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El fundamento político y teológico de la libertad

Introducción
Cuando yo compartí con mi hija algunas de mis ideas con respecto a ese tema su respuesta
fue “Así usted va a molestar a mucha gente.” Quizá hay algo en la política que hacer
manifestar la dimensión inconformista de mi personalidad, la parte que le gusta llevar la
contraria. Mi intención en esa noche es molestar igualmente a los de la derecha y los de la
izquierda y espero tener éxito en eso.
A los periodistas y los filósofos les gusta citar Juan 10:32 “y conocerán la verdad, y la verdad
los hará libres.” Uno podría preguntar, ¿qué verdad? ¿La verdad comprada con los dólares de
Montesinos? ¿La verdad manufacturada por los algoritmos inescrutables de Google y
Facebook? Desafortunadamente, se olvidan de citar el verso 36 sin la cual el verso 32 no hace
sentido. “Así que si el Hijo los liberta, serán verdaderamente libres.”
En nuestra ponencia vamos a reflexionar sobre la crisis contemporánea de la libertad. Vamos
a explorar algunas causas de esas crisis y percibir como cristianos, al adoptaren conceptos
seculares, mundanos de libertad, terminan por caer en la cárcel. Terminaremos por indicar
algunos aportes teológicos sobre ese tema de la libertad.

Tres viñetas
La crisis contemporánea de la libertad es ilustrada por tres viñetas. Dos son sacadas del
contexto peruano, el último del contexto global.
Empezamos en nuestro contexto peruano. Tenemos el surrealismo de partidarios de la
candidata derrotada en la elección, negar los resultados legítimos de una elección
democrática, en nombre de la democracia. Afirman que eso es defender el voto, pero quizá es
la defensa de la antigua ideología que algunos votos tienen más valor que otros. Usan la
violencia, abogan medidas anticonstitucionales, pero todo eso, nos afirman, es en defensa de
la libertad. Creo que hay algo irónico del apellido Fujimori estar asociado a la defensa de la
libertad, pero eso es otra cuestión.
Sin embargo, del otro lado, tenemos el partido ganador se identificando como marxista y
leninista. Ahora, donde se ha intentado aplicar la interpretación Leninista de Karl Marx, el
legado ha sido la muerte, la miseria, la opresión y la negación de los derechos humanos. La
evidencia de eso es que el muro de Berlín fue construido para evitar que la gente saliera de la
Alemana Oriental, no para evitar la entrada de gente. Se ha hecho barbaridades en nombre del
marxismo y del leninismo, todo eso, en favor de la libertad.
Ahora, si no molesté a todos con eses dos ejemplos, mi próximo ejemplo, si molestará a
todos. Porque todos observamos esa situación con nuestros teléfonos conectados a la internet,
compartiendo nuestras opiniones y posiciones en las redes sociales. En el siglo 18 el filósofo
inglés Jeremy Bentham, propuso el panóptico, que sería el modelo ideal de la cárcel. En ese
modelo los guardias estarían en una torre central, y las celdas de los prisioneros estarían en
un círculo alrededor de la torre. Eso permitiría a los guardias observar a todos los prisioneros
de manera permanente. Para Bentham la sensación de vigilancia continua sería el suficiente
para garantizar la obediencia de los prisioneros, y bajar los costos. Bentham percibió que la
cárcel más eficaz es la vigilancia continua.
El panóptico existe hoy en día, y se llama redes sociales. Hoy en día las personas se quedan
permanentemente sobre observación, por intermedio de sus cuentas de Facebook, Twitter,
Instagram,TikTok, y otras cosas. Muchos jóvenes pasan todo el día sobre observación, hay
casos en que ni cuando duermen eso para, ya que sus dispositivos continúan enviando datos
personales, como su ubicación y los latidos del corazón a Google u otra empresa. No hay ni
necesidad de guardias, porque todos somos guardias unos de los otros con nuestros
comentarios y likes. Aún más, damos a nuestros encarceladores nuestros datos personales,
para que ellos pueden determinar a qué tipo de información tendremos acceso, y a ese
dominio llaman de “personalizar.” Trocamos nuestra libertad por la conveniencia y vemos a
esas empresas aumentar su poder, sin transparencia, sin rendición de cuentas. Irónicamente,
llamamos a esa esclavitud de libertad. Somos prisioneros que entramos en la cárcel de
manera voluntaria. Es interesante que en el panóptico de Bentham el monitoreo de los
prisioneros no necesitaba ser constante, solamente era necesario crear la ilusión de la
vigilancia permanente.1 Sin embargo, nosotros nos sometemos al monitoreo continuo de las
empresas de tecnología, ¡somos más prisioneros que los prisioneros de Bentham!
La crisis contemporánea de la libertad es consecuencia de la libertad no tener ningún
significado concreto en la modernidad. Libertad es un concepto sin contenido. Como libertad
no significa nada, puede entonces significar cualquier cosa para cualquier persona. El
concepto de libertad puede ser apropiado por seguidores de Fujimori y de Castillo. Puede ser
usado para justificar no ponerse mascarilla ni vacunarse, o para hacer una cirugía para
cambiar de sexo. Puede ser usado por Stalin para justificar el asesinato de millones de
campesinos, y ser usado para justificar descriminalizar el uso de la marijuana.

