiana a la tradición clásica-
neoclásica.

93
5.4 Preferencia del consumidor y elección racional

Los individuos en cuanto consumidores que actúan racionalmente demandan cierta cantidad
de bienes que le reportan una determinada satisfacción. En este apartado se presentan
algunos axiomas que buscan explicar cómo los individuos eligen los bienes que consumen.

Aparte de un homo economicus racional se parte del supuesto de que los consumidores
buscan maximizar su utilidad en función de la satisfacción que les reporte una canasta o
cesta de bienes en particular. Una cesta sería por ejemplo una hamburguesa y un refresco y
se simboliza así: (X1, X2) ; si el consumidor debe elegir entre dos cestas de bienes (X1, X2)
y (Y1, Y2) lo hace a partir de la preferencia que tiene con respecto a la utilidad que le
reportan las diferentes cestas de bienes.

Cuando un consumidor elige una cesta de bienes sobre otra, se utiliza el símbolo >, para
decir que una cesta se prefiere estrictamente a otra..(X1, X2) > (Y1, Y2)

Si al consumidor le resulta indiferente elegir una u otra, entonces se utiliza el símbolo ~,


para decir que cualquiera de las dos satisfaría igualmente al consumidor. (X1, X2) ~ (Y1,
Y2).

Si un consumidor prefiere una de las dos cestas o es indiferente entre ellas, entonces se dice
que prefiere débilmente la cesta (X1, X2) a la (Y1, Y2), y se escribe así: (X1, X2) ≥ (Y1, Y2).

Existen tres axiomas sobre las preferencias del consumidor:

1. Completas. Es posible comparar dos cestas cualesquiera. A = (X1, X2) ; B = (Y1, Y2).

2. Reflexivas. Cualquier cesta es al menos tan buena como ella misma.

(X1 , X2) ≥ (Y1 , Y2).

3. Transitivas. Si un consumidor declara que prefiere A a B y que prefiere B a C,


también debe declarar que prefiere A a C. A > B, B > C, entonces A > C.

94
Ahora bien, las preferencias de un consumidor se pueden ordenar mediante un mapa gráfico
de curvas de indiferencia. Se llama así porque cualquier punto sobre la curva, le reporta al
consumidor el mismo nivel de utilidad. En este sentido, una curva de indiferencia más
lejana al origen le reportará mayor utilidad que la anterior. Sin embargo, cabe señalar que
todo consumidor tiene una restricción presupuestaria, es decir, un límite para gastar. Por lo
que la cesta de consumo óptima será aquella en que la curva de indiferencia haga tangencia
con la recta presupuestal, matemáticamente.

Figura 5.8

Mapa de curvas de indiferencia

Hamburguesa

Curvas de indiferencia

Cesta óptima de hamburguesa y refresco

Recta presupuestal

Refresco

95
5.5 La productividad marginal

Una de las aplicaciones más importantes del principio marginalista se encuentra en la teoría
de la productividad marginal que formularon inicialmente Jevons y Menger y que será
desarrollada por la segunda generación de marginalistas (Wieser, Wicksteed, Clark).

Jevons y Menger habían invertido la relación causal entre los precios de los factores de
producción y los precios de los bienes finales, afirmando que aquellos no son los
determinantes de éstos sino determinados por éstos; es decir, los precios de los factores de
producción dependen de la utilidad marginal de los bienes finales que ayudan a producir.
Su precio es resultado de una imputación.

El punto de partida de la productividad marginal es la idea de los rendimientos decrecientes


que se expone en la siguiente

Figura 5.9

Función de Producción

Trabajo Producto Producto Producto


total Medio marginal
1 3 3 3
2 7 3.5 4
3 12 4 5
4 16 4 4
5 19 3.8 3
6 21 3.5 2
7 22 3.14 1
8 22 2.75 0
9 21 2.33 -1
10 15 1.5 -6

96
Los datos supra nos permiten elaborar la gráfica de la siguiente

Figura 5.10

La teoría de la productividad marginal desarrollada por los marginalistas de segunda


generación, afirma que el precio de un factor de producción es igual a su productividad
marginal en dinero, bajo condiciones de competencia perfecta y suponiendo una función de
producción donde uno de los factores es fijo y el otro variable.

La teoría de la distribución basada en la productividad marginal postula la competencia


perfecta como mecanismo óptimo de asignación de recursos: lo único que impide que cada
factor sea retribuido de acuerdo a su productividad marginal son los monopolios y otras
limitaciones a la competencia, como sería la injerencia del estado y la acción sindical. De
acuerdo a Wicksteed ( ) la teoría de la productividad marginal constituye una respuesta
unificadora a las interrogantes sobre los determinantes de las retribuciones a los factores de
producción. Cada factor (capital, trabajo y tierra) recibe lo que aporta al producto social.
No existen explicaciones diversas y propias a cada factor al estilo de las respuestas

97
ofrecidas por la escuela clásica. Tampoco hay explotación del trabajador ni apropiación
inequitativa de la riqueza, según lo afirman los postulados ricardianos y marxistas.

Llevado el enfoque de la productividad marginal al campo del funcionamiento del mercado


laboral y los ingresos del trabajo, no existe razón para suponer que la productividad
marginal del trabajo, o sea el salario, deba ser igual al nivel de subsistencia como lo hacía
la escuela clásica. Al mismo tiempo, el desempleo deja de ser resultado de la acumulación y
el ciclo general de los negocios, para ser resultado del hecho de que los salarios están
ubicados en un nivel general por encima de su aportación al producto marginal. De eso
modo, a fin de que el desempleo vuelva a sus niveles friccionales (tasa natural de
desempleo) se requiere que los salarios desciendan hasta encontrar el punto de equilibrio
con su productividad marginal.

5.6 Costo de oportunidad

Para concluir con esta revisión del enfoque marginalista, este apartado aborda el concepto
de costo de oportunidad, formulado por Wieser, también austríaco y primero por cierto en
usar el concepto de utilidad marginal.

En economía existe una relación fundamental entre escasez y necesidad. Dada la existencia
de recursos escasos, la producción o el consumo de ´X´ bien implica sacrificar la
producción o el consumo de otros bienes. “en una economía con recursos escasos, el
verdadero sacrificio que entraña la producción (consumo) de algo lo constituyen las otras
cosas que podrían haberse producido (consumido); … si todos los factores de producción
(bienes) son escasos en la oferta respecto a la demanda de ellos, el coste de utilizar una
unidad cualquiera de factores (bienes) en la producción (consumo) de una mercancía, la
utilidad marginal de las otras mercancías que se dejan de producir (consumir) es su coste de
oportunidad” (Zurita, )

98
El coste de producción se convierte así en un coste de oportunidad, representado por el
sacrificio de la utilidad de aquellos otros bienes que se podrían haber obtenido con los
recursos utilizados para producir el bien en cuestión. Imputación y coste de oportunidad son
los pilares sobre los que se monta aquí la teoría de la producción y dado que aquello que
para los empresarios representa un coste es un ingreso para los propietarios de los factores
de producción, la teoría de la distribución se deducirá como una mera extensión del
principio marginalista.

Cabe acotar por último que a nivel microeconómico la teoría de la productividad marginal
tiene implicaciones y aplicaciones fundamentales para la teoría de la empresa y el uso de
los factores de producción

• Puntos para reflexionar y profundizar:

✓ Considerar el enfoque marginalista como un ejemplo de las rupturas paradigmáticas


en la ciencia.

✓ Discutir la noción de homo economicus como un ente racional, hedonista e


informado.

✓ Discutir: ¿son compatibles las sensaciones o expectativas de utilidad entre las


personas –llamadas comparaciones interpersonales de utilidad? Asimismo, una
misma persona ¿es capaz de comparar las utilidades marginales que estima le
proporcionarán distintos bienes?

99
Capítulo 6

Alfred Marshall y la síntesis neoclásica

1. Principles of Economics; 2. El Excedente del Consumidor; 3. La teoría de “las


tijeras”; 4. La teoría de la Distribución; 5. Elasticidades precio de la demanda; 6.
Equilibrio parcial; 7. Equilibrio general; 8. Competencia imperfecta.

6.1 Principles of Economics

Es el título de la obra principal del inglés Alfred Marshall, publicada por vez primera en
1890, considerada la más importante y completa de la escuela neoclásica así como una de
las más destacadas en la historia del pensamiento económico. Marshall, exponente número
uno del neoclasicismo, retoma la herramienta básica del análisis marginal, pero la
incorpora en un método más amplio que reconoce la complejidad de la realidad a estudiar
(interdependencia de variables), que enfatiza la necesidad de abordar el estudio de esta
realidad “paso a paso”, mediante supuestos de variables que permanecen constantes
(Ceteris Paribus)26, y que incorpora también en la formulación teórica, por vez primera y
de manera por demás fructífera, la dimensión temporal.

En la teoría del valor y la distribución la obra de Marshall combina la tradición clásica de


poner énfasis en la oferta y la producción, con la postura marginalista a favor de privilegiar
la demanda y el consumo. Las páginas de Principles of Economics también destacan por el
estudio de la demanda y de sus diferentes variaciones al cambiar los precios de las
mercancías y los ingresos de las personas. Asimismo, establece algunos de los fundamentos
de la llamada economía industrial y es reconocido por su modelo parcial de equilibrio.

26 Ceteris Paribus es una expresión latina que significa “lo demás permanece constante” y constituye un
principio metodológico al que recurre el análisis económico para indicar que se supone que variables que
puedan afectar a un fenómeno determinado permanecen constantes, a excepción de aquella(s) que se pretende
estimar su efecto. Ver más adelante 6.6 y 6.7.

100
6.2 El excedente del consumidor

Una aplicación del principio marginalista por parte de Marshall es el concepto de excedente
del consumidor. La idea general se puede expresar del siguiente modo: el precio que una
persona paga por un bien nunca es mayor, y pocas veces es igual, al precio que esa persona
estaría dispuesta a pagar por dicho bien, en vez de prescindir de él. Si el precio de un bien
mide la última porción de utilidad del bien, eso significa que las porciones precedentes le
cuestan al consumidor menos dinero del que hubiera estado dispuesto a pagar.

Ejemplo: al precio de $20 un consumidor solo demanda una unidad del bien, al de $15 dos
unidades, al de $10 tres unidades, al de $5 cuatro unidades y al de $ 2.50 ocho unidades. En
un momento dado el precio del bien es de $ 2.50 y el consumidor compra 4 unidades del
bien. La utilidad total es de $52.50 – 10 = $42.50.

El excedente del consumidor es un concepto punto de partida para la llamada economía del
bienestar que se formula en el siglo XX27.

6.3 La “Teoría de las Tijeras”

En relación al debate en torno al valor económico de los bienes Marshall adopta una
postura en apariencia ecléctica. Frente a los respectivos enfoques unilaterales de clásicos y
marginalistas, los primeros centrados en la oferta y considerando como dada a la demanda,
los segundos enfocados en la demanda y considerando como dada a la oferta, Marshall
considera que no es sólo el costo de producción lo que determina el precio o valor de un
bien, ni tampoco exclusivamente su utilidad para el consumidor. El precio es resultado de
una combinación variable de ambos factores: el precio es resultado del corte de ambas
hojas de las tijeras. Del lado de la demanda es la utilidad marginal. Del lado de la oferta son
el esfuerzo y sacrificio marginales.

27 Se trata

101
La manera como oferta y demanda determinan vis a vis el valor de los bienes está en
conexión con la dimensión temporal. El precio es fijado tanto por las condiciones de
producción como por las necesidades individuales de satisfactores, pero las diferentes
escalas de tiempo determinan la ponderación de unas y otras en la determinación del precio.

Cuando se considera el juego de la oferta y demanda en el lapso más breve, llamado


tiempo de mercado, el precio se fija por las variaciones en la demanda dado que no puede
haber en dicho lapso variaciones en la oferta por la incapacidad de las empresas de ajustar
sus niveles de producción. Esta es fija, inelástica, debido a la restricción del tiempo.
Gráficamente la curva de oferta se representa como una recta vertical (ver figura 6.1).

Figura 6.1

Fijación del precio en tiempo de mercado

P O

En el tiempo llamado de corto plazo la oferta ya puede reaccionar ante las condiciones del
mercado. En este período los costos primarios o variables de las empresas se modifican
(insumos y salarios) mientras que los costos fijos (sueldos, depreciación) se mantienen
constantes. La curva de la oferta adquiere elasticidad frente a las variaciones de precios y se

102
representa gráficamente con pendiente positiva. En este caso tanto oferta como demanda
determinan el precio.

Figura 6.2

Fijación del precio en el corto plazo

Por último está el tiempo de largo plazo, en el que la empresa puede modificar sus costos
fijos como variables (de hecho todos son variables) con lo cual la oferta es perfectamente
elástica, representándose gráficamente como una recta horizontal. En este caso el único
determinante del precio son los costos de producción.

103
Figura 6.3

Fijación del precio en el largo plazo

En resumen: mientras más breve sea el lapso de referencia mayor la influencia de la


demanda sobre el precio, y mientras más largo sea el tiempo considerado, mayor la
influencia de la oferta. En el tiempo de mercado la postura de Marshall coincide con la de
los marginalistas, en el largo plazo coincide con la de los clásicos y en el corto plazo afirma
que ambos tendrían razón.

6.4 La Teoría de la Distribución

De manera similar encara Marshall la cuestión de la relación causal entre precios de los
factores y distribución de los ingresos. Recordemos que la Economía Política afirmaba que
el costo de los factores de producción determinaba los precios, mientras que los
marginalistas afirmaban que los precios determinan el pago a los factores de producción.
Marshall considera que dado que el tiempo influye considerablemente en la elasticidad de
la oferta de los factores tierra, capital y trabajo, la relación va del costo de los factores al
precio de los bienes conforme es mayor el tiempo. Por el contrario entre menor es el lapso
considerado, lo determinante es el precio y lo determinado son los costos.

104
Veamos el caso de la renta del suelo. Cuando David Ricardo analizó el tema consideró que
la oferta de tierra era perfectamente inelástica. La renta está determinada por el costo del
factor. Un costo alto –precio alto del trigo- determina un ingreso alto para el terrateniente.

En Marshall la cuestión es más compleja ya que distingue en principio la visión individual


y la agregada: desde el punto de vista individual la renta es un coste de producción y es
determinante del precio, pero desde la perspectiva del conjunto de la economía, la renta está
determinada por el precio y no constituye ningún costo. Incluso en algunas circunstancias la
renta es determinante del precio a nivel agregado, como ocurre cuando en procesos de
colonización tiene lugar un incremento del precio de la tierra.

Tal apreciación de un bien cuya oferta está en expansión, obedece al precio de oferta que
conlleva una remuneración a fin de estimular a las personas a llevar a cabo las difíciles
tareas de colonizar. En este caso los precios crecientes de las tierras, iguales al valor
capitalizado de las crecientes rentas es un coste social. La renta determina al precio. Pero
cuando la frontera agrícola no se puede expandir más, la curva de oferta de la tierra es
perfectamente inelástica y por tanto la renta está determinada por el precio.

Así también ocurre en el caso de los salarios. Al ser inelástica la oferta de trabajo en el muy
corto y corto plazos, los salarios están determinados por el precio. Pero al ir ganando
elasticidad en el largo plazo los salarios son determinantes del precio. Lo mismo tiene lugar
en el caso de los beneficios: en el corto plazo están determinados por el precio y en el largo
plazo determinan al precio.

“Si la oferta de factores de producción es fija, el rendimiento de cualquiera factor es una


cuasi renta y los precios de los factores son determinados por el precio. El rendimiento de
los factores depende considerablemente del nivel de demanda. A largo plazo, la oferta de
factores no es fija y los precios de equilibrios a largo plazo de los bienes finales deben ser
suficientes para pagar todos los costos socialmente necesarios en los que se incurre en la
producción. Los pagos a los factores…son determinantes del precio y el análisis de los
precios finales debe prestar atención al papel de la oferta” (Brue y Grant, 2009: 296).

105
6.5 Elasticidades de la demanda

Marshall estudia la elasticidad ingreso y la elasticidad precio de la demanda, es decir


analiza las variaciones ocurridas en esta última, de acuerdo a: 1) las modificaciones en el
ingreso del consumidor (elasticidad ingreso de la demanda)2) en el precio del bien
demandado (elasticidad precio de la demanda), así como 3) en el precio de bienes sustitutos
y complementarios (elasticidad cruzada de dos bienes).

Las fórmulas correspondientes son: (1) Eid=Var.%Q/Var%I ; (2) Epd= Var.%Q/Var%P; (3)
Ecd= Var%Q2/Var%P1. (Coeficiente de elasticidad de demanda= ΔQ/Q/ΔP/P)

Cuando la elasticidad es mayor que uno se dice que el bien es elástico. Cuando la
elasticidad es menor que uno, el bien se denomina inelástico. Cuando la elasticidad es igual
a uno se dice que la elasticidad es unitaria.

En cuanto al comportamiento de la demanda con respecto al ingreso de las personas/


familias, Marshall parte del principio general de que conforme éste aumenta, se incrementa
también su demanda pero no de todos los bienes por igual (Ley de Engel) 28. Los bienes de
elasticidad-ingreso menor a uno, es decir aquellos cuya demanda crece proporcionalmente
menos que el ingreso, se denominan bienes inferiores o normales. Es el caso de la
alimentación y la habitación, por ejemplo. Los bienes con elasticidad mayor que uno son
llamados bienes superiores, tales como el transporte, la ropa, el esparcimiento. Las gráficas
de la figura 6.4 muestran estos dos comportamientos.

28 Esta ley también es válida para países. La teoría de la Comisión Económica Para América Latina
(CEPAL) de los años cuarenta-cincuenta del siglo XX en torno a la ruptura de la primera división
internacional del trabajo centro-periferia, se sustentó, en parte, en el planteamiento de que al elevarse el nivel
de ingreso de los países centrales disminuía relativamente su demanda de bienes primarios, particularmente de
alimentos lo cual “deterioró los términos de intercambio” en perjuicio de la periferia.

106
Figura 6.4

Elasticidad Ingreso-Gasto

Elástica Inelástica

I I

Q Q

Una curva de demanda es elástica (“flexible”) cuando el efecto que un cambio en el ingreso
ejerce sobre la cantidad es grande. Es inelástica (“rígida) cuando el efecto de dicho cambio
es pequeño.

En la elasticidad demanda-precio se encuentran bienes con elasticidad mayor a uno,


unitarios e inelásticos, dependiendo de si al variar su precio, la demanda de los mismos se
modifica, respectivamente, en mayor, igual o menor proporción. Las gráficas de la figura
6.5 representan los tres casos:

107
Figura 6.5

Elasticidad precio de la demanda

Elástica Unitaria

P P

Q Inelástica Q
P

El concepto de elasticidad cruzada se refiere al comportamiento de la demanda de ciertos


bienes al modificarse los precios de otros bienes. Se distinguen los bienes sustitutos
(ejemplo: tortilla-pan), los complementarios (ejemplo: autos-gasolina) y los independientes
(ejemplo: avena-ventanas).

La figura 6.6 representa las relaciones en el comportamiento de la demanda en los bienes


sustitutos y complementarios.

