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t
É ienne Condillac
tradicionales de la palabra
terapia d
( el griego, c
« uidar, curar»), que ciertamente pueden llevarnos a adherir a
la descaminada idea de que el terapeuta actúa sobre el paciente o cliente. Consideremos, por ejemplo, la
siguiente definición que da el diccionario de terapéutico/terapia:
que sirve para curar o sanar; curativo; relativo al descubrimiento y aplicación de remedios para las enfermedades.
Parte de la ciencia méd ica que se vincula con el tratamiento y la cura de las enfermedades.
Parece que L
« a terapia como conversación» es una fructífera contradicción en sus términos, en tanto nos
induce a considerar la prácticaterapéutica y el uso del término terapia de un modo que socava y contamina
las definiciones usuales de la labra
pa terapia (que el vocablo lame
ntablemente conlleva de manera
automática).
Sin duda, nuestros lectores, como los de Condillac, creen que conocen su propio idioma; y nosotros,
como autores, queremos creer que tenemos una comprens ión similar del nuestro. Después de todo, lo usamos
todo el tiempo, especialmente al habl
ar, escuchar, leer y escribir. El us o de nuestro propio idioma parece
algo simple y sin complicaciones.
El sentido común se basa en una concepción ingenua del lenguaje, que lo considera transparente y
verdadero. El supuesto de sentido común que sostiene que el lenguaje es un medio transparente que
expresa hechos preexistentes implica que el cambio nu nca se produce en el lenguaje. Se supone que el
lenguaje siempre refleja cambios anteriores a losque ocurren en el lenguaje. Se considera que los
autores o hablantes son capaces de percibir las verdadesde la realidad y de expresar esta experiencia por
medio del lenguaje, permitiéndole de ese modo al le ctor y oyente saber exactamente a qué se refieren.
Sin embargo, las cosas no son tan simples. Hay al menos otras tres maneras diferentes de conceptualizar
el funcionamiento del lenguaje.
El pensamiento occidental tradic
ional (que se relaciona con la perspectiva del sentido común)
considera que, de un modo u otro, el lenguaje representa la realidad. Este punto de vista se basa en la
idea de que existe una realidad externa para ser representada. Por lo tanto, el estudio del lenguaje
puede consistir en determinar en qué medida este re-presenta esa realidad. Es evidente que esta creencia
se basa en la idea de que el lenguaje es capaz de representar la «verdad», cuya revelación es la meta de
la ciencia occidental tradicional. Además, esta creencia conduce a la idea de que para desarrollar una
ciencia del significado es necesario escrutar lo que ha
y detrás y debajo de las palabras, enfoque conocido
como estructuralismo C
( homsky, 1968; 1980; Saussure, 1922), que fue explícitamente utilizado por Bandler y
Grinder 1
( 975) para estudiar la hipnote-rapia y la psicoterapia. Toda la historia de la psicoterapia, desde
Freud hasta Selvini Palazzoli o Minuchin contiene un pensamiento estructuralista, es decir, interesado en lo
que hay detrás y debajo de la superficie de lo que se investiga.
Los budistas, por otra parte, dirían que el lenguaje bloquea nuestro acceso a la realidad (Coward,
1990). Y como también piensan que existe una realidad externa, utilizan la práctica de la meditación para
desactivar el lenguaje y nectarse
co con la realidad.
Y existe otra concepción, generalmente llamada posestructuralismo (De Shazer, 1991; De Shazer y
3
Berg, 1992; Harland, 1987) que sostie ne, simplemente, que el lenguaje es la realidad. Expresándola en
términos más familiares a los terapeutas, esta idea de que nuestro mundo es lenguaje remite a una
perspectiva vinculada con lo que se llama
constructivismo. Este enfoque sugiere que debemos observar el
modo como hemos ordenado el mundo en el lenguaje y el modo como el lenguaje (que nos precede) ha
ordenado nuestro mundo. Esta perspectiva nos ha llevado a creer que para estudiar cualquier tema es
necesario estudiar el lenguaje. Es decir que, en vez de escrutar por detrás y debajo del lenguaje que usan
el terapeuta y los clientes, nosotros pensamos que lo
único que tenemos para trabajar es, precisamente, el
lenguaje que ellos usan. Ni los autores (o hablantes) nilos lectores (u oyentes) pueden tener la certeza de
que comprenderán lo que el otro quiso decir, porque cada uno de ellos lleva a ese encuentro todas sus
experiencias previas, que son singulares. El significado es producto de una negociación en cada contexto
específico. Es decir, los mensajes no son enviados, sino solamente recibidos: lo que vale tanto para el autor
como para el lector e( n consecuencia, el autor no es más que uno de tantos lectores). Contrariamente a la
perspectiva de sentido común, la perspectiva posestructuralista considera que elcambio sucede dentro del
lenguaje: el contenido de lo que hablamos y el modo como lo hacemos marca una diferencia y son estas
diferencias las que pueden utilizarse para marcar una diferencia (para el cliente).
