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TRABAJO PRÁCTICO N° 02
LAS TRANSFORMACIONES SOCIALES EMERGENTES SURGIMIENTO DEL CAPITALISMO
INDUSTRIAL Y EVOLUCION DEL MOVIMIENTO OBRERO
La expansión del sector industrial y la difusión del sistema de fábrica fueron alteradas
la conformación de las clases trabajadoras. En primer lugar porque en términos relativos
fue creciendo el número de trabajadores industriales en detrimento de los campesinos
que habían constituidos la gran masa de la población de la época preindustrial.
Como se desprende del estudio de los casos nacionales, este proceso no fue
uniforme, y vario aun dentro de los primeros países industriales. En 1880, los campesinos
constituían el 10% de la población. Los artesanos y los trabajadores a domicilio son
paulatinamente reemplazados por los obreros de fábrica, y sus condiciones de vida
tendieron a uniformarse.
Hasta la segunda mitad del siglo XIX, las condiciones de vida de los trabajadores
industriales fueron muy penosas. En primer lugar por las condiciones de trabajo: bajos
salarios, jornadas de una duración media de 14 a 16 horas diarias, estricta disciplina,
inestabilidad. En segundo termino porque también las condiciones de vivienda, salubridad
e higiene en las nuevas aglomeraciones urbanas eran muy deficientes. A eso deben
sumarse los problemas de adaptación a un tipo y un ritmo de trabajo distintos, que
contestaban fuertemente con las formas de producción tradicionales.
Recién después de 1850 la clase ve mejorar lentamente su condición, en parte a
causa de la expansión económica, pero también como consecuencia de sus
organizaciones y su acción en pos de una sociedad menos injusta.
La expresión “cuestión social”, que usaban los contemporáneos, se resume las dos
caras de la situación: las deficientes condiciones de vida por un lado y el conflicto y la
violencia, por el otro.
Una de las características de la nueva sociedad industrial fue la difusión de las relaciones
del mercado y de los principios del laissez faire. (La frase laissez faire, laissez passer es una
expresión francesa que significa «dejen hacer, dejen pasar», refiriéndose a una completa libertad
en la economía: libre mercado, libre manufactura, bajos o nulos impuestos, libre mercado laboral y
mínima intervención de los gobiernos.)
En las sociedades del Antiguo Régimen, la actividad laboral estaba sujeta a una serie de
reglamentaciones y existían mecanismos comunitarios que ofrecían una cierta protección
a los sectores más desposeídos.
La opción tradicional había sostenido que los ricos eran responsables de la sociedad y
que los pobres debían depender de ellos. Las leyes de pobres en Inglaterra, que existían
desde el siglo XVI, reflejaban esta concepción, de fuerte contenido paternalista.
depender de su propio esfuerzo, y negó que los patronos o el gobierno tuvieran alguna
obligación más que impedir que murieran de hambre, a través de los hospicios. (Los
hospicios son casas públicas en donde se recogen a los pobres desvalidos y se les mantiene a
costa de la beneficencia pública o del producto de las rentas con que las ha dotado la caridad
ardiente de algunos conciudadanos, haciendo trabajar a los pobres en los oficios compatibles con
su salud y disposición).
Las nuevas condiciones de trabajo y la nueva legislación generaron desde los inicios la
resistencia de los trabajadores.
Ella se manifestó de diversas maneras, más o menos violentas, que variaron a medida
que avanzó el siglo. En una primera etapa, la reacción se expresó en la destrucción de las
maquinas, que tuvo lugar no solo en Inglaterra en la década de 1810, sino también en
Francia en las de 1830 y 1840.
La segunda mitad del Siglo XIX asistió al nacimiento del socialismo, el anarquismo y el
comunismo, que pasaron a tener un papel decisivo en la organización del movimiento
obrero. Con el transcurso del siglo, las luchas sociales se fueron intensificando, y se
incrementó notoriamente la sindicalización.
Junto a los trabajadores de cuello azul (los obreros), fue creciendo, sobre todo en las
últimas décadas del siglo, el número de trabajadores de cuello blanco (Dirigentes, cuadros
administrativos superiores). Como grupo social se distinguían, en primer lugar, por realizar
trabajos no directamente involucrados en la producción, en general, no manuales, y
también, por una identidad que los separaba de los obreros.
El largo siglo XIX, que comienza con las revoluciones de fines del siglo XVIII y concluye
con la Segunda Guerra Mundial, suele ser caracterizado como el siglo de la burguesía.
La burguesía se define parcialmente por exclusión: No forma parte de ella los nobles, el
clero, los campesinos y los sectores más bajos urbanos y rurales, incluyendo a los
asalariados, pero está constituida, a su vez, por grupos diversos; en primer lugar, la
burguesía económica: comerciantes, industriales, banqueros, financistas, empresarios,
gerentes. Asimismo, la integra la burguesía culta: profesionales liberales, profesores,
jueces, altos funcionarios administrativos, científicos, empleados jerárquicos.