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UNA CLASE DE PINTURA

Llegaba tarde, eso no era típico en ella, y aún menos si era por un compromiso de trabajo.

El caso es que llovía en abundancia y eso la trastocó, se cambió tres veces de ropa, sin

saber ni estar segura que sería lo mas adecuado para esa ocasión.

Terminó acomodándose unas nuevas mallas de deporte brillantes, una bonita sudadera a

juego y una par-ka turquesa; esa capucha era fantástica, por eso la compró.

No pretendía que todo el mundo la observase con más detenimiento por el hecho de

llegar tarde, pero pensó que al fin de al cabo, mirarla la iban a mirar igual, muy atentos

durante una hora. Lo que no sabia mientras canturreaba con sus cascos por la calle, es lo

que la tarde iba a depararla, no hubiera podido imaginarlo jamás.

Entró por la puerta principal de la escuela de Bellas Artes, con solo cinco minutos de

retraso, tampoco se había mojado mucho en el camino, así que respiró hondo,

ahuecándose el pelo, mojando y marcando sus labios con los dientes. Subió a la segunda

planta, siguiendo las indicaciones de Victor. Se asomó tímida en la única puerta abierta

que había. Una gran puerta, sin duda, con muchísima luz en su interior y una tenue

música clásica de fondo, entró casi de puntillas, como sigilosa para que nadie se

percatara de que había llegado, y susurró un tímido buenas tardes a los alumnos mas

cercanos a su paso. Cuando la voz profunda de Victor le vino encima.

- Loreta!, bienvenida, por fin estas con nosotros..., que alegría. Pasa por favor y ponte

cómoda.

Loreta le sonrió, le dio dos besos, mientras le decía al oído.

– ¡Aún no estoy segura de porque te dije que si!

– Pues porque sabias que llevabas tiempo deseando hacer esto, no te acobardes y

disfrútalo.
Loreta volvió a respirar profundamente, mientras acomodaba su abrigo y sus cosas tras

un biombo. Victor mientras, dirigía a sus alumnos en el aula para que cada uno tuviera

una buena luz y una buena perspectiva.

A su vez y elevando la voz les comunicaba que su modelo de hoy iba a ser su querida

amiga Loreta, que escudriñaran bien cada rincón de su piel sin perder detalle, pues tal vez

no podrían volver a contar con ella como modelo. Tras el biombo, no sabia que hacer, se

preguntaba, salgo..., no salgo..., con bata..., desnuda...Y Victor en ese momento le indicó

que cuando estuviera dispuesta podía usar el diván, del modo que ella conviniera, o la

silla aterciopelada si lo deseaba, la postura sería a su elección, pero eso si, sin moverse

en una hora.

Salió tímida de detrás de aquellas cortinitas, tocándose el pelo y ladeando un poco la

cabeza. Se dirigió a los alumnos, mientras contemplaba que todos los ojos caían hacia

sus pechos y su pubis recién depilado. Se sentó en el diván, el cuerpo un tanto ladeado,

pero con la cabeza erguida, como orgullosa e intolerante, su pierna derecha reposaba en

el suelo sobre su tacón de aguja rojo, formando un angulo de noventa grados, y su pierna

izquierda estaba elevada sobre el diván, con el tacón apretando el terciopelo, es decir

estaba perfectamente abierta de piernas, pero su sexo no apuntaba directamente a la

vista de ningún alumno. Se había asegurado de llevar su pañuelo de gasa negro, largo y

espumoso, y este hacia el recorrido entre su mano derecha, pasaba y rozaba su pubis,

descolgando la otra punta por un borde del diván. Pensaba: -“bueno ya esta, tampoco es

para tanto, y he de reconocer que esto me excita mucho, espero no coger frio, y no

gotear..., Loreta no gotees, por favor no gotees.”-

En ese momento de casi relax comenzó a preguntarse porque había allí también una silla,

tal vez Victor la dio a elegir, o tal vez habría otra invitada, o invitado..., mientras calculaba
las posibilidades y veía como los alumnos la miraban con el lápiz en alto, tomando

medidas, apareció por la puerta como una especie de alucinación para ella.