En los l
ú timos veinte años, el trabajo con nuestros clientes nos ha llevado de una visión occidental
tradicional a una visión posestructuralista, por el camino del contacto con una versión de la concepción
oriental tradicional. Es decir, qu
e hemos llegado a entender que los significados que se consiguen en una
conversación terapéutica se generan por medio de un proceso más parecido a una negociación que al
desarrollo de una comprensión o un desenmascaramiento de lo que e« n realidad» sucede. Dado que en lo
concerniente a los significados toda conversación en
traña incertidumbre, el malentendido es mucho más
probable que la comprensión. Creemos que la tarea de l terapeuta consiste en ut
ilizar creativamente este
malentendido y generar, junto con el cliente, un malentendido lo más fructífero posible.
Ludwig iW ttgenstein
Tractatus Logico-Philosophicus
A los fines de la argumentació n utiliz a remos los té r minos conversación centrada en el problema y
1
conversación centrada en la solución como una oposición binaria, lo que nos permitirá seguir a iW ttgenstein
en el establecimiento de otra oportuna oposición binaria entre h« echos» y su opuesto, n
« o hechos». La
expresión no hechos es más amplia que el término, quizás automático, ficciones, puesto que nos permite
incluir las fantasías, esperanzas, ficciones, planes, deseos y demás como lo opuesto de los h« echos».
1
Este es un recurso temporal, ya que no puede garantizarse el a
« dentro/afuera» de los pares binarios; el límite no es una
barrera.
4
Preguntas de escala
2
Insoo Kim Berg
7
anterior con ella. Si bien habrá necesariamente alguna similitud, alguna yuxtaposición, entre los
significados que cada uno de nosotros atribuye a la
s palabras, existe una enorme diversidad que puede
ponerse en juego en la conversación. Por supuesto, cuanto más disímiles sean nuestras experiencias,
mayores serán las posibilidades de que se produzca un malentendido creativo.
En nuestro ejemplo, las escalas numé r icas le dan a la clienta y a su terapeuta una idea del
grado de confianz a de la primera en su capacidad de perseverar en la terapia y les proporciona a
ambas un instrumento para establecer una comparación con las creencias de la dienta con respecto a
cómo la ven otras personas cercanas. La terapeuta encuentra, así, una ocasión para elogiar a su
dienta.]
T: De algún modo, usted ha aprendido a estar en desacuerdo con todos ellos.
C: Ajá.
T: Y usted dice que sus amigos la ayudan en esto. Y si les preguntara a sus amigos, ¿qué dirían? (sobre la
misma pregunta, usando la misma escala).
C: A ellos no les preocupa tanto mi capacidad para hacer las cosas que me propongo. Lo n
ú ico que les
preocupa es que no vuelva con Charlie. Así que para la categoría t
« odo lo demás» l
[ a vida más allá de la
decisión acerca de Charlie], probablemente también me pondrían un siete.
[Las evaluaciones numéricas también contribuyen a darles una idea a la dienta y a su terapeuta de
cuánto apoyo de sus amigos tiene la primera. Es evid ente que, desde el punto de vista de la dienta, sus
amigos le serán de más ayuda para lograr sus metas (con respecto a la categoría t
« odo lo demás)» que su
madre, su suegra o su ex marido.
Si bien las diferencias entre 7 y 4 o 5, entre 7 y 3 o 4 y entre 7 y 1 nos clan lugar a preguntarnos cuan
realista será el 7 que la dienta se asigna, el 7 que le darían sus amigos, sin duda, viene en su apoyo.
Además, en este contexto, el 7 también indica que la dienta se cree más decidida a hacer lo que
quiere que lo que otros piensan, y esta comparación con otras personas probablemente contribuya
a reforzar su resolución].
C: Probablemente dirían que voy a volver con Charlie.
T: Quiere decir que esto les preocupa.
C: Sí.
T: Están preocupados.
C: Me llaman cada cinco minutos. Esta tarde vienen amigos a casa. Y todo porque ellos dicen que s« i llama,
hablarás con l
é o le permitirás venir».
