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RECONDUCCIÓN DE LOS PROBLEMAS DE RECAÍDA Y PÉRDIDA DE CONTROL
Para estructurar una terapia social utilizando el apoyo de la red, en primer lugar debemos
definir claramente el principal problema y después considerar los pormenores de la
influencia de la red. Desde la perspectiva del clínico, los problemas de la recaída y
pérdida de control, expresados en el tercero y cuarto criterio diagnostico para la
dependencia de sustancia en el DSM-IV (American Psychiatric Association, 1994), son
fundamentales en el tratamiento de la adicción. Puesto que los pacientes adictos están
siempre en riesgo de recaída, en principio no son buenos candidatos para un
cumplimiento terapéutico estable. La pérdida de control en un concepto utilizado para
describir la incapacidad del individuo adicto para limitar fiablemente el consumo una vez
que ya lo ha iniciado (Gallant, 1987).
Wikler (1973), uno de los primeros investigadores de la farmacología de la adicción,
desarrolló este modelo para explicar la aparición espontánea del deseo irresistible de
sustancias y de la recaída. Apuntó que las sustancias de las que se dependen tienden a
producir respuestas compensatorias en el sistema nervioso central al mismo tiempo que
se experimentan sus efectos farmacológicos directos, y estos efectos compensatorios
contrarrestan parcialmente la acción directa de las sustancias.
Por tanto, cuando se administra un antagonista opiáceo a los sujetos adictos que están
mantenidos con morfina, se desenmascara el fenómeno latente de la abstinencia. Se
observan efectos compensatorios similares en alcohólicos mantenidos con alcohol, los
cuales evidencian patrones de respuesta evocados característicos de la abstinencia,
aunque todavía están intoxicados clínicamente (Begleiter y Porjesz, 1979).
Ludwig y cols. (1974) han demostrado los correlatos comportamentales directos de tales
estímulos condicionados en relación con la administración del alcohol. Encontraron que,
para el sujeto alcohólico, la dosis de alcohol podía servir por sí misma como un estímulo
condicionado que aumentaba el deseo irresistible, en unión del contexto.
Las entrevistas clínicas demuestran que los sentimientos de abstinencia, y por tanto de
deseo irresistible, podrían ser suscitados por estímulos previamente asociados con el
consumo que el sujeto adicto hace de la sustancia. Así, la exposición al olor de un licor en
un bar podría precipitar la “necesidad” de beber; ver la “preparación” de la inyección de
heroína o ir a un lugar de consumo habitual podría conducir a un individuo adicto a la
recaída.
Es importante tener en cuenta que los estímulos condicionados a una sustancia o a un
estimulo, o incluso a un estado afectivo asociado regularmente con la sustancia, pueden
promover la respuesta comportamental antes de que el individuo adicto experimente
conscientemente un sentimiento de abstinencia. Así pues, el individuo puede buscar de
manera automática sustancias según la experiencia de ansiedad o depresión, estados
que han podido convertirse en estímulos condicionados.
Muy a menudo, las modulaciones del estado de ánimo son también estímulos
condicionados para la búsqueda de sustancias y el individuo que abusa de éstas puede
volverse vulnerable a recaer en respuesta refleja a un estado afectivo específico. Dicho
fenómeno ha sido descrito clínicamente por Khantzian (1985) como automedicación. Sin
embargo, estos estímulos relacionados con el estado de ánimo no son necesariamente
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mencionados por el paciente en una terapia convencional, ya que los sentimientos
desencadenantes pueden no estar asociados con un acontecimiento recordable, y el
consumo de la sustancia puede prevenir la aparición del estrés.
Mas espectacular es el fenómeno de la regresión del afecto que Wurmser (1977) observó
entre los pacientes adictos estudiados en un contexto psicoanalítico. Este autor señalo
que, cuando los sujetos adictos sufren una herida narcisista, son propensos a la
precipitación de un colapso de las defensas del yo y a la experiencia consecuente de un
desbordamiento afectivo inmanejable e intenso. En vista de tal vulnerabilidad, estos
sujetos controlan mal el estrés y pueden volverse hacia las sustancias en busca de alivio.
Esta vulnerabilidad puede considerarse a la luz del modelo de la abstinencia
condicionada, en el cual la búsqueda de sustancias puede convertirse en una respuesta
inmediata y refleja al estrés, socavando la estabilidad y eficacia de los mecanismos de
afrontamiento del paciente. Esto sucede a veces de manera bastante brusca en
pacientes que han asociado repetidamente el consumo de sustancias con sus intentos de
afrontar el estrés.
Este modelo ayuda a explicar por qué la recaída es un aspecto del tratamiento de la
adicción tan frecuente e inesperada. La exposición a estímulos condicionados que fueron
repetidamente asociados con el consumo de la sustancia puede precipitar necesidad
irresistible refleja de la sustancia durante el curso de la terapia y esta exposición a los
estímulos es capaz de iniciar una secuencia de comportamientos condicionados que
llevan a los individuos adictos a recaer involuntariamente en el consumo.
