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Estética

Aníbal Altamirano H

ARTE-ESTÉTICA Y ARQUITECTURA

Una obra de arte debe tener en cuenta dos aspectos


Un crítico de arte británico.
importantes: sensibilidad estética y emoción
Uno de los defensores más estética.
destacados del formalismo en la
estética.

Defensor clave de la afirmación de que el valor El arte nos transporta al mundo de la actividad humana
del arte reside en su capacidad para producir en el mundo de la exaltación estética.
experiencia estética distintiva en el espectador.
Las artes plásticas. Lo que puede ser un sistema debe tener la
experiencia estética o la emoción.

Fue
Ideas “La distinción entre la forma y el color es un irreal, no
se puede concebir una forma sin forma de los colores”

El gran valor del arte residirá en su capacidad


para crear una experiencia que es distinta del
Clive Bell Sus conceptos estéticos más espectador y venido a llamar a esta
importantes fueron publicados en experiencia “emoción estética”
1881 - 1964 el libro Art de 1914 y en Since
Cézanne de 1922. En el cual promovió
su teoría denominada con el término 
"significant form", que describe la
calidad distintiva de las obras de arte a
En 1902 recibió una beca Conde de otros objetos.
Derby a estudiar a Paris, donde se
originó el interés por el arte.

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Arquitecto más famoso de la historia

Su revolución de la arquitectura y de las


artes plásticas sienta las bases del arte
actual y futuro. Combina matemática, filosofía, arte…

Tenía un sentido innato de la geometría y el


volumen, así como una gran capacidad
imaginativa que le permitía proyectar La arqu itectura
mentalmente la mayoría de sus obras antes de
pasarlos a planos. La religión

Anton Gaudi Está marcada por las que fueron sus


La naturaleza
1852 - 1926 Su obra cuatro grandes pasiones en la vida:

El amor a Cataluña
Es una búsqueda de la perfección del arte,
de la perfección personal y de la
“Para hacer las cosas bien es necesario: perfección de la sociedad humana.
primero el amor, segundo la técnica”

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ACTUALIDAD DE LA ONTOLOGÍA ESTÉTICA 1

Cuentan las crónicas que el pasado siglo XX nacía envuelto en promesas de progreso; nacen la ciencia en
la incuestionalidad de su método y las previsiones de bienestar que la técnica auguraba para el ser
humano; parecía por aquel entonces no tener límites. Los planes de la ilustración, su programa social
comenzaba a producir los efectos esperados; el control, la predictibilidad de la razón, el diseño del hombre
moderno nuevo que habitaba en un mundo sin secreto y de una naturaleza sometida, puesta a su entera
disposición auguraba una prosperidad sin precedentes en la historia de la humanidad.
Pero tan pronto esta razón se puso a soñar comenzó a producir monstruos. Al estupor generado por
la primera guerra mundial y casi sin tiempo para cerrar las heridas que produjo, le sucedió el horror de la
segunda gran guerra. El mundo se estremecía tras el descubrimiento de lo ocurrido en los campos de
concentración, y mientras Theodor Ludwig Wiesengrund Adorno (filósofo alemán) afirmaba consternado
que era imposible “Escribir poesía después de Auschwitz es un acto de barbarie”. Los cimientos del resto
de las conocidas como ciencias humanas se tambaleaban y la pregunta se hacía inevitable ¿qué se había
dedicado a pensar la filosofía mientras todo aquello acontecía? Occidente despertaba del sueño de su
pretendido progreso y padecía con espanto la catástrofe de sus consecuencias.
Es a partir de ese momento y progresivamente cuando se comienza a liberar una cierta corriente de
inteligencia crítica que se propone como prioridad pensar ¿Qué es lo que ha pasado? Comienzan a
emerger entonces nuevos vectores de pensamiento que articularan su pensamiento entorno al análisis del
proyecto fallido de la modernidad. De origen alemán será la hermenéutica y tendrán marcadas raíces
francesas tanto el posestructuralismo como la deconstrucción.
La experiencia común convergente del espacio - tiempo y de la percepción para esos tres
movimientos que resumen las grandes corrientes de lo que podemos decir el pensamiento actual es que hay
un tiempo eterno, hay un tiempo del instante eterno, hay una temporalidad que recoge los pasados
posibles no agotados y todo ello tiene en la obra de arte un paradigma muy fácilmente comunicable , pero
porque la obra de arte pertenece a aquellas acciones comunes de las que no nos hemos desvinculado en
nuestra epocalidad, también las obras comunitarias de la religiosidad, de la política pertenecería al espíritu,
es decir, a la misma característica de un tiempo estático no cinético, sincrónico intensivo…
Este desplazamiento estratégico, sincrónico hacia la obra de arte tiene un puente que conecta
directamente con la antigüedad, en concreto con Grecia, en este sentido los griegos distinguían entre cuatro
tipos diferentes de tiempos que nos ayudarían a entender mejor este fenómeno.
 El Aidión. Que sería el tiempo de la vida eterna
 El Aion. Es el tiempo del instante, el del placer perfecto
 El Kronos. Es el tiempo inexorable de la muerte, el tic tac del reloj que activa su cuenta atrás,
finalmente tendríamos.
 El Kairós. Es el tiempo de la oportunidad, el que articula la relación entre los otros tres tipos de
tiempo
Esto que parece complejo, solo por lo que tiene de novedoso, es simultáneamente un criterio para la
posmodernidad, como posmetafísica, la ontología estética brinda un criterio. Los que hablan solamente
desde un punto de vista óntico, desde un punto de vista moral, dialéctico, disyuntivo, solamente entre los
morales, los inmorales, los monológicos y los relativistas. Todo esto no se hace cargo de la experiencia de
nuestras nuevas tecnologías, de la experiencia compartida, de la inocencia y de la amistad y podemos saber
gracias a la aplicación de las diferencias temporales y espaciales, si alguien está solamente hablando en el
ámbito óntico de los sujetos, de los objetos. El del capitalismo nihilista de consumo o al contrario si está
hablando, expresándose, pensando, creando y está rememorando en el ámbito ontológico de las pluralidades
sincrónicas enlazadas por una temporalidad y una espacialidad de carácter no ético, de carácter estático que
no es irracional sino que se subordina, se agencia los procesos cinéticos, los procesos tecnológicos se los
agencia en la obra, en acción compartida de ahí que hablamos de actualidad y de una actualidad que es
transhistórica.

