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En primer lugar quisiera decir que me siento muy honrada por haber sido invitada a hablar

aquí en La Casa Encendida en Madrid, invitada por la Asociación de Mujeres


Guatemaltecas. Como he dicho en varias ocasiones desde que llegué a Madrid, mis dos
visitas anteriores a España fueron a Barcelona, que fue para estas fechas el año pasado,
precisamente, en el momento más álgido del movimiento independiente catalán, y antes
había ido a Bilbao, en el país Vasco, cuando Arnaldo Otegi seguía en la cárcel. Y de hecho,
intenté visitarle en la cárcel pero me negaron el permiso para visitarle. Le conocí en
persona una vez que fue liberado cuando vino a Barcelona hace un año y estuvimos
esperando– fue un 10 de octubre del 2017– y estábamos esperando el discurso de Carles
Puidgemont ante el Parlamento, en el momento que se declaró oficialmente la
independencia, pero luego se suspendió temporalmente. Quiero decir que aquí estoy de
nuevo en Madrid, en España, para hablar sobre otra crisis. La crisis del racismo en España.
Y la necesidad de encontrar un tipo de feminismo eficaz que sea capaz de hacer un análisis
y luchar contra el racismo. El tema de esta tarde –como ya sabéis– es que el feminismo debe
ser antirracista si desea responder a las demandas de nuestra época. Por eso quiero dar las
gracias a Mercedes Fernández, Directora de la Asociación de Mujeres de Guatemala, y
también a Lucía Casani, Directora de la Casa Encendida, que es donde nos reunimos esta
tarde, y también gracias a todos los que estáis aquí y en el resto de los auditorios.

Me siento muy contenta de participar en esta serie de conferencias sobre mujeres contra la
impunidad y quiero darles las gracias a todos por haber acudido aquí, porque con esa
presencia apoyáis el trabajo de las organizaciones.

Llegué a Madrid anteayer muy tarde por la noche y venía directamente de Estados Unidos
donde el racismo generado por los ataques antiinmigración tan virulentos que han
comenzado desde los niveles más altos del gobierno, donde los esfuerzos por poner fin a los
avances que hemos hecho durante tanto tiempo con todas las luchas contra la
discriminación de género, la lucha antirracista, etc, están dominando el campo político y
social, generando expresiones horribles de racismo contra los inmigrantes de Honduras,
Guatemala, México y otros países de Centroamérica. La Administración Trump –supongo
que tengo que mencionar su nombre qué remedio!, aunque no me gusta nada pronunciarlo,
me sienta fatal tener que decir su nombre–, la administración Trump ha aumentado el nivel
de discriminación anti-musulmana anti-islámica, anti raza negra, etcétera. Con lo cual, se
está reproduciendo el racismo a nivel ideológico al mismo tiempo que se fomenta el

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sexismo, la misoginia y la discriminación por género.

Muchas mujeres que intentan salir de Honduras, Guatemala y México viven con un miedo
real y quiero subrayar el miedo que sienten por la violencia de género. El feminismo
guatemalteco desarrolló una serie de movimientos muy importantes contra el feminicidio
desde Juárez a la ciudad de Guatemala. En Río de Janeiro, Marielle Franco –me pregunto
cuántos de vosotros conocen este nombre: Marielle Franco– representaba la esperanza
política en Brasil, pero fue asesinada el pasado mes de marzo porque hizo un llamamiento a
los brasileños progresistas para que apoyaran los movimientos feministas y negros de Brasil
luchando contra la transfobia, etc., y todas las lacras del capitalismo.

