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—¡Capitán ¡
—¡Capitán ¡
—¡Nos estamos hundiendo! — Decían los tripulantes, con desesperación al capitán.
—Icen las velas, saquen los botes — Dijo el capitán a los tripulantes con voz de
desesperación.
De pronto un ser en forma de serpiente gigante, nadaba velozmente en círculos alrededor del
barco, creando remolinos de los cuales no podían escapar, los tripulantes al darse cuenta de
esto quedaron congelados del miedo que causaba esta gran bestia
—¡Tiren los cañones! — Grito el capitán, sin pensar.
Esto provoco que la enorme bestia alzara su gran cola, azotando el barco, partiéndolo a la
mitad. Todos los tripulantes estaban llenos de desesperación y miedo. El capitán ya no sabía
qué hacer. La bestia estaba preparada para dar su último golpe y deshacerse de ese
miserable barco. El capitán solo podía ver como se inundaban de ira los ojos de la bestia. A
pesar de ser un hombre valiente, más que temerle a la muerte, temía el no poder volver a ver
a su amada hija.
Mi nombre es Emily, vivo junto a mi madre en un humilde pueblo cerca del muelle de
Georgia. Mi padre era un gran Capitán, para mí era mi héroe. Era un hombre valiente y un
gran líder. Siempre que venía de sus viajes me traía hermosas piedras que encontraba.
Recuerdo que lo esperaba ansiosa enfrente de la puerta para que me abrazara y me contara
todo lo que había hecho en sus viajes. Tenía una barba suave que cubría su alegre sonrisa.
Siempre me decía —Mi pequeña niña, sigue tu pasión, prepárate para trabajar duro y
sacrificarte, y, sobre todo, no dejes que nadie limite tus sueños.
Sin embargo, todo cambio para mi madre y para mí, cuando nos dieron la noticia de que el
barco de mi padre se había hundido y que solo pudieron encontrar un maletín que tena
escrita su nombre. Mi madre rompió en llanto cuando escucho la noticia, yo me negaba a
creer tal cosa. Mi madre no tuvo muchas opciones, ella se había convertido en una viuda y
no teníamos con que sobrevivir. Ella solo pensaba en lo egoísta que fue mi padre al no
hacerle caso a sus advertencias, pues siempre le decía que buscara un trabajo más decente y
menos peligroso. Recuerdo cómo me agarro fuertemente de la mano y me dijo que
empacara todo lo que tenía, ya que no teníamos nada más que buscar aquí. Desde entonces
nos hemos ganado la vida hornendo pasteles y panes en un pequeño lugar que conseguimos
cerca del muelle de Georgia.
Mi madre siempre trato de que olvidara a mi padre, pero yo solo lo recordaba como ese
hombre que siempre estuvo dispuesto a dar todo por nosotras. Desde entonces mi madre fue
la que se encargó de educarme para que me convirtiera en una doncella digna de un hombre
rico y trabajador, pero a pesar de eso, corría por mis venas el espíritu aventurero de mi
padre, cosa que detestaba mi madre. Solo el hecho de pensar en el matrimonio me daba
nauseas.
Mientras crecía aprendí todo sobre cómo ser una señorita, eso incluye cocinar, hornear,
limpiar, tejer, tener modales, entre otras muchas cosas aburridas. Siempre le cuestionaba a
mi madre por qué tengo que hacer todas esas cosas por un hombre, a lo que ella me
respondía que me callara. Desde la muerte de mi padre, la relación con mi madre se vio muy
afectada en todos los sentidos. Creo que lo que más le molestaba a mi madre de mi era el
hecho de que era el reflejo de mi padre.
Pasaron los años y me convertí en una mujercita, específicamente una de 21 años. Trabajaba
ayudando a mi madre con la panadería, sin embargo, en mis tiempos libres me escapaba al
muelle, pues me encantaba ver como los barcos se preparaban para zarpar.
—¡Icen las velas!
—Terminen de limpiar la borda
—¡Leven anclas!
Esos gritos llenaban mi espíritu y mis ganas de ir a bordo de uno de esos barcos. También
aprovechaba para ver a mi mejor amigo Gaspar, quien trabajaba en la mensajería del pueblo.
—¡Ahoy marinero ¡—Le dije a Gaspar mientras entraba hasta donde él estaba.
—Si sabes que te ves ridícula diciendo eso—respondió Gaspar
—Guarda silencio pequeño mocoso—le dije mientras lo golpeaba con un periódico en la
cabeza.
—Que nuevas noticias traes para mí.
—Veamos… Inauguran el nuevo banco del pueblo.