1
Aporte de la UNED, Madrid 2013.

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La Grecia clásica, especialmente en el periodo de los pensadores presocráticos, la razón no era una
razón racionalista, y no estaba extinguida de lo que los griegos denominaron aesthesis, es decir, la
sensibilidad los elementos de la razón, no son solo sensitivos sino sentimentales. Mientras que la razón
racionalista, busca pasando por el intervalo de la edad media-del cristianismo, que tuvo al menos siempre
un elemento de rechazo a la sensibilidad, de rechazo del cuerpo, de rechazo la carne y al fin y al cabo, es
como decían enemigos del alma: mundo-demonio y carne; y la carne es toda la sensibilidad, los
sentimientos, es decir, son los elementos no racionales; entonces la razón racionalista retomando en eso, el
ascetismo cristiano no en la apuesta por la trascendencia, pero si una razón ascética limpia de sensibilidad, y
limpia de sentimentalismo, pues es lo que constituye una razón puramente científica, puramente racional.
Entonces justamente contra eso y el giro ascético supone saltar por encima o hacia atrás de la ilustración,
esta racionalista del cristianismo ascético y volver a conectar con la ingenuidad griega.
Es a partir del romanticismo que la estética se comienza a convertir en teoría de la belleza y más
tarde en teoría de las artes.
El propio Kant reflexiona sobre estética y articula dos categorías esenciales en las cuales aún nos
movemos: Lo bello y los sublime y entonces hay que reconocer que mientras el clasicismo o tendencia
clasicista (como movimiento estético del siglo XVIII-XIX) ponen acento en lo bello, es decir en lo
armónico y estructurado. Al fin y al cabo lo bello es la proporción, que tiene elementos matemáticos,
estructurados matemáticamente; organizadas y simétricas. Es el elemento fundamental la belleza, ahora
bien el propio romanticismo comienza a poner el acento en lo sublime, es lo que va de las normas; mientras
que lo bello su clave es la simetría, la organización, la estructura, incluso la jerarquía; lo sublime es aquello
que rompe incluso los modelos, son elementos que rompen o que va más allá con lo bello.
De repente la cuestión de la belleza se hace insuficiente entender la estética como un mero juicio del
gusto. Pero sobre todo el problema es que la obra de arte no es solo bella o fea, es que hace comunidad o no
la hace y además es inagotable en el sentido de dar lugar a otras interpretaciones o no lo hace; de tal modo
que de nuevo no es el juez, ni tampoco el criterio de mercado arbitrario millonario el que determina cuáles
son las obras de arte y cuáles no, sino que de nuevo, como decía Spinoza “el punto de vista de la
eternidad”, ¿por qué es un clásico la antígona de Sofocles?, porque da lugar a comunidad, porque sigue
poniendo de manifiesto el problema de cuáles son los derechos de los muertos y que inconveniente o
conveniente es desde el punto de vista de la ley o del afuera de la ley, pero sobre todo porque hay una
dimensión de estilo, de unidad intensiva, le llamaba Nietszche unidad de estilo, que en la obra de arte que lo
alcanza, que lo muestra que en la historia de los efectos como dice Gadamer, se prueba como eterna,
transfinitamente, lo que ocurre es que no es agotable en las interpretaciones y seguimos representando,
reinterpretando, reactualizando antígona.
Con la irrupción de la posmodernidad (1962-1982) y de la mano de Yan Fran Sua Lotar lo sublime
se vuelve a convertir en el centro del debate, desplazando la cuestión de lo bello como elemento esencial del
mismo.
Lo que pasa es que en la posmodernidad es un sublime que no es tanto natural como el que habían
puesto en el centro, la reflexión del último Kant y del romanticismo, es un sublime tecnológico, lo que nos
da pavor, lo que nos asusta, lo que nos supera, ya no es tanto la naturaleza, aunque claro eso vemos en la
catástrofe natural siempre está ahí presente, pero lo que aterroriza y cumple ese objetivo ese elemento es lo
sublime lo tecnológico y la posibilidad que los elementos tecnológicos digamos desorganizados,
desestructurados, descontrolados produzcan catástrofes.
Es en este paso progresivo de la modernidad a la posmodernidad donde se produce lo que se conoce
como giro estético de la ontología, entenderíamos por la ontología como aquella disciplina de la filosofía
que se ocuparía de la teoría del ser, esta a su vez se podría articular con una teoría de las categorías, es
decir, de las diferentes formas en que podemos pasar las cosas, e incluso las forma en que las mismas
cosas se estructuran. Vemos que las categorías y la ontología como teoría de las categorías tiene esas tres
dimensiones, 1) es una teoría del conocimiento, epistemología, 2) es una teoría del lenguaje como
podemos hablar, tipos de palabras con las que nos referimos a las cosas y 3) una teoría de la realidad, es