Tres problemas
¿Por qué la libertad es un concepto sin contenido? ¿Por qué la defensa de la libertad lleva a
tanta violencia? En parte eso es consecuencia de buscar fundamentos puramente políticos de
la libertad.
El problema inicia en las raíces violentas del liberalismo y los conceptos modernos de
libertad. La definición moderna y liberal de la libertad es generalmente negativa. Un ejemplo
de eso está en la definición ofrecida por Gónzalo García Núñez en una columna reciente en
La República:
“consiste, en esencia, en poder hacer cualquier cosa que no perjudique a los demás.
Independencia y autonomía. Por tanto, es el ejercicio liberal de los derechos naturales que no
tiene otro límite que el que garantiza el goce de estos mismos derechos a los demás.”2
Hay dos problemas acá. El primero es la falta de cualquier visión positiva para el ejercicio de
la libertad. El segundo es que define la libertad exclusivamente de manera individual, y
presenta al otro como una amenaza a mi libertad. En la definición de García Núñez mi
libertad, y la libertad del prójimo están en competencia, mi libertad necesita ser limitada para
no afectar la de mi prójimo y viceversa. De la competencia hasta la violencia es un pequeño
paso.
En la columna García Núñez se presenta como admirador de la revolución francesa. Quizá no
es coincidencia que la revolución francesa tuvo tanto el lema “Libertad, Igualdad y
1
Ver M. Borosovíc, ‘Introduction’ en J. Bentham, The Panoptican Writings (London: Verso, 1995), pp. 15–17.
2
G. García Nunez, ‘El Despertar de la Libertad’, La República 16/07/2021.
Fraternidad”, como también uno de los peores regímenes de terror de su era. Un régimen tan
terrible que mismo el arquitecto de violencia Robespierre, se quedó victima de la guillotina.
Cómo muchos intelectuales latinoamericanos son franceses frustrados, es común exaltar el
slogan de la revolución francesa, e intentar u ocultar la violencia o intentar justificarlo como
un mal necesario.
A muchos de eses intelectuales les gusta contar un cuento en la cual en el pasado la violencia
fue causada por la religión, pero la humanidad progresivamente elimina eso bajo la luz de la
razón. Para tales historiadores la llave para evitar el peor de la violencia política es evitar la
expresión pública de la fe religiosa. William Cavanaugh llama a eso del “mito de la violencia
religiosa”, un mito no solamente porque es falso, sino porque es usado para justificar otro
tipo de violencia, la violencia del estado.3 Si, como Max Weber afirma, el estado es
caracterizado por el monopolio de la violencia en una región geográfica, entonces esa
violencia necesita justificarse.4 La violencia del estado es presentada como racional, eficaz,
eficiente y necesaria, en contraste con una supuesta violencia religiosa que sería irracional,
ineficaz y desnecesaria.
Por eso, probablemente no hay ningún concepto más genocida y asesino como el concepto
moderno de la libertad. En nombre de la libertad se justificó el proyecto colonial europeo,
trayendo muerte y destrucción. En nombre de la libertad se lucharon dos guerras mundiales y
se explotaron bombas atómicas en Hiroshima y Nagasaki. En nombre de la libertad Stalin
sentenció a la muerte millones de rusos, y millones de chinos murieron en la revolución
cultural de Mao Zedong. En nombre de la libertad los senderistas crearon su culto a Abimael
Guzmán, e intentaron ahogar Perú en un mar de sangre. La estrada moderna de la libertad es
pavimentada con los huesos de sus víctimas.
He mencionado un poco a Karl Marx. Algunos creen que el problema moderno es la
influencia de Marx. No pienso así. El problema moderno es la influencia de otro filósofo
alemán: Nietzsche. Podemos decir que el problema actual es que los pensadores seculares
son, aunque no reconocen, seguidores de Nietzsche. Nietzsche vio con más clareza que todos
sus contemporáneos, que la “muerte de Dios”, el fin de cualquier principio transcendente,
significaba que no se podría fundamentar los valores morales y éticos. Principios como amor,
justicia, libertad y otros no tendrían entonces contenido o significado. Quizá la mayoría no
seguiría a Nietzsche en afirmar que los valores morales son mecanismos por las cuales los
más flacos atan a los fuertes, pero esa falta de fundamento para valores morales es casi
axiomática para pensadores no cristianos.5
Por eso, como Alasdair McIntyre indica, la genta termina por ser seguidor del emotivismo de
Charles Stevenson. Si no hay fundamento transcendente para valores morales y éticos
entonces palabras como “amor”, “justicia”, “libertad” y otros no tienen significado concreto.
Son apenas maneras de expresar como yo, y personas como yo nos sentimos con relación a
cierto tema.6 No existe más “libertad” lo que existe es lo que yo y personas como yo sentimos

