Está en la página 1de 9

Orígenes del teatro.

Raíces antropológicas de las artes del espectáculo.

La variedad de las artes del espectáculo y las múltiples formas que adoptan en cada
cultura a lo largo de la historia son un signo de que responden a necesidades del ser
humano en todos los tiempos y en cada pueblo, sean cuales sean las formas que adapte
su cultura. Y en efecto, la investigación ha demostrado que hay características humanas
que están en la base de las artes escénicas.

La empatía. Las neuronas espejo.

En el año 1996 el profesor Giacomo Rizzolatti y su equipo de la Universidad de Parma


(Italia) descubrieron un tipo de neuronas que se activaban no solamente a la hora de
hacer un movimiento, sino también cuando el individuo veía a otro hacer ese mismo
movimiento. Las investigaciones posteriores, que han abierto un campo enorme a la
neurociencia, han corroborado que los seres humanos (además de algunos animales)
tenemos la capacidad innata de reaccionar de la misma forma ante estímulos que se
ejercen sobre nosotros y sobre los demás.

El descubrimiento aporta una sólida base científica a la empatía, la identificación


con los sentimientos ajenos. Para decirlo en términos coloquiales, la risa y el llanto son
contagiosos. Es algo que ya sabía hace dos mil años el poeta latino Horacio cuando
escribió su Arte poética; “Así como sonríen a los que ríen, los rostros humanos / lloran
con los que lloran”.

Lo que ha demostrado la neurociencia es que no se trata de un comportamiento


aprendido, propio de una determinada cultura, sino que es parte de la naturaleza
humana. La empatía está en la base de todas las artes escénicas. El espectador sufre
realmente con los sucesos luctuosos y ríe con los cómicos aunque sabe perfectamente
que lo que está viendo no es real. Pero le afecta igualmente porque el ser humano es un
ser empático gracias a las neuronas-espejo.

El pensamiento mágico.
En 1922 el antropólogo inglés Sir James George Frazer publicaba La rama dorada,
libro que resumía sus investigaciones de muchos años atrás sobre las formas del
pensamiento primitivo, que él definió como pensamiento mágico. Desde entonces sus
conclusiones han dado lugar a polémicas, pero en gran parte sus ideas siguen siendo
válidas. Para Frazer las manifestaciones más extravagantes de los pueblos primitivos
responden a un pensamiento riguroso que se basa en dos principios.

Si analizamos los principios del pensamiento sobre los que se funda


la magia, sin duda encontraremos que se resuelven en dos: primero,
que lo semejante produce lo semejante, o que los efectos semejan a
sus causas, y segundo, que las cosas que una vez estuvieron en
contacto se actúan recíprocamente a distancia, aun después de haber
sido cortado todo contacto físico. El primer principio puede llamarse
ley de semejanza y el segundo ley de contacto o contagio. Del
primero de estos principios, el denominado ley de semejanza, el mago
deduce que puede producir el efecto que desee sin más que imitarlo;
del segundo principio deduce que todo lo que haga con un objeto
material afectará de igual modo a la persona con quien este objeto
estuvo en contacto.

J.G. Frazer, La dama dorada, 1995.

La ley de semejanza explica por qué se encienden hogueras para celebrar los
cambios de estación: es una forma de conseguir que el sol siga alumbrando el mundo
con su fuego, del mismo modo que en las danzas de la lluvia se echa agua en el suelo
para forzar a la naturaleza a hacer lo mismo. Y finalmente, explica por qué es necesario
representar ante el pueblo los mitos que forman parte de su historia como si estuvieran
sucediendo de nuevo. Porque, para el pensamiento mágico, si se reproduce un hecho
con todas las condiciones que exige el ritual, este hecho vuelve a producirse realmente.

El pensamiento mágico ha sido superado en cuanto a explicación del mundo por


el pensamiento lógico y el pensamiento científico, pero sigue formando parte de la
psicología humana, incluso de las personas más “civilizadas”. No se trata solamente de
que la religión se basa en el pensamiento mágico, sino que este aparece en situaciones
de la vida cotidiana, como la forma en que conservamos recuerdos de una persona
querida porque con ellos sentimos que tenemos a la persona más cerca.

Todas las artes escénicas, y especialmente el teatro, tienen su base en el


pensamiento mágico. Vemos una historia que sabemos falsa, pero que nos afecta
realmente, entendemos que aquello no está sucediendo, pero sentimos que es real.

La fiesta.

