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Aquel día 15…

Del Libro Almanaque Escuela Para Todos 2004

Los españoles llegaron a América en el año 1492. Pero pasaron 10 años más, hasta que
en su cuarto viaje, a través del mar Atlántico, Cristóbal Colón llegó a las tierras de
Centroamérica.
En el año 1524 los españoles fundaron en Guatemala la ciudad de Santiago. Ahí se
instalaron las autoridades españolas que habían de administrar lo que llamaron el Reino
de Guatemala.
El rey de España nombró a un Capitán General gobernador de ese enorme territorio que
se extendía desde Yucatán hasta el sur de Costa Rica. Dado que las distancias eran
grandes y que no existían siquiera caminos, se dispuso dividir el Reino de Guatemala en
provincias. Cada una con sus propias autoridades, pero todas dependientes de la
Capitanía General de Guatemala.
Y así, con altos y bajos, se manejó el gobierno de Centroamérica durante 300 años.
Durante esos años los conquistadores fueron los amos y señores del Reino de
Guatemala. Los indígenas trabajaban como esclavos de los españoles en el campo y en
las minas. Pues sus tierras fueron expropiadas y entregadas a los conquistadores. Pero
siempre, a pesar de injusticias y leyes absurdas, florece en el corazón del ser humano un
anhelo de amor y de comprensión. Poco a poco vencedores y vencidos se fueron uniendo
y Centroamérica se pobló de «mestizos», hijos de unos y de otros.
Pero los españoles que habían nacido en España conservaban sus costumbres y su
orgullo. Nadie podía ser igual a ellos. Difícilmente un mestizo o un español nacido en
América, podía llegar a desempeñar un cargo público. En todo se le daba preferencia a
los nacidos en España.
También el comercio estaba totalmente en manos de los españoles. Los productos que se
podían exportar y los que venían a América, estaban bajo su control. Las mercaderías
que se traían del extranjero llegaban primero a la ciudad capital de Guatemala y de allí se
mandaban al resto de las provincias. El tabaco y el cacao, sólo se podían vender a unos
pocos comerciantes autorizados.
Pero la situación en el mundo empezó a cambiar. Durante más de 100 años, España
había estado en guerra con otros países de Europa. En 1808 las tropas francesas
invadieron a una España debilitada por las guerras. Al saberse esto en las colonias de
América, comenzaron las revoluciones por la independencia.
Hasta que el 13 de setiembre de 1821 cambió la suerte. Ese día llegó a la capital de
Guatemala un mensajero de Chiapas. Había recorrido más de 100 kilómetros a caballo
para anunciar que la provincia de Chiapas se unía a México, pues en México ya no
mandaban los españoles. El pueblo había logrado derrotar a los conquistadores y por lo
tanto Chiapas se iba a unir a México. También instaban a las autoridades del Reino de
Guatemala a separarse de España y unirse a México.
La noticia era alarmante. El Capitán General mandó a llamar a las autoridades y a los
vecinos principales para que reunidos, el día 15 en el palacio, resolvieran qué hacer.
La noticia corrió por la ciudad. Los partidarios de la independencia visitaron casa por
casa, convenciendo a los vecinos para que se reunieran el día 15 frente al palacio de la
Capitanía.
El 15 de setiembre desde temprano, comenzaron a llegar las autoridades y los principales
políticos españoles al palacio. Cuando estuvieron reunidos, el Capitán General leyó en
voz alta los documentos que el mensajero de Chiapas le había entregado. Los ánimos se
exaltaron. Algunos pedían que las tropas atacaran a los que trataban de separarse del
dominio español, y otros proclamaban que había llegado el momento de que el Reino de
Guatemala fuera libre. También se dijo que un ejército de mexicanos se acercaba a la
capital para derrocar al gobierno, y que era mejor declarar la independencia antes de que
sucediera algo peor.
Doña Dolores Bedoya, esposa de uno de los patriotas, desde tiempos atrás luchaba con
empeño por la independencia. Ahora sintió que el momento había llegado. Con cohetes y
música de marimba armó en la plaza una enorme algarabía. El pueblo llegó y al poco
tiempo se oyeron los gritos de júbilo de la gente, que comenzó a apiñarse también en los
corredores del palacio.
Los señores políticos que discutían en la sala del palacio, al ver y oír la alegría de la
gente, creyeron que el pueblo se había apoderado de la ciudad. Entonces el Capitán
General aceptó la separación de España y ahí mismo se comenzó a redactar el Acta de
Independencia.
El Acta del 15 de setiembre declaraba que desde ese día, el Reino de Guatemala
quedaba independiente y libre de España. Y que mientras se reunían los representantes
de las provincias para decidir cómo se iban a organizar, gobernaría el mismo Capitán
General.
Redactada y firmada el Acta, rápidamente varios escribanos la copiaron a mano. Apenas
estuvieron las copias listas, partieron jinetes a todo galope para llevarlas a las diferentes
provincias.

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