Las mujeres estamos adquiriendo, cada vez, un papel más importante en el mundo. Los
movimientos feministas están en primera línea en la mayor parte de las luchas por la justicia
social en todo el mundo hoy. Y los que representan el futuro de nuestros movimientos, que
abrazan el feminismo y que son antirracistas y anticapitalistas también. Desgraciadamente,
como han oído decir, no todos los feminismos tienen esta visión de la justicia; tienen una
visión muy distinta de lo que es justicia. Algunos de nosotros asumimos que el Feminismo
sigue siendo la expresión del deseo de un número relativamente pequeño de mujeres
blancas de clase media en lugares como Europa, Estados Unidos y donde más hay es en
Australia. Eso es lo que piensan algunos. Debo confesar que como joven activista solía
intentar distanciarme del feminismo. Incluso cuando fui atraída hacia el feminismo, me
negaba a hablar de ‘feminista’ refiriéndome a mí misma. El feminismo generalizado no lo
entendía porque, aun con todas las mujeres negras que estamos asociadas a un movimiento
feminista, lo cierto es que el feminismo es asociado siempre a rostros blancos. Y bueno,
tenía una visión demasiado simplista porque parecía que eran sólo mujeres con cierto nivel
adquisitivo y de color blanco y esto es lo que yo llamo el feminismo burgués. Hoy es lo que
llamamos el ‘feminismo de techo de cristal’. El feminismo que sólo se ocupa de un tema.
Feminismo que da por sentado que sólo aquellas mujeres que están arriba de la jerarquía,
sólo las que tienen que penetrar ese techo de cristal, son las que importan. Pero, ¿qué pasa
con las mujeres que están abajo de la jerarquía?, ¿qué pasa con esas mujeres preocupadas
por que se hunda el suelo bajo sus pies?

He pensado que podría empezar contando una historia bastante ilustrativa. Una vez que me
absolvieron en el año ‘72 –y supongo que conoceréis, o puede que no, sobre mi juicio, no se

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si conoceis mi juicio. Os diré que en el año 70 me acusaron de asesinato, secuestro y
conspiración. Fue el momento en que Richard Nixon era presidente de Estados Unidos y
Ronald Reagan era gobernador de California y Cuver era el director del FBI. Y, supongo,
fueron ellos los que pensaron que me iban a mandar a la cámara de gas. Pero, el caso es que
como resultado de un movimiento que ya existía en todo el planeta, incluida España, un
movimiento que exigía mi libertad, fui liberada. Fui absuelta en verano del año 72 e
inmediatamente después de que concluyera el juicio empezamos a trabajar en otros casos
de presos políticos. Uno de ellos era una joven que se llamaba Joan Little y esa es la historia
que quiero compartir con ustedes. Joan Little era una joven negra no muy política. De
hecho, la habían acusado de robo (de haber robado en una casa) –estamos hablando del
estado de Carolina del Norte. Fue detenida, la metieron en una cárcel que era de hombres
–principalmente porque en esa ciudad tan pequeña no tenían cárcel de mujeres.
Eventualmente la acusaron de haber asesinado a un guardia de la prisión. Parece ser que
ese guardia había entrado a su celda con un triturador de hielo diseñado para obligarla a
tener relaciones sexuales con él, para violarla. Joan cogió ese triturador de hielo, se lo quitó
al guardia y lo mató y por eso fue acusada de asesinato. Hicimos una gran campaña para
que la liberaran hablando de cómo los ataques sexuales formaban parte integral del aparato
de las cárceles, igual que lo fue durante la época de la esclavitud. Una prueba faltaba
durante el juicio y de hecho esto sirvió a los abogados. Hubo que organizar un movimiento
para su liberación. Pero, como digo, de pronto se perdió una prueba durante el juicio, que
era algo que pertenecía al guardia, «los pantalones». Se podrán imaginar que los pantalones
del guardia eran muy importantes porque ella le había hincado el triturador de hielo en las
piernas, y cuando finalmente aparecieron los pantalones, resultó que no había ningún
agujero, ¡qué casualidad! Claramente, se había quitado los pantalones cuando entró a la
celda. Fue un largo juicio. Eventualmente la encontraron inocente, fue declarada inocente.
Fue una victoria enorme en esa época –creedme. Hubo movimientos feministas emergentes
en el año ‘74, en un momento en el que hablamos del movimiento liberador de la mujer, a
veces también lo llamamos la segunda ola del movimiento feminista –la primera tuvo lugar
en los años 20–, muchas mujeres feminista se unieron a su causa porque después de todo
una mujer que había sido atacada sexualmente por un funcionario contratado por el estado.
Y eso fue algo muy importante.

