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No puedo dejar de señalar mi coincidencia con el tratamiento que
a las diversas temáticas dan los autores, ya que creemos, junto con
ellos, que el Derecho del Trabajo integra el conjunto del derecho de
los derechos humanos, claramente instalado en el ámbito de los eco-
nómicos y sociales, y por lo tanto participa de las características que
ha delineado a aquél y que se halla presente en numerosos fallos de
la CSJN en su actual composición.
No creemos, por el contrario, que el Derecho del Trabajo, que tiene
como objetivo específico la tutela de la persona humana del trabajador
comprometida en su trabajo a las órdenes de un empleador que incluso
sustituye su voluntad en cuanto a la realización de la prestación laboral,
pueda ser mirado imparcialmente o desde el punto de vista de su in-
tegración como uno de los elementos de la producción desvirtuando
su naturaleza protectoria. Desechamos así desde nuestro punto de vista
otras miradas, que ponen el acento sólo en los aspectos económicos
de la relación laboral.
Los creadores de la obra pecan, si ello fuera un pecado, que cla-
ramente no lo es, de sinceros. Generalmente las obras de signo contrario
nunca indican sus propósitos o la ideología que las inspiran, sea porque
el monopolio de la cátedra los ha hecho creer –de buena fe– que su
obra es la única que puede ser considerada como científica, o porque
hipócrita y egocéntricamente sus creadores pretenden que ellos escriben
objetivamente cuando su obra claramente demuestra lo opuesto.
Siguiendo con nuestro comentario al libro creemos, como adelan-
tamos, que excede sus objetivos no porque éstos no puedan ser satis-
fechos con la obra, ya que claramente están cumplidos, sino porque
el Manual bien podría emplearse en un curso introductorio de la materia
incluso de nivel universitario para aquellos que todo lo ignoran sobre
la misma.
Y ello porque el método empleado es especialmente didáctico, uti-
lizándose lenguaje llano, evitándose tecnicismos innecesarios o recurrir
a elaboraciones criptográficas pretenciosas presentes en otros manuales
que de esta manera los desnaturalizan.
Obviamente lo indicado en el párrafo anterior supone que la obra
es fácil de leer y muy fácil de entender, con lo cual aunque no se
tengan conocimientos previos de Derecho se puede comprender fácil-
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mente el significado normativo y jurisprudencial, así, por ejemplo, una
materia tan ardua como la “jornada de trabajo” es expuesta en relati-
vamente poco espacio con claridad meridiana, y lo mismo ocurre con
las otras instituciones del Derecho Individual y del Derecho Colectivo
del Trabajo.
Mucho influye, a mi entender, que los tres autores son, además de
operadores jurídicos de importancia notable, profesores universitarios
con importantes antecedentes y que han pasado por diversos roles ya
que la doctora Rial ha sido abogada de sindicatos y de la CGT, aunque
lleve ya muchos años en la función pública –es la secretaria de Trabajo
con más tiempo continuo en el ejercicio del cargo–; el doctor De
Manuele, si bien ahora es abogado sindical, fue, en su momento,
funcionario del Ministerio de Trabajo de la Nación y el doctor Ma-
chado, no obstante sus 20 años ya como juez de Cámara, se formó
profesionalmente en el estudio del doctor Eriberto Bussi –siempre
comprometido en la defensa de los trabajadores– y en la cátedra junto
al doctor Néstor Corte.
En fin, estamos frente a una obra de tres de los mejores juslabo-
ralistas del país, que expresan con claridad sus ideas y logran transmitir
sus conocimientos de forma tal que pueden alcanzar tanto a delegados
gremiales como a quienes por primera vez se adentran en el Derecho
del Trabajo. Esto no es poco y por ello los felicitamos.
Julio C. Simon
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INTRODUCCIÓN
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sición entre la esperanza y la cruda realidad condujo a las masas tra-
bajadoras a tomar conciencia de clase y comprometerse como artífices
del cambio social de los tiempos por venir.
El estudio de este movimiento para la defensa y promoción de
mejoras en las condiciones laborales resulta inseparable de la influencia
que sobre el mismo tuvieron diversos proyectos políticos e ideológicos,
ya que así como ninguna persona puede realizarse plenamente en una
sociedad injusta, tampoco es pensable el éxito de un sector social en
una Nación frustrada.
En ese orden de ideas, y al trasladar la cuestión a nuestro país, no
pueden soslayarse los primeros atisbos de reconocimiento a estas or-
ganizaciones en la gestión del presidente Hipólito Yrigoyen, ni que
fueran jerarquizadas, de forma concreta y perdurable, durante las ges-
tiones de Juan Domingo Perón (primero en la Secretaría de Trabajo
y luego en la Presidencia de la Nación). Tampoco puede desconocerse
el compromiso y la actitud de los pioneros del sindicalismo en este
país, muchos de ellos anarquistas o socialistas o comunistas, los que
más allá de sus diferentes visiones del mundo y de la historia no
dudaron en ofrendar su tiempo (y a veces su propia vida) en pos de
una causa que entendieron justa.
En un repaso más reciente de nuestra historia, podemos observar
a anónimos militantes sindicales, todos ellos comprometidos en la lucha
contra los gobiernos dictatoriales y tiranías al servicio del privilegio,
entre las cuales podemos mencionar las que encarnaron personajes
como Aramburu, Rojas, Onganía o Videla. Así tampoco puede pasar
desapercibida la voluntad y el compromiso demostrados por la clase
trabajadora en las jornadas que marcaron hitos en las grandes luchas
nacionales por la defensa o recuperación de la democracia. En este
aspecto, recordemos las movilizaciones por la reducción de la jornada
laboral (hacia fines del siglo XIX), los sucesos de la “Semana trágica”
y la “Patagonia rebelde”, la huelga general del año 1936 (antesala de
la gran transformación obrera y social), el 17 de octubre del año 1945,
la resistencia peronista (emergente del golpe del año 1955), el programa
de La Falda (que propuso un plan en defensa de la independencia
económica, la justicia social y soberanía política), el Congreso de Huer-
ta Grande, la decisiva participación gremial en el “Cordobazo” y las
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luchas de los años 60, la huelga de 1979 o las movilizaciones sindicales
enmarcadas por la consigna “Paz, pan y trabajo”.
Párrafo aparte merecen las consecuencias de las políticas represivas
de los distintos regímenes, por lo que es obligación de nuestra parte
recordar a los mártires del movimiento obrero argentino. Desde las
lejanas luchas por la jornada laboral de 8 horas y del respeto a con-
diciones dignas de trabajo, pasando por las víctimas de los bombardeos
a la Plaza de Mayo en el 55 y los fusilados de José León Suárez,
hasta los miles de dirigentes, delegados y trabajadores desaparecidos
durante el “proceso”. Todos ellos, en distintas etapas y con banderías
políticas muy diversas, han sido artífices de la historia, constructores
de un camino y formadores de la conciencia nacional.
También corresponde rendir un sentido homenaje a los abogados
laboralistas, que encarnan mejor que nadie en la figura de Norberto
Centeno, redactor de la Ley de Contratos de Trabajo, que pagó con
su vida el compromiso en la defensa del interés obrero durante la
última dictadura militar. Y recordar a los pioneros Eriberto Bussi y
Néstor Corte, quienes hace ya 25 años abrieran camino con su recordado
Manual del delegado gremial.
Este libro, queda dicho, no pretende reemplazar el insustituible
aporte del abogado sindical ni de los laboralistas en general. Solamente
ellos, en su contacto con la realidad del caso concreto y su experiencia
en cada rama, pueden brindar el asesoramiento adecuado para la mejor
conducción técnica de cada conflicto. Pero ocurre que el Derecho no
es solamente el conflicto, y mucho se crece en ciudadanía si el tra-
bajador, incluso en sus relaciones cotidianas con la gerencia, conoce
lo mejor posible las normas que lo asisten y los deberes que debe
cumplir.
En este contexto, hemos decidido realizar un análisis básico de la
normativa laboral a fin de dotar de herramientas técnicas de diaria
utilización a los dirigentes, delegados y militantes del ámbito sindical,
además de formular un sencillo y humilde aporte a la defensa de la
dignidad del trabajo, la decencia en sus formas y la correcta aplicación
de las normas y principios que persiguen una relación más equitativa
y democrática entre el capital y el trabajo.
Cuando analizamos la posibilidad de elaborar un curso para diri-
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gentes sindicales lo hicimos en el entendimiento del aporte y respon-
sabilidad que estos últimos, en su rol de actores sociales, mantienen
para con la sociedad en general y los trabajadores en particular. Y es
que además de su tarea en las gestiones, movilizaciones o medidas
propiamente gremiales vinculadas con las reivindicaciones profesio-
nales, vemos a diario que como parte de su función incumbe al delegado
asistir a sus compañeros, peticionando por el cumplimiento de algún
derecho individual, e incluso acompañándolo o sustituyéndolo cuando
el temor a perder el empleo lo inhibe para reclamar lo que le corres-
ponde. Para todo ello es indispensable el compromiso gremial y mi-
litante de los trabajadores, como la propia formación de sus cuadros,
verdaderos constructores del cambio social.
No podemos dejar de indicar que el sentido fundamental de esta
obra, al par de destacar el necesario compromiso del representante
sindical, se basa en la idea de que su elevada función les exige una
capacitación cada vez mayor, parte de la cual radica en el conocimiento
del ordenamiento jurídico en el que le toca intervenir. Por lo mismo,
éste no es un manual de lectura sencilla. No se ha escrito subestimando
al trabajador y sus capacidades para comprender cuestiones jurídicas
que de por sí son complejas.
Quien se compromete socialmente (en cualquier instancia) en la
construcción y defensa de un proyecto debe ser merecedor del reco-
nocimiento de sus pares y de la sociedad en general. Es cierto que
muchas veces existen caminos erróneos, excesos o desaciertos de al-
gunos representantes; pero, a no equivocarnos, lo que preocupa a los
defensores de la sociedad del privilegio y la diferencia no son los
defectos de los dirigentes (por más que se valgan de ellos para desa-
creditarlos), sino sus aciertos y la fortaleza del sistema de represen-
tación. Lo que más les interesa es limitar su lucha, anular su compro-
miso y reducir su alcance.
Hay mucho por cambiar en el largo y sinuoso camino hacia una
sociedad más justa. Entiéndase este libro como un modesto paso ade-
lante.
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CAPÍTULO I
BREVE RESEÑA HISTÓRICA DE
LA EVOLUCIÓN DEL TRABAJO
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Breve reseña histórica de la evolución del trabajo
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2. El trabajo industrial
Hacia la segunda mitad del siglo XVIII van a confluir en Inglaterra
condiciones políticas, sociales y económicas que van a producir una
revolución en la forma de producir y trabajar.
A partir del descubrimiento de América y la expansión ultramarina
de las potencias europeas, se desarrolla desde el siglo XVI el mer-
cantilismo como sistema económico dominante, por el cual las naciones
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3. La cuestión social
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Nace durante la primera mitad del siglo XIX. Fueron quienes pre-
cedieron al marxismo en su propuesta de carácter económico-social.
Se opone al individualismo liberal burgués. El Estado debe intervenir
para evitar abusos, conciliar intereses, fijar límites y mantener el equi-
librio entre los distintos protagonistas del proceso productivo.
No eran partidarios de la lucha de clases, puesto que creían en un
proyecto de desarrollo en el que estuvieran integrados armónicamente
patrones y trabajadores, entendiendo que el Estado tenía que sostenerse
sobre la base de una sociedad planificada y cooperativa.
Se los considera “utópicos” o idealistas en tanto pensaban en una
sociedad sin conflicto, basada en el consenso, a la que pretendían
arribar convenciendo a los capitalistas de que debían –en su propio
interés– moderar su apetito de ganancias y ser más humanos con los
trabajadores.
Entre los más importantes autores de esta corriente de pensamiento,
podemos citar a:
– Claude Saint-Simon (1760-1825): uno de los primeros partida-
rios de la propiedad colectiva. Proponía la prescindencia del
poder de la Iglesia, terminar con la clase ociosa (nobles, militares
y clérigos) y promover el bienestar de los sectores más humildes.
