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ria, se hace preciso confesar que aún na poseemos en clínica técnicas que 110s ilustren sohre las
particularidades de la circulaciói~,en el espesor de los órganos y tejidos, verdadero idcal de nues-
tras aspiraciones.
Y digo ideal, porque .lo que nosotros deseamos saber cuando interrogamos el piilm, no es la
marcha de la circulación en la arteria, explorada, sino en la totalidad del aparato circulatorio, y
eso no nm lo enseña ni la exploración digital, íii el mejor esfigmomanónietro.
En efecto: si nuestro sistema vascular fuese simplemente un conjuiito de tubos elásticos
por los que circulase agua destilada, bastaría determinar la presión, per ejemplo en uno
cualqniera de ellos, para deducir con arreglo a las leyes de la hidrodinámica, el valor de aquélla
en t d o s 10s demás.
En ese caso, el ntmo, tensión y;e1asticidal,.de la radial, serían igualesal ritiiio, elasticidad y
tensión en las hepáticas o renales.
Pero como nuestros vasos, ademá.s de tubos elásticos, son susceptibles de contraerse y
dilatarse por la acción de los vasomotores, y la sangre que los llena no tiene la inisina fluidez
y composición en todos los órganos, resulta que cada territorio orgánico posee. una cierta autono-
mia circulatoria, merced a l a cual, la velocidad y pr&ión de la corriente sanguínea en un órgano
determinado, puede diferir dentro de ciertos límites de la velocidad y presión de la sangre, en
el resto del árbol vaicular.
De aquí que para informarnos exactamente sobre la circulación en su coqjunto, sea pre-
ciso estudiarla, no sólo en lis gruesas arterias periféricas, sino a la vez, en; l& más finas y
profundas.de 10s órganos, cuyo estado nos interesa conocer,, porque es d e la circulaien local de
éstos de la que en último término dependen los íntimos fenómenos nutritivos,, que r e g ' a n el
dinámismo orgánico. ..
Aplicando estas ideas a la circulación encefálica, Bailliari peiisó que podrían ¿leterminarse
las características de ésta y sus diferencias con la'general, estudiando los latidos de las arteriis
retinianas, y que éstas, por su continuidad con el sistema carotideo, por su origen en plena ca-'
vidad craneal, y por su calibre. casi capilar, reflejarían' fielmente. las. variaciones fisiológicas y
los desórdenes patológicos del riego intracraneal, bien se originasen en p e r t u r b a c i o ~lokaliza-
das en los propios vasos o en. alteraciones de la presión a que éstos s e hallan. sometidos en el in-
terior del cráneo. ~.
Así 'consideradas las arterias retinianas, vendrían a ser al encéfalo, lo que la radial al or-
ganismo. todo, y del mismo modo que para orientamos sobre la circulaciói~general tomamos 1'
pulso en las muñecas, deberíamos tomarlo además en los ojos, para conocer e 1 estado de la ence-
fálica.
Pero tomar el pulso en unas arterias como las retinianas, cuya profunda situación'las sustrae
normalmeite a ' h vista y el tacto, es imposible, sino s e dispone de un artificio a@ropiado.
Este artificio, ingeniosa combinación de la oftalmoscopia y la ~fi~inomammetría, consti:
tuye la técnica de Bailliart, que vainos a exponer en líneas generales.
el dedo o el oido nos anuncian la relajación de las paredes arteriales y la cesación del latid:,
arterial'. ~ . .'
Este dato que en esfigmomanometria general se obtiene con sólo mirar en tales momentos
la aguja del manómetro:que acompaña el aparato, se halla en esfigmomanometria retiniana, indi-
rcctainel~te por la relación que existe entre la tensión intraocuiariniciai, y ia compresión que
' sobre el ojo ejercemos.
Para proceder al' examen, necesitamos el siguiente instrumental:
U n tonómetro de Bailliart. destinado a medir previamente la presión intraocular (fig. 1).
'Un oftalmodi~~amómetro deBailliart, para comprimir el ojo (fig. 2). Es& aparatito llevn
una varilla graduada en gramos de agua, que expresa el valor de la ,compresión ejercida sbbre cl
globo. : ' ,
n e aqui, st I L toso,
~ io más ~p@rtante l'e la técnica de la esíigmomanometria . retiniaw.
Es=.~estutaen ia p:acrica nastanre mas sacula ae.10 que por la d-ripcibn que antecede p0Uri.i
sup,oiwse.
. i a conocida'la técnica, vamos a abordar 'el .mamen de los datq que F n la m&ma pueden
obteiierse, tanto a ' e i estaao normal, como en patológico.
iuo es racii rorinar juicio accrca ui. ias ciirasttsioiógicas de máxima y minima retiniauaa,
a pesar ue io que a primera vista pucucra creersc. '
,
12arae~.~DieC~Slas Con acierto, pr-a tonlar muchas tensiones en Personas normales, y d&-
grac.auamente son muy pocas Las que sunpieineqte por ano? a la ciencia se dejen manipular en los
ujos con insuiaciones y, aparatos, por sencillos que .'
