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argentino, centrada en la escolaridad primaria a cargo de las órdenes religiosas y basada en la evangelización y
en el uso del idioma español con carácter obligatorio. En 1613 los jesuitas fundaron la Universidad de Córdoba,
que gobernaron hasta que a raíz de su expulsión en 1767 de todos los territorios de la Corona Española fueron
sustituidos por los Franciscanos. En las postrimerías del régimen colonial se destacó la figura de Manuel
Belgrano, Secretario del Consulado de Comercio de Buenos Aires entre 1794 y 1809, que fundó la Escuela de
Náutica y la Escuela de Matemáticas, impulsó la creación de la Academia de Geometría y Dibujo y abogó por la
educación de las mujeres.
Ya declarada la independencia del país, en 1821 se fundó la Universidad de Buenos Aires. En las provincias
interiores, que mantenían autonomía, los caudillos que las gobernaban promovieron un sistema educativo
estatal, impulsaron la educación primaria pública y privada. El gobernador de la provincia de Buenos Aires,
Juan Manuel de Rosas dispuso en 1838 suprimir en la provincia la enseñanza gratuita y la provisión de los
sueldos de los profesores universitarios, pero tanto la Universidad de Buenos Aires como el actual Colegio
Nacional de Buenos Aires mantuvieron en actividad por medio del arancelamiento de sus estudiantes. En 1820
la Universidad de Córdoba pasó a jurisdicción provincial, regenteada por religiosos católicos.
La Constitución Nacional de 1853 estableció el derecho a educar y enseñar como una responsabilidad atribuida
a los gobiernos provinciales. En 1864, a instancias de Bartolomé Mitre, se fundó el Colegio Nacional de Buenos
Aires sobre la base del Libres del Sur y con dependencia de la Universidad. Sobre este modelo institucional
crecieron otros colegios nacionales en Catamarca, Tucumán, Mendoza, San Juan y Salta.
En 1868 llegó a la presidencia Domingo Faustino Sarmiento, la figura más representativa de la educación en la
Argentina. Durante su mandato hasta 1874 trajo educadores estadounidenses y europeos y construyó escuelas
y bibliotecas en todo el país, que terminó con doblar la inscripción de alumnos al final de su mandato. Con
apoyo nacional, las provincias fundaron unas 800 escuelas de primeras letras, alcanzando a un total de 1816
escuelas, de las cuales el 27 % eran privadas; la población escolar se elevó de 30 000 a 110 000 alumnos.El Día
del maestro coincide en Argentina con el del fallecimiento de Sarmiento, ocurrido el 11 de septiembre, como
conmemoración de su trabajo en el campo de la educación. Durante este período también abrió sus puertas la
Escuela Normal de Paraná, paradigma del normalismo.
Otra figura de la época fue Juana Manso, quien en su exilio en Montevideo había fundado en su casa el Ateneo
de las Señoritas en las que impartía enseñanza a las jóvenes y señoras del Uruguay. De regreso en Argentina,
durante la presidencia de Sarmiento fue nombrada directora de la Escuela Normal Mixta Nº1, fundó 34
escuelas con bibliotecas públicas y fue la primera mujer vocal del Departamento de Escuelas en 1869. En 1871,
fue incorporada por Nicolás Avellaneda en la Comisión Nacional de Escuelas, siendo la primera mujer que
ocupó ese cargo.
La Independencia
Los primeros esfuerzos sistemáticos por impulsar la educación, a todos sus niveles, se rastrean hasta Manuel
Belgrano: durante su labor como Secretario del Consulado de Comercio de Buenos Aires desde 1794 hasta
1809, fundó la Escuela de Náutica y la Escuela de Matemáticas. Impulsó incansablemente la creación de la
Academia de Geometría y Dibujo y abogó por la creación de una Escuela de Comercio, una academia de
Matemáticas y otra de Arquitectura y Perspectiva. Belgrano impulsó la educación tanto primaria, técnica como
universitaria. También aboga Belgrano por la educación de las mujeres, algo poco común a comienzos del siglo
XIX. El fervor de Belgrano por la educación. Dentro de la Primer Junta Saavedra y Moreno tenían posiciones
diferentes sobre sobre el uso de la prensa y sobre los contenidos de la educación. Moreno otorgaba un papel
fundamental a la libertad de escribir y la de pensar, así como el derecho a la información por parte del pueblo
y de las provincias, eran indispensables para consolidar el proceso de independencia. Belgrano, a Moreno se
encontrarían dentro de las expresiones del liberalismo en educación, muy influida por Rousseau y por los
socialistas utópicos. Sostenía que la educación del pueblo como base de un sistema educativo progresista para
naciones libres. Esa pedagogía er democrática en los métodos de enseñanza e inclinada hacia el laicismo.