No podía ser el, era imposible, ¿que hacia el allí?, ¿era amigo de Victor?, no era posible,

joder..¿que hacía el allí?, estaba desnuda y él clavo la mirada en ella, guiñándola un ojo,

como diciendo, - estas perfecta cariño -.

Quería morirse, le temblaba el cuerpo, no podía ser, era una fantasía, ¿un sueño?

El, se fue tras el biombo, y Loreta escuchó: “Uhmm, bonita lencería”

“Tierra tragarme”, pensaba ella. Mientras salía, pensaba, “aún encima de llegar quince

minutos mas tarde que yo, querrá que le ría la gracia también”.

El cogió enérgicamente la silla, haciéndola girar en el aire, y se sentó justo enfrente de

ella, algo ladeado, mostrando su perfil lateral, torso y trasero a los alumnos, lo cual la

situación los dejaba casi frente a frente, y ahora si que había alguien que lo veía todo.

Mirándola fijamente comenzó a hablar con ella.

– Bueno Loreta ya que no vamos a poder movernos, al menos podremos charlar

durante una hora, ¿te parece bien?

– Veo una vez más que siempre eres muy oportuno.

Charlemos, ya que después de esto seguramente salgas corriendo, como siempre.

Victor, por favor ¿serías tan amable de acercarte un momento?

¿Puedes explicarme de que conoces a Miguel? ¿Y porque no me dijiste que iba a estar

hoy el aquí?

– Loreta querida, si te lo hubiera dicho, no hubiera sido una sorpresa, ¿no crees?

Miguel y yo nos conocemos desde niños, eramos vecinos del mismo barrio, y hacia ya

unos años que no nos veíamos, pero últimamente se ha interesado por las artes...

Haz el favor de relajarte y estarte quieta, sino después te quedarás castigada sin ir a

cenar.
– Y bien, cuéntame, de que quieres hablar durante una hora conmigo, tal vez no

puedas soportarlo.

– ¿Sabes que estás preciosa?, pareces una musa, como en un anuncio, te cogería

ahora y...

– Y que, aquí no puedes hacer nada, de hecho nunca puedes hacer nada. ¿Puedes

explicarme como es que estas aquí?

– Victor me contó el otro día que andaba buscando modelos para sus clases, y que

últimamente le fallaba mucho la gente, pero que esta semana tenía suerte porque iba a

venir una amiga suya y podría tener la semana cubierta. Le pregunté por su amiga, y me

dijo, - espera un momento, voy a enseñarte una foto de ella, es una gran amiga y da el

perfil para ser la modelo- Cuando vi que eras tú, se me encendió como una bombilla, y el

corazón me dio un vuelco, pensé, tengo que ir, tengo que posar con ella, tengo que estar

allí con ella. Le propuse a Victor venir hoy, para estar los dos y le pareció buena idea, a

condición de que volviera algún otro día. Y ya ves, aquí estoy, para verte y conocerte.

– Joder, esto no es lo que habíamos hablado tantas veces.

He de confesarte que tu mirada, me esta empezando a causar humedad.

– Explícate, concreta.

– Mi sexo, se esta humedeciendo.

Las miradas eran lascivas entre ambos. Loreta sentía una brutal necesidad de tocarse

delante de Miguel, de ponerle a mil. Miguel tenía su miembro escondido por el respaldo

de la silla, así que aunque estuviera erecto, no se le notaria, pero Loreta pensaba en que

seguramente ya lo tuviera erecto.

_ Vendrás luego a cenar con Miguel y conmigo, ¿verdad?

_ Pues no había pensado en eso, mas bien me convendría una ducha fría. Además

mi economía no puede permitirse ciertos lujos, ya.


