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RECITACION DEL SHEMÁ CON SUS BENDICIONES

Bendito eres Tú, Eterno, Dios nuestro, Soberano del universo,


que ha formado la luz y creado la oscuridad, hace la paz y crea
todo lo que existe. Él es quien ilumina toda la tierra y a los que
habitan en ella con misericordia, y quien por Su bondad renueva
continuamente cada día la obra de la Creación. ¡Qué tan
inmensas son Tus obras, oh Eterno, a todas las hiciste con
sabiduría! Llena esta la tierra de Tus posesiones. El Rey que sólo
Él es exaltado desde siempre; el alabado, glorificado y enaltecido
desde los días de antaño. Dios eterno, por Tu abundante
misericordia ten piedad de nosotros; oh, Señor de nuestra
fortaleza, Roca de nuestro baluarte, escudo de nuestra salvación,
sé Tú nuestra protección. El Dios bendito, grande en
conocimiento, que preparó y actuó en los rayos del sol; el
Bondadoso, que formó honor a Su Nombre, colocó luminarias
alrededor de Su poder. Los líderes de Sus santas legiones exaltan
al Omnipotente; continuamente relatan la gloria de Dios y Su
santidad. Bendito serás Eterno, Dios nuestro, en los cielos arriba
y en la tierra abajo, por sobre todas las alabanzas de las obras de
Tus manos, y por sobre las luminarias de luz que formaste; ellas
te glorifican (sela).
Bendito serás por toda la eternidad, oh Creador nuestro, Rey y
Redentor nuestro, Creador de seres santos. Alabado será Tu
Nombre por siempre jamás, Rey nuestro. Oh, Creador de ángeles
ministeriales, cuyos servidores todos se paran en las cimas
celestiales del universo y proclaman con temor, al unísono y con
voz estruendosa, las palabras del Dios viviente y Soberano del
universo. Todos son bien amados; todos son sin mácula; todos
son poderosos; todos son santos; todos cumplen con terror y
temor la voluntad de Su Creador. Todos abren sus bocas con
santidad y pureza, con cánticos e himnos; y bendicen, alaban,
glorifican, santifican, reverencian y entronizan el Nombre del
Dios soberano, quien es grandioso, poderoso y temible; Santo es.
Todos aceptan uno de otros el yugo de la soberanía del Cielo, y
todos se conceden permiso uno al otro para santificar a su
Creador con serenidad de espíritu y con articulación clara y
dulce. Todos al unísono declaran con pavor Santidad y proclaman
con temor:
“¡Santo, Santo, Santo es el Eterno, Amo de Legiones; la tierra
entera está llena de Su gloria!” (Isaías 6:3)
Y los ángeles Ofanim y los Jayot con inmenso estruendo se
elevan frente a los Serafim; frente a ellos entonan alabanzas y
declaran:
“¡Bendita es la gloria del Eterno desde Su lugar!” (Ezequiel 3:12)
Al Dios bendito ellos ofrecen dulces melodías; al Dios viviente y
perene entonan cánticos. Proclamarán Sus alabanzas, pues sólo
Él es exaltado y santo; que realiza hechos poderosos; hace cosas
nuevas; es Señor de batallas; siembra actos justos; hace florecer
salvaciones; crea remedios; es pavoroso y Señor de obras
portentosas; que por su bondad renueva continuamente y cada
día la obra de la creación, como está escrito: “[Den gracia] al que
hace las grandes luminarias, pues para siempre es Su
bondad”(Salmos 136:7). Bendito eres Tú, Eterno, Creador de las
luminarias.
Con amor eterno nos has amado, oh Eterno, Dios nuestro; con
una piedad adicional y mayor has tenido misericordia de
nosotros. Padre nuestro, Rey nuestro, en virtud de Tu grandioso
Nombre y en virtud de nuestros padres que confiaron en Ti y a
quienes les enseñaste estatutos de vida a fin de cumplir Tu
voluntad con el corazón perfecto; que asimismo nos concedas
gracia, oh, Padre nuestro lleno de misericordia. Oh
Misericordioso, ten piedad de nosotros e implanta en nuestro
corazón inteligencia para comprender, elucidar, escuchar,
aprender y enseñar, guardar, realizar y preservar todas las
palabras del estudio de Tu Torá, con amor. Ilumina nuestros ojos
en Tu Torá y haz que nuestro corazón se apegue a Tus
mandamientos; y unifica nuestro corazón para que amemos y
temamos a Tu Nombre. Nunca nos avergonzaremos, ni nos
abochornaremos ni tropezaremos, pues en Tu santo Nombre,
grandioso, poderoso y temible hemos confiado. Nos
regocijaremos y alegraremos en Tu salvación. Que Tu
misericordia y Tu inmensa bondad, oh Eterno, Dios nuestro,
nunca nos abandones (sela). Trae prontamente sobre nosotros
bendiciones y paz desde los cuatro confines de la tierra.
Quebranta el yugo de las naciones que pasa sobre nuestro cuello
y condúcenos prontamente con orgullo a nuestra tierra, pues Tu
eres un Dios que obra salvaciones. Tú nos has escogido de entre
todas las naciones y lenguas, y nos has acercado con amor, Rey
nuestro, a Tu grandioso Nombre a fin de que te alabemos y
unifiquemos para temer y amar Tu Nombre. Bendito eres Tú,
Eterno, que escoges a Su pueblo Israel con amor.
Shemá Israel / Escucha Israel
Adonay Elohenu, / el Eterno es nuestro Dios
Adonay Ejad. / el Eterno es Uno y Único.
Baruj shem kebod maljutó le’ olam va’ed. / Bendito es el
Nombre de Su majestad gloriosa por siempre jamás. (recitar en
voz baja esta frase)
Amarás al Eterno, tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma
y con todas tus fuerzas. Estas cosas que Yo te ordeno en el día de
hoy estarán sobre tu corazón. Las enseñaras diligentemente a tus
hijos y hablarás de ellas cuando estés sentado en tu casa y
cuando andes de camino, al acostarte y al levantarte. Las ataras
por signo sobre tu mano y serán filacterias entre tus ojos. Y las
escribirás sobre los marcos de tu casa y sobre tus portones
(Deuteronomio 6:5-9)
Y sucederá que si obedecieran los mandamientos que yo ordeno
hoy (pausa), de amar al Eterno, su Dios, y servirle con todo su
corazón y con toda su alma, entonces Yo otorgaré a su tierra la
lluvia en su momento, la temprana y la tardía, para que recojas el
grano, el mosto y el aceite. Yo daré hierba a sus campos para su
ganado, y comerán y se saciarán. Cuídense de ustedes, no sea
que se dejen seducir su corazón y se aparten y sirvan a dioses
extraños y se postren ante ellos (desde aquí en voz baja)
entonces se encenderá (pausa) la ira de Eterno contra ustedes; Él
retendrá los cielos para que no haya lluvias y la tierra no
produzca su fruto. Y serán exterminados rápidamente de la tierra
que el Eterno les entrega (hasta aquí en voz baja). Pongan estas
palabras Mías en sus corazones y en sus almas; atenlas por signo
en sus manos y que sean filacterias entre sus ojos. Las enseñarán
a sus hijos, para hablar de ellas cuando estés sentado en tu casa
y cuando andes de camino, al acostarte y al levantarte. Las
escribirás sobre los marcos de tu casa y sobre tus portones a fin
de que se multipliquen tus días y los días de tus hijos sobre la
tierra que el Eterno juró entregar a sus padres, como los días del
cielo sobre la tierra (Deuteronomio 11:13-21).

