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LOS ATRIBUTOS DE DIOS

ACADEMIA BIBLICA LEMUEL

NOMBRE: KERLY JURADO


MAESTRA: PASTORA MARIA MAYORGA
LOS ATRIBUTOS DE DIOS
Los teólogos han clasificado los atributos de Dios de muchas formas diferentes. Ellos han
resumido y agrupado la descripción de la naturaleza de Dios bajo varios títulos.
Nosotros apoyamos la clasificación de los atributos naturales y morales de Dios. Los
atributos naturales se refieren a las características físicas de Dios y su relación con la
naturaleza del universo como un todo. Los atributos morales se refieren al carácter de
Dios. Ellos determinan su patrón moral y su relación con la humanidad. Describiendo al
hombre, por ejemplo, si usted mencionara que él es alto, fuerte e inteligente, usted
estaría enumerando sus atributos físicos y naturales. Si usted dice que él era reflexivo,
generoso, y dependiente, usted enumeraría sus atributos morales, usted estaría
describiendo su carácter.
Los atributos naturales de Dios son: infinidad, eternidad e inmortalidad, inmutabilidad,
omnisciencia, omnipresencia y omnipotencia. Aunque ya hemos dado al tema extenso
tratamiento, la unidad de Dios también debe ser considerada como uno de sus atributos
naturales. Los atributos morales de Dios son: Santidad, amor y verdad.
Cuando hablamos sobre los atributos de Dios nos referimos a cualidades o características
suyas que nos ayudan a entender cómo es él. Los seres humanos nunca lograremos
comprender completamente todo lo que Dios es, pero él ha revelado mucho sobre sí
mismo en su Palabra. La lectura de la Biblia nos ayuda a entender mejor el carácter de
Dios.
Algo que debemos tener siempre en mente es el hecho de que ningún atributo de Dios
anula otro. Sus atributos actúan en unidad, se matizan entre ellos, y todos juntos forman
el carácter de Dios. Él no es una cosa hoy y otra mañana, sino que él es y será el mismo
por siempre.
Algunos de los atributos de Dios son los siguientes:
1. Santidad
2. Eternidad
3. Omnipotencia
4. Omnisciencia
5. Amor
6. Inmutabilidad
7. Omnipresencia
1. Santidad: Dios es santo
La santidad de Dios habla de su majestad y grandeza, de su pureza y de su perfección
moral. En Dios no hay mancha ni pecado. En Dios no hay defecto ni maldad. Dios es único.
No hay, ni nunca habrá en toda la creación nadie tan perfectamente santo como nuestro
Dios. Esta es una de las razones por las que él es el único digno de toda nuestra alabanza y
adoración.
Nadie es santo como el Señor; no hay roca como nuestro Dios. ¡No hay nadie como él!
(1 Samuel 2:2)
Sin embargo, Dios no permite que su santidad lo mantenga apartado de nosotros. Él no es
un Dios inalcanzable. Él es un Dios compasivo, lleno de gracia y de amor que quiere
intervenir en nuestras vidas, dándonos ánimo y aliento en los momentos más difíciles de
la vida. ¿Cómo debemos acercarnos a él? Con actitud humilde y contrita, reconociendo
siempre su santidad y nuestra inmensa necesidad de él.
Porque lo dice el excelso y sublime, el que vive para siempre, cuyo nombre es santo: «Yo
habito en un lugar santo y sublime, pero también con el contrito y humilde de espíritu,
para reanimar el espíritu de los humildes y alentar el corazón de los quebrantados».
(Isaías 57:15)
2. Eternidad: Dios es eterno
Dios no tiene principio ni tendrá fin. Él ha existido por siempre y existirá por toda la
eternidad. Este es un concepto difícil de entender para nosotros, los seres humanos que
contamos todo basados en el tiempo: segundos, minutos, años, estaciones... Pero Dios no
está limitado por el tiempo.
Contrario a todo lo demás que hay en el universo, Dios no fue creado por nadie: él es,
existe desde la eternidad y existirá por toda la eternidad. Cuando Moisés le preguntó a
Dios su nombre, Dios le contestó "YO SOY EL QUE SOY". Ese el nombre eterno de Dios, y el
nombre con el que es y será conocido por todas las generaciones. Un nombre que
proclama su eternidad.
Moisés dijo a Dios: Supongamos que yo voy a los hijos de Israel y les digo: “El Dios de sus
