Está en la página 1de 7

REV.

11/2013

CENTRO DE FORMACIÓN Y
PERFECCIONAMIENTO DIRECTIVO

EDWARD KOCH (A)


CASO

Durante varios años, la Hamilton Manufacturing Company había tenido


un servicio de asesoramiento como parte de su programa de relaciones de
empleados. Cada asesor actuaba en varios departamentos, en los que tenía el
deber de trabar conocimiento con los empleados y ponerse a su disposición en
caso de que quisieran hablar con él. El asesor no podía tener otra actuación que
la de dar ocasión a los trabajadores de hablar de sus problemas, y de expresar
sus opiniones al respecto. Los problemas podían referirse tanto al trabajo del
empleado, como a su situación particular. Estas conversaciones se celebraban
en el lugar de trabajo o en la “sala de asesoramiento”. En este último caso,
era necesario obtener el permiso del jefe para abandonar el departamento. La
siguiente conversación se desarrolló el 2 de diciembre de 1946, cuando George,
un asesor con larga experiencia, fue abordado por Ed Koch, trabajador al que
había conocido por algún tiempo.
Ed: Oiga, George, veo que no está demasiado ocupado ahora. ¿Qué tal
si viene hasta aquí y nos sentamos? Hay algunas cosas sobre las que
quisiera hablarle.
George: Muy bien, Ed.
Ed: Dios mío, George, estoy en un verdadero embrollo. No sé lo que ocurre,
pero las cosas no van bien entre mi mujer y yo. No sé qué hacer, parece
que no nos entendemos. Quizá pueda darme algún consejo, decirme lo
que deba de hacer. Dios mío no sé qué hacer.
George: Vaya ¿cuál parece ser la dificultad, Ed?
Ed: Bien, ¿no cree Ud. que una esposa debería apartarse un poco de
sus costumbres para tratar de complacer a su marido, para conocer
algunas de las cosas que a él le agradan y para aprender la manera de
hacerlas? Hemos estado discutiendo sin cesar en mi casa durante un
par de semanas y el otro día mi padre intervino. Nos dijo que no quería
más discusiones en la casa; estaba harto de oírnos y lo mejor que
podíamos hacer era aprender a entendernos. Bien, ella se ofendió por

Caso elaborado por Harvard College, para servir de base de discusión y no como ilustración de la gestión
adecuada o inadecuada de una situación determinada.
Autorizado para uso exclusivo de ICAMI. Prohibida su reproducción total o parcial.
CASO
EDWARD KOCH (A) 2

eso (la intervención de mi padre). Ya sé que él no debió haberlo hecho.