El Eterno habló a Moisés, diciendo: Habla a los hijos de Israel y


diles que se hagan flequillos en las esquinas de sus vestimentas a
lo largo de sus generaciones. y pondrán sobre el flequillo de cada
esquina un hilo de color celeste. Y serán tsitsit para ustedes, para
que lo vean y se acuerden de todos los mandamientos del Eterno
y los cumplan, y no exploren tras de sus pensamientos ni tras de
sus ojos, en pos de los cuales ustedes se corrompen. A fin de que
recuerden y cumplan todos Mis mandamientos y sean santos
para Dios. Yo soy el Eterno, su Dios, que saqué a ustedes de la
tierra de Egipto para ser su Dios. Yo soy el Eterno, su Dios…
Verdadero…
El Eterno, su Dios… Verdadero…
Y firme; cierta y estable; justa y fiel; bien amada y querida;
deseada y grata; temible y poderosa; establecida y aceptada;
buena y bella es Tu palabra para con nosotros por toda la
eternidad. Verdad es que el Dios Eterno es nuestro Rey; la Roca
de Jacob, el escudo de nuestra salvación. Él permanece de
generación en generación y Su nombre subsiste; Su trono es
firme y Su fidelidad perdura eternamente. Sus palabras son
vivientes, perdurables, fidedignas y gratas para siempre y por los
siglos de los siglos. Así lo fueron para nuestros padres, lo son
para nosotros y lo serán para nuestros hijos, para nuestras
generaciones y para todas las generaciones venideras de tu
siervo Israel. Tanto para los primeros como para los últimos, es
ésa una palabra buena y firme, dada con veracidad y fidelidad; es
un estatuto que no pasará. Verdad es que Tú eres el Eterno,
nuestro Dios y Dios de nuestros padres; Rey Nuestro y de
nuestros padres; redentor y salvador de nuestros padres;
nuestro creador y la Roca de nuestra redención; nuestro
Salvador y el que nos rescata. Éste es Tu nombre desde siempre
y no tenemos otro Dios fuera de Ti (sela).
Tú has sido siempre el socorro de nuestros padres; escudo y
salvador serás para ellos y para sus hijos durante todas las
generaciones. Tu morada está en las alturas de universo y Tus
juicios y Tu rectitud se extienden hasta los confines de la tierra.
Verdad es que bienaventurado es el hombre que observa Tus
mandamientos y pone la Ley de Tu Torá y Tu palabra sobre su
corazón. Verdad es que Tú eres el Señor de Tu pueblo y un Rey
todopoderoso para defender su causa, tanto la de los padres
como la de los hijos. Verdad es que Tú eres el primero y el último
y que fuera de Ti no tenemos Rey redentor ni salvador. Verdad
es que Tú, oh Eterno, Dios nuestro, nos libertas de Egipto y nos
redimes de casa de esclavos. Tú mataste a todos sus
primogénitos, mas redimiste a los primogénitos de Israel.
Dividiste para ellos el Mar de Suf y hundiste a los malvados. Tus
bien amados atravesaron el mar, pero las aguas cubrieron a sus
enemigos sin que escapara ni uno solo de ellos. Pero eso el
pueblo bien amado entonó alabanza y exaltó a Dios; los bien
amados ofrecieron salmos, cánticos y loores, bendiciones y
agradecimientos al Rey, el Dios vivo y sempiterno, exaltado y
excelso, grandioso y temible. Él humilla a los soberbios hasta el
suelo y enaltece a los humildes hasta las alturas; otorga libertad
a los prisioneros, redime a los humildes, ayuda a los pobres y
responde a Su pueblo Israel cuando éste le invoca (ponerse de
pie). Alabanzas proclamaron al Dios Altísimo, su redentor;
bendito es y siempre bendito será. Moisés y los hijos de Israel te
entonaran un canto de gran alegría, diciendo:”¿Quién es como
Tú entre los poderosos, oh Eterno? ¿Quién es como Tú, glorioso
en santidad, pavoroso en alabanza, hacedor de maravillas?”
(Éxodo 15:11). Un canto nuevo entonó los redimidos a Tu gran
Nombre a orillas de mar; todos ellos al unísono te agradecieron y
proclamaron Tu soberanía, diciendo: “El Eterno reinará por
siempre jamás” (Éxodo 15:18). (Dar tres pasos hacia atrás, y al
decir “que a redimido a Israel”, dar tres pasos hacia adelante y
juntar los pies). Y así se ha declarado: “Nuestro Redentor es el
Eterno, Amo de Legiones es Su Nombre, el Santo de Israel (Isaías
47:4). Bendito eres Tú, Eterno, que ha redimido a Israel