—Aburridoooo
—La hija del rey se casará pronto. El nuevo príncipe busca esposa
—Que noticias tan pobres, a quien le interesan las vidas de esas personas—Le dije a Gaspar
mientras lo miraba con cara de decepción.
—Otro barco desaparece, y un sobreviviente asegura que fueron atacados por un moustro.
—A ver, trae acá—dije a Gaspar cuando arrebaté de sus manos el periódico
El mes pasado tras el reporte de la desaparición del barco Casanova, hoy fue encontrado
con vida uno de los tripulantes de dicho barco, el cual fue encontrado en deplorables
condiciones y muy mal estado. Tras despertar de su recuperación, el tripulante cayo en un
estado de locura, diciendo que fueron atacados por una bestia marina, con forma de
serpiente y cara de dragón.
Cuando leí esta noticia estaba atónita, más que estar asustada, esto me había provocado un
sentimiento de aventura y unas ganas de tomar un barco e ir en busca de esa gran bestia.
Mire a Gaspar con una sonrisa siniestra, y a su vez recordé que ya tenía que ir abrir la
panadería, se me había hecho tarde, así que tome el periódico y Sali corriendo de la
mensajería.
—HEY, Emily no te vayas de nuevo sin pagar por el periódico— Dijo Gaspar enojado
—NO TE PREOCUPES, LUEGO TE LO PAGO CON UN DELICIOSO PANECILLO —
Grite mientras corría desesperadamente para llegar a la panadería.
Cuando llegue, fue bien recibida con la cara de molestia y decepción de mi madre. Me jalo
de las orejas por irresponsable. Me pregunto a donde estaba, a lo que yo le respondí con una
hermosa y falsa sonrisa, que estaba viendo los hermosos vestidos de la boutique de la señora
Nanny McPhee. Me puse mi delantal y empecé a atender a los clientes.
Todos los habitantes del pueblo me querían por mi carisma, y envidiaban mi hermoso
cabello pelirrojo rizado, decían que parecía como si fuego se desprendiera de mi hermosa
melena. Todos en el pueblo me caían muy bien, a excepción de una persona, que siempre
tenía la maravillosa costumbre de venir a la panadería a las dos en punto. Un ser tan
molestoso, repugnante, egocéntrico, y para colmo rubio. Les presento a Oliver Queen, un
joven que estaba destinado a ser el heredero de la fortuna que tenía su padre, era un
mimado, bueno para nada, solo sabia mandar a las personas que lo rodeaban, era inútil. Mi
padre siempre me enseñó a trabajar duro por lo que quería. Oliver con una sola palabra que
saliera de su boca, ya tenía lo que deseaba. Creo que más que ser un ser inservible, lo odiaba
porque a mi madre le caía bien y para mal de males, quería que fuera su esposa.
—Buenos días mi lady, como va tu día —Dijo Oliver mientras me besaba la mano
—De lo peor, y tu presencia lo hace que sea uno miserable ¿qué vas a querer hoy? —le
respondí con una voz sarcástica, mientras limpiaba mi mano con mi mandil.
—Quiero que seas mi futura esposa, y dos tartas de mora, por favor.
—Como que hoy amaneció comediante príncipe Oliver, creó que solo tengo disponible las
tartas, que lastima, vuelva pronto—Dijo Emily con cara de disgusto.
—¡Como te atreves a hablarle a un hombre como el Emily¡, donde están tus modales
jovencita—dijo la madre a Emily mientras le entregaba su pedido a Oliver y se disculpaba
con él.
Después de que Oliver se retiró mi madre me tomo de la mano fuertemente y me metió a la
cocina con ella. Creí que me regañaría como de costumbre, pero lo que salió de su boca fue
como un cuchillo a mi estomago
—Veo que no tienes ningún interés en conseguir un esposo, sin embargo, seré franca
contigo, o consigues la mano de ese muchacho por ti misma o te obligo a que seas la esposa
del.—dijo la madre de Emily con una cara intimidante y amenazadora.
Sabía que mi madre hablaba enserio. Aunque no me lo decía, yo sabía que en el fondo ella
quería que me casara con un hombre rico como Oliver, para que no terminar como ella y mi
padre. Quería que contrajera matrimonio con un hombre capaz de mantenerme y no se fuera
de la casa a buscar aventuras y muriera, dejando a una mujer viuda con su hija. Sin
embargo, yo quería ser como mi padre, una mujer fuerte. que zarpara sin rumbo por los
mares en busca de aventuras. Si le decía eso a mi madre, tengan por seguro que me
arrancaría la lengua.
