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Adam Schaff. Historia y verdad. México, Grijalbo, 1974.

“La objetividad de la verdad


histórica”, pp. 335-373.

LA OBJETIVIDAD DE LA VERDAD HISTÓRICA

1) Es objetivo lo que procede del objeto, ósea lo que existe fuera e independientemente
de la conciencia cognoscente; por tanto, es “objetivo” el conocimiento que refleja, en una
acepción particular del término, este objeto

2) Es “objetivo” lo que es cognoscitivamente válido para todos los individuos.

3) Es “objetivo” lo que está exento de afectividad y, en consecuencia, de parcialidad.

El adjetivo “subjetivo” designa respectivamente:

1) lo que procede del sujeto;

2) lo que no posee un valor cognoscitivo universal;

3) lo que está coloreado emocionalmente y es, en consecuencia, parcial.

El sujeto desempeña en el conocimiento histórico un papel activo, y la objetividad de este


conocimiento siempre contiene una dosis de subjetividad; sino es de este modo, el autor
menciona que el conocimiento sería ahumano o sobrehumano.

Paul Ricoeur analiza las formas principales del factor subjetivo en el conocimiento
histórico, (juicios de valor en relación con la selección de los materiales históricos,
explicación causal y jerarquización de los varios tipos de las causas históricas, imaginación
histórica y factor humano como objeto de la historia.

La llamada objetividad pura es una función; el factor subjetivo está introducido en el


conocimiento histórico por el mismo hecho de la existencia del sujeto cognoscente.

El texto menciona “dos subjetividades” la “buena” es la que procede de la esencia del


conocimiento como relación subjetivo-objetiva y del papel activo del sujeto en el proceso
cognoscitivo, y a subjetividad “mala” esta se refiere a la subjetividad que deforma el
conocimiento debido a factores tales como el interés, parcialidad etc.

Como menciona el autor, la “objetividad” es la diferencia entre la buena y la mala


subjetividad y no la eliminación total de la subjetividad.

En este punto de la lectura me hizo recordar lecturas pasadas donde se habla de este
complicado debate entre la subjetividad y la objetividad, pero mi comentario va enfocado
a cuestionar, ¿por qué manipular la historia?, la mayoría de las disciplinas científicas
tienen una función social que no debe olvidarse por cumplir ciertos intereses para algunos
y una de las principales funciones de la historia es dar significado e identidad a nuestras
vidas en colectividad, por ellos es muy importante que conozcamos una historia
verdadera.

¿Cómo se puede alcanzar la objetividad del conocimiento histórico superando la “mala”


subjetividad?

Es una pregunta compleja que espero poder dar respuesta con ayuda del autor.

Otro punto importante que se desarrolla en la lectura es la imparcialidad y el autor parte


de la siguiente pregunta para ponernos en contexto.

¿Qué es la imparcialidad en la historia?

“nunca se puede exigir del historiador la imparcialidad en el sentido estricto del término,
solo el hecho histórico que el historiador estudia puede ser imparcial. La posición del
historiador puede y debe ser científica, puede ser elevada, incluso cada vez más, pero
siempre será una posición, un punto de vista.”

Dicho lo anterior, el autor desmenuza esta idea con el siguiente párrafo.

El historiador no puede liberarse de su parte humana, posee un lenguaje, una


personalidad dada y condicionada socialmente a una nación, a una clase, a un medio, a un
grupo, además de factores biológicos y psicomáticos que constituyen un poderoso agente
de diferenciación individual que define al individuo como sujeto en el proceso de
conocimiento. Si la objetividad del conocimiento significara la exclusión de todas las
propiedades individuales de la personalidad humana, si la imparcialidad consistiera en
emitir juicios de valor renunciando a propio punto de vista y al sistema de valores
aceptado, si la validez de los juicios universales consistiera en la eliminación de todas las
diferencias individuales y colectivas, la objetividad sería pura y simplemente una ficción,
ya que supondría que el hombre es un ser sobrehumano o ahumano.

Para dar validez a todos estos cuestionamientos el autor cita a H. Perenne quien menciona
que el trabajo del historiador es una hipótesis: una síntesis en la medida en que el
historiador tiende a reconstruir la totalidad de la imagen a partir del conocimiento de los
hechos particulares; una hipótesis en la medida en que las relaciones establecidas nunca
son absolutamente evidentes ni comprobables. Sería más exacto afirmar que la
producción del historiador es una síntesis hipotética.
Como solución para este debate el autor señala que el conocimiento colectivo da mayor
objetividad, ya que no se centra solo en el pensamiento de un individuo. El conocimiento
individual siempre está limitado por el influjo del factor subjetivo. En cambio, el
conocimiento considerado a escala de la humanidad, concebido como un movimiento
infinito que consiste en superar los límites de las verdades relativas, mediante la
formulación de verdades más complejas, es un proceso tendiente hacía el conocimiento
íntegro.