108
Figura 6.6

Bienes sustitutos

P P

Q Q

Bienes complementarios

P P

Q Q

Los bienes sustitutos presentan elasticidad-cruzada positiva ya que cuando el precio de uno
de los bienes sube, la demanda del otro bien aumenta. Los bienes complementarios tienen
elasticidad negativa pues cuando el precio de un bien sube, la demanda del otro bien
(también) baja. Los bienes que son independientes tienen elasticidad cruzada igual a cero.

109
6.6 Equilibrios parcial y general

A partir del análisis de los precios de equilibrio y del postulado metodológico del Ceteris
Paribus, la escuela neoclásica se planteó el análisis de los mercados, industrias,
consumidores, empresas, asalariados, todo ello haciendo abstracción en principio del “todo
económico” y de la compleja red de interrelaciones que lo constituyen. Marshall lo
explicaba así: “…cuando empezamos aislando las relaciones primarias, de la oferta, la
demanda o el precio de un determinado bien, anulamos la acción de todas las demás fuerzas
con la frase ´suponiendo que todo lo demás permanece constante´. De ningún modo
creemos que realmente no varíen, pero de momento prescindimos de su
actividad” (Newman: 355).

Los modelos de equilibrio parcial son de naturaleza microeconómica pues se trata del
análisis de un mercado específico, de industrias determinadas, del precio de un cierto bien,
etcétera; por ejemplo: ¿de qué manera se modifica el gasto de los consumidores al subir el
precio del frijol negro, considerando que el precio del frijol bayo, del haba así como el de la
demás canasta de bienes que suelen adquirir los consumidores no varía, que tampoco se
modifica su ingreso y que los demás elementos de la economía no se modifican? En otras
palabras: ¿cómo se reestablece el equilibrio de la demanda de frijol negro con el nuevo
precio? Otro ejemplo similar en el que se pone en juego el concepto de bienes sustitutos,
podría ser el siguiente: dada una baja en los costos de producción de frijol negro ¿cómo se
modifican los precios de equilibrio en el sector productor de frijol bayo y de haba? Aquí el
modelo de equilibrio parcial se vuelve más complejo, con tres variables operando
simultáneamente.

Consideremos el problema gráficamente considerando solo dos incógnitas: los precios de


equilibrio del frijol negro (Fn) y frijol bayo (Fb).

110
Figura 6.

El par de gráficas indican lo siguiente:

a) al bajar los costos de producción de la industria Fn, la curva de su oferta se desplaza


hacia afuera, de O a O1, y el punto de intersección con la curva de demanda – precio de
equilibrio- desciende al pasar de P1 a P2, al tiempo que la demanda del bien Fb aumentó de
Q a Q1;

b) al bajar el precio del bien Fn, disminuye la demanda del bien Fb, de D a D1, y
disminuye a su vez su precio, de P a P1;

c) al descender el precio de equilibrio de Fb disminuye la demanda del bien Fn, de D1 a


D2, y por tanto desciende también su precio, de P2 a P3;

d) al bajar el precio de Fn disminuye la demanda de Fb de D1 a D2 y también su precio de


equilibrio de P1 a P2; d) lo anterior nuevamente repercute en una baja en la demanda y
precio de equilibrio de Fn;

e) y así sucesivamente hasta que el equilibrio entre ambas industrias se reestablece en un


nuevo nivel que es resultado de un proceso de ajustes sucesivos protagonizados por la
oferta y demanda de ambas industrias, en una serie de repercusiones mutuas y de sucesivos
efectos decrecientes.

111
Si a este ejercicio le agregáramos el comportamiento del precio del haba, el análisis de
equilibrio parcial se tornaría más complicado y su representación gráfica se cargaría de
líneas y puntos. El análisis se complicaría sucesivamente conforme se fueran incorporando
otras variables y se tornara progresivamente “menos parcial” y tendiera a ser “más
general”. El lenguaje matemático, en cambio, permite una formalización sistemática y
coherente del planteamiento (ver Anexo 5.1).

La cuestión del equilibrio general de un sistema económico basado en agentes o actores


independientes que actúan por voluntad propia buscando la maximización de sus recursos
es el siguiente paso teórico de este enfoque y lo lleva a cabo Walras.(ver capítulo 5) quien
analizó las relaciones entre mercados en una situación de competencia perfecta. Definió a
ésta “como una situación en la cual todos los agentes tienen perfecto conocimiento de las
condiciones de la demanda y la oferta”, y encontró la solución a un conjunto de ecuaciones
simultáneas que representaban a la economía en su conjunto. Basó el valor de cambio en la
utilidad así como en la limitación, escasez, de la cantidad del bien. Matemáticamente
describe la derivada de la utilidad efectiva con relación a la cantidad efectiva, y al igualar
las utilidades marginales (de acuerdo con la segunda ley de Gossen, ver capítulo 2) esto
conducirá al cambio (Roll, 1942: 385).

Al igual que Marshall, Walras considera que el equilibrio se logrará cuando el precio sea tal
que iguale la oferta y la demanda. Para que este mecanismo se lleve a cabo en un nivel
general, argumenta que existe un “precio pregonado”, llamado así porque se grita o
pregona, y debido a la competencia, este precio se pregonará hasta que pueda igualarse la
oferta y la demanda. Otro recurso de Walras para llegar al equilibrio general es considerar
que existe un numerario, pero no de dinero sino de una mercancía que se utiliza únicamente
como patrón de cuenta y facilita los intercambios (no hay crédito ni atesoramiento). Al final
se establecen las funciones de oferta y demanda, con el mismo número de ecuaciones que
de incógnitas (Roll, 1942:286-287). (Ver Recuadro).

En Walras se encuentran los elementos que conforman el núcleo duro de la economía


neoclásica: una idealización del capitalismo en la que el orden caótico que lo constituye se

112
convierte en un equilibrio; una reducción de todo lo económico y del “todo económico” a la
atomización de las decisiones y los actos individuales; una elevación a norma teórica
absoluta del principio de escasez y de rendimientos decrecientes; la inclusión en el costo de
producción de la tasa normal de beneficio o ganancia; la concepción de la dinámica
económica como la de un cuerpo físico en un “equilibrio en movimiento” que
automáticamente se reestablece; la idea de que los agentes económicos son llevados a
actuar únicamente cuando el equilibrio ha sido alcanzado; la afirmación de que el sistema
alcanza autónomamente el pleno empleo de sus recursos, y, por último; la noción de que las
empresas son tomadoras pasivas de precios (Shaikh, 2015: 343).

El nivel de abstracción con el que los modelos de equilibrio general formulan la cuestión
del sistema económico, es por demás elevado y con supuestos irreales: todos y cada uno de
los agentes económicos operan como maximizadores de recursos y beneficios, es decir se
encuentran “en equilibrio”. Asimismo, existe solo un numerario que sirve como unidad de
cuenta y medio de intercambio, a la vez que el proceso de formación de los precios de
equilibrio de cada bien requiere de la existencia de un duendecillo extraño: un “pregonero”
o “pujador” que anuncia o informa de los precios a los agentes económicos. Los críticos
han descrito esos modelos, con razón, como “la perfecta mecánica celeste de un mundo
inexistente” y enfatizan la imposibilidad de que en el mundo real los agentes sean capaces
de conocer y computar todas las variables involucradas en el ámbito de su actividad
económica (Landreth y Colander).

No obstante, el problema de fondo que se plantea por esta teoría abstracta y formalizada es
el siguiente: ¿cómo es que el equilibrio maximizador de todos y cada uno de los agentes
hace posible el equilibrio de todo el sistema? Esa interrogante retrotrae a la cuestión de la
noción de sistema económico. Recordemos que La Tabla Económica de Quesnay fue la
primera representación gráfica – “modelo”- de dicho sistema. También en la economía
clásica y marxista la noción de sistema económico está presente en las teorías sobre la
acumulación de capital y las respectivas visiones -de Smith, Ricardo y Marx- sobre el
futuro del capitalismo. En Marx los esquemas de la reproducción y los distintos ciclos –

113
mercantil, productivo y dinerario- del capital son una representación explícita de esta idea
de sistema.

Los modelos de equilibrio general plantean en cambio, desde un punto de partida


microeconómico, la reconstrucción de una visión macroeconómica, tratando de demostrar
la interdependencia de todas las variables constitutivas de un sistema en el que ninguna
variable es la determinante de las demás, sino que todas y cada una depende de la totalidad
interdependiente de las variables. En el sistema walrasiano las incógnitas determinadas por
el mercado son: 1) precios de bienes finales; 2) precios de los factores de producción; 3)
Cantidades de bienes ofertados y demandados; 4) Cantidades de los factores de producción
ofertados y demandados. Dado que todos los precios se determinan mutuamente no es
posible establecer una relación causa-efecto en un solo sentido. Los precios de los bienes
finales influyen y están influídos a su vez por los precios de los factores de producción. En
un modelo de equilibrio general “todo depende de todo” (Landreth y Colander: 316).

Cabe resaltar que no obstante su idealización armónica de la realidad y alto nivel de


abstracción, los modelos de equilibrio general sentaron bases a partir de las cuales otros
economistas analizaron las relaciones mutuas entre los sectores productivos de la economía.
Así por ejemplo, el Modelo Insumo-Producto de Wassily Leontief -una herramienta
fundamental de las Cuentas Nacionales- es una matriz que relaciona cada sector de la
economía con los otros sectores que lo proveen de insumos29.

6.7 Competencias perfecta, dinámica e imperfecta

Hubo autores que discreparon en diversos aspectos del método, el lenguaje y el objeto de
estudio establecidos por la tradición neoclásica. Es el caso, en primer término, de la Escuela
Austríaca -fundada por Menger, Wieser, Böhm-Bawerk y a la que luego se incorporarán
Hayek, Von Mises y Kirzner-. En segundo lugar, otra vertiente, más apegada al encuadre

29 Una revisión de las distintas etapas en la elaboración de la teoría del equilibrio general y su aplicación a la
formulación de políticas económicas en Benitez (1998:53-72).

114
teórico dominante, fue la del análisis de los monopolios y el oligopolio, que cuestionó la
pertinencia analítica del supuesto de mercados e industrias en condiciones de competencia
perfecta (“pura”) de pequeñas y medianos empresas en una época que se acentuaba la
realidad de una economía capitalista con presencia dominante de las grandes empresas. Se
ha señalado que hacia fines del siglo XIX e inicios del XX la inexistencia de la
competencia entre pequeños y medianos productores en el mundo real de los negocios era
evidente, limitándose su vigencia a mercados agrícolas (Brue y Grant, : ).

El enfoque de los autores austríacos no ve a la competencia como un estado estático sino


como un proceso dinámico entre las empresas; éstas no son vistas como tomadoras pasivas
de precios; por el contrario, en el análisis económico hay que considerar el importante
papel que tienen los empresarios en el desempeño de las empresas y su papel activo en la
competencia en los mercados - cuestión que de manera embrionaria se aproxima a la teoría
de Schumpeter (ver capítulo 7.3) . Sin embargo todos los integrantes la escuela austríaca
compartían posturas neoclásicas fundamentales como la idea de la empresa al servicio de
los consumidores y cuestionaban todo intervención estatal o injerencia sindical en el
funcionamiento de los mercados.

Pero desde sus inicios, con Menger, esta escuela discrepó del camino de la formalización
matemática seguido por la corriente anglosajona: estimaba que esa era una ruta que alejaba
al pensamiento económico de cuestiones teóricas más amplias e inhabilitaba poder abordar
el estudio de aspectos sociales, institucionales, legales y políticos que influyen
decisivamente en la economía. Estos últimos son elementos que ya la Escuela Histórica
alemana había puesto de relieve y que Veblen desarrollaría e incorporaría como elementos
claves de su teoría, como se verá también en el siguiente capítulo (ver 7.1.)

Mientras la corriente principal permanecía en el mundo de los equilibrios perfectos e


ignoraba con una mezcla de indiferencia y desprecio la postura marxista y el reto que para
el capitalismo implicaba el ejemplo pionero y pujante del socialismo en la Unión de
Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), los economistas austríacos se caracterizaron por
su crítica abierta y radical a la teoría marxista. No solo en temas como la transformación de

115
valores en precios y la formación de una ganancia media, discusión en la que la figura
destacada fue Böhm Bawerk, sino también en cuestiones fundamentales del socialismo
soviético, tales como el ejercicio totalitario del poder, la negación de la libertad de
expresión de los individuos y la planificación central de todas las actividades económicas;
sostenían que, respecto al mercado, las economías centralmente planificadas no eran en
absoluto un mecanismo más eficiente de asignación de los recursos; además el sistema
socialista, al ahogar las libertades individuales, solo podía sustentarse en la dictadura y a la
larga resultaría inviable como sistema económico30. Von Mises y Hayek, en una posición
extremadamente conservadora, consideraban que todo intento por reformar al capitalismo
con sistemas de pensiones, seguros de desempleo, subsidios gubernamentales, planificación
y otras formas de intervención del estado, eran pasos hacia el socialismo que debían ser por
lo mismo rechazados (Galbraith: , Landreth y Colander: , Shaikh: ).

En cuanto al análisis neoclásico de la competencia imperfecta, hay que tener presente que,
en principio, en la tradición clásica los monopolios no tienen cabida en el sistema ni en la
teoría. Simplemente no encuadran en su lógica: ¿en qué momento y por qué medios el
armonioso y equilibrado mercado había engendrado entes empresariales que negaban en la
práctica el principio de la plena competencia? Entre los primeros en señalar este aspecto de
la realidad capitalista se encuentra Marx quien de acuerdo a la “Ley general de la
acumulación” (cap. 4. ), indicó que a la par de una tendencia a la concentración de la
riqueza, existía en el sistema una tendencia a la centralización de los capitales31.
Asimismo, pero desde una perspectiva marginalista Cournot en los años treinta del siglo

30Luego de haber conocido su máxima expansión durante los años setenta del siglo pasado, y haber abarcado
a por ciento de la población mundial con presencia de vastas áreas de Europa, Asia, África el “campo
socialista”, luego de la caída del Muro de Berlín (1989) y de la desintegración de la URSS (1991), se redujo a
dos bolsones geográficamente lejanos uno del otro: Corea del Norte y Cuba, ésta última por cierto iniciando
ya (2016) un camino de retorno al mercado y el capitalismo. El término de “socialismo de mercado” utilizado
para el caso chino es una contradicción conceptual en si misma; hoy día la economía del gigante asiático, no
obstante la fuerte regulación estatal y el control financiero del estado, es fundamentalmente una economía de
mercado y capitalista.
31 Durante las primeras dos décadas del siglo XX la teoría marxista abordó nuevamente el estudio de los
monopolios en el marco del análisis del capital financiero (“fusíón del capital bancario e industrial”) y afirmó
que el capitalismo había arribado a una etapa monopolista.-imperialista. Los autores más relevantes al
respecto son Hilferding ( ), Lenin ( ) y Bujarin ( ). Rosa Luxemburgo ( ) en cambio estudió el
fenómeno del imperialismo desde una perspectiva subconsumista.

116
XIX y luego Edgeworth ( ) y Wicksell ( ) en y habían establecido avances
pioneros en la materia al trabajar con modelos de curvas de demanda que presentaban
elasticidad casi igual a la unidad.

Edward H. Chamberlin, economista estadounidense, con su libro Teoría de la Competencia


Monopolística (1933) y Joan Robinson, británica, con su obra Economía de la
Competencia Imperfecta (1933), de manera independiente cada quien, abordaron de
manera sistemática el papel de los monopolios (un solo vendedor) y del monopsonio (un
solo comprador) en la fijación de los niveles de producción, de demanda y de los precios.
Sus respectivos análisis se encuentran dentro de marcos neoclásicos: marginalismo, método
deductivo, agentes racionales y maximizadores, tendencia al equilibrio (Brue y Grant :321).

Chamberlin sostuvo que tanto la competencia pura como el monopolio (una sola empresa
en el mercado) son situaciones extremas y que en realidad lo que existe es una amplia gama
de situaciones ubicadas entre esos dos polos. En el largo plazo las empresas monopolistas
maximizan utilidades produciendo a un nivel inferior al que imperaría en condiciones de
competencia pura y fijan a su producto un precio mayor al costo marginal y al costo
promedio. Se concluye de su análisis sobre costos e ingresos medios y marginales, que los
monopolios desperdician capacidad instalada y elevan los precios. Son ineficientes y
costosos comparativamente a la competencia perfecta. A diferencia de ésta, sin embargo,
que se distingue por ofertar productos estandarizados, los monopolios presentan la cualidad
de competir mediante la diferenciación del producto, ampliando la variedad de bienes a
disposición del consumidor.

Se ha señalado, sin embargo, ( Brue y Grant ) que debe considerarse, respecto a la


ineficiencia monopólica, que las curvas de costos en el mundo real son muy diversas,
debido a las diferencias en capital fijo y requerimientos tecnológicos de las diferentes
industrias. En el caso de la siderúrgica, cemento, automotriz, aviación, y alimenticia, la
farmacéutica, la biotecnología, por mencionar algunas, ciertamente la competencia perfecta
encarnada por pequeños productores altamente competitivos no daría lugar a costos más

117
bajos ni tampoco a una mayor eficiencia en el uso de los factores32. Las ramas industriales
que requieren grandes costos fijos y que presentan costos marginales pequeños, son
propicias a la formación de monopolio (monopolio natural). La escala mínima eficiente,
determinado por el nivel tecnológico, minimiza los costos medios en relación con el nivel
de demanda. Si la demanda es grande en relación con la escala mínima eficiente, el
mercado tenderá a ser de libre competencia, mientras que si la demanda no es grande en
relación con dicha escala de eficiencia, el mercado tenderá a ser mnopólico. En estas
industrias y otras semejantes lo que existe en realidad es el oligopolio, es decir unas cuantas
empresas de gran tamaño que dominan los respectivos mercados. Cuando se habla de
duopolio es que dos empresas controlan la industria respectiva (Varian ).

Robinson, a su vez, estudió el monopsonio (un solo comprador en el mercado o


varios que actúan como uno solo, sin competir) tanto en los mercados de productos como
en el mercado laboral. Sus conclusiones fueron que el monopsonio comprará menos
unidades de producto que en competencia perfecta y pagará también un precio más bajo
ajustando la cantidad de compras de forma similar a como el monopolio ajusta el nivel de
producción (Brue y Grant, : Varian: 2433) . En el caso del monopolio en un mercado de
factores, como sería el mercado laboral, caso estudiado por Robinson, llega a conclusiones
semejantes: se contratan menos trabajadores que lo que ocurriría si el mercado laboral
estuviera en condiciones de competencia, con lo que se reducen los salarios; en este caso
tiene lugar una explotación del trabajador pues este no recibe en salario una cantidad igual
a su contribución al ingreso marginal. Los salarios monopsónicos son menores que los
salarios en mercados de competencia pura. Chamberlin extendió estas ideas a los mercados
de recursos en general con lo que se estableció que en condiciones de monopsonio todos los
factores son retribuidos por debajo de su aportación marginal al ingreso (Brue y Grant, : ).