– Robert Owen (1771-1858): escocés, precursor del cooperativis-
mo. Era enemigo de la competencia desmedida y partidario de
la humanización del capitalismo. Heredó una gran empresa textil
en la que experimentó nuevas formas de organización del trabajo
(más participativas) y de distribución de la renta.
– Charles Fourier (1772-1837): opositor al maquinismo. Proponía
volver a la producción agrícola y artesanal.
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3.2. Marxismo
Corriente filosófica, política y económica, surgida a partir del pen-
sador alemán Karl Marx (1818-1883).
En 1846, junto con Friedrich Engels, ingresa en una agrupación
de obreros clandestinos de París (Francia) llamada Liga de los Co-
munistas. Son éstos los que le encomiendan a Marx la redacción de
un manifiesto, el que redacta y llama “Manifiesto Comunista”. En él,
anticipa la inminencia de una revolución social en los países indus-
trializados y convoca a los obreros a luchar para destruir el capitalismo.
La frase más famosa de ese manifiesto es “¡proletarios del mundo,
uníos!” Sin embargo, debemos decir que la obra fundamental de Marx
es El Capital, donde analizó los mecanismos de explotación del sistema
capitalista.
A diferencia de los socialistas utópicos, que en última instancia
apelaban a la “bondad” inherente a la persona humana para transformar
al capitalismo, Marx era escéptico y creía que el sistema sólo podía
cambiar mediante su destitución radical y por medios violentos. Me-
diante una revolución.
Para Marx, la diferencia social era causada por el régimen de pro-
piedad privada de los medios de producción. Este régimen ponía en
pocas manos la posibilidad de acumular riqueza, dado que bajo la
ficción de que capitalistas y proletarios eran igualmente libres para
negociar su contrato, en realidad permitía que el propietario del bien
escaso (el capital) abusara de su posición dominante sobre quien sólo
era poseedor del bien abundante (su propia capacidad de trabajo, se-
mejante a la de muchos otros en su misma situación). De ese diferente
poder de negociación entre uno y otros resultaba que el empresario
imponía un modelo de contrato por el cual adquiría a un costo fijo
(el salario) el resultado del trabajo de los obreros, y con ello la ca-
pacidad de generar utilidades (ganancias).
La propuesta del mismo consistía, básicamente, en:
– Eliminación de la propiedad privada y, en consecuencia, de las
clases sociales que ella generaba.
– La propiedad colectiva de los medios de producción, que en
una etapa supuestamente transitoria sería gerenciada por el Es-
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3.3. Anarquismo
Nacido a comienzos del siglo XIX. Entre sus principales teóricos
se encuentran Proudhon, Bakunin y Malatesta, quienes proponen la
construcción de una sociedad libre de todo poder, de toda forma de
Estado, ya que consideran que éste siempre es necesariamente auto-
ritario. En consecuencia, atacaban cualquier forma estatal y se negaban
a participar en la política democrática, lo que los enfrentó con los
socialistas. Sin embargo tuvieron activa participación en las organiza-
ciones gremiales.
En Argentina tuvieron importancia de la mano de la inmigración
italiana, país en que el anarquismo arraigó fuertemente, al punto que
los primeros sindicatos y federaciones (como la Federación Obrera de
la Región Argentina, FORA) tuvieron este signo.
Sobre la base común del repudio al Estado (y a los patrones, y a
la religión, y a la familia, a las que consideraban “ahogos” para la
persona), hubo varias vertientes de anarquismo, especialmente en cuan-
to a las metodologías para la transformación social. Algunos apelaron
al uso del terror sistemático contra todas las instituciones burguesas
(anarquismo ácrata), otros a suplir la organización estatal por el au-
togobierno de los trabajadores (anarcosindicalismo), otros limitándose
a una reivindicación de la libertad individual de toda opresión social
(anarquismo libertario).
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boral datan en nuestro país de finales del siglo XIX, pudiendo citarse
entre las más significativas:
– Código de Minería (1887), determinó preceptos acerca del tra-
bajo de niños, mujeres y medidas de seguridad en las minas.
– Códigos rurales (primero el de Buenos Aires, en 1865), esta-
blecían algunas condiciones para la celebración de contratos en-
tre trabajadores y empleadores.
En ese marco de avance del Estado hacia la cobertura de los pro-
blemas sociales es que se empiezan a dictar, a partir de comienzos
del siglo XX, una serie de normas con claro contenido protectorio en
materia laboral, pudiendo mencionar entre ellas:
– Ley 4665 (1905), que establece el descanso dominical.
– Ley 5291 (1907), sobre trabajo de mujeres y menores.
– Ley 9511 (1914), sobre inembargabilidad de los bienes del tra-
bajador.
– Creación del Departamento Nacional del Trabajo (1912).
– Ley 9688 (1915), sobre accidentes de trabajo y enfermedades
profesionales.
– Ley 11.544 (1929), sobre jornada de trabajo.
– Ley 11.729 (1934), que, reformando el Código de Comercio,
fue la norma que reguló las relaciones laborales hasta la sanción
de la actual ley 20.744 (1974).
5.2. El peronismo
Mencionamos arriba que durante la década de 1930 la Argentina
inició un rápido proceso de industrialización y que, por la necesidad
de mano de obra en las nuevas fábricas, miles de trabajadores rurales
(actividad que había declinado como consecuencia de las limitaciones
para exportar, a consecuencia de la crisis mundial y, luego, de la se-
gunda guerra europea) migraron “del campo a la ciudad”. En lo político,
este período es conocido como “La década infame” ya que la elite
dominante se mantenía en el poder mediante elecciones fraudulentas
y sin participación de la clase media (cuya expresión era el radicalismo
yrigoyenista) y obrera.
En 1943 un sector nacionalista del ejército, opuesto al gobierno
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CAPÍTULO II
FUENTES DEL DERECHO DEL TRABAJO
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1. La ley
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5. Laudos arbitrales
Se trata de uno de los medios, de carácter voluntario, tendente a
resolver los conflictos colectivos de trabajo. Su mecanismo consiste
en la intervención de un tercero propuesto por las partes. El mismo
(árbitro) debe emitir su decisión (laudo) en función de los temas so-
metidos a arbitraje a través de un acta llamada “compromiso arbitral”.
En la misma, también se consignan el plazo y las pruebas que las
partes pueden ofrecer. El procedimiento del mismo se halla regulado
por la ley 14.786.
La decisión del árbitro, en la medida que el mismo fuere emitido
dentro de lo determinado por el compromiso arbitral, tiene igual alcance
que un convenio colectivo, siendo identificado por la Ley de Contrato
de Trabajo en el artículo 1º, inciso 3º, como una fuente del contrato
de trabajo.
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7. Usos y costumbres
En este caso estamos ante actos o conductas aceptadas (por una
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8. Jurisprudencia y doctrina
Si bien el artículo 1º de la Ley de Contrato de Trabajo no con-
templa a la jurisprudencia y a la doctrina como fuentes de regulación
del contrato de trabajo y de la relación de trabajo, no cabe duda de
que las mismas resultan ser fuentes, e influyen notoriamente sobre
ellos.
Tanto la doctrina como la jurisprudencia son fuentes clásicas del
Derecho, pues se presentan en todas sus ramas o disciplinas.
La jurisprudencia, como fuente de Derecho, se integra con los
fallos judiciales (en especial de los tribunales superiores), siendo al
respecto relevantes los pronunciamientos de la Corte Suprema de Jus-
ticia de la Nación, la que fija determinados criterios ante temas cen-
trales.
Uno de los importantes tratadistas de la materia, como Ernesto
Krotoschin, ha opinado que el 80% del Derecho positivo, y muy es-
pecialmente del contenido de la Ley de Contrato de Trabajo, se fundan
en la creación de la jurisprudencia, es decir, en la recopilación nor-
mativa de los pronunciamientos y experiencias de los tribunales del
trabajo.
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Los principios pueden ser definidos como las ideas que fundamentan
y orientan un sistema jurídico. Son los enunciados básicos que con-
templan una serie indefinida de situaciones, siendo las mismas más
generales y abstractas que las normas, ya que mientras las últimas se
refieren a una situación concreta los principios indican un criterio o
método para decidir. Constituyen un conjunto de directrices políticas
y éticas que le confieren identidad a cada rama del Derecho, diferen-
ciándole de las restantes.
Dentro del panorama jurídico, pueden cumplir las siguientes fun-
ciones:
A) Informadora: Sirven para orientar al legislador. Se supone que
para que un ordenamiento legal tenga armonía y coherencia cada
norma que se dicte debe subordinarse a sus principios, o en
todo caso justificar por qué razón se aparta de los mismos.
B) Integradora: Es un instrumento técnico que sirve para cubrir
una laguna o vacío del ordenamiento jurídico, actuando como
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– Primacía de la realidad.
– Buena fe.
– Prohibición de efectuar discriminaciones.
– Gratuidad.
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regla por la cual en caso de que una norma pueda entenderse de varias
maneras, se debe preferir aquella interpretación que sea más favorable
al trabajador.
Se encuentra regulado en el artículo 9º, segundo párrafo, de la Ley
de Contrato de Trabajo, el que dice, con su actual redacción: “Si la
duda recayese en la interpretación o alcance de la ley, o en apreciación
de la prueba en los casos concretos, los jueces o encargados de aplicarla
se decidirán en el sentido más favorable al trabajador”.
Destacamos que este artículo fue modificado por la ley 26.428
(publicación en el B. O. del 26-12-2008), incorporándose el beneficio
para los casos de duda respecto de la prueba, lo que les otorga a los
jueces del trabajo mayores facultades interpretativas.
B) Aplicación de la norma más favorable.
En este caso, a diferencia del anterior, la duda del juez no recae
sobre el sentido o significado de una misma y única norma, sino sobre
la aplicación al caso de dos o más que parecen referirse a la misma
cuestión de hecho, pero con un contenido diferente.
Para que esta regla sea aplicable es necesario que: a) ambas normas
estén vigentes, puesto que una norma posterior deroga a la anterior;
b) que efectivamente ambas se refieran a la misma situación, puesto
que de lo contrario la más específica deja sin efecto a la más general.
En tal sentido el artículo 9º de la LCT, primer párrafo, dice: “En
caso de duda sobre la aplicación de normas legales o convencionales
prevalecerá la más favorable al trabajador, considerándose la norma
o conjunto de normas que rija cada una de las instituciones del derecho
del trabajo”.
Para efectuar la comparación entre distintos regímenes, cabe tomar
como unidad de cotejo a “cada institución”, es decir, cada capítulo
temático (remuneración, jornada, terminación del contrato, etc.). No
es válido en cambio tomar de cada régimen el aspecto que más con-
venga para conformar una regla inexistente.
C) Aplicación de la condición más beneficiosa.
La intervención del Estado mediante la ley debe considerarse como
la imposición de ciertos beneficios mínimos que no pueden ser dejados
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de los derechos del trabajador, contempla que “Las cláusulas del con-
trato de trabajo que modifiquen en perjuicio del trabajador normas
imperativas consagradas por leyes o convenciones colectivas de trabajo
serán nulas y se considerarán sustituidas de pleno derecho por éstas”.
Asimismo se advierten ciertas excepciones, tales los casos de:
– Renuncia al empleo (arts. 58 y 240, LCT): lo cual es conse-
cuencia del carácter libre del trabajo (y la correlativa eliminación
del trabajo forzoso), en virtud del cual el trabajador no puede
ser obligado a permanecer en un empleo contra su voluntad.
– Conciliación (art. 15, LCT): el trabajador puede transar sus
pretensiones que tenga contra el empleador, pero siempre que
los derechos que reclama sean dudosos. En tal caso, siempre
que el acuerdo al que arriben sea homologado por una autoridad
administrativa o judicial del trabajo, habrá cosa juzgada sobre
la controversia o diferencia que tenían. En cambio, si se trata
de derechos indiscutibles o ciertos el trabajador no puede tran-
sarlos.
– Desistimiento del derecho y del proceso (art. 277, LCT): ésta
no es en realidad una renuncia al derecho sino a la posibilidad
de reclamarlo en juicio. Ocurre cuando el pleito ya está iniciado
y requiere que el trabajador manifieste personalmente y ante un
funcionario judicial su voluntad de no continuarlo ni volver a
iniciarlo. Como muchas veces encubre un “arreglo” extrajudicial,
la ley requiere también la homologación o autorización del juez.