No fue correcto, pero después de todo, es su casa y quiere que todos
vivamos en armonía. No quiere oír estas discusiones todo el tiempo, y
Dios mío, hemos estado discutiendo sin parar. No parece que podamos
ponernos de acuerdo en nada. Una de las cosas por las que hemos
estado discutiendo es una boda. Debíamos ir a ella el pasado sábado.
Bueno, yo no quería ir. Le dije a mi mujer que no quería, pero lo malo
fue que su padre dijo que debíamos ir. No estoy dispuesto a tolerar
que nadie me obligue a ir a un sitio. Ni yo ni mi mujer conocíamos a
la persona que se casaba. El sólo hecho de que su padre la conociera
no era razón para que nosotros tuviéramos que ir a la boda. Esto es
absurdo desde mi punto de vista. Sin embargo, le dijeron a mi mujer
que debíamos ir. De manera que ella discutió conmigo, diciendo que
debíamos ir y yo dije que no. Lo que sucedió finalmente es que no
fuimos, pero desde luego hemos tenido grandes discusiones sobre el
asunto. Parece que ahora todo lo que hacemos provoca una discusión.
¡Dios mío hace sólo tres semanas que estamos casados! Dos personas
deben ser capaces de entenderse mejor. No sé qué hacer. ¿Qué haría
usted? ¿Qué cree usted que debo hacer?
George: ¿No le gusta a Ud. que le digan lo que debe hacer?
Ed: ¡Eso es! Creo que el hombre debe llevar los pantalones en la familia.
Dios mío, si dejara que estuvieran todo el tiempo diciéndome lo que
debo hacer no podría hacer nada por mí mismo. Creo que una esposa
debe alejarse de sus costumbres para tratar de hacer las cosas que le
gustan a su marido. Cuando una mujer se casa, su primera obligación
debe ser para con su marido, no para con sus padres o algo así. Surgen
mil pequeños problemas, sabe Ud. estamos casados y vivimos en mi
casa actualmente y, bien, no creería que una persona se apartaría de sus
costumbres para aprender unas pocas cosas, como aprender a guisar
algunas cosas que me gustan, como ocuparse de mis camisas, y cosas
así. Mi mujer no hace nada. Tiene un pequeño empleo. Pero todo lo que
hace es llegar a casa, entonces la esperamos para cenar, come y lava
los platos y eso es todo. Yo pensaba que quizá los domingos bajaría a
la cocina, y observaría a mi madre guisar y aprendería a cocinar algo.
Mi madre le ha dicho que le enseñaría todo lo que quisiera saber y
cuando mi mujer vino a casa, mi padre dijo que se sintiera como en
su propia casa. En casa puede hacer cuanto le dé la gana puesto que
mis padres la conocen desde que era verdaderamente una niña. Así es
como debería ser, pero ella no hace nada.
¿No cree Ud. que debiera aprender a guisar algunos platos que a mí
me gustan? Yo estuve saliendo con una muchacha polaca en cierta
ocasión. Pues bien, supe acostumbrarme a comer los platos que ella
CASO
EDWARD KOCH (A) 3

guisaba, pero yo creo que debería aprender -quizás un día a la semana


o algo así- a guisar algunas de las cosas que me gustan. Pero parece
que mi mujer no quiere saber nada con eso. El otro día le pedí que
me hiciera un pastel y ella me respondió que no quería amasar y
cocer en la casa de otros, que quería esperar hasta que tuviéramos la
nuestra propia. Eso es tonto, porque mis padres le dijeronque hiciera
todo lo que quisiera. Eso no es una excusa. De forma que no sé qué
pensar. No parece tener interés en nada de lo que nos rodea en casa. Lo
malo es que sus padres le están dando consejos siempre. Su padre le
dicesiempre lo que ha de hacer y no sé qué pinto en todo esto. Por Dios
santo, no es agradable seguir así. Es absurdo. La vida es demasiado
corta para sentirse desgraciado continuamente, y ¿qué va uno a hacer
si tiene niños? Por supuesto, no quiero tener hijos mientras no sepa
cuál es mi situación con respecto a mi mujer. Y lo mismo en cuanto
a vivir en casa propia. Al parecer, tenemos que trasladarnos a un piso
dentro de poco, pero tengo mis dudas. No quiero echar por el camino
de enmedio y gastar una enormidad de dinero en muebles y eso, y
luego que todo se vaya al cuerno. Me gustaría saber, ahora mismo,
cuál es la situación. No sé, quizá la única forma de salir de todo esto
es obtener un divorcio ahora.
Sus padres siempre se meten conmigo, cuando le hablan. Como le dije
la semana pasada, acabo de comprarle un reloj que me costó $150.
Pagué una parte y debo $75 todavía. Su padre le dijo un día, “oh, ví un
reloj justamente como el tuyo en la joyería por sólo $55”. Ella me lo
contó después. Ella sabe de sobra que sigo pagando ese reloj y también
lo que me costó. Aun así, acepta esas habladurías. Pero sus padres han
sido siempre así. Ya sé que es tan sólo estupidez. Son tan sólo un par de
estúpidos italianos. No se les puede decir nada, es imposible sentarse
con ellos para hablar. Eso es lo malo, si me sentara a hablar con ellos
probablemente me excitaría y tendría que romperle las costillas al
viejo, o algo así. Siempre quieren discutir. Son diferentes. Bien, en
lugar de salir en mi defensa, mi mujer sale siempre en la de ellos.
Como ocurrió el otro día: nos paramos en una tienda para comprar
un par de botellas de “ginger ale” para preparar unas bebidas en casa
y nos encontramos con el padre de mi mujer. Estreché su mano y le
pregunté cómo estaba. “Hola papá” - y todo ese cuento- pasamos a
hablar de coches. Él dijo: “Al otro lado de la calle está mi Buick”. Dijo
que en su vida compraría otra marca. “Es el mejor coche que circula
hoy en día”. Bueno, le dije que yo tenía un Packard 1946, y que el
Packard era el mejor coche en todos los conceptos, pieza por pieza.
Era más caro, y todo lo demás. Le dije que fuera al garage de Blake y
comparara el número de Buicks en reparación y después pasara por la
agencia Packard y verificara cuántos estaban reparando. El Buick ha
tenido siempre dificultades en el embrague, la dínamo y demás.
CASO
EDWARD KOCH (A) 4