Salmos 145
Dios Habla Hoy
Que todo hombre alabe al Señor
(1a)
Alabanza de David.

145 (1b) Hablaré de tu grandeza, mi Dios y Rey;


bendeciré tu nombre por siempre.
2
Diariamente te bendeciré;
alabaré tu nombre por siempre.
3
El Señor es grande y muy digno de alabanza;
su grandeza excede nuestro entendimiento.
4
De padres a hijos se alabarán tus obras,
se anunciarán tus hechos poderosos.
5
Se hablará de tu majestad gloriosa,
y yo hablaré de tus maravillas.
6
Se hablará de tus hechos poderosos y terribles,
y yo hablaré de tu grandeza.
7
Se hablará de tu bondad inmensa,
y a gritos se dirá que tú eres justo.
8
El Señor es tierno y compasivo,
es paciente y todo amor.
9
El Señor es bueno para con todos,
y con ternura cuida sus obras.
10
¡Que te alaben, Señor, todas tus obras!
¡Que te bendigan tus fieles!
11
¡Que hablen del esplendor de tu reino!
¡Que hablen de tus hechos poderosos!
12
¡Que se haga saber a los hombres tu poder
y el gran esplendor de tu reino!
13
Tu reino es un reino eterno,
tu dominio es por todos los siglos.
14
El Señor sostiene a los que caen
y levanta a los que desfallecen.
15
Los ojos de todos esperan de ti
que tú les des su comida a su tiempo.
16
Abres tu mano, y con tu buena voluntad
satisfaces a todos los seres vivos.
17
El Señor es justo en sus caminos,
bondadoso en sus acciones.
18
El Señor está cerca de los que lo invocan,
de los que lo invocan con sinceridad.
19
Él cumple los deseos de los que lo honran;
cuando le piden ayuda, los oye y los salva.
20
El Señor protege a los que lo aman,
pero destruye a los malvados.
21
¡Que mis labios alaben al Señor!
¡Que todos bendigan su santo nombre,
ahora y siempre!
Salmos 130
Dios Habla Hoy

Confianza en el Señor
(1a)
Cántico de las subidas.

130 (1b) Desde el fondo del abismo


clamo a ti, Señor:
2
¡Escucha, Señor, mi voz!,
¡atiendan tus oídos mi grito suplicante!
3
Señor, Señor,
si tuvieras en cuenta la maldad,
¿quién podría mantenerse en pie?
4
Pero en ti encontramos perdón,
para que te honremos.
5
Con toda mi alma espero al Señor,
y confío en su palabra.
6
Yo espero al Señor
más que los centinelas a la mañana.
Así como los centinelas esperan a la mañana,
7
espera tú, Israel, al Señor,
pues en él hay amor y completa libertad.
8
¡Él librará a Israel de toda su maldad!

