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Los tres hermanos.

Cuento japonés
Un anciano samurai, muy bueno en el arte de las peleas, sintió con tristeza que su
vida estaba a punto de acabar. Tenía tres hijos, y les había enseñado el arte de
los combates, pero no le dio tiempo a enseñarles el de la defensa, por lo que
temía que fueran blanco fácil para sus atacantes.
El hombre pensó qué podía dejar a sus hijos como legado, algo que pudiera
ayudarlos y protegerlos. Y entonces recordó que había labrado durante mucho
tiempo unas hermosas flechas de madera.
– Ya sé cuál será mi legado-dijo para sí orgulloso.
Y así, un día, llamó a sus tres hijos y les dijo.
– Mi vida llega a su fin y quiero dejaros un legado a cada uno de vosotros. En todo
este tiempo os he enseñado cosas básicas de ataque pero os falta aprender lo
más importante, que es la defensa. Por eso, cada uno de vosotros por separado
aún corréis mucho peligro. Pero he encontrado la forma de haceros fuertes.
Diciendo esto, el samurai ofreció a cada uno de sus hijos una flecha.
– ¿Una flecha? Pero padre… ¿cómo vamos a vencer con una simple flecha?
¡Podría partirla con mis manos!
– Es cierto, si intentas partirla, podrás hacerlo. Pero junta las tres flechas e intenta
doblarlas.
El hijo hizo lo que le pidió su padre y efectivamente, fue incapaz de partirlas.
– Las tres flechas unidas son tan fuertes que no podréis doblarlas nunca. Lo
mismo sucederá con cada uno de vosotros. Vuestra fortaleza reside en vuestra
unión. Juntos, seréis realmente temibles.
Los tres hijos entendieron el mensaje y se convirtieron en bravos samurais a los
que todos temían. Nunca combatían por separado. Su unión les hizo
indestructibles

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