Una tarde mi madre se puso a limpiar una habitación en la que guardaba cosas viejas que
teníamos antes de venir a Georgia. Así que me pidió que le ayudara. Duramos casi todo lo
que restaba del día sacando cosas , desempolvando y despejando la habitación. Mientras mi
madre preparaba la cena , todavía había una maleta que faltaba por sacar. Cuando me
acerqué para abrirla me di cuenta que llevaba grabado el nombre de mi padre, así que sin
pensarlo la abrí. Había muchas cartas mojadas, un telescopio, una brújula, un mapa, y un
pedazo de papel enrollado con un hermoso listón rojo. Mis ojos se inundaron de lágrimas al
ver todas estas cosas, olían a papa. Las cartas no se podían leer con claridad porque estaban
mojadas, sin embargo, el papel enrollado contenía un mensaje que me dejo sin voz. Decía
que mi padre había construido un barco bajo el nombre de Emily y que me lo heredaba. No
podía creerlo estaba tan feliz. Pero esa sonrisa no duro mucho cuando vi que en el fondo de
la maleta estaba otro rollo en el cual mi madre daba por vendido dicho barco. En ese
momento me llene de ira, mi cabeza ardía en llamas, estaba muy molesta con mi madre,
simplemente no podía creer tal cosa. Mi madre había vendido lo único que me quedaba de
mi padre y que además era mío. Creí que esto había sido hace tiempo, pero cuando vi la
fecha de la firma del documento solo habían pasado tres días desde que el barco había sido
vendido.
Cuando mi madre entro al cuarto, la vía con odio y tristeza por lo que había hecho
—¡Porque no me dijiste nada al respecto! —Le grite a mi madre mientras lloraba y le
señalaba el documento
—Eso no es de tu incumbencia, además porque tienes que revisar cosas que no son tuyas—
respondió mientras recogía las cosas, dirigiéndose a la hornilla que ardía en fuego.
—¿Qué vas a hacer? —dijo Emily a su madre
—Voy a deshacerme de toda esta basura, no sé cómo esta mugrosa maleta sigue aquí.
—Eres un moustro—dijo Emily mientras intentaba arrebatar de las manos de su madre las
cosas de su padre.
—Como te atreves a llamarme así, suéltame me lastimas.
—No dejare que quemes lo que me queda de papa, no es culpa de él que una mujer como tu
haya quedado viuda. —Grito Emily
En ese momento, solo pude presenciar una mano venir hacia mi rostro. Solo escuche un
¡Clap! Mi madre me había dado una cachetada, con esa mano que lleva hornando 19 años.
Mas que sentir dolor, ese bendito golpe, solo lleno de ira mis ojos, como los de una bestia.
Me quede paralizada por unos cuantos segundos. Mi mente estaba en blanco, no tenía
tiempo para pensar en mi madre. así que le arrebate las cosas de mi padre y Sali corriendo
por la única puerta que tenemos. No sabía a donde ir, era muy noche. Mientras corría, mis
ojos rompían en llanto. Mi mente se llenaba de recuerdos asiéndome sentir peor. Pensaba en
el hecho de que mi madre quería que me casara y la cachetada que me dio, en lo que me
dejo mi padre y el hecho de que eso que había construido con tanto amor para mí ya le
pertenecía a otra persona. Solo recuerdo que me tropecé cayendo por un pequeño barranco y
no supe más de mí por ese día.
—¡Emily!
—¡Emily!, despierta! —Gritaba Gaspar a Emily preocupado
—Ehh, ¿Qué paso?,¿Dónde estoy?
—Estas en mi casa, mi padre ayer te encontró tirada en el bosque del pueblo—dijo Gaspar
aliviado de que Emily despertara
—Y mis cosas—Grite a gaspar con ojos altivos de desesperación
—Hablas de tu maletín, está lavándose, mama vio que estaba lleno de lodo así que lo limpio
por ti
—Uff, que alivio, es lo único que me queda de mi padre—Respondió Emily a Gaspar.
No tuve más opción que contarle a Gaspar lo que paso, básicamente me desahogue con él.