padres me ha enviado a ustedes”. Si ellos me preguntan: “¿Cuál es su nombre?”, ¿qué les
responderé?
Dios dijo a Moisés: YO SOY EL QUE SOY. —Y añadió—: Así dirás a los hijos de Israel: “YO
SOY me ha enviado a ustedes”.
Dios dijo además a Moisés—: Así dirás a los hijos de Israel: “El SEÑOR, el Dios de sus
padres, el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob, me ha enviado a ustedes”.
Este es mi nombre para siempre; este será el nombre con que seré recordado de
generación en generación.
(Éxodo 3:13-15)
3. Omnipotencia: Dios es omnipotente
Cuando decimos que Dios es omnipotente o todopoderoso, nos referimos al hecho de
que él todo lo puede. ¡No hay nada que Dios no pueda hacer! El poder de Dios es
ilimitado en todos los aspectos y nunca termina. Por esta razón, Dios puede hacer lo que
desea en el momento y en la forma que él quiere.
Cuando Dios se le apareció a Abram, se presentó a sí mismo de la siguiente manera:
Cuando Abram tenía noventa y nueve años, el Señor se le apareció y le dijo: Yo soy el Dios
Todopoderoso. Vive en mi presencia y sé intachable.
(Génesis 17:1)
Dios se presentó como el Dios Todopoderoso. Desde el principio de la conversación, Dios
quería dejarle claro a Abram que todo lo que le iba a decir y las promesas que le iba a
hacer las cumpliría. No hay nada imposible para Dios, y nosotros - tal como hizo Abram -
debemos creer y confiar en su poder tan completo e inacabable.
4. Omnisciencia: Dios es omnisciente
Decir que Dios es omnisciente, es decir, que él sabe todas las cosas del pasado, del
presente y del futuro. ¡Su conocimiento no tiene límites! Dios conoce absolutamente
todo sobre el Universo, sobre la humanidad, todo lo que ha existido y lo que existirá. No
hay nada que pueda escapar a su conocimiento.
Dios no solo conoce todo en términos generales sobre la humanidad y todo lo que nos
rodea. Él también nos conoce completa y personalmente a todos nosotros. El Salmo 139 lo
expresa muy bien. En ese Salmo vemos que Dios conoce cuando nos movemos o nos
sentamos, lo que pensamos, lo que hablamos... ¡todo!
Señor, tú me examinas, tú me conoces.
Sabes cuándo me siento y cuándo me levanto;
aun a la distancia me lees el pensamiento.
Mis trajines y descansos los conoces;
todos mis caminos te son familiares.
No me llega aún la palabra a la lengua
cuando tú, Señor, ya la sabes toda.
Tu protección me envuelve por completo;
me cubres con la palma de tu mano.
Conocimiento tan maravilloso rebasa mi comprensión;
tan sublime es que no puedo entenderlo.
(Salmo 139:1-6)
En Mateo 10:29-30 leemos: «¿No se venden dos gorriones por una monedita? Sin
embargo, ni uno de ellos caerá a tierra sin que lo permita el Padre; y él les tiene contados
a ustedes aun los cabellos de la cabeza.»
Ahí vemos que todo lo que hay en la creación es importante para Dios, tanto los pájaros
como los seres humanos y Dios conoce todo sobre cada uno de ellos. ¡El conocimiento de
Dios es tan detallado que hasta conoce el número de cabellos en nuestra cabeza!
Dios conoce los pensamientos y las intenciones del corazón.
5. Amor: Dios es amor
La Biblia lo dice muy claro para que no nos quede ninguna duda: Dios es amor (1 Juan 4:8).
El amor de Dios es el amor más verdadero y puro que jamás podríamos imaginar. Su amor
no tiene nada que ver con el amor humano que a veces está lleno de altibajos e
incertidumbres. El amor de Dios no se basa en los sentimientos ni en las emociones, sino
que es acción.
Jesucristo es la expresión mayor y más clara del amor de Dios. Luego de que el hombre
pecó en el Jardín del Edén, se creó una barrera de separación entre el ser humano y Dios
como consecuencia del pecado. Sin embargo, Dios actuó, él ofreció la solución. Él nos
extendió su mano a través de Jesús. Lo envió a la tierra como muestra de su inmenso
amor y de su deseo de tener una relación personal y eterna con nosotros.
Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor por nosotros, nos dio vida con
Cristo, aun cuando estábamos muertos en pecados. ¡Por gracia ustedes han sido salvados!
