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Nombre: Resendiz Jimenez Omar Irving

grupo:3116
Sede: UMF con UMAA 161 IMSS

Ensayo

sobre la muerte y los moribundos.

(Elisabeth Kübler-Ross).

El ser humano por excelencia se ha creído un ser


indestructible, superior ante otras especies, amo y señor de las
tierras que habita, y por aquellos recursos que tiene ante sus ojos,
sin embargo, a pesar de todo esto hay una cosa en común que
tenemos con otros seres vivos, que es la muerte, el momento en que todo debe
terminar, ese momento en que nuestro tiempo en la tierra de los vivos ha llegado a
término, un hecho que para nosotros como seres humanos es un punto de nuestra
existencia que no queremos tocar, un punto que tenemos miedo de enfrentar.

La idea de la muerte asusta y pone en conflicto a los pacientes desahuciados


, ya que pone en fin su existencia, por lo cual, huye, se esconde, y no quiere saber
de ello, sin embargo, es algo inevitable que deberá de afrontar, tarde o temprano
aunado al proceso de aceptación de su próximo desenlace y lo que esto conlleva.

De acuerdo con el libro sobre la muerte y los moribundos, la autora Elisabeth


K., nos da el inicio a la lectura con una retrospectiva sobre lo que es la muerte en el
ser humano y el cómo este la enfrenta, tanto a nivel familiar (quienes pierden o
tienen algún miembro de la familia desahuciado) como a nivel personal, es decir la
persona misma quien esta desahuciada, ya sea por algún accidente o alguna
enfermedad que no tiene cura, como por ejemplo algún tipo de carcinoma que haya
hecho metástasis.

Dicho esto lo podémos observar desde un punto histórico, donde en Europa


se dio la peste bubónica, una gran pandemia que resulto trágica para aquellas
personas que contrajeron la enfermedad y sin cura alguna llegaron a su deceso,
este ejemplo histórico nos pone en perspectiva que a pesar de la circunstancia
(enfermedad) la gente no estaba lista para morir, las familias sufrieron grandes
pérdidas y conjunto a ellas el sufrimiento de ver o abandonar a sus seres queridos,
sin embargo, este tipo de sucesos hacen que la humanidad avance a nivel médico
para desarrollar tratamientos, vacunas, entre otras para salvaguardar a la población
de amenazas que pudieran poner en peligro su vida, y en este sentido
evolucionamos a nivel científico y nuestro sistema inmune se ve beneficiado.

Pero, ¿Qué sucede cuando es una enfermedad terminal que no podémos


atacar o abordar de alguna manera que la persona quién la padece pueda
recuperarse de ello?, aquí es donde empezamos a entrar en conflicto, ya que la
familia no quiere ver morir a un integrante de la misma, las personas no están
preparadas para recibir una noticia de esta índole y esto con lleva a varias
situaciones, primero el entender que de alguna manera sus días de vida están ya
con un contador, posteriormente si estarán acompañados o no por alguien en ese
proceso, el pensar en que quizás su situación haga que no puedan valerse por si
mismos o si es que son el sostén económico de una familia y la preocupación, de
que será de ellos.

Como refiere Elisabeth K. Cuando volvemos la vista atrás y estudiamos las


culturas de los pueblos antiguos, constatamos que la muerte siempre ha sido
desagradable para el hombre y probablemente siempre lo será.

Conjunto a otros hechos podémos decir que el morir es algo de lo que no se


quiere hablar, ni mencionar, es para gran parte de las personas un tabú aunque
para muchas otras no lo es, pero ¿Qué pasaría si ahora lo viéramos de otra
perspectiva?, es decir, si ahora nos ponemos a verlo desde el punto de vista de
estas personas que mencionaremos de ahora en adelante como pacientes que
están ya desahuciados, es decir seguimos bajo el mismo rubro de aceptar nuestro
fin sin embargo ahora está planteado bajo la premisa de los pacientes que ya tienen
un diagnóstico final y se ha hecho todo lo posible por ellos ya sea para curarlos o
para prolongar su vida.
Elisabeth K. nos menciona que Uno de los hechos más importantes es que,
hoy en día, morir es más horrible en muchos aspectos, es decir, es algo solitario,
mecánico y deshumanizado; a veces, hasta es difícil determinar técnicamente en
qué momento se ha producido la muerte.