_ ¿Te tocarías para mi, ahora?

_ ¿Estas loco?, ¿delante de toda la clase?

_ Chss, van a oírnos....

_ ¿Recuerdas que no podemos movernos?, ¿Quieres que acaben todos

empalmados?

_ Uhmm, si me encantaría...

Loreta omitió su comentario y por mas de diez minutos no le dirigió la palabra, incluso ni la

mirada.

Se sentía observada por Miguel, más que por los alumnos que allí estaban.

Comenzaba a sentir algo de frio y le preguntó a Victor cuanto tiempo quedaba, quería

levantarse e irse de allí, no le estaba gustando nada la situación. Sabía que Miguel estaba

gozando y regodeándose de su masculinidad delante de ella, aunque sabía

perfectamente que ignorarle era lo más cruel que podía hacer en ese momento, al igual

que eso causaría un después sobre la relación con ella. Una de dos, o se interesaría más,

o la ignoraría por completo para siempre.

Victor, alzó la voz en el aula y comunicó a sus alumnos:

_ ¡Cinco minutos chicos! Id terminando que la niña se nos enfría.

_ Gracias Victor.

Respondió Loreta.

Miguel telefoneo a los tres días y Loreta tuvo que excusarse con sus padres, saliendo

fuera del restaurante donde se encontraban comiendo para poder hablar.

Descolgó el teléfono, y se oyó:

_ Te voy a castigar.

Por un momento a Loreta se le pusieron los pelos de punta, pensando en alguna grata

sorpresa y la intriga de la llamada de Miguel que no la esperaba. Se quedó pensando, sin


habla, no sabía que decir. Miguel insistió.

_ ¿Que ocurre, te ha mordido la lengua el gato?, Loreta se que estás ahí.

_ Hola Miguel, ¿que tal estas?, me pillas ocupada.

_ ¿Te llamo más tarde? ¿Puedo ir a buscarte a las 6?

_ Prefiero quedar en algún sitio, no quiero que subas a mi casa. Luego te llamo.

Y colgó.

Al volver a la mesa sus padres le preguntaron quien era y porque estaba tan sonriente,

los postres ya estaban allí, y en la mesa de enfrente me cruce con Lola que se dirigía al

baño. Volví a excusarme con mis padres desviando así el tema y tener que omitir las

respuestas y el interrogatorio.

_ Enseguida vuelvo, dije, es un instante.

Entramos juntas al wc, entre risas y me dijo; menuda cara de cachonda tienes, has

hablado con el, o es Sergio el que te pone. La respondí que un poco de todo, el vino, la

risa, Sergio, Miguel ....

Salimos después de diez minutos acaloradas del wc, respirando y tras la respiración

honda una fuerte carcajada, íbamos como que no hubiera pasado nada, intentando

disimular y al llegar a la mesa todos habían terminado el postre y me miraban con cara

extraña.

rompimos su conversación con un fuerte ataque de risa, que contagio a Sergio y también

a las mesas colindantes que no paraban de mirarnos, contagiados también, yo lloraba, me

dolía la barriga y no podía respirar, me abanicaban con la servilleta, me trajeron agua,

pero yo no podía parar, era un ataque de risa como a veces me suelen ocurrir. Tras la

interferencia de la risa, se sucedió el postre y el café, fuimos invitadas por nuestros

nuevos amigos, así que decidimos irnos a tomar una copa e invitarlos, por supuesto,
tendría que ser un sitio que ellos conocieran, pues nosotras no controlábamos la marcha

en Logroño.

Entre ellos comenzaron a debatir varios sitios, y por lo que entendimos optaban por los

pubs normales o un sitio muy picante que abrieron recientemente, “La rosa”. Lola que no

es tonta, los interrumpió gritando, ¡La rosa, vamos a la La Rosa!, y a ellos pareció

gustarles la idea, a nosotras realmente nos daba igual, teníamos ganas de divertirnos.