En 1813, cuando el Cabildo le recompensó con 40 mil pesos a Belgrano, los destinó a la creación de cuatro
escuelas en Tarija, Salta, Tucumán y Santiago del Estero, a la compra de útiles, becas y libros para los más
pobres.
En 1821 el gobernador de la provincia de Santa Fe, Estanislao López, dictó la primera legislación
específicamente educativa del país, la reglamentación titulada «Artículos de observancia para el noble e ilustre
Cabildo», antecedente de la ley 1.420. Dictaba en la provincia la educación obligatoria, en la cual el Estado
provincial pagaba los salarios de los docentes, entre otras características.En otras provincias, los caudillos
Artigas (en la Provincia Oriental), Bustos (Córdoba), Heredia (Tucumán), Ferré (Corrientes) y Justo José de
Urquiza (Entre Ríos) promovieron un sistema educativo estatal, impulsaron la educación primaria pública y
privada y la formación de comisiones inspectoras y comisiones protectoras de la escuela en toda la provincia.
Las juntas o comisiones estuvieron encargadas de controlar el funcionamiento de la obligatoriedad escolar.
También los gobiernos de Alejandro Heredia en Tucumán y Felipe Heredia en Salta establecieron juntas o
sociedades protectoras de la educación.
El 12 de agosto de 1821 se funda la Universidad de Buenos Aires y su primer rector fue el sacerdote Antonio
Sáenz, y su sucesor fue otro sacerdote Valentín Gómez, este último adicto a Bernardino Rivadavia.
La Confederación Argentina fue una confederación de provincias que existió entre 1835 y 1852, durante la
organización de la actual República Argentina. Las provincias formaron una confederación de estados
soberanos que delegaban la representación exterior y algunos otros poderes en el gobernador de la provincia
de Buenos Aires, Juan Manuel de Rosas. Debido a las guerras civiles y al bloqueo del Río de la Plata, Rosas optó
por reducir gastos anulando la mayor parte del presupuesto dedicado a la educación. En 1838 se suprimió en
Buenos Aires la enseñanza gratuita y los sueldos de los profesores universitarios.
No obstante la Universidad de Buenos Aires y el actual Colegio Nacional de Buenos Aires se mantuvieron en
actividad por medio del arancelamiento de sus estudiantes, y de sus aulas salieron los miembros de la élite
porteña del período siguiente, la mayoría de los cuales serían detractores acérrimos de Rosas.
Además existía la Universidad de Córdoba, regenteada por religiosos católicos, que otorgaba títulos en
derecho canónico y civil.
En Buenos Aires, la educación secundaria estuvo distribuida entre varios colegios, entre los cuales el más
prestigioso era el Colegio de San Ignacio, de los jesuitas, que —cuando éstos fueron nuevamente expulsados—
se transformó en el Colegio Republicano Federal, regenteado por el antiguo jesuita Francisco Magesté. Pero
también había varios colegios privados, como el que dirigía Alberto Larroque.[18] En el interior había colegios
secundarios en la mayoría de las capitales provinciales; el más antiguo y prestigioso era el Colegio Nacional de
Monserrat; en algunas de ellas era especialmente prestigiosa la educación brindada por los conventos, como el
franciscano de San Fernando del Valle de Catamarca.
La literatura del período fue notoriamente escasa, con excepción de la que produjeron los miembros de la
Generación del 37. La música, en cambio, tuvo un momento de brillo particular, llegando con Juan Pedro
Esnaola a alcanzar cierta autonomía de las escuelas musicales europeas. Por su parte, también la pintura logró
iniciar una producción autónoma, especialmente en el campo del retrato, el paisajismo y la pintura histórica;
sus representantes más destacados fueron Prilidiano Pueyrredón y Carlos Morel, y los europeos Ignacio Baz,
Charles Henri Pellegrini y Amadeo Gras.
