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1.
ENTENDIENDO
LA AUTONOMÍA:
CONCEPTOS CLAVE
En las siguientes líneas, se presentan conceptos clave acerca de la autonomía para poder
comprender de qué se trata y qué se requiere para lograrla. A continuación, se revisarán
esos aspectos.
Todas las escuelas habitan espacios sociales en los cuales existen estándares que cumplir.
Puede tratarse de exigencias externas o de otras internas. Esto quiere decir que las escuelas,
por un lado, están sujetas a iniciativas de políticas nacionales y, en esa medida, estas serán
evaluadas según sus normativas. Al respecto, Arcia, McDonald, Patrinos y Port (2011) señalan
que toda institución educativa responde por sus acciones de acuerdo con las regulaciones
de gobernanza, es decir, en interdependencia y coordinación con el Estado y la sociedad
civil. Por ello, ineludiblemente, las escuelas se encuentran al servicio de los ciudadanos y las
ciudadanas (Oria, 2009; Bocchio y Lamfri, 2013). Por otro lado, a nivel interno, estas también
ejecutan monitoreos y evaluaciones que reflejan el cumplimiento de indicadores acerca de
los resultados internos de las II. EE. que son orientadores para la planificación de futuras
acciones.
cuáles son las características individuales de su institución. En ese sentido, en las escuelas
autónomas, los sujetos pueden reconocer qué tiene sentido para su organización. Es decir,
son escuelas en las cuales es posible identificar aquello que las hace únicas y cómo esto
puede dialogar con lo que se espera de ellas (McCray y Beachau, 2014).
Por último, la autonomía está relacionada con que la escuela pueda asumir la responsabilidad
de conocer a las y los diferentes aprendices, y docentes con los que cuenta, así como sus
velocidades y necesidades. Cuando la escuela pueda conocer esos elementos podrá crear
oportunidades diferentes para quienes la componen. Demás y Arcía (2015) comentan que las
escuelas autónomas pueden reconocer su heterogeneidad y valorarla, y obtener beneficios
para todas y todos.
En resumidas cuentas, en una escuela en la que los individuos tienen una cultura de autonomía
y confianza, se establecen acciones que le dan a la evaluación un rol central. Y esto sucede
porque se asume que la evaluación es una herramienta que permite monitorear las acciones
que se realizan para utilizar los resultados para establecer un nuevo ciclo de acciones.
Las evaluaciones, por ello mismo, visibilizan aquellos puntos en los cuales hay dificultades y
permiten analizar los procesos de aprendizaje. En esa línea, los resultados de las evaluaciones
permiten conocer qué es lo que se realiza con facilidad y qué se realiza con más dificultades.
Indudablemente, es importante conocer dónde hay problemas para poder establecer
acciones y ajustes. Esto último también supone transformar cualquier acción que censure las
dificultades; se trata de transparentarse para poder abordarlas en un ambiente de confianza
y apertura al diálogo.
En tal sentido, para que las políticas de autonomía escolar sean efectivas, es importante que,
a nivel interno, los individuos sean quienes cambien su manera de actuar (Barrera, Fasih
y Patriños, 2009). Lograrlo nos lleva, inevitablemente, a crear dispositivos que permitan a
las instituciones escolares tener espacios de desarrollo colegiado (Bolívar, 2009) porque
la autonomía escolar invita a una estrecha colaboración con los miembros de la IE (Oria,
2009), como lo muestra, por ejemplo, la implementación de las Comunidades de Aprendizaje
Profesional. Una escuela con sujetos autónomos prioriza el diálogo y puede sostener las
diferencias de los individuos. Además, fortalece el consenso y no la toma de decisiones
producto del seguimiento de un protocolo, sino como una acción consciente. En otras
palabras, las escuelas autónomas no son jerárquicas, aunque sí son organizadas.