Salmos 17
Dios Habla Hoy

Oración pidiendo justicia


(1a)
Oración de David.

17 (1b) Señor, escucha mi causa justa,


atiende a mi clamor,
presta oído a mi oración,
pues no sale de labios mentirosos.
2
¡Que venga de ti mi sentencia,
pues tú sabes lo que es justo!
3
Tú has penetrado mis pensamientos;
de noche has venido a vigilarme;
me has sometido a pruebas de fuego,
y no has encontrado maldad en mí.
No he dicho cosas indebidas,
4
como hacen los demás;
me he alejado de caminos de violencia,
de acuerdo con tus mandatos.
5
He seguido firme en tus caminos;
jamás me he apartado de ellos.
6
Oh Dios, a ti mi voz elevo,
porque tú me contestas;
préstame atención, escucha mis palabras.
7
Dame una clara muestra de tu amor,
tú, que salvas de sus enemigos
a los que buscan protección en tu poder.
8
Cuídame como a la niña de tus ojos;
protégeme bajo la sombra de tus alas
9
de los malvados que me atacan,
¡de los enemigos mortales que me rodean!
10
Son engreídos, hablan con altanería;
11
han seguido de cerca mis pasos
esperando el momento de echarme por tierra.
12
Parecen leones, feroces leones
que agazapados en su escondite
esperan con ansias dar el zarpazo.
13
Levántate, Señor, ¡enfréntate con ellos!
¡Hazles doblar las rodillas!
Con tu espada, ponme a salvo del malvado;
14
con tu poder, Señor, líbrame de ellos;
¡arrójalos de este mundo,
que es su herencia en esta vida!
Deja que ellos se llenen de riquezas,
que sus hijos coman hasta que revienten,
y que aún sobre para sus nietos.
15
Pero yo, en verdad, quedaré satisfecho
con mirarte cara a cara,
¡con verme ante ti cuando despierte!

Salmos 32
Dios Habla Hoy

Confesión y perdón
(1a)
Instrucción de David.

32 (1b) Feliz el hombre a quien sus culpas y pecados


le han sido perdonados por completo.
2
Feliz el hombre que no es mal intencionado
y a quien el Señor no acusa de falta alguna.
3
Mientras no confesé mi pecado,
mi cuerpo iba decayendo
por mi gemir de todo el día,
4
pues de día y de noche
tu mano pesaba sobre mí.
Como flor marchita por el calor del verano,
así me sentía decaer.
5
Pero te confesé sin reservas
mi pecado y mi maldad;
decidí confesarte mis pecados,
y tú, Señor, los perdonaste.
6
Por eso, en momentos de angustia
los fieles te invocarán,
y aunque las aguas caudalosas se desborden,
no llegarán hasta ellos.
7
Tú eres mi refugio:
me proteges del peligro,
me rodeas de gritos de liberación.
8
El Señor dice:
«Mis ojos están puestos en ti.
Yo te daré instrucciones,
te daré consejos,
te enseñaré el camino que debes seguir.
9
No seas como el mulo o el caballo,
que no pueden entender
y hay que detener su brío
con el freno y con la rienda,
pues de otra manera no se acercan a ti.»
10
Los malvados tendrán muchos dolores,
pero el amor del Señor envuelve
a los que en él confían.
11
Alégrense en el Señor,
hombres buenos y honrados;
¡alégrense y griten de alegría!

Salmos 51
Dios Habla Hoy

Oh Dios, ten compasión de mí


(1)
Del maestro de coro. Salmo de David, (2) después que el profeta Natán lo
reprendió por haber cometido adulterio con Betsabé.

51 (3) Por tu amor, oh Dios, ten compasión de mí;


por tu gran ternura, borra mis culpas.
2 (4)
¡Lávame de mi maldad!
¡Límpiame de mi pecado!
3 (5)
Reconozco que he sido rebelde;
mi pecado no se borra de mi mente.
4 (6)
Contra ti he pecado, y sólo contra ti,
haciendo lo malo, lo que tú condenas.
Por eso tu sentencia es justa;
irreprochable tu juicio.
5 (7)
En verdad, soy malo desde que nací;
soy pecador desde el seno de mi madre.
6 (8)
En verdad, tú amas al corazón sincero,
y en lo íntimo me has dado sabiduría.
7 (9)
Purifícame con hisopo, y quedaré limpio;
lávame, y quedaré más blanco que la nieve.
8 (10)
Lléname de gozo y alegría;
alégrame de nuevo, aunque me has quebrantado.
9 (11)
Aleja de tu vista mis pecados
y borra todas mis maldades.
10 (12)
Oh Dios, ¡pon en mí un corazón limpio!,
¡dame un espíritu nuevo y fiel!
11 (13)
No me apartes de tu presencia
ni me quites tu santo espíritu.
12 (14)
Hazme sentir de nuevo el gozo de tu salvación;
sosténme con tu espíritu generoso,
13 (15)
para que yo enseñe a los rebeldes tus caminos
y los pecadores se vuelvan a ti.
14 (16)
Líbrame de cometer homicidios,
oh Dios, Dios de mi salvación,
y anunciaré con cantos que tú eres justo.
15 (17)
Señor, abre mis labios,
y con mis labios te cantaré alabanzas.
16 (18)
Pues tú no quieres ofrendas ni holocaustos;
yo te los daría, pero no es lo que te agrada.
17 (19)
Las ofrendas a Dios son un espíritu dolido;
¡tú no desprecias, oh Dios, un corazón hecho pedazos!
18 (20)
Haz bien a Sión, por tu buena voluntad;
vuelve a levantar los muros de Jerusalén.
19 (21)
Entonces aceptarás los sacrificios requeridos,
las ofrendas y los holocaustos;
entonces se ofrecerán becerros sobre tu altar.
Salmos 65
Dios Habla Hoy

