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LA PERVERSIÓN SEGÚN LACAN

Dado que es posible que a los alumnos se les dificulte acceder a la bibliografía, a continuación
se realiza un mínimo resumen de algunos textos de la bibliografía obligatoria y complementaria,
que de ninguna manera los reemplazan y que debe ser articulado y ampliado con esta
bibliografía y con la casuística que en ella figura.

Si para Freud el modelo de la perversión es el fetichismo, para Lacan -especialmente a partir del
Seminario 10- lo será el masoquismo.

La perversión, siguiendo a Castanet (2014), es una referencia determinante para la clínica


psicoanalítica misma y para poner a prueba los conceptos que utiliza: el Otro, el deseo, el falo,
el objeto a, el fantasma, el acto sexual, el cuerpo, el goce, etc. Para abordar la perversión, existen
dos conceptos esenciales en Lacan: el objeto a y el goce. El lugar donde la perversión se ejerce
es en el cuerpo, no se comprenden las prácticas perversas sin el compromiso del cuerpo. El
fantasma en la perversión es un axioma fundamental reducido a una frase -sobre el modelo de
la frase freudiana: pegan a un niño. Este axioma anuda dos elementos heteróciltos: los
significantes y el cuerpo pulsional.

El sujeto perverso anula la incompatibilidad entre goce y cuerpo: si para el sujeto hablante
siempre hay un goce que no se alcanza o que se resta, el perverso no cesará de intentar esa
unión. Él desmiente la disyunción entre cuerpo y goce. De ahí que necesariamente el perverso
fracase, por lo que el teatro que arma está siempre sometido a un posible derrumbamiento,
ante el que no podría operar a través de los mecanismos del inconsciente y quedaría expuesto
al riesgo del pasaje al acto. Sin embargo, para realizar esa meta imposible, el perverso se hace
objeto, se ubica como el objeto que hará existir el goce del Otro, dividiendo para esto al otro
(con minúscula). De ahí la escritura del fantasma perverso:

a – S/

A diferencia del fantasma neurótico

S/ losange a

El perverso puede fascinar al neurótico quien, admirativo, cree descubrir, en las puestas en
escena que realiza, un goce por fin posible porque está libre de la ley del padre. En la mostración
perversa, siempre hay una manera de impresionar, de hacer creer que el acto sexual es posible
y uqe allí residiría una verdad que no engaña. El neurótico le cree aún más porque el sueña con
ser un perverso que puede gozar sin trabas. Lacan no cesará de desarmar esa creencia
desmontando los resortes ilusionistas. No duda en emplear palabras duras para el perverso y
ridiculizar al que se cree dueño del goce: “Uno inventa lo que puede, cuando no se es muy listo
uno se inventa el masoquismo -Sacher Masoch era un tonto”.

En la escena imaginaria, el perverso es sujeto activo; en cambio, en la estructura, no es agente


sino objeto, congelado y rígido. “allí donde ustedes dicen “yo”, allí, hablando con propiedad, en
el nivel de lo inconsciente se sitúa a”. Esta identificación al objeto a explica cómo a partir del
seminario 10 la referencia clínica será el masoquismo. Antes de esto predomina la referencia al
sadismo en relación a la perversión, como se evidencia especialmente en el Seminario 7 y en el
escrito Kant con Sade.

El partenaire es reducido a una cosa que se manipula como una marioneta sin preocuparse por
su consentimiento. Estructuralmente, es la división del sujeto (el partenaire, la víctima del
tormento en Sade) su mira. La angustia no puede dejar de aparecer en el partenaire, ella no es
para nada secundaria o contingente, es inherente a la perversión.

El perverso, haciéndose a, se aplica, en términos de goce, a colmar ese agujero que hace al Otro
(con mayúscula) castrado. En eso Lacan hará del perverso un hombre de fe, incluso un cruzado,
el sujeto supuesto saber en acto. Todo perverso es un sistemático sostén del Otro divino.

El deseo del Otro se conjuga entonces, en Sade, como “voluntad de goce” de la que el perverso
es el ejecutante fiel y servil. Esa voluntad no es la del sujeto, es la del Otro. Ella se presenta, tal
es la voz de la conciencia, como imperativa, es decir, incondicional.

A la pregunta del Che vuoi? el perverso responde “él quiere el goce”, esa es su ley. El perverso
ejecuta haciéndose objeto para responder al imperativo, frío, sin afecto, de la voluntad del Otro.
Es por esa voluntad del Otro que trabaja, se aplica y no renuncia jamás.

Haciéndose a, el perverso se consagra a impedir la hiancia radical en el orden del significante


que inscribe la falta fálica. Al menos que escribe el falo, el perverso sustituye -es un recuperador
de goce, un carroñero de a perdidas donde el goce (parcial) se deposita- un plus, o sea una A no
deficiente, desprendida de la castración como condición del deseo. Estructuralmente -es la tesis
freudiana a propósito del fetichismo- el sujeto perverso intenta anular la castración materna.
Quiere construir la madre como no castrada.
Bibliografía

Braunstein, N. (2006). El goce, un concepto lacaniano. Bs. As.: Siglo XXI

Castanet, H. (2014). La perversión. Bs. As.: Grama

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