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decir cómo se estructuran las cosas en sí mismas y sobre todo como se articula esos tres niveles:
lenguaje, pensamiento y la realidad con las cosas mismas.
La ontología que fue ética con Spinoza, que luego fue lógica con Hegel empieza a convertirse en
estética con Nietzsche, si bien es cierto que antes de Nietzsche, se detecta una primera apuesta por convertir
las cuestiones estéticas en centro de reflexión filosófica en el romanticismo, así como en el último
Immanuel Kant, de la Crítica del Juicio. Nietzsche con su vuelta a los griegos y con su vuelta a la
importancia del cuerpo: la sensibilidad, todos esos elementos que la razón racionalista había puesto entre
paréntesis, creo que ese es la clave del giro estético en la ontología. En su vuelta a Nietzsche, Heidegger
vuelve a poner otra vez en el centro a la ontología los aspectos estéticos, sobre todo Heidegger, a partir de él
y de Gadamer con toda la tradición hermenéutica codificada por Vatimo, vemos del romanticismo a Vatimo
y a la hermenéutica, son los diferentes hitos, son los diferentes saltos o épocas en los diferentes saltos o
épocas de ese giro estético de la ontología.
La cuestión, que se haya criticado a Kant, es precisamente porque se haya separado en la estética en
dos: es decir que por un lado vaya toda la cuestión del 1) el espacio y el tiempo- y 2) por otro que vaya lo
de la belleza y la de lo sublime. Cuando precisamente las artes en ciertos modo lo que están construyendo
es espacios tiempos, donde podemos habitar o no habitar. Entonces la distinción entre esa vía ilustrada que
da camino a todo el romanticismo, que es precisamente la de un tratamiento de las bellas artes por separado
y la percepción completamente eliminada, pues si que hay ahora un movimiento de que trata de la ontología
estética. Que es no solo tratar de las artes por eso es ontología y no solo una estética, sino precisamente
poder tratar de la cuestión esencial de nuestro lugar en el mundo que es precisamente es el espacio y el
tiempo y que luego codificamos, etc.
Uno de los elementos que poblará el paso de la modernidad a la posmodernidad será el lenguaje, el
de su legislación y el del sentido de la palabra. Pero el lenguaje y por eso el campo de batalla más
importante está en el lenguaje, en el renombrar de la posmodernidad de la posmetafísica respecto del
nombrar si se quiere decir así hegemónico de la modernidad. Está en el lenguaje, porque fíjate que bien dijo
Heráclito: “El rayo del acontecer del logos no puede tener sujeto” de un niño es el mando, un niño mueve
los peones, en el ajedrez, para decir que en el límite, limitante que en la ley ontológica del lenguaje, la
naturaleza que nos constituye no hay sujeto posible, no hay fundamento, no es de nadie: no es de Zeus, al
revés más bien Zeus es una metáfora del límite limitante del límite constituyente y por eso los primeros
pensadores occidentales son políticos legisladores, lo que ofrecen es constituciones…hacían estatuas
porque habían establecido la ley del lenguaje del ser como estricta igualdad entre todos.
El giro estético producido al amparo de la posmodernidad sugiere que es el lenguaje la única forma
de relacionarse con el ser, pero se trata de un lenguaje ampliado y no puramente lingüístico. Un lenguaje
asignificante, hablamos de lenguajes corpóreos, cinéticos y sensibles, lenguajes que en última instancia
componen formas alternativas y muchas veces olvidados de comunicación. Es posible conectar con el
lenguaje, vamos con el ser a través del lenguaje en la línea que ha seguido fundamentalmente la filosofía
occidental, pero justamente otra vez la vuelta a los griegos supone pues poner el hincapié en estas formas de
conexión con la realidad no lingüística, corpórea, sensible, sensitiva y esos son otras formas de acercarse al
ser, digamos, como más intuitivas, más sensibles, acercarse al ser completando la aproximación y el
enfoque puramente lingüístico que ya había sido predominantemente en la tradición occidental.
Y ese lenguaje se ha venido manifestando en los inicios de la modernidad, en sus márgenes
floreciendo interpretaciones y manifestaciones alternativas e igualmente viables del ser: feminismo,
psicologismo, movimiento gay, por citar algunas culturas alternativas, así como todo tipo de movimiento
sociales y artístico florecen y trufan de significados e interpretaciones una realidad cada vez más compleja,
una realidad menos dispuesta a ser decodificada a través de los patrones heredados de una modernidad
desbordada por sus propias producciones así como por su capacidad de conocerse así mismo.
Hay una distinción generalmente, nosotros solemos funcionar con que lo actual es lo que pasa ahora
mismo, el asunto es que lo que pasa ahora mismo puede ser de cualquier última noticia, absolutamente
efímera, que además se pone en la Televisión para que se olvide otras cosas, o se puede medir porque solo
podemos leer lo que pasa ahora, porque tenemos muchas capas de tradición, y solo podemos hacerlo en ese