Los espectáculos se realizan en unas circunstancias especiales que convierten ese


momento en algo distinto de las actividades de la vida cotidiana. Sea porque se
producen en unas fechas determinadas, porque se hacen en un espacio determinado o
porque cumplen con algunas condiciones que los convierten en un momento separado
de la cotidianeidad. Es lo que se conoce como fiesta. En cualquier cultura conocida
hasta la fecha la fiesta implica siempre baile y cánticos, tanto como manifestación de
alegría como de luto. Pero además la fiesta supone una ruptura, no solamente con el
ritmo de la vida diaria, sino con muchas de las convenciones que la rigen. El helenista
Francisco Rodríguez Adrados, en su estudio sobre los orígenes del teatro, ha definido la
fiesta como una suspensión del espacio y del tiempo donde todo es posible:

Así considerada, la manifestación más duradera de la fiesta en el mundo


occidental es el Carnaval, estudiado por Mijail Bajtín no como una festividad concreta,
sino como una manifestación de la cultura popular que mantiene dentro de la sociedad
cristiana rasgos del antiguo paganismo. El uso de las máscaras, el disfraz por el que se
pierde la identidad para adoptar un papel, a menudo radicalmente distinto al que se tiene
en la sociedad (son muy corrientes los hombres disfrazados de mujeres y las mujeres de
hombres), el “mundo al revés” que supone que los de abajo manden a los de arriba, la
exaltación de lo “bajo corporal” frente a lo espiritual, todo conforma una breve y jocosa
subversión del orden establecido.

Las artes escénicas han estado siempre ligadas a la fiesta. De hecho, en el Siglo
de Oro era corriente denominar “festejo” a las representaciones teatrales, especialmente
cuando se celebraban con algún motivo especial. Y en las modernas performances se
puede encontrar el mismo ánimo subversivo y rompedor que en las fiestas descritas por
los estudiosos de la cultura antigua.

Nacimiento del teatro.

El teatro nace de la unión del rito y el mito. Son fenómenos universales, que no faltan
en ninguna sociedad humana. El ser humano necesita contar y que le cuenten historias.
Así como encontramos sociedades en donde no existe el teatro, no hay ninguna en la
cual no se cuenten mitos que den cuenta del origen del mundo, de la historia del pueblo
o de hechos de los dioses y los héroes. Y a la vez la Humanidad tiene necesidad de
ritualizar algunos momentos especiales de la vida, lo que permite encuadrarlos dentro
del gran ciclo de la naturaleza.

De esa necesidad de contar las historias de los dioses y los héroes, y a la vez
honrar al dios de la vid, nació hacia el año 500 a.C. el teatro en Atenas. Pero este
nacimiento no surgió de la nada, sino que se produjo en medio de un auténtico océano
de rituales que exaltaban la renovación de la naturaleza.

Los ritos de los pueblos cazadores.

Las primeras manifestaciones artísticas del ser humano son las pinturas y esculturas del
Paleolítico. En ellas podemos encontrar ya un propósito estético, en cuanto el anónimo
artista busca representar con la mayor fidelidad las figuras de animales que se
encuentran en cuevas y abrigos. Pero esta finalidad estética deriva de una finalidad
mucho más importante para quienes las realizaron: la finalidad ritual.

Los primeros seres humanos fueron cazadores y recolectores: su vida dependía


de los animales que cazaban, a menudo grandes bestias que necesitaban de una gran
habilidad por parte de los cazadores. Por ello se necesitaba una relación mágica con los
animales que se pretendía matar. De acuerdo con el pensamiento mágico, el hecho de la
caza debe estar precedido de una apropiación simbólica, un rito en donde se capturase el
“alma” del animal antes de salir en su busca.
Bisonte. Cueva de Altamira

Pero junto con la caza, las investigaciones demuestran que estos


cazadores-recolectores tenían ya rituales para los momentos clave de su vida: los ritos
de paso que celebraban el nacimiento, la reproducción y la muerte. A los ritos de
fertilidad deben de corresponder las abundantes representaciones de órganos sexuales
masculinos y femeninos, así como las “venus” paleolíticas figuras femeninas con los
atributos sexuales muy marcados.
Venus de Willendorf.

Los ritos agrarios.

