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THOMAS KEN

(nacido en julio de 1637 en Berkhampsted, Hertfordshire,


Inglaterra; muerto el 19 de marzo de 1711 cerca de Warminster,
Wiltshire)
• obispo anglicano
• escritor de himnos
• capellán real de Carlos II de Inglaterra
• y uno de los siete obispos que en 1688 se opusieron a
James II de la Declaración de Indulgencia, que fue
diseñada para promover el catolicismo romano.

Ken fue uno de los mejores y más valientes predicadores de su


tiempo, hombre de piedad singular y dulzura de espíritu. Estaba
deseoso de hacer el bien y durante su titularidad en la sede de
Bath y Wells dedicó sus ingresos a propósitos caritativos. Al
entrar en posesión de 4.000 libras en 1686 dio la mayor parte al
fondo para los refugiados hugonotes. Fue un consumado
lingüista, músico y poeta. Acostumbraba a cantar sus himnos
acompañándose él mismo con el laúd. La reverencia sentida por
Ken fue reavivada por el Movimiento de Oxford. En Tract
85 (Londres, 1836) Newman presenta una forma de servicio para
el 21 de marzo, día del entierro de Ken.

Himnos
1 despierta, alma mía, y con el sol
tu etapa diaria del deber correr;
sacúdete de la pereza aburrida y levántate temprano
para pagar tu sacrificio matutino.

2 Señor, te renuevo mis votos.


Dispersa mis pecados como el rocío de la mañana;
guarda mis primeros manantiales de pensamiento y voluntad;
y de Ti mismo llena mi espíritu.

3 Dirigir, controlar, sugerir, este día,


todo lo que diseño o hago o digo,
que todos mis poderes, con toda su fuerza,
en Tu sola gloria se unan.

4 Alabad a Dios, de quien brotan todas las bendiciones;


alabadle todas las criaturas de aquí abajo;
Alábenlo desde lo alto, huestes celestiales;
alabado sea el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.

A Dios el Padre celestial


Al Hijo nuestro Redentor
Al eternal Consolador
Unidos todos alabad.
Cantad al trino y uno Dios
Sus alabanzas entonad
Su eterna gloria proclamad
Con gozo, gratitud y amor
Fue una figura importante en los primeros himnos ingleses, y dos
de sus himnos están en The Hymnal 1982: "Despierta, alma mía,
y con el sol" (Himno 11), y "Toda alabanza a ti, mi Dios, esta
noche". (Himno 43). Ken escribió el popular verso “Alabado sea
Dios, de quien fluyen todas las bendiciones”, que se usa en El
himnario como el tercer verso del Himno 380, “De todos los que
moran bajo los cielos”. Sus últimas palabras brindan una
declaración sucinta de las creencias de las Carolinas Divinas:
“Muero en la Fe Santa, católica y Apostólica, profesada por toda
la Iglesia antes de la división de oriente y occidente. Más
particularmente, muero en la Comunión de la Iglesia de
Inglaterra tal como se distingue de todas las innovaciones
papales y puritanas. . ..” Su vida se conmemora en el calendario
episcopal del año eclesiástico el 21 de marzo.
JOHN KEBLE

Nació en Fairford, Gloucestershire, Inglaterra, el 25 de abril de


1792 y murió en Bournemouth, Hampshire, el 29 de marzo de
1866.
Fue educado por su padre (un clérigo) y en Corpus Christi
College, Oxford, siendo miembro del consejo rector de Oriel en
1811 y tutor entre 1818 y 1823.
Fue ordenado en 1816,
siendo cura de East Leach y Burthorpe (cerca de Fairford) en
1818, cura de Hursley, Hampshire, en 1825 y vicario de Hursley
en 1836. De 1831 a 1841 dio clases sobre poesía en Oxford.

La reputación de Keble descansa en su contribución a la poesía


devocional y en la difusión de sus ideas sacramentarias en
la Iglesia de Inglaterra y en el desarrollo del Movimiento de
Oxford.

En 1827 publicó anónimamente The Christian Year (2 volúmenes,


Oxford), una colección de poemas líricos que ha sido editada en
muchas ocasiones.

Había estado escribiendo El año cristiano , un libro de poemas para


los domingos y fiestas del año eclesiástico. Apareció en 1827 y fue
muy eficaz en la difusión de los puntos de vista teológicos y
devocionales de Keble. Fue pensado como una ayuda para la
meditación y la devoción después de los servicios del Libro de
Oración. El Año Cristiano es "la mayor contribución de Keble al
Movimiento de Oxford y a la literatura inglesa".

En 1839 apareció The Psalter, or Psalms of David in English


Verse y en 1846 Lyra Innocentium, una colección de poemas
sagrados para niños.

