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3 cuentos de Edgar Allan Poe

La mascara de la muerte roja


Esta historia relata sobre como un pueblo se contagia una
enfermedad llamada “la muerte roja”, donde los síntomas
más comunes son:
 Mareos
 dolores agudos
 hemorragias
 manchas rojas
sin importar que la peste ataque el lugar, el príncipe
prospero reúne a sus amigos de la corte para cerrar las
puertas.
A los seis meses de encierro, prospero decide celebrar un
gran baile de disfraces para entretener a sus invitados
mientras la enfermedad hace estragos afuera. La fiesta se
celebra en suite imperial, donde hay siete habitaciones
conectadas por un gran pasillo.
Cada habitación está decorada con un proyector de luz
donde cada una tiene un color, en la primera predomina el
azul, en la segunda el morado, en la tercera el verde, en la
cuarta el naranja, en la quinta el blanco, en la sexta el
violeta. Pero en la séptima habitación, la decoración es
diferente, es un espacio negro y con una luz penetrante de
color rojo sangre donde ningún invitado quiere permanecer
ahí por la tétrica apariencia.
Una media noche, donde un reloj de ébano, una figura
enmascarada y desconocida se hace presente en la
multitud, la figura provoca rechazo entre los integrantes del
lugar por su terrorífico disfraz, donde utiliza unas prendas
funerarias salpicadas en sangre y una mascara bastante
realista con manchas de la muerte roja.
Prospero, molesto con la figura, decide sacarlo del lugar y
solicita a los presentes que lo expulsen. Sin tener miedo, la
figura enmascarada se dirige a prospero en la séptima
habitación y ocurre algo espantoso, El príncipe decide
atacar a la figura, pero un de una pasada se escucha un
alarido y se desmaya sin vida en aquella habitación.
finalmente, la multitud se envalentona e irrumpe en la
habitación para auxiliar a Próspero y retener al
enmascarado. Sin embargo, al momento de arrancarle
máscara y la mortaja al intruso, los juerguistas enmudecen
de horror: nada hay debajo del disfraz. Es así como todos
los presentes reconocen la presencia de la Muerte Roja.
Uno por uno, caen y mueren en la desesperación y la
agonía.

El pozo y el péndulo
Esta historia nos cuenta sobre un hombre (el protagonista)
es sentenciado a la muerte (por causas desconocidas) por
los monjes debido a la inquisición en Toledo. El hombre se
ve encerrado en una sala oscura con un pozo en su centro,
sin saber donde estaba debido a su pérdida de conciencia
En aquel lugar, solo recibía pan, carne y agua. Al estar ahí,
casi cae dentro un pozo, al casi caer, se da cuenta que hay
un pozo y se salva de su primer obstáculo.
En la segunda prueba, la del péndulo, fue fallada, por la
habilidad del hombre al hacer que las ratas rompan sus
amarras.
En la tercera prueba, consistía en muros calientes que se
iban achicando, así, cerrando la habitación y el hombre
finalmente había llegado el momento de su muerte, pero
una mano lo agarra y lo rescata, entonces reconoce al
general Lasalle, el líder del ejército francés. Ha derrotado a
la fuerza de la inquisición de Toledo y él hombre a sido
salvado, venciendo a la muerte.

Un manuscrito hallado en una botella


Esta historia trata de un hombre solitario y estudioso de los
moralistas alemanes, que se embarca en calidad de
pasajero en el puerto de Batavia, de la isla de Java, en un
crucero por el archipiélago de las islas Sonda. A los pocos
días, una nube se extendió por el horizonte, la luna cogió
un tono rojo oscuro y el mar tenía una apariencia extraña.

Al caer la noche, el mar se quedó en una calma extrema y


el hombre se temió que iba a darse un simún (viento
abrasador que suele soplar en los desiertos de África y
Arabia). Trasmitió sus temores al capitán, pero este no le
hizo caso. A medianoche, los temores no le dejaban dormir
y subió a cubierta. El mar se desplomó violentamente sobre
el barco y lo barrió de proa a popa. Lo que quedó del barco
salió a flote y solo habían sobrevivido el hombre y un
anciano sueco, los demás murieron ahogados en sus
camarotes. Un huracán los empujaba a gran velocidad y
así estuvieron cinco días y cinco noches.

Durante el día, el sol no iluminaba, apenas emitía un


resplandor opaco y lúgubre, hasta que un día se apagó de
forma abrupta. Nunca llegó el sexto día, porque ambos
quedaron sumidos en una absoluta oscuridad. Procuraban
calcular el tiempo y la distancia, pero no llegaban a ninguna
parte a pesar de navegar tan deprisa. El hombre ya se
preparaba para muerte. Las olas les hacían oscilar arriba y
abajo. De pronto, apareció en lo alto de una ola una luz
mortecina, que resultó ser un navío, que descendió hacia
ellos chocando y destrozando lo que les quedaba de su
barco. El sueco desapareció y el hombre cayó sobre el
nuevo navío. Corrió a esconderse, pero pronto se dio
cuenta de que ninguno de los integrantes del barco se
percataba de su presencia. Caminaba entre ellos sin ser
visto. Cuenta que hablaban una lengua extranjera y que
todos ellos tenían una característica que les asemejaba,
todos eran ancianos. Estudiaba el navío y se preguntaba si
sería un antiguo barco español de épocas remotas.
Describe sus sensaciones sobre el capitán, el mal tiempo
que azota el navío y los temores que le acechan. Describe
que el barco acaba en un remolino, que todos los
tripulantes parecen más esperanzados que desesperados.
Y entre el rugir, el aullar y el atronar del océano, el barco se
hunde.

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