(Efesios 2:4-5)
Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que cree en
él no se pierda, sino que tenga vida eterna. Dios no envió a su Hijo al mundo para
condenar al mundo, sino para salvarlo por medio de él.
(Juan 3:16-17)
La Biblia también nos dice que Dios tiene un amor especial para aquellos que aman a
Jesús.
¿Quién es el que me ama? El que hace suyos mis mandamientos y los obedece. Y al que
me ama, mi Padre lo amará, y yo también lo amaré y me manifestaré a él
(Juan 14:21).
6. Inmutabilidad: Dios es inmutable
Inmutable quiere decir que no cambia, que no se puede cambiar ni mudar. Dios ha sido,
es y siempre será igual... desde la eternidad y por toda la eternidad. Su carácter o la
esencia de lo que él es, no cambia: lo que él es hoy, lo ha sido siempre. El Dios que hoy
está con nosotros es el mismo del cual leemos en la Biblia. Tiene el mismo poder, tiene el
mismo amor y es igual de santo.
Los seres humanos cambiamos constantemente. Nacemos como bebés, crecemos y nos
hacemos más fuertes, pero luego vamos decayendo poco a poco. No solo cambia nuestro
físico, también lo hacen nuestro temperamento y nuestras emociones. La Biblia explica
algo sobre esa diferencia entre los humanos y la eternidad e inmutabilidad de Dios en el
Salmo 103.
El hombre es como la hierba, sus días florecen como la flor del campo: sacudida por el
viento, desaparece sin dejar rastro alguno. Pero el amor del Señor es eterno y siempre
está con los que le temen; su justicia está con los hijos de sus hijos, con los que cumplen
su pacto y se acuerdan de sus preceptos para ponerlos por obra.
(Salmo 103:15-18)
Saber que Dios nunca cambia debe traer paz a nuestros corazones. En un mundo tan
incierto y tan lleno de cambios como el que vivimos, es bueno saber que Dios es nuestra
roca fuerte y firme, nuestro refugio. En él nos podemos apoyar en todo momento.
El Señor es mi roca, mi amparo, mi libertador; es mi Dios, el peñasco en que me refugio. Es
mi escudo, el poder que me salva, ¡mi más alto escondite!
(Salmo 18:2)
7. Omnipresencia: Dios es omnipresente
Dios está en todas partes siempre. No hay ningún lugar donde podamos escapar de su
presencia. Él está siempre presente en todo lugar y en todo tiempo de la historia, sea el
pasado, el presente o el futuro, pues él no está limitado por el espacio ni por el tiempo.
Salomón entendía muy bien este concepto. Él sabía que la presencia de Dios no se limita a
un lugar específico. Él tenía la seguridad de que Dios está en todas partes y que ningún
espacio lo puede contener. En 1 Reyes 8:27 Salomón oró frente al altar del Señor, diciendo
lo siguiente:
Pero ¿será posible, Dios mío, que tú habites en la tierra? Si los cielos, por altos que sean,
no pueden contenerte, ¡mucho menos este templo que he construido!
(1 Reyes 8:27)
Dios no está solamente en el templo o en los lugares que consideramos "sagrados". Él
está en todo lugar, él lo ve todo. No podemos huir de la presencia de Dios y esto debe
confortarnos como hijos suyos. ¡Dios está siempre con nosotros! Él no nos deja solos en
ningún momento ni en ningún lugar. Podemos acudir a él con completa confianza en todo
momento y en medio de cualquier circunstancia.
En el Salmo 139 encontramos unos versículos claves para entender la omnipresencia de
Dios.
¿A dónde podría alejarme de tu Espíritu? ¿A dónde podría huir de tu presencia?
Si subiera al cielo, allí estás tú; si tendiera mi lecho en el fondo del abismo, también estás
allí.
Si me elevara sobre las alas del alba, o me estableciera en los extremos del mar,
aun allí tu mano me guiaría, ¡me sostendría tu mano derecha!
Y, si dijera: «Que me oculten las tinieblas; que la luz se haga noche en torno mío»,
ni las tinieblas serían oscuras para ti, y aun la noche sería clara como el día.
¡Lo mismo son para ti las tinieblas que la luz!
(Salmo 139:7-12)

Bibliografía
Consultado en línea: 7 maravillosos atributos de Dios - Biblia (bibliaon.com)

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