La pérdida de control puede ser producto de la abstinencia condicionada, como describen
Ludwing y cols. (1978). Las sensaciones asociadas con la ingesta de una sustancia
adictiva, como el olor a alcohol o la euforia producida por los opiáceos, están
temporalmente asociadas con la suscitación farmacológica de una respuesta
compensatoria a esa sustancia, que más tarde puede producir el comportamiento de
búsqueda de sustancias. por esta razon, el “primer sorbo” puede servir como estímulo
condicionado para beber más. Estos fenómenos hacen que los pacientes tengan una
capacidad muy limitada para controlar el consumo una vez que lo han iniciado.
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adicción (Gallant, 1987; Gitlow y Peyser, 1980). En términos más amplios, la
disponibilidad de un mayor apoyo social para los pacientes ha demostrado ser un
importante predictor de resultados terapéuticos positivos (McLellan y cols., 1983).
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entre los miembros de la red. El siguiente caso ilustra la naturaleza de la tarea del
terapeuta.
Caso 1. Un estudiante graduado de 25 años de esas había estado abusando de
sustancias desde el instituto, utilizando en parte los fondos de su acaudalada familia, que
vivía en una ciudad lejana. En dos ocasiones, durante el proceso de establecer su red de
apoyo, las reacciones de su novia, que vivía con él, fueron particularmente importantes.
Tanto él como ella estaban de acuerdo en incluir a su hermana de 19 años, una
estudiante de primer año de un colegio cercano. Entonces él menciono a una “amiga”
suya, una mujer que aparentemente encontraba atractiva, aunque no había habido una
historia romántica entre ellos. La expresión de la cara de su novia sugirió que le parecía
bien esta opción. El terapeuta aplazó la idea de la “amiga” y pasó a evaluar la opción del
tío del paciente. Inicialmente el paciente estaba renuente, más tarde se puso de
manifiesto que percibía a su tío como un potencial representante de la desaprobación de
la generación parental. El terapeuta y la novia le animaron a que aceptara a su tío como
miembro de la red para redondear el tipo de relaciones dentro del grupo. De hecho, el tío
era atento y mostraba apoyo, particularmente después de que se le ayudara a entender
la naturaleza del proceso adictivo.
La tarea de la red
La relación del terapeuta con la red es más la del líder de un equipo que orienta la tarea
que la de un terapeuta familiar centrado en reestructurar las relaciones. La red se
establece para mejorar una tarea orientada al futuro, consistente en mantener la
abstinencia. Debe dirigirse con la misma claridad de propósitos con que se dirige un
grupo de trabajo en cualquier organización eficaz. Se han de suprimir los objetivos
competitivos y alternativos o al menos hay que evitar que interfieran con la tarea
primordial.
A diferencias de los familiares implicados en la terapia de familia tradicional, los miembros
de la red no deben esperar que sus síntomas mejoren o que lleguen a sentirse
realizados. De este modo se previene el planteamiento de objetivos competitivos en las
reuniones colectivas. También hay que dejar claro que los móviles de los miembros no
serán objeto de análisis o de escrutinio, para asegurar su implicación continuada sin que
se sientan personalmente cuestionados. Puesto que los miembros de la red han accedido
amablemente a participar, no deben discutirse sus motivos y habría que elogiar su
comportamiento constructivo. Conviene manifestar que se aprecia su contribución a la
terapia, aunque siempre tenderán a minimizar el valor de su contribución. Por tanto, la
red debe estructurarse como un grupo de trabajo eficaz, con una moral elevada.
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relacionados con la exposición a los estímulos o con el consumo de sustancias desde la
última reunión. Se espera que en esos momentos los miembros de la red den su informe
para asegurar que todos están implicados en una tarea mutua, con información correcta y
compartida. También se hace mención de sus reacciones ante el informe del paciente.
Caso 2. Un varón alcohólico empezó una de sus primeras sesiones en la red informando
de que había tenido menos deslices con la bebida. Fue interrumpido por un estallido de
ira de su hermano mayor. Ella dijo que “ya estaba hasta” de sus frecuentes promesas
incumplidas de sobriedad. El psiquiatra se dirigió a esta fuente de conflicto explicando de
una manera didáctica cómo influyen los estímulos comportamentales sobre la
vulnerabilidad a la recaída. Se adopto este enfoque didáctico para rebatir la creencia de
que la recaída es fácilmente controlable y para atenuar el resentimiento. En ese momento
se dirigió a los miembros para planificar con el paciente la forma en que podría evitar
posteriores estímulos para beber hasta la próxima sesión conjunta.
Los pacientes en proceso de desintoxicación de una medicación sedante experimentan a
menudo una ansiedad considerable, incluso aunque se haga una reducción gradual de
las dosis (American Psychiatric Association, 1990). La expectativa de estrés, en unión
con el fenómeno de la abstinencia condicionada, puede crear problemas para que los
pacientes completen el régimen de desintoxicación (Monti y cols., 1988). En la terapia
individual, el psiquiatra tiene poca influencia sobre este punto. Sin embargo, cuando a
ésta se le añade la red terapéutica, el apoyo extra puede ser inestimable para asegurar el
cumplimiento bajo estas circunstancias.
