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BUFETE JURIDICO

GUZMAN Y ASOCIADOS
SERGIO GUZMAN AGUILAR
ABOGADO
UNIVERSIDAD DE GUADALAJARA
CED. PROF. FEDERAL 4745919
20 DE NOVIEMBRE #41, TEQUILA JALISCO,TEL.374 74 2 45 56 Y CELULAR 33 34 47 63 48
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C. JUEZ PRIMERO DE LO MERCANTIL
EN LA CD. DE ZAPOPAN JALISCO.,
PRESENTE

EXP. NO. 2193/16.-


MERC. EJECUTIVO.-
ARTURO LLAMAS NUÑEZ VS.
JOSE MANUEL LANDEROS RIVERA

SERGIO GUZMÁN AGUILAR, de generales acreditadas en actuaciones


del Juicio Mercantil Ejecutivo que se tramita bajo el número de expediente a
rubro señalado, ante usted respetuosamente comparezco para: EXPONER:

Que atendiendo al estado procesal que guardan las presentes actuaciones


vengo a formular en vía de alegatos lo siguiente:

En efecto, el artículo 1038 del Código de Comercio establece de manera diáfana


que “las acciones que se deriven de actos comerciales, se prescribirán
con arreglo a las disposiciones de este código.”

Por su parte el artículo 1040 de la Codificación Mercantil reza que: “En la


prescripción mercantil negativa, los plazos comenzarán a contarse
desde el día en que la acción pudo ser legalmente ejercitada en juicio.”

Así también el artículo 1047 del Código de Comercio precisa que: “En todos
los casos en que el presente Código no establezca para la prescripción
un plazo más corto, la prescripción ordinaria en materia comercial se
completará por el transcurso de diez años.”

De la correcta interpretación de los preceptos legales transcritos se desprende


que la prescripción, tratándose de actos comerciales, se regirá por el propio
Código de Comercio, y que en el caso de que no se establezca un plazo más
corto, la prescripción se concretara por el transcurso de diez años.

Sin embargo, en el presente caso, la normatividad si prevé un plazo más corto


según lo dispuesto por el artículo 1079 fracción IV del Código de Comercio que
“establece el lapso de tres años para la ejecución de sentencias en juicios
ejecutivos, orales y demás especiales que se prevea en las leyes mercantiles y
de los convenios judiciales celebrados en ellos.”

Ahora bien, de las actuaciones judiciales mismas que tienen plena eficacia al
tenor de lo dispuesto por el artículo 1294 del Código de Comercio, se advierte
que del escrito inicial de demanda que formulara Arturo Llamas Núñez, por
conducto de su endosatario en procuración, LIC. CHISTOPHER
COVARRUBIAS VERA, quien demandó en la vía ejecutiva mercantil a mi
representado José Manuel Landeros Rivera, por el pago de la cantidad de 1
´000,000.00 (un millón de pesos 00/100 M.N.) y sus consecuencia legales
inherentes, y admitida que fue la demanda, se emitió auto con efectos de
mandamiento en forma, realizándose así la diligencia de exequendum y
emplazándose al demandado para que se contestara la demanda interpuesta
en su contra, y seguido el procedimiento por sus etapas se pronunció sentencia
con fecha 18 dieciocho de octubre de 2017 dos mil diecisiete, se dicta sentencia
definitiva.-

Mediante escrito de fecha 1 de noviembre del 2017, recurrí dicha sentencia


mediante el recurso de apelación, la que fue admitida en ambos efectos y con
fecha 7 del mismo mes y año y confirmada por el tribunal de alzada
recibienfose los autos con fecha 15 de marzo del 2018, siendo así que
mediante auto de fecha 18 dieciocho de abril de 2018 dos mil dieciocho, se
declaró que a sentencia causaba ejecutoria, ordenando requerir a la parte
demandada para que dentro del término de tres días cumpliera
voluntariamente con la misma y no habiéndolo hecho, mediante proveído de
dieciocho de junio de 2018 dos mil dieciocho, la parte actora formuló planilla de
liquidación de sentencia, citando a las partes para oír sentencia interlocutoria la
cual se dictó con fecha 04 cuatro de septiembre de dos mil dieciocho,
causando firmeza mediante auto de veinticinco de septiembre del mis
año dos mil dieciocho, siendo precisamente ésta la última actuación
practicada, hasta antes de promover el incidente de prescripción de
ejecución de sentencia que ahora nos ocupa.

