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arroco
El espectáculo
barroco: la opera
ópera nació en el crepúsculo del Rena-
La cimiento no sólo para alcanzar los ideales
procedentes del humanismo, que anhela-
ban reunir en una misma escena distintas artes,
en un grabado de Vincenzo
texto forzosamente iba a tener un nuevo trata- beradora que tendió a laemancipación de la
Coronelli. Propiedad de la
miento vocal, alejado del contrapuntismo. Las melodía y a tratar el acorde como una unidad
familia Grimani. es un
aportaciones de los madrigalistas — sobre todo claro exponente de teatro propia, capaz de encadenarse junto a otros acor-
Marenzio, Gesualdo y Monteverdi — y de los barroco. des para conseguir así una secuencia armónica
de soporte, de apoyo a la melodía.
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—
asistencia a dichos espectáculos como miembros nvaghiti de Mantua, su última ópera, L'incoro-
de academias, invitados por los caballeros nazione di Poppea, que data de 1643, fue
más distinguidos. La rivalidad entre fami aplaudida ya en el Teatro Santi Giovanni
lias patricias produjo un fenómeno sin e Paolo.
duda fructífero para la música: la aper-
ros conciertos de pago tal como los lianas, y aunque había tenido su
entendemos hoy, abiertos al públi- origen en Florencia, fue sobre to-
co en general, no fueron impulsados do en Venecia y Roma donde halló
hasta 1672, primero en Inglaterra, por su mayor impulso, al menos en su
el compositor John Banister (c. 1625- etapa inicial, ya que, poco después,
1679) — ¡incluso abrió una cervecería en se sumaría Ñapóles. La ópera romana,
elmismo local! —
y poco después en ,
que fascinó al papa Urbano VIII, conver-
Hamburgo, hubo algunos precedentes vene- tido en mecenas de cantantes y composito-
cianos. En la ciudad adriática se abrió en 1637 el res, se distinguió por el fasto escénico y las
primer teatro de ópera, el San Cassiano, inaugu- complejas tramoyas que embelesaban a un pú-
rado con L 'Andrómeda, de Francesco Manelli .etrato de Alessandro blico ávido de novedades. Los dioses mitológicos
(1594-1667). La rivalidad entre familias acaudala- Scarlatti, máximo volaban sobre el escenario, los árboles caían de-
representante de la escuela
das propició nuevas inauguraciones: los teatros rribados por la tormenta, los cielos se rasgaban,
operística napolitana y uno
de Santi Giovanni e Paolo ( 1639), el San Moíse los volcanes arrojaban fuego, los puentes del
de los principales
(1640) y el Novissimo (1641). responsables de la
Olimpo se hundían... La escena se convertía en
El caso de Monteverdi nos permite observar consolidación del la metáfora del convulso y violento mundo ba-
la evolución social del género desde su naci- «aria da capo» rroco. Muchos artistas —entre ellos Bernini
en la ópera.
miento hasta el momento de su expansión ve- participaron en la elaboración de estas abigarra-
neciana: así, mientras su Orfeo (l607) se estrenó das escenografías, cada vez más espectaculares
en la restringida y aristocrática Accademia degli y elaboradas. En Roma, y por orden pontificia,
T
M-ia ópera barroca es, sobre
todo, artificio, espectáculo,
tanto vocal como escénico.
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El gran espectáculo barroco: la ópera
Pergi ilesi.
se inauguró el palaciego Teatro delle Quattro tinque más conocido por to en el terreno de la ópera cómica — Tutto il
Fontane, con un aforo de ¡3000 espectadores! su producción instrumental, mal non lien per mtucere. 1681 — como en de el
La influencia italiana
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petición de la primera («da capo»); una mayor
elaboración de la obertura instrumental —llama-
da entonces sinfonía — , e incorporaba numero-
sos concertantes para cuatro cantantes — lo que
denominó arie a quattro — , como sucede en Te-
lemaco (1718).
La ópera haendeliana
una serie de obras escritas Haendel y sus más brillantes coetáneos se-
en colaboración entre ñalaron, en pleno declive barroco, el esplendor
diversos músicos, que se de un arte que adquirió renovado vigor durante
denominaban pasticcio.
la segunda mitad del siglo xviii, hasta llevarnos
Uno de ellos es el Giunio
Bruto —del que la ilustración
a los hallazgos del clasicismo. Un arte cultivado
superior presenta una escena en toda Europa, que cambió radicalmente la fi-
del acto tercero — , compuesto sonomía musical y que influyó incluso en el mo-
por Alessandro Scarlatti. do compositivo de la música instrumental. Se ha-
Los dos primeros actos
bía convertido en la atracción predilecta de un
de la obra fueron escritos,
público que aclamaba a los compositores y más
respectivamente, por Cario
Cesaríni y Antonio Caldara.
aún a los cantantes, de quienes admiraba los
malabarismos vocales, en especial en los castra-
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a música
sacra barroca
un la llegada del llamado stilo
c concertato, la
L La cantata
La otra forma vocal e instrumental barroca
por excelencia es la cantata, cuyos orígenes se
remontan a principios del siglo XVII. Las colec-
ciones primigenias pertenecen a Alessandro
Grandi y Domenico Crivellati (Cántate diverse.