Ahora bien, más o menos en la misma época, a un joven negro, un estudiante de teología
que había estado haciendo auto-stop, le acusaron de violar a una mujer blanca en el estado

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de Florida. Finalmente le liberaron. Simplemente era una persona que estaba en el lugar
equivocado en el momento inadecuado. Hay una larga historia del uso de esta acusación de
violación con fines racistas. Esto tiene que ver con la esclavitud y sobre todo con la época
posterior a la esclavitud también. Pensamos que podría ser importante que las mismas
personas que habían participado en el caso de Joan Little trabajaran en el caso de este chico
negro porque, al final, le habían acusado en forma fraudulenta de violación y ese es un
ejemplo de racismo igual que el hecho que un guardia de la cárcel atacara a Joan Little. Son
un ejemplo de las estructuras de racismo, cómo funcionan en el sector de las cárceles. El
movimiento feminista no quiso involucrarse en defender a un hombre que había sido
acusado de violación. Nosotros hicimos un gran esfuerzo para demostrar que el feminismo
–si queremos que el feminismo consiga algún tipo de justicia– debe ser justicia integral,
debe ser justicia para todos. Y hubiera sido muy importante que el movimiento feminista
asumiera el caso de este chico. Joan Little, en persona, hizo un llamamiento a la gente que
la había apoyado, para que apoyaran también a Tibbs.

La razón por la que menciono este caso en concreto que tuvo lugar en Estados Unidos a
principios de los años ‘70 es porque considero que si el movimiento feminista hubiera
luchado en este caso, y en otros casos similares, hubiéramos podido avanzar mucho más hoy
en día y conoceríamos mejor las interconexiones, las relaciones e intersecciones que hay
entre muchos campos. Hubiéramos avanzado más a la hora de entender las bases
estructurales del sexismo y de la misoginia. Pero creo que hoy en Estados Unidos mucha
gente entiende que las vidas negras son importantes, como eslogan feminista «Las vidas
negras son importantes» –es un eslogan feminista, porque lo interpretamos como que todas
las vidas de los negros son importantes, las vidas de los discapacitados, las vidas de los
transexuales, las vidas de todos los negros. Y sabemos que no podremos defender las vidas
de mujeres negras sin defender las vidas de cualquier mujer. El hablar en nombre de las
mujeres negras con discapacidades significa hablar de todas las personas discapacitadas. Si
hablamos de las mujeres transexuales blancas, estamos hablando de todas las transexuales.
La noción futura del feminismo entenderá, yo creo, que la vía más productiva para llevar a
ese ‘todos’ a ese carácter universal, es empezando por lo específico, lo concreto, lo
individual, alejándonos de la tiranía del universal y empezando por lo concreto, teniendo en
cuenta a aquellos que no representan lo universal.

Y ahora me gustaría dar otro ejemplo de Estados Unidos. A veces le pregunto al público en

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Estados Unidos cuándo empezaron a votar las mujeres y la gente que conoce la historia de
América tienen una respuesta y dicen, sin duda alguna, el año 1920. Y yo les pregunto: ¿de
verdad que las mujeres lograron un voto en el año 1920, o están hablando de que las
mujeres blancas, solamente, fueron las que consiguieron un voto en 1920? De hecho, la
mayoría de las mujeres negras no consiguieron el derecho al voto hasta la ley del año 1965.
Por eso yo sugiero que cuando se plantee esta pregunta (cuándo consiguieron las mujeres el
voto) deberíamos hablar de 1965 en el caso de Estados Unidos.