Bajo la anterior relación de antecedentes, es que se acreditan


incuestionablemente los supuestos previstos en la normatividad, en virtud de
que a partir del auto emitido con fecha 25 veinticinco de septiembre de 2018
dos mil dieciocho, no existió impulso procesal alguno realizado por la parte
actora dentro del término de tres años tendiente a la ejecución de la cosa
juzgada, consumándose por tanto el lapso de tres años a que se refiere el
artículo 1079 fracción IV del Código de Comercio, que estipula la ley para
lograr la ejecución de la cosa juzgada en tratándose de juicio ejecutivos.

Ello es así, ya que de los autos que conforman el presente juicio, se desprende
que se dictó Sentencia Definitiva en un juicio ejecutivo mercantil, la cual causó
ejecutoria, y que se ordenó requerir a la parte demandada para que cumpliera
voluntariamente con la misma, ocasionando que se abriera el procedimiento de
ejecución.

Transcurriendo a partir del citado proveído el lapso previsto por la codificación


mercantil, que da lugar a la prescripción de la ejecución de la sentencia pues el
lapso de tres años feneció el veinticinco de septiembre de dos mil veintiuno.

Al efecto, cito en respaldo de lo anterior el siguiente criterio bajo localización,


rubro y texto siguiente: 1a./J. 99/2010, publicada en la
Gaceta del Semanario Judicial de la Federación, Novena Época, tomo XXXIII,
febrero de 2011, p. 929.
“EJECUCIÓN DE SENTENCIA DERIVADA DE UN JUICIO EJECUTIVO
MERCANTIL. EL DERECHO PARA SOLICITARLA PRESCRIBE EN EL TÉRMINO DE
TRES AÑOS. El derecho para solicitar la ejecución de una sentencia firme y obtener lo
reconocido en ésta es de naturaleza sustantiva, por lo cual se extingue mediante la
figura de la prescripción. Así, el derecho a solicitar la ejecución de una sentencia
derivada de un juicio ejecutivo mercantil prescribe en el término de tres años,
conforme al artículo 1079, fracción IV, del Código de Comercio, que prevé una norma
específica para tal supuesto frente al término genérico de diez años contenido en el
artículo 1047 del mismo Código, el cual debe aplicarse en los casos en que no se
señalen plazos más cortos para la prescripción.” 3 Artículo 1041.- La prescripción se
interrumpirá por la demanda u otro cualquier género de interpelación judicial hecha al
deudor, por el reconocimiento de las obligaciones, o por la renovación del documento
en que se funde el derecho del acreedor.”

Ciertamente el derecho fundamental de acceso efectivo a la justicia no es


absoluto, por lo que el legislador puede limitarlo o restringirlo para proteger
otros derechos. La facultad del legislador para establecer plazos para el
ejercicio de un derecho, responde a una exigencia razonable consistente en la
finalidad de salvaguardar la certeza y seguridad jurídicas de las personas, ya
que si todos los derechos pudieran ser reclamados en cualquier momento, las
situaciones jurídicas se mantendrían en un estado perpetuo de incertidumbre.

El periodo de 3 años para la ejecución de sentencias de juicios ejecutivos


mercantiles es proporcional al ejercicio de dicho derecho, tomando en cuenta
que la fase ejecutiva a que alude, no debe agotarse en su totalidad en el
referido plazo, con la consecuencia de perder el derecho para hacerlo, sino que
el mismo es susceptible de interrumpirse mediante las actuaciones previstas.

Tratándose de obtener el pago de lo condenado en la sentencia, bastará que la


parte acreedora realice gestiones tendentes a requerir de pago al deudor o a
impulsar el procedimiento de remate para que se interrumpa el mencionado
plazo, de tal forma, éste deja de correr cada vez que se hace un intento
efectivo de ejecutar la sentencia.