Creación del sistema educativo nacional en el contexto de la consolidación del Estado Nacional
Gobierno de Rivadavia
Bernardino Rivadavia introdujo el método lancasteriano en todas las escuelas de Buenos Aires; decretó la
obligatoriedad escolar y fundó la Sociedad de Beneficencia, a la que encomendó dirigir escuelas para niñas.
Promovió el desarrollo de la educación media, nivel aún en germen en la época, abriendo el Colegio de
Ciencias Morales, sobre la base del Colegio de la Unión del Sud, y estimuló la enseñanza de la ciencia en el
Departamento de Estudios Preparatorios de la universidad, que creó en 1821.
La Constitución Nacional
La Constitución Nacional de 1853 estableció en el artículo 5 el derecho a educar y enseñar como una
responsabilidad atribuida a los gobiernos provinciales. [nota 3] Uno de los pioneros en tal sentido fue el gobierno
de la Provincia de Corrientes. Una ley de 1857 estableció como uno de los destinos de la renta la fundación de
escuelas. En esa dirección, se realizaron las primeras experiencias en la Provincia de Buenos Aires, que
sancionó su Ley de Educación en 1875. Las bibliotecas populares en tanto, cubrían la instrucción de las mujeres
y fue Juana Manso la primera Directora de una escuela mixta en Buenos Aires.
En la Constitución, en el inciso 16 del artículo 67, estableció entre las atribuciones del Congreso la de «dictar
planes de instrucción general y universitaria».
Gobierno de Sarmiento
Domingo Faustino Sarmiento, quien fue el principal impulsor de la moderna educación de Argentina.
El presidente Domingo Faustino Sarmiento (1868-1874) hizo hincapié en actualizar el país con las prácticas de
los países desarrollados. Sarmiento alentó la inmigración y el asentamiento de educadores estadounidenses
(65 entre las presidencias de Sarmiento, Avellaneda, y Roca) y europeos, y construyó escuelas y bibliotecas
públicas en todo el país, en un programa que finalmente duplicó la matrícula de los estudiantes durante su
mandato.
Sarmiento realizó una importante contribución al progreso científico y su acción y prédica constante a favor de
la enseñanza y creación de instituciones científicas y culturales. La acción de Sarmiento en la difusión fue la de
consolidar un sistema científico independiente, enriqueciéndolo con los aportes de la más moderna ciencia
europea.[27] "Durante su mandato, se crearon 800 escuelas de primeras letras, alcanzando a un total de 1816
escuelas.[28] Se ha discutido que los cambios que fueron realizadas produjeron una operación de exclusión de
los sectores populares.[29]
La población escolar se elevó de 30 000 a 110 000 alumnos, consolidando a la Argentina como el país más
alfabetizado de América Latina.[30]
Con la federalización en 1880 de la ciudad de Buenos Aires, que pasó a ser gobernada por las autoridades
nacionales, pasaron a su jurisdicción los establecimientos públicos –incluyendo los de enseñanza- que antes
pertenecían a la provincia de Buenos Aires-, lo que obligó a dictar normas al respecto. El Presidente Julio
Argentino Roca firmó el 28 de enero de 1881 un decreto creando el Consejo Nacional de Educación para el
gobierno y administración de las escuelas primarias públicas ubicadas en la ciudad de Buenos Aires.
Por decreto del 1° de febrero de 1881 nombró primer Superintendente General a Domingo Faustino Sarmiento
y designó consejeros a Federico de la Barra, Carlos Guido Spano, Adolfo van Gelderen, Miguel Navarro Viola y
José Antonio Wilde.
La experiencia ha demostrado efectivamente que la mujer es el mejor de los maestros, porque es más
perseverante en la dedicación a la enseñanza, desde que no se le presentan como al hombre otras carreras
para tentar su actividad o ambición y porque se halla, en fin, dotada de todas esas cualidades delicadas y
comunicativas que la hacen apoderarse fácilmente de la inteligencia y de la atención de los niños.
