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Diciembre, 2018
1. INTRODUCCIÓN
Desde su inicio, el sistema Transantiago ha gozado de baja popularidad entre los capitalinos y
aunque se observa una mejora sostenida, sigue siendo una marca resistida y poco valorada
como patrimonio de la ciudad. La falta de pertenencia y cariño por el sistema parece tener
incidencia en la evasión, según la percepción de los propios usuarios: un 37,7% evade porque
no quiere pagar, mientras un 25,2% no paga por considerar que la tarifa es muy alta; y un
16,1% evade porque la calidad del servicio es mala, según informa DTPM (2017). La evasión
se ha disparado en los últimos años, superando el 30% en algunos periodos, y las autoridades
se han visto forzadas a tomar medidas extremas para su control. Una de las más efectivas ha
sido también la más rechazada por los usuarios: el torniquete.
ESTRUCTURA
La situación requería cambios importantes y así se nace Transantiago; un sistema que por
primera vez integró, tarifaria y operacionalmente, a los buses con el metro y se propuso crear
una estructura basada en ejes troncales y alimentadores, ampliando la cobertura y con una
flota mucho menor. Todo esto, sustentado únicamente por contratos que entregan subsidios
a un número limitado de empresas. Sin la infraestructura y tecnología adecuada, ni una
institucionalidad robusta, comienza Transantiago en 2007 con un flota de 5600 buses. Al
poco andar, según Gomez-Lobo y Briones (2014), quedaron en evidencia los errores de diseño
y problemas en los contratos, que llevaron a una serie de renegociaciones entre 2007 y 2011
con la intención de mejorar la estructura de incentivos.
Así surge la evasión, como respuesta a un mal servicio y facilitada, en buena medida, por la
desidia de los operadores. La contra respuesta de las autoridades, para cubrir el déficit, fue
subir la tarifa y el sistema comenzó a perder pasajeros, mientras la evasión sigue subiendo
hasta el día de hoy. Una parte importante de la población considera que el servicio es malo y
caro, por lo tanto prefiere evadir el pasaje o dejar de usar el sistema.
Hasta acá, se perfilan dos caminos distintos para enfrentar el problema. El primero ha sido el
preferido por las autoridades: aumentar la fiscalización, instalar torniquetes y zonas pagas. El
segundo, mucho menos explorado hasta ahora, sugiere entender mejor las causas de la
evasión y atacar la raíz del problema: la calidad de servicio y la tarifa.
Pese a ser muy resistido por los usuarios, el torniquete tiene un efecto disuasivo importante,
como demuestra el estudio del Centro de Políticas Públicas UC (2018). En particular, el
“Experto A”, advierte que:
“Al interior de las micros, el enemigo más fuerte en contra de la evasión parece ser el
torniquete en tanto previene la evasión sobre todo de evasores oportunistas. Sin embargo, se
debe tener en cuenta que su efectividad disminuye cada día debido a la creación de
estrategias y artimañas que permiten evitarlo." (p. 52).
Se han observado usuarios que esperan buses sin torniquete para poder evadir, u otros que
esperan la apertura de las puertas traseras para subir. Si bien el mecanismo sigue siendo
efectivo, está lejos de ser infalible.
Por otra parte, se observan aspectos negativos que afectan la experiencia de viaje. Las
personas con movilidad reducida, en silla de ruedas, con bultos o coches, no pueden subir por
la puerta delantera y se les hace más difícil validar. Así mismo, se observa que es muy
incómodo, e incluso discriminatorio, para personas con sobrepeso. En el mismo estudio se
concluye que:
“los torniquetes, si bien efectivamente reducen un cierto porcentaje de evasión, generan gran
incomodidad y rabia en las personas y reducen la accesibilidad de algunos usuarios,
aumentando aún más la desafección que las personas sienten con Transantiago. Esta
desafección está presente en el discurso de la mayoría de los perfiles de evasores
estudiados. Adicionalmente, los torniquetes afectan la velocidad del servicio lo que reduce la
capacidad efectiva que es posible ofrecer. Así, el torniquete aparece como un arma de doble
filo por sus claros beneficios y costos para el sistema.” (p.96).