Y entonces, mi mujer sale y dice “bueno, hay más Buicks en la calle


que Packards”. Ya sabe Ud. poniéndose junto a su padre en contra
mía. No sé, no parece defenderme en nada. Son cosas de ese tipo las
que me fastidian. No sé qué hacer. Quiero actuar con justicia. Quiero
que las cosas vayan bien, pero no quiero ceder siempre. Dios mío, en
cuanto les das un poco, de lo primero que te enteras es que se lo han
llevado todo.
George: ¿Tiene Ud. el temor de que ella abusará, si Ud. cede un poco?
Ed: Ciertamente, tal como mi madre me lo dijo. Ella dijo que todas estas
discusiones y lo demás, diferencias y todo, hemos de solventarlo
nosotros mismos; pero dijo que si se le ofrece un cuartillo a una mujer,
ella cogerá un litro. Ella dijo que eso es lo que le hace a mi padre. De
forma que, como Ud. ve, mi propia madre me lo dijo.
Otra dificultad estriba en que el padre de mi mujer es terriblemente
rígido. Creo que eso explica por qué ella es de la forma que es. Ella
ha visto cómo su padre ha dicho siempre a su madre lo que tenía que
hacer. Probablemente tiene miedo de que le suceda a ella igual, si me
deja en todo momento lo que ha de hacer, solo porque su padre es
dominante. Sí él no tenía ganas de hacer algo, se lo decía a su mujer y
eso era todo. Creo que esa es la verdadera dificultad ahora. Ella tiene
miedo de que eso le ocurra a ella y no quiere; y por eso trata siempre
de decirme lo que quiere hacer. No sé todo esto es un lío.
Bueno, igual ocurrió con nuestra boda; yo no quería una gran
ceremonia. Yo solamente deseaba una pequeña cena en algún hotel
del centro y una boda tranquila e íntima, pero su padre quería un gran
casamiento. De forma que, naturalmente, ¿qué podíamos hacer? Dije:
“bien, de acuerdo, adelante, si Ud. lo desea”. Pero le dije que después
de casados e instalados, yo haría lo que quisiera.
Él contestó: “Claro, eso está bien, después de casados y cuando vivan
solos, tú serás el jefe. Harás lo que quieras”. Lo malo es que no es así.
Están tratando de influenciar a todos.
Por supuesto, sé que mi padre no hizo lo correcto cuando el otro día
metió las narices, pero ésa es su casa y quiere que todos se lleven bien.
No quiere discusiones de ese tipo continuamente. No puede resistirlo
más. No sé qué hacer. Lo que sé es que uno de estos días voy a perder la
paciencia y atizaré a mi mujer. Si las cosas continúan, bueno, caramba,
es preferible divorciarse. Soy joven todavía, puedo casarme con otra
mujer. No voy a pasarme la vida así. Aunque también sabe lo que
le costará a uno el divorcio o lo que éste se llevará. Me pregunto si
tendría que pagar alimentos a mi mujer. Pero quizá no me concederían
el divorcio puesto que no tengo motivos. No sé cuales son los motivos
CASO
EDWARD KOCH (A) 5