T: Entonces, ¿ellos piensan que Charlie no es bueno para usted?
C: Sí.
T: ¿Están convencidos de que Ch arlie no es bueno para usted?
C: Sí. Lo odian.
T: Lo odian.
C: Sí.
T: O sea que si yo les preguntara a sus amigos «¿qué probabilidad hay de que Joan vuelva con Charlie?» (la
dienta se ríe), q¿ ué dirían, usando la misma escala?
C: Diez a uno.
[La dienta pasa de la calificación de uno a diez a laexpresión de una posibilidad (como si se tratara de
8
C: Bueno, l
é se sienta ahí y dice: C
« laro, haces esto porque nunca te importé» y esto y aquello y lo de más
allá. Y yo le digo cosas como: C
« laro, yo simplemente recojo a cualquier extraño de la calle y me quedo
con l
é tres años. Y dejo que me maltraten y le doy tres hijos a cualquiera.» Usted sabe, l
é se sienta ahí
y dice: T
« ú no me amas» y vuelve y se pone a llorar y todo eso, y yo le digo: B
« ueno, a menos que hagas
esto, esto y esto, no pienso volver». O
« h, lo haré, lo haré». Ahí termina todo ; es el fin. Porque yo
realmente quiero creerle. Hay momentos en qu e puede ser una persona realmente agradable.
T: ¿Cuáles son las probabilidades deque vuelva y le prometa todo eso?
C: Bastante altas.
T: E¿ s así?
C: Básicamente, sí.
T: Entonces l
é no está convencido de que esta vez usted va en serio.
C: No. Y realmente no se le puede echar la culpa a él.
T: No.
C: Usted sabe..
T: Sus antecedentes no son muy buenos que digamos.
C: N
¡ o, no!
T: Correcto. Entonces ahora usted tiene que hacer algo realmente diferente para indicarle que esta vez
va en serio.
C: Pero no sé qué hacer.
T: Comprendo.
C: Quiero decir, llamé al abogado e hice todas esas otras cosas. Y eso debería ser.. suficiente. Y a su mamá
le dio un ataque.
T: Me lo puedo imaginar.
C: Empezó a gritar..
T: Seguro que estaba furiosa.
C: «No puedes separar a mis nietos de mí.»
T: Pero usted no retrocedió.
C: No.
E
[ l haber ido al abogado y no haber retrocedido frente a la abuela de sus hijos pueden interpretarse como
excepciones positivas ya que también contradicen la idea que tiene Joan de sí misma en el sentido de
que es débil. El terapeuta puede usar estos ejemplos como puntos focales para elogiar a Joan por su
fortaleza y habilidad.]
T: Permítame formularle una pregunta de otro tipo. Digamos que diez significa que usted confía
ciegamente en que Charlie cambiará, que le hará da r a su vida un giro de ciento ochenta grados y
que uno significa lo opuesto.
C: Le pondría un dos.
T: Un dos.
C: Para él, nada es lo suficientemente importante. Prefiere salir a beber. O prefiere salir con una
chica de catorce. Y los niños sólo sirven para mostrarlos en algún acontecimiento familiar o cuando
hay un feriado.. en ese momento es cuando generalmente se sienta y es realmente agradable.
T: ¿Qué tiene usted que hacer para mantenerse firme esta vez?
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actuado de manera diferente al hablar por teléfono con su ex marido. Las dos muchachas describieron que
la madre fue capaz de «mantener la calma» y simplemente colgarle el teléfono a su ex marido, en lugar de
«ponerse terriblemente nerviosa» por lo que l
é le decía. Las tres estuvieron de acuerdo en que aquella había
sido la primera ocasión desde la separación en que había sido capaz de hacerlo.
Es importante elegir el momento adecuado para formular la pregunta
de escala. La conversación entre
el terapeuta (T) y la familia (madre, M, e hija, H) tuvo lugar luego de un buen rato de discusión con
respecto a los xé itos:
T: (A la madre.) Digamos que diez representa su vida tal como usted quiere que sea cuando ya no
necesite venir a verme y que cero representa el peor período posible en las últimas semanas, cuando
más preocupada se encontraba por su familia. ¿Dónde diría que se encuentra ahora?
M: Diría que me encuentro a mitad de camino. En lo que a mí concierne, diría que estoy más o menos
en la mitad. Para las chicas diría que el puntaj
e es menor, especialmente cuando estoy con ellas.
T: ¿Y si considera a la familia como un todo?