Nicolás Avellaneda
Este tipo de apreciaciones, en consonancia con el marco cultural de la época, hicieron de la docencia una
actividad predominantemente femenina. Entre 1874 y 1921 se graduaron 2626 maestras y solo 504 maestros
varones, una proporción que se volvió aún más desigual con el correr de los años debido a la permanencia de
estereotipos fuertemente consolidados.
Entre algunas de las educadoras mujeres más influyentes de los siglos XIX y XX en Argentina fueron: Matilde
Filgueiras, Juana Elena Blanco, Ada María Elflein, Sara Justo, Josefina Passadori, Ángela Peralta Pino y Clotilde
González de Fernández, entre otras.
Perón creó las «escuelas fábrica», centros de enseñanza de múltiples oficios artesanales. Los alumnos recibían
sin cargo desayuno, almuerzo, herramientas, libros, elementos de estudio y vestimentas de trabajo. [57]
Dos años después, el Día de la Bandera (20 de junio) de 1949, Perón estableció la gratuidad de la enseñanza
universitaria y terciaria a través del decreto 29.337. Se aseguraba así el acceso irrestricto del pueblo a la
cultura, a la educación superior y a la formación profesional universitaria, eliminando la imposición de los
aranceles vigentes y estableciendo que "como medida de buen gobierno, el Estado debe prestar todo su apoyo
a los jóvenes estudiantes que aspiren a contribuir al bienestar y prosperidad de la Nación, suprimiendo todo
obstáculo que les impida o trabe el cumplimiento de tan notable como legítima vocación. Entre los años 1935
y 1955 la matrícula de la UBA pasó de 12.000 a 74.000 alumnos.Ley 13.031: Primera ley de educación del
gobierno justicialista. Tras 15 años de democracias restringidas e intervenciones militares sobre los gobiernos
civiles, en 1946 el Congreso sancionó una nueva Ley de Educación Superior que puso a las universidades bajo
la órbita de las reglas de una democracia sin proscripción. Para eso, y marcando un hito en la historia de la
legislación sobre educación superior, el peronismo dictó en 1947 la Ley Nº 13.031, denominada Ley Guardo, en
honor al diputado justicialista creador de su articulado. Esta legislación puso punto final a la larga vigencia de
los cuatro artículos de la reducida Ley Nº 1.597 de 1885, “Ley Avellaneda”, que ofició de marco legal hasta
entonces. En 1949 von la intención de atender a algunos planteos de los universitarios e incorporar avances de
la ley sancionada en 1947 y sentar las bases para una nueva Ley, se incorpora un artículo en la Constitución
Argentina de 1949. En el año 1954 se sanciona una nueva Ley, la 14.297. En ella se incorporan algunos otros
postulados de la Reforma Universitaria, como la definición de la extensión y la participación directa de los
estudiantes, esta ley profundiza la participación estudiantil en el gobierno de las Facultades, otorgándoles el
derecho al voto.[58] [59]
En 1948 se creó la Universidad Obrera Nacional (UON) para formar «ingenieros de fábrica», capacitados para
crear procesos de producción. Se pensaba en un perfil profesional más práctico que el de los ingenieros
tradicionales. Sus alumnos tenían la obligación de trabajar en su especialidad y cursaban una carrera de cinco
años.
Considerando: que es actividad fundamental de la escuela la educación de los sentimientos, por cuyo motivo
no debe olvidarse que entre ellos figura en primer plano la gratitud y devoción debidas al maestro de la
escuela primaria, que su abnegación y sacrificio guía los primeros pasos de nuestras generaciones y orienta el
porvenir espiritual y cultural de nuestros pueblos; que ninguna fecha ha des ser más oportuna para celebrar el
Día del Maestro que el 11 de septiembre, día que pasó a la inmortalidad, el año 1888, el prócer argentino
Domingo Faustino Sarmiento.
Hacia mediados del siglo XX, por decisión del Ministro de Educación demócratacristiano Atilio Dell'Oro Maini,
en el decreto-ley del 22 de diciembre de 1955 se permitió la creación de universidades privadas con capacidad
para entregar títulos y diplomas académicos. El 8 de junio de 1956 fue creada la Universidad Católica de
Córdoba entre otras instituciones educativas superiores privadas.