– Prescripción (art. 256, LCT): casi todos los derechos se pierden
si su titular no demuestra durante un tiempo prolongado la in-
tención de reclamarlos de su deudor. En materia de derechos
laborales, el plazo de esa inacción es de dos años. Pero se sus-
pende (por un año) si durante el mismo el trabajador ha intimado
el cumplimiento al empleador enviándole un telegrama, o se
interrumpe por el reclamo de la deuda ante la Secretaría o Mi-
nisterio de Trabajo (por el término de 6 meses). La suspensión
no borra el tiempo anteriormente transcurrido, la interrupción
sí. De modo que si antes de enviar la intimación ya ha pasado
un año, luego de cumplido el plazo de suspensión (otro año),
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CAPÍTULO III
EL CONTRATO DE TRABAJO
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El contrato de trabajo
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2.1. Capacidad
El Código Civil define a la capacidad como la aptitud legal de
adquirir derechos y contraer obligaciones.
El artículo 32 de la LCT establece quiénes pueden celebrar un
contrato de trabajo; fijando que “Las personas desde los dieciocho
(18) años, pueden celebrar contrato de trabajo. Las personas desde los
dieciséis (16) años y menores de dieciocho (18) años, pueden celebrar
contrato de trabajo, con autorización de sus padres, responsables o
tutores. Se presume tal autorización cuando el adolescente viva inde-
pendientemente de ellos” (artículo sustituido por art. 3º de la ley 26.390,
B. O. del 25-6-2008).
No obstante ello, existe una excepción, en virtud de la cual pueden
trabajar los mayores de 14 años y menores de 16 en jornadas de 3
horas diarias o 15 semanales, en caso de que se desempeñen en una
empresa familiar, previa autorización administrativa (art. 189 bis de
la LCT, introducido por la ley 26.390).
Como vimos arriba, en caso de darse una relación de trabajo efec-
tivo por parte de un menor que no cuente con dicha capacidad, ello
significará: que el empleador puede ser sancionado, que la relación
no puede continuar, que el menor puede reclamar las remuneraciones
e indemnizaciones que hasta allí se hubieren devengado.
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El contrato de trabajo
reparación en nuestra casa, sin que ello nos posicione como “em-
pleadores” de tales personas.
El contrato de trabajo supone que los servicios se presten bajo la
dependencia de quien los recibe.
La ley no define a “la dependencia laboral” de modo direc-
to, pero la doctrina de autores y fallos entiende que la misma supone
la sujeción del trabajador a decisiones de otro (el empleador y sus
representantes en el establecimiento) que, como contrapartida, hace
responsable a ese otro de los riesgos por el éxito o fracaso de la
empresa.
Quedan perfilados así los dos costados principales del trabajo de-
pendiente: el jurídico-personal y el económico-técnico.
1. La dependencia jurídico-personal significa que la ley reconoce
en la relación de trabajo una relación de poder. Es decir, un
vínculo en el cual el empleador aparece investido de la capacidad
de dar órdenes y el trabajador está impuesto –dentro de ciertos
límites– con el deber de obediencia. A esto la LCT lo denomina
“facultad de dirección” (art. 65) y “deber de cumplir las órdenes
e instrucciones” (art. 86). Es decir que en virtud del contrato
de trabajo el dependiente enajena parte de su libertad, en tanto
le cede al empleador la atribución de imponerle ciertos com-
portamientos siempre que los mismos se relacionen con el cum-
plimiento del objeto productivo (art. 68). Por eso se afirma que
el trabajador es un subordinado y porque, además, el empleador
dispone de la atribución de aplicarle sanciones a fin de disci-
plinarlo en caso de desobediencia (art. 67, LCT).
2. La dependencia económica tiene su origen en la circunstancia
de que, junto con su libertad, el trabajador enajena también el
resultado de su trabajo. Mediante el contrato, reconoce en el
empleador al titular de lo que han de ser los frutos de sus
propios esfuerzos y talentos. El trabajador no produce para sí,
produce para otro, que se apropia de ese resultado a cambio
de una remuneración. Como consecuencia de ello, es el em-
pleador el que asume los riesgos de la empresa, sin que el
éxito o fracaso de la misma pueda trasladarlo a sus trabajadores.
El empleador carece del derecho a disminuir, retrasar o suprimir
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solo, a todos los empleadores para los que prestó servicios, o bien
elegir a cuál de ellos le reclama la totalidad de la deuda.
Esto es lo que en Derecho se denomina responsabilidad solidaria.
Es decir la posibilidad que tiene un acreedor de optar por unificar la
deuda y reclamársela totalmente a cualquiera de los deudores, o a
todos a la vez, en lugar de dividir la deuda en partes y demandarla a
cada uno separadamente.
4.2. La intermediación
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4.4. La subcontratación
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las facetas de la actividad. Hoy puede uno encontrarse con que ciertas
tareas propiamente médicas, como el laboratorio, la unidad de terapia
intensiva, o de neonatología, o coronaria, o el “diagnóstico por imá-
genes”, son explotadas por sociedades o personas distintas del sanatorio
en sí, con el que se vinculan mediante contratos.
En este punto, lo que nos interesa es analizar si la empresa principal
debe o no, y en qué casos, hacerse responsable de las deudas que
cada uno de los subcontratistas con que se relaciona tenga con sus
propios empleados.
El artículo 30 de la LCT dice: “Quienes cedan total o parcialmente
a otros el establecimiento o explotación habilitado a su nombre, o
contraten o subcontraten, cualquiera sea el acto que le dé origen, tra-
bajos o servicios correspondientes a la actividad normal y específica
propia del establecimiento, dentro o fuera de su ámbito, deberán exigir
a sus contratistas o subcontratistas el adecuado cumplimiento de las
normas relativas al trabajo y los organismos de seguridad social.
”Los cedentes, contratistas o subcontratistas deberán exigir además
a sus cesionarios o subcontratistas el número del Código Único de
Identificación Laboral de cada uno de los trabajadores que presten
servicios y la constancia de pago de las remuneraciones, copia firmada
de los comprobantes de pago mensuales al sistema de la seguridad
social, una cuenta corriente bancaria de la cual sea titular y una co-
bertura por riesgos del trabajo. Esta responsabilidad del principal de
ejercer el control sobre el cumplimiento de las obligaciones que tienen
los cesionarios o subcontratistas respecto de cada uno de los trabaja-
dores que presten servicios, no podrá delegarse en terceros y deberá
ser exhibido cada uno de los comprobantes y constancias a pedido
del trabajador y/o de la autoridad administrativa. El incumplimiento
de alguno de los requisitos hará responsable solidariamente al principal
por las obligaciones de los cesionarios, contratistas o subcontratistas
respecto del personal que ocuparen en la prestación de dichos trabajos
o servicios y que fueren emergentes de la relación laboral incluyendo
su extinción y de las obligaciones de la seguridad social. Las dispo-
siciones insertas en este artículo resultan aplicables al régimen de so-
lidaridad específico previsto en el artículo 32 de la Ley 22.250” (párrafo
incorporado por art. 17 de la ley 25.013, B. O. del 17-11-2000).
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6. Modalidades de contratación.
Duración del contrato de trabajo
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6.10. Pasantías
Respecto de las pasantías debemos referirnos a la ley 26.427, san-
cionada en diciembre de 2008 y que sustituye los regímenes anteriores.
Expresamente el texto legal ratifica el concepto por el cual las
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CAPÍTULO IV
LA JORNADA DE TRABAJO Y LOS DESCANSOS
1. Antecedentes
La jornada laboral junto al salario son seguramente los temas que
más debate han generado a lo largo de la historia del Derecho del
Trabajo.
Con el nuevo régimen de producción creado por la Revolución
Industrial surgió una nueva clase social, el proletariado, y con él, una
nueva forma de explotación, proclamando que el libre juego de las
fuerzas económicas realizaba automáticamente la justicia. La máquina
prolongó la jornada de trabajo más allá de los límites naturales; la
salud y la vida del obrero no fueron tomadas en cuenta, ya que lo
urgente era abastecer a los mercados.
Con el surgimiento de la Revolución Industrial, el trabajo se ca-
racterizó entonces por jornadas extenuantes, prestado en lugares ca-
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cuencia del cansancio luego de cierto umbral de tiempo, por lo cual ocu-
parle más allá del mismo resulta ineficiente para el empleador; d)
políticos: siendo una de las preocupaciones del Estado el que haya
más puestos de trabajo disponibles en la economía (para combatir el
desempleo), es obvio que la reducción de jornada permite distribuir
el trabajo existente entre más personas.
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5. Clasificación
Independientemente de la descripción que se formula en este ca-
pítulo, establecemos una breve clasificación de la jornada según las
distintas características que la misma puede adoptar:
CLASIFICACIÓN
Legal
Contractual
Nominal
Extensión
Total
Ordinaria
Parcial
Extraordinaria
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CLASIFICACIÓN
Contractual
Lugar Preparatorias
In itinere
Normal
Por sus consecuencias
sobre la salud
Insalubre
Continua
Forma
Discontinua
Agrario
Estatutos Doméstico
Diurna
Horario Otros
Nocturna
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7. Horas extraordinarias
7.1. Concepto
Es el tiempo trabajado en exceso de la jornada legal máxima, siem-
pre que el caso no estuviere comprendido en las excepciones mencio-
nadas en el título anterior.
El artículo 201 de la LCT establece que “El empleador deberá
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7.2. Requisitos
Según el artículo 203 de la LCT, el trabajador no está obligado a
la realización de jornadas suplementarias.
Los supuestos en que la ley prevé que, por excepción, el trabajador
está obligado a prestarlas son “en casos de peligro o accidente ocurrido
o inminente de fuerza mayor, o por exigencias excepcionales de la
economía nacional o de la empresa, juzgando su comportamiento en
base al criterio de colaboración en el logro de los fines de la misma”.
El doctor Fernández Madrid sostiene que las excepciones, al ser tan
amplias, prácticamente borran el principio general afirmado.
De cualquier manera sabemos que el trabajador, con el propósito
de mejorar su remuneración, generalmente no opone resistencia al ofre-
cimiento de trabajar en exceso. Y que, además, aunque no lo desee,
teme que su negativa le pueda ocasionar la pérdida del empleo.
Mediante el decreto 484/2000 se ha establecido como número má-
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La jornada de trabajo y los descansos
7.3. Remuneración
La dificultad puede surgir en el momento de fijar el valor hora.
La jurisprudencia resolvió que el coeficiente depende exclusivamente
del tiempo de trabajo convenido por las partes, y que cuando el sueldo
se liquida por mes, si bien por razones de conveniencia práctica se
suele dividir el total por 200 (25 días de 8 horas), el valor debe obtenerse
dividiendo aquel importe por el total de horas que constituyen la jornada
normal efectiva trabajada en el mes.
Las comisiones u otras remuneraciones variables, y también el pre-
sentismo, deben ser computadas para el cálculo de las horas extraor-
dinarias.
Si la hora extra ha sido trabajada en días comunes, genera un
recargo del 50%; pero si se la trabajó durante el período de descanso
semanal (13 horas del sábado hasta las 24 horas del domingo) el recargo
es del 100%.
Es importante no caer en el error, muy común, de creer que lo que
se duplica es el valor horario del trabajo en sábado o domingo. Esto
ocurre solamente respecto de cada hora que, antes, debe calificarse
como extra porque se excedió el límite diario o el semanal. Pero si,
por ejemplo, un trabajador presta normalmente servicios a razón de 6
horas diarias entre jueves y domingos (24 en la semana) y descansa
entre lunes y miércoles, al no superar ningún límite no tiene derecho
a recargo alguno.
