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DILEMAS ÉTICOS Y METODOLÓGICOS EN EL TRABAJO DE CAMPO

Reflexiones de una antropóloga (Chiara Cerri)

Análisis por Marcos Jiménez Téllez

Tesis central

La tesis central del artículo es acerca de los dilemas éticos y metodológicos en las
que el etnógrafo se puede conflictuar en el momento de realizar trabajo de campo.
Si bien, los dilemas que surgen, no son exclusivos del trabajo de campo, Chiara se
centrará en los que surgen en él.

Esas oscilaciones en las que el etnógrafo se encuentra en su investigación


constantemente, esa conciencia de que cada decisión afectará y le dará rumbo a
su investigación y al conocimiento producido, esa búsqueda del equilibrio entre el
compromiso con la disciplina y con los sujetos de estudio, ese vaivén entre ser
profesional o un amigo, entre ser turista/viajero o un científico social.

Chiara también analiza la implicación de roles, particularmente de género, pero eso


también depende de la sociedad, que tan arraigados estén los roles de género. El
etnógrafo tiene que considerar que eso repercutirá a favor o en contra de su
investigación y tendrá que considerar qué hacer, cómo trabajarlo.

Objetivos del autor

Este tipo de dilemas al parecer suele surgir de la vinculación moral del etnógrafo
con los sujetos de estudio en el proceso de intersubjetividad. Tal vez el objetivo de
Chiara, no sea encontrar una ‘’fórmula’’ para manejar la situación cuando se
presenten estos dilemas, sin embargo, es necesario considerar y mencionar, porque
a partir de ahí, el investigador estará consciente de que devendrán este tipo de
situaciones y se estará preparando para mantener un equilibrio e irá guiando su
investigación, ejemplifica cómo el formato académico la obliga a excluir sus
reflexiones sobre su experiencia vivida en campo, probablemente sea esta la razón
por la cual pone estas reflexiones sobre la mesa, pues la parte subjetiva de la
investigación es de suma importancia y no puede pasar desapercibida.
Hipótesis

Chiara decide realizar una aportación mediante su experiencia, y sobre una temática
a la que hay que detenerse y discutir como etnógrafos, lo va a hacer a través de un
artículo sobre los conflictos que surgen al responder equitativamente a la disciplina
y a los sujetos de estudio a través de su propia experiencia en trabajo de campo,
considera que no hay como tal una carta magna que nos diga qué hacer y qué no
hacer en un vaivén entre una decisión personal (subjetiva) y profesional (objetiva).
Considera importante este tipo de reflexiones, ya que las introspecciones dentro de
la disciplina son necesarias para que esta pueda reformularse a sí misma y mejorar.

Estos dilemas no son exclusivos del trabajo de campo, señala Chiara, el etnógrafo
los puede encontrar incluso al publicar su trabajo, al escribir el nombre de una
persona, o cuidar su anonimato, sin embargo, se centralizará en los dilemas
surgidos en el trabajo de campo. Y también considera que cada experiencia va a
ser distinta para cada investigador, así sea el mismo objeto de estudio de
investigación, y sostiene que el resultado puede diferir dependiendo de la persona,
ella ejemplifica con la cuestión del género, por ser mujer, tuvo más facilidades y
acceso para relacionarse con las mujeres de su área de estudio.

Análisis de las ideas centrales

Si bien es puesto sobre la mesa el hecho de que el etnógrafo tenga la capacidad


para narrar a alguien que no conoce, el espíritu de un pueblo, justo lo que
conocemos como la frase ‹‹la magia del etnógrafo››, la cual es acuñada por
Malinowski, y consiste en interpretar y explicar el espíritu de un pueblo, captar el
sentido de las prácticas, utilizando la observación participante como vía de acceso
a la información.