Cuando llegamos a “La Rosa”, todo era normal, pero al cedernos el paso y entrar nosotras

primero, nos dimos cuenta enseguida de que aquel lugar no era un pub normal. Tras

nuestra reciente entrada se oyó un grito lejano, en una sala continua, como si alguien

acabara de ver las estrellas. Nuestros recientes amigos nos preguntaron, que tal nos

parecía, si nos encontrábamos a gusto, que si no podíamos cambiar de local sin

problemas, a lo cual las cuatro asentimos con la cabeza entre risas aceptando aquel lugar

picante para tomarnos una copa, seria una experiencia graciosa, o al menos divertida.

Yo te envié un mensaje aunque ya eran las 12,30 hr de la noche y tal vez estuvieras

dormido, contándote donde nos encontrábamos, tardaste un rato en responderme pero

cuando lo hiciste, ya estabas cachondo, casi no prestaba atención al resto de mi grupo,

porque me dedique a ser lasciva contigo y no dejarte colgado a esas horas, deseaba que

estuvieses conmigo en ese momento.

Cuando de pronto Sergio paso su mano sobre mi pierna y se acerco a mi oído

preguntándome si me tomaría con el una copa en un reservado. Uff yo estaba contigo en

el móvil y...no sabia que hacer, le dije que esperara un minuto y seguí con el móvil.

Pasaron un par de minutos cuando, me cogió por el brazo invitándome a bajar del

taburete donde estaba y el ya tenia las dos copas en la mano, y simplemente le seguí.

Me llevo a un rinconcito muy mono, que ya lo quisiera yo para mi casa, había un pequeño

sofá rojo, muy chic, cálido y cómodo, eso si, sus dimensiones eran escasas, cabían dos

personas bien juntitas, imagino que para propiciar la situación y el acercamiento.


Nos sentamos y nos reímos sutilmente, yo no sabia que decir, estaba un poco cortada,

así que espere a que el jugara y moviera ficha. Levanto su copa invitándome a brindar,

brindamos, y el dijo; por la noche, y tras este le pregunte, que es lo que esperaba de la

noche, y el respondió, lo que surja si tu quieres.

Observaba a mis amigas que se encontraban al fondo de la sala entre risas acompañadas

de los nuevos amigos, parecían cómodos y charlaban. Yo no me sentía tan cómoda y

pensaba en ti, aunque por querer siempre lo quiero todo. Sergio me comenzó a acariciar

mi nuca y mi cuello con un sutil dedito, entre cosquilleos, despacio, y continuo bajando por

mi escote trasero muy despacito, me levante lentamente y me senté en un taburete frente

a el, su cara era de extrañeza decorada de una sonrisas falsa, le dije claramente que me

gustaba mucho jugar pero tenia pareja y siempre jugaba con ella, nos justaba jugar juntos,

así que lo siento pero no va a poder ser , si quieres tal vez, el viene mañana a recogerme

y a pasar el día, podemos quedar y ya veremos, no te aseguro nada. A tu novio no le

gusta que te diviertas, me pregunto, a lo cual respondí, si, pero insistí en que nos

divertíamos juntos. Para no extender la situación ni la tensión que la conversación estaba

tomando cogí mi copa y me acerque junto a Lola. Nos pusimos a bailar juntas, como

hacíamos siempre, parecíamos dos locas, disfrutando de cada nota, a nuestro aire en

nuestro mundo. La velada se alargo hasta las 4 de la madrugada, íbamos mas que

contentas y dijimos muchas bobadas, volvimos al hotel con los tacones en la mano,

descalzas y riendo, eso solía ser lo habitual. Al subir a las habitaciones nos tiramos todas

en la cama de Marta, y nos contamos todas las conversaciones, Pepa estaba muy

animada y dicharachera, ese era nuestro cometido. Tras risas y confidencias Pepa dijo

que Sergio le había dado el número de teléfono, a lo cual replique como un cohete ¡Será

cabrón!, y soltamos otra risotada.