Ahora, si trabaja 10 horas diarias de jueves a domingo, aunque
no supere el límite semanal, tendrá derecho a una hora extra por día
en la medida en que supera el límite diario alternativo (9 horas). En
tal caso la décima hora del sábado y el domingo se paga con recargo
del 100% y las del jueves y viernes con recargo del 50%. Y si trabaja
9 horas diarias de martes a domingo (9 × 6 = 54 horas) tendrá derecho
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7.4. Prueba
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9. Trabajo insalubre
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11.1. Antecedentes
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11.3. Clasificación
Desde el punto de vista de su regulación, tanto en las normativas
vigentes como en los convenios colectivos, los descansos se clasifican
de la siguiente forma:
CLASIFICACIÓN
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Excepciones
Artículo 203: Exigencias excepcionales: “El
trabajador no estará obligado a prestar ser-
vicios en horas suplementarias, salvo casos
de peligro o accidente ocurrido o inminente
de fuerza mayor; o por exigencias excep-
cionales de la economía nacional o de la
empresa, juzgado su comportamiento en ba-
se al criterio de colaboración en el logro de
los fines de la misma”.
Legales
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CAPÍTULO V
LA REMUNERACIÓN
1. Concepto
En primer término debemos partir de la definición del instituto.
En tal sentido la Ley de Contrato de Trabajo en su artículo 103 señala
que “...la remuneración constituye la contraprestación que debe percibir
el trabajador como consecuencia del contrato de trabajo”, agregando
luego que “El empleador debe la remuneración al trabajador aunque
éste no preste servicios, por la mera circunstancia de haber puesto su
fuerza de trabajo a disposición de aquél”.
Esta definición debe correlacionarse con el concepto de jornada
de trabajo ya que, como hemos visto en el capítulo anterior, la ley
también la define poniendo énfasis en el “estar a disposición del em-
pleador” como base del tiempo computable de trabajo. Y también
con el principio general de que “el trabajo no se presume gratuito”
(art. 115, LCT).
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2. Fuentes
La Constitución Nacional, a partir de la incorporación del artícu-
lo 14 bis en el año 1957, establece expresamente que las “leyes deben
asegurar al trabajador una retribución justa; salario mínimo vital y
móvil; igual remuneración por igual tarea y participación en las ga-
nancias de las empresas”; siendo reglamentadas estas disposiciones a
través de la Ley de Contrato de Trabajo (año 1974), la que en su
Título IV (arts. 103 a 149) regula precisamente los distintos aspectos
atinentes a la remuneración del trabajador.
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La remuneración
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3. Caracteres
Entre sus principales caracteres podemos señalar:
1. Patrimonial: es una ganancia que ingresa al patrimonio del tra-
bajador.
2. Igual y justa: rige el principio constitucional de igual remune-
ración por igual tarea (art. 14 bis, CN).
3. Dineraria: debe abonarse principalmente en dinero, encontrán-
dose limitado el pago en especie (20%).
4. Inalterable e intangible: no puede ser inferior al importe que
se establece como salario mínimo vital, ni al salario previsto
en la Convención Colectiva de Trabajo, y no puede ser reducida
en forma unilateral por el empleador.
5. Íntegra: el trabajador la debe percibir íntegramente. Excepcio-
nalmente se le pueden otorgar adelantos hasta el 50% y se le
pueden practicar descuentos hasta el 20%.
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La remuneración
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La remuneración
5. Remuneraciones complementarias
En los puntos anteriores hemos analizado cómo puede configurarse
la remuneración principal del trabajador. Pero junto a ella pueden
coexistir otros rubros previstos por la convención colectiva aplicable
al caso o bien en el contrato individual o resultar de la costumbre, a
los que se designa como parte de la remuneración complementaria.
Esta última es tan obligatoria como la principal, pero en caso de no
existir acuerdo alguno que la prevea, ni costumbre práctica que la
haya instituido, no puede ser reclamada. Por lo tanto, mientras la re-
muneración principal debe necesariamente existir para que haya un
contrato de trabajo, la complementaria puede o no haber sido prevista
en cada actividad o en cada caso.
En tal sentido debemos indicar que forman parte de la remuneración
principal la mayoría de las formas de retribución establecidas en la
LCT. Esto es, el jornal (diario u horario), el sueldo, la remuneración
a destajo y por comisión. Todas ellas siempre se pagan en dinero y
no pueden ser inferiores al salario mínimo vital ni al básico que para
la categoría fije la Convención Colectiva de Trabajo aplicable.
Las remuneraciones complementarias pueden clasificarse según ten-
gan su fundamento: a) en el tiempo trabajado (bonificación por anti-
güedad y aguinaldo); b) en alguna calidad personal del trabajador
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5.1. Premios
Es un incentivo o estímulo otorgado al trabajador por el que se le
retribuye un rendimiento o productividad superior al que resulta de
una dedicación normal. La idea de “alcanzar cierto objetivo” es inhe-
rente al premio, que puede ser estipulado en relación con metas indi-
viduales o colectivas y con ajuste de distintas variables temporales
(mes, trimestre, año). A veces se vincula con otros objetivos econó-
micos, como la reducción de costos derivados de la conservación de
máquinas o herramientas de trabajo, o con evitar el desperdicio de
materias primas, etcétera. En caso de existir controversia sobre si la
meta prevista se ha cumplido o no, la prueba corresponde al empleador.
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La remuneración
5.4. Propinas
Es un pago espontáneo que realiza un tercero (usuario o cliente)
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5.5. Viáticos
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6. Formas de pago
Las remuneraciones pueden efectivizarse en dinero y en especie.
El artículo 105 de la LCT establece que “El salario debe ser satisfecho
en dinero, especie, habitación, alimentos o mediante la oportunidad
de obtener beneficios o ganancias...”
La remuneración en especie consiste en el pago efectuado en cual-
quier otra forma que no sea dinero. No puede sustituir al pago en
efectivo, sino sólo suplementarlo.
El artículo 107, párrafo 2º, dispone que “El empleador no podrá
imputar los pagos en especies a más del veinte por ciento (20%) del
total de la remuneración”. Con esta disposición se busca proteger la
intangibilidad y libre disponibilidad de la remuneración, ya que de tal
modo el trabajador mantiene su independencia para gastar su paga en
lo que desee.
El pago en especie (cuya estimación debe estar inserta en los re-
cibos) es remuneratorio, por lo que se encuentra sujeto a aportes y
contribuciones y debe ser tenido en cuenta para liquidar el SAC, las
vacaciones e indemnizaciones. Su traducción en dinero se debe basar
en las previsiones del respectivo convenio colectivo o en su defecto
lo fijará el empleador, pero el trabajador tiene el derecho de impugnarlo.
Entre las principales variantes de pagos en especie tenemos:
– Alimentos: Es una típica remuneración en especie, que evita al
trabajador el gasto para proveerse de ellos. Sin embargo no tiene
carácter remunerativo cuando se trata del servicio de comedor
de la empresa. En el pasado reciente, la excepción alcanzaba
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vación del uso del capital. Ese interés es igual al que cobra el Banco
Nación cuando uno solicitó un préstamo (tasa activa).
Además, la falta de pago en tiempo confiere al trabajador el derecho
a retener su prestación (la llamada “retención del servicio” o “sus-
pensión indirecta”) hasta tanto se le pague el salario vencido. El ejer-
cicio legítimo de este derecho impone que se debe notificar al em-
pleador, junto con el motivo, que se hará uso del mismo. Cumplido
dicho requisito el trabajador no pierde su salario por los días en que
retenga su prestación, ya que esa conducta está justificada por el in-
cumplimiento culposo previo del empleador.
Por fin, el trabajador al que no se le abona la remuneración puede
considerarse indirectamente despedido ya que está fuera de duda de
que en este caso el incumplimiento del empleador tiene suficiente
gravedad. Sin embargo, antes de colocarse en situación de despido
indirecto resulta imprescindible que intime fehacientemente al emplea-
dor por un plazo no inferior a 2 días hábiles, a los fines de que se
formalice el pago. En cuanto al pago insuficiente, es decir, que se
cumple con el pago en tiempo pero dejando pendiente una diferencia
salarial, es condición para ejercer la “retención de tareas” –y más
todavía para considerarse despedido– que se trate de una disminución
importante para que el incumplimiento se considere grave.
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7.4. Adelantos
Se trata de una limitación a que las partes acuerden anticipos de
salario, que el empleador no está obligado a dar ni el trabajador a
aceptarlo. Dicha limitación tiende a proteger la periodicidad del salario,
evitando que el trabajador consuma anticipadamente sus ingresos fu-
turos. El artículo 130 de la LCT establece que los adelantos no pueden
exceder el 50% de la remuneración del período que se está trabajando,
pudiendo sobrepasarse dicho tope sólo en caso de especiales razones
de gravedad y urgencia del trabajador.
Respecto de la instrumentación de los adelantos, rigen los mismos
requisitos formales que para el pago de la remuneración (arts. 138,
139 y 140, LCT). Es decir se debe otorgar recibo en doble ejemplar,
con el contenido ya analizado en los párrafos que anteceden.
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CAPÍTULO VI
PODERES Y DEBERES
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CAPÍTULO VII
EXTINCIÓN DEL CONTRATO DE TRABAJO
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3. El preaviso
La Ley de Contrato de Trabajo legisla sobre la extinción de la
relación laboral en el Título XII, Capítulo I y comienza a hacerlo a
través de la figura del preaviso.
En tal sentido el preaviso es la notificación anticipada que realiza
una de las partes del contrato de trabajo, a la otra, manifestando su
voluntad unilateral e incausada de extinguir el vínculo.
El preaviso es una obligación que la Ley de Contrato de Trabajo
impone a ambas partes del contrato; y que surge del deber de buena
fe que debe ser cumplido en toda relación convencional (art. 63, LCT).
En tal sentido estamos en presencia de un deber mutuo: tanto empleador
como trabajador están comprometidos a avisar su voluntad o intención
de terminar con la relación, puesto que han confiado en que la misma
continuará indefinidamente y esa confianza no puede ser defraudada.
El preaviso tiene por objeto prevenir la ruptura intempestiva (sor-
presiva) del contrato de trabajo, con las severas secuelas lógicas para
las partes:
– Que el trabajador no se vea privado bruscamente de su trabajo
con las trágicas consecuencias alimentarias y/o psicológicas.
– Que el empleador pueda cubrir la ausencia de su trabajador y
busque un reemplazo, no interfiriendo con ello la organización
del trabajo en la empresa.
El artículo 231 de la LCT va a establecer los plazos que las partes
deben observar: “El contrato de trabajo no podrá ser disuelto por vo-
luntad de una de las partes, sin previo aviso, o en su defecto indem-
nización, además de la que corresponda al trabajador por su antigüe-
dad en el empleo, cuando el contrato se disuelva por voluntad del
empleador.
”El preaviso, cuando las partes no lo fijen en un término mayor,
deberá darse con la anticipación siguiente:
”a) Por el trabajador, de quince (15) días;
”b) Por el empleador, de quince (15) días cuando el trabajador se
encontrare en período de prueba; de un (1) mes cuando el tra-
bajador tuviese una antigüedad en el empleo que no exceda de
cinco (5) años y de dos (2) meses cuando fuere superior”.
202
Extinción del contrato de trabajo
Asimismo del artículo 232 de la LCT surge que la parte que omite
el preaviso (o lo otorgue de modo insuficiente, es decir, por plazos
inferiores a los legales) deberá abonar a la otra una indemnización
sustitutiva equivalente a la remuneración que correspondería al traba-
jador durante los plazos señalados en el artículo 231.
En la práctica se observa que rara vez el empleador avisa a su
dependiente que lo va a despedir, a partir de lo cual debe abonarle
esta indemnización sustitutiva; también esta reparación es de aplicación
en las situaciones de despido indirecto dispuesto por el trabajador ante
un incumplimiento del patrón.
El artículo 233 de la LCT prevé desde cuándo comienza a correr
el plazo del preaviso correctamente otorgado; refiriendo textualmente
que “Los plazos del artículo 231 correrán a partir del día siguiente al
de la notificación del preaviso...”
También el artículo 233 de la LCT consagra otra institución in-
demnizatoria como es la integración de los salarios del mes del despido;
refiriendo textual que “...Cuando la extinción del contrato de trabajo
dispuesta por el empleador se produzca sin preaviso y en fecha que
no coincida con el último día del mes, la indemnización sustitutiva
debida al trabajador se integrará con una suma igual a los salarios por
los días faltantes hasta el último día del mes en el que se produjera
el despido.
