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grupo:3116
Sede: UMF con UMAA 161 IMSS
Ensayo
(Elisabeth Kübler-Ross).
Sobre la muerte y los moribundos, Elisabeth K. nos plantea cinco fases que
deben de pasar este tipo de pacientes hasta poder aceptar su destino hasta cierto
punto, dichas fases son: Negación y aislamiento, ira, pacto, depresión y la
aceptación.
1
El ser-para-sí es el ser de las personas, es la persona en tanto que subjetividad, en tanto que dotada de
conciencia y libertad. El ser-en-sí es el ser de las cosas, de los objetos, de las realidades no humanas.
Echegoyen Olleta Javier (1997) Historia de la filosofía. volumen 3: filosofía contemporánea. ed edinumen.
España
El morir se convierte en algo solitario e impersonal porque a menudo el
paciente es arrebatado de su ambiente familiar y llevado a toda prisa a una sala de
urgencia. […]
Por un lado, el personal de la salud que le toca estar frente a este tipo de
pacientes, tienen que enfrentarse al reto de no solo querer prolongar una vida o
tratar de dar el mejor tratamiento existente sino también de entender al paciente
como una persona, como un individuo, no deshumanizarse ante estas situaciones,
es decir, dar el apoyo que pudiera necesitar el paciente para confrontar esta
situación.
[…]este joven médico […] intentará ser médico y prolongar la vida, pero
también tendrá en cuenta las necesidades del paciente y las tratará francamente
con él […] lo que quiero decir es que podemos ayudarle a morir tratando de ayudarle
a vivir, en vez de vegetar de forma inhumana. Elisabeth K.
Algunos médicos son partidarios de decírselo a los parientes, pero ocultar los
hechos al interesado para evitar un estallido emocional. Algunos doctores son
sensibles a las necesidades de sus pacientes y saben informarles de que tienen
una enfermedad grave sin quitarles todas las esperanzas.
Les animara saber que se hará todo lo posible, si no para prolongar la vida,
por lo menos para disminuir el sufrimiento. Elisabeth K.
Por otra parte, cuando el paciente se entera de esto y perse el médico esté
allí para él, es inevitable el hecho de que tenga que pasar por una serie de ´´etapas´´
hasta que pueda entender lo que esta sucediendo y si bien no entenderlo por lo
menos tratar de asimilarlo (como mencione hace unas líneas atrás) , el primer
evento al que se enfrentara será a la negación y al aislamiento , en donde todo lo
que sucede no puede estarle pasando a él, en donde seguramente le echará la
culpa a los estudios (que estaban mal), qué el diagnóstico por tal doctor fue erróneo
e incluso irá de doctor en doctor hasta buscar alguno que le de otro diagnóstico
distinto a los previos, sin embargo, esto solo aplaza el hecho de pensar que su
existencia está en riesgo donde vendrá acompañado de un aislamiento ante su
familia, sus amistades e incluso de los médicos por está idea de que su diagnóstico
este mal o incluso hacer actividades extremas con tal de retar a la propia muerte y
sentirse más vivos que nunca.
Pasando la primera etapa para que el paciente pueda afrontar y aceptar que
esta desahuciado, se pasa a la siguiente, que es la fase de la ira, en la cual también
nosotros como personales de la salud, debemos de identificar y creo es una fase
fácil de detectar, esto con el fin de tener un mejor abordaje clínico para hacia él, no
debemos de olvidar que, desde el inicio, nosotros tenemos que entablar la relación
médico-paciente de una manera eficaz.
Aquí es donde se vera más la irá que provoca la envidia, el resentimiento del
¿por qué a mí?, la irá que le provocara al paciente por el hecho de que las demás
personas no están en su situación y difícilmente entenderán su sentir o también
cuando vea a gente sana o más joven que él, mostrará su irá contra ellos o con
quienes estén a su alrededor e incluso estará resentido con la vida por ponerle esta
´´enfermedad´´ dentro de ella.
¿Qué haríamos con nuestra rabia, sino descargarla sobre las personas que
probablemente iban a disfrutar de todas aquellas cosas? Elizabeth k.
La Dra. Elizabet K. nos plasma en su escrito una entrevista que tuvo con una
paciente que entro en esta etapa, se trataba de una monja que era enfermera y
sufría de linfoma de Hodgkin2, redactando que dicha enfermedad cambio toda su
2
El linfoma de Hodgkin es una proliferación maligna diseminada de células del sistema linforreticular, que compromete
fundamentalmente el tejido de los ganglios linfáticos, el bazo, el hígado y la médula ósea.
Martin Peter. et al (2020). Linfoma de Hodgkin.Manual MSD versión para profesionales. En línea.
vida y se veía con la irá de que a pesar de que se sentía mal y necesitaba
medicamento o a veces ayuda, se la negaban porque no creían en su diagnóstico
perse que todas las pruebas eran contundentes pero como todo este suceso paso
cuando su padre falleció, creían que todo era somático, es aquí donde nosotros
como personal de salud debemos ser empáticos y entender que hay situaciones
que pueden extrapolarse con otras y no por ello signifique que no se este cursando
con algo (en este caso con el linfoma).
Este hecho nos hace reflexionar que no porque un paciente se muestre fuerte
e independiente por la irá que corre por su ser, signifique que nosotros como
médicos debamos de desentendernos de ellos y dejarlo de alguna manera a su
suerte.