La noche fue tranquila y descansamos profundamente, doce horas de sueño reparador,

nos levantamos sobre las 12,30 h y bajamos a desayunar y vermutear a la calle.


Al rededor de las 13,30 tu me telefoneaste y me diste tu ubicación, estabas en Logroño

con tu amigo y quedaríamos para comer todos juntos.

Quedamos a las 2,30 h en un restaurante céntrico. Cuando nos vimos tus ojos me

besaron, nos acercamos y te agarré de la nuca suavemente para besarte y tu me dijiste al

oído, ¿has sido buena? Yo te respondí afirmativamente. Entramos dentro y disfrutamos

de la amistad, la compañía y los caldos, una vez mas salimos mas contentos de lo que

entramos. Yo propuse ir al hotel a echar una siesta, Pepa y Marta estaban de acuerdo, sin

embargo tu, tu amigo y Lola os apetecía pasear e ir a tomar un café, así que nos

separamos y quedamos para mas tarde. No había ningún problema.

Me tumbé en la cama y caí rendida al instante.

De pronto sonó mi móvil, eras tú, y ya eran las 7 de la tarde, se me paso como un

instante, lo cogí somnolienta y respondí, al otro lado tu, me dijiste, ¿ha dormido bien mi

niña?, mi respuesta fue un ronroneo y un bostezo, tras un, hola...

Cariño quedamos en la cafetería del hotel, acabamos de llegar, os esperamos aquí sin

prisas, te respondí afirmativamente y colgué. Tal vez a veces puedo resultar algo seca,

una de ellas es cuando acabo de despertar, da igual la hora, tardo en encenderme.

Desperté a Pepa y a Marta apresuradamente, ¡chicas...nos están esperando

abajo...tenemos que arreglarnos, nos vamos de fiestuqui! Me arregle y me perfume.

Cuando bajamos a la cafetería y nos encontramos, tus ojos se clavaron en mi pecho y

agarrándome del culito sutilmente, me besaste. Estas preciosa me dijiste. Yo llevaba un

vestido de lentejuelas doradas, muy sexy, muy corto, con mucho escote y muy ceñido, a ti

se te iban las manos y la mirada. Me gustaba verte así, me gustaba arreglarme para ti.

De pronto Lola con cara y voz picara, dijo; bueno mientras las princesas dormían hemos

organizado la tarde-noche de hoy, su tono no me gusto, la conocía y sabia que algo

diferente iba a ocurrir, pregunte en voz alta a todos, ¿habéis sido buenos?, tu respondiste,
por supuesto. Lola asintió con la cabeza en plan pícaro y tu amigo solo sonrió.

Creo que debería de fiarme, aunque sabia y me daba miedo lo que habíais tramado.

Nos llevasteis a una coctelería que habíais descubierto mientras paseabais y allí

estuvimos sentados hasta la hora de la cena, sobre las 10 de la noche reservasteis una

mesa en un restaurante mexicano, lo teníais todo bien atado, como buenos picaros y yo

sin saber lo que teníais para después, no conseguí sacarte ni una palabra, ni a tu amigo

tampoco, no quiso delataros.

Lola se relamía y me tiraba muchas indirectas, pero tampoco conseguí sacarle nada.

Tras la cena alrededor de las 12,30 h, paseábamos por una calle que me era familiar,

creo que iba adivinando, cuando llegamos a “La Rosa” Pepa, Marta y yo nos empezamos

a reír, preguntándoos que íbamos a hacer allí. Lo habíais planeado todo, tuvisteis tiempo,

claro.

Lola se hizo la noche anterior con el teléfono de Sergio y esa misma tarde le llamasteis

para vernos por la noche, y le pedisteis que fuera acompañado con ganas de marcha y

alguna amiga también, para que así todos tuviéramos pareja y donde elegir. Al entrar allí

estaba Sergio esperando con tres amigos y dos amigas mas.