La Uincurtad suue oe.punto si se Wnsiderd que del contingente' de quest'ros enfermos hay
que. eiuiiiiiar a los que paaecen alecciones exterhas por la imposibilidad.material que el examen
uIrece en ellos, y iamnirn a 10s portamres de padecimientos profundos que pudie~antener al-
teraciones vasctuares Iocaies que talseasen tos resultados, . .
. ' rodemos, .pues, uispner soio Ue aquellas personas que recurren a nosotras, solicitando la
coreccion de derectos opticos de p,wa monta, pero ést& por 'las mismis Íazones que las norma-
les, son poco &opicias a servir nuestros deseos.
: No puaiendo apenas utilizar para este objeto y por las razones &puestas, el numerom ina-
teriai clinico de que uispongo en el Hospital del Sagrado ~or&ón; he conseguido gracias a la
amabilidad del Jeie de la Clínica de Cirugía del Hospital Militar de esta plaza, el eminente ciru-
jano Dr. Aznar y a la amable condescendencia de la mayoría de los soldados de su clínica, que
\.otuntariamente se prestaron a ello, he podido, digo, practicar innumerables medicionq de ten-
sión retiniana, aprovechando también el crecido número de sujetos que a m i llegan alegando
exención del servicio por teaer afecciones en un 'ojo, siendo sano el otro.
'Con tan abundante material y de fa,* excelente calidad, ya que todos, o casi tad& los exa-
minados eran emétropes y sanos, no debe extrañar que yo considere como exactas las cifras me-
dias que he obtenido (de 40 a 50 &. para la,minima y 85 a 95 mm. para la máxima) y que con-
ceda más valor a ellas no por se? mias, sino por lasexcelentes condiciones en que fueron estable-
cides, que a las de Duverger, que considera normales 65 y 95 respectivamente o a las del propio
Bailliart, autor del método que da 35 para la minima y 70para la máxima.
E&s cifras de tensión arteria1 retinianas, se hallan.normalmente en.la relación de o,45 a I
o n la humeral. .. . ~~ ..
~ ~. .-,:
normales. No hay síntomas de foco. No hay trastornos del oído, no hay exoftalmia, no ha:,
soplos."
El herido se halla en laactualidad disfrufando licencia por enfermo y ia Ohseivación esti
suspendida, pero ya lo que he .dicho antes basta para mi objeto. Si este herido, que nq presenth
jamás signos de localiia+ón. hutjiese debido ser operado por ofrecei fenómenos de coApresión
cerebral progresiva, 2 no habíamos podido muy lógicamente orientarnos' sotjre el lado de la le-
sión atendiendo a la gran .hipotensión local derecha y' sotire todo'a la tensión diferencial de este
. . .. : ,. ,.
lado, que dlo era de 3 mm. de mereuno?
: Creo sinceramente que sí, y también, que si en traumatología craneal sé explorase siste-
máticamente la tensión arterial ietiniana en ambos lados, s e establecerían orientaciones diagl
nósticas que, hoy ni sospechamos: . . . . .
En cuanto a la hipertensión retiniana l d l , s e sabe' hoy día q u e es un 'signo 'que acompaña
casi constantemente a la hipertensión craneal, cualquiera que .sea ,la causa que, l a produxa y
que mnchas veces es ,sólo esta hiperterisióri retiniana la que nos ppne-sobie la pista del diagnóstico en
ausencia de' otros siwos clínicos genefales y '~ftal'm"oscópicos,
Esta hipertensión arterial local, se considera como una ieaccibn defensiva del centro va-'
somotor contra la anemia cerebral que 61 aumento de tensión intracraneal produce.
Evidentemente: la lensión en 10; 'vasos sanguíneos endociaiealei, dehe aumentar en .una .
cierta medida para luchar contra ef aplastamiento que dificultaría la 'circulabión entefálica.
<,
U n cabo del tekcib de ~ i t r a n j e r o srecibe 'un casco de' metralla que 16 produce la fractur,i
de la bóveda' del cráneo. E s intervenido en e1 Hospital de' Madrid-Carahanchel; algún tiempo
desnués se le' présentan intensos ataques de epilepsia jacksoniána, en fiiyos intérnalos sufre !a'
contractiira del braza v p:erna derechos. 2 Se trata de'una cicátriz adherente aue excita la zona ro-
l á n d i c bor tracción, o . hay compresi9n a nivel de esta 'zona? ' " '
3 cierta cantidad de líquido cefalorraqnideo. El curso post-operato,no, excelente; los ataques ha:>
desaparecido; las contracturas casi no existen, 13 tensión arterial general es un pooo más elevada,
70 para la mínima y 120 para la máxima.