Es indudable que un paciente que ya fue diagnosticado o será apenas


diagnosticado tendrá que pasar por una serie de etapas, es decir, un proceso por el
cual tendrá varias variantes cuanto, a cambios de humor, en donde piense que el
mundo se esta terminando, en donde se preguntará el porque él, se irritara al ver a
personas sanas o incluso más jóvenes haciendo actividades que quizás ya no podrá
realizar al paso del tiempo.

Sobre la muerte y los moribundos, Elisabeth K. nos plantea cinco fases que
deben de pasar este tipo de pacientes hasta poder aceptar su destino hasta cierto
punto, dichas fases son: Negación y aislamiento, ira, pacto, depresión y la
aceptación.

Y a parte de estás etapas, las cuales enfrentara, también el paciente


conforme vaya avanzando en su enfermedad terminal y este más en el umbral de
la muerte, se le irán revocando su individualidad como ser humano, es decir, ya no
será un el ser para sí sino pasara a ser un ser en sí 1, como menciona Sartre en su
obra el ser y la nada, en otras palabras el paciente era dotado de individualidad, el
cual podía elegir libremente lo que mejor le convenia sin embargo conforme vaya
avanzando serán los médicos que de alguna forma u otra tomaran las mejores
decisiones que le convengan al paciente, dejando a un lado su individualidad y de
alguna manera se convierte en el ser de la enfermedad y es esta quien dicta el
rumbo de su desenlace.

1
El ser-para-sí es el ser de las personas, es la persona en tanto que subjetividad, en tanto que dotada de
conciencia y libertad. El ser-en-sí es el ser de las cosas, de los objetos, de las realidades no humanas.
Echegoyen Olleta Javier (1997) Historia de la filosofía. volumen 3: filosofía contemporánea. ed edinumen.
España
El morir se convierte en algo solitario e impersonal porque a menudo el
paciente es arrebatado de su ambiente familiar y llevado a toda prisa a una sala de
urgencia. […]

[…]Cuando un paciente está gravemente enfermo, a menudo se le trata como


a una persona sin derecho a opinar. A menudo es otro quien toma la decisión de si
hay que hospitalizarlo o no, cuándo y dónde.

¡Costaría tan poco recordar que la persona enferma también tiene


sentimientos, deseos y opiniones, y lo más importante de todo, tiene derecho a ser
oída! Elisabeth K.

Por un lado, el personal de la salud que le toca estar frente a este tipo de
pacientes, tienen que enfrentarse al reto de no solo querer prolongar una vida o
tratar de dar el mejor tratamiento existente sino también de entender al paciente
como una persona, como un individuo, no deshumanizarse ante estas situaciones,
es decir, dar el apoyo que pudiera necesitar el paciente para confrontar esta
situación.

[…]este joven médico […] intentará ser médico y prolongar la vida, pero
también tendrá en cuenta las necesidades del paciente y las tratará francamente
con él […] lo que quiero decir es que podemos ayudarle a morir tratando de ayudarle
a vivir, en vez de vegetar de forma inhumana. Elisabeth K.

Nosotros como médicos tenemos la misión de aprender de estos sucesos


trágicos, no para hacernos insensibles ante ellos, sino, aprender sobre ello para
posteriormente poder brindar la ayuda necesaria a nuestros pacientes, es decir, a
parte de darle está compañía al paciente de que no esta solo en su proceso es
también el ser sensibles ante la situación y aprender a comunicarlo de una manera
que no sea fría y desconsolada, si es que su afección no tiene solución, más que
esperar su desenlace.

Algunos médicos son partidarios de decírselo a los parientes, pero ocultar los
hechos al interesado para evitar un estallido emocional. Algunos doctores son
sensibles a las necesidades de sus pacientes y saben informarles de que tienen
una enfermedad grave sin quitarles todas las esperanzas.

Sí un médico es capas de hablar francamente con sus pacientes del


diagnóstico […] sin que sea necesariamente sinónimo de una muerte inminente,
prestará al paciente un gran servicio.

Les animara saber que se hará todo lo posible, si no para prolongar la vida,
por lo menos para disminuir el sufrimiento. Elisabeth K.