Pero sea como fuere, el feminismo –sobre todo los feminismos radicales progresistas del
futuro– tendrá que entender cuán importante es considerar los significados profundos
estructurales del sexismo y la misoginia ahora que experimentamos las secuelas del
colonialismo y la esclavitud. Bajo el dominio del capitalismo global se nos insta a pensar que
la historia no es importante, que solamente los que compiten en el mercado son
importantes, que solo los beneficios son importantes, que solo el próximo salto cuantitativo
es importante. Los ocho hombres más ricos del mundo –que son todos hombres, por
supuesto– son propietarios de más riqueza que el 50% de la población más pobre del
mundo, lo cual es obsceno, ¿verdad? Y seis de esos ocho hombres son estadounidenses.
¿Doy los nombres? Ya que muchos de vosotros tenéis un Iphone, y probablemente tendréis
un perfil en facebook y es posible que compren por Amazon, Jeff Bezos, de Amazon, es uno
de ellos. De hecho, es el hombre más rico del mundo. Mark Zuckerberg, Bill Gates, Larry
Ellison, Baffet, Michael Bloomberg. El hecho de que seis de los ocho hombres más ricos del
mundo sean de Norte América –bueno, uno de ellos es España, Amancio Ortega, que le
conocéis bien, de Zara. Y es interesante ver que el último de la lista es mexicano, Carlos
Slim. Es algo obsceno si te paras un momento y reflexionas sobre el hecho de que juntos
estos ocho hombres son propietarios de más de quinientos mil millones de dólares. Estamos
hablando de medio millón, imaginen, muchísimo dinero. Y si el dinero estuviera repartido de
forma más equitativa entre la población mundial, claramente conseguiríamos erradicar la
pobreza. Si se piensa que estos ocho hombres adquieren más de la mitad de la riqueza de la
población mundial, simplemente por su inteligencia en el mundo de los negocios, es así
como se ha desarrollado el capitalismo –lo que Marx llamaba “acumulación original de
capital” a través del colonialismo y a través de la esclavitud. Las poblaciones de color como
las llamamos en Estados Unidos, en todo el mundo, llevan la carga, soportan sobre sus
hombros la carga del capitalismo.

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El capitalismo siempre ha sido racista desde el principio. Siempre ha tenido un componente
racial. Y quizás deberíamos decir algo sobre España, ¿no pensáis que deberíamos hablar un
poco sobre España? Por eso hablamos de acumulación primitiva y de colonialismo. El
imperio español desempeñó un papel muy importante en la colonización de partes
importantes del planeta desde América, Las Filipinas, incluida Africa. Y el hecho de que
España siga siendo el segundo idioma más hablado del mundo, después del mandarín en
China, este hecho por sí solo demuestra el imperialismo español, es prueba el imperialismo
español. Pero no soy yo, una persona que vive en Estados Unidos, la que tiene que venir a
España a enseñaros sobre vuestra historia. Vosotros la conocéis mucho mejor que yo. Pero
sí soy consciente de que se dice que el racismo no es un problema grave en España. Hay
gente que lo dice. Puede que no lo digan así todos los que están aquí pero en otros lugares
hay gente que lo dice: que hay racismo en España.

Y todas esas afirmaciones me recuerdan que hay un libro que he leído recientemente,
escrito por una antropóloga holandesa, socióloga, que se llama Gloria Becker, y el título del
libro –que es un libro magnífico, se los recomiendo– es «Inocencia Blanca». En Holanda
hablé hace poco sobre el libro y dije ‘culpa blanca’ en lugar de inocencia blanca, me
equivoqué, fue un tras pié. Habla de las paradojas del racismo y del colonialismo. Aunque
ella, esta autora, habla de la situación concreta de Holanda, sus observaciones se pueden
aplicar de forma más generalizada. Y así es como expresa ella el sentimiento de muchas
personas blancas de Holanda. Cito textualmente del libro «Somos una nación pequeña,
inocente. Somos antirracistas de manera inherente lo que es más, no tenemos malas
intenciones». Bueno, todo el mundo sabe que Holanda siempre ha sido un país tolerante
antirracista, pero ahora hay un movimiento masivo muy importante que está surgiendo
entre los jóvenes contra las expresiones de racismo en Holanda. Esta autora subraya que
este sentido de inocencia nacional se genera en una sociedad y de nuevo cito textualmente:
«una sociedad que ha conseguido convencerse a sí misma que 400 años de colonialismo de
forma milagrosa no ha dejado ninguna traza de racismo, ni en la cultura, ni en la historia, ni
en el idioma, ni en la representaciones del yo, ni tampoco a nivel institucional».