Debo admitir que ese mocoso es bueno escuchando. Cuando estuve más calmada, la familia
de Gaspar me ofreció de comer, estaba hambrienta, así que no rechacé esa sopa de
espárragos tan deliciosa y con tan buen aroma que había preparado la madre de Gaspar. Es
verdad que el mal comido, no piensa. Una vez terminé, agradecí por la comida y volví a la
habitación con Gaspar. Mientras recogía mis cosas para irme, Gaspar se dio cuenta que atrás
del mapa que había en el maletín de mi padre, estaba inscrita una nota. Cuando la leí, me di
cuenta que el mapa indicaba la ruta que mi papa había hecho, con el objetivo de buscar el
tesoro de la bestia. Cuentan las malas lenguas que en la isla de los tres ojos habita una bestia
en forma de serpiente marina gigante, y que en su gran ojo esa escondido el, mayor tesoro
que nadie haya visto. Sin embargo, no se sabe que es y todos los barcos que han ido en
busca de dicho tesoro, nunca han regresado con vida. Y al parecer ese era el mayor deseo de
mi padre, así que me propuse cumplírselo, aunque sea lo último que haga. me puse a idear
un plan para poder infiltrarme en uno de los barcos pesqueros que llevaban a la isla de las
tentaciones que era el primer lugar al que debíamos de llegar para continuar la ruta. Le dije
a Gaspar lo importante que era para mi hacer este viaje, le dije que era el único en el que
podía confiar. Desde que lo conozco, él siempre me ha acompañado en todas las cosas que
hago, admito que soy una mala influencia para él, pero esto era muy importante para mí, así
que le pedí que me acompañara en esta aventura. Él no estaba muy convencido pero acepto.
Así que le pedí que me esperara temprano en el muelle, pero como soy una persona muy
irresponsable, me quede dormida y tuve que salir corriendo antes de que partieran los
barcos. Mientras corría apresuradamente al muelle me di cuenta de que no era un buen día
para navegar, pero ya estaba todo planeado.
—Emily corre, date prisa, tú puedes—Gritaba Gaspar mientras extendía lo más que podía su
mano para que pudiera agarrarla cuando saltara.
El camino al final del muelle estaba próximo y el barco estaba a punto de pasar la punta del
muelle. Así que corrí desenfrenadamente y salte lo más alto que pude, sin embargo, al pisar
la popa del barco, resbale, pero si no hubiese sido por esas largas manos de Gaspar,
probablemente hubiese caído al agua, siendo aniquilada por el ancla gigante que estaba justo
debajo de nosotros.
Después de este incidente, nos colamos a unos camarotes que estaban desocupados y nos
encerramos ahí, nuestro plan era no salir hasta que llegáramos a la isla de las tentaciones.
Así que me quede dormida. Dicen que no hay nada más pacífico en la vida que dormirse
navegando por el mar. Pero ese día, ese bendito día, justo cuando creí que nada podía ser
peor, fuimos azotados por la furia de los mares, No salgas del puerto si las nubes no corren
con el viento, esa frase siempre me la decía mi padre, sabía que no era buen tiempo para
navegar, pero mi imprudencia por salir del pueblo, impulsaron a que escapara con Gaspar en
un barco pesquero a la isla de las tentaciones. Solo pude ver la cara de desesperación de
Gaspar, su cuerpo estaba congelado en miedo, me sentía culpable, pues sabía que había
arrastrado a Gaspar hacer algo que no quería.
No paso ni cinco minutos cuando el barco perdió el control y fuimos arrastrados hacia una
isla llena de rocas que chocaban con los laterales del barco. Todo paso tan rápido y solo
pude escuchar un ¡Crac! Ese sonido era el de un barco partiéndose por la mitad. Mi ser
estaba pasmado de sombro y miedo, no sabía qué hacer. Solo recuerdo ver la cara de
miedo de Gaspar mientras la parte de barco en la que me quede se hundía. Salte al mar y
cuando intente nadar así los botes de evacuación, fui tragada por una gran ola. Mis esfuerzos
por salir de aquel violento mar eran en vano, el pánico y la desesperación se apoderaron de
mí. Mi mente se oscureció, mis oídos se llenaron de ruidos sordos y mucha agua, sentí que
estaba levitando, pensaba que ese era mi fin.
— ¡cough!
— ¡cough!
—Oh por Dios, ¡ESTOY VIVA! —Grite con emoción y alivio mientras besaba la arena y
escupía toda el agua que había tragado.
Al parecer el mar me había arrastrado hasta la orilla de la isla de las tentaciones. Cuando
mire hacia arriba solo podía ver el dulce y ardiente sol quemar mis ojos y broncear mi
blanca y pálida piel de seda. Miré a mi alrededor y vi al otro extremo de la isla humo salir
del montón de palmeras que vestían de verde esta pequeña isla. Mientras caminaba sentía
como que algo me faltaba.
—¡GASPAR! —exclamé
—Que tonta y egoísta soy —dije mientras caminaba hacia el humo que salía de las
palmeras.