Por otra parte, cuando el paciente se entera de esto y perse el médico esté
allí para él, es inevitable el hecho de que tenga que pasar por una serie de ´´etapas´´
hasta que pueda entender lo que esta sucediendo y si bien no entenderlo por lo
menos tratar de asimilarlo (como mencione hace unas líneas atrás) , el primer
evento al que se enfrentara será a la negación y al aislamiento , en donde todo lo
que sucede no puede estarle pasando a él, en donde seguramente le echará la
culpa a los estudios (que estaban mal), qué el diagnóstico por tal doctor fue erróneo
e incluso irá de doctor en doctor hasta buscar alguno que le de otro diagnóstico
distinto a los previos, sin embargo, esto solo aplaza el hecho de pensar que su
existencia está en riesgo donde vendrá acompañado de un aislamiento ante su
familia, sus amistades e incluso de los médicos por está idea de que su diagnóstico
este mal o incluso hacer actividades extremas con tal de retar a la propia muerte y
sentirse más vivos que nunca.

La negación funciona como amortiguador después de una noticia inesperada


e impresionante, permite recobrarse al paciente y, con el tiempo, movilizar otras
defensas, menos radicales.

Generalmente la negación es una defensa provisional y pronto será sustituida


por una aceptación parcial. La negación mantenida no siempre aumenta el dolor si
se aguanta hasta el final.

La necesidad de negación existe en todos los pacientes alguna vez, más al


principio de una enfermedad grave que hacia el final de la vida.
Dependerá mucho de como se le diga, de cuánto tiempo tenga para
reconocer gradualmente lo inevitable, y de cómo se haya preparado a lo largo de
su vida para afrontar situaciones de tensión, que abandone poco a poco su
negación. Elisabeth K.

Pasando la primera etapa para que el paciente pueda afrontar y aceptar que
esta desahuciado, se pasa a la siguiente, que es la fase de la ira, en la cual también
nosotros como personales de la salud, debemos de identificar y creo es una fase
fácil de detectar, esto con el fin de tener un mejor abordaje clínico para hacia él, no
debemos de olvidar que, desde el inicio, nosotros tenemos que entablar la relación
médico-paciente de una manera eficaz.

Aquí es donde se vera más la irá que provoca la envidia, el resentimiento del
¿por qué a mí?, la irá que le provocara al paciente por el hecho de que las demás
personas no están en su situación y difícilmente entenderán su sentir o también
cuando vea a gente sana o más joven que él, mostrará su irá contra ellos o con
quienes estén a su alrededor e incluso estará resentido con la vida por ponerle esta
´´enfermedad´´ dentro de ella.

Cuando no se puede seguir manteniendo la primera fase de negación, es


sustituida por sentimientos de ira, rabia, envidia y resentimiento.

Tal vez nosotros también estaríamos disgustados si todas nuestras


actividades se vieran interrumpidas tan prematuramente; Si todos los proyectos que
habíamos forjado fueran a quedarse sin acabar, o fuera a acabarlos otro.

¿Qué haríamos con nuestra rabia, sino descargarla sobre las personas que
probablemente iban a disfrutar de todas aquellas cosas? Elizabeth k.

La Dra. Elizabet K. nos plasma en su escrito una entrevista que tuvo con una
paciente que entro en esta etapa, se trataba de una monja que era enfermera y
sufría de linfoma de Hodgkin2, redactando que dicha enfermedad cambio toda su

2
El linfoma de Hodgkin es una proliferación maligna diseminada de células del sistema linforreticular, que compromete
fundamentalmente el tejido de los ganglios linfáticos, el bazo, el hígado y la médula ósea.
Martin Peter. et al (2020). Linfoma de Hodgkin.Manual MSD versión para profesionales. En línea.
vida y se veía con la irá de que a pesar de que se sentía mal y necesitaba
medicamento o a veces ayuda, se la negaban porque no creían en su diagnóstico
perse que todas las pruebas eran contundentes pero como todo este suceso paso
cuando su padre falleció, creían que todo era somático, es aquí donde nosotros
como personal de salud debemos ser empáticos y entender que hay situaciones
que pueden extrapolarse con otras y no por ello signifique que no se este cursando
con algo (en este caso con el linfoma).

Porque no entran y preguntan. Quiero decir que, en realidad, podría haberme


venido bien un masaje en la espalda, pero no entran en mi habitación regularmente
no hacen lo que a otros pacientes a los que creen enfermos. Fragmento de
entrevista realizada por Elisabeth K. a la paciente.

Este hecho nos hace reflexionar que no porque un paciente se muestre fuerte
e independiente por la irá que corre por su ser, signifique que nosotros como
médicos debamos de desentendernos de ellos y dejarlo de alguna manera a su
suerte.