”La integración del mes de despido no procederá cuando la extin-
ción se produzca durante el período de prueba establecido en el ar-
tículo 92 bis”.
Es decir que, si el preaviso se otorga efectivamente, su plazo co-
mienza a correr de inmediato (al día siguiente). Pero si se omite, des-
pidiendo sin causa y sin preaviso, la indemnización por esa omisión
debe calcularse incluyendo los salarios que se habrían adquirido por
haber trabajado hasta el último día del mes en que se comunicó el
despido.
El preaviso tiene características precisas:
– Es unilateral: emana de una sola de las partes del contrato.
– Es recepticio: rige a partir del día siguiente de la recepción en
el domicilio del trabajador.
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204
Extinción del contrato de trabajo
4. La renuncia
La Ley de Contrato de Trabajo empieza legislando las formas de
extinción de la relación laboral con la renuncia. Desde la abolición del
trabajo forzoso con la Revolución Francesa del siglo XVIII (en nuestro
país, con la Asamblea de 1813) el trabajo es voluntario, lo cual significa
que nadie puede ser obligado a entrar ni permanecer en un empleo
que no desea. Ésta es una manifestación de la libertad de la persona
humana.
La extinción del contrato por renuncia del trabajador se encuentra
tipificada en el artículo 240 de la LCT, el que dice textualmente:
“La extinción del contrato de trabajo por renuncia del trabajador,
medie o no preaviso, como requisito para su validez, deberá formali-
zarse mediante despacho telegráfico colacionado cursado personalmen-
te por el trabajador a su empleador o ante la autoridad administrativa
del trabajo.
”Los despachos telegráficos serán expedidos por las oficinas de
correo en forma gratuita, requiriéndose la presencia personal del re-
mitente y la justificación de su identidad.
”Cuando la renuncia se formalizara ante la autoridad administrativa
ésta dará inmediata comunicación de la misma al empleador, siendo
ello suficiente a los fines del artículo 235 de esta ley”.
La renuncia al empleo que materializa el trabajador libera de res-
ponsabilidad indemnizatoria al empleador (con la única excepción de
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6. El despido
6.1. Clases
El despido es el acto por el cual el empleador comunica su intención
de poner fin al contrato de trabajo. Este concepto incluye dos variantes.
Cuando el empleador lo dispone sin fundarlo en ningún incumplimiento
del trabajador, esta situación recibe indistintamente los nombres de
“despido sin causa” o “arbitrario” o “inmotivado” o “injustificado”.
En cambio, cuando este acto extintivo lo realiza en virtud de un
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8. La indemnización
Extinguido el contrato de trabajo y no existiendo una justa causa
de terminación dispuesta por el empleador (despido directo), o en el
supuesto de que el fenecimiento se produzca por los incumplimien-
tos del principal, previa intimación del trabajador (despido indirecto;
art. 246, LCT), el empleador deberá abonar a su trabajador una in-
demnización por la ruptura. Otro tanto ocurrirá si, en el primer caso,
el empleador no consigue luego probar en juicio la causa que invocó,
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las sumas que hubiere percibido el trabajador que aquellas a que las
que tuviere derecho (por ejemplo, los trabajadores que realizan tareas
convencionales de “oficial”, pero les pagaban como “operarios”).
En cuanto a la base indemnizatoria (que luego se multiplica por
la antigüedad) la ley menciona a “la mejor remuneración mensual,
normal y habitual”. Veamos cada uno de estos elementos:
– Remuneración: están excluidos los conceptos que no tienen na-
turaleza remuneratoria (asignaciones familiares, beneficios so-
ciales, indemnizaciones, viáticos con rendición de cuentas, etc.).
– Mensual: no se debe incluir en la base aquellos conceptos que,
aun siendo remuneratorios, no se devengan con periodicidad
mensual (por ejemplo: gratificación anual o premio trimestral
por objetivo). Están incluidas tanto las remuneraciones fijas (bá-
sico y adicionales de convenio) como las variables (comisiones,
premios mensuales por productividad, etc.). En cuanto al “agui-
naldo”, hay criterios distintos en la CABA, donde la justicia
entendió que no corresponde considerarlo ya que se paga se-
mestralmente, y en el resto del país, incluso la Provincia de
Buenos Aires, donde mayoritariamente se entiende que sí co-
rresponde incluirlo en su expresión mensual (o sea, el 8,33%)
ya que se “va devengando” mes a mes, como lo demuestra el
hecho de que debe pagarse proporcionalmente al trabajador cuyo
contrato se extingue antes del 30 de junio o del 31 de diciembre
de cada año.
– Habitual: son considerados habituales los rubros que se deven-
gan a favor del trabajador en forma reiterada y persistente; ex-
cluidos los rubros que se devengan por única vez o de un modo
ocasional. Lo habitual es “lo que acostumbra suceder, aunque
no necesariamente ocurra”. En el caso de las horas extras, su
habitualidad depende de la frecuencia con que se hayan trabajado
durante los últimos 12 meses. Aunque varía de acuerdo al criterio
de cada juez, podemos afirmar como pauta orientativa que ha-
berlas trabajado 1 o 2 meses no califican al hecho como habitual
y que 6 o más, en cambio, no debieran dejar dudas de que sí
lo era. Lo mismo ocurre con otras remuneraciones variables.
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CAPÍTULO VIII
DERECHOS RELATIVOS A LA
SALUD DEL TRABAJADOR
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3. Beneficiarios
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6. Gratuidad y “coseguro”
La filosofía general del sistema es la subsidiariedad. Corre por
cuenta de la obra social la atención de las prestaciones que por su
costo se supone que no pueden ser afrontadas por el trabajador con
sus propios recursos. Los tratamientos en tal caso son cubiertos ínte-
gramente o en una porción decisiva por la obra social. Los que co-
rresponden a situaciones de menor complejidad o urgencia, siendo por
ende más baratos, pueden dar lugar al pago de un “coseguro” a cargo
del afiliado, que debe abonar parte del costo de la prestación al solicitar
la “orden” ante la obra social.
Por ejemplo, en punto a los medicamentos debe cubrirse hasta el
100% durante la internación y no menos de un 40% en tratamientos
ambulatorios, ni del 70% en tratamientos motivados por patologías
crónicas (cardiológicas, respiratorias, neurológicas, reumáticas, diabe-
tes, etc.).
7. Prestaciones complementarias
El sistema forzoso e irrenunciable de obras sociales (a cuya per-
tenencia el trabajador no puede sustraerse) puede ser complementado
mediante distintas variantes voluntarias de acceder a mejores presta-
ciones o hacerlo de manera gratuita (sin coseguro o reduciéndolo).
Por ejemplo:
1) Mediante aportes adicionales a la propia obra social;
2) mediante aportes a mutuales sindicales;
3) asociándose a un sistema privado de medicina prepaga.
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9. De la higiene y seguridad en
el trabajo (ámbito preventivo)
No obstante la temprana preocupación del régimen argentino en
materia de reparación de los daños causados por el trabajo, que se
remonta a la ley 9688 de 1915, la prevención no ha sido un capítulo
privilegiado en la preocupación del legislador ni en la cultura de los
sectores sociales de la empresa y del trabajo. Durante la primera mitad
del siglo XX apenas si encontramos algunas disposiciones aisladas
que prohibieron el trabajo con ciertas sustancias (como el fósforo blan-
co) o se declaró la insalubridad de ciertas actividades o lugares (las
cámaras subterráneas de cables, el cardado de hilos y tejidos, el pu-
limento de cristales y esmerilado de metales, el trabajo en cámaras
frías, etc.).
Dos características pueden subrayarse inicialmente: 1) la desvin-
culación del tratamiento de la prevención, respecto de la reparación;
2) la dispersión de las fuentes de regulación, dado que se consideró
“cuestión de policía”, que era competencia de la normativa local de
cada provincia.
Recién en 1972 se dicta la ley 19.587 que, con alcance nacional
y referida a todos los establecimientos, cualquiera sea la naturaleza
económica de la actividad, tengan fines lucrativos o benéficos, fija
entre sus objetivos “proteger la vida y preservar la integridad psicofísica
de los trabajadores; prevenir, reducir o eliminar los riesgos de los
distintos puestos de trabajo; estimular una actitud positiva respecto
de los accidentes o enfermedades derivados de la actividad laboral”
(art. 4º).
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cionalmente el propio daño como que, sin buscar ese resultado espe-
cífico, el mismo sea consecuencia de una conducta delictual (por ejem-
plo, que lo sufra durante un intento de sabotaje a las máquinas).
En el segundo caso, debe entenderse que la fuerza mayor sólo
califica como eximente en tanto resulte “ajena al trabajo”, es decir,
como aclaraba la ley 24.028, cuando el daño hubiese ocurrido igual-
mente al trabajador con independencia de la prestación del servicio.
Esto debe entenderse como el reverso de la arriba comentada impli-
cancia de la ocasión laboral. Ya no se trata del acontecimiento que
no ha podido preverse ni evitarse por parte del empleador, como en
Derecho Civil, sino que además ha de poder concluirse en que el
trabajo no ha operado como factor de exposición a sufrir el daño. El
fundamento de esta notable ampliación del campo de atribución es
consecuente con uno de los axiomas del Derecho del Trabajo, conforme
al cual, puesto en términos del artículo 513 del Código Civil, el em-
pleador “toma a su cargo las consecuencias del caso fortuito”. De
suerte que las posibilidades de invocar con éxito la eximente de fuerza
mayor en el sistema especial se reducen a ejemplos casi de laboratorio
y vinculados a cataclismos naturales de proporciones extraordinarias,
tales que hubieran afectado la salud del trabajador con prescindencia
de si se encontraba o no trabajando.
En el tercer caso, hay un evidente error técnico en su recepción
como eximente. En realidad, si la incapacidad preexiste a la contra-
tación ha de considerársele un “no daño” en su relación causal con
el trabajo actual. De modo que falta un presupuesto central de la in-
criminación. Por consiguiente, no corresponde asignar un sentido literal
a la exigencia de su constatación mediante el examen médico preo-
cupacional, ya que el responsable, aunque se hubiere omitido ese deber,
siempre podrá acreditar que el daño es de fecha y causa anterior. Por
ende, la adecuada interpretación de la norma conduce a considerar
que sus propósitos son: a) invertir la carga de la prueba a propósito
del origen de la dolencia; b) imputar al trabajo las consecuencias que
resulten del agravamiento de los daños detectados en el preocupacional,
siempre que, desde luego, guarden relación causal u ocasional con el
mismo.
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12. Prestaciones
La ley pone a cargo de la ART (o del empleador no asegurado)
el otorgamiento de prestaciones dinerarias y en especie.
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CAPÍTULO IX
ESTATUTOS ESPECIALES
1. Introducción
Los estatutos especiales constituyen disposiciones regulatorias (por
vía de leyes o decretos) que tienen por finalidad la ordenación de las
relaciones laborales en una determinada actividad, oficio o profesión.
Este tratamiento distinto y separado del régimen general de la Ley de
Contrato de Trabajo se justifica, precisamente, por las características
especiales de ciertos sectores del trabajo, sea por lo específico de las
regiones geográficas o el ámbito en que se desarrollan (viajantes, em-
barcados, domésticos, agrarios, porteros) o de las particularidades de
la duración de la contratación (futbolistas, construcción).
La Ley de Contrato de Trabajo contempla la regulación de las
relaciones derivadas del trabajo dependiente, teniendo en cuenta es-
pecialmente las relaciones de trabajo más típicas o comunes, es decir,
las que se desarrollan en favor de un empleador que es titular de una
empresa y en un establecimiento o lugar de trabajo definido, dando
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2. Antecedentes
Independientemente de la explicación que se formulara en el punto
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5. Trabajo de mujeres
5.1. Introducción
Desde los propios inicios del Derecho del Trabajo como disciplina
jurídica, una de sus principales y primeras aspiraciones fue la adop-
ción de medidas protectorias en relación con las precarias condicio-
nes de trabajo a las que eran sometidos, por entonces, los meno-
res y las mujeres, debido al intento del capital de maximizar las ga-
nancias.
