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Las reuniones siempre tienen una agenda de la que no se debe salir en ningún
momento y bajo ningún concepto se deben invadir los turnos de los interlocutores.
En las negociaciones hay que ir al grano. Sin florituras ni artificios, se presentan los
datos y se expone lo que puede ser probado. Antes que hablar por hablar, siempre es
mejor callar. Con suerte, al final darán un golpe en la mesa con los nudillos. No te
asustes, eso quiere decir que todo ha salido bien.
Hay que tener en cuenta que la cultura empresarial no es la misma en las dos
grandes ciudades del país, Sao Paulo y Río de Janeiro. La primera se acerca más a la
manera anglosajona, mientras que la segunda presenta una actitud más latina. De
todas maneras, el sistema empresarial brasileño tiene una estructura jerárquica, por
lo que las negociaciones suelen darse entre dos personas, no en grupos. Como las
negociaciones dependen en gran parte de la relación personal de los negociadores,
suelen ser lentas, ya que se requiere un alto grado de confianza para que salgan
adelante. Nada que no se pueda arreglar con un poco de Bossa Nova y unas caipiriñas.
Comunícate y hazlo bien. Los brasileños dan mucha importancia a la relación con
la persona con la que van a negociar, dedícale tiempo. Además, tienen una
mentalidad de colectivo bastante marcada, por lo que puede resultarte útil
remarcar las ventajas de tu negocio de cara a la comunidad.
Negociar con estadounidenses
A diferencia de otros países anglosajones, en Estados Unidos la competitividad
lleva al afán por hacerlo todo con la máxima rapidez posible, por lo que deja poco
lugar al protocolo y a la formalidad, cosa que no implica falta de profesionalidad. Esta
idea de que el tiempo es dinero también hace que la puntualidad sea un requisito
imprescindible. El saludo estándar, tanto para hombre como para mujeres, es el
apretón de manos, y en las presentaciones se utilizan las formas de cortesía más el
apellido, aunque frecuentemente se pasa a utilizar el nombre de pila en poco tiempo.
Todo es muy rápido con los estadounidenses, por lo que las negociaciones
suelen ser directas e incluso agresivas. Sin embargo, se valora que la otra parte sea
escrupulosa en su método y demuestre profesionalidad.
Véndete bien. Esta cultura busca siempre «lo mejor», valorando los méritos de
cada persona. Prepárate concienzudamente para poder exponer tu plan de
negocio señalando las ventajas competitivas y los beneficios económicos.
Negociar con austriacos
Austria es el baluarte de la puntualidad, y los austríacos son los paladines que
la defienden. Así que ni se te ocurra llegar tarde a una cita de negocios, ser español
no sirve como excusa, no la aceptarán y, además, te quedarás sin opciones antes de
empezar la partida. En el caso de que llegues puntual, debes presentarte con un
apretón de manos, tanto si tu interlocutor es un hombre como si es una mujer. Procura
dejar bien claro tu título cuando te presentes. Si no tienes ninguno pues... suerte, te
hará falta.
Ni una puntada sin hilo. Los austriacos no toman decisiones a la ligera, necesitan
sentirse seguros. Asegúrate de aportarles documentación que puedan revisar
con calma, eso les dará más confianza.
Negociar con británicos
Ante todo, no metas la pata con las nacionalidades. No es lo mismo un inglés
que un galés, un escocés o un norirlandés. Tener esto en cuenta, ser puntual, ir bien
vestido y evitar las corbatas a rayas o con escudos estampados -puede dar la
casualidad de que coincidan con los colores o insignias de ciertos colleges o clubs- es
un buen comienzo. El saludo más aceptado es un apretón de manos suave y breve.
Los británicos no son muy dados a alardear de título universitario, pero sí que
mantienen la formalidad al referirse a sus interlocutores con la forma de cortesía
seguida del apellido.
En cuanto a las reuniones, hay que evitar mantener el contacto visual, ya que
lo encuentran incómodo y, antes de iniciar las negociaciones propiamente dichas,
siempre conviene haber mirado el tiempo de antemano para la consiguiente charla
trivial. Durante las negociaciones debe mantenerse una actitud reservada y no entrar
en lo personal, sin regateos y con paciencia, les gusta retrasar las decisiones finales y
no suelen dar muchas pistas de lo que piensan -he ahí la famosa flema-. Eso sí,
cuidado con la ironía, no es buena señal.
