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Al lector moderno le parece pesado encontrarse con una lista de nombres para
empezar un libro. Para Mateo y sus lectores, sin embargo, de ninguna manera era pe
sado: trataba del cumplimiento de la historia de Israel con la llegada de su verdadero
rey. Registro de la genealogía es, en gr., el título del “libro de Gén.”, lo que hace que el
lector piense en un nuevo comienzo. La lista empieza con Abraham (el héroe del libro
de Gén. y el patriarca de donde Israel trazaba sus orígenes), conduce hacia David (el
verdadero primer rey de Israel), y continúa por la línea real de Judá hasta el momento
donde dicha monarquía fue destruida con la deportación a Babilonia. La división en
tres juegos de catorce generaciones (17) remarca estos puntos de partida (y
¡posiblemente para el lector judío la idea cobra fuerza por el hecho de que las tres
letras heb. que forman el nombre David, al ser usadas como numerales suman
catorce!).
La repetición prominente del título Cristo o Jesucristo (1, 16, 17, 18) extrae las
implicaciones teoló gicas de esta lista. Para los lectores modernos “Cristo” no es más
que un “apellido” de Jesús, pero Mateo claramente lo usa aquí con el pleno impacto de
un título, “Mesías”, el verdadero rey de Israel en la línea de David, cuya llegada todos
esperaban con anhelo.
Los nombres desde Abraham hasta el exilio son bien conocidos en el AT, pero la
mayoría de los que aparecen en la tercera sección son, generalmente, desconocidos.
La lista presentada por Lucas de los antepasados de José (que también incluye a su
propio padre) es diferente. Probablemente, Lucas nos ofrece un árbol genealógico
“físico”, mientras que Mateo da la lista oficial de la sucesión al trono (la que no
necesariamente pasaría de padre a hijo, sino que quedaría en la familia). Su interés es
mostrar el derecho que Jesús tiene (a través de José) al título de “Rey de los judíos”.
El v. 16 indica sin ambigüedades que Jesús no fue el hijo físico de José (de la cual,
femenino). La relevancia de la genealogía de Jesús tendrá que ser establecida en la
sección que sigue.
La sección previa daba a José como descendiente de David; pero Jesús no era hijo de
José, según lo aclara aun más esta sección. Solamente si José formalmente “adoptara” a
Jesús podría él también ser “hijo de David” (20). Requirió una revelación divina para
persuadir a José de que lo hiciera, aceptando a María como su esposa estando ella
encinta y luego dándole un nombre a la criatura.
lic.lmg.m.f.pastoral