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Solo que Alma contaba con un arma secreta, sus abuelos. Ellos son parte de
que debía ejercer durante el periodo que tuviera la beca. Así que, como
Ustedes dirán en qué momento ayuda en su colegio, pues desde que salía de
clases hasta que faltara media hora para iniciar su trabajo, su existencia era
que lo conoció sus ojos cafés lo vieron de arriba abajo examinándolo. Sus
una camisa color blanca con las mangas hasta los codos perfectamente
doblabas, mostrando sus brazos con bastantes vellos. Una barba de algunos
de ingresar a la institución. —
—Hoy. — por más que quiso contestar algo, su superior le ganaba las
palabras y ante aquella afirmación solo quedo mostrarle una sonrisa. —No
los voy a interrumpir, tengo que llevar a los demás chicos y ustedes deben
tener mucho de qué hablar y ponerse de acuerdo. Te recuerdo que en media
—Creo que iniciaremos por ahí, nada de Señor, soy Ingeniero o Heriberto.
¿De acuerdo? —
—Sí. —
haciendo una pausa en las respuestas, saco un folder manila donde un par
de hojas blancas notificando sus materias y tiempo disponible. — tengo el
turno matutino. —
—Bien Alma, me alegra saber que estás entusiasmada, espero que sigas así
hasta que acabes, he visto muchas caras que a la larga terminan bastante
desequilibrados por la presión. Si escuchaste Luis, tu antecesor fue uno de
de todo, ahorita tengo junta con los demás departamentos, ¿a qué hora te
tienes que ir? —
—15:30 —
—Es posible que tome tiempo, así que si quieres irte, por mí no hay
Con su corbata chueca se marchaba por aquel único acceso dejándola con la
que él pedía, todos los días así pensaba desde hace más de un año que
contaba con su jefe de departamento.
Desde aquella plática, la compañía de ambos de casi tres horas al día, se
convirtió en buenas conversaciones, apoyo mutuo, incluso complicidad por
parte de los dos. Cuando veía a Alma no poder más le decía que fuera
acostarse en el baño o si tenía tarea por hacer, le exigía que la hiciera antes
de servirle de apoyo.
Viéndola en secreto, admirándola por todo lo que lograba, pero sobre todo
aquel culo que le hacía tener fantasías pocos profesionales, que al irse se
tenía que desahogar para mantenerse satisfecho.
de como Heriberto se enteró de los demás becarios que les tocaron a sus
compañeros.
muy grato, además de satisfactorio. La chica frente a ella era bastante, lista,
casi nunca le pedía ayuda, bastaba con que le explicara una vez para llevar a
cabo las cosas y no volver a preguntar. Así era su rutina con ella y le
encantaba que fuera tan eficiente, pero incluso para él, notaba sus cambios
de actitud.
—Si, ¿es muy notorio? — sin dejar de verla, sacó una pequeña sonrisa.
nalgas redondas, casi perfectas ante el espectador, desde que había pasado
aquella puerta con su pantalón incitaba a no dejar de admirar. — ¿usted
tiene planes? —
—También tengo una salida con unos amigos. — tras disfrutar, verla
de ellos. —
Aunque a sus 28 años había conseguido toda clase de logros, pero cuando
vio aquella chica entrar por su puerta mentalmente hizo un juramento de no
tocarla. Cómo lo iba a hacer si era mucho menor que él, son casi 10 años,
pero ahora viéndola así sabía que ya se notaba que su desarrollo estaba
siendo favorecedor en ella y más aún para él.
asiento y con paso natural se introdujo al baño a terminar, lo que inició con
su mente enferma.
Alma, por su parte, lo había visto, solo que decidió ignorarlo. Su amiga
tuvo la razón al decirle que aquel pantalón en la noche dejaría a más de uno
con ganas. Maldijo para sus adentro al no hacerle caso sobre el vestido, se
imaginó a Heriberto salir del baño y poseerla, pero debía quitar la imagen
de su mente. A su benefactor, como le llamaba, no le interesaba, en cambio,
una nalgada en ese trasero sacando un fuerte suspiro. Aunque al salir del
Se colocó aún lado del estante donde ella acomodaba las cosas, simulando
intimidarse.