Pero durante el gobierno del Presidente Arturo Frondizi, en el año 1958, hubo un movimiento laicista creado a
partir de la sanción de dos grandes leyes sancionadas durante ese gobierno: la aprobación del Estatuto del
Docente y la que habilitó a las universidades privadas a emitir títulos profesionales. Fue sin dudas esta última
la que motivó una gran protesta estudiantil conocida como "Laica o libre". El 28 de agosto de 1958 los siete
rectores de las siete universidades nacionales (entre ellos José Peco, Josué Gollán, Oberdán Caletti y el
hermano del presidente de la Nación, Risieri Frondizi), pidieron al Poder Ejecutivo Nacional, la no concertación
del decreto. El 19 de septimebre de 1958 hubo otra concentración en el mismo lugar, esta vez convocada por
la FUA con apoyo de casi todos los partidos políticos, medio centenar de sindicatos y de algunas universidades
extranjeras, que reunió unas 250 000 personas en contra del proyecto. También se produjeron movilizaciones
masivas en Córdoba, Rosario, Tucumán y fundamentalmente los partidos de la provincia de Buenos Aires y
Mar del Plata.[63]
A partir de los comienzos de los años sesenta comenzaron a soplar aires de renovación en las aulas: surgieron
cuestionamientos y empezó a fortalecerse la opción de la educación problematizadora ―influida por el
educador brasileño Paulo Freire― y las nuevas corrientes pedagógicas. [cita requerida] Al mismo tiempo cientos de
profesores que se habían exiliado durante la dictadura autodenominada Revolución Libertadora regresaron al
país.
Durante la Dictadura de 1976-1983 se llevó a cabo una sistemática labor de censura, en la cual se quemaron
cientos de miles de libros. Así se quemaron 90.000 ejemplares de Eudeba[65] [66] El retorno a la democracia, en
1983, permitió cambios y transformaciones que continúan en implementación y evaluación permanente.
Neoliberalismo y educación[editar]
Segundo Congreso Pedagógico Nacional de 1984[editar]
En 1984, por la ley N° 23.114, el gobierno radical de Raúl Alfonsín convocó a un Congreso Pedagógico Nacional
supuestamente para atender las deficiencias del sistema educativo pero con el fin de definir si la Educación
Pública debía ser Estatal o no Estatal, de lo que dependería si los colegios privados seguirían recibiendo apoyo
económico del Estado y si los padres de ingresos medios y bajos podrían elegir el tipo de educación para sus
hijos en escuelas de gestión privada.[67]
Cabe tener en cuenta que en la Argentina viene de lejos la antinomia educación (o enseñanza o escuela)
pública—educación privada. Y durante aquel Congreso pedagógico se enfrentaron dos enfoque respecto de la
misma.
Raúl Alfonsín confió la organización del congreso a su equipo educativo, encabezado en 1984 por el ministro
Carlos Alconada Aramburú, y el diputado Adolfo Stubrin, ambos con enfoques estatistas.
El Enfoque Estatista era impulsado por radicales y comunistas; y el Enfoque no estatista, que finalmente fue el
que triunfó, fue defendido por la Conferencia Episcopal Argentina, el Partido Demócrata Cristiano, el Partido
Justicialista, la Unión del Centro Democrático, el Movimiento de Integración y Desarrollo y una enorme
movilización de padres de familia que tenían a sus hijos en colegios privados. En aquella convocatoria llegaron
a participar 400.000 personas.
La asamblea nacional se realizó en Embalse de Río Tercero (Provincia de Córdoba), en marzo de 1988 y triunfó
el enfoque no estatista. A partir de entonces, el sistema educativo en la Argentina es de Educación Pública (de
Gestión Estatal o de Gestión Privada).[68]
Estas medidas (en consonancia con medidas similares de todo el continente) serían criticada por numerosos
sectores docentes e intelectuales universitarios, como por ejemplo Coraggio, María Alejandra Corbalán y
Guillermina Tiramonti. El modelo educativo en esta etapa entró en una crisis percibida socialmente desde
varios los sectores.