32 Durante la experiencia del Gran Salto Adelante en China (1958- ) se planeó hacer de ese país una
potencia siderúrgica produciendo acero masivamente en pequeñas fraguas de talleres, comunas, y hogares. En
su gran mayoría el acero producido fue inservible.
33 A propósito del peso de la ortodoxia, Galbraith toma como ejemplo el texto de Varían indicando que sus
primeras 398 páginas están dedicadas a la competencia perfecta, seguidas por 6 páginas sobre competencia
monopólica y 28 páginas sobre teoría del oligopolio”. El estudio de la competencia imperfecta está “reducido
a un susurro” ( )

118
Anexo 6.1

Equilibrio Parcial

En el equilibrio parcial se analiza un solo mercado:

La ecuación de demanda está en función del precio: Qd = fd (p)

De manera semejante la función de oferta es: Qs = fs (p)

Donde Qd = cantidad demandada de un determinado bien; fd = indica que la cantidad


demandada está en función del precio (p).

Qf = cantidad ofrecida; fs = función que indica la cantidad que se ofrece.

Equilibrio parcial Qd = Qf ; la cantidad demanda es igual a la cantidad ofrecida.

119
Equilibrio General

En equilibrio general se analiza la suma de todas demandas y oferta de mercancía,


es decir, el equilibrio de todos los mercados en su conjunto.

1. Se establecen las ecuaciones de demanda con sus respectivas incógnitas.

Qd1 = fd1 (P1, P2, … Pn, A, M)

Donde Qd1 = cantidad demandada del bien 1; fd1 = indica que la demanda del bien uno está
en función o depende de los elementos que están dentro del paréntesis; P1= precio del bien
uno; P2 = precio del bien 2; Pn = precio del bien n; A = activos físicos; M ingreso monetario.

Qd2 = fd2 (P1, P2, … Pn, A, M)

Qd3 = fd3 (P1, P2, … Pn, A, M)

…..

…..

Qdn = fdn (P1, P2, … Pn, A, M)

Donde Qdn = cantidad demandada del bien n.

∑Fd = expresa la suma de todas las funciones de demanda.

2. Se establecen las ecuaciones de oferta con sus respectivas incógnitas.

Qs1 = fs1(P1, P2, … Pn, A, M)

Donde Qs1 = cantidad ofrecida del bien 1; fs = función de oferta; P1 = precio del bien uno;
P2 = precio del bien 2; A = activos físicos; M = ingreso monetario.

Qs2 = fs2(P1, P2 … Pn, A, M)

120
Qs3 = fs3(P1, P2 … Pn, A, M)

…..

…..

Qsn = fsn(P1, P2 …Pn, A, M)

Donde Qsn = cantidad ofrecida del bien n.

∑Fs = expresa la suma de todas las funciones de oferta.

3. Se iguala las funciones de oferta y demanda para resolver el sistema de ecuaciones


simultáneas y encontrar el equilibrio general de todos los mercados.

Fs1 (P1, P2, … Pn, A, M) = fd1(P1, P2, … Pn, A, M)

Fs2(P1, P2, … Pn, A, M) = fs2(P1, P2, … Pn, A, M)

.….

…..

Fsn(P1, P2, … Pn, A, M) = fdn(P1, P2, … Pn, A, M)

121
• Puntos para reflexionar y profundizar:

✓ Discutir la noción de equilibrio. ¿Es válido como método de análisis? ¿Por qué (si;
no)? ¿Equilibrio significa mantener una posición estática?

✓ Cómo se aplicaría un análisis de equilibrio parcial y uno general al estudiar los


efectos de un tratado de libre comercio entre dos economías?

✓ Ubica y reflexiona las principales analogías terminológicas entre la física y la


economía.

✓ Investiga qué es la “soberanía del consumidor”. ¿Hasta qué punto es o no soberano


el consumidor en una economía de mercado? ¿La soberanía del consumidor es
compatible con el capitalismo?

✓ Discutir en términos de elasticidad-precio de la demanda por qué los gobiernos fijan


por regla general altos impuestos a las bebidas alcohólicas y al tabaco.

122
Capítulo 7

Institucionalismo y Evolucionismo

1. Dos enfoques heterodoxos; 2. Homo economicus: instintos, hábitos y rutinas 3. El


cambio tecnológico ; 4. Schumpeter y “ la destrucciòn creativa”.

7.1 Dos enfoques heterodoxos

En contraposición a los postulados, fundamentos y metodologías del neoclasicismo,


surgieron a fines del siglo XIX y durante la primera mitad del siglo XX los planteamientos
del institucionalismo y del evolucionismo. El primero es formulado por Thorstein Veblen y
el segundo está expuesto en la obra de Joseph A. Schumpeter. Ambas propuestas son
consideradas parte del llamado pensamiento económico heterodoxo34.

Se puede decir, parafraseando a Marx, que la historia de las ideas es la historia de las ideas
dominantes. Por esta razón en otras épocas quizá las teorías de estos dos autores no
hubieran sido incluidas en un texto introductorio al pensamiento económico, ni tampoco
hubieran sido estudiadas en alguna recóndita materia de los planes de estudios de las
licenciaturas en economía. Ante el dominio de los razonamientos y postulados neoclásicos
las ideas de Veblen y Schumpeter, fueron consideradas casi de naturaleza herética y
anecdótica.

Sin embargo, desde las últimas tres décadas del siglo XX tanto el institucionalismo como el
evolucionismo resurgieron y han cobrado una creciente y diversificada importancia en las
ciencias sociales en general y en el campo de la economía en particular, enriqueciéndose
ambos enfoques con nuevas teorías, conceptos y formulaciones y abriendo constantemente
nuevos campos de estudio. Este capítulo, por supuesto, se limita a exponer solamente los

34Entre el institucionalismo y el evolucionismo existen importantes puntos de contacto y convergencia. De


hecho a Veblen también se le considera un evolucionista, como se verá adelante. No obstante el término de
“pensamiento heterodoxo” es probablemente demasiado amplio en la medida que comprende escuelas por
demás disímbolas en la que también entran el marxismo y la escuela austríaca que surge de Menger.

123
planteamientos y conceptos fundacionales de ambas escuelas sin adentrarse en sus
desarrollos recientes35.

Las escuelas o enfoques de corte heterodoxo, que no forman parte del cuerpo teórico
dominante, tienen el mérito de señalar los puntos débiles y las fallas de las teorías
convencionales u ortodoxas y permiten por tanto apreciar y aprehender la realidad de
manera distinta, descubriendo aspectos y hechos que los enfoques previos no permiten
destacar o ni siquiera vislumbrar. En la historia del pensamiento económico las corrientes
teóricas no apegadas al main stream de la época, han jugado un papel muy importante en el
propio avance del cuerpo central de la ciencia económica ( ).

7..2 El homo economicus : instintos, hábitos y rutinas36

La crítica a los supuestos metodológicos de la teoría neoclásica es el punto de partida de la


escuela institucionalista. Thorstein Veblen, estadounidense de familia noruega, fue
precisamente quien acuñó el término de “neoclásica” para definir a la “síntesis
marshalliana” y en el intento por formular una alternativa a la misma, estableció lo que
serían los principios del institucionalismo.

Además de Theory of Leisure Class (1899) y The Theory of Business Enterprise (1904),
sus dos obras más conocidas, los artículos en los que Veblen lleva a cabo la crítica a la
teoría económica son los siguientes: “Why is economics not a Evolutionary
Science?”(1898); “The Pre-conception of Economic Science” (1899-1900); “Profesor
Clark´s Economics” (1908), y; “The Limitations of Marginal Utility” (1909).

La visión de Veblen en estas obras se contrapone a la idea de que la economía es una


disciplina pura, no ´contaminada´ o alterada por lo social, y que por lo tanto su estudio es
posible sin necesidad de un análisis que abarque otras dimensiones y disciplinas sociales.

35 Ver Grandgruber (2012) para un panorama actual de las corrientes neoinstitucionalistas en economía

36 Este apartado y el siguiente reproducen con algunas ampliaciones y exclusiones a Toledo (2013).

124
Aunque crítico de ella (Veblen, 1998: 410), su pensamiento estuvo influido por la Escuela
Histórica alemana, la cual, frente a las propuestas del liberalismo económico, se distinguió
en la segunda mitad del siglo XIX por enfatizar el papel que tenían las particularidades
históricas y sociales en el desempeño económico de los países, señalando en especial para
el caso alemán el importante papel del estado prusiano. Para el historicismo alemán,
opuesto al discurso de leyes eternas e inmutables, las ciencias sociales “versan sobre
hombres que no sólo son conocimiento sino también sentimiento y voluntad” ( Reale y
Antiseri: 406). Un referente de este historicismo alemán que buscaba entender de qué
manera los elementos “del mundo de las ideas” influían en el “mundo de los negocios” es
la obra clásica de sociología de la religión La ética protestante y el espíritu del capitalismo
de Max Weber ( ), la cual abordó la cuestión de la influencia que ejercieron en el
surgimiento del capitalismo en determinadas regiones de Europa tanto la idea luterana de
la vocación del individuo como los valores del protestantismo ascético respecto al trabajo,
la frugalidad y el racionalismo económico.

Veblen tiene una perspectiva holística de la realidad, que pretende el estudio de la economía
como parte de un estudio sobre la sociedad buscando como meta el establecer los principios
de una ciencia social unificada. Su visión es interdisciplinaria pues combina la historia, la
antropología, la sociología y lo que hoy denominamos psicología social. Su concepto clave
de institución es, en este sentido, una noción de espectro amplio pues no se limita a hacer
referencia a la importancia económica de las instituciones políticas y gubernamentales, sino
que sus alcances van mucho más alla, hasta el ámbito extendido de los hábitos de vida, de
las prácticas sociales, de los valores culturales, de las costumbres y de la religión.

Las discrepancias fundamentales de Veblen con la ortodoxia marginalista-marshalliana se


ubican en dos planos: a) la concepción sobre la naturaleza del ser humano, es decir las
razones y resortes motivacionales de su comportamiento como agente económico, y; b) la
metodología a seguir para estudiar los fenómenos económicos.

125
En lo que respecta a la primera cuestión Veblen considera errónea la visión del homo
economicus como un ente que toma decisiones a partir de intereses egoístas y hedonistas –
sopesando constantemente placer y dolor- y que actúa de acuerdo a una actitud racional y
plenamente informada del mercado, como lo postula el enfoque neoclásico.Citamos in
extenso su argumentación, la cual también cuestiona la metodología de inspiración físico-
mecánica de la teoría económica:

“La concepción hedonística del hombre es la de un calculador de placeres y dolores


veloz como un rayo, que oscila como un glóbulo homogéneo formado por el deseo
de felicidad, bajo el impulso de estímulos que lo llevan de un lado a otro, pero
dejándole intacto. No tiene ni antecedente ni consecuente. Es un dato humano
definitivo, aislado, en equilibrio estable, que solo se interrumpe cuando el embate de
algún impulso violento le lleva en una dirección u otra. Autolimitado a un espacio
elemental, gira uniformemente alrededor de su eje espiritual hasta que el
paralelogramo de fuerzas se impone sobre su voluntad y sigue la línea de la
resultante. Cuando la fuerza del impacto se agota, el hombre vuelve al descanso y a
su condición de glóbulo de deseo autosuficiente” (Veblen 1998: 411)

Frente a los supuestos hedonísticos, utilitarios y “globulares” del ser humano a partir de los
cuales se levanta el edificio teórico de la utilidad marginal, la teoría de los precios, el
excedente del consumidor, etcétera, Veblen contrapone una visión antropológica y más
compleja de la naturaleza humana en la que ésta se encuentra impulsada por una serie de
instintos: 1) parental; 2) curiosidad; 3) laboriosidad; 4) emulación; 5) autopreservación; 6)
autoengrandecimiento y; 7) depredador.

Al rechazar la idea de que las decisiones racionales e informadas sean el fundamento para
explicar el desempeño de los agentes económicos, Veblen destacó que lo que predomina en
dicha toma de decisiones es, por el contrario, “la rutina mental”, el apego a los hábitos de
pensamiento y, en consecuencia, el actuar conforme a las costumbres. Lejos de ser un ente
globular sin memoria y carente de referencias sociales específicas, el homo economicus está

126
habituado en sus comportamientos y se encuentra condicionado socialmente al llevar a cabo
la toma de decisiones.

La idea de que “la economía tiene que ver definitivamente con la conducta humana” es de
aceptación general y hasta de sentido común. Las discrepancias entre los economistas
comienzan al considerar la naturaleza y las motivaciones de dicha conducta. Se ha visto ya
que Adam Smith disertaba en La Riqueza de las Naciones sobre la natural tendencia
humana a intercambiar objetos y consideraba a la búsqueda de la satisfacción egoísta del
individuo como el fundamento del comportamiento de los agentes económicos en el
mercado.

Marginalistas y neoclásicos del siglo XIX, en adición a lo pensado por Smith, asumían que
el comportamiento de los agentes económicos está orientado por las decisiones racionales,
la maximización de la ganancia y el informado cálculo hedonista. En nuestros días, como se
verá en el capítulo 9 de este libro, la teoría lucasiana de las expectativas racionales es la
versión más extrema de esa noción del homo economicus como un ente globular, racional e
informado que actúa con un comportamiento de autómata.

El planteamiento vebleniano está fundado en una idea particular sobre el homo economicus
–éste guía su conducta y su toma de decisiones mediante los hábitos, las rutinas mentales,
las costumbres y tradiciones de los grupos sociales a los que el actor pertenece
(Mccormick, 2006: 18-19). Los seres humanos somos auténticas “criaturas de hábitos” en
lo que se refiere a la vida personal y social de todos los días. Lejos de estar guiados por una
racionalidad constante e invariante, en el día a día nos comportamos conforme a formas
establecidas y patrones reiterados de actuar y reaccionar ante situaciones determinadas; esto
lo hacemos de acuerdo al apego a tradiciones familiares, a costumbres del entorno, a
creencias religiosas y políticas, a convenciones sociales impregnadas en nuestra existencia.

Para Veblen el concepto de hábito es central para entender el comportamiento del ser
humano en cualquier ámbito de actividad, ya sea en términos de conductas individuales
como colectivas. En este sentido es que él concibe lo que ha sido el concepto clave y el

127
más trascendente de su obra, el de institución social: “Hábitos de pensamiento
establecidos, comunes a la generalidad de los hombres” (Gandlgruber, 2010: 24).

En segundo término, en el campo metodológico, Veblen pone en duda la validez científica


de elaborar modelos económicos abstractos desapegados de la realidad. Rechaza la validez
de modelos basados en la competencia perfecta y crítica en general la metodología
fundamentalmente deductiva (que va de la teoría a la realidad) que subyace al
neoclasicismo; defiende, en contraposición, el método de investigación inductivo (que va
de los datos reales a la elaboración teórica) como el método científico. En este sentido
rechaza la visión de armonía económica y social a partir de la operación de las leyes del
mercado y afirma la existencia de clases y grupos sociales en conflicto permanente.

Frente al enfoque de inspiración físico-mecánica de equilibrio de variables, flujos y acervos


de la economía convencional, el enfoque de Veblen es de inspiración evolucionista37. Esto
es un aspecto clave que significa tres cosas esenciales: en primer término que el rasgo
fundamental y determinante del sistema económico capitalista es el cambio y no el
equilibrio, es decir su dinamismo y no su estática, idea compartida por Schumpeter, como
se verá en el siguiente apartado.

En segundo lugar significa que los cambios en la sociedad son esencialmente evolutivos y
que incluso las revoluciones y grandes transformaciones, sean tecnológicas o sociales,
mantienen profundas líneas de continuidad con los sistemas precedentes. Se trata de una
noción de suma importancia para el análisis de los procesos históricos en general y de los
económicos en particular.

En tercera instancia implica que la evolución de los sistemas económicos a lo largo de la


historia es un proceso de competencia y continuidad de causa y efecto sin un propósito o
una meta preestablecida en el mecanismo de competencia y de selección de los organismos
económico-sociales más exitosos. Esto último significa que Veblen no comparte la idea de

37Cfr. Hodgson (1998) rastrea la decisiva influencia del evolucionismo darwiniano, así como de la psicología
que estudiaba la conducta humana a partir de los hábitos e institutos en “la revolución intelectual de Veblen”
acaecida durante los años 1896-98.

128
que existan regularidades o leyes histórico naturales que caracteriza a la Economía
Política, idea que llegó a adquirir argumentaciones teóricas por demás diversas, ya sea en
la visión armónica ad infinitum de la acumulación de capital en Smith, ya sea en la
perspectiva pesimista de Ricardo sobre el estado estacionario debido a los rendimientos
decrecientes en la agricultura, o bien en la visión dialéctica de Marx sobre la pauperización
absoluta del proletariado, el estallido de la revolución social y la expropiación de los
expropiadores. Para Veblen el presuponer tales leyes impide concebir a la economía – así
como a la historia- como un proceso de evolución no prestablecido, haciendo predominar el
determinismo sobre las posibilidades abiertas del desarrollo económico y social (Newman,
1963: 436; Mccormick, 2006: xxii-xxiv).

Veblen cuestionó también la idea de la soberanía del consumidor propia del neoclasicismo,
enfatizando que éste se encuentra sometido a los valores y aspiraciones sociales propias de
la clase dirigente (a la que él denomina “ociosa”), hecho que impregna sus decisiones como
consumidor. De hecho las clases trabajadores, según Veblen, lejos de buscar la
transformación revolucionaria del sistema, al modo en que lo planteaba Marx, aspiran a
convertirse en clase ociosa. Este es sin duda un poderoso factor de estabilidad social.

En el mismo sentido de ese comportamiento, Veblen observó que ciertos estratos de


consumidores incurren en un consumo conspicuo de ciertos bienes, el cual viola el
principio de que a mayor precio menor demanda; en este caso, por el contrario, entre más
alto es el precio ocurre que su demanda es mayor. Un “Bien Veblen” puede definirse como
aquel cuya demanda crece al aumentar su precio, ya que además de su utilidad intrínseca,
proporciona al consumidor un beneficio adicional que está asociado al prestigio, al
reconocimiento por parte de los otros. A esto es a lo que se denomina un “consumo
conspicuo”, es decir que hace sobresalir, que proporciona notoriedad, que ´pone los
reflectores´ sobre el consumidor (del latín conspicuus: ilustre, visible, sobresaliente). Un
ejemplo de este tipo de consumo en la actualidad sería el comprar café en un Starbucks.

129
La representación gráfica de la Curva de Demanda del Bien Veblen (Dv) no tiene pendiente
negativa sino que presenta un “declive ascendente”, tal y como se muestra en la figura
siguiente:

Figura 7.1

P
Dv

P2 B

P1 A C
D2
D1

Q1 Q2 Q3 Q

Si el precio baja de P2 a P1 la demanda baja de Q2 a Q1 y el punto de equilibrio se


desplaza de B a A. Obsérvese que el disfrute conspicuo del bien no es constante para el
consumidor: crece al aumentar el precio del bien y desciende al bajar el precio del bien. En
caso de no existir el “efecto Veblen” asociado al consumo conspicuo, la baja en el precio, es
decir el paso de P2 a P1, significaría un incremento de la demanda pasando ésta de Q2 a
Q3. El punto de equilibrio se ubicaría en C.

130
Este comportamiento se presenta en curvas de demanda individuales, pero no a nivel de
mercados, pues si bien al bajar el precio del bien considerado algunos estratos de
consumidores pueden disminuir su consumo y desplazarlo hacia bienes que les
proporcionan mayor disfrute conspicuo, otros estratos de consumidores de menores
ingresos podrán aumentar su demanda de dicho bien.