—Por lo que me platicaste en tu trabajo son muy exigentes con los horarios.
—Fueron muy amables con una chica bonita. — Alma al escuchar esas
le patearía el trasero. —
tengo novio. — Una sonrisa triste se apareció, pero continuó con sus
actividades.
quien me llevara. —
—En eso tiene razón. — sin decir más sacó una hoja que le era inútil,
comentarios y eso le alegro. No podía perder más tiempo, así que no tenía
un pequeño porta lápices, escuchando sonar como caían por el piso. A prisa
—Le ayudo. — la conocía y lo iba a auxiliar, así los dos estarían cerca.
—Tienes unos ojos muy bonitos, pero más esa boca que quisiera besar. —
sus palabras hicieron que se quedara como hielo, congelada, con los tonos
elevados en su cara.
—Ingeniero. — Y sin verlo venir Heriberto la beso. Respondiendo después
de que su cabeza razonara y lo hiciera atrás. — no podemos hacer eso,
alguien nos puede ver. —
ves. —
Con ello fue suficiente para regresar a lo que ya no había vuelta atrás.
—¿Entonces? —
—La verdad no esperó que lo entiendas, pero no quisiera que fuera en una
oficina mi primera vez. – dijo Alma. — quiero hacerlo, solo que no aquí. —
—Pero… —
—Hola, Olga. — sonó un poco más arriba de su tono, pero todo parecía ir
decían. — que firme los papeles y ahora que termine que vaya a dirección.
—
—Si, yo le aviso. —
gratificación.
era virgen. Siempre que le venía a la mente pasaba su lengua por sus labios.
El otro pensamiento que gritaba “es prohibida para ti” lo tenía oculto en su
escritorio con seguro, su anillo de matrimonio le hacía pensar y sobre todo
CAPÍTULO 3
Si aquella tarde en su trabajo no se pudo concentrar en nada más que en el
hombre que la había besado, en muchas de esas ocasiones solo
percatándose tarde de los errores que cometía en su computadora, pero no
podían juzgarla, logró tocar el cielo con aquel beso posesivo. Sabía que
valía la pena que casi lo descubrieran, pero estaba todo mal. No debía
seguir, arriesgaba demasiado por una calentura, su beca, su sueño, su
familia, el esfuerzo, además que podrían correrla de la institución. Lo que
menos quería ser, era un Luis en la historia del campus que andaba de boca
Tomando sus cosas para tener el fin de semana más largo que se ejercía
cada cierto mes y con la ayuda de Carlos, que era su amigo del trabajo.
—Estoy segura de que el de la idea eres tú, pero no te voy a regañar porque
necesitaba esta salida. -
El sitio que había elegido Norma resultaba bastante apropiado, para poder
levantarse y bailar a lo grande, después de pasar a su casa de Norma por un
par de cosas, además de retocar los detalles para no verse tan cansadas;
Le dolía saber que aquellos chicos con quienes compartía el salón solo se
llegaba a los oídos, teniendo que gritar para que escucharan las personas
alrededor.
—Señoritas, les mandan esto. — el joven mesero que las atendía hablaba
mientras ponía unas bebidas sobre la mesa.
ellos. Al sentir los labios de Alma en su cuello, los dos dedos fueron
subiendo de volumen y siguiendo el ritmo con sus caderas. Conforme más
se movía, los dedos no tenían control y Alma se aferraba más a Heriberto,
iluminados, satisfecho.
podemos irnos. —
puerta se cerraba.
CAPÍTULO 4
Heriberto había puesto la calefacción dentro del carro, no sabía que estaba
haciendo, pero de alguna manera la idea le fascinaba que lo que se le venían
a la mente, solo que una cosa era lo que pensara, otra lo que quisiera aquella
chica.
—No me hagas dudar. — con esas palabras aceleró lo suficiente para poder
llegar lo más pronto.
tranquila.
Al bajar del carro, ambos tomaron la mano para avanzar al edificio frente a
ellos.
