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Genealogía de Jesús
En las Sagradas Escrituras, específicamente en el Nuevo Testamento, se
encuentran ubicados los evangelios de Mateo y Lucas, en donde se
describe la genealogía de Jesús.
Mateo toma el linaje de Jesús por José, mientras que Lucas lo toma por
María, aunque ambos mencionan a José e incluso discrepan en el
nombre del padre de este.
Durante esta época, estos reyes eran conocidos como los legítimos
soberanos y autoridades de Israel. Esta genealogía se encuentra descrita
al inicio del evangelio, donde se muestran todas las generaciones en
Mateo 1:1-17, el cual comienza:
Y así sucesivamente hasta llegar a Isaí que dio lugar al rey David y este a
Salomón. El evangelio continúa hasta que llega a Jacob, quien engendro
a José, siendo este el padre de Jesús. En el versículo 17 nos dice lo
siguiente:
Lo que nos confirma lo que se decía previamente, que desde David hasta
José se tenían veintisiete generaciones. Ha habido algunas controversias
alrededor del título que se le da a Jesús en este pasaje, en la versión
Reina Valera de 1960, el versículo 16 dice:
16 Y JACOB ENGENDRÓ A JOSÉ, MARIDO DE MARÍA, DE LA CUAL NACIÓ
JESÚS, LLAMADO EL CRISTO.
Por otra parte, Mateo lo llama el hijo de David, lo que representa el título
real que tenía Jesús, pero a su vez también lo llama el hijo de Abraham,
para que se cumplieran las promesas que Dios le había ofrecido a David.
Allí Dios le dice que su reino continuará hasta la eternidad, lo que habla
directamente de que en su descendencia iba a estar el hijo de Dios,
eterno rey.
Otra explicación dada por el historiador de la iglesia Eusebio, es que Mateo está trazando el linaje
primario o biológico, mientras que Lucas lo traza tomando en consideración los casos de
“matrimonios por levirato”. Si un hombre moría sin tener hijos, era una tradición que su hermano se
casara con la viuda y tuviera un hijo que preservara el nombre del que murió. Según la teoría de
Eusebio, Melqui (Lucas 3:24) y Matán (Mateo 1:15) se casaron en diferentes momentos con la
misma mujer (la tradición la llama Estha). Esto haría que Elí (Lucas 3:23) y Jacob (Mateo 1:15)
fueran medio hermanos. Elí entonces murió sin un hijo, y así su (medio) hermano Jacob se casó con
la viuda de Elí, quien dio a luz a José. Esto haría de José el "hijo de Elí" legalmente y el "hijo de
Jacob" biológicamente. Por lo tanto, tanto Mateo como Lucas están registrando la misma
genealogía (la de José), pero Lucas sigue el linaje legal mientras que Mateo sigue el biológico.
Inicia Jesús seguido por José, Elí, Matat, Leví, Melqui, Jana, José,
Matatías, Amós, Nahum, Esli, Nagai, Maat, Matatías, Semei, José, Judá,
Joana, Resa, Zorobabel, Salatiel, Neri, Melqui, Adi, Cosam, Elmodam, Er,
Josué, Eliezer y Jorim, Matat.
Cuerpo: Durante los 33 años (o más) de la vida de Jesús, él llevó este cuerpo, y fue este
mismo cuerpo el que murió. Y sin embargo, cuando Jesús resucitó después de su muerte,
todavía tenía un cuerpo humano (Juan 20:14, 17) que llevaba las cicatrices de su muerte
(20:20, 26-27). Por lo tanto, Jesús pudo comer y beber con sus discípulos (Juan 21: 12-
13, Lucas 24: 41-43).
El hecho de que Jesús todavía tiene un cuerpo humano es muy importante, porque
según Filipenses 3: 20-21, Jesús transformará nuestros cuerpos presentes para convertirse
en su glorioso cuerpo resucitado
Alma: Mi alma está muy triste, hasta la muerte … Mas nosotros tenemos la mente de
Cristo … Si quieres, puedes limpiarme … Quiero».– Mt. 26:38; 1ª Cor. 2:16; Luc. 5:12-13.
En los textos citados se encuentran las tres funciones del alma: La emoción, la mente y la
voluntad. Nadie ha tenido un alma tan equilibrada como la del Señor Jesús, pues las almas
de todos los seres humanos desde Adán hasta ahora, han sido gravemente dañadas por el
pecado, con excepción del alma de Jesús.
Espíritu: Nuestro espíritu fue creado por Dios para que podamos contactarlo y recibirlo a
Él. Nuestro cuerpo y nuestra alma tienen sus propias funciones específicas; sólo nuestro
espíritu tiene la capacidad de contactar a Dios. Podemos ver esto en numerosos versículos,
incluyendo Juan 4:24:
“Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y con veracidad es necesario que adoren”.
A fin de contactar —o adorar— a Dios, quien es Espíritu, debemos usar nuestro espíritu.