Dios es digno de alabanza


(1)
Del maestro de coro. Salmo y cántico de David.

65 (2) Oh Dios de Sión,


¡tú eres digno de alabanza!,
¡tú mereces que te cumplan lo prometido,
2 (3)
pues escuchas la oración!
Todo el mundo viene a ti.
3 (4)
Nuestras maldades nos dominan,
pero tú perdonas nuestros pecados.
4 (5)
Feliz el hombre a quien escoges
y lo llevas a vivir cerca de ti,
en las habitaciones de tu templo.
¡Que seamos colmados con lo mejor de tu casa,
con la santidad de tu templo!
5 (6)
Dios y Salvador nuestro,
tú nos respondes
con maravillosos actos de justicia;
la tierra entera confía en ti,
y también el mar lejano;
6 (7)
tú mantienes firmes las montañas
con tu poder y tu fuerza.
7 (8)
Tú calmas el estruendo de las olas
y el alboroto de los pueblos;
8 (9)
aun los que habitan en lejanas tierras
tiemblan ante tus maravillas;
por ti hay gritos de alegría
del oriente al occidente.
9 (10)
Tú tienes cuidado de la tierra;
le envías lluvia y la haces producir;
tú, con arroyos caudalosos,
haces crecer los trigales.
¡Así preparas el campo!
10 (11)
Tú empapas los surcos de la tierra
y nivelas sus terrones;
ablandas la tierra con lluvias abundantes
y bendices sus productos.
11 (12)
Tú colmas el año de bendiciones,
tus nubes derraman abundancia;
12 (13)
los pastos del desierto están verdes
y los montes se visten de gala;
13 (14)
los llanos se cubren de rebaños,
los valles se revisten de trigales;
¡todos cantan y gritan de alegría!

Salmos 85
Dios Habla Hoy

¡Sálvanos otra vez!


(1)
Del maestro de coro. Salmo de los hijos de Coré.

85 (2) Señor,
tú has sido muy bueno con este país tuyo;
has cambiado la suerte de Jacob;
2 (3)
has perdonado la maldad de tu pueblo
y todos sus pecados;
3 (4)
has calmado por completo
tu enojo y tu furor.
4 (5)
Dios y Salvador nuestro,
¡sálvanos también ahora
y no sigas enojado con nosotros!
5 (6)
¿Acaso vas a prolongar por siempre
tu enojo contra nosotros?
6 (7)
¿No volverás a darnos vida,
para que tu pueblo se alegre por ti?
7 (8)
Oh Señor,
¡muéstranos tu amor, y sálvanos!
8 (9)
Escucharé lo que el Señor va a decir;
pues va a hablar de paz a su pueblo,
a los que le son fieles,
para que no vuelvan a hacer locuras.
9 (10)
En verdad, Dios está muy cerca,
para salvar a los que le honran;
su gloria vivirá en nuestra tierra.
10 (11)
El amor y la verdad se darán cita,
la paz y la justicia se besarán,
11 (12)
la verdad brotará de la tierra
y la justicia mirará desde el cielo.
12 (13)
El Señor mismo traerá la lluvia,
y nuestra tierra dará su fruto.
13 (14)
La justicia irá delante de él,
y le preparará el camino.

Salmos 102
Dios Habla Hoy

Oración de un afligido
(1)
Oración de un afligido que en su desaliento da rienda suelta a su queja
delante del Señor.