7.3 Cambio tecnológico

El objeto de estudio de Veblen es el proceso de cambio de las instituciones. ¿Qué lo motiva


o provoca? A diferencia del enfoque neoclásico sustentado en una noción de equilibrio
newtoniano de fuerzas, la preocupación central del análisis evolucionista de Veblen sobre
el capitalismo es el cambio, el dinamismo económico característico del sistema. Para
Veblen la preocupación neoclásica por las fuerzas en reposo equilibrado no deja de ser
paradójica dado que precisamente el “rápido ritmo del cambio es el rasgo sobresaliente de
la economía de mercado capitalista” (McCormick, 2006: xx).

¿Qué es la tecnología para Veblen? Ante todo un producto social, una creación y posesión
colectiva de la comunidad: el conocimiento que la tecnología incorpora rebasa al individuo
aislado. La producción del más sencillo objeto de la vida diaria, como lo sería un lápiz,
incorpora una cantidad de conocimientos y experiencias que rebasan las capacidades
individuales. Con mayor razón lo sería el conocimiento acumulado para elaborar bienes
“high tech” propios de nuestros días.

De hecho toda proceso productivo, así sea el más simple, involucra una dosis menor o
mayor de conocimiento. “El punto es que el individuo conoce solamente una pequeña
fracción de todo lo que la sociedad sabe. Entre más sofisticada sea la tecnología, menor
será la fracción de conocimiento que alguien pueda tener” (McCormick, 2006: 34) Dada
esta naturaleza social Veblen considera a la tecnología como el “equipamiento inmaterial”
de una comunidad y aun cuando, como sucede regularmente, algún descubrimiento, invento
o innovación pueda ser realizado y patentado por una o unas cuantas personas, el hecho es

131
que las personas “extraen su conocimiento existente del depósito del conocimiento del
grupo” ( McCormick, 2006:35)

Las instituciones, es decir los hábitos de pensamiento de una colectividad, son


fundamentales para el cambio tecnológico. Lo impulsan o lo inhiben. Lo fomentan o lo
restringen. Lo asimilan pasivamente o lo generan activamente. Las instituciones inciden en
la dinámica del cambio tecnológico así como en el uso mismo que se le da a las
tecnologías, ya que “los sistemas de conocimientos (“state of industrial arts”) son en sí
mismo hábitos de pensamiento” que contribuyen o no al cambio (McCormick, 2006: 36).
Existen hábitos de pensamiento que fomentan o impulsan los instintos humanos de
paternalismo, curiosidad, trabajo eficiente y emulación que subyacen al avance tecnológico,
mientras que otros hábitos de pensamiento, es decir instituciones, lo inhiben o reprimen.

¿Cómo afectan a su vez las tecnologías a las instituciones?

Las tecnologías emergentes no traen prescrito el modo social de ser utilizadas. Una misma
tecnología puede tener diversos usos de acuerdo al contexto histórico y social. Las normas
sociales, las regulaciones legales, los reglamentos para el uso de una tecnología emergente
surgen, por supuesto, con posterioridad a ésta. Así ocurrió con el motor de vapor, el
telégrafo, la electricidad, el motor de combustión interna, la informática.

En la relación instituciones-cambio tecnológico Veblen observa un permanente desfase de


las primeras: ellas tienen la característica de que no pueden “armonizarse plenamente con
las nuevas tecnologías en cuanto que “los hábitos de pensamiento” que forman esas
instituciones son “heredadas del pasado” (McCormick, 2006: 45). Sin embargo el cambio
tecnológico modifica en términos generales la manera en que las personas piensan ya que
aparecen nuevas ideas y referencias, surgen nuevas prácticas y emergen poco a poco otras
costumbres. El efecto, por supuesto, no es inmediato en el tiempo ni tampoco homogéneo
en el espacio. Su efecto es diferenciado de acuerdo a los distintos grupos sociales: cada uno
procesa mentalmente de manera distinta, en lo que se refiere tanto a ritmo como a

132
profundidad, la aparición de nuevas tecnologías en función de cómo ella lo afecta o
beneficia.

Por último, de acuerdo a Veblen el cambio tecnológico puede crear, destruir, debilitar o
reforzar instituciones. No existe una regla o ley al respecto. Las opciones son socialmente
abiertas y n se encuentran determinadas de antemano. Lo único que se puede afirmar es que
todo cambio tecnológico repercute (“reverbera”) en mayor o menor medida a través de todo
el esquema institucional y existente, poniendo en movimiento cambios sociales
impredecibles (McCormick, 2006:50)38.

A continuación se expondrá otra visión acerca del cambio tecnológico, la cual aborda
además su relación con la competencia capitalista y con el desarrollo económico.

7. 4 La “destrucción creativa” schumpeteriana

Joseph Alais Schumpeter, discípulo disidente de la Escuela Austríaca, se distinguió por


otorgar un papel central en el análisis económico a los procesos de innovación y cambio
técnico, considerándolos aspectos inherentes al proceso evolutivo y al desempeño cíclico
que distinguen al sistema capitalista. Haciendo caso omiso de la noción de equilibrio y en
discrepancia con los modelos neoclásicos de competencia perfecta, abordó los aspectos
dinámicos de la transformación y el cambio, enfocándose en el papel del empresario que
actúa como agente innovador de productos, técnicas, mercados y procesos (entepreneur).
Para ello rebasó los límites economicistas de la ortodoxia dominante a fin de incursionar,
con fructíferos resultados, en los ámbitos de otras disciplinas como la Historia, la Ciencia
Política y la Sociología, la Psicología, el Derecho (Landreth y Colander, 2006).

38 Para una revisión crítica de la postura de Veblen sobre cambio tecnológico e instituciones ver Rutherford
(1984).

133
Las obras principales de Schumpeter son The Theory of Economic Development (1911),
escrita mientras vivía en Europa, Capitalism, Socialism and Democracy (1946) y History
of Economic Analysis (1954), estas dos últimas escritas en los Estados Unidos, país al que
emigró poco antes del ascenso de Hitler al poder.

En las líneas que siguen resumimos las ideas fundamentales de los dos primeros libros,
particularmente del segundo, escrito a mediados del siglo XX con el propósito de
considerar la cuestión de la capacidad de competencia y sobrevivencia del capitalismo
frente al entonces dinámico desempeño de las economías “socialistas” (también llamadas
centralmente planificadas) encabezadas por la (desaparecida) Unión de Repúblicas
Socialistas Soviéticas (URSS)39.

En lo que al capitalismo se refiere, Schumpeter argumenta en contra de las teorías que


afirmaban que el capitalismo monopolista conlleva ineficiencia y tendencias a frenar el
progreso económico, tal y como se desprendía del análisis de la competencia imperfecta.
Tales teorías, sostiene irónicamente, “involucran la creación de una era dorada enteramente
imaginaria de competencia perfecta que en algún momento y de algún modo se
metamorfoseó a si misma en la era monopolística”. (81) Pero en sí misma

“la propia teoría convencional (…) ha estado descubriendo….(…) que la propuesta


de que un sistema de competencia perfecta es económicamente ideal en el uso de
recursos y que los asigna de una manera óptima con respecto a una distribución
dada del ingreso (…) no puede sostenerse con la vieja confianza de antes” (93).

Ante las teorías del monopolio y oligopolio que observan estáticamente y en momentos
dados en el tiempo las prácticas que las empresas implementan a fin de controlar los
precios, disminuir la competencia, reducir la producción e incluso frenar el avance
científico, Schumpeter señala, por el contrario, la necesidad de adoptar una perspectiva
dinámica y de largo plazo. Este es un aspecto central en su visión del sistema económico.

39De hecho sostiene que el capitalismo no sobrevivirá como sistema pero no por razones económicas sino
por razones de tipo político-cultural ( )

134
Desde su perspectiva el capitalismo es una “forma o método de intercambio económico que
nunca puede estar estacionario (..y es..) el marco de un proceso de cambio no solo
económico sino social” (112). Su carácter evolutivo no deviene de factores externos,
sociales o políticos, sino que resulta inherente o endógeno al sistema y reposa en la
competencia tecnológica que da lugar a nuevos productos, nuevos mercados, nuevas formas
de organización empresarial y laboral. Se trata de una dinámica de “mutación industrial”
que “incesantemente revoluciona la estructura económica desde adentro, destruyendo
incesantemente lo viejo, incesantemente creando lo nuevo”. “Este proceso de destrucción
creativa es el hecho esencial del capitalismo, es en lo que él consiste y lo que concierne a
todo capitalista” (83).

Pero el progreso técnico no proviene de ninguna industria bajo competencia perfecta. La


introducción de nuevos métodos de producción y nuevos bienes es difícilmente concebible
con la existencia de una competencia perfecta inicial. El progreso económico distintivo del
capitalismo es simplemente incompatible con los modelos de competencia perfecta al no
considerar estos su dinámica de largo plazo (104 y 105).

Schumpeter considera que el móvil de la ganancia es el motor de ese proceso de creación-


destrucción: es la esencia de esa “corriente de invenciones que revolucionaron la técnica de
producción” y constituye un grave error, advierte frente a los teóricos del monopolio que lo
veían como un freno al progreso técnico, separar el desempeño de la empresa capitalista,
especialmente el de las grandes firmas, y el progreso técnico. (110)

El análisis de la dinámica destrucción-creación implica contar con una visión holista del
sistema económico. El análisis microeconómico ya sea a nivel del individuo o de la
industria puede esclarecer detalles del mecanismo evolutivo pero lo hace de una manera
inconclusa, provisional. “Toda pieza de la estrategia de negocios adquiere su verdadero
significado únicamente considerando el trasfondo de tal proceso evolutivo y en el marco de
la situación creada por él”(83-84). El elemento clave del sistema capitalista es su
dinamismo fundado en la competencia que las empresas establecen entre sí, no en el terreno
de los precios, sino en el campo de la aparición de nuevos de productos, procesos, fuentes

135
de energía y mercados. La competencia ocurre en el ámbito de lo que hoy día se designa
con el término de innovación.

A diferencia de la competencia estudiada por los neoclásicos, esta clase de competencia


tecnológica conduce a una “ventaja decisiva de costos o de calidad la cual no impacta en el
margen de las ganancias y el producto de las empresas sino en sus fundamentos y sus
vidas” (1942: 85). Ella posee tanto existencia real como potencial pues no solo se presenta
como hecho que irrumpe en el mundo de los negocios en industrias y momentos
determinados, sino que está presente en todo momento como un riesgo potencial para
empresas e industrias, es decir como una “amenaza permanente” que “disciplina a los
empresarios aún antes de haberlos atacado”.

Éste es un factor decisivo en el desempeño de las economías capitalistas pues mediante


estos mecanismos las innovaciones empresariales generan nuevos métodos de producción,
de comunicación y de transporte, nuevas formas de organización industrial, así como
novedosas infraestructuras para el transporte, las comunicaciones y las actividades
productivas en general. Ellas están asociadas al crecimiento y desarrollo económicos
(Schumpeter, 1942).

La debatida cuestión de las patentes, un ejemplo de monopolio temporal, y su freno


también temporal en el proceso de cambio tecnológico puede ser abordada en este lógica de
competencia innovadora y destrucción creativa. Schumpeter argumenta que “toda inversión
conlleva, como un complemento necesario de la acción empresarial, ciertas actividades de
salvaguardia de dicha inversión. Las inversiones de largo alcance bajo condiciones de
cambio rápido y con el riesgo del impacto de nuevos commodities y tecnologías, son “
como dispararle a a un blanco que no solo es indistinto sino que está en movimiento.” (Ibid:
88) De ahí que sea necesario recurrir a las patentes que aseguran un temporal secreto de los
nuevos procesos. Schumpeter discrepa de los críticos del monopolio y del oligopolio que
analizan esta práctica “solo en un determinado punto en el tiempo” con lo que prevalece la
visión de una “política empresarial predatoria y restrictiva para la producción”. No se

136
observa que tales medidas restrictivas “son usualmente incidentes inevitables de un proceso
de expansión de larga duración, al cual protegen en vez de impedir” (Ibid: 88).

La noción de destrucción creativa se aplica también a los fenómenos de las crisis. En el


análisis schumpeteriano ellas constituyen un rasgo esencial en la evolución y en la
transformación interna del sistema. Schumpeter considera en particular a las crisis que por
su naturaleza y dimensiones propician amplios procesos de destrucción creativa que
cuestionan las estructuras productivas, técnicas y de configuración de industrias y mercados
vigentes, a la vez que estimulan la introducción de innovaciones en bienes, servicios y
procesos que poco a poco reemplazan a las formas precedentes de elaborar y consumir. Las
crisis en este sentido son benéficas en el largo plazo para el sistema40.

El crecimiento económico está ligado a la fase de prosperidad del ciclo ya que en esencia
representa el resultado final de la introducción de nuevos productos y tecnologías. Este
proceso corre acompañado de excesos de inversión así como crediticios. Las recesiones en
el ciclo sacuden a las economías eliminando a las empresas menos eficientes y crean el
terreno para la expansión sobre la base de empresas más sanas, mejor gestionadas y más
eficientes.

Schumpeter describió al capitalismo como un sistema económico basado en la propiedad


privada y la motivación del lucro personal, en el que las innovaciones son llevadas a cabo
por empresarios que toman dinero prestado para tal fin. Se establece una relación entre el
capital productivo representado por los agentes económicos que crean riqueza produciendo
bienes y servicios, y el capital financiero personificado por los agentes que poseen dinero
u otros valores de papel y que buscan la obtención de ingresos líquidos.

El enfoque schumpeteriano es fundacional de la llamada Economía Evolutiva, influyendo


sustancialmente en las teorías contemporáneas sobre los Sistemas Nacionales/Regionales
de Innovaciín, así como en el enfoque de las Revoluciones Tecnológicas (Anexo 7.1). La

40 Esta noción que en principio es cierta lo condujo, tal vez, a creer que en el corto plazo las crisis se curaban
solas pues cuando estalló la crisis de 1929 sostuvo que no había que hacer nada para salir de la depresión
provocada pues el sistema se restablecía espontáneamente. “Y eso no es todo: nuestro análisis nos conduce a
creer que la recuperación sólo puede ser efectiva si se produce por si misma” (citado por Galbraith, : 223).

137
economía evolutiva se caracteriza por estudiar el “cambio económico” reivindicando la
noción de evolución de sistemas, en el sentido biológico de adaptación y cambio en
entornos en constante movimiento y permanente mutación. Esta idea se presenta como una
alternativa metafórica y epistemológica a la rígida “mecanización” de los modelos teóricos
de la ciencia económica tradicional, modelos de fuerzas y movimientos inerciales, y que
son considerados más como procesos propios de la física de cuerpos y no de los fenómenos
sociales.

Anexo 7. 1

Las Revoluciones Tecnológicas

De acuerdo a la moderna teoría de las revoluciones tecnológicas de inspiración


schumpeteriana (Pérez: ) es posible identificar, grosso modo, los periodos
fundamentales de la historia económica del mundo moderno y entender los fundamentos
de las grandes fases de transformación y de expansión y contracción que ha vivido el
capitalismo durante dos siglos y medio.

Se distinguen cinco revoluciones:

• La primera corresponde a la revolución de la industria textil en la Inglaterra y

Escocia de la década de los setentas del siglo XVIII, ligada a la máquina de vapor en
las minas, la mecanización de la industria de los tejidos de algodón, el uso de
maquinaria, el hierro forjado, la construcción de molinos de agua para mover las
plantas manufactureras, y la edificación de caminos.

• La segunda tiene también lugar en esa misma región del mundo durante los años

veinte y treinta del siglo XIX y està vinculada con los ferrocarriles, la locomotora de
vapor, la construcción de canales de navegación como sistemas fluviales de

138
comunicación para barcos de vapor. Está vinculado también al uso del telégrafo, la
construcción de grandes puertos marítimos y la introducción de redes de gas urbano.

● La tercera revolución tecnológica tiene lugar fundamentalmente en Alemania y los


Estados Unidos en la década de los años setenta del siglo XIX, aproximadamente;
ella está ligada a la invención del acero y la electricidad, el uso del motor de vapor
para barcos de acero, el nacimiento de la ingeniería pesada, la invención de equipos
eléctricos, la “administración científica” (taylorismo) del trabajo en las industrias, el
uso de cables de cobre, la aparición de los productos enlatados y de bebidas
embotelladas, el tendido de redes eléctricas, la invención del teléfono, la
construcción del canal de Suez y más tarde el de Panamá.

● La cuarta revolución tecnológica tiene su cuna también en Alemania y los Estados


Unidos, ocurre durante las dos primeras décadas del siglo XX y está asociada a la
invención del motor de combustión interna, al uso del petróleo como fuente de
energía, al invento de la producción en masa, a la invención del automóvil, de los
aeroplanos, de los tractores, a la industria petroquímica (gasolina, diesel, etcétera), a
la aparición de los electrodomésticos (refrigeradores y radios) y de los alimentos
refrigerados, de los aeropuertos, los oleoductos, las autopistas y una
telecomunicación mundial vía telefónica y telegráfica.

● La quinta revolución tecnológica es la de la informática y las telecomunicaciones,


tiene lugar fundamentalmente en los Estados Unidos, Japón, Taiwan, Corea del Sur
durante los años setenta y ochenta del siglo XX y está vinculada con la
computadora, los procesadores y chips, los dispositivos electrónicos de todo tipo, el
establecimiento de una red informática mundial (internet).41

41 En la actualidad existe un intenso debate en torno a si la convergencia bio-cogno-info-nanotecnológica


constituye una sexta revolución de este tipo y sus implicaciones a futuro (Toledo )

139
Generalizando las dinámicas de estas cinco revoluciones el evolucionismo tecnológico
considera que una característica central de las mismas es que ellas se presentan con una
relativa regularidad y que, además, lo hacen no con la aparición de una o varias tecnologías
aisladas sino “agrupadas en el tiempo”, en forma del surgimiento de un “racimo” de nuevas
tecnologías.

Ellas son el basamento de las “ondas largas” (también llamados “ciclos Kondratiev”) de la
actividad económica, puesto que periódicamente actúan como fuerzas que rediseñan la
estructura socio-técnica y el entramado industrial, amplían la extensión y la profundidad de
los mercados, así como modifican las condiciones de vida y los gustos y preferencias de los
consumidores.

La dinámica del sistema durante esas ondas de crecimiento de largo plazo se encuentra
determinado por las fases de expansión y de agotamiento de las condiciones de
productividad y rentabilidad asociadas a la introducción, despliegue y el propio
agotamiento de tales innovaciones.

Estas revoluciones son definidas como un nuevo conjunto o paquete de tecnologìas,


productos e industrias que modifican la base económica, crean un nuevo paradigma
técnico-organizacional de las empresas y elevan a un nivel superior la productividad de las
economías. Ellas significan la introducción de grandes cambios en la producción, en los
sistemas de transporte, en los medios de comunicación, en los patrones de inversión de los
empresarios y en las modalidades de consumo de la población.

Cada revolución tecnológica representa una etapa específica de expansión y profundización


del sistema capitalista a nivel mundial y ellas han significado, en su momento de despegue,
“ventanas de oportunidad” para iniciar el desarrollo económico de algunos países.

140
• Puntos para reflexionar y profundizar:

✓ ¿Es posible una ciencia social unificada?

✓ ¿Qué hace avanzar el conocimiento? ¿La convergencia de disciplinas y/o la


compartimentación y especialización del conocimiento?