Aquí, en España, la historia reprimida del colonialismo ha vuelto con mucha fuerza. Grandes
números de personas de África, de Oriente Medio y de Latinoamérica, están llegando a
Europa y concretamente a España debido a problemas económicos, militares y otros tipos
de violencia. Y simplemente, lo único que hacen es arriesgarse a pesar del alto riesgo para

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lograr una vida mejor. Como alguien dijo, –alguien a quién conocí en Francia en Nantes un
inmigrante de África y él me dijo que el Mediterráneo era un cementerio africano,
recapitulando aquella época en la que grandes números de africanos eran transportados
para ser sometidos a la esclavitud en Norteamérica y muchos de ellos murieron en el océano
Atlántico. El Atlántico, históricamente hablando, se había considerado siempre un
cementerio africano. Y ahora resulta que el cementerio es el Mediterráneo. Deberíamos
preguntarnos todos cómo puede haber tal falta de sensibilidad hacia los inmigrantes, hacia
personas de países que han estado sometidos a todo tipo de explotaciones para garantizar la
riqueza de Europa y de Estados Unidos. Y por supuesto, como dije antes, hace poco he
venido de Estados Unidos donde Donald Trump, –es la segunda vez que menciono su
nombre, ¡vaya!– está utilizando la caravana desde Honduras a través de Guatemala y
México como pretexto para sacar a la luz el peor sentimiento racista. Tenemos elecciones
dentro de pocos días en Estados Unidos, o sea que, por supuesto, que hay un motivo político
para que yo haga ese tipo de comentarios.

Cada vez que he venido a España en los últimos … quizás desde mediados de los ‘70, he
mencionado que recuerdo, cuando era estudiante en Alemania, recuerdo haber
experimentado racismo a la hora de buscar un alojamiento. Me decían una y otra vez: “no,
no alquilamos a extranjeros” (lo decían en alemán). Pero, ¿quiénes eran los extranjeros en
ese momento? Estamos hablando de los mediados de los ‘60, yo estudiaba en Alemania
(estudié entre los años ‘65 y ’67), y ¿quiénes eran los extranjeros? Los españoles, los
trabajadores españoles. Alemania tenía un programa de trabajadores y eran los españoles
los que eran sometidos a todo tipo de discriminación y de racismo. Yo me sentía muy
solidaria con los españoles en esa época. Pero bueno, aquí estamos, ¿hace cuántos años? Se
me olvida la cuenta. Estamos hablando de hace 50 años… no, más de 50. ¡Qué digo!! Más de
50 años porque hablé del año ’65. Es que hablar de 1965 suena hace mucho tiempo. Aquí
estamos, más de 50 años después, y son las personas de África, Oriente Medio,
Latinoamérica los que están encerrados en centros de detención aquí en España más de las
72 hs que constituyen el límite que puedes detener a una persona acusada de algún crimen
o delito.

Tengo entendido que España retiene ahora un 46% de todas las llegadas de inmigrantes.
Inmigrantes que vienen por el mar. Y este mes, en octubre, hablamos de 370 inmigrantes
que llegan cada día a España por mar. ¿Por qué no podemos entender que estamos

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hablando de las secuelas del colonialismo?, ¿que esto constituye las secuelas del
colonialismo y de la esclavitud? La detención de inmigrantes y los centros que se han creado
con ayuda de corporaciones privadas, –tengo entendido que en España la privatización de
estos centros para inmigrantes no está permitida pero servicios como sanidad, etc. son
subcontratados a empresas privadas– por lo tanto, sigue habiendo una conexión con el
mercado. No sé si sabéis que, en Estados Unidos, el sector más rentable de los complejos
industriales carceleros –como los llamamos nosotros– son, precisamente, la detención de
inmigrantes. No voy a tener tiempo para explicar lo importante que es este sector, esta
industria, la industria de las cárceles en Estados Unidos. Estados Unidos tiene un 25% de la
población prisionera del mundo. Un porcentaje muy alto de la población general. Y lo que es
más revelador, casi una tercera parte de todas las mujeres de todo el planeta que están en
la cárcel, está en una cárcel americana. Y esto nos habla de la importancia de estas luchas
contra los complejos carceleros en Estados Unidos. El sector más rentable de la industria
carcelera es precisamente la detención de inmigrantes. E incluso, aunque hay llamamientos
para reducir la población encarcelada, aunque la derecha ha hablado contra la
encarcelación masiva –lo cual es interesante, por cierto, porque no intenta poner fin a las
condiciones indispensables para utilizar las cárceles como un lugar donde depositar a las
personas que han llegado ahí por el desarrollo del capitalismo, simplemente lo que quieren
es evitar dedicar tantos fondos del gobierno a esas instituciones, a estas cárceles–, por eso
están pensando en otras formas de castigo: uso de pulseras en el tobillo y ese tipo de cosas.
Pero, en cualquier caso, lo que intento decir es que la industria privada de las cárceles está
floreciendo con la represión de los inmigrantes.