3
W. Cavanaugh, The Myth of Religious Violence: Secular ideology and the roots of Modern Violence, Oxford:
Oxford University Press, 2009.
4
Ver discusión en J. Fulcher y j. Scott, Introducing Sociology, 4a edición (Oxford: Oxford University Press,
2011), p. 599.
5
Ver por ejemplo F. Nietzsche, On the genealogy of morality, Cambridge: Cambridge University Press, 2006.
6
A. McIntyre, After Virtue: A study in moral theory, Third Edition (Notre Dame: University of Notre Dame
Press, 2007), pp. 1–35.
sobre la “libertad”. Richard Rorty quizá creía que era posible pragmáticamente fundamentar
una sociedad democrática bajo ese minimalismo, 7 pero la evidencia contemporánea sugiere el
contrario, porque no hay más como debatir entre visiones alternativas de libertad.
Eso es uno de los motivos de la polarización contemporánea. Cuando Keiko viene con su
visión excéntrica de la libertad, y Perú Libre con su visión también excéntrica, no hay como
dialogar, decidir entre los dos, entonces nos queda la agresividad y la violencia. Eso está en la
raíz de la “cancel culture” el deseo de cancelar personas en la internet. Si yo no puedo
razonar con mi adversario, si no existe algún principio por la cual podemos decidir entre
posiciones diferentes, entonces me queda gritar más alto que él, buscar cancelar su cuenta en
el twitter, Facebook, que no se publiquen sus libros, etc…