M: Diría que alrededor de tres y medio o cuatro. Lo que me preocupa son mis hijas, el modo como este
divorcio las afecta. Si no fuese por ellas, terminaría este matrimonio sin problema. Son ellas las
que me hacen quedar atrapada en el cí r culo.
T: ¿Cuánto le parece que hace que están en tres y medio o cuatro?
M: Los ú l timos tres o cuatro meses.
T: ¡Vaya! (El terapeuta se dirige entonces a la hija mayor.) ¿Y tú? Diez equivale a que mamá se tome
todo con calma, como anoche, y cero equivale al peor período en el que no podía evitar sentirse
perturbada.
H: Dirí a que hoy está en un siete o un nueve.
T: Quiere decir que desde tu punto de vista mamá ha avanz a do muchísimo. ¡Excelente! ¿Y con
respecto a la familia como un todo? ¿ D ó n de dirí a s que está hoy la familia, en una escala de cero a
diez?
H: Cinco o seis.
[La diferencia de percepción entre la madre y la hija sobre cómo les está yendo a la madre y a la
familia debe ponerse de relieve como un cambio. El terapeuta decidió utiliza r esto como el punto
de partida de un juego de lenguaje centrado en la solució n ( D e Shaz e r, 1991; De Shazer y Berg,
1992). Nótense los cambios que surgen en la percepción de la madre acerca del modo como manejó
los cambios recientes y su efecto sobre las hijas.]
T: (A la madre.) ¿Le sorprende oír esto?
M: No. Desde el punto de vista de ellas, anoche yo avancé muchísimo porque me mantuve firme.
T: C
¿ m
ó o lo hizo?
M: No volví con l
é .
T: Entonces ¿ no reconciliarse con él ha sido bueno para usted y sus hijas?
M: Sí, ellas ahora saben que no me voy a reconciliar con él, y les hace bien saberlo. Ahora, para ellas
esto es algo bastante seguro. Estuve furiosa con él y ya lo he superado. Sin embargo, no me
reconcilié . La furia contra él solía durarme un tiempo determinado y cuando se me pasaba me
reconciliaba. Esta vez ya hace un tiempo que se me pasó y no volví con él.
T: Entonces, ¿es bastante seguro que no se reconciliará?
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Es difí c il saber con exactitud qué tení a en mente la madre cuando se describió a sí misma con un
cinco y a la familia en su conjunto con un tres y medio o cuatro. Tampoco queda muy claro qué quiso
decir la hija cuando le puso a su madre un siete o un nueve y a la familia un cinco o un seis. Poco
importa que el terapeuta lo sepa. Importa, sin embargo, que la madre y las hijas parecen saber, hasta
donde podemos observar, lo que la otra quiere decir.
Más adelante en la conversación, se le pidió a la madre que describiera qué estaría haciendo cuando
hubiera subido un punto en la escala. También se les preguntó a las hijas qué diferencias creían que
notarían en su madre y cómo afectarían estas su vida.
Conclusión
Edmond Jabès
Las escalas numéricas les permiten al terapeuta y al cliente utilizar el funcionamiento natural del
lenguaje por medio de un acuerdo sobre los términos e( s decir, los números) y un concepto obviamente
múltiple y flexible (una escala en la cual diez representa al objetivo cumplido y cero equivale a una
ausencia de progreso hacia ese objetivo). Dado que ni el terapeuta ni el cliente pueden esta absolutamente
seguros de lo que el otro quiere decir cuando utiliza una palabra o concepto determinados, las preguntas de
escala les permiten construir conjuntamente una manera de hablar de cosas que son difíciles de describir,
incluyendo el progreso hacia los objetivos del cliente.
Por ejemplo, una mujer creía que en su progreso hacia
su objetivo se hallaba a mitad de camino y, por lo tanto, se puso un cinco. Cuando se le preguntó qué sería
diferente cuando su puntaje fuera seis, simplement e respondió: «Me sentiré más seis». Sin duda, el
terapeuta hubiera preferido una descripción más concreta y específica, pero la dienta no podía describir las
cosas de manera concreta (aunque estaba segura de qu e se daría cuenta cuando llegara al seis). En este
caso, la escala nos proporciona un método para el malentendido creativo, por medio de la utilización de
números para describir lo indescriptible, así como para, no obstante, tener alguna seguridad de que, como
terapeutas, estamos haciendo el trabajo para el que el cliente nos contrató.