En cuanto al marco protectorio que tutela el trabajo de mujeres,
tanto en el plano internacional como en nuestro Derecho, responde a
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En este aspecto debemos indicar, en primer lugar, que entre los tra-
tados internacionales incorporados (a partir de la reforma del año 1994)
en el artículo 75, inciso 22 de la Constitución Nacional, asume especial
trascendencia la Convención sobre la Eliminación de todas las Formas
de Discriminación contra la Mujer, aprobada por Naciones Unidas en
Asamblea del 18 de diciembre de 1979 y ratificada por nuestro país
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5.4.2. Descansos
Además de lo previsto genéricamente en la Ley de Contrato de
Trabajo en materia de jornadas y descansos (arts. 196 y ss.), el ar-
tículo 174 prevé que “Las mujeres que trabajen en horas de la mañana
y de la tarde” es decir, en jornada dividida o discontinua, “dispondrán
de un descanso de 2 (dos) horas al mediodía”. El mismo no es remu-
nerado por cuanto no se encuentra (en esas 2 horas) a disposición del
empleador.
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5.4.5. Formalidades
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5.4.7. Matrimonio
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CAPÍTULO X
LOS SINDICATOS Y LA LIBERTAD SINDICAL
1. Introducción
A partir de los cambios productivos que se originan luego de la
llamada Revolución Industrial de fines del siglo XVII, en la mayoría
de los países europeos, la industrialización y la incorporación de las
maquinarias requieren de mano de obra masiva. En ese contexto los
trabajadores campesinos abandonan el medio rural y migran a las gran-
des ciudades, instalándose en los suburbios, seducidos por las nuevas
posibilidades que “la fábrica” abría en sus vidas.
Ante la ausencia de intervención del Estado en la contratación, los
trabajadores deben aceptar las condiciones salariales que les imponen
los empleadores, quienes no respetan límites en la jornada de trabajo.
El trabajo de menores y mujeres es moneda corriente.
En Inglaterra, que es donde esta transformación se desarrolló en
forma temprana, los obreros comienzan a organizarse y se vinculan
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3. La libertad sindical
Es el conjunto de garantías jurídicas tendentes a asegurar a los
trabajadores y sus organizaciones que podrán asociarse y desarrollar
actividad en defensa de sus intereses profesionales sin interferencia
ni obstrucción de los gobiernos o de los empleadores.
Es directa su conexión con la idea de autonomía o capacidad de
autodeterminación, en tanto se reconoce a las personas, y a las aso-
ciaciones que ellas crean, la aptitud para tomar decisiones sobre los
asuntos que les conciernen.
Es común distinguir diferentes aspectos de la libertad sindical:
a) La libertad fundacional, que consiste en la posibilidad de cada
trabajador de fundar, junto con otros, las organizaciones “que
estimen convenientes” sin necesidad de requerir autorización
del Estado; la pluralidad sindical –entendida como la posibilidad
de crear nuevos sindicatos aunque existan otros para la mis-
ma actividad y territorio– es una consecuencia lógica de esta
libertad.
b) La libertad de pertenencia, esto es, la decisión individual de
cada trabajador para afiliarse al sindicato de su preferencia sin
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4. La democracia sindical
Este otro principio constitucional significa básicamente lo mismo
que en la ciencia política, es decir, el gobierno de la mayoría sobre
la base de la igualdad jurídica según la cual a cada persona corresponde
un voto, no sólo en la elección de autoridades sino en la toma de las
decisiones más importantes.
Pero junto a ese concepto básico hay otros principios y reglas que
se consideran consustanciales a una organización democrática. Entre
las que recibe nuestra LAS 23.551 podemos mencionar:
1. El derecho de cada trabajador afiliado a participar de la vida
interna de la asociación, con posibilidad de elegir y ser elegido
(art. 4º), y a que sus representantes los informen y rindan cuentas
del cumplimiento de los mandatos (art. 8º).
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afiliadas, con las limitaciones que para cada caso el estatuto establezca.
Es importante destacar que los estatutos, que son aprobados en asam-
blea por la mayoría de los afiliados, pueden limitar el derecho de
elegir y ser elegido a estos trabajadores, o requerirles ratificar su afi-
liación o el pago directo de la cuota sindical si el empleador no se
las retuviera. En el caso de los trabajadores desocupados mantienen
la afiliación hasta un plazo de seis (6) meses desde la ruptura de la
relación laboral. En el caso de ser delegado el plazo se computa desde
la terminación de su mandato.
El estatuto de la entidad debe contener, con carácter obligatorio,
los siguientes datos (art. 16):
a) Denominación, domicilio, objeto y zona de actuación (se en-
tiende por tal las localidades, provincias o todo el país donde
ejercen la representación).
b) Actividad, oficio, profesión o categoría de los trabajadores que
represente.
c) Derechos y obligaciones de los afiliados, requisitos para su ad-
misión y procedimiento para su separación, garantizando el de-
recho de defensa.
Este último punto es fundamental. Según los artículos 8º y 9º del
decreto reglamentario 467/88 la suspensión en la afiliación no puede
exceder de 90 días hábiles, debe ser confirmada por la asamblea o
congreso y el afiliado debe poder ejercer su defensa, presentando do-
cumentación y ofreciendo la prueba correspondiente.
La expulsión es facultad exclusiva del congreso o asamblea ex-
traordinaria. Las causales de expulsión son: a) haber cometido viola-
ciones estatutarias graves o incumplido decisiones de los cuerpos di-
rectivos o resoluciones de las asambleas, que justifiquen las medidas;
b) colaborar con los empleadores en actos que importen prácticas des-
leales; c) recibir subvenciones directas o indirectas de los empleadores
por el ejercicio de cargos sindicales; d) haber cometido un delito en
perjuicio de la asociación sindical; e) haber incurrido en actos que
provocaren daños graves a la institución.
En el caso de cancelación de la afiliación, las únicas causas válidas
son: a) cesar en el desempeño de la actividad, oficio, profesión, ca-
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6. La personería gremial
Las sucesivas leyes que regularon la vida sindical en nuestro país
han establecido dos etapas de reconocimiento de las asociaciones sin-
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rídicas que la ley reconoce a unas entidades por sobre otras, y esto
es lo que convierte en algo tan atractivo gozar de la personería gremial.
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9. La tutela sindical
9.1. El amparo sindical
Todos los trabajadores o sindicatos que se vean impedidos o se
les obstaculice el ejercicio de la libertad sindical pueden pedir la pro-
tección legal presentándose ante el tribunal laboral competente, y me-
diante un proceso sumarísimo (trámite sencillo y rápido) solicitar que
se ordene el cese inmediato de este comportamiento (art. 47, LAS).
Se trata de una protección genérica que permite obtener amparo ante
cualquier violación de los derechos de libertad sindical tanto indivi-
duales como colectivos, en especial los consagrados por el artículo 4º
de la LAS (fundar sindicatos, afiliarse a los mismos, reunirse, peti-
cionar, participar en elecciones, participar en medidas legítimas de
acción sindical).
En la medida en que se pruebe que el comportamiento supone una
forma de discriminación por la opinión o la práctica política o gremial
del afectado, puede también invocarse conjuntamente la ley 23.592,
a fin de obtener la reincorporación (si hubo despido) y el resarcimiento
de los daños y perjuicios causados. Así lo ha resuelto la CSJN en la
reciente causa “Álvarez c/Cencosud”, respecto de trabajadores que pre-
tendían constituir un sindicato nuevo.
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CAPÍTULO XI
CONFLICTOS COLECTIVOS DE TRABAJO
1. Introducción
El conflicto colectivo de trabajo forma parte de la llamada “es-
tructura” del Derecho Colectivo, junto al Derecho de las asociaciones
sindicales y al Derecho de la negociación colectiva. Subrayar que se
trata de una “estructura” indica que los tres elementos se hallan ínti-
mamente relacionados, que cada uno se explica y justifica por los
otros, ya que es impensable tanto un sindicato que sea privado de las
otras capacidades (plantear el conflicto en busca de una negociación)
como una negociación que no esté precedida de la existencia de un
sujeto negociador (el sindicato) que cuente con el poder de presionar
lícitamente con medidas “de fuerza”.
Es decisivo entonces comprender que si bien la idea de conflicto
laboral supone una controversia, su finalidad en última instancia es
arribar a algún tipo de acuerdo con el empleador o asociación de
empleadores que suponga una mejora en la situación relativa de los
trabajadores, sea porque se ha logrado un beneficio o porque se ha
evitado la pérdida de uno anteriormente logrado. Por ello, aunque más
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3. Elementos
En referencia a los elementos que integran el conflicto colectivo,
la doctrina menciona que deben existir unas relaciones jurídicas, que
le sirven de soporte al conflicto, además de la existencia de sujetos
colectivos, cual es el caso (al menos) de la representación de los tra-
bajadores y que se nuclean a través de la organización sindical, y,
finalmente, el tercer componente es la afirmación o búsqueda de un
interés predeterminado por uno de los sujetos de la relación (traba-
jadores), situación identificada como una característica cualitativa, ya
que al número de participantes no se los considera como una simple
aglomeración o concentración de personas, sino como grupo organizado
(de manera estable o para la circunstancia concreta) y con intereses
que afectan al grupo como tal.
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4. Fundamentos
El instituto en estudio tiene como fundamentos:
1) Constitucional: artículo 14 bis de la Constitución Nacional:
“...Queda garantizado a los gremios: concertar convenios co-
lectivos de trabajo; recurrir a la conciliación y al arbitraje; el
derecho de huelga...”
2) Convenios y tratados internacionales:
2.1) Declaración Universal de Derechos Humanos (art. 23).
2.2) Pacto de San José de Costa Rica (art. 16).
2.3) Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y
Culturales (art. 8º).
2.4) Pacto Internacional de los Derechos Civiles y Políticos
(art. 22).
2.5) Carta de la OEA (art. 45, inc. c).
2.6) Declaración Sociolaboral del Mercosur (art. 11).
2.7) Carta Internacional Americana de Garantías Sociales
(art. 27).
2.8) Convenios de la Organización Internacional del Trabajo
(OIT) (Nº 87, 98, 92, 105 y 135).
3) Disposiciones nacionales:
3.1) Ley 23.551.
3.2) Ley 14.786.
3.3) Ley 23.546.
3.4) Ley 25.877.
3.5) Ley 26.338 (art. 23, inc. 6º).
3.6) Decreto 843/2000.
3.7) Decreto 272/2006.
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De establecimiento
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Local
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Continental
Mundial
Tiempo determinado
Huelga
Tiempo indeterminado
Programada
Sorpresiva
Paro
De solidaridad
CCT
Por su
modalidad
Tipo II
Trabajo a reglamento
Piquete
Medios complementarios
Sabotaje
Label
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Conflictos colectivos de trabajo
De Derecho
CCT
Por origen
Tipo III
De intereses
6. Huelga. Concepto
En primer lugar debemos señalar que ésta es una de las manifes-
taciones (tal vez la más típica y que a su vez implica una mayor
incidencia en las relaciones laborales) del conflicto colectivo laboral,
pudiendo adoptar distintas modalidades en cuanto a su forma de eje-
cución, tal cual se expresa en los cuadros del punto anterior. De todas
formas, no se determina en el texto constitucional una definición o
alcance de la misma. La huelga se incorporó expresamente como de-
recho de los gremios en la reforma de 1957, por el artículo 14 bis3,
ya que anteriormente no se hallaba contemplada en el texto constitu-
cional, aunque según interpretación de la doctrina se la consideraba
incorporada en los derechos implícitos previstos en el artículo 33 del
mismo texto4.
En cuanto a su conceptualización, las mismas se han formulado
por la vía jurisprudencial, estableciéndose como exigencia la “cesación
3 Año 1957 en la Convención reformadora de la Constitución celebrada en la
343
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5FERNÁNDEZ MADRID, Juan Carlos, Tratado práctico del Derecho del Tra-
bajo, t. III, p. 548.