102 (2) Señor, escucha mi oración,


¡permite que mi grito llegue a ti!
2 (3)
No escondas de mí tu rostro
cuando me encuentre angustiado;
¡dígnate escucharme!,
¡respóndeme pronto cuando te llame!
3 (4)
Pues mi vida se acaba como el humo,
mis huesos arden como brasas,
4 (5)
mi corazón está decaído
como la hierba marchita;
¡ni aun deseos tengo de comer!
5 (6)
La piel se me pega a los huesos
de tanto gemir.
6 (7)
Soy como una lechuza del desierto,
como un búho entre las ruinas.
7 (8)
No duermo.
Soy como un pájaro solitario en el tejado.
8 (9)
Mis enemigos me ofenden sin cesar
y usan mi nombre para maldecir.
9 (10)
En vez de pan, como ceniza;
en mi bebida se mezclan mis lágrimas,
10 (11)
por causa de tu enojo y tu furor,
pues me alzaste para derribarme después.
11 (12)
Mis días pasan como una sombra;
me voy marchitando como la hierba.
12 (13)
Pero tú, Señor, reinas por siempre;
¡tu nombre será siempre recordado!
13 (14)
Levántate, compadécete de Sión,
pues ya se cumplió el tiempo;
¡ya es hora de que la perdones!
14 (15)
Tus siervos aman sus piedras;
sienten dolor por sus ruinas.
15 (16)
Todas las naciones y reyes de la tierra
honrarán el nombre glorioso del Señor
16 (17)
cuando él reconstruya a Sión
y aparezca en su gloria,
17 (18)
cuando atienda a la oración del desamparado
y no desoiga sus ruegos.
18 (19)
Que esto quede escrito
para las generaciones futuras,
para que alaben al Señor
los que aún han de nacer.
19 (20)
El Señor miró la tierra desde el cielo,
desde su santa altura,
20 (21)
para atender los lamentos de los prisioneros
y libertar a los condenados a muerte;
21 (22)
para que en Sión, en Jerusalén,
se proclame y se alabe el nombre del Señor
22 (23)
cuando gentes de todas las naciones
se reúnan para adorarlo.
23 (24)
Él me ha quitado fuerzas a medio camino;
ha hecho más corta mi vida.
24 (25)
Yo le digo: «Dios mío,
no me lleves en la mitad de mi vida.»
¡Tus años no tienen fin!
25 (26)
Afirmaste la tierra desde el principio;
tú mismo hiciste el cielo.
26 (27)
Todo ello dejará de existir,
pero tú permaneces firme.
Todo ello se gastará, como la ropa;
¡tú lo cambiarás y quedará cambiado,
como quien se cambia de ropa!
27 (28)
Pero tú eres el mismo;
tus años nunca terminarán.
28 (29)
Darás seguridad a los descendientes de tus siervos;
en tu presencia misma los establecerás.
Salmos 27
Dios Habla Hoy

El Señor es mi luz y mi salvación


(1a)
De David.

27 (1b) El Señor es mi luz y mi salvación,


¿de quién podré tener miedo?
El Señor defiende mi vida,
¿a quién habré de temer?
2
Los malvados, mis enemigos,
se juntan para atacarme y destruirme;
pero ellos son los que tropiezan y caen.
3
Aunque un ejército me rodee,
mi corazón no tendrá miedo;
aunque se preparen para atacarme,
yo permaneceré tranquilo.
4
Sólo una cosa he pedido al Señor,
sólo una cosa deseo:
estar en el templo del Señor
todos los días de mi vida,
para adorarlo en su templo
y contemplar su hermosura.
5
Cuando lleguen los días malos,
el Señor me dará abrigo en su templo;
bajo su sombra me protegerá.
¡Me pondrá a salvo sobre una roca!
6
Entonces podré levantar la cabeza
por encima de mis enemigos;
entonces podré ofrecer sacrificios en el templo,
y gritar de alegría, y cantar himnos al Señor.
7
A ti clamo, Señor: escúchame.
Ten compasión de mí, ¡respóndeme!
8
El corazón me dice:
«Busca la presencia del Señor.»
Y yo, Señor, busco tu presencia.
9
¡No te escondas de mí!
¡No me rechaces con ira!
¡Mi única ayuda eres tú!
No me dejes solo y sin amparo,
pues tú eres mi Dios y salvador.
10
Aunque mi padre y mi madre me abandonen,
tú, Señor, te harás cargo de mí.
11
Señor, muéstrame tu camino;
guíame por el buen camino
a causa de mis enemigos;
12
no me entregues a su voluntad,
pues se han levantado contra mí
testigos falsos y violentos.
13
Pero yo estoy convencido
de que llegaré a ver la bondad del Señor
a lo largo de esta vida.
14
¡Ten confianza en el Señor!
¡Ten valor, no te desanimes!
¡Sí, ten confianza en el Señor!

Salmos 103
Dios Habla Hoy

Bendeciré al Señor
(1a)
De David.

103 (1b) Bendeciré al Señor con toda mi alma;


