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Israel

Una breve relación – Identidad nacional


4ª Entrega

Declaración de Establecimiento del Estado de Israel,


14 de mayo de 1948

La “Instrucción” dada a Israel por YHVH en el monte Sinaí fue la Torah.


T'ôrah, una de las palabras más importantes del Antiguo Testamento, se
deriva de yarah; T'ôrah es mucho más que ley o que una serie de reglas.
T'ôrah no es restricción ni impedimento, sino todo lo contrario, el medio
para alcanzar una meta u objetivo. En su sentido más puro, la T'ôrah se
le dio a Israel como un don, para su perfeccionamiento, a fin de que
llegara a ser en realidad el pueblo especial de Dios y permaneciera como
tal. Se podría decir que al practicar la T'ôrah, Israel se unía en una relación
especial con Dios. Lamentablemente, Israel cayó en la trampa de
implementar la T'ôrah como un algo impuesto, un objeto en sí, en vez
de ser un medio para llegar a ser lo que Dios se propuso con ella.
La Torah, o la ley, como es citada en la mayoría de las traducciones
bíblicas, quedó al cuidado de la clase sacerdotal, y por largos períodos
los registros escritos fueron extraviados (2 Cr. 34:14-19), de manera que
su enseñanza fue por transmisión oral y su aplicación dio origen a
interpretaciones y tradiciones que se convirtieron en ordenanzas. Esto
ofrece una idea del cuidado1 que tuvieron de aquella palabra “dada por
medio de ángeles”2. De manera pues que, aunque existía una transmisión

1
Mucho se ha hablado acerca de la numeración de letras y palabras en el texto hebreo, sin embargo
esta fue una práctica de los “masoréticos” que no existieron sino hasta el siglo I y cuyos textos
contienen importantes variantes en relación a la “septuaginta” (traducción griega elaborada por
sabios hebreos entre los siglos III-I aC bajo el mandato del Rey Ptolomeo II)
2
Gálatas 3:19 / Hebreos 2:2
oral de la instrucción el pueblo de Israel se desvió por completo del
espíritu de esta, fracasando en su objetivo, la historia, tanto bíblica como
secular, descubren el terrible testimonio de un pueblo apóstata que, no
solo volvió las espaldas a su Dios, sino antepusieron sus propias
tradiciones al extremo que persiguieron y mataron a sus profetas3. Como
consecuencia funesta devino la declinación de la nación y la completa 2
degradación de la fe que un día les fue entregada.
Aquel pueblo dejó de ser. Al aparecimiento del Mesías Príncipe, la forma
de culto religioso predominante era el conocido como "fariseísmo", este
era una práctica religiosa basada principalmente en el Talmud 4. El Talmud
en el tiempo de Jesús era la Carta Magna, la Declaración de
Independencia, la Constitución y la Declaración de Derechos, TODOS EN
UNO, de aquellos que practicaban el "Fariseísmo". Y aunque el templo
había sido reconstruido y el sacerdocio reinstaurado, lo que se practicaba
era una mezcla extraña que daba énfasis a la tradición, la cual fue criticada
y sus prácticas reprendidas por el Señor Jesús, durante su ministerio
terrenal.
El apóstol Pablo, en la introducción de su carta a los Gálatas habla acerca
de su conducta anterior, como fariseo: “que perseguía sobremanera a la
iglesia de Dios y la destrozaba; y en el judaísmo aventajaba a muchos de
los contemporáneos en mi nación, siendo mucho más celoso de las
tradiciones de mis antepasados” El fariseísmo, o talmudismo, es la misma
práctica de los judíos actuales. “El fariseísmo se convirtió en talmudismo,
el talmudismo se convirtió en el Rabbinismo Medieval, y el Rabbinismo
Medieval se convirtió en el Rabbinismo Moderno. Pero a lo largo de
estos cambios de nombre... el espíritu de los antiguos fariseos sobrevive,
inalterado... De Palestina a Babilonia; de Babilonia a África del Norte,
Italia, España, Francia y Alemania; de éstos a Polonia, Rusia y Europa
oriental en general, el antiguo fariseísmo no se ha extraviado 5”

3
Mateo 5:12 / 23:31-37; 1 Rey 18:13 / 22:26; 2 Cron 16:10 / 24:20-22 / 2 Cron 36:16: Nehem 9:26;
Jer 2:30 / 26:8; Luc 11:47-51; Hchs 7:52; 1 Ts 2:15
4
Para ampliación en este tema, referirse a “Khazaros” en esta misma serie. Solicítelo a
serbagua@gmail.com.
5
Louis Finkelstein, director del Jewish Theological Seminary of America en el prólogo de su libro "Los
fariseos, el trasfondo sociológico de su fe".
El judaísmo actual tiene poco o nada que ver con el Espíritu que movió
a gente como Ana la profetisa, el anciano Simeón, o el mismo Juan el
bautista, a reconocer a aquel que estaba delante de ellos como el Mesías
prometido. Muy al contrario, el Talmud proclama que aquel Jesús fue
hijo de pecado, concebido por un soldado romano en una mujer
impura6. De la misma manera, el Talmud enseña a no tocar a un “goyim”7 3
por considerarlo impuro. Y esto, increíblemente, es practicado por los
judíos religiosos por doquiera que van, lo que les ha granjeado antipatías
y expulsiones de muchos sitios.
La gran mayoría de los que se autonombran, o son conocidos como,
judíos, no son practicantes de ninguna fe, pero utilizan hábilmente lo que
les es enseñado como parte de sus tradiciones para obtener, mantener y
ejercer su influencia en la nación en la que se establecen y, gracias a la
ignorancia y superstición, que ellos mismos se ocupan de cultivar entre
los pueblos, son vistos como personas especiales. Tenemos entonces que:
1. La “tierra de Israel”, donde una vez existiera una nación bajo el
gobierno de YHVH, fiel a la Torah y expectante de la venida del
Mesías, NO es la tierra donde nació el pueblo judío, ya que éste,
étnica y religiosamente nació en Babilonia.
2. Su identidad religiosa, espiritual y política actual se formó en la
deportación, principalmente en Babilonia, a donde fue llevada a
causa de su apostasía, y se consolidó en el Imperio Jázaro.
3. La Biblia, “el libro de los libros” NO fue dada al mundo por los
judíos. La Torah tuvo su origen en Dios y aunque fue eventualmente
registrada por hombres de la línea de Sem, llegó a nosotros por
causa de un rey pagano quien se ocupó de su recopilación y
traducción. Vale la pena hacer notar que la inclusión del AT en el
canon bíblico fue originalmente materia de gran controversia, hasta
que esta fue zanjada por el papa católico Dámaso I en el concilio de
Roma en 382 dC quien a su vez ordenó la primera traducción al
latín (Vulgata), realizada por Jerónimo de Estridón.

6
Sanhedrin, 67ª; Kallah, 1b. (18b); Toldath Jeschu.; Abhodah Zarah II
7
De nación ajena. Cualquiera no judío. Hilkhoth Maakhaloth; Midrasch Talpioth 225; Zohar (II,
64b)

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