Y ahora, el resto de mi conferencia quería dedicarlo a hablar lo que llamamos el feminismo


de abolición. Siempre soy consciente cuando vengo a Europa que tengo que tener mucho
cuidado porque ‘abolición’, ‘feminismo de abolición’, el juntar esas dos palabras puede
hacer referencia a aquellos feministas que lo que quieren es que se abola la prostitución.
Hay gente que piensa así. No es a eso a lo que me refiero porque, realmente, yo creo en el
derecho que tienen las trabajadoras sexuales de organizarse. Me refiero a la abolición de las
cárceles. Me refiero a abolir la policía. Todo eso ser la tradición de la abolición de la
esclavitud en el siglo XIX.

El feminismo de abolición es aquel que es antirracista y anticapitalista. Es un


feminismo que reconoce que el peso de la historia… que lo que hay que hacer es poner fin a

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las estructuras responsables del sexismo y de la misoginia. Hablo de un feminismo que
reconoce que el esfuerzo para tener cárceles mejores, con frecuencia ha llevado a una
mayor permanencia de este tipo de cárceles, así como para que las cárceles se conviertan
en un elemento cotidiano desde la Palestina ocupada hasta Estados Unidos. Y, de hecho, en
Estados Unidos hemos aprendido mucho de la resistencia palestina, de sus intelectuales y
activistas. No estoy segura sobre hasta qué punto el movimiento palestino tiene apoyo
popular aquí en España. Yo creo que en todo el mundo tenemos que dar las gracias al
pueblo palestino por no haber tirado la toalla. Por luchar por la justicia década tras, década.
Incluso, aunque Estados Unidos –el mayor aliado es Israel– intenta que todo el mundo esté
en su contra. Así es que muchas gracias si participáis a favor del movimiento por la justicia
en Palestina desde Madrid. Si no lo estáis haciendo, sería bueno hablar con la persona que
lleva la bandera de Palestina y ya nos contará sobre cómo participar.

El feminismo no es una categoría unitaria, por lo tanto, en Estados Unidos solemos


utilizar el término ‘feminismo de abolición’ para distinguir entre nuestras ideas y estrategias
políticas, distinguirlas de aquellos que hablan del feminismo de encarcelación, un feminismo
que depende de la violencia en las cárceles para mantenerse en el mundo. Y esto incluye
–aunque suene extraño– un sentido de seguridad cuando se habla de violencia de género.
Aquellos que creen que la solución a la violencia de género es simplemente enviar a la
cárcel a los delincuentes, no tienen en cuenta el hecho de que la violencia no va a curar la
violencia sino más bien va a llevar a la reproducción y proliferación de la violencia. Y de
hecho, esto hace que se promueva ese proyecto racista que es la encarcelación masiva.
Hace muchos años –sigo volviendo al tema–, a principios de los ’70, hace casi 50 años,
cuando hicimos el llamamiento para que se abolieran las cárceles, hubo algunos que,
precisamente en el momento en que acabábamos de tener éxito y habíamos conseguido que
la violencia doméstica y los ataques sexuales fueran reconocidos como delitos… estábamos
intentando la abolición de un sistema que hacía que evadieran el tener que rendir cuentas
los hombres que atacaban sexualmente a las mujeres…

He preparado varios apuntes para esta conferencia, intentaré resumir un poco. ¿Podemos
ver un mundo, pensar en un mundo en el que la violencia contra las mujeres no sea la forma
más pandémica de violencia en el planeta? El feminismo de encarcelación, con la
construcción de cárceles no sólo en Estados Unidos sino también en Europa y todo el
mundo, lo que hace es fomentar el racismo estructural que podemos ver de forma dramática