Partiendo de esto, nos encontramos con un dilema de cuáles son los fenómenos
más relevantes o no para la etnografía, no hay que irnos a lo extravagante o exótico,
pues la misma cotidianidad puede dar a luz muchas cosas y permitir la comprensión
para posteriormente explicar las prácticas, realizamos un proceso de reflexividad en
el que comprendemos al otro y al mismo tiempo nos conocemos a nosotros mismos,
una fusión de horizontes culturales; la alteridad puede estar interesada en
conocernos a nosotros también, por ningún motivo hay que dejar de lado la relación
epistemológica en la investigación, que la relación es de sujeto y sujeto y que
nuestras acciones pueden ser un vaivén entre nuestros propios intereses, el
compromiso con la institución, academia o con la disciplina, y con los sujetos de
estudio, hay que mantener un equilibrio.

La reciprocidad y la empatía generadas suelen ayudarnos a mantenernos en el


centro, sin embargo, puede ser complicada la idea de mantener un trato horizontal
entre el etnógrafo y el sujeto de estudio, ¿será el etnógrafo una persona que sólo
atenderá sus intereses y los de la disciplina, viendo sólo a los sujetos de estudio
como alguien de quien podría aprovecharse para obtener información relevante
para la etnografía? ¿o será un sujeto que sólo atenderá sus intereses y las
necesidades de los sujetos de estudio? El etnógrafo tomará decisiones que le
permitirán oscilar entre lo personal y lo profesional, en una búsqueda por encontrar
un equilibrio entre un extremo y otro.

Ahora bien, en el proceso de intersubjetividad, hay otro tipo de dilemas, y son de


carácter ético y metodológico, pues en la situación social que nos encontramos,
estamos teniendo una interacción social. Tomando como analogía el Efecto
Mariposa o la Teoría del Caos, cada decisión, por insignificante que parezca, guiará
hacia un rumbo u otro la investigación, a la información obtenida, la relación con los
sujetos de estudio, sus acciones hacia ti y tu investigación como agentes activos, la
personalidad del etnógrafo, su sensibilidad, capacidad para entender y
posiblemente explicar, todos estos componentes serán alterados y por lo tanto, el
conocimiento producido.

Personalmente, a la hora de realizar trabajo de campo me gusta mantener buenos


lazos con las personas, también ser franco y decir cuál es la razón por la que estoy
con ellos y tratar de corresponder en un acto de reciprocidad, aunque las
problemáticas de las que me hablaban eran de carácter político, y en ocasiones de
carácter económico. También hay que ser franco con uno mismo y no involucrarse
en compromisos que uno no va a asumir, por el tiempo de estancia con los sujetos
de estudio, o sea cual sea la razón.

Tal vez una de las experiencias en campo que más tuvieron impacto en mi
desempeño personal y profesional, que he tenido, fue que logré tener más
sensibilidad hacia la alteridad sin que me agobiaran (mas no que me fueran
indiferentes) los pesares de las personas, y la confianza que llegué a recibir de la
gente con quienes trabajé en mi estancia, de ahí, uno de los dilemas éticos y
metodológicos ¿qué tan balanceada está mi situación? ¿estoy recibiendo más de lo
que puedo dar? ¿es mi trabajo con lo que puedo corresponderles en un acto de
reciprocidad realmente? ¿qué es lo que quieren o esperan de mí los sujetos de
estudio y, está a mi alcance proporcionarlo? ¿qué tan válido es oscilar en lo
subjetivo para que mi trabajo y compromiso con la disciplina sea óptimo?

Estas preguntas pueden ser respondidas por el etnógrafo y dependerá del conjunto
de decisiones tomadas para intentar descifrar la realidad en la que se encuentra,
para poder llegar a conocer las vivencias de los sujetos de estudio, lo que la gente
hace, lo que la gente dice que hace y lo que la gente dice que debería hacer, todo
esto vivido en la cotidianidad y condicionado por el lenguaje.

