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Los trastornos por el uso de sustancias generalmente implican patrones de comportamiento en los
que las personas continúan consumiendo una sustancia a pesar de experimentar problemas
derivados de ello, Todas estas sustancias activan directamente el sistema de recompensa del
cerebro y producen una sensación de placer. La activación puede ser tan fuerte que la persona
anhela intensamente la sustancia, y puede incluso descuidar sus actividades normales para
obtener y consumir la droga.
Los trastornos mentales y del uso de sustancias comparten algunas causas subyacentes, como los
cambios en la composición del cerebro, las vulnerabilidades genéticas y el contacto temprano con
el estrés o el trauma. Más de uno de cada cuatro adultos que padecen un problema de salud
mental grave también tienen un problema de abuso de sustancias. Los problemas por uso de
sustancias se observan más frecuentemente asociados a ciertos problemas de salud mental, entre
los que se incluyen: Depresión, Trastornos de ansiedad, Esquizofrenia y Trastornos de la
personalidad
Los trastornos por uso de sustancias pueden producirse tanto si una droga es legal o no, tanto si su
uso es o no socialmente aceptable, o si tiene o no un uso médico aceptado (con o sin receta). En
otro apartado del MANUAL se proporciona más información sobre cada sustancia concreta y sus
efectos. Los términos "adicción", "abuso" y "dependencia" se han utilizado tradicionalmente en
relación con las personas con trastornos por uso de sustancias. Sin embargo, todos estos términos
se definen de manera excesivamente variable y laxa para que resulten de gran utilidad, sin contar
con que a menudo se emplean en un sentido crítico y moralizante. Por esta razón, en la actualidad
los médicos prefieren utilizar el término más amplio y menos negativo "trastorno por uso de
sustancias".
Las personas suelen empezar a consumir drogas por un deseo de experimentar con ellas; luego
pasan a consumirlas de manera ocasional, y finalmente acaban por usarlas de modo intensivo y
desarrollando en ocasiones un trastorno por uso de sustancias. Esta progresión resulta compleja y
se conoce sólo en parte.
El proceso depende de las interacciones entre la sustancia, el usuario y el entorno. Las personas
que consumen drogas ilegales pueden hacerlo de forma ocasional y en dosis relativamente bajas
sin que a menudo ello les provoque ningún daño. Es decir, en este caso, los consumidores no
desarrollan síntomas de abstinencia, y la droga no les perjudica desde el punto de vista físico (al
menos a corto plazo). Los fármacos que suelen considerarse recreativos incluyen el opio, el
alcohol, la nicotina, la marihuana, la cafeína, setas alucinógenas. Muchas drogas recreativas se
consideran "naturales", debido a su origen vegetal. Contienen una mezcla de ingredientes
psicoactivos a concentraciones bajas en lugar de un compuesto psicoactivo aislado más
concentrado.
Las sustancias de las 10 clases que hemos mencionado antes tienen diferente capacidad para
provocar un trastorno por uso de sustancias. La probabilidad de que causen un trastorno de este
tipo se denomina capacidad de adicción. La capacidad de adicción depende de una combinación
de factores, entre los que se incluyen, cómo se utiliza la sustancia, La intensidad con que la
sustancia estimula la vía de recompensa del cerebro, la velocidad de actuación de la sustancia, La
capacidad de la sustancia para inducir tolerancia y/o síntomas de abstinencia.
SINTOMAS Y CAMBIOS
Usar sustancias en situaciones que representan un peligro físico, por ejemplo mientras conduce u
opera una máquina
No tener motivación
Los profesionales de la salud también pueden emplear otros métodos, como cuestionarios,
evaluaciones medicas y entrevista para identificar un trastorno por uso de sustancias. Se pueden
realizar análisis de orina y en ocasiones de sangre para detectar la presencia de drogas.
Dado que el hecho de compartir agujas es una causa frecuente de infección por VIH, se llevan a
cabo programas para reducir su incidencia. Su objetivo es reducir los contagios debidos al uso de
las drogas en los que no pueden dejar de consumirlas. Por ello, a los consumidores se les
proporcionan agujas y jeringuillas estériles para que no reutilicen las de otros usuarios. Esta
estrategia ayuda a reducir la transmisión (y los costes a la sociedad) de la infección por VIH y de la
hepatitis.