Al darse cuenta el paciente que ha sufrido irá ante su situación y logra poder
mitigarlo, entramos a la siguiente fase que si es pequeña se cursa con ella que es
la de pacto, en esta fase los pacientes encontraran alguna manera de
´´recompensarse´´, es decir, si resiste la quimioterapia su premio será tener más
tiempo de vida para realizar alguna actividad que tenga pendiente, tomando como
ejemplo unas líneas de la autora sobre una paciente que al llegar a este punto ella
pensaba que si se portaba bien o seguía el régimen que debía de seguir podría ir a
la boda de su hijo.
Todo el que trata con pacientes conoce muy bien todas estas razones de
depresión. Lo que a menudo tendemos a olvidar, sin embargo, es el dolor
preparatorio por el que ha de pasar el paciente desahuciado para disponer a salir
de este mundo.
Hay dos clases de depresión, diría que la primera es una depresión reactiva
y la segunda una depresión preparatoria.
Tanto familia, amigos, personal de la salud, debemos estar solo para él, para
cuando llegue el momento sienta que estaremos acompañándolo pase lo que pase;
Podemos observar varias situaciones, como en la que deje de hablar, solo se
comunique con gestos, que empiecen a dormir más tiempo y no porque estén
deprimidos sino que ya estarán cansados y en su mayoría de veces débiles Éste
no es un sueño evasivo o un periodo de descanso para aliviar el dolor, las molestias
o la desazón. Elizabeth K., también por otro lado que disfruten solo la compañía de
alguien sin tener la intensión de entablar una conversación de manera verbal o
incluso habrá otros que seguirán luchando sin llegar a esta fase y cuando ya no
puedan más, es cuando llegará su fin, y no se habrán permitido el desahogo que
las anteriores fases conllevan.
Ahora bien, dentro de las virtudes que tiene el ser humano, la esperanza es la que
siempre persiste e incluso hasta el final, para los pacientes desahuciados que tienen
incluso los peores pronósticos, mantienen viva esta flama, llamada esperanza, con
la cual tratan de dar una pequeña posibilidad aunque sea nula para poder salir de
la enfermedad que los está matando, ya sea una cirugía novedosa o en
experimentación, algún nuevo tratamiento farmacológico, entre otras, Elisabeth K.
señala que todos los pacientes mantiene un poco de ella y se alimentan de ella en
momentos especialmente difíciles.
También esta esperanza nos genera conflictos que provienen de dos fuentes
principales, la primera que suele ser más dolorosa porque es cuando el paciente
más la necesita y es la transmisión de desesperanza por medio del personal de la
salud, familiar o círculo social; La segunda se relaciona con la familia la cual consiste
en la incapacidad de aceptar la fase final del paciente, es decir, se aferran a la
esperanza de que se podrá salvar cuando el enfermo por si mismo ya ha aceptado
su final y está dispuesto a desfallecer.
Hay que dar a todos los pacientes la posibilidad del tratamiento más eficaz y no
considerar desahuciados a los pacientes gravemente enfermos, dándolos por
perdidos. Yo añadiría que no deberíamos <<dar por perdido>> a ningún paciente,
tanto si va a morir como sino. El que esté fuera del alcance de la ayuda médica es
quien necesita quizá más cuidados que el que puede esperar una curación.
Elisabeth K.
Otra parte que quizás solo sea de reflexión para hacia nosotros es cuando este
paciente tiene un papel dentro de la familia, ya sea un hijo, el padre, la madre, entre
otros, con esto quiero decir que las dinámicas familiares cambian, los roles
empiezan a cambiar, por ejemplo si la mamá solo trabajaba medio tiempo ahora
tendrá que hacer en tiempo completo, si solo se encargaba de algunas facturas y el
padre de otras, ahora será ella quien tendrá que pagar todas las facturas y quizás
en este punto tanto el paciente como la familia deberían de hablar para saber cuales
serán las nuevas dinámicas, como será la organización porque incluso esta es una
preocupación para el enfermo y todo lo que conlleva..
Esto conlleva a que podríamos ayudar a la familia y detectar quien tiene más
empatía, más facilidad y fortaleza (que ya la haya encontrado) para poder estar con
el paciente moribundo.
Los que tienen la fortaleza y el amor suficiente para sentarse junto a un paciente
moribundo en el silencio que va más allá de las palabras sabrán que ese momento
no es espantoso ni doloroso, sino el pacífico cese del funcionamiento del cuerpo.
Observar la muerte pacífica de un ser humano nos recuerda la caída de una estrella;
en un cielo inmenso, una de entre un millón de luces brilla sólo unos momentos y
desaparece para siempre en la noche perpetua. Elisabeth K.
Así concluimos que el abordaje del paciente desahuciado no solo es de una manera
clínica y metódica, sino que más bien es un conjunto de todo, es decir , lo que
constituye al paciente, tanto su individualidad, su entorno familiar, su psique, entre
otras, que nosotros como médicos debémos de tener en cuenta, nosotros no solo
debémos de ver al enfermo como una enfermedad cuando está ya no tiene cura o
solución alguna, sino aún como un ser individual, que siente, que sufre, debemos
de ser empáticos en el proceso que acontece a nuestro paciente, ya que con esto
podémos hacerle sobre llevadera la situación y con un poco de suerte o en el mejor
de los casos, poder obtener alguna alternativa que pueda sacar al paciente del
camino de la enfermedad, también esto nos hace reflexionar sobre que la calidad
de vida no es lo mismo a tratar de salvar al paciente por medios que incluso podrían
ser inhumanos para su percepción ya que le causan dolor, tristeza y demás
sentimientos.