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contexto, entonces hay una zona que no es exactamente la que se tematiza en cada noticia, que es la que nos
permite ir mirando críticamente o ir asumiendo o no asumiendo determinadas cosas. Por lo tanto, la
actualidad de algo, es actual porque no corresponde a ninguna de esas ápocas, no se queda fijada en ninguna
de esas épocas o no es absorbida por esas determinadas circunstancias, condiciones entonces como siempre
está sobrevolando, es precisamente lo más actual y por eso no podemos decir esto está pasado; esto se
aplica en la cuestión de las modas, esto es viejo ya no nos sirve, queremos una cuestión nueva. Eso tiene
que ser con la ontología estética, es decir lo que pasa en las sociedades lo que quieren es ir matando y
dejando atrás.
La desaparición de las certezas de la modernidad, el resquebrajamiento de la aparente seguridad que
nos ofrecía un sistema cerrado, que nos protegía del horror y de la supuesta amenaza del vacío; nos brinda
ahora la oportunidad perfecta para volver a pensar para crear nuevas ideas, definir nuevos valores. Este giro
permite a la filosofía volver a ocupar un lugar privilegiado, una credibilidad renovada, a la hora de
embarcarnos en la aventura de la comprensión del ser y del lenguaje, del espacio y del tiempo.
Y eso además, también da, que hemos hablado antes es elemento democrático porque esa filosofía
estética ya no es una filosofía que hable de cosas abstrusas, complejas, separadas de la gente, sino que habla
del espacio tiempo en el cual nos movemos. Es decir, en la última instancia la vida cotidiana donde
vivimos.
La regla en general es que la corresponda a determinados espacios y tiempos. Por lo tanto, la regla
no puede ser trascendente y venir desde fuera, sino los que estamos en determinados espacios y tiempos
sabemos cómo jugar a un juego en cierto modo y ese es la regla de juego.
Hay una posición contrarrelativista, contraindeterminista por parte de la ontología estética que es la que hay que
resolver los problemas en la medida de lo posible y no tener miedo a que esa resolución nos convierta en dogmáticos, en
que nos deje fijados como a la mujer de Lot, convertida en estatua de sal, porque en el momento en que se responde, es
justamente, es la respuesta cuando está a la altura de la pregunta la que da lugar inmediatamente a la apertura de otros
problemas.

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