La tensión arterial retiniana' es normal, habiendo pasado de p que era para la minima
a $5, y de más de 130 que era para la máxima, a 85." '
Creo no cabe nada más demostrativo acerca del valor diagnóstico de la hipertensión arte-
rial local retiniana, pero coma no bas.ta un caso para generalizar, prescindiendo de detalles voy a
exponer otros, tan interesantes como los hasta aquí relatados.
"
U n enfernio joven, sin antecedentes de inteiés ni. fenómenos funcionales visuales ni sig-
no oftalmoscópico alguno, se queja de una intensa cefalea que padece, desde hace 15 días, ~ e r o
tan persistente, que le atormenta has9 en las menores interrupciones del sueño. No existe tras-
' torno general alguno, aparte de un ligero estado nauseoso. Viene espontáneamente por si su pa-,
decimiento tuviera alguna relación w n la vista, ya que no ha obtenido alivio con los tratamien-
tos generales usados.
La tensibn arterial general es nomal.; la tensiónarterial retiniana es de 70 y 130, es de-
cir, extraordinariamente aumentada. Propongi~una punción lumbar diagnóstica, q u e practico . ,. en
posiciOn horizontal, aunque sin manómetro. El liquido cefatorraquídeo sale a charro, es trans-
p a r e n t e ~su análisis no descubre nada anormal."
Pero, hecho interesaniisimo, las cefaleas cesan instantáneamente; la tensión arteria1 reti-
niana baja a 55 para la mínima y go para la máxima, es decir, s e hace fisiológica y este estad;,
se mantiene hace más de tres mes&.
Otras dos veces ha tenido ocasión de ve- enfermos como éste y comprobado como en 61,
que la elevación de la tensión arterial retiniana correspbndia al aumento de la'tensión endock-
neal. quedando curados de su cefalalqia con la punción lumbar' y normalizán$ose con ésta,. .13
presión del. liquido cefalorraquídeo y Iá presión arterial retiniana que la pupa de manifiesto.
E n un cuarto caso, con e1 mismo cuadro clinico, la punción raqtiidea compnohó la hipet-
tensión, pero las cefaleas no cesaron, ni la tensión 'artesa1 retiniana dejó de presentar 12s ele-~
vadas cifras. que motivaron la punción. ' ,
Este caso, aun ziendo negativo desde el punto de vista t&apéutico. quizás es el más .in-
teresante de todos. por demostrar que cefalalgia, hipertensión artenal retiniana e hipertensióil
'
. ,
intracraneal, van íntimamente unidas:
Lo ~nteriormenteexpuesto fiia a nuestro juicio firmemente el valor de la esfiqmomano-
, . ..
metria retiniana en el diagn6stico de la hipertensión intracraneal; señalando de paso la eficaz
7crión terap6u:uiica de la' piinción en alwnos estidoc.
Estos. que a falta de otra mejor califica!?6n, parecen encajar en la hidrocefalia aetida. ti?.
nen eran anzloeía con e1 ataque de. glaucoma' que repentinamente aparece en o i o s aparente:
mente sanos y que cura sin que sepamos por quP p o r la iridectoniia. a u e normaliza l a tensión in-
traocul7r. como aquellos curaron con la punción raquidea. que normalizó la intract'aneal.
Estvs. me atrevería a decir (perdóneseme la expresión), glaticomas rerelirales tan bien'evi--
denci~hlespor la esfigmomanometría r∈ana. quizás n o fiieran tan raros como- parecen. si se
practicase esta exploración en las innumerables .cefalaigias qiie tan a menudo se impiitan 71 his-
terismo o a la neurastenia.
No creemos, a pesar de lo dicho, que el nuevo' método pueda resolver todos los problemai
de diaenóstico qiie la clínica nos plantea en pat>loSía del'endocráneo.
Con la nueva técnica se ha enriquecido nuestro arsenal exploratorio notablemente. Es vn
hastante otie ella nos ?roporcione ocasión de ron.~cerun fenómeno ta interesante como la diso-.
ciación 'de los valores 'de tensión general y local. pero no podemos olvidar, como', dice Railliart.
qiie las variaciones de tensi'ón sanguínea, por importantes que sean, no ?on más que un síntorn:~
3, con un síntoma no se hace un diagnóstico.
Erigir en sistema la 'esfigmomanomentría retiniana sin conexionarla con otras exploracio-
nes seria tan ahsiirdo como pretender diagnosticlr con el oscilómetro las ifecriones cardinvasculares
sin interrogar al enfermo ni auscnltarle; pero 'convengamos al menos en la utilidad y aun nece-
sidad de practicarla como complemento de nuestros Yxámenes en la 'mayoría de las afecciones
intracraneales. , ,
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