✓ ¿Qué otros ejemplos de “consumo conspicuo” y “bienes Veblen” se pueden


encontrar a simple vista en el mundo actual?

✓ ¿Existirá algún tipo de relación entre la religión y el desempeño económico de


países y comunidades?

✓ ¿Cuál ha sido el papel de la tecnología en el crecimiento económico?

141
Tercera Parte

La Macroeconomía moderna:

VIII.El Paradigma Keynesiano

IX.La Escuela de Chicago

142
Capítulo 8
El paradigma Keynesiano

1. La Crisis de 1929 y la “Teoría General”; 2. La propensión marginal a consumir; 3.


La eficacia marginal del capital; 4. Interés y Preferencia por la liquidez; 5. El
multiplicador; 6. Empleo, salarios e inflación; 7. Las políticas contra cíclicas.

8.1. La crisis de 1929 y la “General Theory”

Si la microeconomía tiene sus fundamentos en el marginalismo y en la obra de Alfred


Marshall, la macroeconomía moderna tiene sus fundamentos en la General Theory of
Employment, Interest, and Money (1936), escrita por el inglés John Maynard Keynes,
economista, matemático, funcionario público, empresario de teatro, administrador de una
aseguradora, director del Economic Journal durante treinta años, catedrático en
Cambridge, miembro del selecto Grupo de Bloomsbury -formado por artistas, escritores e
intelectuales-, y representante del gobierno británico en la Conferencia de la Paz que llevó a
la firma del Tratado de Versalles luego de la Primera Guerra Mundial; tres décadas mas
tarde, también asistió con representación oficial a las negociaciones de Bretton Woods que
dieron lugar al orden económico internacional posterior a la Segunda Guerra Mundial.
Entre sus principales obras económicas se encuentran también: Indian Currency and
Finance (1913); The Economic Consequences of Peace (1919); Tract on Monetary
Reform (1923); Treatise on Money (1930).

La Teoría General es la obra de economía más importante del siglo XX. Su trascendencia
radica en aportar una nueva visión del funcionamiento del sistema económico visto en su
conjunto, estableciendo las relaciones entre sus principales variables agregadas y
mostrando que él es intrínsecamente inestable debido a insuficiencias de demanda que los
mecanismos del mercado no corrigen ni conducen hacia una condición de equilibrio; la
importancia de esta magnus opus radica también en formular una original teoría del interés
y del dinero, en el que éste deja de ser tan solo un circulante que oculta lo real (ver 3.8).

143
Sobresale por destacar las consecuencias de la rigidez de los salarios y los precios en el
transcurso del ciclo (lo que se conoce como “el tramo keynesiano” de la curva de la oferta
agregada en la que ésta se expande sin generar incremento en los precios de los factores y
los bienes); fundamenta también por vez primera los mecanismos de intervención y
transmisión de las políticas fiscal y monetaria. Vincula a su vez, suponiendo la existencia
de tres mercados (de bienes, financiero y laboral), la teoría del ciclo con la teoría monetaria,
estableciendo interrelaciones de variables monetarias y reales.

El enfoque keynesiano es fruto de la crisis de 1929 y la problemática del desempleo se


encuentra en el centro de su análisis42. De ahí se desprende una respuesta teórica y de
política económica que en líneas gruesas había sido puesta en práctica por los gobiernos
estadounidenses, alemán y sueco para enfrentar la crisis y abatir la desocupación
(Galbraith,: ). La que ha sido considerada como la primera Gran Crisis en la historia del
capitalismo no solo cimbró los cimientos del sistema económico a escala mundial; también
puso en evidencia, de manera extrema, la no validez del principio de igualdad entre oferta y
demanda agregadas, postulado conocido como “Ley de Say” y resaltó la indispensable
regulación o intervención del estado para alcanzar un mejor funcionamiento del sistema.

Keynes pone el acento en el insuficiente consumo y cuestiona que “en la economía


ricardiana…es esencial la idea de que podemos desdeñar impunemente la función de la
demanda agregada” (Keynes, 2003:61). Pero su argumentación no parte de las bases
subconsumistas de las formulaciones críticas que Sismondi y Malthus habían dirigido a
Ricardo y Say, sino de la relación ahorro/consumo y no de la relación salarios/ganancias. Es
decir: las causas de la falta de consumo que aquejan al sistema no derivan de la pobreza de

42 Heilbroner (197 T. II, cap. IX) brinda una descripción de la crisis de 1929 y su impacto social en los
Estados Unidos y Europa. La biografía de Keynes escrita por Hessian (1985) Para una visión más amplia de la
crisis de 1929: Galbraith ( cap. ), Hobsbawm (2014: cap. III), Kindleberger y (2012: cap. ), Marichal
(2010: cap. 2) y Morison, Steele y Leuchtenburg (1999: cap. XXXI). Desde una perspectiva económica
Friedman y Schwartz ( ) ofrecen una interpretación de la crisis y depresión de los años treinta distinta a la
keynesiana, colocando el acento en los errores de política monetaria por parte de la Reserva Federal (FED)
luego del fatídico octubre de 1929. Una postura intermedia, que reconoce problemas de demanda y también
monetarios, es la de Bernanke ( ).

144
los de abajo sino de la riqueza de los de arriba. “..cuanto más rica sea la comunidad, mayor
tenderá a ser la distancia que separa su producción real de la potencial y, por lo tanto, más
obvios y atroces los defectos del sistema económico” (Keynes: 2003:60)

Keynes estableció una ruptura drástica con la teoría económica clásica asentada en el
postulado de la igualdad de la oferta y demanda (“Ley de Say”) y que, según sus propios
términos, “depende de los siguientes supuestos: 1) Que el salario real es igual a la
desutilidad marginal de la ocupación existente; 2) Que no existe eso que se llama
desocupación involuntaria en sentido riguroso; 3) Que la oferta crea su propia demanda en
el sentido de que el precio de la demanda agregada es igual al de la oferta agregada para
cualquier nivel de producción y de ocupación” (Keynes: 2003:52-53). Por el contrario,
afirma: “ ..la simple existencia de una demanda efectiva insuficiente…hará que el
crecimiento de la ocupación se detenga antes que haya sido alcanzado el nivel de ocupación
plena. La insuficiencia de la demanda efectiva frenará el proceso de producción aunque el
producto marginal de la mano de obra exceda todavía en valor a la desutilidad marginal de
la desocupación” ( ). Se trata de una explicación muy diferente a la ofrecida por la
tradición clásica -representada en ese momento por Pigou- que ubicaba el origen del
desempleo en la presencia de factores externos al mercado, esencialmente los sindicatos y
las políticas estatales (Keynes 2003:261-269).

Lo que se propone Keynes es “elaborar la teoría del comportamiento de un sistema en el


cual sea posible la desocupación involuntaria en su sentido riguroso” (Keynes 2003:48).
Mas allá del llamado desempleo “friccional” provocado por desajustes en sectores
específicos del mercado laboral, “los hombres se encuentran involuntariamente sin empleo
cuando, en el caso que se produzca una pequeña alza en el precio de los artículos para
asalariados, en relación don el salario nominal, tanto la oferta agregada de mano de obra
dispuesta a trabajar por el salario nominal corriente, como la demanda agregada de la
misma a dicho salario son mayores que el volumen de ocupación existente” (2003:47). A su
vez, cuando existe desocupación involuntaria la desutilidad marginal del trabajo es

145
necesariamente menor que la utilidad del producto marginal…un hombre que ha estado sin
empleo largo tiempo, en vez de desutilidad puede tener utilidad positiva” (2003:142).

El esquema de la página siguiente expone el contenido conceptual de la General Theory

Figura 8.1
Mapa Conceptual de la Teoría General de Keynes

!
Fuente: versión parcial de la fig. 3, Croquis de la Teoría General del empleo; Dillard, 1968: p.
52.

146
Teniendo en cuenta que, al decir del propio autor de La Teoría General, “el análisis de
la propensión a consumir, la definición de eficiencia marginal del capital y la teoría de
la tasa de interés” ( ) son aspectos claves de su nueva teoría, en los siguientes
apartados se hace un recorrido sintético y didáctico por los principales planteamientos
de esta obra.

8.2 Demanda y Propensión al Consumo

A nivel agregado oferta y demanda no tienden al equilibrio ya que al elevarse el ingreso


o renta de una economía, se eleva el consumo de la población pero en una menor
proporción; esto es debido a lo que Keynes considera una ley psicológica fundamental:
“..los hombres incrementan su consumo a medida que su ingreso aumenta, aunque
menos que el crecimiento de su ingreso” (2003:121). En otras palabras: al aumentar el
nivel de ingreso de las personas disminuye su propensión a consumir.

Si la función de consumo es C= f(Y) (1)

La Propensión Media a Consumir, PMC= C/Y (2)

El ahorro, S= f(Y) (3)

La Propensión Media a Ahorrar, PMS=S/Y (4)

La Propensión Marginal a Consumir, PMgC= ∆C/∆Y (5)

La Propensión Marginal a Ahorrar, PMgS= 1 - ∆C/∆Y (6)

147
Figura 8.2

Curva de Consumo

C El cociente C/Y mide la PMC

La pendiente ΔC/ΔY

de C=f(Y)

mide la PMgC

A corto plazo, dadas condiciones sociales estables, en una economía determinada


hay una estabilidad en la propensión a consumir dado que los factores objetivos y
subjetivos que determinan el nivel de propensión al consumo tienen una muy limitada
influencia al punto tal que pueden considerarse fijos43. La propensión a consumir puede
considerarse, por tanto, como una función bastante estable. Pero conforme el ingreso
crece en el largo plazo, a fin de cerrar la diferencia entre oferta y demanda agregadas y
mantener el nivel de empleo, se requiere de una inversión igual a dicha diferencia.

43 Los factores objetivos (2003: cap. 8) son los cambios: 1) en la unidad de salario (“cantidad de unidades de
trabajo de que puede disponer un individuo”; 2) en la diferencia entre ingreso e ingreso neto; 3) en el valor del
capital que modifican el cálculo del ingreso neto (“El consumo de las clases propietarias de la riqueza puede
ser extraordinariamente sensible a cambios en el valor monetario de la riqueza”); 4) en la tasa de descuento
del futuro (relación de intercambio entre bienes presentes y futuros); 5) en la política fiscal; 6) en las
expectativas de ingreso futuro. Los factores subjetivos en los individuos (2003: cap. 9) son: 1) Precaución; 2)
Previsión; 3) Cálculo; 4) Mejoramiento; 5) Independencia; 6) Empresa; 7) Orgullo; 8) Avaricia. En las
empresas, instituciones y gobierno esos motivos son: 1) Empresa; 2) Liquidez; 3) Mejoramiento; 4)
Prudencia.

148
Figura 8.3

Producción I

Consumo

Renta

En otras palabras: dado que el gasto en consumo aumenta menos que la renta, no puede
haber crecimiento del empleo a menos que exista un crecimiento de la inversión. La
inversión es un determinante clave del empleo y si su monto es insuficiente hay
desempleo por arriba de la tasa natural. El empleo total de una economía depende
entonces de la demanda total, que es igual al consumo más la inversión (D=C+I ó
D1+D2).

El acto opuesto a consumir es el de ahorrar y la propensión marginal a ahorrar es la


inversa de la propensión marginal a ahorrar. Como crítico de los postulados
fundamentales del liberalismo, en el tema del ahorro, Keynes discrepa de la visión que
lo concibe como un elemento que propicia el crecimiento de las economías. Por el
contrario, se trata de un factor que frena la inversión agregada. En cambio, el fomento
al consumo, al fortalecer la demanda total, estimula la inversión.44

44 En este punto destaca que Keynes (cap. 23) hace una recuperación de ideas de autores mercantilistas a
favor del gasto, el consumo y el lujo, a la par de los perjuicios que el ahorro tiene para el sistema en su
conjunto. No cita en abono a su argumentación a Munn quien con toda claridad argumento a favor de que “los
excesos de los ricos puedan dar empleo a los pobres” ( Citado por Galbraith: 63). A la vez en su defensa del
mercantilismo deja en el olvido su postura a favor de deprimir al mínimo el consumo de los pobres.

149
8.3 La Eficiencia Marginal del Capital

La demanda de inversión (I) es una variable más compleja e inestable que la demanda
para el consumo (C). Ella depende de la eficiencia marginal del capital (rm). Está es
definida por Keynes de varias formas: 1) la relación entre el rendimiento probable de un
bien de capital y su precio de oferta o de reposición (no de mercado); 2) la relación
entre el rendimiento probable de una unidad de bien de capital y el costo de producirla;
3) la tasa de descuento que lograría igualar el valor presente de la serie de anualidades
dada por los rendimientos esperados del bien del capital durante todo su período de
vida, a su precio de oferta. Las tres definiciones indican lo mismo y se pueden resumir
diciendo que la eficiencia marginal del capital es la utilidad esperada de una nueva
inversión, sin deducir la depreciación ni los costos implícitos del interés (2003: 147).

En el análisis keynesiano lo que en lenguaje llano se denomina la tasa de beneficio está


construida por una relación entre el diagnóstico del presente y el pronóstico del futuro,
hecho que la hace extremadamente sensible a los cambios de opinión en el mundo de
los negocios. “Las fluctuaciones en el volumen de inversión se explican en gran parte
por el carácter fluctuante e incierto de las previsiones respecto a los rendimientos
futuros de los bienes de capital y los términos futuros a que pueda prestarse dinero a
interés” (Dilllard, 1968: 13) En este sentido la eficiencia marginal del capital “es el
factor a través del cual la expectativa de cambios en el valor del dinero influye sobre el
volumen de la producción presente.” (Keynes, 2003:152) Dichas expectativas futuristas
hacen fluctuar constantemente la eficiencia marginal del capital y están en el origen del
comportamiento cíclico de la actividad económica. Se trata, por supuesto, no de un
cálculo sólido en fundamentos y certero en pronósticos, sino de un “estado de
confianza” de los mercados, de una convención social entre inversionistas.

El “estado de las expectativas a largo plazo” (2003:157) tiene una gran influencia sobre
la eficiencia marginal del capital y por tanto sobre la curva de inversión agregada. Las
eficiencias marginales de todas los tipos de bienes de capital durante un período de
tiempo representan la curva de la demanda de inversión, I= f(i) en donde I -la

150
inversión- está en relación inversa con i -la tasa de interés-. Para Keynes el manejo de la
tasa de interés es clave en cuanto que de ella depende la inversión y de ésta depende el
empleo. Tanto más elástica sea la curva rm, mayor será la variación en la inversión en
respuesta a las variaciones en la tasa de interés. Cuanto más inelástica sea la curva rm
menos será la reacción de la inversión a los movimientos de la tasa de interés, tal y
como lo muestran las gráficas de la figura siguiente:

Figura 8.4

Curvas de Demanda de Inversión

Elástica Inelástica

i i

I I

Ahora bien, ¿qué determina los niveles de la tasa de interés? A continuación se aborda el
innovador enfoque de Keynes sobre el interés.

151
8.4 Interés y Preferencia por la Liquidez

La teoría tradicional del interés lo concibe como el pago por ahorrar, es decir, como la
recompensa monetaria por posponer el consumo. La originalidad de Keynes es considerarlo
como un pago por no “atesorar” o guardar dinero, es decir, por considerarlo un pago por
ceder liquidez. Este enfoque del crédito es muy fructífero analíticamente.

La preferencia de las personas, familias y empresas por tener liquidez (“efectivo”) depende
de tres tipos de motivos: (1) operación; (2) precaución, y; (3) especulación. La preferencia
por la liquidez determinante es la originada por motivos de especulación, es decir la que
resulta de la incertidumbre respecto del futuro de la tasa de interés. La especulación así
entendida significa retener liquidez para buscar beneficios de un (supuesto) mejor
conocimiento del futuro. En este sentido la acumulación de riqueza bajo su forma dineraria
existe en un sistema económico que es incierto. El dinero se concibe por los agentes
económicos como el nexo protector-especulativo entre el presente cierto y el futuro
incierto.

En los enfoques clásico y neoclásico no existe espacio teórico para la incertidumbre debido
al supuesto de equilibrio macro en los mercados. No cabe por tanto cabe pensar en una
demanda de dinero motivada por el factor especulación; solo existe demanda para
transacciones, pero no para especular. Esto solo sería posible en “una sociedad estática sin
incertidumbre sobre la tasa de interés,” (2003:)

La tasa de interés es una variable de naturaleza subjetiva en el sentido que su determinación


se encuentra vinculada a la percepción social existente sobre las necesidades de liquidez,
algo que resulta de una convención o consenso entre la comunidad empresarial. Keynes
destaca así lo interesante que resulta “que la estabilidad del sistema y su sensibilidad ante
las variaciones en la cantidad de dinero dependan tanto de la existencia de una variedad de
opinión acerca de lo que es en sí incierto” ( )

152
La tasa de interés depende de la preferencia por la liquidez y de la cantidad de dinero que
circula en el sistema. A una mayor preferencia por la liquidez será mayor la tasa de interés,
y a una menor preferencia por activos líquidos, menor será la tasa de interés que prevalezca
en el mercado. La tasa de interés vigente en un momento dado, equilibra el deseo de los
agentes económicos por tener liquidez con la cantidad de circulante en el sistema, tal y
como se representa en la siguiente

Figura 8.5
Curva de Demanda de Dinero
(L)

i
M

153
Keynes no ve a la tasa de interés como el factor que regula la oferta y demanda de recursos
de inversión ni tampoco como el pago pos posponer el consumo, al modo del enfoque
tradicional (2003:173-174; 183-187). De hecho no le asigna mucha importancia a la tasa de
interés como determinante de la propensión a consumir y a ahorrar pero si un papel
fundamental para la inversión debido precisamente a su relación con la eficiencia marginal
del capital, la cual es la variable que guía las decisiones de inversión de los propietarios del
capital. Ahorro e inversión son en su análisis las variables determinadas mientras que la
propensión a consumir, la eficiencia del capital y la tasa de interés son las variables
determinantes. En estas tres últimas sobresale el componente subjetivo, es decir la
psicología de los individuos, la opinión de la masa; Keynes habla así de propensión
psicológica a consumir, actitud psicológica a la liquidez y expectativas psicológicas del
rendimiento futuro del capital (2003:239-240) como las variables independientes finales,
aparte de la unidad de salarios y la cantidad de dinero existente.

Para Keynes, opuesto a los preceptos del laissez faire, el manejo autónomo de la tasa de
interés interna, “no estorbada por las preocupaciones internacionales” constituye un
elemento clave para alcanzar el pleno empleo de las economías nacionales; se opone en
consecuencia a que ella esté sujeta a las determinaciones de la balanza de pagos
(2003:329). La tasa de interés es clave para alcanzar la plena ocupación por lo que “el
remedio correcto para el ciclo económico no puede encontrarse en evitar los auges”
elevando para ello la tasa de interés que conducen a “semidepresiones permanentes”, sino
en evitar las depresiones bajando dicha tasa “y conservarnos de este modo en un cuasi auge
continuo” (2003: 306)45.