6 Arbitsrecht, Berlin, p. 421.
7 Corso di Diritto, Sindicales, Milano, 1949.
8 Curso de Derecho del Trabajo, Madrid, p. 306.
9 Derecho Procesal del Trabajo, México, t. II, p. 810.
10 Tratado práctico del Derecho del Trabajo, p. 665.
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ley 14.786, aunque no fuera parte en el conflicto un sindicato con personería gremial,
pues el objeto de la norma es la de solucionar los conflictos. Distinto es el supuesto
de la legalidad o ilegalidad de la medida de fuerza.
13 FERNÁNDEZ MADRID, Tratado práctico del Derecho del Trabajo cit., t. III,
p. 569.
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8. Ilegalidad de la huelga
La huelga debe ejercitarse conforme a derecho, sin violación de
las disposiciones legales, de las cláusulas de los convenios colectivos,
de acuerdos válidamente suscriptos por las partes u otras disposiciones
que integren el ordenamiento jurídico.
Hay que diferenciar dos conceptos: una cosa es la huelga ilegal y
otra la huelga legal ejercida de modo ilegal. Esto último ocurre cuando
en ocasión del ejercicio de la medida se incurre en abusos o en prácticas
delictivas.
Desde luego, la huelga se propone causar un perjuicio económico
al empleador, puesto que allí radica su fuerza de presión para inducirlo
a negociar y a ser flexible en sus concesiones. Una medida que no
cumpla con esta condición podrá ser un reclamo o un petitorio, pero
carece de la condición de eficacia que es inherente a la huelga, y
debemos estar prevenidos contra ciertos relatos de la prensa que cons-
350
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15
Sala V, D. T. 1969-244.
16
D. T. 1963-91.
17 Resolución STP 63/44 y decreto-ley 10.596/57, resolución de la Corte Suprema
D. T. 2002-B-1697.
352
Conflictos colectivos de trabajo
20 En igual sentido el Derecho español (Estatuto de los Trabajadores, art. 45, 1),
en el Derecho italiano y en la doctrina francesa, entre ellos Jean Claude Javillier
quien señaló: pas de travaille, pas de salaire (no hay trabajo, no hay salario), en
igual sentido la doctrina Alemana (Hueck y Nipperdey).
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24 Tratado del Derecho del Trabajo, dir. por M. Ackerman, t. VIII, p. 722.
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CAPÍTULO XII
LA NEGOCIACIÓN COLECTIVA
1. Introducción
1.1. Concepto. Negociación colectiva informal
y convenios colectivos de trabajo
Entendemos por “negociación colectiva”, en sentido amplio, el pro-
ceso por el cual los empresarios y trabajadores intercambian opiniones
y transan intereses con la finalidad de arribar a un acuerdo que regule
con carácter general las condiciones de trabajo y salario de un colectivo
laboral.
Esa negociación puede darse antes, durante o después de un con-
flicto, aunque lo corriente es que esté precedida de un despliegue de
fuerza o al menos de la amenaza creíble de poder desarrollar con
eficacia una medida de acción directa.
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Acti-
Empresa
vidad
Servicios de telecomunicaciones 15 339
Generación, transporte y distrib. de energía eléctrica 15 325
Fabricación de vehículos autom., remolq. y semirremolq. 0 327
Servicio de transporte ferroviario 0 324
Servicios de esparcimiento (juegos de azar y apuestas) 5 217
Servicios de radio y televisión 36 133
Servicios de seguros 14 131
Servicios relacionados con la salud humana 43 88
Extracción de petróleo crudo y gas natural 84 42
Servicios complementarios para el transporte 18 94
Intermediación financiera 30 65
Servicio de transporte por vía acuática 40 49
Edición e impresión. Reproducción de grabaciones 29 52
Producción y procesamiento de carne 61 20
Venta, manten. reparación de vehículos automotores 25 51
Fabricación de metales comunes 13 61
Elaboración de otros productos alimenticios 14 57
Captación, depuración y distribución de agua 1 69
Fabricación de productos textiles 11 54
Servicio de transporte automotor (pasajeros) 44 20
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4.2.4. Valoración
Frente a algunos comentarios críticos que suscitara el artículo 24,
inciso a, debemos recordar que se encuentra en un texto legal donde
los principios que lo sustentan son diametralmente opuestos a la
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La negociación colectiva
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la ley 14.250 del año 1953, varias veces reformada, ha otorgado a las
partes total libertad para la fijación del contenido del convenio colectivo
de trabajo, aunque el mismo, desde luego, debe respetar el nivel de
beneficios que las leyes establecen como mínimos necesarios.
La parte sindical habitualmente es quien toma la iniciativa y notifica
a la cámara empresarial, a un empleador en particular, los temas que
pretende negociar. Si se trata de una renovación parcial de un convenio
colectivo vigente, la parte que notifica la voluntad de constituir la
comisión negociadora debe enunciar los artículos del convenio vigente
que se desean mantener en su redacción original, aquellos que se pro-
pone cambiar y los nuevos contenidos que deben negociarse. El pro-
cedimiento para la negociación está reglado por la ley 23.546 y el
decreto 200/88.
La parte empleadora deberá contestar este requerimiento y al ha-
cerlo puede, a su vez, plantear otros contenidos que desea incorporar,
así como precisar las cláusulas del convenio que se renueva que quiere
preservar y aquellas que propone cambiar o dejar sin efecto.
Si bien esta libertad en la determinación del contenido del convenio
ha sido ratificada en todas las leyes sobre negociación colectiva, hubo
otros ordenamientos jurídicos que sí se refirieron a ciertos contenidos
que las partes debían necesariamente incorporar en la discusión.
Así, por ejemplo, la ley 24.013, conocida como “Ley Nacional de
Empleo”, en su artículo 24 enumera una serie de materias que deben
ser negociadas obligatoriamente: incorporación tecnológica y sus efec-
tos sobre las relaciones laborales y el empleo; establecimiento de sis-
temas de formación profesional que faciliten la polivalencia de los
trabajadores; los regímenes de categorías y la movilidad funcional; la
incorporación del concepto de productividad vinculada con la regula-
ción de los salarios. Todas ellas revestían el carácter de materias obli-
gatorias con relación a su tratamiento o consideración en la negocia-
ción, pero la falta de acuerdo final sobre esas cuestiones no obstacu-
lizaba la homologación del acuerdo. También el artículo 2º de la
ley 23.546 prevé, como capítulos que debe incluir la invitación a ne-
gociar que una parte dirige a la otra, “la capacitación, organización
del trabajo y nuevas tecnologías, régimen de información y consulta
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CAPÍTULO XIII
COMPETENCIAS ADMINISTRATIVAS
Y POLICÍA DEL TRABAJO
1. Introducción
Desde el surgimiento del Derecho del Trabajo, una de sus primeras
inquietudes consistió en acompañar la tarea propiamente legislativa
en la adopción de normas de protección, con instrumentos confiados
al Poder Ejecutivo que permitieran procurar, en la práctica, el cum-
plimiento de aquéllas. Así germina entonces lo que se da en llamar
“policía del trabajo”, como conjunto de atribuciones, acciones y or-
ganismos responsables de garantizar el cumplimiento del nuevo orde-
namiento social. Esta importante tarea fue encomendada a las “auto-
ridades administrativas del trabajo”, nombre genérico que engloba tanto
a las reparticiones nacionales como a las que existen en cada provincia.
En relación con dichas atribuciones, las mismas se integran tanto
con la facultad de realizar inspecciones, instruir sumarios y aplicar
sanciones. Pero también tienen funciones de registración, de otorgar
autorizaciones y de mediar en la prevención y resolución de conflictos
(individuales y colectivos).
Estas dependencias (ministerios, secretarías, subsecretarías o de-
partamentos, según el rango que le otorgue cada provincia) fueron
dotadas de los instrumentos jurídicos tendentes a garantizar la impo-
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2. Fuentes
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3. Conflicto de competencias
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7. El sumario administrativo
El acta circunstanciada que debe labrar el inspector sirve de base
a un sumario administrativo, esto es, a un trámite en que debe dejarse
a salvo el derecho de defensa del empleador a quien se imputa la
infracción. Poder defenderse significa tener la posibilidad de ser oído
(descargo), ofrecer prueba y obtener una resolución debidamente fun-
dada en Derecho.
De cualquier manera, como el inspector del trabajo es un funcio-
nario público, las circunstancias que asienta en el acta como actuadas
o percibidas por él mismo merecen plena credibilidad, y sólo pueden
ser atacadas demostrando que faltó deliberadamente a la verdad. En
cambio, cuando se limita a transcribir lo que le dicen (y cuya verdad
no le consta), esa circunstancia puede ser desmentida mediante simple
prueba de que la verdad es distinta.
La tramitación total del sumario, incluido el inicio del trámite de
ejecución de la multa, no podrá extenderse por más de 150 días hábiles
a contar desde la fecha del acta de infracción.
Si la multa recayese sobre una persona jurídica (sociedad o aso-
ciación), se considerará solidariamente responsables por su pago a
sus directores, gerentes, síndicos, administradores o representantes que
hubieran intervenido en el hecho sancionado.
406
ÍNDICE SUMARIO
Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 11
CAPÍTULO I
BREVE RESEÑA HISTÓRICA DE
LA EVOLUCIÓN DEL TRABAJO
CAPÍTULO II
FUENTES DEL DERECHO DEL TRABAJO
........................................................... 39
1. La ley . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 43
2. Convenios y recomendaciones de la OIT . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 45
407
3. Estatutos especiales. Leyes especiales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 45
4. Convenios colectivos de trabajo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 46
5. Laudos arbitrales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 47
6. Voluntad de las partes. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 47
7. Usos y costumbres . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 48
8. Jurisprudencia y doctrina . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 49
9. Principios del Derecho del Trabajo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 50
9.1. Función de los principios en el Derecho . . . . . . . . . . . . . . . . 50
9.1.1. Principio protectorio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 52
9.1.2. Principio de irrenunciabilidad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 54
9.1.3. Principio de continuidad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 57
9.1.4. Principio de supremacía de la realidad . . . . . . . . . . . . 58
9.1.5. Principio de buena fe . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 60
9.1.6. Principio de no discriminación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 61
9.1.7. Principio de gratuidad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 62
CAPÍTULO III
EL CONTRATO DE TRABAJO
408
3.4. Modelo de telegrama laboral
que debe ser enviado a la AFIP . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 80
3.5. Cumplimiento o incumplimiento del empleador . . . . . . . . . 80
3.6. Indemnización especial en caso de despido
del trabajador que intimó su registración . . . . . . . . . . . . . . . 81
3.7. Ley 25.323. Otros recargos indemnizatorios . . . . . . . . . . . . 81
4. Trabajadores “tercerizados”. Empresas intermediarias
y subcontratación laboral. Solidaridad. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 82
4.1. El empleador “múltiple”. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 83
4.2. La intermediación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 84
4.3. Los trabajadores de empresas de servicios eventuales. . . . . 85
4.4. La subcontratación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 87
4.5. Responsabilidad solidaria de distintas empresas
que forman un “grupo económico” . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 93
5. Transferencia del establecimiento . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 93
6. Modalidades de contratación.
Duración del contrato de trabajo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 95
6.1. Contrato por tiempo indeterminado. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 95
6.2. Permanencia del contrato y
discontinuidad de las prestaciones. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 97
6.3. El período de prueba . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 98
6.4. Contrato de trabajo a tiempo parcial. . . . . . . . . . . . . . . . . . . 100
6.5. Contrato de trabajo a plazo fijo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 102
6.6. Contrato de trabajo de temporada . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 103
6.7. Contrato de trabajo eventual y
empresas de servicios eventuales. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 106
6.8. Contrato de trabajo de grupo o por equipo . . . . . . . . . . . . . 109
6.9. Contrato de trabajo de aprendizaje . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 110
6.10. Pasantías . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 111
CAPÍTULO IV
1. Antecedentes . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 115
2. Las luchas obreras. El 1º de Mayo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 116
409
3. La jornada de trabajo: concepto y fundamentos. . . . . . . . . . . . . . . 118
4. La regulación constitucional e internacional. . . . . . . . . . . . . . . . . . 120
5. Clasificación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 121
5.1. La jornada y su regulación legal . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 122
5.2. Descanso mínimo entre dos jornadas . . . . . . . . . . . . . . . . . . 124
5.3. Jornada reducida y jornada
promedio (art. 198, LCT). . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 124
6. Límites máximos. Excepciones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 126
7. Horas extraordinarias . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 127
7.1. Concepto . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 127
7.2. Requisitos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 128
7.3. Remuneración . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 129
7.4. Prueba . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 130
8. Trabajo nocturno. Jornada
“mixta” diurna-nocturna . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 132