Al darse cuenta el paciente que ha sufrido irá ante su situación y logra poder
mitigarlo, entramos a la siguiente fase que si es pequeña se cursa con ella que es
la de pacto, en esta fase los pacientes encontraran alguna manera de
´´recompensarse´´, es decir, si resiste la quimioterapia su premio será tener más
tiempo de vida para realizar alguna actividad que tenga pendiente, tomando como
ejemplo unas líneas de la autora sobre una paciente que al llegar a este punto ella
pensaba que si se portaba bien o seguía el régimen que debía de seguir podría ir a
la boda de su hijo.

El paciente desahuciado utiliza las mismas maniobras. Sabe, por


experiencias pasadas que una ligera posibilidad de que se le recompense por su
buena conducta y se le conceda un deseo.

En realidad, el pacto es un intento de posponer los hechos; incluye un premio


<<a la buena conducta>>, además fija un plazo de <<Vencimiento>> impuesto por
uno mismo. Nos dice Elisabeth K.
Psicológicamente, las promesas pueden relacionarse con una sensación de
culpabilidad oculta, y por lo tanto sería útil que el personal de los hospitales no pase
por alto este tipo de comentarios de los pacientes. Recomienda Elisabeth K.

Al ver que su sistema de recompensa pudiera no funcionar, es decir, dado a


los tratamientos que requiere y que pudieran comprometer su persona o por otras
razones empiezan a decaer y entran en la depresión, Elisabeth nos menciona que
existen 2 tipos de depresiones, una que es reactiva y otra que es preparatoria,
siendo que el paciente este desahuciado o no, debemos estar perceptibles a este
tipo de cambios ya que incluso es algo que socialmente o humanamente nosotros
percatamos y tratamos de ayudar, es decir a nuestra familia, pareja, amigos, entre
otros; y el paciente no es la excepción.

Todo el que trata con pacientes conoce muy bien todas estas razones de
depresión. Lo que a menudo tendemos a olvidar, sin embargo, es el dolor
preparatorio por el que ha de pasar el paciente desahuciado para disponer a salir
de este mundo.

Hay dos clases de depresión, diría que la primera es una depresión reactiva
y la segunda una depresión preparatoria.

En el segundo tipo de depresión generalmente es silenciosa, a diferencia de la


primera, durante la cual el paciente tiene mucho que compartir y necesita muchas
comunicaciones verbales y a menudo intervenciones activas por parte de miembros
de varias profesiones.

Puede expresarse mutuamente y a menudo se hace mejor tocando una mano,


acariciando el cabello, o sencillamente, sentándose al lado de la cama, en silencio.
Es como podémos abordar esta segunda, refiere Elisabeth K.

Después de todo lo mencionado anteriormente, el paciente llegara a la aceptación


pero no es una aceptación sobre que esta de acuerdo con lo que le esta sucediendo,
sino una aceptación donde sabe que ya se desahogó, ya cayó y se volvió a levantar,
y esta aceptación solo es que acepta que hizo todo lo humano posible por afrontar
el destino que le depara, afrontar que pronto desfallecerá hasta quedarse dormido
e iniciará un gran viaje del cual no tendrá retorno alguno, quedando su ser en las
memorias de aquellas personas que tuvieron contacto con él.

Tanto familia, amigos, personal de la salud, debemos estar solo para él, para
cuando llegue el momento sienta que estaremos acompañándolo pase lo que pase;
Podemos observar varias situaciones, como en la que deje de hablar, solo se
comunique con gestos, que empiecen a dormir más tiempo y no porque estén
deprimidos sino que ya estarán cansados y en su mayoría de veces débiles Éste
no es un sueño evasivo o un periodo de descanso para aliviar el dolor, las molestias
o la desazón. Elizabeth K., también por otro lado que disfruten solo la compañía de
alguien sin tener la intensión de entablar una conversación de manera verbal o
incluso habrá otros que seguirán luchando sin llegar a esta fase y cuando ya no
puedan más, es cuando llegará su fin, y no se habrán permitido el desahogo que
las anteriores fases conllevan.

Si un paciente ha tenido bastante tiempo (esto es, no una muerte repentina e


inesperada) y se le ha ayudado a pasar por las fases antes descritas, llegará a una
fase en la que su <<destino>> no le deprimirá ni le enojará. Habrá podido expresar
sus sentimientos anteriores, su envidia a los que gozan de buena salud, su ira contra
los que no tienen que enfrentarse con su fin tan pronto. Elisabeth K.