Como se desprende de los antecedentes narrados en los párrafos anteriores, la


parte actora básicamente alega que el plazo de 3 años para ejecutar una
sentencia previsto en la fracción IV del artículo 1079 del Código de Comercio
vulnera de manera desproporcional el derecho de acceso a la justicia y a un
recurso efectivo ya que beneficia al deudor al permitirle mantenerse insolvente
por ese tiempo, y sostiene que derivado del problema de salud por todos
conocido, se interrumpió el plazo previsto para ejecutar la sentencia, lo
que desde luego es infundado e insostenible en virtud de lo siguiente:
El hecho de que el Código de Comercio establezca el plazo de 3 años para
ejecutar una sentencia, no es en sí mismo violatorio de derechos
fundamentales. En este sentido, el artículo 1079 dispone:

“Artículo 1079.- Cuando la ley no señale término para la práctica de algún


acto judicial, o para el ejercicio de algún derecho, se tendrán por señalados
los siguientes:
…IV. Tres años para la ejecución de sentencias en juicios ejecutivos y demás
especiales que se prevean en las leyes mercantiles y de los convenios
judiciales celebrados en ellos;”

De la lectura del artículo se desprende que se tiene un plazo de 3 años para


llevar a cabo la ejecución de una sentencia derivada de un juicio ejecutivo
mercantil. Sin embargo, al tratarse expresamente de una figura de
prescripción, este artículo se relaciona directamente con el 1041 del mismo
Código, en el que se especifican las actuaciones que interrumpen dicha figura.
En efecto, la Primera Sala ha establecido que el segundo supuesto del referido
artículo, al señalar "cualquier otro género de interpelación judicial", debe
entenderse como el requerimiento de cualquier índole del que se advierta la
voluntad del acreedor de mantener vigente su derecho. De esta manera, se
entiende que el artículo 1041 complementa al 1079, fracción IV, en la
regulación del derecho a exigir la ejecución de una sentencia y su
correspondiente prescripción.

Ahora, tanto la Corte Interamericana de Derechos Humanos, como el más Alto


Tribunal han establecido reiteradamente que los derechos a un recurso efectivo
y acceso a la justicia no son incompatibles con la existencia de presupuestos
procesales, tal como lo es el plazo de 3 años impugnado. Incluso, se ha
sostenido que la observancia de los presupuestos procesales permite preservar
la seguridad jurídica y garantizar la efectiva protección de los derechos
fundamentales.

En efecto, la Corte Interamericana ha señalado que el hecho de observar


requisitos para proceder al análisis del fondo de un asunto, no sólo no
constituye una violación a derechos fundamentales, sino que incluso se
compadece de otros principios constitucionales dirigidos a garantizar la efectiva
protección de los derechos humanos.

En otro orden de ideas, el precepto legal invocado no coarta principios


fundamentales como el de acceso a la justicia, sino sólo impone plazos
razonables para la prosecución de la ejecución de la sentencia.

Por lo tanto el plazo de tres años que menciona el precepto que nos ocupa, es
razonablemente extenso para permitir a los gobernados preparar una
adecuada defensa de sus intereses; situación congruente con los artículos 17
de la Constitución; 8, numeral 1 y 25, numeral 1, de la Convención Americana
sobre Derechos Humanos;

Bajo esa óptica jurídica y la previsión contenida en el citado artículo de


un plazo genérico de “tres años”, es congruente con el derecho a la
tutela judicial efectiva y, por ende, con los principios de justicia pronta
y expedita;

En resumen, es indudable que el plazo para que opere la prescripción de la


ejecución de la sentencia, previsto en el artículo 1079 fracción IV del Código de
Comercio, debe contabilizarse por días naturales , sin que obste que el
artículo 1076 del mismo ordenamiento legal, disponga que en ningún término
se contarán los días en que no puedan tener lugar las actuaciones judiciales, ya
que en este último precepto se consigna una norma de carácter general,
mientras que el artículo 1076 en cuestión contiene una disposición especial.

En ese sentido, el artículo 1079 fracción IV debe interpretarse en su


literalidad, ya que por la palabra “naturales”, refiriéndose a los meses, debe
entenderse a los meses del año regulados sin interrupción, esto es,
incluyéndose los días hábiles y aquellos en los que por cualquier
motivo los tribunales suspendan labores.

En cualquier caso, lo relevante, más allá de la especial naturaleza de la


prescripción de la cosa juzgada, es que ante un plazo expresa y claramente
señalado en un número amplio y razonable de días naturales (tres años), no
puede alegarse que causa afectación el que en el mismo, se contabilicen
sábados, domingos y demás días inhábiles en que no pueden tener lugar las
actuaciones judiciales, pues precisamente por ello, se previó un plazo largo en
meses naturales, que evidentemente, incluye un número suficiente y razonable
de días hábiles para consultar y promover lo necesario, a efecto de mantener el
interés en el proceso y de activar el mismo, si es que no se desea que opere la
caducidad en cuestión.