Ella visualizando su cuerpo con bellos por todos lados y el otro unos pechos
grandes que se le hizo agua la boca, le encantaban, mientras los bailes y
—Quiero probar primero. — mostró con una sonrisa sus dientes incapaz de
que él. Moviendo su lengua donde ninguno había traspasado esa frontera,
excitado de cómo su cuerpo estaba frenético, aumentó el ritmo, sintiendo
—Heriberto.—
—Me encantas, te voy a marcar como mía, vas a decir mi nombre y por
Entonces se movió, una y otra vez, sintió todo al natural. Acelerando como
un loco por la experiencia que le daba aquella mujer. Mientras Alma se
aferraba a él, tras el dolor en su vientre, siguió sus movimientos hasta que
sintió acoplarse, al punto que surgía algo grande dentro, quería gritar, su
vientre pedía que siguiera moviéndose, extrañamente lo hizo su amante
Quería que ambos terminaran, pero ella estaba muy cerca, lo contemplaba
en como apretaba su polla, y al verla querer arquear su espalda fue su
perdición. El nombre de Heriberto apenas lo escuchó, pero sí vio aferrarse a
las sábanas.
marcas rojas en sus pechos que se podrían esconder perfectamente por una
blusa. Era de él y quería que todos supieran eso, que esa mujer ahora le
pertenecía, que sus orgasmos eran de él y que la hizo suya.
—Él que no va a tener suficiente voy a hacer yo. — con su mano tomó la
—No viste los mensajes, pidieron a algunos venir por unos papeles, te están
esperando. —
—Ahora voy, solo cúbreme. Voy a arreglar unas cosas y lograré llegar antes
de lo esperado. —
—Te necesito aquí ya, están gritando por unos estúpidos archivos que tal
parece tú tienes, así que date prisa. — después de eso colgó.
Sin percatarse estaba ya de pie, desnuda, moviéndose al frente de los ojos
de Heriberto, que no paraba de verla lamiéndose los labios. Solo
imaginando la excelente alumna que se consiguió hacía que su miembro se
volviera a parar.
—¿Estás bien? —
—Tranquila, yo te llevo.—
—De verdad. —
—Lo que sea por ti. — antes de buscar su ropa, Alma vio cómo se paraba
desnudo ante ella, acercándose con su miembro listo para un segundo
Viendo la cama delante de ella antes de irse, vio una mancha de sangre
marcando aquel lugar donde perdió lo que tanto cuido por mucho tiempo.
No sabía si era lo correcto, pero le había gustado, además de que al tocar su
mano Heriberto le hacía cosquillas en el estómago, aunque no sabía
distinguir por el dolor agudo que le surgió desde que se levantó de la cama.
por delante.
CAPÍTULO 5
Los lunes por la mañana y las clases, demostrando que la vida de todos
seguía su rumbo. Marchando como cada semana en compañía de sus
colegas que se limitaban a escuchar los regaños de cada profesor, por el
aquellas escenas, sus palabras, le dio miedo crear una obsesión con aquel
hombre, el temor de cómo se había apropiado de sus pensamientos e
imaginación. El problema es que no le era indiferente, le agradaba la
sensación que le provocaba su hombre.
Para algunos había sido un fin de semana largo, para otros el más fantástico,
jamás imaginó sentir eterno no volver a la escuela. En todo este tiempo no
hubo noticias de él, ni un mensaje o alguna muestra de señal sobre el
hombre que le quitó su virginidad, la soledad y el constante pensamiento de
que había sido una mala decisión, la rondaban, incapaz de ser racional si fue
lo correcto.
Su mente le traicionaba constantemente sobre si hizo algo mal aquel día o
las cosas no salieron como quisieron ambos, pero lo que le causaba más
conflicto era conocer si le interesaba volver a saber más de ella y que iba a
pasar con todo lo que trabajó hasta ahora.
Tras percatarse de que no existiera nadie, fue entonces que los labios de
Heriberto la comenzaron a besar con desesperación.
Al cerrar la puerta la dejó ahí paralizada, sin respirar, solo pensando en qué
demonios había pasado.
Cuando dio la hora de salida su humor cambió, una sonrisa le florecía sin
darse cuenta y el saber que ahora vería a su ¿novio? ¿Cariño? ¿Amante?
¿Tigre? ¿Corazón? Conforme avanzaban algunas preguntas, se formaban, la
actitud de Heriberto fue preciosa, daba a entender que la extrañaba y la
necesitaba, pero el fin de semana resultaba indiferente y el conflicto pasaba
de un lado a otro.
borrándose en un segundo.