Objetivos claros, pero sin demasiados detalles. Los ingleses aprecian alcanzar
sus metas desde la creatividad y la innovación. Aplica esta visión y evita mostrar
una estrategia muy encorsetada cuando presentes tu propuesta de negocio.
Negociar con franceses
Antes de enfrentarse a un colega francés, conviene tener la lección bien
aprendida. Les encantan las conversaciones sobre temas como la historia, el arte o la
gastronomía, y valoran que su interlocutor tenga algo interesante que decir. El saludo
habitual es el apretón de manos, aunque se espera que las mujeres ofrezcan su mano
primero. Las presentaciones se realizan mediante la forma de cortesía más el primer
apellido. El contacto visual es normal y los cumplidos se reciben con agrado.
Ve preparado para una negociación larga. En las dos primeras visitas al país
solo se fomentará la relación personal y la confianza. Además, los japoneses son muy
metódicos, y aunque parezca que te digan que sí a algo con la cabeza, solo asienten
por educación. La combinación de negociación en equipo y detallismo hará que
necesites mucha paciencia. No te muestres ansioso ni enérgico, no les gustará. Con
paciencia y karaoke, acabarás llevándote el gato al agua.
Perfección sin riesgos. Los japoneses valoran el trabajo bien hecho, haciendo
hincapié en la apariencia final del producto. Dedica tiempo a tu presentación,
tanto personal (lenguaje corporal, aspecto) como del proyecto (informes orará
que muestres tus objetivos a largo plazo.
Negociar con portugueses
Sería un error pensar que los portugueses y los españoles son prácticamente
iguales. De hecho, no nos parecemos demasiado. Son muy puntuales y sobrios en la
manera de hablar, no son muy expresivos ni exagerados, y no les gusta que los demás
lo sean. En cuanto a los saludos, un apretón de manos suave es lo más extendido, y
en las presentaciones se suele hacer gala de los títulos universitarios y profesionales
seguidos del apellido paterno.
Los portugueses valoran mucho la relación personal con la persona con la que
negocian, y uno de los mejores momentos para fomentarla es la hora del almuerzo
que, por cierto, es muy abundante. Y no les gusta que quede nada en el plato. A la
hora de llevar a cabo la reunión o la negociación hay que evitar datos técnicos o
detalles que puedan aburrir a tus interlocutores. Para ellos lo que importa es una cosa:
el beneficio que podrán obtener de lo que les ofreces. Aun así, el ritmo de las
negociaciones será lento, habrá que trabajar con calma la relación personal con la otra
parte y ganarse su confianza. Lo dicho, sobriedad y tradición.
Adaptación. Los indios no buscan la perfección y tienen una tolerancia alta a los
cambios de última hora. Mostrarte como una persona que se puede adaptar será
bien valorado.
Negociar con italianos
Primer punto: para los italianos hay que ponerse muy guapos. Valoran la forma
por encima de todo, pero por lo demás no dejan de ser un país mediterráneo con un
carácter similar al nuestro. La puntualidad es importante, pero más en el norte que en
el sur. Los saludos se realizan dándose la mano, los italianos están acostumbrados al
contacto físico. A la hora de las presentaciones se da prioridad a las personas con más
rango, a las que puedan tratar de Dottore -Doctor- aunque realmente no lo sean. Por
lo general, el trato es bastante formal.
Eres un producto por ti mismo. Cuidar tu apariencia es tan importante como los
beneficios que les reportará tu empresa. Pon atención a tu estilismo, sé puntual
y prepara tu discurso para no ser caótico. En los negocios, esta cultura es
pragmática.
Negociar con rusos
Todavía no hace mucho que Rusia lideraba la URSS, por lo que su cultura
empresarial no está muy desarrollada. El gran peso de la burocracia y el problema de
la corrupción pueden echar para atrás a más de uno, pero no nos pongamos fatalistas,
Rusia tiene mucho que ofrecer. La forma habitual de saludar y presentarse es dar la
mano mientras se dice el apellido, que es lo que se utiliza para apelar al interlocutor
a no ser que se especifique lo contrario. Es imprescindible llevar un regalo para el
primer contacto, si no, no les caerás tan bien. Eso sí, prepárate para escucharlos
quejarse de su familia ya en las primeras conversaciones.
Tenacidad ante la burocracia. Los rusos tienen un sistema muy rígido, con lo que
entablar relaciones laborables es complejo. Sé formal en tu comunicación y evita
expresarte en términos ambiguos. Para esta cultura es importante el grupo
frente al individuo, tenlo en cuenta a la hora de mostrar los beneficios que
puedes ofrecer con tu negocio.
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