Tres cárceles
Ahora, si no hay ninguna definición contemporánea positiva de libertad, sino hay como
decidir entre propuestas alternativas con relación a la libertad, ¿qué pasa cuando adoptamos,
como cristianos, definiciones políticas, seculares de la libertad? Brevemente, lo que pasa es la
cárcel. Podemos apuntar a tres cárceles contemporáneas.
La primera cárcel es la cárcel mercadológica. Desde el inicio de la era moderna muchos
economistas se han quedados fascinados por lo que Adam Smith denominó “la mano
invisible del mercado”. Aunque Smith reconocía la necesidad de controlar esa mano, para
muchos de sus seguidores la verdadera libertad es la plena libertad del mercado. 8 El
economista católico Michael Novak intentó abogar un matrimonio entre capitalismo
neoliberal y el cristianismo, 9 pero la verdad es que donde domina el neoliberalismo, el
mercado sustituye a Dios. El mercado pasa a ser considerado omnipotente y omnipresente,
cuyas decisiones no pueden ser cuestionadas. Por eso para Fukuyama el liberalismo
democrático sería el fin de la historia,10 ya que no hay como mejorar, y para Milton
Friedmann, desear alterar las decisiones del mercado seria inmoral ya que la responsabilidad
social de una empresa consiste solamente “en aumentar sus ganancias.”11 En otras palabras,
los neoliberales conocen a su dios, el mercado, y lo sirven con todo su corazón, con toda su
alma, con toda su fuerza y con toda su mente.
Aunque esa ideología es idólatra, hay cristianos que han se quedado intoxicados por ella. Hay
cristianos en Estados Unidos que consideran que un verdadero cristiano tiene que votar en el
Partido Republicano, tiene que ser seguidor del adúltero en serie, Donald Trump. El
verdadero evangelio pasa a ser reducido a una mera herramienta de movilización política. La
teología de la prosperidad dobla sus rodillas delante del ídolo del mercado y hace del único y
verdadero Dios un proveedor de bienes de consumos para los que están con sus pagos, u
ofrendas, en día. La gente piensa que se convierte, pero en la verdad continua aún más
esclavo de su pecado y su codicia.

7
R. Rorty, Truth and Progress: Philosophical Papers.
8
B. Walraevens, ‘Inequality and economics: let´s go back to Adam Smith’, OUPblog
https://blog.oup.com/2021/06/inequality-and-economics-lets-go-back-to-adam-smith/?
utm_source=feedblitz&utm_medium=FeedBlitzRss&utm_campaign=oupblog.
9
M. Novak, Raíces evangélicas del capitalismo democrático (San José: Libro Libre, 1989), p. 31 y M. Novak,
El espíritu del capitalismo democrático (Buenos Aires: Tres tiempos, 1983), pp. 11–12.
10
F. Fukuyama, El fin de la historia y el último hombre, Planeta, 1992.
11
M. Friedman, ‘A Friedman doctrine: the social responsibility of business is to increase its profits’, New York
Times 13/09/1070, p. 17.
La segunda cárcel es la cárcel revolucionaria. Son los cristianos que creen que, si logramos
reemplazar el sistema actual por un sistema socialista, entonces el reino vendrá. En la
teología de la liberación es común hablar de la mediación de las ciencias sociales. 12 Lo que
eso significa es que no es suficiente interpretar a la Biblia e intentar aplicarla en el presente,
es necesario leer la Biblia a partir de una determinada perspectiva sociológica, generalmente
una perspectiva ofrecida por autores marxistas. En la práctica lo que pasa es que esa lectura
sociológica pasa a ser el filtro por la cual la Biblia es interpretada. Lo que hay en la Biblia
que apoya a la ideología política es aprovechada, el demás es descartado. Y mientras las
calamidades se multiplican en Nicaragua, Cuba, Venezuela y Corea del Norte, eses teólogos
continúan esperando la utopía de la llegada del socialismo.
La tercera cárcel es la cárcel identitaria. Hay mucha preocupación entre algunos cristianos
con una supuesta “ideología de género.” Sin embargo, el peligro principal que vemos en esas
diferentes perspectivas está en su actitud cuanto, a la identidad humana, su reavivamiento del
gnosticismo. En esa visión, el verdadero “yo” existe dentro de mí, independiente de mis
relaciones familiares, mis lazos comunitarios y mi cuerpo físico. Por eso, si un cuerpo
masculino es un obstáculo para una supuesta identidad femenina, entonces ese cuerpo
necesita ser medicado, torturado y mutilado hasta conformarse. Si un matrimonio pasa a ser
un obstáculo para mi realización personal, entonces debe ser disuelto. El gran objetivo es ser
fiel a si mismo, tema de la mayoría de las películas y series contemporáneas. Especialmente
en Europa vemos una tendencia de buscar un matrimonio entre fe cristiana y gnosticismo,
algo que fue desastroso en el inicio de la historia del cristianismo, y nuevamente todo lo que
en la Biblia no apoya a un proyecto de realización personal debe ser echado.

