Está en la página 1de 3

Encuentro con Dios

06 MI VALOR
Un cambio se produce por el valor de algo mejor. Tendremos un mejor
cambio si estamos conscientes de nuestro valor como personas y del
valor que Dios quiere que yo mire. Conocer el valor de alguien es
esencial para no creer que se haya perdido. El valor de una persona
para Dios nunca se ha perdido, pero no siempre se ha conocido.

¿CUÁL ES NUESTRO VALOR?


* Valemos porque somos hechos a imagen y semejanza de Dios. No
somos el producto de la evolució n de los monos ni de otro ser humano
(Génesis 1.26  y dijo: «Hagamos al *ser humano a nuestra imagen y
semejanza. Que tenga dominio sobre los peces del mar, y sobre las aves
del cielo; sobre los animales domésticos, sobre los animales salvajes, y
sobre todos los reptiles que se arrastran por el suelo.»)
* Valemos porque Dios así lo dijo: "Ustedes son mi especial tesoro"
(Éxodo 19.5 Ahora, pues, si diereis oído a mi voz, y guardareis mi
pacto, vosotros seréis mi especial tesoro sobre todos los pueblos; porque
mía es toda la tierra.) Y si Dios así lo dijo es verdad.
* Valemos porque Dios pagó un alto precio por nosotros: su Hijo
Jesucristo (Juan 3.16 »Porque tanto amó Dios al mundo, que dio a su
Hijo *unigénito, para que todo el que cree en él no se pierda, sino que
tenga vida eterna.). Dios no hubiese dado tan alto por precio por una
persona si no estuviere altamente persuadido del valor de esa
persona.
* Valemos porque somos ú nicos y no hay nadie igual, y tenemos
características físicas, temperamentales y espirituales que son ú nicas
y no repiten en ningú n otro humano. Nuestras huellas digitales son

Página 1|3
Encuentro con Dios

ú nicas, la retina del ojo y otros detalles que no podrá n encontrarse en


otros.
* Valemos porque Dios está en nosotros, y como él es el ser de mayor
valor, es quien nos devuelve el valor (2 Corintios 4.7  Pero tenemos
este tesoro en vasos de barro, para que la excelencia del poder sea de
Dios, y no de nosotros,)
Menospreciarnos es menospreciar al Dios que vive en nosotros.
Mirarnos de menos es despreciar la obra de Dios. NO valorarnos es no
valorar la vida del Hijo de Dios que murió y resucitó por nosotros.
Cuando creemos el valor que tenemos, entonces podremos valorar a
otros y hacer sentir especial a las personas

DIOS MISMO ME FORMÓ


En el Sal 139:13-14 Porque tú formaste mis entrañas; Tú me hiciste en
el vientre de mi madre. 14 Te alabaré; porque formidables, maravillosas
son tus obras; Estoy maravillado, Y mi alma lo sabe muy bien.
Leemos versículo por versículo que él fue quien me formó , me hizo
maravilloso y formidable, y que mi alma lo sabe muy bien.
Las manos de Dios fueron las que me formaron y me hicieron (Salmos
119:73 Con tus manos me creaste, me diste forma. Dame entendimiento
para aprender tus mandamientos.), y mi embrió n vieron sus ojos (Sal
139.16 Tus ojos vieron mi cuerpo en gestación: todo estaba ya escrito
en tu libro; todos mis días se estaban diseñando,
    aunque no existía uno solo de ellos). Por lo tanto soy ú nico e
irrepetible, hermoso y deseable para Dios.

Página 2|3
Encuentro con Dios

SOMOS HIJOS DE DIOS


Somos hijos de Dios, no jornaleros, y como tales tenemos dignidad de
hijos (Lucas 15 la pará bola del hijo pró digo). Nuestro Padre celestial
nos ama y anhela que pasemos tiempo con él. É l nos estima
grandemente y le agrada escucharnos y hablarnos. Siempre está de
humor para compartir, y tiene una gran disposició n de guiarnos y
consolarnos. Como hijos también nos ha hechos sus herederos
(Romanos 8:15-17 Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo
los esclavice al miedo, sino el Espíritu que los adopta como hijos y les
permite clamar: «¡*Abba! ¡Padre!» 16 El Espíritu mismo le asegura a
nuestro espíritu que somos hijos de Dios. 17 Y si somos hijos, somos
herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, pues si ahora
sufrimos con él, también tendremos parte con él en su gloria.)

SOMOS UNA PERLA DE GRAN VALOR


Dentro de nosotros hay una perla de gran valor, un tesoro enterrado
que el Señ or desea desenterrar (Mateo 13:44-46 »El reino de los
cielos es como un tesoro escondido en un campo. Cuando un hombre lo
descubrió, lo volvió a esconder, y lleno de alegría fue y vendió todo lo
que tenía y compró ese campo.45 »También se parece el reino de los
cielos a un comerciante que andaba buscando perlas finas. 46 Cuando
encontró una de gran valor, fue y vendió todo lo que tenía y la compró.).
No todos lo han visto, pero es real, y Dios lo traerá a luz. Cuando
entregamos nuestras vidas a Dios el saca lo mejor de nosotros,
reluciendo el tesoro que él sabe está dentro y que tal vez nosotros
mismos u otros no han visto.

Página 3|3

También podría gustarte