Me sentía culpable, angustiada, y triste, ya que, si algo le llegaba a pasar a ese mocoso, iba a
ser mi culpa, ya que yo lo había arrastrado a todo esto. Solo le pedía a Dios que siguiera con
vida y estuviese bien, y que no lo hayan devorado los tiburones. Mientras seguía caminando
me di cuenta que había restos del barco del que veníamos abordo, y no muy lejos pude ver
el bote en el que Gaspar se había subido antes de que yo saltara al mar. Al parecer los
tripulantes sobrevivientes y Gaspar estaban en la isla también. Sentí un gran alivio, sin
embargo, también recordé que existía la posibilidad de que solo el bote haya llegado a la
orilla de la isla y ellos murieran en el transcurso del camino hacia acá, no sé porque los seres
humanos siempre tendemos a pensar lo peor de las situaciones. Me negaba a creer tal
posibilidad. Mi padre decía El muerto es del mar cuando la tierra lejos está. Dejé de pensar
en ello y mejor me puse a buscarlos en la isla. Me adentre a la selva para llegar al lugar de
donde salía el humo. Sabía que probablemente debería de haber alguien ahí. Cuando llegue
no podía creer lo que estaba viendo. Gaspar estaba vivo, pero cuando me percate bien del
entorno, me quede atónita. El, junto a otros tripulantes, estaban amarrados a unos grandes
palos, mientras unas personas que llevaban consigo unas mascaras puestas, estaban bailando
alrededor de ellos.
No se podía apreciar bien su rostro, pero si les puedo asegurar que daban mucho miedo.
Eran de baja estatura y tenían el pelo largo, su piel estaba pintada de muchos colores, no
llevaban mucha ropa, más que unos taparrabos y sus máscaras que eran largas, pintadas de
negro, con los detalles llenos de colores cálidos. Mientras bailaban alrededor de Gaspar
gritaban una frase que decía algo como:
—PUUM CHACALAKA
—PUUM CHACALAKA PUUM
—LAKALAKALAKA PUUM
No sabía que significaba eso, me preguntaba que eran, que idioma era ese, de donde venían.
Y que iban hacer con Gaspar. De la nada veo entrar con una antorcha a una pequeña niñita
que se dirigia al montón de palmeras secas que rodeaban a Gaspar y a los tripulantes. Los
hombres raros dejaron de cantar y bailar, se tomaron de las manos, y sus rostros miraban al
cielo; de repente comencé a escuchar unos sonidos sumamente extraños y estaba un poco
asustada.
—¡NO LO PUEDO CREER! — exclamó Gaspar.
Cuando me doy la vuelta una gran bestia estaba detrás de mí, tenía forma de serpiente
gigante y era sumamente aterradora.
—ES LA BESTIA— dijo uno de los hombres enmascarados y comenzó junto a los demás a
hacer un ritual.
Estaba sumamente sorprendida, era exactamente idéntica a la bestia que había provocado el
naufragio de mi querido padre. Sin pensarlo desenvainé mi espada, liberé a Gaspar y juntos
atacamos a la bestia.
El objetivo era sacarle el ojo para conseguir el tesoro que mi padre buscaba. Ágilmente le
clavé mi espada a la bestia para debilitarla, Gaspar trató de atacarla, pero los hombrecitos lo
impidieron. La bestia me había lanzado y choqué con una palma, cansada y sin deseos de
seguir me llené de valor, la bestia se estaba acercando para devorarme y justo cuando me iba
a tragar le clavé la espada en el ojo y así pude lograr sacarlo. La bestia adolorida huyó
devuelva al mar y los hombrecitos dejaron a Gaspar.
¡NUESTRA SALVADORA! —Exclamaron los hombrecitos.
Resulta que los hombrecitos eran unos pequeños pueblerinos que se vieron bajo el ataque de
la bestia y la leyenda de ese pueblo era que esta era la Diosa de las bestias marinas y solo
rindiéndole culto mantendrían sus vidas
—¡ABRE EL OJO! —dijo Gaspar emocionado.
Yo sin pensarlo mucho inspeccioné el ojo y resulta que había una caja insertada en el ojo de
la bestia y cuando, para mí sorpresa había muchas joyas, monedas de oro, mapas y muchos
artefactos valiosos.
Los hombrecitos, Gaspar y yo estábamos super felices. Por primera vez después de mucho
tiempo me sentí tranquila, sentía una inmensa paz ya que pude terminar lo que mi padre
había comenzado.
Gaspar y Emily le dieron una parte del tesoro a los pueblerinos y fueron devuelta a casa. Se
repartieron el tesoro y ambos les contaron a sus familiares lo ocurrido. Por otro lado, estos
decidieron comenzar una relación amorosa y dedicarse a descubrir lugares nuevos en busca
de cosas estupendas.

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