A mayor abundamiento, la prescripción, como bien lo señaló la Primera Sala del


máximo Tribunal del País en la Tesis Aislada 1a. LXI/2014 (10a.), constituye
“una institución procesal de interés público, acogida por nuestro
derecho con el propósito de dar estabilidad y firmeza a los negocios,
disipar incertidumbres del pasado y poner fin a la indecisión de los
derechos”.

Luego entonces, debe reconocerse que perención, descansa en la intención de


evitar que los juicios se prolonguen innecesariamente, garantizando la
impartición pronta y expedita de justicia, bajo la premisa de que cada una de
las etapas del procedimiento debe sujetarse a los plazos específicos previstos
por la Ley.

Por otro lado, la misma Primera Sala, ha sostenido que el principio de


seguridad jurídica consagrado en la Constitución General de la República, es la
base sobre la cual descansa el sistema jurídico mexicano, de manera tal que lo
que tutela es que el gobernado, jamás se encuentre en una situación de
incertidumbre jurídica y, por tanto, en estado de indefensión, como puede
advertirse de la jurisprudencia 1a./J. 139/2012 (10a.) localizable en el
Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta: Libro XVI, Décima Época
Enero de 2013, Tomo 1, Materia Constitucional, Página 437. Rubro:
“SEGURIDAD JURÍDICA EN MATERIA TRIBUTARIA. EN QUÉ CONSISTE.”

Por tal motivo, tanto la figura de la prescripción, como el plazo de tres años en
el que se contemplan los días naturales para que opere la misma, resultan
totalmente compatibles con los artículos 1º, 14, 16 y 17 constitucionales, así
como con los artículos 8º y 25 de la Convención Americana de Derechos
Humanos.

De lo hasta aquí expuesto, se puede concluir válidamente que el derecho a la


tutela jurisdiccional no es ilimitado y exige la sujeción a plazos y términos
judiciales, como lo ha considerado la propia Suprema Corte de Justicia de la
Nación al analizar previamente la constitucionalidad del artículo 29 bis del
Código de Procedimientos Civiles del Edo de Jal, el cual contempla
contumazmente que el término correspondiente para que opere la caducidad de
la instancia, debe calcularse en meses naturales y no en días hábiles como
equivocadamente sostiene el actor.

Lo que aquí se argumenta, resulta acorde con la obligación contenida en el


artículo 1o. constitucional, pues finalmente, el principio “pro persona”, tiene
como base procurar a las personas la mayor protección, pero sin desconocer
otros principios de igual importancia, como los de seguridad jurídica y orden
procesal, lo que obliga a sujetarse a los términos y plazos que marca la ley
para el ejercicio de un derecho determinado.

Ello tampoco pugna con el derecho de acceso a la justicia previsto en el artículo