El descubrimiento de la agricultura (el mayor realizado por el ser humano hasta la


fecha) supuso la aparición de nuevos rituales centrados en el culto de la madre tierra
como productora de todos los seres vivos y del ciclo de la vida, la muerte y resurrección
de las plantas, especialmente del cereal, base de las primeras sociedades agrarias. En
estos rituales, aunque se conservaba la muerte de animales como ofrenda a los dioses, lo
fundamental era la exaltación de la fertilidad y la representación de la siega, la siembra
y el crecimiento del cereal identificados mágicamente con la muerte, fecundación y
resurrección del dios, lo que convertía estas celebraciones en fiestas alternativamente
tristes y alegres.
Estos ritos llegaron a ser muy complejos en las culturas urbanas desarrolladas en
todo Oriente Medio, especialmente en Mesopotamia y en Egipto. En Babilonia, los ritos
de la agricultura estaban dedicados al dios Marduk, cuyo espléndido zigurat dominaba
la ciudad. Las fiestas de Marduk, celebradas en el mes de abril, duraban doce días, y en
ellos se representaba la muerte y resurrección del dios con cantos de los sacerdotes a los
que respondía el pueblo. El cuarto día se recitaba el Poema de la creación babilonio, el
noveno día se producía la procesión hasta el templo del dios y el décimo se celebraba
una hierogamia, una unión sagrada entre el rey, que representa a Marduk, y una
sacerdotisa que tenía el papel de la diosa Ishtar. La importancia de esta fiesta, que
marcaba el comienzo del año nuevo, la combinación de procesiones, recitaciones y
cantos funerales, así como el carácter sexual de algunas ceremonias pudieron ser
modelo para celebraciones semejantes en todo Oriente Medio e influir en las
festividades griegas dedicadas a los dioses de la agricultura.

En Egipto el dios al que se celebraba como representante del ciclo de la vida era
Osiris. Según la leyenda, este fue un rey hijo del cielo y de la tierra. Inventor de la
agricultura, fue asesinado por su hermano Seth, que lo descuartizó y esparció sus restos
por todo Egipto. Pero su hermana y esposa Isis, acompañada por su otra hermana,
Neftis, recuperó los restos de Osiris, lo recompuso y tuvo con él un hijo, Horus, que
mató a Seth y vengó a su padre. Osiris se convirtió en dios del mundo de ultratumba, el
reino de los muertos donde los que seguían los ritos del dios vivían una nueva vida.
Pintura egipcia que representa a Osiris, Isis y Neftis.

Osiris fue enormemente popular, y su culto se celebró en todo Egipto, tanto en


pequeñas festividades aldeanas como en los grandes festivales de su templo en Abidos.
En ellos se representaba la muerte del dios con grandes lamentaciones por parte de los
sacerdotes y el pueblo, así como la búsqueda de los restos de Osiris por parte de Isis y
Neftis. Las lamentaciones de las dos diosas se han conservado en varios papiros, lo que
muestra que existía un texto fijo para ser recitado por dos mujeres en secreto en el
interior del templo. Ambas debían estar sentadas en tierra, con un pan de sacrificio en
una mano y un vaso en la otra. Todos estos detalles revelan que los ritos de Osiris tenían
ya un carácter casi teatral.

Sin embargo, el carácter fuertemente ritual, el hecho de que alguno de estos ritos
se hiciera en secreto y especialmente la inmutabilidad de texto y representación, que
impide la creación de nuevos espectáculos, llevan a considerar que los egipcios, al igual
que otros pueblos de su entorno, no llegaron a tener un verdadero teatro. Esta creación
estaba reservada a los griegos.

Texto para comentario


La Fiesta es un tiempo fuera del tiempo en que el hombre se pone en
comunicación con lo divino. Todas las limitaciones del presente
desaparecen: son libres el llanto y la risa, son diferentes y sin tasa las
comidas, diferentes los vestidos, quedan abolidos los tabús sexuales y
otros tipos de restricciones. El poder y la santidad pueden ser parodiados,
así en las fiestas del tipo de las Saturnales (Saceas de Babilonia, por
ejemplo). Es el tiempo mítico, concebido a la vez como caos y como
felicidad, del cual emerge el otro. El futuro es concebido como un pasado
feliz, toda idea de reformismo, utopismo, rotura de límites, se abre paso.
Se dan ejemplos como los sacrilegios e incestos a la muerte del rey (islas
Sandwich), las orgías y cambios de vestidos entre hombres y mujeres en
las fiestas del invierno chino, en varias fiestas griegas. Los gritos,
sarcasmos, bromas obscenas están a la orden del día.
Francisco Rodríguez Adrados, Fiesta, comedia y tragedia.

También podría gustarte