Tres principios Cristianos


¿Qué hacer, cuando el mundo no nos ofrece ninguna definición positiva de libertad? ¿Qué
hacer, cuando ni es posible tener un debate razonable sobre lo que es la libertad? Peor, vemos
que algunos cristianos creen que el mercado va a traer libertad, otros cristianos creen que el
socialismo es la verdadera libertad, y aún otros creen que la libertad es algo que uno descubre
dentro de sí mismo. En esa noche, creo ser posible aportar tres principios importantes.
Primero, para ser libre es necesario conocer su cautiverio. El problema con la concepción
moderna de la libertad es que es una libertad de la interferencia ajena en la vida del individuo.
Sin embargo, en las Escrituras nosotros somos cautivos del pecado, y por consecuencia
cautivos de Satanás y los principados y potestades que gobiernan en ese siglo. Así la libertad
del mercado no trae libertad, ya que la mano del mercado es direccionada por las decisiones
de seres pecadores, y afectada por principados y potestades. Por ese motivo, el neoliberalismo
nos ha llevado a la borda del caos, con los peligros devastadores del cambio climático.
Igualmente, la búsqueda del socialismo no trae la libertad, porque el estado es gobernado por
seres humanos pecadores, bajo la influencia de los principados y potestades. Por eso, el viaje
hacia adentro de los movimientos de identidad no trae libertad, ya que dentro de cada
persona, sea hetero, homo, transexual u otra cosa, vive un ser humano pecador, cautivo del
imperio del mal.

12
Ver por ejemplo la discusión en R. Fernandes Sanchez, ‘Integral Mission Theology as a Latin Amercian
Evangelical Theology’ en D. Clark (ed.), Building on Integral Mission: Fresh Theological Voices from Latin
America, Oxford: Regnum Press, a publicar.
Sin embargo, no basta ser libre de alguna cosa, es necesario ser libre para algo. Por ese
motivo la libertad negativa del liberalismo moderno nos ha llevado hacia la bancarrota moral
y la crisis ambiental. Para que un ser humano sea libre, es necesario tener un propósito en su
vida. Por eso, cuando Dios saca a Israel del Egipto, no es solamente para escapar de la
esclavitud, sino también para servir a Dios, viviendo en la tierra prometida como un reino de
sacerdotes. Por eso, los cristianos somos libres, pero no es para hacer lo que queremos, eso es
esclavitud, eso es vivir dominado por el pecado. Somos libres, para andar por el Espíritu, para
hacer la voluntad del Señor. Por eso Pablo instruye a los cristianos, “no usen la libertad como
pretexto para pecar; más bien, sírvanse los unos a los otros por amor.” Así no hay
competencia entre mi libertad y la libertad de mi prójimo. Yo no necesito me sentir
amenazado por la libertad de mi hermano, ya que mi libertad me es dada para servir a los
otros.
Por eso, para ser libre es necesario Jesucristo. Solamente en Cristo hay la libertad de la
esclavitud del pecado y del dominio de Satanás. En Jesucristo uno es libre del miedo de la
muerte por la promesa de la vida eterna. En Jesucristo nuestra libertad viene con un
propósito, hacer la voluntad de Dios, y recibimos el don del Espíritu Santo. Por eso, en eses
días, lo que el mundo necesita es que la iglesia sea la iglesia. Que en medio de las falsas
definiciones de libertad que circulan en el mundo, que proclamemos que uno solamente es
libre cuando es libre del pecado y de los principados y potestades para hacer la voluntad de
Dios en el Espíritu Santo. Que uno solamente es libre cuando conoce a Jesucristo como su
Señor y Salvador.
Conclusión
Entonces concluimos que el fundamento político y teológico de la libertad se resume en una
frase: “Así que si el Hijo los liberta, serán verdaderamente libres.”
¡Viva el Perú! ¡Y que el Perú viva en Jesucristo!

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