17 constitucional, ni con otros derechos protegidos en tratados internacionales
de los que México es parte, pues en ninguno de ellos se reconoce el derecho a
no sujetarse a los plazos y términos previstos en las leyes aplicables, sino más
aun, dichos instrumentos reconocen la necesidad de que dichos plazos y
términos se apliquen de estar previstos en la ley, como así lo ha resuelto la
misma Primera Sala en distintos criterios tanto de orden general, como
especial, al estar algunos relacionados directamente con la figura de la
caducidad de la instancia. De estos criterios, destacan con carácter general, los
de rubro y texto siguiente:
“DERECHO DE ACCESO A LA JUSTICIA. SUS ETAPAS. De los artículos 14,
17 y 20, apartados B y C, de la Constitución Política de los Estados Unidos
Mexicanos y 8 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos, deriva el
derecho de acceso efectivo a la justicia, el cual comprende, en adición a
determinados factores socioeconómicos y políticos, el derecho a una tutela
jurisdiccional efectiva y los mecanismos de tutela no jurisdiccional que también
deben ser efectivos y estar fundamentados constitucional y legalmente. Ahora
bien, como se señaló en la jurisprudencia 1a./J. 42/2007, de rubro: "GARANTÍA
A LA TUTELA JURISDICCIONAL PREVISTA EN EL ARTÍCULO 17 DE LA
CONSTITUCIÓN POLÍTICA DE LOS ESTADOS UNIDOS MEXICANOS. SUS
ALCANCES.", esta Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación
definió el acceso a la tutela jurisdiccional como el derecho público subjetivo que
toda persona tiene, dentro de los plazos y términos que fijen las leyes,
para acceder de manera expedita a tribunales independientes e imparciales, a
plantear una pretensión o a defenderse de ella, con el fin de que, a través de
un proceso en el que se respeten ciertas formalidades, se decida sobre la
pretensión o la defensa y, en su caso, se ejecute esa decisión; de ahí que este
derecho comprenda tres etapas, a las que corresponden tres derechos: (i) una
previa al juicio, a la que le corresponde el derecho de acceso a la jurisdicción,
que parte del derecho de acción como una especie del de petición dirigido a las
autoridades jurisdiccionales y que motiva un pronunciamiento por su parte; (ii)
una judicial, que va desde el inicio del procedimiento hasta la última actuación
y a la que corresponden las garantías del debido proceso; y, (iii) una posterior
al juicio, identificada con la eficacia de las resoluciones emitidas. Los derechos
antes mencionados alcanzan no solamente a los procedimientos ventilados ante
jueces y tribunales del Poder Judicial, sino también a todos aquellos seguidos
ante autoridades que, al pronunciarse sobre la determinación de derechos y
obligaciones, realicen funciones materialmente jurisdiccionales.”

“ACCESO A LA JUSTICIA. LA FACULTAD DE IMPONER PLAZOS Y


TÉRMINOS RAZONABLES PARA EL EJERCICIO DE LOS DERECHOS DE
ACCIÓN Y DEFENSA ANTE LOS TRIBUNALES CORRESPONDE
EXCLUSIVAMENTE AL LEGISLADOR. La reserva de ley establecida en el
artículo 17 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, por
la que se previene que la impartición de justicia debe darse en los "plazos y
términos que fijen las leyes", responde a la exigencia razonable de ejercer la
acción en lapsos determinados, de manera que, de no ser respetados,
podría entenderse caducada, prescrita o precluida la facultad de excitar la
actuación de los tribunales, lo cual constituye un legítimo presupuesto
procesal que no lesiona el derecho a la tutela judicial efectiva. En este
sentido, la indicada prevención otorga exclusivamente al legislador la
facultad para establecer plazos y términos razonables para ejercer los
derechos de acción y defensa ante los tribunales.”

“GARANTÍA A LA TUTELA JURISDICCIONAL PREVISTA EN EL


ARTÍCULO 17 DE LA CONSTITUCIÓN POLÍTICA DE LOS ESTADOS
UNIDOS MEXICANOS. SUS ALCANCES. La garantía a la tutela
jurisdiccional puede definirse como el derecho público subjetivo que toda
persona tiene, dentro de los plazos y términos que fijen las leyes, para
acceder de manera expedita a tribunales independientes e imparciales, a
plantear una pretensión o a defenderse de ella, con el fin de que a través de
un proceso en el que se respeten ciertas formalidades, se decida sobre la
pretensión o la defensa y, en su caso, se ejecute esa decisión. Ahora bien, si
se atiende a que la prevención de que los órganos jurisdiccionales estén
expeditos -desembarazados, libres de todo estorbo- para impartir justicia en
los plazos y términos que fijen las leyes, significa que el poder público -en
cualquiera de sus manifestaciones: Ejecutivo, Legislativo o Judicial- no
puede supeditar el acceso a los tribunales a condición alguna, pues de
establecer cualquiera, ésta constituiría un obstáculo entre los gobernados y
los tribunales, por lo que es indudable que el derecho a la tutela judicial
puede conculcarse por normas que impongan requisitos impeditivos u
obstaculizadores del acceso a la jurisdicción, si tales trabas resultan
innecesarias, excesivas y carentes de razonabilidad o proporcionalidad
respecto de los fines que lícitamente puede perseguir el legislador. Sin
embargo, no todos los requisitos para el acceso al proceso pueden
considerarse inconstitucionales, como ocurre con aquellos que, respetando
el contenido de ese derecho fundamental, están enderezados a preservar
otros derechos, bienes o intereses constitucionalmente protegidos y guardan
la adecuada proporcionalidad con la finalidad perseguida, como es el caso
del cumplimiento de los plazos legales, el de agotar los recursos ordinarios
previos antes de ejercer cierto tipo de acciones o el de la previa
consignación de fianzas o depósitos.”