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en las cárceles donde hay un número desproporcionado de latinos negros indígenas. Si
buscamos nuevos modos de transformación y de rendición de cuentas cuando hablamos de
violencia de género y de otros tipos de daños en general, no podemos estar satisfechos con
las estructuras sociales y políticas que promueven el racismo, el sexismo, la misoginia y la
pobreza. Las mujeres no pueden simplemente aspirar a ocupar el lugar de los
hombres, más bien deberíamos aspirar a ser una transformación radical. Si
simplemente queremos convertirnos en lo que los hombres blancos eran en el pasado, nos
limitaremos a replicar las estructuras que perpetúan la violencia contra la que queremos
luchar. Si no nos enfrentamos a esas estructuras, si no cuestionamos el significado de las
jerarquías del poder, se podría decir que las mujeres simplemente luchan por el derecho de
ser tan violentas como los hombres, lo cual sería horrible, ¿no? Y quiero decir que utilizo
estas categorías de género como si esta división binaria siguiera estando intacta. Utilizo ‘las
mujeres’ desde el significado más amplio de la palabra y eso incluye a las mujeres
transexuales. Lo que intento decir es que no podemos simplemente pedir la igualdad de las
mujeres en instituciones que no cambian, por ejemplo, pedir igualdad en el contexto militar,
permitiendo que los militares sigan actuando de la misma manera, como diciendo que las
mujeres y los hombres homosexuales quieren hacer la guerra como la hacían los hombres
del pasado. Eso no tiene sentido. Y cuando hablamos de igualdad en el matrimonio para las
comunidades LGTB, tenemos que pensar en la institución del matrimonio que se basa en
nociones capitalistas de herencia, de riqueza, y que además promueve esa violencia a la que
nos oponemos cuando nos enfrentamos a la violencia de género. La violencia racista no es
una consecuencia de un racismo creciente, tampoco la violencia de género es algo que sea
sólo debido a hombres malos que matan a sus mujeres. No, es consecuencia de lo que ha
ocurrido en la historia. Personas blancas prominentes –y no tanto– intentan continuar con el
racismo y el sexismo y lo mismo ocurre con los negros. Cuando un policía negro mata a un
joven, estamos hablando de la violencia que hay en el aparato de la policía y muchos
hombres atacan sexualmente y acosan sexualmente pero también lo hacen algunas mujeres.
Ahora, si nos centramos únicamente en los individuos, el racismo y la misoginia siguen
perpetuándose gracias a los aparatos y a las estructuras que tenemos.

Por lo tanto yo creo que ha llegado la hora de empezar este proceso largo y difícil de darnos
cuenta de cuál es el papel de las instituciones, los aparatos las estructuras, de la larga vida
de la transfobia, el racismo, el sexismo, la misoginia, etc. Las mujeres se han levantado en
todo el mundo. Ampliemos esta conciencia sobre la dimensión estructural e institucional de

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la represión sexual y racista. Intentemos utilizar nuestra imaginación y hagamos preguntas
que no tengan tanto que ver con cómo erradicar el sexismo, la explotación económica y el
racismo de nuestras sociedades actuales, sino más bien qué tipo de sociedad no florecerá
basándose en una violencia sistemática contra el ser humano, los animales y el medio
ambiente. ¿Cómo sería? ¿Qué hace falta para tener una sociedad donde todos nos sintamos
parte de ella, realmente que formemos parte de esa sociedad?

Angela Davis es filósofa, reside en Estados Unidos.

Reconocida activista por los derechos civiles, miembro del Partido de las Panteras Negras
(Black Panther Party) y profesora del departamento de Historia de la Conciencia en la
Universidad de California. Es una de las referentes mundiales, ícono del movimiento de
liberación negro, y de la lucha feminista antirracista, LGBT y por los derechos humanos. En
2006 fue galardonada con el Premio Thomas Merton, en reconocimiento a su lucha por la
justicia, y en 2014 recibió el título de doctora honoris causa de la Universidad de Nanterre,
Francia.

* Desgrabación de la conferencia brindada por Ángela Davis en Madrid, en La casa


encendida, en octubre de 2018. https://www.youtube.com/watch?v=OvaItIe_EDo

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