Hasta ahora, no queda claro que el trade off entre control de evasión y calidad de servicio,
justifique la conveniencia de instalar estas barreras. Al menos la actual ministra Gloria Hutt
así lo estima y sugiere otras formas de enfrentar el problema: “Confío en que, con una buena
calidad, las personas van a cambiar ese comportamiento. Los nuevos buses vienen sin
torniquetes, apostamos más bien a zonas pagas” afirmó en CNN (2018)
El estudio del Centro de Políticas Públicas UC (2018) también destaca las zonas pagas que
han demostrado: “una alta efectividad en la reducción de la evasión, por lo que debieran
seguir ampliándose en los horarios y zonas en que se justifique su operación.” (p.97). Esta
parece ser una forma de controlar la evasión que no redunda en peor calidad de servicio. Por
el contrario, al validar fuera del bus se hace más expedito el abordaje y más eficiente el
recorrido.
Además, el mismo estudio “muestra con claridad que el comportamiento de los conductores
es un factor clave para promover, tolerar o reducir la evasión. Como se ha señalado, muchas
veces son los propios conductores quienes al abrir las puertas traseras o liberar el torniquete
permiten la evasión.” (p.97). Pareciera, entonces, que es clave volver a instalar incentivos, en
los nuevos contratos de licitación, para que los operadores colaboren con el control de la
evasión. Para esto, el Estado debería ayudar a garantizar una mayor seguridad a los choferes,
que muchas veces se ven expuestos a conductas violentas por parte de los evasores.
Hemos confrontado algunas medidas para controlar la evasión, veamos ahora qué ocurre con
la calidad de servicio. Según la evaluación realizada por DTPM (2017) el peor problema del
Transantiago, es la frecuencia y regularidad con que pasan los distintos servicios. Esto ha ido
empeorando, en parte, por el crecimiento del parque automotriz y el aumento de la
congestión. Dado que el sistema no cuenta con una red amplia y conectada de corredores
segregados, los servicios se ven sometidos a la congestión vehicular y se hace muy difícil
garantizar regularidad. El aumento de las vías exclusivas, acompañado de una fiscalización
efectiva por cámaras, puede ayudar a mejorar este problema. Al mismo tiempo, las multas
contribuyen a una mayor recaudación para el Estado, que podría ser reinvertida en el sistema;
como ocurre en Londres con la tarificación vial.
Por otro lado, y a pesar de ser uno de los objetivos principales de la reforma del 2012, como
advierten Tamblay, Gschwender, Dragicevic y Muñoz (2017), sigue siendo un gran problema
que los buses no se detengan en el paradero y es actualmente la queja más frecuente por
parte de los usuarios. De acuerdo a los indicadores de calidad de servicio del 2016, cerca de
un 15% de los buses no para, donde el pasajero quiere subir o bajar. Este es otro asunto que
la nueva licitación debiese abordar con claridad y diseñar incentivos para que se cumplan
ciertos indicadores de calidad de servicio y que pueda ser fiscalizado con el uso de tecnología
eficiente.
Por último, si bien un aumento en la calidad del servicio podría incidir en una menor tasa de
evasión, parece claro que la tarifa juega un rol igual o más relevante. Según Tamblay et.al
(2017), hasta ahora los esfuerzos se han focalizado en controlar la evasión sin entender sus
causas. A su juicio, una de las más importantes es el alto costo del pasaje, que para el 50% de
los hogares representa un 10% de su presupuesto mensual. Además, habiéndose cumplido
diez años de inaugurado el sistema, las autoridades no han hecho ningún esfuerzo por
establecer mecanismos de pago y/o recarga diferenciados: subsidios focalizados;
descuentos por planilla; pases mensuales u otros. Todas estas opciones, podrían ayudar a
reducir cierto tipo de evasión casual, mejorando también la calidad de servicio y el público
cautivo por el sistema.
3. CONCLUSIÓN
Beltrán, P., Gschwender, A. & Palma, C. (2012). The impact of compliance measures on the
operation of a bus system: The case of Transantiago. Research in Transportation Economics,
Vol. 39, 79-89.
Tamblay, S., Gschwender, A., Dragicevic, M. & Muñoz, J. (2012). Risks involved in transit
provision of bus contracts: Case study of Transantiago, Chile. Transportation Research
Record: Journal of the Transportation Research Board, No. 2649, 2017, pp. 89–96.
Tello, C., Cantillo, L., Figueroa, B., Muñoz, J., Pacheco, S., Parra, J., Raveau, S. & Zurob, C.
(2018). Informe Final Laboratorio 502: Estudio exploratorio sobre las causas y posibles
soluciones de la evasión en Transantiago. (N°239/2017, Proyecto N°90294). Recuperado de
Centro de Políticas Públicas UC: https://bit.ly/2wvyJMm
CNN (2018, 29 de mayo). Transantiago no tendrá torniquetes en los buses con la nueva
licitación. CNN. Recuperado de: https://bit.ly/2PIuzta