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Cayetano Hormaechea.
Barcelona, 20 de julio 2018
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Para más detalles sobre los métodos constructivos véase "Los galeones del siglo XVII" por C.
Hormaechea, I. Rivera y M. Derqui en la web de academia.edu, y "Los barcos oceánicos del Atlántico
Ibérico, siglos XVI y XVII" de los mismos autores (obra en preparación).
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viera la frase de que “las naos no se hacían en turquesa, sino a ojo”, contestó que sin duda
la Corporación no conocía su forma de fabricar, ni sabía “que él hacía cualquier palo de
cuenta o aposturaje con cuenta y medida, y por consiguiente, que salían sus naves como
de turquesa". 2
El interés de esta anécdota radica en el hecho de que, en 1613, Juan de Veas defiende
como nuevo el método de "cuenta y medida", frente al empleado hasta entonces que
los expertos de la Casa de Contratación definen como de "a ojo".
Lo anterior nos confirma que en la península ibérica el método de construcción
utilizado durante el siglo XVI debía de ser el de "vagras flexibles y cuadernas
adaptadas". Este método consistía en construir al menos tres cuadernas o armaderas
correspondientes a la maestra y dos cuadernas más situadas a una distancia
aproximada de ¼ de la eslora de la proa y la popa respectivamente. A continuación,
se tomaban unos listones flexibles que se clavaban en la roda, las tres cuadernas y la
popa. Su curvatura marcaba cuál debía de ser la forma del casco, y a partir de ella se
cortaban a medida las cuadernas que se colocaban en el interior adaptándolas a la
forma de las vagras o madres.
Arbolados los gálibos o armaderas de al menos la maestra y dos cuadras, se clavan las
vagras o madres que darán forma al casco. Dibujo de Manuel Derqui.
Ciertamente, debía de ser muy difícil que con este método se pudiesen obtener dos
barcos iguales y no nos puede extrañar que los oficiales de la Casa de Contratación
dijesen que los barcos se construían "a ojo".
Cabe señalar que en la península ibérica parece que el diseño de los costados se
lograba con un único radio de circunferencia para trazar todas las cuadernas, excepto
en el País Vasco en el que, al parecer, en algunos casos también se utilizaban varios
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Fernández Duro: Disquisiciones Náuticas, volumen V, pág. 60. La "turquesa" era un molde para fundir
balas.
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Para más información sobre las influencias mutuas de la construcción naval vasca y la inglesa véase
Daniel Zwick: “Bayonese cogs, Genoese carracks, English dromons and Iberian carvels: Tracing
technology transfer in medieval Atlantic shipbuilding”, Itsas Memoria. Revista de Estudios Marítimos
del País Vasco nº 8,
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las islas, adoptaron una manera de economizarla reduciendo al mínimo las pérdidas
producidas por el biselado de las ligazones para ajustarse a la curvatura de las líneas
del casco, lo cual, además, se podía hacer con piezas de menos grosor que eran
mucho más fáciles de encontrar.
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J. Boudriot: Le Vaisseau de 74 canons, Edit. ANCRE.
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LAVERY, B.: Ships Models, their purpose and development from 1610 to the present, pág. 118,
cita el modelo nº inv. SLR0405/7798 del NMM at Greenwich.
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Entre los elementos del sistema "a la inglesa" que se volvieron a utilizar en esta última
etapa ecléctica de la construcción naval española del siglo XVIII, están los reviros de
las últimas cuadernas de proa y popa.
A primeros del siglo XIX, la técnica de las cuadernas reviradas se impuso
definitivamente tanto en Francia como en la península ibérica.
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Isidro Rivera: El navío de 68 cañones de 1752.
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Ídem.
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Modelo de la fragata Diana construida en Mahón en 1792 por Honorato de Bouyon con planos
de Fernández Retamosa. Obsérvense los reviros de las cuadernas de proa. (MNM). Fotografía
de C. Hormaechea.
3 - El cierre de proa
Entre el horcón y la roda quedaba un hueco que había que rellenar, cosa que se
conseguía colocando unas piezas curvas llamadas "espaldones" o "ligazones de
escobén" que cerraban la proa. Hemos de hacer notar que los espaldones o ligazones
de escobén pueden ser necesarios incluso en el caso de utilizar cuadernas de reviro.
Siempre hay que acabar cerrando el espacio entre la última cuaderna de proa y la
roda.
Comenzaremos por el siglo XVIII que es el que mejor conocemos y luego trataremos
de retrotraernos a los siglos XVII y XVI.