Comenzamos a beber y a bailar, Sergio me pregunto si no le iba a presentar a mi chico, y

eso es lo que hice, te adelante que el era el de la noche anterior, el que queria jugar

conmigo, os saludasteis amigablemente y te dijo, tu chica esta como un queso, tu no le

respondiste, seguiste tomando la copa a mi lado, pero a los cinco minutos te apartaste y

fuiste donde el, yo estaba expectante. No sabia si lo estabas amenazando o estabas

confabulando algún juego, estuvisteis mas de quince minutos charlando a solas, un poco

apartados.

Cuando os dirigisteis al grupo, supe al instante que habíais tramado un juego, lo supe por

vuestras miradas, y le hacías señas a Lola.

Me invitasteis a bailar, mientras cogías mi copa y la apartabas en la barra.


Al minuto de estar bailando sensualmente, con una sonrisa muy picara que no podías

disimular, te roce el paquete de tu pantalón con la mano abierta, se notaba dura, pero no

en todo su esplendor, tus ojos se clavaban en los míos, Sergio se acerco por detrás, muy

muy pegado a mi, comenzaba a rozarme con su paquete en mi trasero, tu lo hacías por

delante y yo parecía un sandwich, tenia en esos momentos mis brazos alzados por el

baile y movía las caderas provocativamente, el por detrás y tu por delante comenzasteis a

tocarme, pasando vuestras manos bien abiertas por mi cuerpo, recorriendo despacito

los tirantes de mi vestido y haciendo amago de bajarlos, pero no..., tu me tocabas los

pechos, el recorría mi espalda y mi culo, entonces tu comenzaste a bajarme los tirantes

provocándome escalofríos. Sergio se agacho y sus manos se deslizaban desde mis

tobillos hasta mis muslo, tu me besabas, el aprovecho para subirme el vestido, dejando al

aire mis medias de blonda y mi tanga, tu tiraste del vestido hacia arriba, retirándomelo.

En ese momento os apartasteis bastante de mi, y me dejasteis bailando sola en ropa

interior. Al rato te acercaste y me recogiste en tus brazos, y los tres nos fuimos a una

cama redonda en una habitación contigua, yo ya no controlaba ni sabia donde estaba el

resto del grupo y que hacían cada uno, pero me daba igual. Allí me posaste sobre la gran

cama, donde apenas había luz, una mesa mediana con aceites, preservativos, toallitas y

consoladores precintados. Ambos os quedasteis fuera de la cama, mirándome.

Estabais esperando a que os provocara, entonces retorciéndome y haciendo poses en la

cama, me desprendí con algo de arte del sujetador, mientras me tocaba, después las

medias y a continuación mi tanga de transparencia. Os tocabais, estabais muy

cachondos.

Primero me dirigí a Sergio y comencé a soltarle el cinturón mientras el se quitaba la

camisa. No dejabais de hablarme, tu me decías que me ibas a castigar por follar con su

amigo, y que me ibas a follar duro, y Sergio me besaba y me decía que llevaba

pajeándose todo el día pensando en mi, que me hubiera follado la noche anterior y lo tuve
caliente 24 horas, jadeaba mi nombre y me suplicaba que se la chupara, me tienes muy

cachondo perrita, no he dejado de pensar como me la chuparías. Para entonces yo me

encontraba ya muy mojada, me chorreaba y os encantaba tocarme para mojaros conmigo

y meter vuestros dedos en mi boca, con algún la mentón esporádico en mi vulva dilatada,

caliente y palpitante. Cuando conseguí desnudar a Sergio me dirigí a ti, y me propuse

hacer lo mismo, pero me ordenaste ¡Chúpasela y fóllatelo!, yo no te hice caso y queria

quitarte el cinturón y el pantalón, me agarraste del pelo y me diste un azote cariñoso.