— Tus comentarios tontos aquí no van, vas a arreglar todo lo que hiciste
mal, mientras yo me voy. — Conforme más hablaba se acercaba más a ella.
— Espero que lo resuelvas. — y entonces el portazo de la puerta sonó
fuerte. La escena fue ver a Alma con lágrimas en los ojos en un rincón,
viendo con miedo, mientras él se acercaba lentamente.
–¿Alma? – al ver que la deja tocar, inicio limpiando las lágrimas de la chica
que estaba adentro conteniendo por no llorar sin éxito.
—Invente una junta fuera de aquí, así que debía idear alguna cosa para que
te dejaran. –
—Eres un estúpido. —
—Lo sé, pero era más mi necesidad de tenerte para mí sin interrupciones.
— tras calmarse le sonrió. — Así que Alma hoy vas a hacer mía. —
—Ya me ocupé de ello. — su voz sonó más de victoria interna para que
supiera su amada que no debía de qué preocuparse. — Hoy no vas a hacer
nada más que descansar. —
—Dime. —
—Bien, y la segunda. —
—Que te dejes llevar por hoy, si me permites puedo iniciarte en un mundo
que te va a encantar, pero necesitaré de tu confianza y de tu sumisión. —
para que abrieran, la idea de que escucharan hacía que la excitación creciera
notándolo Heriberto.
de tu salón sepan quien produce tus orgasmos y que solo mi nombre sale de
tus labios.—
Los bombeos seguían tras varias nalgadas y sabía que estaba cerca Alma, le
encantaba verla como se arqueaba y se sintonizaba logrando que siguiera,
era suya.
las embestidas más rápidas para que terminara lo antes posible. Entonces un
suspiro bastante hondo que apenas se escuchó brotó de Alma y después la
boca de su amante se pegó en su espalda, succionando y mordiendo para no
gritar mientras se vaciaba en ella, promulgando su lugar.
acostarse en el piso. Tratando de tomar aire para después seguir con otra
lección, era su estudiante perfecta y le fascinaba que su aprendizaje rápido.
— Explícate.—
tierno al hombre que la abrazaba. Al estar por completo parada, una nalgada
sonó en su trasero, logrando que volteara y le guiñara el ojo. — Voy al
baño. ¿Te vas a quedar aquí? —
— Disfruto de la vista. —
del día a día y si era así como el día de hoy, le encantaría su vida a partir de
ahora.
— No me importa nada, paso por ti, quiero hacerte el amor toda la noche.
—
— Estás loco. —
Con una sonrisa inédita sabiendo cómo terminaría el día, le dio un poco de
esperanza para afrontar su trabajo, solo se le ensanchó más su felicidad
conociendo que aquella noche tendría que inventar algo para quedarse con
su novio.
CAPÍTULO 7
Llevaban siete formidables meses que no bastaba las letras para mencionar
todas las ocasiones que Heriberto y Alma unieron sus cuerpos para
satisfacción del otro. En todo este tiempo la alumna superó al maestro,
Heriberto se mostraba fascinado, como ahora ella tomaba las riendas del
Sobre todo, desde hace un par de meses, Alma no contenía como saciar su
apetito sexual, y eso le encantaba. Ambos se fusionaban de la manera
perfecta, sea en la cama, en la oficina, en un baño, en la mesa, en un sofá,
Ambos conocían que de lunes a viernes tenían suficiente tiempo para estar
juntos. Los primeros días se podía quedar en casa de Heriberto hasta
terminar cansados. Después fue cada tercer día y hoy en día solo es un par
de horas, pasaban juntos la noche, para luego regresar a sus casas. Se dieron
cuenta de que no funcionaban al otro día, después de estar juntos toda la
Aquella mañana había iniciado bien, como siempre en su asiento una flor
con su nota le daba la bienvenida a manera de disculpa de su ausencia del
fin de semana, le gustaba y le hacía sentir especial. Todas las personas que
la conocían sabían que tenía novio, que la quería y se veía que le producía
felicidad dado la sonrisa que le sacaba y su cambio para bien en su vida.