Ahora bien, dentro de las virtudes que tiene el ser humano, la esperanza es la que
siempre persiste e incluso hasta el final, para los pacientes desahuciados que tienen
incluso los peores pronósticos, mantienen viva esta flama, llamada esperanza, con
la cual tratan de dar una pequeña posibilidad aunque sea nula para poder salir de
la enfermedad que los está matando, ya sea una cirugía novedosa o en
experimentación, algún nuevo tratamiento farmacológico, entre otras, Elisabeth K.
señala que todos los pacientes mantiene un poco de ella y se alimentan de ella en
momentos especialmente difíciles.

También esta esperanza nos genera conflictos que provienen de dos fuentes
principales, la primera que suele ser más dolorosa porque es cuando el paciente
más la necesita y es la transmisión de desesperanza por medio del personal de la
salud, familiar o círculo social; La segunda se relaciona con la familia la cual consiste
en la incapacidad de aceptar la fase final del paciente, es decir, se aferran a la
esperanza de que se podrá salvar cuando el enfermo por si mismo ya ha aceptado
su final y está dispuesto a desfallecer.

Hay que dar a todos los pacientes la posibilidad del tratamiento más eficaz y no
considerar desahuciados a los pacientes gravemente enfermos, dándolos por
perdidos. Yo añadiría que no deberíamos <<dar por perdido>> a ningún paciente,
tanto si va a morir como sino. El que esté fuera del alcance de la ayuda médica es
quien necesita quizá más cuidados que el que puede esperar una curación.
Elisabeth K.

Otra parte que quizás solo sea de reflexión para hacia nosotros es cuando este
paciente tiene un papel dentro de la familia, ya sea un hijo, el padre, la madre, entre
otros, con esto quiero decir que las dinámicas familiares cambian, los roles
empiezan a cambiar, por ejemplo si la mamá solo trabajaba medio tiempo ahora
tendrá que hacer en tiempo completo, si solo se encargaba de algunas facturas y el
padre de otras, ahora será ella quien tendrá que pagar todas las facturas y quizás
en este punto tanto el paciente como la familia deberían de hablar para saber cuales
serán las nuevas dinámicas, como será la organización porque incluso esta es una
preocupación para el enfermo y todo lo que conlleva..

Esto conlleva a que podríamos ayudar a la familia y detectar quien tiene más
empatía, más facilidad y fortaleza (que ya la haya encontrado) para poder estar con
el paciente moribundo.

Los que tienen la fortaleza y el amor suficiente para sentarse junto a un paciente
moribundo en el silencio que va más allá de las palabras sabrán que ese momento
no es espantoso ni doloroso, sino el pacífico cese del funcionamiento del cuerpo.

Observar la muerte pacífica de un ser humano nos recuerda la caída de una estrella;
en un cielo inmenso, una de entre un millón de luces brilla sólo unos momentos y
desaparece para siempre en la noche perpetua. Elisabeth K.

Así concluimos que el abordaje del paciente desahuciado no solo es de una manera
clínica y metódica, sino que más bien es un conjunto de todo, es decir , lo que
constituye al paciente, tanto su individualidad, su entorno familiar, su psique, entre
otras, que nosotros como médicos debémos de tener en cuenta, nosotros no solo
debémos de ver al enfermo como una enfermedad cuando está ya no tiene cura o
solución alguna, sino aún como un ser individual, que siente, que sufre, debemos
de ser empáticos en el proceso que acontece a nuestro paciente, ya que con esto
podémos hacerle sobre llevadera la situación y con un poco de suerte o en el mejor
de los casos, poder obtener alguna alternativa que pueda sacar al paciente del
camino de la enfermedad, también esto nos hace reflexionar sobre que la calidad
de vida no es lo mismo a tratar de salvar al paciente por medios que incluso podrían
ser inhumanos para su percepción ya que le causan dolor, tristeza y demás
sentimientos.

Tender la mano a nuestro paciente en sus últimos momentos, si es que este no


tiene a nadie más a quien recurrir, no significa que debamos de cargar con ello, es
decir con ese sentimiento de pérdida personal, sino tomarlo como algo natural,
hablando de la muerte, que tarde o temprano a todos nos llegará, y quizás el hecho
de dar la mano sea reconfortante para él paciente y sea quizás lo único que pida
por lo cual no deberíamos de cerrarnos a cumplir ese último deseo.

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