Entonces me volví, le agarre la polla a Sergio que la tenia bien erecta y comencé a

lamérsela, el comenzó a jadear, yo estaba de rodillas sobre la cama, el me agarro del

pelo, retirándomelo de la cara y comenzó a hacer movimientos para que yo me moviera

mas rápido empujando mi cabeza contra su polla.

La polla me crecía dentro de la boca, de vez en cuando la sacaba y se la masajeaba con

mi mano, notaba como sus venas se inflaban y esta crecía en mi, no podía ni jadear, me

ahogaba, era una polla grande y gorda, una buena polla. Tu seguías tocándote,

mirándome con cara de malo, como si fueras a violarme y castigarme.

Entonces Sergio se subió a la cama y me dijo, cómesela a tu chico, mientras se colocaba

tras de mi. Cuando comencé a desvestirte, el roció sobre mi espalda, un gran chorro de

aceite que se deslizo por mi piel hasta mi culito, gemí. Tus pantalones iban a reventar,

jadeabas y me mirabas sin despegar la vista. Sergio comenzó a acariciarme la espalda

muy lentamente, hasta bajar al agujerito de mi culo el cual deseaba ser tocado y

acariciado, lo hacia deliciosamente bien, sus manos de vez en cuando se desviaban hacia

mis tetas, llenas de aceite en sus manos, terminando pellizcándome los pechos.

Estabas muy excitado, mezclando palabras bonitas con palabras guarras, que sabias que

me gustaban, metí tu polla en mi boca, te chupaba, te lamia, mientras te miraba, eso te

encantaba, Sergio recorría mi cuerpo con sus manos, y ahora metía su dedito dentro de

mi culito y eso me hacia gemir y chupártela mas ansiosamente.


De pronto me cogió fuertemente de las caderas y me penetro, mientras tu observabas

como me follaba, mientras tu le decías, Sergio eso no es lo acordado, el se disculpo la

saco, y yo grite, ¡NO!, ¡Sergio, continua, tu miras!, y te solté la polla, me retire de ti y te

senté en el borde de la cama, cuando rápidamente le dije a Sergio, ven. Lo agarre de la

mano y nos levantamos de la cama, le ordene que me pusiera contra la pared, el me

agarro los brazos semiatados por detrás, e introdujo su polla en mi mientras me

empotraba contra la pared, tu mirabas mientras te pajeabas. Al ratito le ordene, que se

pajeara el encima de la cama, y fui a por ti. Te pregunte si estabas celoso, y te

dije¿quieres follarme mientras el mira?, y sin responderme me tumbaste en la cama boca

abajo, me agarraste de las caderas y me impulsaste hacia arriba, hacia ti, dejándome así

a 4 patas. Cogiste el aceite, lo esparciste por mi espalda hasta mi culito, sabias que eso

me ponía mucho, lo acariciabas, suavemente por fuera, lo dilatabas una y otra vez, muy

muy despacio estuvimos así al menos 15 minutos, cada vez me hacías gemir mas fuerte,

y al rato te suplique que me dieras por detrás e introdujiste tu polla muy suavemente en mi

culo, ambos gritábamos de placer. Me agarrabas fuertemente, despacito, entrabas y

salias jugando con tu puntita, otra cosa que te había enseñado. Yo te provocaba con el

movimiento de mi pelvis y mis caderas, mi culo en pompa, empinado, no podías aguantar

tanta sensualidad, mis gemidos hicieron que te corrieras dentro de mi, te sobrepasaba la

manera que tenia de jadear, me soltaste, me besaste, me esparciste tu semen por mi

espalda, me dijiste palabras bonitas y me abrazabas fuerte. Sergio seguía mirando no

podía acabar solo, así que lo pajee, se corrió sobre mis tetas.

Aquella noche fue fantástica.

CONTINUARA …....

SUSANA AZCONA

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