De sus himnos los mejores en uso son O God of mercy, God of


might y Sun of my soul, thou Savior dear, tomado el último del
segundo poema del The Christian Year, titulado Evening. Con la
ayuda de su hermano Thomas y Charles Dyson, íntimo amigo,
editó las obras de Richard Hooker (3 volúmenes, Oxford, 1836),
pasando cinco años en la tarea y produciendo la que es edición
de referencia. En 1838 con F. W. Newman y E. B. Pusey comenzó
a trabajar en Library of the Fathers, para la que tradujo a Ireneo.
En Oxford hizo amistad con Newman, Pusey y Richard Hurrell
Froude, colocándole sus ideas sobre los sacramentos y la
constitución episcopal de la Iglesia al frente del Movimiento de
Oxford. Newman en su Apología lo describe como su 'auténtico
y primordial autor'. Escribió nueve Tracts for the Times (nº 4, 13,
40, 52, 54, 57, 67, 60, 89), siendo el primero sobre la sucesión
apostólica y el último sobre el misticismo atribuido a los
primeros Padres. Aprobó el número 90 de Newman, pero no
dejó la comunión de la Iglesia de Inglaterra, contemplando la
doctrina de la inmaculada concepción como una barrera
insuperable para la unión eclesiástica.

Otras obras son Praelectiones Academicae (2 volúmenes, Oxford,


1844), sus clases sobre poesía; Sermons (1847) y Life of Bishop
Wilson (2 volúmenes, 1863). Tras su muerte se
publicaron Occasional Papers and Reviews (Oxford, 1877) y once
volúmenes de sermones (1876-80).

Keble no fue elocuente como predicador, pero sí bíblico e


impresionante. Tenía un notorio poder para atraer a jóvenes y
mayores. Poco después de su muerte sus amigos y admiradores
recogieron fondos y erigieron en su memoria el Keble College en
Oxford, que fue abierto en 1869.
JOHN DONNE
(1572/01/22 - 1631/03/31)

Poeta inglés

• Uno de los poetas metafísicos más relevantes de la historia.


• Obras: Poems on Several Occasions, Six Sermons...
• Género: Poetas metafísicos
• Padres: Elizabeth Heywood y John Donne
• Cónyuge: Anne More
• Hijos: Lucy, Margaret, Constance, George, Mary, Nicholas,
Francis, Bridget, Elizabeth, John
fue el más importante poeta metafísico inglés de las épocas de
la reina Isabel I (Elizabeth I, en inglés; 1559-1603), el rey Jacobo I
(James I, en inglés; 1603-1625) y su hijo Carlos I (Charles I, en
inglés; 1625-1642). La poesía metafísica es más o menos el
equivalente a la poesía conceptista del Siglo de Oro español de
la que es contemporánea. Su obra incluye: poesía amorosa,
religiosa, traducciones, epigramas, elegías según la tradición de
imitación de los Amores de Ovidio (es decir, en realidad son
poemas de amor), canciones y sermones en prosa.

“La muerte de cualquiera me afecta, porque me encuentro unido


a toda la humanidad; por eso, nunca preguntes por quién doblan
las campanas; doblan por ti”.
Estas palabras son familiares para muchos; su autor, Juan Donne,
es uno de los mejores poetas ingleses. En su tiempo fue el
predicador más famoso de la Iglesia de Inglaterra, pero logró la
fama por un camino muy tortuoso. Nació de una familia católica
romana, rica y piadosa, en 1573, se educó en Oxford y en
Cambridge, y estudió derecho en el Colegio de Lincoln. Más
tarde se ajustó a la Iglesia establecida y se embarcó en una
carrera política prometedora de servicio al Estado. La revelación
de su matrimonio secreto en 1601 con la sobrina de su jefe, el
Guardián Mayor del Gran Sello, puso fin a su carrera. En 1615,
persuadido por el rey Jaime I y por otros, se ordenó de sacerdote.
Después de varios breves puestos de curatos, Donne ascendió
rápidamente en popularidad como deán de la catedral de san
Pablo en Londres, desde 1621 hasta su muerte. Atrajo mucha
gente a la catedral y a la Cruz de Pablo, un púlpito abierto
aledaño. Sus sermones reflejaban el amplio conocimiento del
estudioso, la intensa pasión del poeta y la profunda devoción del
que lucha en la vida por relacionar la libertad y las exigencias del
Evangelio con las preocupaciones de la humanidad común, a
todo nivel, y en todas sus complejidades.

