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A menudo nos preguntamos si aquello que adquirimos será de una buena calidad, pero

no nos detenemos a pensar que criterios son los considerados para determinar si
aquello que compramos es de buena o mala calidad. Un error común es pensar que
entre más alto el precio mejor será el producto, pero esto es una realidad subjetiva
adjudicada al hecho de que, en nuestra sociedad a menudo solemos comprar la marca
antes que el producto en sí, la mayoría de empresas con altos precios producen sus
productos en las mismas fabricas que empresas que venden sus productos a precios
mucho más económicos, en muchas ocasiones dentro de estas fábricas hay
sobreexplotación de personal, malas condiciones laborales y de salubridad, los
procesos relacionados a la fabricación del producto no cuentan con las condiciones
adecuadas de manufacturación así qué realmente, no se producen productos de buena
calidad dentro de ellas, teniendo en cuenta que el precio no necesariamente es un
determinante para saber si un producto es realmente de buena calidad existen otros
factores que si pueden determinarlo.
La eficiencia es un buen criterio para discriminar entre un buen producto o un mal
producto, decir que este tenga calidad o no también depende de quién lo adquiera, de
manera que cada uno de nosotros tiene necesidades diferentes y por lo tanto no todo
nos va a satisfacer de la misma manera y no todos los productos van a cumplir nuestras
expectativas. No es lo mismo comprar una crema hidratante para una persona con piel
seca que para una persona con piel grasa, cada una necesita de diferentes condiciones
dentro del producto para que sirva de la manera esperada en ella, pero eso no quiere
decir que este sea un mal producto, sino más bien que no es el consumidor el
adecuado para este.
La amplia variedad de consumidores dentro del mercado exigen que la oferta tenga que
ser constantemente actualizada, que se mantenga con constantes innovaciones y
cambios para adecuarse a la demanda en tiempo real de los consumidores, los
procesos de manufacturación deben ser actualizados también para ajustarse a las
normas de calidad que son planteadas por los organismos gubernamentales
encargados de su control, entre las cuales están que el ambiente laboral debe cumplir
con condiciones de salubridad adecuadas para que tanto el trabajador cómo el producto
se encuentren en condiciones óptimas de desarrollo. La mejora y el constante cambio
fomentan la competitividad entre empresas que buscan el mismo tipo de público, el
consumidor elegirá entre cuál producto, pero de diferentes marcas es mejor para él, por
ello entre muchas cuestiones evaluará la calidad de cada una de las ofertas que se
tienen para este.
Aunque si bien, invertir en buenos insumos para que un producto sea buena calidad
beneficia directamente a aquel que lo vaya consumir, no quiere decir que la empresa no
disfrute de beneficios ante la buena calidad de sus productos tener un mayor mercado
de consumidores que prefieran consumir de esta genera mucha riqueza para la
empresa; provee de clientes satisfechos y contentos que seguirán consumiendo sus
productos generando una fuente de ingresos estable, también brindará de
reconocimiento ante el mercado, los consumidores son responsables de lo que
compran pero las empresas deben ser responsables de lo que venden. No se trata de
tener el mejor producto, ni de obtener más ingresos que la competencia, fabricar y
ofrecer productos de buena calidad se trata de un compromiso ante la sociedad, y dar
prioridad al bienestar del consumidor y a la integridad estos mismos.

Bibliografía
Santos, R. O. (2018). Introducción a la calidad. Obtenido de https://slideplayer.es/slide/12508192/

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