9. Trabajo insalubre . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 133
10. Trabajo por equipos en turnos rotativos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 135
11. Los descansos obligatorios . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 136
11.1. Antecedentes . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 137
11.2. Compensación en dinero . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 138
11.3. Clasificación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 139
11.3.1. Pausas durante la jornada . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 139
11.3.2. Descanso diario . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 139
11.3.3. Descanso semanal.
Descanso compensatorio. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 140
11.4. Régimen legal del descanso compensatorio . . . . . . . . . . . . . 140
11.5. Excepciones al descanso semanal . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 141
12. Descanso anual . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 143
12.1. Régimen legal . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 143
12.2. Época de otorgamiento . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 145
12.3. Remuneración de la licencia anual . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 146
12.4. Licencias especiales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 147
12.5. Feriados y días no laborables . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 148
410
CAPÍTULO V
LA REMUNERACIÓN
1. Concepto . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 151
2. Fuentes . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 152
3. Caracteres. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 154
4. Formas de calcular la remuneración principal . . . . . . . . . . . . . . . . 155
4.1. Por tiempo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 155
4.2. Por resultado o rendimiento . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 156
4.3. Remuneración mixta . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 157
5. Remuneraciones complementarias . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 157
5.1. Premios . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 158
5.2. Gratificaciones (art. 104, LCT) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 158
5.3. Participación en las ganancias . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 159
5.4. Propinas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 159
5.5. Viáticos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 160
6. Formas de pago. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 161
7. Tutela y pago de la remuneración . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 162
7.1. Plazo de pago. Mora: consecuencias . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 163
7.2. Lugar del pago . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 164
7.3. Prueba del pago. Recibos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 165
7.4. Adelantos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 166
7.5. Retenciones, deducciones y compensaciones.
Prohibición y excepciones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 167
8. Protección de la remuneración frente
a los acreedores del empleador . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 168
9. Protección de la remuneración frente
a los acreedores del trabajador. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 170
10. Protección de la remuneración
frente al propio trabajador . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 170
11. Salario mínimo, vital y móvil . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 171
12. Salario convencional . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 172
13. Sueldo anual complementario . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 172
411
CAPÍTULO VI
PODERES Y DEBERES
........................................................... 175
1. Deberes de conducta comunes a las partes . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 176
2. Poderes del empleador. Límites de su ejercicio . . . . . . . . . . . . . . . 178
2.1. Facultad de organización . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 179
2.2. Facultad de dirección . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 180
2.2.1. Facultad reglamentaria y de control. Límites . . . . . . . 180
2.3. Facultades de alterar condiciones del contrato.
Ius variandi y sus límites. Opciones del trabajador. . . . . . . . 182
2.4. Facultad disciplinaria y sus límites.
Impugnación de la sanción. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 185
3. Deberes del empleador . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 188
3.1. Deber de ocupación efectiva . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 188
3.2. Deber de indemnidad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 190
3.3. Deber de diligencia y previsión . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 190
3.3.1. Deber de registrar al trabajador . . . . . . . . . . . . . . . . . . 191
3.3.2. Deber de retener. Deber de contribuir . . . . . . . . . . . . . 191
3.3.3. Deber de certificar. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 192
3.4. Deber de tratar igual a sus dependientes . . . . . . . . . . . . . . . . 192
3.5. Deber de colaborar en la formación profesional . . . . . . . . . . 194
4. Deberes del trabajador . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 195
4.1. Prestación del servicio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 195
4.2. Deberes de comportamiento . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 196
CAPÍTULO VII
EXTINCIÓN DEL CONTRATO DE TRABAJO
412
6. El despido . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 210
6.1. Clases . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 210
6.2. El despido “indirecto”. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 211
6.3. La justa causa . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 211
6.4. Comunicación del despido
causado (directo o indirecto) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 214
6.5. El despido verbal. El pedido de
“aclaración de la situación laboral” . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 215
6.6. La prueba de la justa causa . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 216
7. El abandono del trabajo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 217
8. La indemnización . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 218
9. El tope de la base de cálculo. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 222
10. La antigüedad computable . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 224
11. Fuerza mayor. Falta o disminución de trabajo . . . . . . . . . . . . . . . . 224
12. Muerte del trabajador . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 227
13. Muerte del empleador . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 228
14. Vencimiento del plazo acordado . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 229
15. Quiebra del empleador . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 230
16. Jubilación del trabajador. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 232
17. Incapacidad o inhabilidad del trabajador. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 235
CAPÍTULO VIII
........................................................... 237
1. El seguro de salud y la Ley de Obras Sociales . . . . . . . . . . . . . . . 238
2. Financiamiento de la obra social . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 239
3. Beneficiarios . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 239
4. Administración del seguro . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 240
5. Contenido de los beneficios médicos otorgados. . . . . . . . . . . . . . . 240
6. Gratuidad y “coseguro” . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 241
7. Prestaciones complementarias . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 241
8. Las enfermedades y accidentes ajenos al trabajo . . . . . . . . . . . . . . 242
8.1. Licencia por enfermedad o accidente inculpable . . . . . . . . . . 242
413
8.2. Adquisición del beneficio. Aviso y control . . . . . . . . . . . . . 243
8.3. Plazo de la protección. Derecho a la remuneración. . . . . . . 244
8.4. Conservación del empleo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 245
8.5. Extinción por causa de incapacidad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 246
9. De la higiene y seguridad en
el trabajo (ámbito preventivo) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 247
10. Riesgos del trabajo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 250
10.1. La prevención en la Ley de Riesgos del Trabajo . . . . . . . . 250
10.2. Reparación. Descripción general del sistema.
Sustitución de responsabilidad y seguro obligatorio . . . . . . 251
10.3. Accidente de trabajo. Concepto legal . . . . . . . . . . . . . . . . . . 253
10.3.1. El daño causado por el hecho del trabajo . . . . . . . 253
10.3.2. El daño causado por la ocasión laboral . . . . . . . . . 254
10.3.3. El daño sufrido in itinere . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 255
10.3.4. El daño atribuido a una
enfermedad profesional. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 256
11. Las eximentes de responsabilidad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 258
12. Prestaciones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 260
12.1. Prestaciones dinerarias . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 260
12.2. Prestaciones en especie. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 263
13. Determinación de la incapacidad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 264
13.1. Trámite ante la ART y la Comisión Médica . . . . . . . . . . . . 264
13.2. Recursos. Acción judicial directa . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 266
14. La cuestión de la responsabilidad civil.
Inconstitucionalidad. Acción contra el empleador . . . . . . . . . . . . . 267
15. Posible responsabilidad civil de la ART . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 270
CAPÍTULO IX
ESTATUTOS ESPECIALES
1. Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 273
2. Antecedentes . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 274
3. Enumeración. Principales estatutos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 275
3.1. Régimen Nacional de Trabajo Agrario . . . . . . . . . . . . . . . . . . 275
414
3.2. Trabajadores del servicio doméstico . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 277
3.3. Trabajadores de la industria de la construcción . . . . . . . . . . . 280
3.3.1. Sujetos incluidos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 281
3.3.2. Sujetos excluidos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 282
3.3.3. Características especiales del
régimen. Libreta de aportes . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 284
3.4. Viajantes de comercio e industria . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 286
4. Otros estatutos especiales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 288
5. Trabajo de mujeres . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 289
5.1. Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 289
5.2. Disposiciones internacionales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 290
5.3. Disposiciones nacionales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 291
5.4. Ley de Contrato de Trabajo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 292
5.4.1. Igualdad de trato . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 292
5.4.2. Descansos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 292
5.4.3. Trabajo en el domicilio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 293
5.4.4. Protección de la maternidad. Lactancia . . . . . . . . . . . . 293
5.4.5. Formalidades . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 294
5.4.6. Indemnizaciones especiales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 294
5.4.7. Matrimonio. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 295
5.4.8. Estado de excedencia.
Rescisión por maternidad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 295
5.4.9. Asignaciones familiares. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 296
CAPÍTULO X
1. Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 299
2. El movimiento obrero argentino . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 302
3. La libertad sindical . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 309
4. La democracia sindical . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 310
5. Los sindicatos y su organización . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 311
5.1. Definición. Objetivos gremiales,
económicos y políticos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 311
415
5.2. Clases o tipos de sindicatos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 313
5.3. Régimen interno de la asociación.
Inscripción y afiliación. Estatutos.
Suspensión o expulsión de afiliados . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 315
5.4. Régimen electoral . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 319
5.5. Requisitos para integrar
los órganos de conducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 320
6. La personería gremial . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 320
7. La polémica sobre el modelo sindical argentino . . . . . . . . . . . . . . 324
8. La representación de los trabajadores en la empresa . . . . . . . . . . . 326
9. La tutela sindical . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 329
9.1. El amparo sindical . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 329
9.2. Protección de los representantes sindicales. . . . . . . . . . . . . . . 329
9.3. Exclusión de la garantía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 331
9.4. Violación de la garantía.
Opción del representante . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 332
9.5. Inoponibilidad de la garantía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 333
10. Prácticas desleales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 334
11. Autoridad de aplicación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 335
CAPÍTULO XI
1. Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 337
2. Clases de conflictos laborales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 338
3. Elementos. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 340
4. Fundamentos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 341
5. Acción sindical. Formas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 341
6. Huelga. Concepto . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 343
7. Titularidad del derecho de huelga . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 346
7.1. Teoría “orgánica” o de
la titularidad sindical. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 347
7.2. Teoría de la titularidad individual . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 349
7.3. Teoría del realismo democrático . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 349
416
8. Ilegalidad de la huelga . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 350
9. Efectos de la huelga sobre el contrato
de trabajo. Salario y antigüedad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 353
10. Mecanismos de prevención y solución
de los conflictos colectivos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 354
11. Huelga en los servicios esenciales. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 358
12. La huelga política. La huelga de solidaridad . . . . . . . . . . . . . . . . . 360
CAPÍTULO XII
LA NEGOCIACIÓN COLECTIVA
1. Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 363
1.1. Concepto. Negociación colectiva informal
y convenios colectivos de trabajo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 363
1.2. La evolución reciente . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 365
2. La negociación colectiva en nuestro país . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 366
3. Otras políticas de Estado que
contribuyeron al diálogo social . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 371
4. Las características de la negociación colectiva. . . . . . . . . . . . . . . . 372
4.1. Los sujetos de la negociación colectiva . . . . . . . . . . . . . . . . . 372
4.1.1. La situación en el sector público . . . . . . . . . . . . . . . . . 372
4.1.2. La situación en el sector privado . . . . . . . . . . . . . . . . . 374
4.1.3. El principio de la “coextensión” . . . . . . . . . . . . . . . . . 376
4.1.4. El sujeto empleador. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 376
4.2. Estructura de la negociación colectiva . . . . . . . . . . . . . . . . . . 378
4.2.1. Tipología de la negociación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 378
4.2.2. Relaciones de articulación de convenios . . . . . . . . . . . 381
4.2.3. Sucesión de convenios . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 382
4.2.4. Valoración. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 382
4.2.5. El principio de ultraactividad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 384
5. El contenido del convenio colectivo. Formalidades . . . . . . . . . . . . 384
6. Homologación. Extensión de un convenio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 391
417
CAPÍTULO XIII
COMPETENCIAS ADMINISTRATIVAS
Y POLICÍA DEL TRABAJO
1. Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 393
2. Fuentes . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 394
3. Conflicto de competencias . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 396
4. El Sidityss. Distribución actual de competencias . . . . . . . . . . . . . . 402
4.1. Competencias exclusivas de la Nación . . . . . . . . . . . . . . . . . . 403
4.2. Competencias concurrentes. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 403
4.3. Competencias provinciales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 403
5. La inspección del trabajo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 403
6. Las infracciones y las sanciones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 404
7. El sumario administrativo. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 406
418