45 Es tal su relevancia que Keynes le otorga una sorprendente intencionalidad racional a los debates
medievales sobre la tasa de interés: “..se ve claramente que las disquisiciones de los eruditos escolásticos
tenían por objeto dilucidar una forma que permitiera a la curva de la eficiencia marginal del capital ser
elevada, mientras aplicaban los reglamentos, las costumbres y la ley moral para conservar baja la tasa de
interés” (2003: 331)

154
8.5 El multiplicador de la inversión

De las tres variables que determinan el volumen del empleo, a saber: (1) la eficacia
marginal del capital, (2) la propensión a consumir, y (3) el tipo de interés, la primera
constituye el principal factor determinante del desempeño cíclico de la economía. Los
ciclos económicos son consecuencia de las fluctuaciones en las previsiones relativas a los
tipos de beneficios e interés que habrá en el futuro. Su caída es la causa predominante de
las crisis mientras que su recuperación es requisito para iniciar una nueva expansión de la
economía. Como se ha visto supra la eficacia marginal del capital es la variable más
inestable del sistema.

El concepto de multiplicador permite explicar el carácter acumulativo de las recesiones y


de las expansiones económicas ya que permite medir los cambios ocurridos en el ingreso o
renta en relación con los cambios ocurridos en la inversión, k=ΔY/ΔI. El multiplicador de
la inversión está relacionado directamente con la propensión marginal al consumo e
inversamente a la propensión marginal al ahorro (k= 1/PMS). A mayor propensión a
consumir en la economía como un todo mayor será el efecto multiplicador de la inversión;
a menor propensión menor será el efecto multiplicador de la inversión.

Veamos el ejemplo de la mecánica de una recesión. Supongamos una caída de $10 000 en
la inversión de una economía que opera con una PMS=.4 y una PMC=.6. En este caso k=
1/.4= 2.5.La caída inicial de 10 000 provoca una reducción de 6 000 en el consumo y de
4000 en el ahorro. La caída de 6000 en el consumo provoca otro descenso de 3 600 en el
consumo y de 2 400 en el ahorro. El descenso de 3 600 provoca a su vez una caída de 2160
en el consumo y de 1 440 en el ahorro. La secuencia prosigue hasta que la suma de los
ahorros no realizados (4000 + 2 400+ 1440+864+718.4+….) sea igual a la caída inicial de
la inversión.

155
Si suponemos que en lugar de decremento existe un incremento, entonces operará el
mecanismo acumulativo de la expansión. Cabe agregar que el multiplicador se modifica en
el transcurso del ciclo y tiende a elevarse en la depresión (al ser mayor la propensión
marginal al consumo) y a descender durante la expansión al ser mayor la propensión
marginal a ahorrar. El multiplicador es anti cíclico (“estabilizador automático”)

El multiplicador es igual a la inversa de 1 menos la propensión marginal a consumir y la


propensión marginal al consumo es igual a la unidad menos la inversa del multiplicador, tal
y como se demuestra en la siguiente secuencia de fórmulas:

ΔC/ΔY= 1- 1/K (1) (K=ΔY/ΔI; 1/K=ΔI/ΔY)


ΔY=ΔC+ΔI (2) (trasponiendo y dividiendo entre ΔY)
ΔC/ΔY= 1- ΔI/ΔY (3) (de (1) y (3) se sigue:
1/K=ΔI/ΔY (4) ó
K=ΔY/ΔI (5)
ΔY=K (ΔI) (6) trasponiendo (1)
1/K=1-ΔC/ΔY (7) ó
K=1/1-ΔC/ΔY (8) (1-ΔC/ΔY= PMgS)

Entre más elevada sea la propensión marginal a ahorrar, menor será el multiplicador y
viceversa.
K=ΔY/ΔY-ΔC (9)

156
8.6 Empleo, salarios y precios

El multiplicador de la inversión sirve también para estimar el impacto de ésta en los niveles
de empleo. Para ello Keynes da por supuesto que no existe desempleo provocado por el
ahorro de mano de obra debido al progreso tecnológico (es decir no existe desempleo
provocado por el cambio tecnológico). Se trata de un supuesto válido únicamente en
términos de corto plazo y que no se sostiene, por supuesto, en el largo plazo46.

El empleo en el corto plazo aumenta en razón de tres causas: aumento de la propensión al


consumo, aumento de la eficacia marginal del capital y disminución del tipo de interés. Ya
se expuso que la primera variable es estable en el corto plazo, mientras que las otras dos no
lo son. Si la propensión marginal a consumir es cercana a la unidad, las fluctuaciones en la
inversión producirán, a través del multiplicador, mayores fluctuaciones en la ocupación,
tanto a la baja como al alza. El empleo en este caso es elástico a la inversión.

En cambio, si la propensión marginal a consumir es cercana a cero, las fluctuaciones de la


inversión ocasionarán fluctuaciones proporcionalmente menores en la ocupación, tanto a la
baja como al alza. El empleo aquí será inelástico a la inversión. En el primer caso se
requerirá poca inversión para alcanzar la ocupación plena. En el segundo mucha inversión
para lograr tal meta. En la realidad la propensión marginal se encuentra en un tramo
intermedio, un poco más cerca de la unidad que del cero, por lo cual las fluctuaciones en la
ocupación son altas y altas también las necesidades de inversión para alcanzar el pleno
empleo. (2003:133)

Pero ¿qué es lo que determina en última instancia los niveles de ocupación de los
trabajadores, y en general de los otros factores productivos? Keynes llama a este factor
demanda efectiva, definida como el punto en el cual se equilibran oferta y demanda

46 El progreso técnico está ausente del sistema keynesiano, lo cual impide considerar los impactos negativos
(desaparición de empleos) y positivos (creación de nuevas ocupaciones) del cambio tecnológico en el
mercado laboral.

157
agregadas a cierto nivel de precios y de empleo. El nivel de empleo está determinado por
dicha intersección, que representa el punto donde las expectativas de ganancia del
empresario alcanzan su máximo. (Keynes, 2003: 56) A esto se denomina nivel de empleo
en condiciones de equilibrio. Como lo dice E. Roll: “el determinante definitivo del volumen
de ocupación es el grado en que los empresarios juzgan que tal ocupación es
rentable” (1976: 476)

Recordemos que de acuerdo a la escuela clásica y neoclásica no debe existir el desempleo


involuntario si los salarios bajan al punto en que la oferta y demanda de trabajo se
equilibren. Keynes consideró que esto no es teóricamente cierto pues la contracción de la
demanda a la que la baja salarial da lugar implica una mayor discrepancia entre producción
y consumo. Pragmáticamente consideró también que eso era inviable dada la presencia de
sindicatos.

Ahora bien, las razones por las que los costos y los precios se elevan cuando aumenta el
empleo son: (1) la ventajosa posición de los obreros para contratarse cuando el desempleo
disminuye, (2) rendimientos decrecientes a corto plazo y, (3) “embotellamiento” de la
producción.

La inflación comienza cuando se alcanza el empleo total y sigue aumentando la demanda


efectiva sin que la producción responda a tales incrementos. La inflación surge cuando la
inversión es mayor de la suficiente para cubrir la diferencia entre la renta y el consumo en
el nivel correspondiente al empleo total de los factores de producción. Cuando se alcanza la
plena ocupación, cualquier intento de aumentar la inversión pondrá en movimiento una
mayor tendencia de los precios a subir sin limitación, independientemente de la propensión
marginal a consumir…(….) hasta llegar a esta situación, sin embargo, el crecimiento de los
precios irá acompañado de un aumento del ingreso global real.” (Keynes, 2003:134).

158
La economía se mueve en un sendero acotado por la inflación, de una parte, y el desempleo
de otra. Una tasa de desocupación cercana a la ocupación plena implica la emergencia de la
inflación. Una tasa alta de desocupación implica estabilidad de precios o al menos un
descenso en los ritmos de incremento del nivel general de precios. Este aspecto fue
demostrado empíricamente con el estudio de Phillips sobre la inflación y el desempleo en
Inglaterra: la llamada Curva de Phillips, aspecto que retomaremos en el siguiente capítulo.

9.7 Políticas anti cíclicas

Los diferentes niveles de actividad económica y de ocupación fueron abordados por Keynes
en Treatise of Money (1930) indagando “cuál era la causa de que la economía operase de
una manera tan desigual, unas veces rebosante de prosperidad y otras sumidas en las
depresiones” (Heilbroner, 1972: 132). El capitalismo se había enfrentado a las crisis en los
años de 1825, 1837, 1846-7, 1857, 1866, 1873, 1882, 1890, 1893, 1907 y 1914 (Marichal, :
). La recurrencia periódica de fases de reanimación, prosperidad, crisis y depresión llevó al
surgimiento de un nuevo campo de estudios, el de los ciclos económicos, al que se
abocaron autores como el Juglar (quien le da su nombre a los “ciclos cortos” o “de
negocios”), el Kaldor, el holandés Van Gelderen y el ruso Kondratiev (quien descubre
los “ciclos u ondas largas”, también llamados Kondratiev) (Galbraith, Mandel: y ,
Shaikh ).

Keynes estudió la relación existente entre ahorro e inversión y sus posibles no


correspondencias como un factor clave de la inestabilidad del sistema. Ésta representa un
precio a pagar por la libertad económica ya que en economías centralizadas el ahorro no
depende de decisiones individuales sino de decisiones gubernamentales. No obstante, a
diferencia de la General Theory, en Treatise of Money Keynes no alcanza a explicar el por
qué las economías permanecen en un “estado de depresión prolongada” (Heilbroner,

159
1972:133 y ss). La General Theory explica, en cambio, el por qué de tales “condiciones
crónicas de actividad subnormal” (Keynes, 2003: 240)47.

Keynes no “inventó” la intervención del estado en la economía, por supuesto; la relación


estado y capitalismo existe desde los orígenes de este último. Tampoco inventó las políticas
contracíclicas. Antes de 1914 la teoría no contemplaba que los gobiernos intervinieran con
políticas fiscales expansivas ni se contemplaban políticas de expansión monetaria, esto
último no solo por impedimentos teóricos sino por las restricciones que implicaba la
existencia de un patrón oro que obligaba a garantizar la libre convertibilidad al metal de los
billetes y las monedas en posesión del público (Marichal: ). Pero desde inicios del siglo
XX el papel del estado en las principales economías del mundo, especialmente Alemania y
los Estados Unidos, comenzó a modificarse en un proceso que llevaría, en términos
generales, del estado liberal, que se abstenía en principio de practicar una política
económica activa, hacia lo que sería al estado social o también llamado estado interventor
y benefactor (Galbraith, Marichal, Morison et al, :).

Esta forma de estado emergió durante el período 1914-45 volviéndose dominante en los
principales países capitalistas (incluidos algunos países periféricos) en los años posteriores
a la segunda guerra mundial; de hecho se le empieza a denominar como estado social hasta
inicios de los años sesenta. A diferencia del estado liberal del siglo XIX que se sustentaba
en una visión de individuos ciudadanos, el estado social se fundamentó a partir del
reconocimiento del conflicto entre las clases y la necesidad de institucionalizarlo. En una
época de fractura profunda de la economía mundial (1914-45) el papel interventor del
sector público en las economías nacionales, tiene funciones contracíclicas y asume el
progreso como planificación del desarrollo nacional. Al surgir como respuesta institucional

47 Hession (1985:274 y ss.) rastrea el camino que llevó a Keynes del Treatise of Money a la Teoría General:
su participación en el Comité de Finanzas e Industria de la Gran Bretaña que, en 1930, buscaba políticas que
estimularan la economía y que, en los hechos, funcionó como un seminario académico donde se discutían las
ideas de Keynes; la poderosa influencia ejercida por su estudiante Richard Kahn, quien en 1931 escribió
“inversión interna y desocupación” en el que se formulaba la idea del multiplicador; el giro de Keynes hacia
el proteccionismo y la autonomía monetaria (“La autarquía nacional se llamó un ensayo publicado en 1933).

160
a una época de agudo conflicto social (particularmente en el ámbito de las relaciones
capital- trabajo), él es un promotor y garante del mejoramiento de las condiciones de vida
de los trabajadores. En síntesis, un rasgo esencial de esta forma estatal es corresponder no
sólo a un contexto de crisis social del sistema, sino a la condición de fractura del mercado
mundial, con lo que se establece una amplia autonomía nacional en el manejo de la política
monetaria y crediticia, aspectos centrales de la política económica para regular la demanda
agregada.

La importancia de Keynes radica en formalizar teóricamente las políticas que, en los casos
de Suecia, de la Alemania nazi y, con un menor éxito pero no menor escala, los Estados
Unidos durante el New Deal de Roosevelt, ya se habían implementado para enfrentar la
recesión y el paro (Galbraith, Marichal, 20 , cap. ; Morison et. al., 1997: cap. ). A su
vez, su obra establecerá los fundamentos teóricos del sentido que tomará la intervención
económica de esa forma de estado en las siguientes décadas. Una vez demostrada la
inestabilidad intrínseca del sistema y su incapacidad para alcanzar la ocupación plena,
Keynes incorpora la presencia activa del estado como generador de demanda e inversión.
Lo distintivo en este punto es que Keynes privilegia la política fiscal sobre la monetaria.
Un tema decisivo al respecto es la asimetría de las políticas fiscal y monetaria: si bien el
estado lograba un incremento de la demanda agregada mediante un gasto público
expansivo, no podía hacer lo mismo mediante una baja en la tasa de interés y el aumento de
liquidez en el sistema vía emisión monetaria.

Keynes descarta la respuesta del liberalismo para salir de la crisis. Según ésta -siguiendo la
tradición de Smith y Ricardo (ver cap. 2. y cap. 3. )- la baja en los salarios como producto
de la crisis y el desempleo conducirá eventualmente a la elevación de la tasa de beneficio,
llevado así a la recuperación de la inversión, el producto y el empleo. En el enfoque
keynesiano una “caída en la demanda que genera desempleo generaría también precios más
bajos, de tal modo que…el salario real de los que permanecen empleados puede
eventualmente elevarse” (Shaikh, 2015:560). En caso de no ser así, además del efecto

161
depresivo en la demanda agregada, la reducción de costos laborales puede conducir a un
proceso deflacionario, de caída sistemática del nivel general de precios, lo cual podría
conducir a una paralización de la actividad económica y reducir aún más la confianza
empresarial (Shaikh: 560). La alternativa que propone es la de “comprometer al estado en
una política fiscal para incrementar directamente la demanda agregada y el empleo. Incluso
si los precios se elevan y conducen a una caída de los salarios reales de los trabajadores
ocupados” (Shaikh: 560)

En condiciones recesivas una política monetaria expansiva, que provoque un descenso en

la tasa de interés, puede tener efectos muy limitados y llegar incluso a ser ineficaz si la
curva de demanda de dinero se va volviendo plana hasta el punto de llegar a la situación de
que las sucesivas inyecciones de liquidez son retenidas por los agentes como saldos
inactivos. A esta situación extrema se le conoce como trampa de liquidez. La caída en la
tasa de beneficio puede ser de tal magnitud que la baja en la tasa de interés no sea suficiente
para reactivar la economía.

En este caso un incremento en el gasto público produce todo su efecto multiplicador. El tipo
de interés no variará con el incremento de la demanda agregada y así la inversión no
disminuye. Es decir: en condiciones recesivas no existe “efecto expulsión o
desplazamiento”, es decir no hay un incremento tal de las tasas de interés que al mermar la
inversión privada “amortigüe” o incluso “desplace” el impacto expansivo del gasto público.
La situación opuesta, en condiciones de auge, es cuando el incremento de la demanda
agregada eleva a tal punto la tasa de interés que la merma en la inversión privada que esto
provoca anula el efecto expansivo del incremento en el gasto.

162
8.8 El modelo IS-LM

La teoría keynesiana tuvo un desarrollo sustancial con las contribuciones de Hansen, Hicks,
Samuelson, Mundel y Fleming. Nos limitamos a considerar dos herramientas analíticas: el
modelo IS-LM y el multiplicador complejo.

El modelo IS_LM (o síntesis Hicks-Hansen) es el modelo keynesiano más conocido, al


punto que el keynesianismo es identificado con él. Su ventaja es que permite avanzar en la
comprensión de los efectos de las políticas fiscal y monetaria. De manera muy
simplificada se puede decir que se trata de dos curvas agregadas: combinaciones que
equilibran inversión y ahorro en el mercado de bienes (I-S) y combinaciones que, en el
mercado de dinero, equilibran oferta y demanda del circulante (L-M). El modelo presenta
las condiciones de equilibrio de ambos mercados, tal y como se muestra en la gráfica
siguiente:

Figura 8.6
Curvas IS-LM

LM
i

IS
Y

163
Los supuestos básicos de este modelo son que el nivel de precios es constante y las
empresas están dispuestas a ofertar cualquier cantidad a ese precio. Es decir: la curva de
oferta agregada es plana (lo que se denomina el tramo keynesiano de la curva de la oferta
agregada). Se trata de un supuesto clave del modelo keynesiano básico: a corto plazo las
empresas satisfacen la demanda de su producto a un precio fijado previamente y no lo
modifican debido a los llamados “costos de menú” (Bernanke y Frank, 2007: 262).

A partir de este esquema es posible extraer una serie de conclusiones. Nos limitaremos a
mencionar las dos más importantes en cuanto a política fiscal y monetaria.

La política fiscal cambia la curva IS. Un aumento en el gasto público desplaza IS a la


derecha con lo cual sube el ingreso (Y) y el tipo de interés (i). Sin embargo, aquí el
multiplicador es más bajo que el multiplicador original de Keynes dado que la preferencia
por la liquidez aumenta al incrementarse el nivel de ingreso (cuestión que Keynes dejó de
lado, como lo observara críticamente Hicks –indeterminación de la preferencia por la
liquidez). La efectividad de la política fiscal depende de la elasticidad de LM. Si ésta es
vertical (o se encuentra en un tramo vertical) el interés aumenta en proporción mayor que el
incremento en el ingreso. En este caso la política fiscal es poco efectiva para impulsar el
crecimiento de la economía. En cambio si la curva LM es horizontal el crecimiento en la
tasa de interés será proporcionalmente menor que el crecimiento en el ingreso agregado. La
política fiscal es muy efectiva en estas condiciones.

La política monetaria cambia la curva LM. Un aumento en la oferta monetaria desplaza la


curva hacia abajo y afuera. La efectividad de la política monetaria dependerá de la
elasticidad de la curva IS. Si ésta es vertical el crecimiento de la oferta monetaria es menor
que el incremento observado en el ingreso. En este caso la política monetaria será efectiva,
mientras que si la curva LM es horizontal el incremento de la masa monetaria será mayor
que el crecimiento en el ingreso y por lo tanto la política monetaria será ineficaz. En este

164
caso hay que considerar que si la curva de demanda de inversión (I= f(i)) es inelástica,
inelástica será también la curva IS.

A este modelo Mundell y Fleming le incorporaron las variables fundamentales del sector
externo (exportaciones, importaciones) con lo cual, aparte del doble equilibrio mencionado
(en el mercado de bienes y dinero) tiene lugar un equilibrio en la balanza de pagos. Las
exportaciones mueven la curva IS hacia la derecha, elevando Y e i, mientras que las
importaciones lo hacen hacia la izquierda, provocando una disminución de la renta y de la
tasa de interés.