3.1 - El siglo XVIII
De este siglo disponemos de una documentación relativamente abundante que nos
muestra dos formas principales de diseñar y disponer los espaldones.
La primera forma consistía en situar el plano que las contenía de forma perpendicular
al forro en el punto en cuestión, formando un ángulo variable con el plano vertical en
el que se inscribe la quilla. Fue la forma preferida por los franceses que, como ya
hemos visto, utilizaban el sistema de cuadernas dobles en un mismo plano
perpendicular a la quilla, es decir sin reviros. La zona del cierre de proa, casi
semicircular, era cubierta por espaldones situados en forma de "gajos de naranja".
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Los máximos especialistas en construcción francesa de los siglos XVII y XVIII, como
son Jean-Claude Lemineur y Jean Boudriot, representan siempre los espaldones sin
claras entre ellos, a diferencia de las cuadernas que sí están separadas por claras.
La segunda forma de disponer los espaldones era situando los planos que los
contenían de forma perpendicular al plano del horcón y paralelo al plano vertical de la
quilla y la roda. El pie de los espaldones se insertaba en el horcón o última cuaderna
de proa. Fue la forma preferida por los ingleses que siempre intercalaban entre los
espaldones una serie de tojinos con objeto de crear claras entre ellos que facilitasen
la ventilación y evitar así pudriciones.
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Isidro Rivera: Obra citada.
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Sin embargo, como en tantas otras ocasiones, la arqueología nos aporta datos que
complican nuestras apreciaciones y muestran una realidad más compleja. Es el caso
del pecio del buque de azogues Nuestra Señora de Guadalupe, construido en
Campeche entre 1702 y 1703, y que naufragó en 1724 en la bahía de Samaná cuando
transportaba un cargamento de azogue y clavazón de hierro. A decir de los
arqueólogos que lo investigaron, este buque, construido por sistema tradicional de
varenga-genol, presenta en la proa "catorce cuadernas de reviro, situadas en dirección
radial, pero no concéntricas". 9
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Véase APESTEGUI, C.; IZAGUIRRE, M.; LEÓN, C.: La aventura del Guadalupe. (Barcelona: Editorial
Lunwerg, 1977).
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Modelo basado en la interesantísima monografía Le François de LEMINEUR, J.C. 10
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Entre 1996 y 1997, la Universidad de Texas excavó su pecio hallado en la bahía de Matagorda,
en el Golfo de México. Jean Boudriot, J. escribió una interesante monografía titulada Cavelier de
la Salle – L’expedition de 1684 –LA BELLE.
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Esta frase parece dar a entender que los piques de proa tendrían reviro desde la zona
del rasel. Es decir, si no hubiera reviro, el gálibo no debería ir confluyendo hasta el
gálibo de la roa. Esta confluencia solo se explica si se produce un reviro. Claro que,
en este caso, parece no hacerse distinción entre simples piques y los espaldones. Por
otra parte, Garrote recomienda colocar las cintas antes de los espaldones de proa
para asegurarse de que estos ajustan bien con el forro:
Esto nos sugiere un procedimiento que podría dar unos resultados muy parecidos a
los que hemos comentado anteriormente para el Guadalupe de 1702.
pueden darnos respuesta a las principales preguntas que nos plantea el problema que
nos ocupa. Sin embargo, sí hay algunas pistas que nos pueden indicar cuál sería la
forma más probable en que se ejecutaba esta parte de la obra.
Por una parte, sabemos que en el siglo XVI se utilizaba el método de vagras flexibles
y cuadernas adaptadas a las vagras o madres que daban forma al casco. Por tanto,
no existían las cuadras o redeles propiamente dichos, sino que los carpinteros iban
colocando las ligazones de la manera que mejor se adaptase a la forma del casco.
Con este sistema es lógico que, llegados a la proa, se colocasen medios piques
revirados para seguir la curvatura del casco y astas o ligazones adaptados
directamente a dicha curvatura. Recordemos que en esta época las ligazones eran
"flotantes" y no estaban empernadas a los genoles, sino solamente al forro y los
refuerzos longitudinales del casco, tanto exteriores como interiores.
Se suele decir que las personas de todas las épocas enfrentadas a unos mismos
problemas prácticos encuentran siempre las mismas soluciones. Eso es lo que ha
sucedido con los modernos constructores de la réplica de la nao San Juan de 1565
que se está labrando en la Factoría Albaola de Pasajes. Llegados a este punto y,
careciendo de información arqueológica, han resuelto la situación de una forma muy
parecida a la anteriormente descrita.
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