que se necesitan. Hay algo que podría alegar. Sé que nos casamos
el 9 de noviembre y, entonces el 21 ella recibió una carta de cierto
soldado. Ella me lo contó. Esta carta dice: “Querida, te quiero y deseo
casarmecontigo” y todo eso. Bien, esto fue después de casarnos. Podría
decirle al juez que mi mujer era infiel. No sé que haría Ud. en un caso
así. Por eso no quiero tener hijos. Si no podemos entendernos ahora, es
absurdo que formemos una familia y luego tengamos que deshacerla.
Si se deshace hay que pagar más dinero para el mantenimiento de los
niños. Uno lo pierde todo. Quiero llevarme bien con mi mujer, pero
creo que ella debería portarse como a mí me gusta. Después de todo,
eso es parte de las obligaciones de una esposa, ¿no cree Ud.? aprender
las cosas que agradan al esposo.
Sé que ella quiere conducir mi coche, y yo le dije que no. La primera
cosa que ella haría sería utilizarlo para llevar a su madre a todas partes.
No acepto eso tampoco; debe alejarse de su familia. Sé que cada vez
que voy allí tengo que discutir con su padre y tengo que resistirme hasta
el límite para no acabar pegándole. Quizá la única solución sería dejar
mi trabajo aquí, irme de la ciudad, alejarme mil millas y buscar trabajo
en donde no hubiera suegros de ninguna clase. Pero tampoco quiero
hacer eso, porque los dos tenemos nuestros amigos aquí, y yo tengo
siete años de servicio en la empresa a los que no deseo renunciar. Y
después, suponga que hiciera algo así y tampoco diera resultado. ¿En
qué situación me encontraría? Estaría lejos, en otro sitio, no tendría
trabajo, tampoco lo tendría aquí, estaríamos peor que ahora.
George: Esta solución no parece demasiado buena.
Ed: No, no quiero abandonar esto. Quiero quedarme. Cuando uno se va de
la ciudad no es fácil encontrar sitio en donde vivir salvo en un hotel.
Bien, yo he tenido siempre un hogar y puede resultar tonto en ese
aspecto, pero siempre he querido tener una casa propia y vivir en el
hogar. Esta idea de vivir en algún hotel o pensión, no me agrada. Creo
que el divorcio es quizá la única solución. O quizá pudiera decirle a
ella que voy a dejar mi trabajo y que nos vamos a vivir a alguna otra
población. Bien, tendría que seguirme ¿no es así? ¿No tiene que ir la
mujer a donde quiera que el marido desee que vaya?
George: ¿Cree Ud. que ésta podría ser una de las soluciones?
Ed: Sí, pero ¿qué haría sí mi mujer no se mostrara de acuerdo? Me
encontraría en una situación muy comprometida.
George: ¿Ud. piensa en esto por el sólo supuesto de que ella se negara?
Ed: ¡Claro, quizá eso podría ser motivo de divorcio. No sé ¿Y qué pasaría
sí le pegase o le diera una paliza? Supongo que ellos podrían esgrimir
CASO
EDWARD KOCH (A) 6