Caso 3. Un paciente decidió iniciar la desintoxicación de su consumo crónico de
diacepam, de casi 60mg/día. En las reuniones de la red, formada por su esposa y un
amigo, el psiquiatra expuso la necesidad de un apoyo extra hacia el final de su
desintoxicación. Cuando su dosis diaria se redujo a 2mg, el paciente se sintió ansioso,
dijo que nunca había pretendido interrumpir completamente el consumo e insistió en ser
mantenido permanentemente con esa dosis baja. Los miembros de la red señalaron
comprensiva, pero explícitamente, que ése no había sido el plan. Entonces el paciente
volvió al acuerdo original de desintoxicación y su dosis se redujo a cero al cabo de 6
semanas.
El contrato de contingencias, tal y como es utilizado en el tratamiento comportamental,
estipula que será aplicada una contingencia aversiva cada vez que el paciente lleve a
cabo un comportamiento sintomático prohibido (Hall y cols., 1977). Crowley aplicó esta
técnica con éxito para rehabilitar a pacientes adictos a la cocaína mediante un contrato
escrito con cada paciente que indicaba que se llevaría a cabo una consecuencia
altamente aversiva para cualquier consumo de la sustancia (Crowley, 1984). Por ejemplo,
en el caso de un médico adicto se preparó una carta, firmada y con sobre, para ser
enviada al consejo estatal de licencias admitiendo la adicción. En enfoque se puede
adaptar también en la red.
Los pacientes tienen una fuerte tendencia a negar los problemas con la bebida durante
las recaídas. La red puede ser el único medio con el que cuenta el psicólogo para
comunicarse con un paciente que está recayendo y ayudarle a restablecer la abstinencia.
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Caso 4. Un paciente sufrió una recaída en la bebida después de 6 meses de abstinencia.
Uno de los miembros de la red consultó con el psicólogo y permaneció en casa con el
paciente para asegurarse de que no bebiera. Entonces llevó al paciente a la consulta,
junto con el resto de los miembros de la red, para restablecer un plan de abstinencia.
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surgirán opciones para conseguir la solución del problema. Ciertamente, al desarrollar
este modelo estratégico, Haley observó que ciertos comportamientos dentro de la familia
podían promover de forma no intencionada los síntomas que se pretendían suprimir, así
como se ha supuesto que las esposas de los sujetos alcohólicos sirven de cómplices.
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6. Incluya a personas cercanas al paciente, que haga tiempo que tienen una relación
con él y en las que él confié. Evite a miembros con problemas con las sustancias,
porque lo defraudarán cuando necesite su apoyo objetivo.
7. Consiga un grupo equilibrado. Evite una red compuesta únicamente por la
generación parental, por gente joven o por gente del sexo opuesto.
8. El tono debe ser directivo. Dé instrucciones explicitas para apoyar y asegurar la
abstinencia.
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Redes Sociales, determinantes sociales y redes comunitarias (Rendon Cardenas y cols.
2012).
Las redes sociales son una parte esencial de la vida de los seres humanos e influyen en
diversos planos, comportamientos y dinámicas de los seres humanos. Las personas
tienden a comportarse de manera similar a las personas con las que conviven en su vida
cotidiana.
Las redes sociales se pueden clasificar en dos tipos y su diferencia radica en como fluye
la información en cada una de ellas:
1- Fuertes: Hay menos miembros pero la cohesión del grupo es mayor. Es decir,
tiene menos relaciones pero todas las personas se conocen entre sí. La ventaja
que posee este tipo de red es que facilita el alcance de todos los miembros de la
red con facilidad, pero por otro lado facilita un ciclo conductual que puede
estancarse.
2- Débil: Las personas no necesariamente se conocen entre sí. En este caso, se
sacarifica fortaleza en las relaciones a cambio de mayor número de fuentes de
influencia.
En la actualidad, las redes electrónicas han cobrado relevancia en el mundo,
principalmente en los jóvenes, y es porque facilita la comunicación entre los individuos,
agiliza la organización de eventos y transmitir influencia social.
Es por esto que las políticas públicas deben contar con un enfoque más comunitario y
que considere como elemento básico las redes sociales existentes.
Esto se debe porque éstas pueden fungir como catalizadoras de las políticas a través de
un efecto denominado “cascada”:
Una persona tiene dos amigos y este influye a ellos que a su vez estos son “contagiados”
o influecniados por las desiciones, acciones tanto de sus amigos directos como
indirectos.
Esta influencia por parte de la persona original a otra persona que peude no conocer se
la conoce como los tres grados (caso de osvaldo con efrain colombo).
En el caso del tabaquismo, es muy importante el apoyo de una red social familiar, de
amigos, compañeros de trabajo y las personas que están en contacto con el paciente, la
estrategia de apoyo social aumenta la eficacia de las intervenciones en un 50% (Veiga y
cols. 2003).
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