El que la prescripción de la cosa juzgada se regule por un plazo largo


fijado en días naturales, de ninguna forma limita la facultad o derecho
de los gobernados para consultar un expediente o promover en él, pues
precisamente, los plazos largos consideran un número razonable de
días hábiles en los que las partes pueden ejercer dichos derechos,
siendo precisamente la razón de fijar plazos largos en días o meses
naturales, el establecer plazos más claros y fáciles de comprender para
los distintos participantes en un proceso, pues con una sencilla
operación aritmética, es posible conocer en qué fecha vencerá un plazo
determinado.

Los artículos 8º y 25 de la Convención Americana de Derechos Humanos (Pacto


de San José), en ningún momento señalan prohibición alguna que
impida que los plazos deban fijarse en días naturales, y más bien, dichos
preceptos establecen garantías judiciales que, en el caso, ninguna afectación
tienen por el hecho de que un plazo de ley, se fije en días naturales y
no en días hábiles como pretende la parte recurrente.

Ahora bien, con relación a la obligación que con motivo de ese derecho se
impone al Estado, la Segunda Sala de la Suprema Corte de Justicia de la
Nación, ha derivado cuatro principios que contribuyen a dar efectividad a la
posibilidad de que el gobernado acuda a los tribunales solicitando que éstos
impartan justicia:

1.- Principio de justicia pronta, que se traduce en la obligación de las


autoridades encargadas de su impartición, de resolver las controversias ante
ellas planteadas, dentro de los términos y plazos que para tal efecto
establezcan las leyes;

2.- Principio de justicia completa, el cual obliga a que la autoridad que


conoce del asunto, emita pronunciamiento respecto de todos y cada uno de los
aspectos debatidos cuyo estudio sea necesario, y garantice al gobernado la
obtención de una resolución en la que, mediante la aplicación de la ley al caso
concreto, se resuelva si le asiste o no la razón sobre los derechos que le
garanticen la tutela jurisdiccional que ha solicitado;

3.- Principio de justicia imparcial, obliga a que el juzgador emita una


resolución apegada a derecho, sin favoritismo respecto de alguna de las partes
o arbitrariedad en su sentido; y

4.- Principio de justicia gratuita, estriba en que los órganos del Estado
encargados de su impartición, así como los servidores públicos a quienes se les
encomienda dicha función, no cobrarán a las partes en conflicto emolumento
alguno por la prestación de ese servicio público. Con relación al primero de
esos principios, que es el que al caso interesa, debe decirse lo siguiente: Como
“la prontitud” es un concepto subjetivo, el propio artículo 17 constitucional ligó
la prontitud de la justicia a los plazos y términos que para tal efecto
establezcan las leyes.
Esta liga, es lo que da seguridad al propio gobernado, pues implica que esos
plazos y términos deben estar previamente establecidos en la ley o leyes que
resulten aplicables al caso; que por ende, a ellos deben ajustarse tanto las
autoridades encargadas de impartir justicia como los propios justiciables, pues
al estar establecidos en las leyes, tienen conocimiento previo de ellos. Lo
anterior implica que el acceso de los gobernados a los órganos jurisdiccionales
y su actuación en ellos, no es irrestricta, pues están limitados por una
determinada temporalidad; sin embargo, esta temporalidad que como se dijo,
también debe ser observada por los órganos jurisdiccionales, debe ser objetiva
y razonable a efecto de no anular el derecho mismo de acceder a la justicia.