eso como causa de divorcio; probablemente para hacerse de gran parte


de mi dinero. Me gustaría saber si podrían quitarme el dinero que he
ahorrado. Verá Ud., tengo un par de miles de dólares que he separado
con la idea de amueblar una casa. Pero con todo esto que sucede no sé.
Tengo el presentimiento de que si algo pasa ella serácapaz de quitarme
ese dinero. Sabe Ud., hay una joven viuda que vive al extremo de la
calle y bien, yo podría salir con ella cuando quisiera. Esa es una cosa
cierta, no he engañado a mi mujer todavía. Podría casarme con esta
viuda y ocuparme de su negocio. Me preguntaba si podrían utilizar
algo de eso en contra mía. Podrían decir que me vieron en compañía
de otra mujer y montar un caso así, quizá llevarlo a los tribunales y
quitarme ese dinero.
George: ¿Tiene Ud. miedo de que en caso de ir a los tribunales, quizás intentaran
quitarle su dinero?
Ed: Sí, entonces no me quedaría ni un centavo. Sabe Ud. que es muy duro;
un hombre ha de tener algún dinero extra con el cual poder comprar
cosas. Hoy día, no basta con sólo el dinero justo para mantener a una
familia. Como digo, probablemente la solución más inteligente sería
abandonar mi trabajo e ir a algún otro lugar, digamos a New York, y
obtener un trabajo allí. Pero no quiero dejar mi trabajo. George, cuando
me paro a pensar en todo ello, me preocupa más mi trabajo aquí que
mi matrimonio. Pienso que la labor que mi padre ha desempeñado
aquí, trabajando en la fábrica, permitió mantener una familia y una
esposa durante 30 años y yo quiero permanecer aquí y lograr también
algo que valga la pena. De forma que yo diría que preferiría renunciar
a mi matrimonio a abandonar mi puesto aquí. Sabe Ud., no puedo
comprender nada de este asunto. Cuando nos casamos, en la luna de
miel, y después en la primera semana, éramos tan felices, todo era tan
perfecto y ahora resulta que es todo lo contrario. Hasta tal punto que
repercute en mi trabajo aquí. Ya no puedo trabajar como solía. Me
tiene tan ofuscado, que no sé qué hacer. No sé cuál es la solución.
Tan sólo con que sus padres dejaran de decirle lo que tiene que hacer,
la dejaran tranquila y me permitieran decidir algunas pocas cosas,
ya bastaría. Bueno, como esto de guisar, si eso fuera todo, no sería
malo. Puedo comer cualquier cosa. Ella tiene su modo de cocinar y
yo puedo comer el resultado. Después de comer toda esa basura en el
Ejército durante cuatro años, puedo ciertamente comer cualquier cosa.
Puedo pasar eso por alto. Eso es sólo un asunto de menor importancia.
Bueno, justamente la semana pasada su hermano y su hermana y una
sobrinita de ella fueron confirmados, de manera que compré unas
estampas, tres estampas para ellos, y puse $3 en cada sobre y se los
dí a los pequeños. Bueno, al día siguiente su padre viene, y hablando
CASO
EDWARD KOCH (A) 7

de la sobrinita dice: “¿No te dieron $20 cuando te casaste, y tú le diste


sólo $3 por la confirmación?”. Le dije tan sólo que cuando se casara
le daría los $20 pero, Dios mío, esto era sólo la confirmación y no
puedo permitirme ir regalando esa cantidad de dinero. No sé, quizás
es lo que él imaginaba porque él sí puede permitírselo. Dios mío, él ha
estado casado 30 años. Yo lo estoy desde hace tres semanas. No sé qué
es lo que quiere. Esa es una de las dificultades. ¿Se acuerda Ud. que le
dije anteriormente que salía con esta chica y que no podía entenderme
con sus padres? Entonces, en el último minuto, nos decidimos y nos
casamos. Las cosas han cambiado ciertamente, simplemente no sé que
hacer. No sé a donde acudir, o qué decirle a ella. Si alguien pudiera
decir a mi mujer qué debe hacer y qué puede esperar.
(Pausa larga)
George: (Consultando su reloj). Oiga, Ed, su tiempo para la comida ha pasado
ya. ¿Cuándo va Ud. a comer?
Ed: Oh, no se preocupe. No tengo apetito. No estoy demasiado ocupado
por aquí; quizá pueda tomar un bocado más tarde.
George: Oiga, Ed. quedemos en vernos mañana por la mañana y continuaremos
nuestra charla.
Ed: De acuerdo, me parece bien. No hay demasiado trabajo por aquí, en la
actualidad. Podré salir. Es una buena idea. Le veré mañana entonces.
George: Estupendo, mañana por la mañana. Hasta luego.

También podría gustarte