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P: Me interesa su idea de que la tarea del terapeuta consiste en utilizar creativamente los
malentendidos inherentes a toda conversación para posibilitar que se produzca el cambio. ¿Podrían
explayarse más sobre esta concepción?
R: En vez de decir que el terapeuta permite que se produzca el cambio, más bien pensamos que el
cambio ocurre constantemente, que la estabilidad es una ilusión y que el cambio es inevitable. La tarea del
terapeuta es utilizar los malentendidos inherentes a laconversación para ayudar al cliente a darse cuenta
de las diferencias para que estas diferencias percibidas puedan ser puestas en acción. Así, esas diferencias
percibidas pueden marcar una diferencia.
Además, no pensamos que los malentendidos sean i« nherentes a la conversación,» sino que constituyen las
conversaciones y que, de hecho, hacen posible la conv ersación. Es decir, si simplemente r( adicalmente) nos
entendiéramos unos a otros, no tendríamos nada de qué hablar.
Por ejemplo, si pudiéramos comprender lo que los clientes quieren significar cuando dicen: E
« stoy
deprimido», no habría razn
ó para formularles pregun ta alguna. Conoceríamos con exactitud el pasado,
presente y futuro de su afección. Sin decir una palabr a, podríamos prescribirles algún producto químico y/o
comportamiento; ellos dirían: «Gracias» y eso serí a todo. Afortunadamente, hasta los enfoques más
positivistas de nuestra disciplina c
( omo el del DSM)
reconocen que las cosas no son tan inequívocas. Así,
hacemos preguntas porque sabemos que no comprendemos lo que los clientes quieren significar cuando
dicen que están deprimidos.
Evidentemente, la depresión no es algo simple. Las descripciones de los clientes generalmente
abarcan pensamientos, sentimientos, comportamientos, actitudes y contextos problemáticos, que incluyen
a otras personas. Ninguna de las palabras o conceptosque los clientes incluyen en sus descripciones son
simples: debido a que no comprendemos lo que dicen, nos vemos obligados a formular nuevas preguntas. Toda
esta conversación se basa en la creencia en que la comprensión, si bien quizás improbable, es posible.
Los clientes, por supuesto, saben lo que quieren decir e( n esa ocasión específica), pero nosotros no
podemos saberlo. Supongamos que usted le pregunta a una dienta qué entiende por depresión y ella
comienza a contarle que últimament e no duerme lo suficiente. ¿Puede estar usted seguro de que sus
problemas de sueño la han inducido a elegir el término deprimida? O
¿ fue su pregunta la que provocó esa
respuesta de parte de ella? Sea como fuere, cuando ella comienza a hacer público su significado privado
por medio de la conversación con usted acerca-de su depresión, el significado que surge es
automáticamente interaccional: en el contexto terapéutico, el significado es una producción conjunta, fruto
de la conversación entre el terapeuta y el cliente.
A medida que el cliente continúa hablando sobre su «depresión» y el terapeuta obtiene más detalles
acerca de lo que el término significa para el cliente, ¿qué le sucede al terapeuta? Según nuestra
experiencia, después de 30 o 45 minutos, el terapeuta también comienza a sentirse «deprimido», y a
comportarse en consecuencia y, si la conversación se prolonga durante mucho tiempo, comienza a sentirse
tan desesperanzado como el cliente. De este modo, involuntariamente, el terapeuta se une al cliente
para repetir algo que ya ha fracasado, a saber: la búsqueda del significado del término depresión que, en
efecto, construye su propio significado y, al menos en algunas ocasiones, refuerza sin proponérselo el
sentimiento de depresión.
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Desde nuestra perspectiva, comprend er, conocer exactamente lo que se quiere significar con el término
depresión es imposible: detrás y/o debajo de toda comprens ión o interpretación acec ha otra interpretación
(véase la segunda parte de nuestra respuesta a la siguiente pregunta). En consecuencia, la búsqueda del
n
ú« ico significado verdadero» es i nútil c
( uando no nociva). Por esta ra n
óz decidimos q( uizá drásticamente)
limitarnos a aceptar la situación tal como es y utiliz
ar así nuestro malentendido para ayudar al cliente a
construir una solución.
Como los significados de las palabras y los conceptos son variables y en ocasiones incluso indecibles n
( o
existe manera de decidir qué significan con algún grado de certidumbre), los críticos de nuestra perspectiva
con frecuencia se apresuran a concluir que lo que estamos diciendo es que todo vale, que, por ejemplo,
depresión podría significar, absurdamente, árbol. Sin embargo, la lógica, la gramática, la retórica e( n
sentido clásico), el uso, el contexto y, lo que es de mucha importancia, el opuesto del concepto l
( a no
depresión) ofician de límites a la gama de significados potenciales. Lo que no es depresión limita los posibles
significados del término todo lo que parezca digno de atención en el rá ea de la no depresión lo denominamos
e« xcepciones», m
« ilagros», etcétera.