Sus notas a pesar de tener un poco más de libertad seguían siendo las
mismas, era la segunda de la clase y lograba ser reconocida por sus
maestros.
mezclilla, lucia elegante cayendo por los lados el cabello largo y café. Una
mujer hermosa por su complexión. Al notar a Alma, Heriberto se paró con
su cara blanca viendo aquella acción, la mujer frente a él escaneaba con una
mirada rápida todo su cuerpo.
Aquella frase no solo la dejó helada, sino que casi se cae de la impresión.
Las ganas de llorar la inundaron incapaz de soportar un minuto más frente a
la pareja que tenía enfrente, al verlos no podía evitar pensar que eran el uno
para el otro. Su mundo de ensueño se veía derrumbado por la palabra
MARIDO, y AMANTE, en su mente, y el dolor en su corazón.
No podía creer que se sintiera engañada, era la amante de un hogar, ella era
— Gracias. —
— Me vas a decir que nunca le has visto este anillo ni la foto de nuestra
familia en su escritorio. — sin percatarse de los nuevos objetos. La mujer
tenía razón, señalando con su dedo un anillo dorado brillaba en la mano
izquierda de Heriberto y un marco junto a su computador sobresaliendo,
colocándolo en frente a Alma, viendo la imagen de ella, él y un niño
sonriendo a la cámara. — es bastante notorio. —
— ¿Tienes novio? —
No emitió ninguna palabra, solo se apartó dejándola pasar. Una última vista
al mirar atrás para observar al hombre que le mintió y que ahora le hacía
sentirse basura. Viendo como seguía hablando a su esposa, solo la miro de
reojo para después ignorarla y ver cerrar esa puerta que muchas veces ella
misma lo cerró.
CAPÍTULO 8
3 años después…
quería.
Con ayuda de Olga, una nueva vacante se abrió. Con una de las maestras
favoritas de Alma que hacían que sus horas de servicio fueran mucho más
fluidas, interactivas, además que la tenía yendo de un sitio a otro, lejos del
plantel. Lo que para ella fue algo gratificante porque la idea de verlo le
dolía en el alma. Todas las noches lloraba y se quedaba dormida del
cansancio, sus abuelos le daban ánimo, pero incluso ellos sabían que las
cosas no iban nada bien.
Tres días después del horrible momento, Heriberto no se dio por vencido.
Alma al llegar a su trabajo lo vio, la estaba esperando afuera como siempre
lo hizo, ahí parado con un ramo de rosas. Carlos, al notar la tensión de
Ahora, tres años después, una niña caminaba con su vestido color crema,
junto con su toga y birrete pequeño, agarrando a su madre de la mano
mientras su familia la acompañaba aún lado de ella.
Felices de ver graduada con honores a su nieta, y una bisnieta llena de salud
y energía. La sonrisa de su boca no la podían sacar desde el día en que les
dijo Alma que serían bisabuelos. Al principio se preocuparon, pero sabían
que irían las cosas bien y ahora veían los resultados.
ella, abrazarla y sostener ambas en el aire, lo sabía, esa niña era de él,
juraría que era su pequeña doble.
Hija y madre estaban ahí paradas, viéndolo, y les sonrió, no resistió el no
La pequeña salió del agarre de su madre, para correr abrazar al que ella
reconocía como su padre. Mientras a lo lejos, Alma la vigilaba acercándose
a ambos. Al ver al hombre que la apoyo, no dudo en darle un beso en la
boca, cerrando los ojos para el disfrute de los dos. Noto a su hija taparse los
ojos tiernamente para recargarse después en el hombro de su padre.
Aquella escena le partió a Heriberto, ver lo que tanto anhelo. Deseaba poder
ser él, quería ser aquel hombre. En las noches soñaba con Alma, con su
sonrisa, aquellos momentos no los olvidaría. Él sacaba esa sonrisa que
ahora se la da a otro hombre, pero en público, no en un cuarto a escondidas,
el mundo podía ver que era feliz.
La esposa de Heriberto tomó su mano y ambos caminaron en dirección a la
salida más próxima, mientras Alma tomaba la mano de Carlos, acercándose
a él plantando un beso rápido antes de partir rumbo a la celebración donde
solo era para su familia.