bendeciré con todo mi ser su santo nombre.
2
Bendeciré al Señor con toda mi alma;
no olvidaré ninguno de sus beneficios.
3
Él es quien perdona todas mis maldades,
quien sana todas mis enfermedades,
4
quien libra mi vida del sepulcro,
quien me colma de amor y ternura,
5
quien me satisface con todo lo mejor
y me rejuvenece como un águila.
6
El Señor juzga con verdadera justicia
a los que sufren violencia.
7
Dio a conocer sus caminos y sus hechos
a Moisés y al pueblo de Israel.
8
El Señor es tierno y compasivo;
es paciente y todo amor.
9
No nos reprende en todo tiempo ni su rencor es eterno;
10
no nos ha dado el pago que merecen
nuestras maldades y pecados;
11
tan inmenso es su amor por los que lo honran
como inmenso es el cielo sobre la tierra.
12
Nuestros pecados ha alejado de nosotros,
como ha alejado del oriente el occidente.
13
El Señor es, con los que lo honran,
tan tierno como un padre con sus hijos;
14
pues él sabe de qué estamos hechos:
sabe bien que somos polvo.
15
La vida del hombre es como la hierba;
brota como una flor silvestre:
16
tan pronto la azota el viento, deja de existir,
y nadie vuelve a saber de ella.
17
Pero el amor del Señor es eterno
para aquellos que lo honran;
su justicia es infinita
por todas las generaciones,
18
para los que cumplen con su alianza
y no se olvidan de obedecer sus mandatos.
19
El Señor ha puesto su trono en el cielo,
y su reino domina sobre todo.
20
¡Bendigan al Señor, ángeles poderosos!
Ustedes, que cumplen sus órdenes,
que están atentos a obedecerlo.
21
¡Bendigan al Señor todos sus ejércitos,
que lo sirven y hacen su voluntad!
22
¡Bendiga al Señor la creación entera,
en todos los lugares de su reino!
¡Bendeciré al Señor con toda mi alma!

Salmos 104
Dios Habla Hoy

Alabanzas al Creador

104 ¡Bendeciré al Señor con toda mi alma!


¡Cuán grande eres, Señor y Dios mío!
Te has vestido de gloria y esplendor;
2
te has envuelto en un manto de luz.
¡Tú extendiste el cielo como un velo!
3
¡Tú afirmaste sobre el agua
los pilares de tu casa, allá en lo alto!
Conviertes las nubes en tu carro;
¡viajas sobre las alas del viento!
4
Los vientos son tus mensajeros,
y las llamas de fuego tus servidores.
5
Pusiste la tierra sobre sus bases
para que nunca se mueva de su lugar.
6
El mar profundo cubría la tierra
como si fuera un vestido.
El agua cubría las montañas.
7
Pero tú la reprendiste, y se fue;
huyó de prisa al escuchar tu voz de trueno.
8
Subiendo a los montes
y bajando a los valles,
se fue al lugar que le habías señalado,
9
al límite que le ordenaste no cruzar,
para que no volviera a cubrir la tierra.
10
Tú envías el agua de los manantiales
a los ríos que corren por las montañas.
11
De esa agua beben los animales salvajes;
con ella apagan su sed los asnos del monte.
12
A la orilla de los ríos
anidan las aves del cielo;
¡allí cantan, entre las ramas de los árboles!
13
Tú eres quien riega los montes
desde tu casa, allá en lo alto;
con los torrentes del cielo satisfaces a la tierra.
14
Haces crecer los pastos para los animales,
y las plantas que el hombre cultiva
para sacar su pan de la tierra,
15
el pan que le da fuerzas,
y el vino, que alegra su vida
y hace brillar su cara más que el aceite.
16
Sacian su sed los árboles,
los cedros del Líbano que el Señor plantó.
17
En ellos anidan las aves más pequeñas,
y en los pinos viven las cigüeñas.
18
Los montes altos son para las cabras,
y en las peñas se esconden los tejones.
19
Hiciste la luna para medir el tiempo;
el sol sabe cuándo debe ocultarse.
20
Tiendes el manto oscuro de la noche,
y entonces salen los animales del bosque.
21
Los leones rugen por la víctima;
piden que Dios les dé su comida.
22
Pero al salir el sol, se van
y se acuestan en sus cuevas.
23
Entonces sale el hombre a su labor
y trabaja hasta la noche.
24
¡Cuántas cosas has hecho, Señor!
Todas las hiciste con sabiduría;
¡la tierra está llena de todo lo que has creado!
25
Allí está el mar, ancho y extenso,
donde abundan incontables animales,
grandes y pequeños;
26
allí navegan los barcos, allí está el Leviatán,
el monstruo que hiciste para jugar con él.
27
Todos ellos esperan de ti
que les des su comida a su tiempo.
28
Tú les das, y ellos recogen;
abres la mano, y se llenan de lo mejor;
29
si escondes tu rostro, se espantan;
si les quitas el aliento, mueren
y vuelven a ser polvo.
30
Pero si envías tu aliento de vida, son creados,
y así renuevas el aspecto de la tierra.
31
¡La gloria del Señor es eterna!
¡El Señor se alegra en su creación!
32
La tierra tiembla cuando él la mira;
¡echan humo los montes cuando él los toca!
33
Mientras yo exista y tenga vida,
cantaré himnos al Señor mi Dios.
34
Quiera el Señor agradarse de mis pensamientos,
pues sólo en él encuentro mi alegría.
35
¡Que desaparezcan de la tierra los pecadores!
¡Que dejen de existir los malvados!
¡Bendeciré al Señor con toda mi alma!
¡Aleluya!
Adonai Hu HaElohim / Adonay Tu eres Elohim (repetir 3
veces)