A este modelo se le conoció como La Gran Síntesis Neoclásica (término ya en desuso) y ha


constituido el núcleo duro de la enseñanza de la macroeconomía durante más de medio
siglo. No obstante, él presenta una serie de inconsistencias o supuestos que limitan sus
alcances. De acuerdo a Ortiz (1998: 39 y 40) este modelo está “indeterminado en cuanto a
nivel de precios y abierto al comportamiento de dos variables: a) la velocidad de
circulación del dinero y la cantidad de dinero ofrecida”. No resulta coherente “postular una
función de equilibrio del mercado real (IS) obtenida sin consideración alguna del efecto de
los saldos monetarios en los precios reales” ni tampoco lo es el “establecer una demanda de
dinero (LM) obtenida fuera de las determinaciones” de los agentes económicos en el sector
real. La cuestión de la preferencia por la liquidez se encuentra ausente de principio en el
modelo pues ¿qué necesidad existe de retener liquidez si los mercados en equilibrio
suponen que las cuentas entre todos los agentes se saldan y no existe en ellos incertidumbre
sobre el acontecer económico futuro? Adicionalmente se señala que entre sus límites está la
restricción, para efectos prácticos, de no considerar la posible presencia simultánea de la
coexistencia de desempleo e inflación. como se verá en el siguiente capítulo esta será un
aspecto que pondrá límites al predominio del keynesianismo durante los años setenta del
siglo pasado. En términos teóricos, se señalo por algunos críticos durante los años sesenta
de ese siglo, existiría una ruptura de la teoría de los precios micro y el desempeño
macroeconómico.

165
La otra contribución relevante a la teoría keynesiana es el multiplicador complejo
formulado por el estadounidense Paul Samuelson, , uno de los economistas más
importantes de la escuela keynesiana. En este caso, además de considerar la propensión
marginal a ahorrar (s), se consideran la propensión marginal a establecer impuestos (t),
la propensión marginal a importar (m) y la propensión marginal a invertir (z). La
fórmula es la siguiente MC= 1/s+b+m-z, con lo que el multiplicador será más pequeño
cuanto más altas sean la propensión marginal a ahorrar, a impostar (establecer impuestos) y
a importar. A su vez, será más grande en tanto más alta sea la propensión marginal a
invertir. En razón de estas determinaciones el multiplicador complejo es menor al
multiplicador original de Keynes.

166
Puntos para reflexionar y profundizar:

✓ Discutir sobre la importancia del estado y la política económica para el


funcionamiento del sistema a la luz de la crisis de 2007-2008 en Estados
Unidos y Eurozona.
✓ Considerar la cuestión de la trampa de la liquidez a partir de la crisis
económica en los EUA.
✓ Investigar el multiplicador complejo en las políticas expansionistas seguidas
por las principales economías del mundo ante la crisis de 2008 en los
Estados Unidos.

167
Capítulo 9
La Escuela de Chicago

1. La crisis de los años setenta del siglo XX y el agotamiento del keynesianismo;


2. Friedman y el Monetarismo; 3.“El dinero importa”; 4.La Curva vertical de Phillips; 5.
Lucas y la Nueva Economía Clásica.

9.1 La crisis de los setenta del siglo XX y el agotamiento del keynesianismo.

El ascenso del pensamiento keynesiano corresponde a un período en el que las principales


economías del mundo viven la Gran Depresión de los años treinta, y en el que la economía
internacional atraviesa por un proceso de “des internacionalización”, es decir de fractura o
rompimiento del mercado mundial, proceso que se había iniciado en 1914 con el estallido
de la Gran Guerra, se había agravado por la crisis del ´29 y sus secuelas de contracción del
comercio y las finanzas a nivel mundial, y que desembocó finalmente en una
desarticulación de la vida económica internacional a partir del estallido de la Segunda
Guerra en 1939.

En cambio, desde el fin de este conflicto bélico en 1945 hasta inicios de la década de los
setenta, las principales economías del mundo vivieron un período de auge y estabilidad
financiera sin precedentes, conocido como el “boom de posguerra”, durante el cual el ciclo
económico de casi todas las naciones presenta alzas prolongadas y duraderas mientras que
se presentan crisis breves y poco profundas. La reorganización de la economía
internacional (FMI, GATT, BIRF, Plan Marshall) a partir de los Acuerdos de Bretton
Woods (1944) trajo consigo una expansión del comercio y las finanzas con una notable
estabilidad cambiaria y monetaria (“Pax moneta”), al tiempo que la economía internacional
volvía a retomar las tendencias a una mayor integración e interdependencia entre las
economías nacionales. Asimismo, en las economías industrializadas el estado keynesiano-
benefactor (“estado social”) vive su época de oro durante los años cincuenta y sesenta.

168
Pero a inicios de los años setenta la dinámica económica mundial sufrirá un quiebre –y la
teoría económica un nuevo viraje- al conjugarse una serie de factores: a) llegar a su fin esa
onda expansiva de larga duración que había estado asociada a la producción en masa de
los métodos fordistas; b) terminar también la era de Bretton Woods que había implicado la
existencia de sistemas de tipo de cambio fijo y, como fundamento de ello, la paridad
oro-dólar ;c) entrar en una severa crisis fiscal los estados benefactores, y; d) ingresar las
economías en una situación inédita en la que se combinaban la recesión y la inflación
(“slumpflation”).

Como resultado de lo anterior en esa década la política económica propia del


keynesianismo ingresa a una etapa de agotamiento en su eficacia para manejar la
macroeconomía y la teoría keynesiana va a ser desplazada de su posición académica
dominante.

9.2 Milton Friedman y el monetarismo

Durante los años cincuenta y sesenta el principal cuestionamiento teórico al keynesianismo


provino de Milton Friedman, profesor de Economía en la Universidad de Chicago y autor
de Studies in the Quantity Theory of Money (1956), Capitalism and Freedom (1962) y de
la que se considera su obra más importante, A Monetary History of theUnited States,
1873-1960 (1963). Sus críticas se centraron en la subestimación keynesiana de la
importancia de la política monetaria y en su énfasis al papel regulador del estado vía la
política fiscal. El estatuto teórico del modelo IS-LM también fue cuestionado.

169
Este enfoque que se conocerá como monetarismo o Escuela de Chicago, insistirá en la
importancia decisiva de la política de emisión monetaria por parte de los bancos centrales
y, desde una nueva perspectiva, retomará los principios liberales de las escuelas clásica y
neoclásica: lejos de ser inherentemente inestable, la economía se autoregula por sí misma y
las crisis y las depresiones son resultado de una errónea política monetaria.

La inflación de los años setentas se explicará como resultado de un exceso de emisión


monetaria, así como de políticas fiscales expansivas. La escuela de Chicago insistirá en que
a diferencia y en oposición al mercado, el gobierno es inherentemente ineficaz. Friedman
resume así su postura: “En los análisis de política económica, ¨Chicago¨ significa creer en
la eficiencia del libre mercado para organizar los recursos, mostrarse escéptico sobre la
intervención del estado y poner énfasis en la cantidad de dinero como factor clave en la
producción de inflación” (Friedman, 1994: )

Lo primero a considerar es la crítica a la función de consumo de Keynes. Éste se equivoca


al postular que el consumo de los individuos y las familias está en función de su ingreso
actual, presente; más bien se encuentra en función del ingreso permanente: se supone
entonces que los individuos consumen de acuerdo a una visión menos inmediata, menos de
corto plazo, respecto de lo que son sus ingresos.

Esta diferencia tiene consecuencias en la propensión marginal a consumir y por tanto en el


grado de eficacia que pueden tener las políticas económicas orientadas a estimular el
consumo agregado como herramienta de crecimiento: la propensión a marginal a consumir
es más baja de lo que se desprende del supuesto keynesiano y, en consecuencia, es también
menor el efecto del incremento del gasto y la inversión en el consumo agregado. Éste es en
realidad menos elástico a las variaciones de aquellas de lo que suponía el planteamiento de
Keynes.

170
El siguiente aspecto tiene que ver con las limitaciones del modelo IS-LM. Tratándose de un
esquema de estática comparativa, no es por supuesto capaz de captar las diferencias
dinámicas en los ajustes del multiplicador, los precios y el interés. Además de no estar
diseñado para ese fin, quizá su más severa restricción es que la conexión o vínculo entre los
sectores real y monetario solo tiene lugar mediante la tasa de interés; esto último, entre
otras consecuencias, hace que el fenómeno de la inflación carece de explicación.

Pese a estas dos grandes limitaciones, el modelo distintivo del keynesianismo llegó a contar
con un acuerdo en torno a sus fines didácticos en la comprensión de los mecanismos
macroeconómicos, adoptándose el supuesto, por una parte, de la elasticidad de la curva LM
por parte del enfoque keynesiano (en el corto plazo) y, por otra, de la inelasticidad de esa
misma curva por parte del enfoque monetarista (en el largo plazo).

9.3 “El dinero importa”

Desde los inicios de la economía la relación entre dinero e inflación ha estado a debate.
Bodino y más tarde, a mediados del siglo XVIII, David Hume establecen lo que se conoce
como la explicación monetaria de la inflación y sientan las bases de lo que se conoce como
la teoría cuantitativa del dinero. El incremento en el nivel general de precios de una
economía obedece a aumentos en la cantidad de dinero circulante. Marshall, a su vez, dio
un fundamento microeconómico a la teoría cuantitativa del dinero e Irving Fisher
( ) planteó la fórmula por la cual dicha teoría es conocida:

MV=PT

Donde M es la cantidad de dinero, V la velocidad de circulación, P el nivel general de


precios y T, el número de transacciones. En esta teoría la velocidad de circulación del
dinero se considera constante.

171
Tal vez el elemento más distintivo del monetarismo es su teoría de la inflación y la
importancia asignada a la política de emisión monetaria, y que se suele resumir con la frase
“el dinero importa” (“money matters”).

En la llamada moderna teoría cuantitativa del dinero, la demanda de éste (entendido el


dinero tan solo como demanda de saldos en efectivo) está en función de tres grandes
factores: la riqueza total de las personas, el costo de retener dinero en posesión y las
preferencias. Friedman afirma que la cantidad de dinero demandada se encuentra en razón
directa al ingreso real permanente y al nivel de precios existente, mientras que está en razón
inversa a la tasa de inflación esperada y también en razón inversa, aunque menor, a la tasa
de interés.

De acuerdo a Friedman la demanda de dinero es estable a corto plazo. Al incrementarse la


oferta monetaria por parte de la banca central, los individuos y familias se deshacen de
saldos en efectivo lo cual a nivel agregado incrementará la producción, o los precios o una
combinación de ambos. El incremento de los precios eleva a su vez la demanda de dinero.
El equilibrio entre oferta y demanda agregadas se restablece en el largo plazo pero a un
nivel general de precios más alto. Para Friedman la inflación es resultado de un exceso de
dinero emitido por la banca central.

A su vez, una insuficiente oferta dineraria puede llevar a la recesión. De esta manera es
como Friedman explica la recesión ocurrida luego de la crisis de 1929: la Reserva Federal
de los Estados Unidos –FED- llevó a cabo durante los años treinta una brusca reducción de
la base monetaria generando una política deflacionaria –es decir de caída en el nivel
general de precios- y contrayendo aún más el crédito. “La Gran Contracción –escriben
Friedman y Schwartz- es un trágico testimonio del poder de la política monetaria, no una
evidencia de impotencia, como creían Keynes y muchos de sus contemporáneos” (1963: )

172
9.4 La Curva vertical de Phillips

El cuarto aspecto es el relativo a la relación inflación-desempleo establecida en el


paradigma keynesiano: la Curva de Phillips. Ella establece, que a mayor desempleo existe
una menor inflación y a menor desempleo se presenta un mayor nivel general de precios, tal
y como se ilustra en la siguiente:

Figura 9.1
Curva de Phillips

P
(%)

0 (%) D

Friedman sostiene en cambio que a largo plazo la relación entre desempleo e inflación se
expresa gráficamente como una curva vertical.

173
Figura 9.2
Curva Vertical de Phillips

P SRPC3 LRPC

(%)
SRPC2 d e

SRPC1 b c

------
0 D1 Dn
(%)
D
En la gráfica cada curva a corto plazo muestra las combinaciones de inflación y desempleo
que son posibles cuando la tasa de inflación real diverge de la tasa esperada. Cuando
aquella es mayor que esta última (P2 en vez de P1) el desempleo disminuye de forma
temporal más allá de su tasa natural (de Un a U1), pero una vez que P2 se convierte en la
nueva tasa esperada, la curva a corto plazo cambia de SRPC1 a SRPC2, y la tasa de
desempleo vuelve a su nivel natural (c).

A largo plazo no existe entonces un “toma y daca”, un “trueque” entre la inflación y el


desempleo, tal y como se postula en la visión del keynesianismo: a largo plazo la curva es
vertical, lo cual quiere decir que diversas tasas de inflación son compatibles con la tasa de
desempleo natural. La curva de Phillips opera a corto plazo, de manera temporal, y una vez
que la inflación queda fijada en las expectativas de los agentes, la relación postulada por
dicha curva entre inflación y desempleo no existe más. De acuerdo a Friedman es imposible
que las políticas de expansión logren influir en la tasa natural de desempleo a largo plazo y
las autoridades monetarias solo lograrán reducir el desempleo a corto plazo por debajo de

174
su tasa natural, con el “daño colateral” de incrementar continuamente el nivel general de
precios.

De este modo, la inflación de los años setenta del siglo XX, a la que el keynesianismo no
podía dar respuesta teórica ni por ende enfrentar de manera práctica, quedaba explicada
mediante esta argumentación de Friedman, sustentada en la noción de expectativas
adaptativas (los agentes en economía se adaptan paulatinamente a la información). En
materia de política económica el énfasis se colocó en no sobrecalentar a las economías con
la aplicación de políticas expansivas que resultaban generadoras de inflación. Al contrario,
la manera de atacar la inflación debía basarse en políticas contraccionistas, de severa
astringencia financiera, conocidas como políticas de estabilización ortodoxaa, las cuales
fueron plicadas durante los años ochenta.

En particular Friedman formuló la llamada Regla Monetaria que defiende un porcentaje fijo
de crecimiento para la oferta de dinero, a diferencia de la tasa de crecimiento variable
recomendada por las políticas activistas. Puesto que mantener una tasa fija de crecimiento
para H (dinero de alta potencia) no garantiza una tasa fija de crecimiento para la oferta de
dinero, debido a las variaciones en el multiplicador de dinero (H/M), lo contrario es cierto.
Mantener una RTCC para la oferta de dinero haría que la Reserva Federal manipulara H
activamente para compensar los cambios en el multiplicador de dinero (Gordon, 1996:
491-508).

Seguir una política monetaria apegada a esta regla se constituye en un factor que genera
confianza en los agentes y “blinda” la política monetaria respecto de las decisiones de
orden político que los gobiernos pretendan en un momento dado llevar a cabo. Esta regla
técnica se ha concretado institucionalmente en los últimos decenios en la llamada
“autonomía” de la Banca Central, es decir en la conformación de un cuerpo directivo de la
banca central no sujeto a los poderes ejecutivo o legislativo en su toma de decisiones
respecto a la formulación de la política monetaria.

175
9.5 Lucas y la Nueva Economía Clásica

Robert Lucas (Studies in Business Cycle Theory, 1981) es el segundo autor más destacado
de la Escuela de Chicago, especialmente por su aplicación del concepto de expectativas
racionales para fundamentar el comportamiento de los agentes frente a la inflación. Lucas
sostiene que éstos no lo hacen gradualmente sino de manera inmediata: supone de entrada
que los mercados de recursos y financieros ajustan ipso facto sus expectativas sobre la
inflación al enfrentarse a un entorno macroeconómico de políticas de gasto y emisión
expansionistas. De aquí se sigue que en la medida que los agentes se adapten óptimamente
a la información existente, (obsérvese: sin que exista razón para suponer que hagan lo
contrario) ellos encontrarán siempre la senda óptima de ajuste.

Las gráficas de la siguiente figura indican este proceso

176
Figura 9.2

(a) (b)
ASLR ASLR AS1
AS2
P1 a AS3

P2 c d
b P3 e
a AD1
P1 AD2
AD1 AD3

0 Q1 Q2 0 Q3 Q1
Fuente: Brue y Grant (2009) cap. 24, Figura 24-2 p. 507.

De acuerdo a la primera gráfica, y siguiendo lo expuesto por Brue y Grant (2009), el


crecimiento no anticipado en la demanda agregada (AD1 a AD2) mueve temporalmente el
equilibrio (de a hacia b). A continuación la economía vuelve ajustarse (de b hacia c) debido
a la existencia de salarios nominales y precios más altos que mueven la curva de oferta
agregada (de AS1 a AS2). Un crecimiento anticipado de la demanda agregada (de AD1 a
AD3) cambia la economía del punto de equilibrio (de a hacia c) de manera directa.

De acuerdo a la segunda representación gráfica un decremento no anticipado en la demanda


total (de AD1 a AD3) mueve el punto de equilibrio de la economía (de a hacia d). La baja
en los salarios y precios mueve la curva de oferta total a corto plazo (de AS1 a AS3) y el
punto de equilibrio (de a hacia e). Un decremento anticipado de la oferta agregada lleva
directamente el punto de equilibrio (de a hacia e) de manera directa.

177
La conclusión de este modelo económico de expectativas racionales es, esencialmente, que
todo lo que ocurre a largo plazo también sucede en el corto plazo. El keynesianismo es por
lo tanto una política económica ineficaz no solo en el largo plazo, sino también en el corto.
De acuerdo a esta argumentación la economía se corrige por sí sola sin necesidad de
ninguna política económica. Es el retorno de la mano invisible de Smith que repele la
intromisión del ineficaz estado. Por tal razón a este planteamiento neoliberal se le conoce
como la Nueva Economía Clásica.

Sostener que el mercado es siempre eficiente y que la sabiduría colectiva de los agentes
económicos es permanentemente correcta o acertada, lleva por supuesto a conclusiones
absurdas como por ejemplo sostener que los precios de todos los bienes siempre son los
adecuados y por tanto que las burbujas especulativas no tienen lugar. Si éstas no existen
tampoco pueden estallar y en consecuencia no suceden las crisis financieras. Estas no
tienen cabida bajo la hipótesis de la eficiencia perfecta del mercado.

De acuerdo a este enfoque el precio de un activo cualquiera en un determinado momento es


el adecuado, el único que puede ser correcto, ya que el mercado procesa la información
siempre de manera adecuada y oportuna. Un activo, sea un bien material o un bien
financiero, no se sobrevalua o devalúa, nunca, puesto que toda la información es
inmediatamente incorporada por los agentes y procesada de manera óptima para su toma de
decisiones.

178
• Puntos para reflexionar y profundizar:

• ¿Qué particularidades presentan los mercados financieros frente a otros mercados?


• ¿En qué medida es racional el comportamiento especulativo de los agentes

económicos?
• ¿Qué dicen las neurociencias respecto a la relación razón-emociones en el

comportamiento humano?
• Ver la película “The Big Shortcut” (La Gran Apuesta) del director sobre la crisis
de 2007-2008 en los Estados Unidos.

179
Capítulo 10

Reflexiones pertinentes

1. La historia de una disciplina histórica; 2. Debates y paradigmas;

En los capítulos precedentes se ha hecho un recorrido por las escuelas, autores, temas de
análisis, enfoques metodológicos y conceptos más importantes del pensamiento económico.
En nueve capítulos se agruparon, en orden histórico, ideas y teorías formuladas en torno a
uno de los más complejos campos de la actividad humana, la economía. Este repaso
sintético se hizo con el propósito de elaborar una presentación accesible para lectores
principiantes a la vez que ofrecer una sistematización básica y coherente para los ya
iniciados en esta disciplina. Se dejaron a un lado autores y escuelas para concentrar la
atención en lo más esencial de la trayectoria seguida por el pensamiento económico desde
sus orígenes hasta mediados del siglo pasado. En este último capítulo se ofrecen algunas
reflexiones pertinentes para un balance general de lo observado.