En efecto, si bien se deja a voluntad del legislador establecer los plazos y


términos conforme a los cuales se administrará la justicia, esa voluntad no es
irrestricta, pues así se desprende de la jurisprudencia P./J. 113/2001,
sustentada por el Pleno de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, visible en
el Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, Novena Época, Tomo XIV,
Septiembre de 2001, página 5, cuyo rubro es el siguiente:

“JUSTICIA, ACCESO A LA. LA POTESTAD QUE SE OTORGA AL


LEGISLADOR EN EL ARTÍCULO 17 DE LA CONSTITUCIÓN GENERAL
DE LA REPÚBLICA, PARA FIJAR LOS PLAZOS Y TÉRMINOS
CONFORME A LOS CUALES AQUÉLLA SE ADMINISTRARÁ NO ES
ILIMITADA, POR LO QUE LOS PRESUPUESTOS O REQUISITOS
LEGALES QUE SE ESTABLEZCAN PARA OBTENER ANTE UN
TRIBUNAL UNA RESOLUCIÓN SOBRE EL FONDO DE LO PEDIDO
DEBEN ENCONTRAR JUSTIFICACIÓN CONSTITUCIONAL.” , así
como de la jurisprudencia 1a./J. 42/2007, sustentada por la Primera Sala
del citado órgano, publicada en el Semanario Judicial de la Federación,
Novena Época, Tomo XXV, Abril de 2007, página 124, cuyo epígrafe es:
“GARANTÍA A LA TUTELA JURISDICCIONAL PREVISTA EN EL
ARTÍCULO 17 DE LA CONSTITUCIÓN POLÍTICA DE LOS ESTADOS
UNIDOS MEXICANOS. SUS ALCANCES.”

En ese orden de ideas, si bien es verdad que todo gobernado tiene derecho de
acudir a los tribunales a plantear una pretensión o defenderse de ella, a través
de un procedimiento en el que se cumplan las formalidades esenciales, entre
las que se encuentra la oportunidad de ofrecer y desahogar pruebas, también
es cierto, que ese derecho se debe ejercer de manera oportuna, es decir dentro
de los plazos y términos que fijen las leyes, pues de lo contrario, se corre el
riesgo de que éste, según sea el caso, prescriba, precluya o caduque.

En virtud de lo anterior, y en atención a la seguridad jurídica que debe


regir el procedimiento, el gobernado está constreñido a ejercer
oportunamente las acciones en que sustente su pretensión, pues de lo
contrario, su derecho a hacerlo puede prescribir o caducar en razón de
los plazos y términos que para tal efecto

Establecen las leyes; y una vez iniciado el juicio respectivo, también


debe sujetarse a plazos y términos procesales que para el desarrollo
del mismo se fijen en las leyes, ya que de lo contrario, su derecho a
hacerlo podría precluir, pues una vez que se extingue la oportunidad de
ejercer el derecho correspondiente, ya no puede hacerse valer en un
momento procesal posterior.

Ello es así, pues la preclusión es una sanción que da seguridad e


irreversibilidad al desarrollo del proceso, pues consiste en la pérdida, extinción
o consumación de una facultad procesal, cuya razón de ser encuentra sustento
en el mandato constitucional, consistente en que la justicia debe ser pronta.

Así, en razón del principio dispositivo, se considera que es en las partes en


quienes recae no sólo la obligación de iniciar el procedimiento, sino también la
determinación de su contenido e impulso para el esclarecimiento de la verdad
en la resolución de la controversia.

La razón de ser de ese principio descansa en el hecho de que por regla general,
los derechos e intereses jurídicos que se discuten en el proceso son del dominio
absoluto de los particulares; por ende, es en ellos en quienes recae la
obligación de iniciar e impulsar el procedimiento; no obstante, como se dijo, en
razón de que el artículo 17 constitucional exige prontitud en la justicia, la
obligación de iniciación e impulso del procedimiento que se deriva del principio
que se analiza, se rige por el diverso principio de oportunidad que se deriva de
los plazos y términos que fijen las leyes correspondientes.

Por lo anteriormente expuesto y fundado a Usted C. Juez, muy


atentamente le: P I D O;

PRIMERO. Tenerme por presente realizando las manifestaciones que


del presente se desprenden con las que Su Señoría se dará cuenta que no le
asiste la razón a la contraria de las suyas realizadas en la evacuación del
incidente planteado por mi representado y por mi conducto.-

SEGUNDO.- se sirva turnar la causa para dictar sentencia que se


pronuncie en el termino de ley por la que se declare procedente mi Incidente
de prescripción de ejecución de sentencia y se le condene a la demandada al
pago de gastos y costas reclamadas.-

ATENTAMENTE;

Tequila Jal., a 11 de febrero del 2022.-


LIC. SERGIO GUZMÁN AGUILAR;
CED. PROF. FEDERAL .No 4745919
SECRETARIA DE EDUC. PUBLICA.

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