Hablar con el cliente sobre lo que el problema/dolencia
no es e( s decir, hablar sobre la no depresión) es
un modo de utilizar el malentendido en forma creativa. Centrarse en la no depresión les permite al terapeuta y
al cliente construir una solución, o al
menos empezar a construir una solución, basada en las experiencias del
cliente ajenas al rá ea del problema. Así, u. na solución es una producción conjunta de terapeuta y cliente,
lograda por medio de la conversación acerca do todo aquello que el problema/dolencia no es. Por supuesto,
no podemos comprender mejor lo que la dolencia no es que lo que podemos comprender lo que la dolencia es y( ,
en efecto, no lo hacemos). Afortunadamente, hablar sobre todo lo que la dolencia no es y( , repetimos, esto no
es algo simple) parece ser valioso y de utilidad para mayorí
la a de los clientes. Alcontinuar hablando del no
problema/no dolencia, están haciendo algo diferente, en vez de repetir algo que sabemos que no ha
funcionado. Cuanto más hablan de las excepciones, mila gros, etc., más r« eal» se hace el contenido de su
conversación.
P: Su enfoque terapéutico ha sido descripto como «minimalista» y el material que aquí presentan
indudablemente se ajusta a esa descripción. Me imagino que, con el tiempo, su trabajo evolucionó en esa
dirección. ¿Podrían exponer este proceso y también hacer un comentario acerca de la dirección que
vislumbran tomará su trabajo en el futuro? Y también ¿qué necesita el terapeuta para mantenerse
«simple»?
R: Como dijo Guillermo de Occam: «Lo que puede hacerse con pocos medios se hace en vano con
muchos». En efecto, con frecuencia nuestro trabajo ha evolucionado en forma totalmente inesperada,
o por lo menos que nosotros no esperábamos. Nuestros clientes nos ayudaron (o, me jor dicho, nos obligaron)
a seguir simplificando nuestro método. En cada paso a lo largo del camino siempre tuvimos la equivocada
idea de que 1) (hacer terapia) no puede ser tan simple y 2) que (hacer terapia) es lo más simple que hay.
(Por supuesto, que el abordaje sea simple no significa que ponerlo en práctica sea sencillo. Está muy lejos de
ser así.) Los clientes continúan sorprendiéndonos y por eso siempre esperamos que uno de estos días, al
hacer algo que nos sorprenda más que lo habitual y/ o de un modo diferente, un cliente nos obligará a
simplificar nuestro enfoque una vez más. No tenemos idea de en qué específica dirección nos podría llevar.
Umberto Eco 1
( 992), al describir la lectura de la Bibl
ia de los gnósticos del siglo II, podría estar casi
16
describiendo nuestro impulso estructural (tanto suyocomo nuestro), esto es, hacia la búsqueda de la
verdad:
Todas y cada una de las palabras deben ser una alusión, una alegoría. Estas [las palabras] están diciendo algo que
difiere de lo que aparentemente dicen. Cada una de ellas contiene un mensaje que ninguna será capaz de revelar por
si misma.. El conocimiento secreto es conocimiento prof undo p
( orque sólo lo que queda bajo la superficie puede
permanecer desconocido por mucho tiempo). Así, la verdad se identifica con lo que no se dice, o con lo que se dice
oscuramente, y debe comprenderse más allá de la superficie de un texto, o debajo de esta. Los dioses hablan.. por
medio de jeroglíficos y mensajes enigmáticos, p
( . 30)
P: ¿Cómo puede el terapeuta evaluar cuándo es el momento más apropiado en la entrevista para
proponerle al cliente preguntas de escala numérica? ¿En qué situaciones clínicas resultan más útiles estas
preguntas? ¿Cuál ha sido su experiencia en el uso de estas preguntas con niños y adolescentes?
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Agradecimientos
Los autores desean agradecer a sus colegas Larry Hopwood, Jane Kashing y Scott Miller por sus
contribuciones a este capítulo. Le agradecemos a Steven Friedman por habernos sugerido incluir el tema de la
terapia como conversación como parte de nuestra discus ión de un enfoque posestruct uralista en la terapia.
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