Otro autor que coincide con esta postura es K.R. Popper, quien señala que hay una
necesidad de situarse en lo social para solucionar el problema de la objetividad del
conocimiento: esta objetividad puede garantizarse con la colaboración de numerosos
científicos y por una crítica científica consecuente que permita el progreso contante del
conocimiento.

El historiador está sometido a diversas determinaciones sociales en función de las cuales


introduce en el conocimiento los más diversos elementos de subjetividad: prejuicios,
compromiso, predilecciones y fobias que caracterizan su actitud cognoscitiva. Pero su
conocimiento está en función de otros autores también determinados socialmente, tales
como; su visión de la realidad social ligada a la teoría y al sistema de valores que ha
aceptado; su modo de articulación de la realidad, articulación que le induce a construir a
partir de fragmentos los hechos significantes en el sistema de referencia dado. El sujeto
no puede librarse de esta propiedad objetiva que es el condicionamiento social del
conocimiento; no puede evitarla porque es un hombre y la personalidad humana
solamente puede desarrollarse en sociedad, por diversas mediaciones sociales, la más
importante de las cuales es la educación.

El científico intelectual puede ser y en general es permeable a las fobias, a los prejuicios, a
los modelos de interpretación y de valoración de los hechos y de los hombres
característicos de su época, de su clase de su grupo social, de su medio profesional, etc.

Nuestro razonamiento es el siguiente: cada conocimiento está socialmente condicionado;


en una sociedad de clases, el conocimiento se halla sujeto necesariamente a un
condicionamiento de clase. Es ilusorio esperar evitar el condicionamiento social, ya que el
sujeto cognoscente es un producto social (en una acepción determinada del término
“producto”); por consiguiente, en una sociedad de clases, este sujeto es un “producto”
sometido a los condicionamientos de clase. En tal situación, la única solución es la elección
entre los condicionamientos de clase posibles, y no la tentativa de evitarlos en general.
Desde el punto de vista de la objetividad del conocimiento (en su única concepción real o
sea como objetividad relativa y no absoluta), la solución óptima es adoptar las posiciones
determinadas por los intereses de clase del proletariado, de la clase revolucionaria.
La verdad alcanzada en el conocimiento histórico es una verdad objetiva. Todo nuestro
razonamiento hasta aquí intenta, demostrarlo. El subjetivismo especula sobre esta
relatividad, confundiendo el problema de la verdad objetiva con el de la verdad absoluta.

J. H. Randall, señala que : “El historiador debe llevar a cabo una elección. Entre la infinita
variedad de referencias que descubren los acontecimientos pasados, debe escoger a las
que son importantes o fundamentales para su historia particular. Si esta elección no debe
fundarse únicamente sobre cuánto le parece importante; si no debe ser “subjetiva” ni
“arbitraria”, es preciso que tenga un “núcleo” objetivo en cualquier tarea, en lo que el
historiador considera como impuesto a los hombres, como algo que debe ser realizado. La
historia de cuanto es importante y significativo para esta cosa... será entonces
perfectamente “objetiva", en la medida en que la simple relación de “hechos” escogidos
arbitrariamente no habría podido ser objetiva. Este es el “relativismo objetivo”
característico del saber histórico, al igual que de todos los tipos de saber. El saber es
“objetivo” solamente en un contexto definido: siempre es el conocimiento de la
estructura y de las relaciones esenciales dentro de este contexto.

El objetivista se limita a comprobar el proceso histórico dado y su necesidad, con el riesgo


de desvirtuarse y caer en una pobre apología de los hechos comprobados.

El marxista estudia concretamente la formación dada y las fuerzas sociales en presencia;


no comprueba solo las tendencias históricas invencibles.

La verdad alcanzada en el conocimiento histórico es una verdad objetiva.

Comentario

Considero que fue una lectura compleja por la manera en la que escribe el autor, pero es
enriquecedora por todo lo que trasmite, hace unos días me había estado preguntando
sobre la objetividad de la historia y si bien no es un debate que haya terminado, surge un
término que me ayuda a comprender mejor y es la imparcialidad, es un término que
conocemos poco en general, si nos manejáramos imparcialmente no tendríamos tantos
problemas, tanto en la disciplina histórica como en cualquier otra necesitamos hacer
investigaciones que nos den un panorama general y no un panorama limitado por nuestra
subjetividad, es complicado porque desde el momento en que elegimos un tema hay
cierto interés y ya lo estamos dotando de subjetividad, pero no debemos olvidar nuestro
compromiso social como ciudadanos y profesionales y es hacer investigaciones que
enriquezcan, para desarrollarnos en un medio con más armonía y poder tener una misma
memoria colectiva y así una mejor sociedad.

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