Lo cual me lleva a cuestionarme otro tipo de situaciones: la confianza que puede


llegar a tener el sujeto de estudio hacia el etnógrafo, en ocasiones el etnógrafo
accede a tabúes y confesiones sin proponérselo, o accede a lo sagrado y es cuando
tiene que ser mayor la cautela la que hay que tener, hay que recordar que quien
domina en una conversación no es la persona que está hablando, sino quien
escucha, hay que ser cuidadosos con lo que decimos y a quién le decimos, puedes
estar trabajando con personas que tienen relaciones de aversión, tal como lo vemos
con Max Gluckman: una situación social, puede ser entendida desde el conflicto
como parte del proceso, un día amigos, al siguiente enemigos, Max Gluckman
define al conflicto y la superación del conflicto (fisión y fusión) como:

‘’…Dos aspectos del mismo proceso social que están presentes en todas las
relaciones sociales. La fisión y la fusión no sólo están presentes en la historia
de grupos singulares y sus relaciones, son inherentes a la naturaleza de toda
estructura social’’. (Gluckman, 1968)

Podemos entender a una comunidad por una combinación de relaciones armónicas


y hostiles, se puede entender en esta dicotomía, y para entender el equilibrio en una
sociedad debemos identificar primero el conflicto, y me parece muy importante
señalar este tipo de situaciones, porque una mujer que llegué a considerar mi
informante clave (término acuñado por Malinowski), con quien contrastaba la
información recibida, con quien oscilaba en esa línea delgada entre lo profesional y
la amistad, me comentó sobre una situación muy lamentable de este tipo:

Una mujer en la comunidad, sufrió acoso y violación por parte de un hombre con
cierto poder político, con quien anteriormente había tenido una relación. La mujer
junto con su madre, recibieron una emboscada y fueron agredidas físicamente
también por la esposa del agresor. Si bien no conocí a la mujer y a su madre, por
azares del destino, tuve la desdicha de conocer a su agresor, me enteré a medio
viaje, en su camioneta, me susurraron que él era el sujeto, ¿debo hacer como si no
pasara nada? ¿tomo partido en esto?

Preguntas que te surgen en tu estancia en campo, los dilemas siempre estarán


presentes, antes, durante y después del trabajo de campo, este tipo de conflictos
me recuerda una expresión del sociolecto antropológico que alguna vez escuché en
el aula de clases, ‘’El antropólogo conversa con Dios y con el diablo’’, seguro que
en esa clase, la temática estaba relacionada con los temas expuestos aquí, vas a
encontrarte con gente que hace cosas buenas o cosas malas, o gente menos buena
y gente menos mala, de ahí surgen dilemas si participar o quedar fuera y de que
sea cual sea la decisión tomada, guiará hacia uno u otro lado tu investigación y la
relación con los sujetos de estudio, ¿debo ser partidario de uno u otro mando, o de
ninguno? ¿sólo si los sujetos de estudio me lo piden?

Para poder realizar trabajo de campo, se necesita la autorización de la gente o


solicitud, es muy importante que estén enterados de la labor del etnógrafo, cuales
son las razones por las que uno se encuentra ahí, por qué con ellos, etcétera. Para
esto tenía un documento emitido por la institución, para presentarme con las
personas, de igual manera fue entregado a la presidencia municipal.

Tristemente, casi al final de mi estancia en campo, supe que el lugar en el que fui
recibido necesitaba apaciguar este conflicto, y fue por eso que el gobierno municipal
aceptó y mostró interés en el trabajo de la institución para la que estaba trabajando.
Mi trabajo era como una cortina de humo para la comunidad.
Rol y género

Por otro lado, Chiara hace énfasis también en cómo la situación de soledad en la
que se encuentran los sujetos de estudio, y su rol como mujer y como antropóloga
repercutirá para bien o para mal en la producción de conocimiento.

El etnógrafo puede ser testigo de algunas de esas prácticas, aunque otras no


puedan ser observadas directamente por él debido a que se realizan en
momentos o lugares a los que no ha tenido acceso o requieren de ciertas
prescripciones que impiden su presencia (como, por ejemplo, cuestiones de
género o situaciones a las que solo pueden acceder los iniciados como en
ciertas prácticas de brujería). (Restrepo, 2016: 29)

Chiara pudo percibir que las actividades y lugares estaban muy determinadas por
el género: los hombres pasaban más tiempo en los bares, mientras que las mujeres
se reunían para charlar frente a los portales.