El himno “Wilt thou forgive that sin where I begun,” (¿Habrás de


perdonar ese pecado, donde empecé?) (The Hymnal 1982, #140)
es uno de sus legados poéticos. En otro famoso poema, escribe:
Golpea mi corazón, Dios de las tres personas; porque tú
hasta ahora solo tocas, respiras, iluminas, y tratas de
enmendarme; para que yo pueda levantarme y resistir,
derríbame, y dobla tu fuerza para quebrarme, aventarme,
quemarme y hacerme de nuevo.
Yo, cual una ciudad usurpada, a otro debida, me esfuerzo por
admitirte, pero, oh, inútilmente, la razón, tu virrey en mí, debería
defenderme, pero está cautiva, y resulta débil o falsa.
Aunque mucho te amo, y con gozo querría ser amado por ti,
estoy prometido a tu enemigo.
Divórciame, desátame, o rompe de nuevo ese nudo, llévame a ti,
encarcélame, porque yo, a menos que me cautives, nunca seré
libre, ni jamás seré casto, a menos que tú me seduzcas.
Juan Donne murió en Londres, el 31 de marzo de 1631.

Devociones y Duelo por la muerte, John Donne. Traducción de


Jaime Collyer. Editorial Navona.
Devociones y Duelo por la muerte' y 'Poemas' Por John Donne
NUNC LENTO SONITU DICUNT, MORIERIS
Ahora esta campana que dobla suavemente por otro
me dice: eres tú quien debe morir

Meditación
Perfectamente puede ser que ese por quien esta campana dobla
ahora esté tan enfermo que no sepa que el tañido es por él; y
bien puede ser que yo mismo crea que me hallo así de bien, y
que quienes se hallan a mi alrededor y ven mi condición la hayan
hecho doblar por mí y que yo no lo sepa, claro. La Iglesia es
católica, universal, e igual ocurre con sus procedimientos; todo
cuanto ella hace pertenece a todos. Cuando bautiza a un niño,
esa acción me concierne, porque a partir de ahí ese niño estará
vinculado a ese cuerpo que es también mi cabeza, asociada a ese
cuerpo del que yo soy un miembro. Y cuando entierra a un
hombre, esa acción me concierne: la humanidad entera es obra
de un único autor y está compendiada en un único volumen;
cuando un hombre muere, no es que un capítulo sea arrancado
del libro, sino que es traducido a una lengua mejor, y cada
capítulo ha de ser así retraducido. Dios se vale de varios
traductores en su proceder: algunas partes son traducidas por la
edad, otras por la enfermedad, algunas por la guerra, otras por
la justicia, pero la mano de Dios está en cada traducción posible
y su mano habrá de reunir de nuevo todas nuestras páginas
dispersas en esa biblioteca en que cada libro estará abierto ante
los demás. Así, igual que la campana que dobla para llamar a
misa no convoca solo al predicador sino también a la grey, esta
campana nos convoca a todos, pero mucho más a mí, que estoy
tan cerca de las puertas a causa de esta enfermedad. Hubo
alguna vez un contencioso, una querella (en que piedad y
dignidad, religión y valía se mezclaban) sobre cuál de las órdenes
religiosas existentes debía llamar primero a los fieles por la
mañana, resolviéndose que solo debía hacerlo la que se
levantara primero. Si entendemos correctamente esta dignidad
asociada a la campana que dobla llamando a la oración
temprana, debiéramos estar contentos de hacerla nuestra
levantándonos temprano, en el bien entendido de que ella
puede estar haciéndolo por nosotros o un tercero, como es
ciertamente el caso ahora. La campana dobla por aquel que
piensa que ella dobla por él; y, aunque ella se interrumpa cada
tanto, desde el momento en que vuelva a tañir en sus oídos, ese
individuo estará unido a Dios. Nadie alza necesariamente los ojos
al sol cuando este asoma, pero ¿quién aparta sus ojos de un
cometa cuando este irrumpe en los cielos? Nadie presta oídos a
una campana que tañe en cualquier ocasión, pero ¿quién puede
desentenderse de ella cuando esa campana está transfiriendo
una parte de uno mismo fuera de este mundo? Ningún hombre
es una isla, ni se basta a sí mismo; todo hombre es una parte del
continente, parte del todo. Si una porción de tierra fuera
desgajada por el mar, Europa entera se vería menguada, como
ocurriría con un promontorio, con la casa de tu amigo o la tuya:
la muerte de cualquier hombre me disminuye, porque soy parte
de la humanidad; así, nunca pidas a alguien que pregunte por
quién doblan las campanas; están doblando por ti. No
debemos considerar todo esto como una forma de llorar
miserias o de tomar prestadas las miserias ajenas, como si no
tuviéramos suficiente con las nuestras y hubiéramos de acudir a
la casa vecina para hacernos con el dolor de esos vecinos. Sería,
en cualquier caso, una forma excusable de codicia si lo
hiciéramos, porque la aflicción es un tesoro y prácticamente
ningún hombre tiene suficiente de ella. Todo hombre con la
aflicción suficiente está maduro y en exceso maduro, dispuesto
a encontrar a Dios a causa de ella.

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