Nehemías 1:5-11
Dios Habla Hoy
5
Y le dije: «Señor, Dios del cielo, Dios grande y terrible, que mantienes firme tu
alianza y tu fidelidad con los que te aman y cumplen tus mandamientos; 6 te
ruego ahora que atiendas a la oración que día y noche te dirijo en favor de tus
siervos, los israelitas. Reconozco que nosotros los israelitas hemos pecado
contra ti; ¡hasta mis familiares y yo hemos pecado! 7 Nos hemos conducido de la
peor manera ante ti; no hemos cumplido los mandamientos, leyes y decretos
que nos diste por medio de tu siervo Moisés. 8 Recuerda que le advertiste que si
nosotros pecábamos, nos dispersarías por todo el mundo; 9 pero que si nos
volvíamos a ti y cumplíamos tus mandamientos, poniéndolos en práctica, aun
cuando fuéramos esparcidos hasta el último rincón del mundo nos recogerías
de allí y nos llevarías de nuevo al santo lugar que escogiste como residencia de
tu nombre.

10
»Nosotros somos tus siervos y tu pueblo, que rescataste con tu gran poder y
fortaleza. 11 Te ruego, pues, Señor, que atiendas a mi oración y las súplicas de
tus siervos, cuyo único deseo es honrarte. Te pido también que me des éxito y
despiertes hacia mí las simpatías del rey.»
Daniel 9:3-19
Dios Habla Hoy
3
Y dirigí mis oraciones y súplicas a Dios el Señor, ayunando y vistiéndome con
ropas ásperas, y sentándome en ceniza. 4 Oré al Señor mi Dios, y le hice esta
confesión:

»“Señor, Dios grande y poderoso, que siempre cumples tus promesas y das
pruebas de tu amor a los que te aman y cumplen tus mandamientos: 5 hemos
pecado y cometido maldad; hemos hecho lo malo; hemos vivido sin tomarte en
cuenta; hemos abandonado tus mandamientos y decretos. 6 No hemos hecho
caso a tus siervos los profetas, los cuales hablaron en tu nombre a nuestros
reyes, jefes y antepasados, y a todo el pueblo de Israel. 7 Tú, Señor, eres justo,
pero nosotros los judíos nos sentimos hoy avergonzados; tanto los que viven en
Jerusalén como los otros israelitas, los de cerca y los de lejos, que viven en los
países adonde tú los arrojaste por haberse rebelado contra ti. 8 Nosotros, Señor,
lo mismo que nuestros reyes, jefes y antepasados, nos sentimos avergonzados
porque hemos pecado contra ti. 9 Pero de ti, Dios nuestro, es propio el ser
compasivo y perdonar. Nosotros nos hemos rebelado contra ti 10 y no te hemos
escuchado, Señor y Dios nuestro, ni hemos obedecido las enseñanzas que nos
diste por medio de tus siervos los profetas. 11 Todo Israel desobedeció tus
enseñanzas y se negó a obedecer tus órdenes; por eso han caído sobre
nosotros la maldición y el juramento que están escritos en la ley de Moisés, tu
siervo, porque hemos pecado contra ti. 12 Tú, al enviarnos una calamidad tan
grande, has cumplido la amenaza que nos hiciste a nosotros y a los que nos
gobernaron; pues jamás ha habido en el mundo nada comparable al castigo
que ha caído sobre Jerusalén. 13 Todo este mal ha venido sobre nosotros, tal
como está escrito en la ley de Moisés; pero nosotros no te hemos buscado,
Señor y Dios nuestro, ni hemos abandonado nuestras maldades, ni hemos
seguido tu verdad. 14 Por eso, Señor, has preparado este mal y lo has enviado
sobre nosotros; porque tú, Señor y Dios nuestro, eres justo en todo lo que
haces; pero nosotros no quisimos escucharte.
15
»”Señor y Dios nuestro, tú mostraste tu gran poder al sacar de Egipto a tu
pueblo, haciendo así famoso tu nombre desde aquellos días hasta hoy; pero
nosotros hemos pecado y hemos hecho lo malo. 16 Señor, sabemos que eres
bondadoso. Por favor, aparta de Jerusalén tu ira y furor, porque ella es tu
ciudad, tu monte santo. Toda la gente de las naciones vecinas se burla de
Jerusalén y de tu pueblo, por culpa de nuestros pecados y de los de nuestros
antepasados. 17 Dios nuestro, escucha la oración y las súplicas de este siervo
tuyo; por tu nombre, Señor, mira con amor la triste situación en que ha
quedado tu templo. 18 Atiende, Dios mío, y escucha; mira con atención nuestra
ruina y la de la ciudad donde se invoca tu nombre. No te hacemos nuestras
súplicas confiados en la rectitud de nuestra vida, sino en tu gran
compasión. 19 ¡Señor, Señor! ¡Escúchanos, perdónanos! ¡Atiéndenos, Señor, y
ven a ayudarnos! ¡Por ti mismo, Dios mío, y por tu ciudad y tu pueblo, que
invocan tu nombre, no tardes!”

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