1. 1 ¿Qué es la historia del pensamiento económico?

Refiriéndose a la historia del pensamiento científico dice Koyré que bien puede parecer “un
cementerio de errores o incluso una colección de monstra justamente relegados al gabinete
del trastero y buenos solamente para una obra de demolición. Un cementerio de teorías
olvidadas…” (1944:53) Añade que es normal que las cosas aparezcan así ante una
mentalidad práctica que al “remontar el curso del tiempo” encuentra las teorías ya cuando
están “muertas, envejecidas, ajadas, esclerosadas.” (Ibid) En cambio “sólo el historiador…
capta las teorías del pasado en su nacimiento y vive con ellas el impulso creador del
pensamiento” (Ibid.). Ha sido nuestro intento en este libro, por supuesto, dar una pequeña
muestra de los variados esfuerzos del pensamiento a lo largo de siglos para alcanzar a
comprender los muy diversos y complejos fenómenos que encierran las actividades
económicas del ser humano.

180
Por supuesto que el pensamiento económico no ha existido al margen del acontecer
económico de las sociedades; las teorías que lo constituyen “siempre son producto de su
época y lugar; no se las puede ver al margen del mundo que interpretan” (Galbraith: 48). En
tal sentido la economía es una ciencia histórica: sus temas y objetivos de estudio son
aportados por la realidad de una época o período determinado: los inicios del comercio
mundial, la agricultura capitalista, la revolución industrial, el crecimiento del proletariado,
las primeras crisis, la recesión acompañada de inflación, etcétera. Al ser la realidad
económica un proceso evolutivo y constante cambio, emergen nuevos fenómenos y
problemáticas a ser considerados por parte de las teorías, o bien reaparecen anteriores
problemáticas bajo nuevas condiciones, las cuales son re examinadas bajo visiones teóricas
renovadas o bien dan a lugar a teorías originales y novedosas.

Pero no solo existe el fenómeno o acontecimiento real al cual el pensamiento se enfrenta e


intenta entender y explicar, sino que el pensamiento de los autores, personas de carne y
hueso, opera -no podía ser de otra manera- de acuerdo a las circunstancias y tradiciones
culturales de la época. Las teorías económicas no surgen en un “vacío cultural”, cayendo
como maná del cielo, ni los autores que las formulan tienen la mente como tabula rasa
libre de prejuicios, nociones y tradiciones. Las teorías económicas visualizan, interpretan,
representan y tratan de explicar fenómenos siempre en evolución y lo hacen con los ojos
culturales y científicos del momento histórico correspondiente y de acuerdo a tradiciones
establecidas. La condición histórica del ser condiciona las capacidades y los alcances de su
saber, dice la filosofía de la ciencia (Koyré, 1944: 61). A lo largo de este libro se ha visto
que el pensamiento económico ha estado influido y moldeado a lo largo del tiempo por las
creencias religiosas, la ética de la justicia, la filosofía aristotélica, la física newtoniana, las
matemáticas y el cálculo, la psicología, la biología, la antropología cultural. Hoy día, para
continuar con los ejemplos de influencias científicas, la economía (al igual que la ciencia
política y la sociología) reciben cada vez más aportaciones por parte de la neuropsicología
y las ciencias cognitivas o del cerebro (Toledo: ).

181
La historia del pensamiento económico es, por razones histórico-sociales y por limitaciones
cognitivas del ser humano, la continua confrontación de teorías y metodologías a su
interior. No sigue una evolución lineal y ascendente, al modo de una progresión teórica
continua en la que los sucesivos autores, recorriendo siempre un mismo sendero, arriben a
descubrimientos que se agregan a los anteriores en una acumulación de conocimientos y
saber, como si fueran piezas de juguetes lego o contenedores de barco que, con una misma
lógica, se ensamblan unos arriba de otros. Semejante “suma lineal de conocimientos”
simplemente no sucede en las ciencias sociales -y de acuerdo a Kuhn ( ) tampoco en las
naturales- sino que la línea del pensamiento está marcada y “jaloneada” por la discrepancia
y la crítica, la ruptura de enfoques, supuestos, conceptos, temporalidades y
argumentaciones; retrata de un rasgo que se presenta tanto al interior de una misma escuela
o corriente, como entre paradigmas diferentes. Esto habla de inicio de la complejidad
misma de lo económico y de las limitaciones históricas y cognitivas que existen para
aprehender y representar teóricamente dicha complejidad.

10. 2 Debates y paradigmas

Lo anterior lleva a considerar la “contradictoriedad” o “bipolaridad” que distingue al


pensamiento económico. Algunos enfoques operan desde una perspectiva holística; otros
desde una visión centrada en el agente económico, sea la empresa o el consumidor. Unas
escuelas parten del valor y desechan el valor de uso mientras otras actúan en sentido
inverso. Unas estudian a partir de la demanda y otras a partir de la oferta. Unas teorías
proponen una perspectiva estática, en estado de reposo, mientras que otros una dinámica, en
movimiento. Unas teorías ven al dinero como un “velo” en el desempeño del sistema; otras
consideran a las variables monetarias como algo de la mayor trascendencia. Unas escuelas
se distinguen por destacar los distintos aspectos del “orden caótico”, los desequilibrios y las
contradicciones que imperan en el movimiento del sistema, mientras que otras resaltan sus
rasgos de equilibrio y armonía. Unas afirman que el sistema está condenado al

182
estancamiento o la desaparición, y otras dan por supuesto que durará toda la eternidad, o
sencillamente ignoran semejantes discusiones futuristas. En el plano de las políticas
económicas unas teorías enfatizan la importancia de la política fiscal mientras que otras la
trascendencia de la política monetaria y financiera. Y así todo el tiempo…

La economía aparece a la vista de todos un enorme cuerpo teórico sustentado en leyes,


razonamientos, relaciones, fórmulas, estadísticas, esquemas y modelos matemáticos. Esto le
otorga un estatuto científico y a los economistas les proporciona un aura de alta
respetabilidad avalada por el uso de un complejo vocabulario y terminología. Sin embargo,
quien se acerca un poco más a la disciplina y escarba en su interior, descubre que detrás de
una fachada de rigor matemático, verdades tajantes y uniformidad científica, existe en
realidad una gran diversidad de opiniones en conflicto, valoraciones en ocasiones
totalmente enfrentadas y a veces coexistiendo (con huecos e incoherencias) gracias a
acuerdos pactados tácitamente por la comunidad académica (como sería el caso del modelo
IS-LM).

El abanico de las divergencias entre las diversas escuelas y corrientes es sumamente amplio
y no se limita a cuestiones puntuales sobre el ciclo económico, los determinantes del precio,
los multiplicadores de la inversión o aspectos semejantes; las discrepancias abarcan hasta la
idea o concepción misma del ser humano, en su faceta particular de homo economicus. Las
diferencias respecto a este punto, por lo demás, no son menores sino cruciales en la
construcción de los distintos edificios teóricos, ya que de acuerdo al punto de vista
adoptado se define el tipo de desempeño que tendrán los agentes económicos dentro del
sistema y el desempeño del sistema en sí. Lo interesante a destacar es que en esta cuestión
del “agente económico” se involucran por parte de los distintos autores nociones
filosóficas que se asientan en concepciones éticas y morales, así como en observaciones
antropológicas y psicológicas por demás incipientes. Es decir, meros supuestos.

183
Otro debate fundamental en el pensamiento económico gira en torno al papel, importancia y
cualidades del mercado e, íntimamente asociado a ello, en torno al papel del estado en la
economía. En algunos autores y escuelas el mercado se basta por sí solo para corregir sus
desequilibrios y tensiones; el estado genera desequilibrios y desestabiliza al mercado,
además de ser ineficiente por naturaleza. En otros autores y escuelas la economía de
mercado y el capitalismo son inherentemente inestables y hasta inviables en el largo plazo,
requiriendo de la presencia correctora o al menos reguladora del estado. En términos
generales, las escuelas y autores que son partidarios de las bondades y eficiencias del
mercado mantienen una visión optimista sobre las capacidades y futuro del sistema
capitalista, mientras que los que resaltan sus contradicciones y desequilibrios, mantienen
una visión pesimista sobre sus potencialidades y alcances a futuro. En estas
contraposiciones entre escuelas subyacen diferencias culturales y experiencias históricas y
por lo misma ninguna escuela, aunque así lo pretendan sus defensores, puede proclamarse
como la portadora de la verdad general para todos los países y momentos sobe cuál debe ser
la correcta articulación mercado-estado.

Una consideración similar sobre la “polarización” del pensamiento económico puede


hacerse en torno a la manera de cómo concebir el estudio mismo de la economía: están por
un lado las escuelas y autores que la visualizan como una ciencia pura, fundamentada solo
en las matemáticas y la estadística, y por completo (o lo más posible) al margen de otras
disciplinas sociales, al modo como Jevons la concebía. La teoría económica, así, es
esencialmente a-histórica. Esto tiene implicaciones metodológicas fundamentales al
proclamar la unidad del método de las ciencias naturales y sociales, al modo como lo
plantea el positivismo y el antihistoricismo de Popper. De otro lado, separando las ciencias
físicas de las sociales, están quienes la conciben como una disciplina social que involucra
necesariamente la participación de otras disciplinas sociales como la historia, la sociología,
la psicología, la geografía; estos últimos, por supuesto, parten de la premisa de que en las
ciencias evolutivas y sociales no puede haber ni experimentación repetida y controlada de
los fenómenos ni predictibilidad total en cuanto a los efectos de los mismos.

184
La enorme cantidad de contraposiciones metodológica y conceptuales, tanto generales
como concretas, que a su interior se debaten. Es una inquietud lógica y por demás valida a
la que se enfrenta muchos estudiantes de economía y que todo profesional acaba
resolviendo pragmáticamente; tal y como diría el propio Keynes , por supuesto que
metafóricamente, al referirse a los “huecos” y oposiciones en la teoría: “Todos nos hemos
acostumbrado a encontrarnos a veces de un lado de la luna y a veces de otro, sin saber cual
es el camino o el recorrido que los vincula, aparentemente relacionados en el estilo de
nuestra vida de vigilia y sueño” (citado por Hession, 1985: 282-283). Se trata casi de una
decisión existencial a tomar frente a un mundo plagado de antítesis y disyuntivas. ¿Qué
camino seguir? ¿Cuál es la postura acertada en cada caso? ¿Hay incluso una sola postura
válida para todos los casos en debate? ¿Si sólo es válida una opción metodológica, la otra, u
otras, son erróneas y deben ser descartadas en consecuencia? Si se analiza al capitalismo
dinámicamente ¿hay que rechazar analizarlo estáticamente por una razón de coherencia
metodológica? Y viceversa: si se le estudia como un sistema de “anarquía en
movimiento” ¿ya no es válido estudiarlo en “equilibrio armónico”? Si se le enfoca desde
el ángulo del mercado ¿ya no procede estudiarlo desde el ámbito de la producción? ¿Las
conclusiones a las que se arriban por una vía pierden su validez frente a los resultados a los
que se llegan por una vía distinta?

En el Prefacio a su magnus opus, Kuhn relata que al entrar en contacto por primera vez con
científicos sociales se asombró “ante el número y alcance de los desacuerdos patentes…
sobre la naturaleza de problemas y métodos científicos aceptados” y que hubiera respuestas
y “controversias endémicas” tan firmes o permanentes al respecto, como no sucedía
“normalmente en la física, la química o la biología” (:13). Su explicación a este contraste
es clave para el punto que estamos abordando: “Al tratar de descubrir el origen de esta
diferencia, llegué a reconocer el papel desempeñado en la investigación científica por lo
que desde entonces, llamo ´paradigmas´ … realizaciones científicas universalmente

185
reconocidas que, durante cierto tiempo, proporcionan modelos de problemas y soluciones a
una comunidad científica” (:13)

Se podría ir más lejos e incluso plantear una pregunta fundada en un abierto eclecticismo?
¿Es posible asumir una postura teórica que no se planteé “lo uno o lo otro” sino “lo uno y lo
otro”.

Para estudiar el desempeño de los músculos del cuerpo humano, por ejemplo, es posible
utilizar un video computarizado que muestre a éste caminando, corriendo, saltando,
bailando, etcétera, es decir en movimiento (ya sea a velocidad normal o en cámara lenta);
también es posible congelar las imágenes, es decir proceder estáticamente y observar el
cuerpo humano en diferentes posiciones en equilibrio. Ningún fisiólogo o especialista
interesado en entender el funcionamiento muscular se limitaría a utilizar solo uno de esos
recursos visuales (en movimiento y estáticamente) y a rechazar por improcedente al otro.
Implícitamente aceptarían que las dos formas de analizar la realidad son válidas.
Igualmente los estudiosos de los músculos del cuerpo humano verían con la mayor
normalidad observar en un momento dado un músculo en particular, de manera aislada,
independiente, en su individualidad y, en otro momento, estudiarlo en sus vínculos e
interacción con otros músculos o con los respectivos huesos. En ambos casos nadie pondría
en duda la validez de esas dos formas –opuestas- de observar y analizar el comportamiento
muscular. Ambas serían vistas como complementarias y no excluyentes. Nadie sostendría,
en su sano juicio, que la verdad científica está en solo en una de las formas o métodos.

Pero en las ciencias sociales en general y en economía en particular la realidad a estudiar y


comprender es mucho más compleja de que lo que es en las ciencias naturales,
precisamente por su configuración concreta y su evolución histórica constante, así como
por el hecho de que los fenómenos, en este caso económicos, no se pueden reproducir y
manipular en un laboratorio a voluntad y por lo tanto no se puede predecir al cien por
ciento lo que ocurrirá ante tal o cual hecho o acontecimiento. El comportamiento del

186
sistema económico como un todo (no nos referimos a su dinámica cíclica, sino al
desempeño e interrelaciones que guardan sus distintas partes o sectores) no es estático ni es
un continuo “más de lo mismo” en el transcurso del tiempo; el objeto de estudio de la
economía no pertenece así al mundo de los fenómenos naturales -donde existen leyes y
regularidades que no surgen, ni desaparecen o se modifican con la acción humana48-. La
falta de microscopio o telescopio, decía Marx, se suple con la abstracción teórica. Pero,
¿con qué tipo de abstracción? De nuevo: ¿solamente con un tipo o método de
razonamiento? En realidad resulta pretencioso suponer que en las condiciones “únicas y
cambiantes” de la realidad económico y social alguna teoría puede por sí sola “tener la
verdad”, o ser la llave única para acercarse a ella. Ninguna teoría opinión puede tener la
capacidad de enumerar ya no digamos explicar toda la realidad económica, es decir la
complejidad de sus fenómenos y procesos.

Las teorías económicas son mucha más limitadas en sus alcances: permiten captar sólo
partes de esa realidad (“porciones” decía Popper); las teorías y sus conceptos son como
“plantillas” que hacen posible “recortar” y ver de cierta forma partes del objeto de estudio,
a la vez que nos impiden ver otras partes; los aparatos conceptuales de las teorías nos
permiten “rebanar” mentalmente la realidad solo de cierta manera, desde cierto ángulo, y
por tanto analizar únicamente algunas de sus porciones; esos aparatos conceptuales
necesariamente dejan de lado en análisis de otras partes y porciones de la realidad, pues no
la pueden “recortar” desde otros ángulos, con otras dimensiones y en diferentes
“profundidades” (ya que la realidad no es “plana” sino de múltiples “capas” o
“dimensiones”). Toda teoría tiene, haciendo uso de la terminología marginalista un “costo
de oportunidad”, un trade off. Las teorías económicas pueden explicar porciones de lo real
pero no ven o ignoran lo que sucede con otras partes de esa realidad. Algunas permiten
abarcar más aspectos mientras que otras tienen un alcance menor. Algunas son de “alta
potencia” y otras de “baja potencia” analítica. Algunas permitan ver el bosque mientras que

48En el campo de la física molecular y de la genética, hoy en día las nanociencias y la nanotecnología han
roto esta barrera (Toledo, )

187
otras ven el árbol e incluso habrá las que puedan ver lo que sucede al interior de la hoja que
pende de la rama más alta del árbol. Lo mismo se puede decir en cuanto a los efectos
prácticos de las teorías: mientras unas tienen implicaciones de determinada orientación para
la política económica (o la política en general), otras responden y/o favorecen
determinadas posturas respecto al quehacer económico.

Metafóricamente hablando las teorías y sus metodologías son lentes de muy distintos
colores y variadas gradaciones que nos permiten observar la realidad con tonos que resaltan
ciertos aspectos de la misma, pero que simultáneamente oscurecen o impiden percibir
otros aspectos de ella, para los cuales necesitamos otro utilizar otros tipos de lentes. Existen
lentes diseñados para ver de lejos. y los hay para ver de cerca. También existen lentes para
ver mejor las cosas que se encuentran en movimiento y otros que son idóneos para captarlas
en reposo. Los hay para ver las cosas muy pequeñas y los hay para ver los objetos muy
lejanos. Asimismo, existen lentes que permiten la visión nocturna y otros incluso que hacen
posible ver la corona solar, que de otro modo cegaría nuestras pupilas. Quien se haya
practicado en alguna ocasión un examen de la vista sabe que las letras negras se destacan de
manera distinta y adquieren diferente nitidez si se leen a través de una mica roja, una verde
o una que sea incolora.

2016

188
Principales obras en la historia del pensamiento económico

Año
Obra
Autor
Nacionalidad

1692
Aritmética Política
William Petty (1623-1687)
Inglés

1758
Tableau Économique
Francois Quesnay (1694-1774)
Francés

1776
An Inquiry into Nature and Causes of the Wealth of Nations
Adam Smith (1723-1790)
Escocés

1817
Principles of Political Economy and Taxation
David Ricardo (1772-1823)
Inglés

1867
Das Kapital (T. I; T. II 1884; T. III 1893)
Karl Marx (1818-1883)
Alemán

1871
Theory of Political Economy
Stanley Jevons (1835-1882)
Inglés

1871
Principles of Economics

189
Karl Menger (1840-1921)
Austriaco
1874
Elements D’economie Pure
Lèon Walras (1834-1910)
Francés

1890
Principles of Economics
Alfred Marshall (1842-1924)
Inglés

1899
Theory of Leisure Class
Thorstein Veblen (1857-1929)
Estadounidense

1920
Economícs of Welfare
Pigou
Inglés

1936
The General Theory of Employment, Interest and Money
John M. Keynes (1883-1946)
Inglés

Joan Robinson
The Theory of imperfect competition
Inglesa

1946
Capitalism, Socialism and Democracy
Joseph A. Schumpeter (1883-1950)
Austro-estadounidense

1956
Studies in the Quantity Theory of Money
Milton Friedman (1912-2006)
Estadounidense

190
1963
A Monetary History of the United States 1867-1960
Milton Friedman (1912-2006); Anna J. Schwartz (1915-2012)
Estadounidenses

1981
Studies in Business-Cycle Theory
Robert Lucas (1937- )

191
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