Menciona también la división sexual del trabajo: hombres al campo y mujeres al


cuidado de los mayores y niños. La recolección de aceitunas hecha por hombres y
mujeres. Recordemos que: es la cultura la que determina cómo se han de usar las
diferencias anatómicas entre varones y hembras en la definición de la masculinidad
y feminidad (Harris, 2001: 450).

Cabe mencionar que, nuestra interpretación de los hechos entre un sexo y otro
como etnógrafo o etnógrafa suelen ser distintos. Como la reinterpretación de
Annette Weinern a los trobiandeses con quienes Malinowski trabajó:

Según la versión de Weiner no solamente los hombres son más dependientes


de las mujeres en cuanto a su poder que en la versión de Malinowski, sino
que también las mujeres parecen tener mucha más influencia por derecho
propio. Ella termina diciendo que demasiado a menudo los antropólogos
‹‹han permitido que la ‘’política hecha por los hombres’’ estructure nuestra
forma de pensar sobre otras sociedades… llevándonos a pensar de forma
errónea que si las mujeres no son dominantes en la esfera política de
interacción, su poder, en el mejor de los casos, sigue siendo periférico››
(Harris, 2001: 434)

No perdamos de vista que el etnógrafo tiene que identificar las ‘’reglas del juego’’ y
emplearlas en su estancia de campo, que en la fusión de horizontes culturales sus
prácticas y las de la alteridad pueden parecerse o no, así que, tiene que ser
meticuloso en sus observaciones.
Conclusiones y comentarios personales

En nuestra cotidianidad, frecuentemente nos vamos a encontrar con dilemas, una


hipótesis mía, es que entre más empática sea una persona, o menos egocéntrica,
tendrá más sensibilidad y sutileza al convivir con otras personas y por tanto, más
dilemas que afrontar. Incluso en las técnicas etnográficas nos encontramos con
dilemas éticos, el sujeto de estudio debe de dar consentimiento todo el tiempo, y
debe de estar enterado, pues en ocasiones pareciera delgada la línea entre hacer
labor antropológica y espionaje. El hecho de cuidar tu diario de campo, respetar el
de otros, cuidar la información, hasta tu propia libreta de notas.

Con dilemas nos vamos a encontrar incluso dentro y fuera del aula de clases, desde
que nos expresamos, no podemos decir ‘’objetos de estudio’’ para referirnos a las
personas, por ninguna circunstancia podemos cosificar gente, a diferencia de las
ciencias naturales, nosotros no tenemos como tal objeto de estudio, al menos que
se trate de un concepto, por ejemplo cuando trabajé en una fiesta patronal en clase
de metodología, mi objeto de estudio era la violencia en la Fiesta Patronal del
Pueblo de San Juan de Aragón, el objeto de estudio, más bien se trataba de un
concepto, pues en la antropología como en otras ciencias sociales, somos personas
que trabajan con más personas, la relación epistemológica de la producción de
conocimiento es de sujeto a sujeto como lo vemos en el modelo epistemológico
llamado Construccionismo Social postulado por Peter L. Berger y Thomas
Luckmann, lo ético es decir sujetos de estudio. O al referirnos a las personas con
conceptos como ‘’indígenas’’ o ‘’indios’’, ¿esos conceptos nosotros se los
asignamos? ¿ellos se consideran indígenas a sí mismos? ¿o se transforman en
indígenas cuando el antropólogo llega a la comunidad, él les asigna el concepto o
los cataloga?

Bibliografía

Gluckman, Max (2009). Inter-hierarchical Roles: Professional and Party Ethics


inTribal Areas in South and Central Africa, Chicago, Aldine, Local Level Politics.

Harris, Marvin (2001). Antropología Cultural. España. Alianza Editorial. Pp. 434-450

Restrepo, Eduardo (2016) Etnografía: alcances, técnicas y éticas. Bogotá. Envión


editores. Pp. 29

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