1628), aunque algunas fueron escritas ya alrede-
dor de 1Ó19 por Carissimi. Nacida como prolon-
gación del madrigal, su inicial carácter profano
fue compartido luego por la cantata sacra, en la
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lasicismo
Opera seria
y ópera bufa
A
de ópera
mediados del
más
cesa, disponían
italiana:
XVIII, las
prestigiosas, a
cortes europeas
excepción de
de su propia compañía
ciudades como
la
Londres, San
fran-
il la derecha, relíalo
Petersburgo o Viena contaban con músicos ita-
de Pietro Metastasio, poeta
lianos o formados en Italia La rigidez de la ópe-
de la corte de Viena desde
ra seria alcanzó su máxima expresión con el ¡7.50. Sus libretos, de carácter
nombramiento de Pietro Metastasio como poeta mitológico e histórico,
La ópera seria
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_L*a nueva concepción
de la música: lo sublime
I Nacimiento de la estética
y del concepto de sublime
naturaleza.
que Félix Mendelssohn-Hartholdy pudiera dar en
Berlín una nueva audición de la Pasión según
san Mateo, de Johann Sebastian Bach, después
de un siglo de olvido, con lo que esto suponía
para la recuperación de la gran tradición coral
alemana. El arte, en esta nueva era, será expre-
sión de los sentimientos, de la necesidad comu-
£X la derecha, retrato
nicativa del artista, entendido como un yo indi- de fobann Wolfgang ron
vidual y libre. Y Alemania encarna todos estos Goethe, realizado porf.K.
como experiencia estética, Kant añade un vo de una manera aún sensible: el sonido.
nuevo protagonista al panorama artístico, J De ahí que sea plenamente hegeliana la
el del genio. Según el ilustre filósofo, y si- apreciación de E.T.A. Hoffmann acerca
guiendo la línea de los grandes pensado- de Beethoven, al que sitúa al final de un
res del siglo xvil, el genio lleva impresa la largo proceso en el cual la música se eri-
expresión de la teleología oculta de la na- ge como «la más romántica de todas las
turaleza. Sublime, genio y naturaleza con- artes», ya que la música, según Hoffmann,
vergen en un subjetivismo propio del artis- es metatemporal por tener como meta lo
ta romántico. Y musicalmente todo ello se infinito, que bien puede como
interpretarse
tragedia (Nietzsche).
Herder, por ejemplo, reconoce en la música
el vértice de las posibilidades estéticas del hom-
bre, ya que de ella surge la poesía lírica. Sus te-
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Ei lied, un genero
romántico: Franz Schubert
lugar a dudas, el lied es una cic- encontrar entre los principales Heder de
Sin las formas que más caracterizan este período poesías de Goethe, Hei-
el Romanticismo musical, tanto ne, Schiller o Hólderlin, además de
por su propia estructura como por otros poetas hoy sólo conocidos
las circunstancias en las que te- precisamente por la música escrita
hecho ejecutivo, sino que se tenía gran cantidad de obras de este gé-
en cuenta el texto, a menudo debido nero que compuso a lo largo de su
a autores coetáneos. No es raro, pues. corta vida. Tampoco se pueden pasar
por alto las obras liederísticas de autores
como Schumann, Brahms, Wagner y, más
tarde, Richard Strauss, Mahler y Hugo Wolf
(1860-1903). Incluso Nietzsche, el filósofo vita-
ijobre estas líneas, relíalo lista, compuso algunos Heder sobre temas pro-
de Franz Schubert pios. Allende las fronteras germánicas, el lied
Prácticamente desconocida
tendrá una forma particular en la chanson fran-
en su época, su obra
—extensa pese a lo breve cesa, hacia mediados del siglo XIX.
-s
Müller (1823 y 1827, respectivamente), y Schwa-
nengesang («El canto del cisne-), con textos de Hei-
ne, Seidl y Rellstab (1828).
En todas estas obras, Schubert muestra una
comunicativa expresividad a través del indiscu-
?a» trftc Don SAutcrt crf*ltnc»c De hecho, en la actualidad son obras que se in-
¡V .HllídlK)*(«10< ' terpretan indistintamente por todo tipo de voces
humanas, aunque la tesitura de barítono, por su
A lo largo de su corta existencia, Schubert equilibrio y sobriedad, resulta especialmente
llegó a componer una ingente variedad de pági- adecuada para ellas.
je de invierno»), ambos sobre textos de Wilhelm dio a conocer gran número de sus lieder.
Fanny, también compositora. De su
I El tradicionalismo
producción sinfónica, destacan sus
de Brahms
cinco obras de madurez (otras tre-
A una cierta libertad formal se nico amor por Clara Wieck, espo-
une un melodismo de corte neta- sa de su amigo Schumann.
mente clásico, no exento de un La orquestación de las obras
irresistible optimismo. Ello es lo sinfónicas del compositor alemán
que se desprende, por ejemplo, de es austera y densa en su textura.
pendencia de la música de Richard Wagner. Tam- mitad del siglo XIX. Aunque se demuestra la maestría técnica de Brahms.
una sociedad. Italia, que nunca ha dejado de ser primera edición francesa
tética que asimilará Verdi para su definitiva evo- belcantista. como la célebre
conocidas como el
que tratan.
De
la
parámetros del singspiel y la futura opereta vie- sensualidad, como las partes destinadas al per-
nesa o la zarzuela española, es decir, una obra sonaje de Dalila, la perversa esposa del Sansón
musical con extensas partes dialogadas. La se-
gunda sigue el patrón de la pintura pompier, con Interior de la Opéra
argumentos extraídos de grandes temas litera- de París durante la
representación de Robert le
rios, a menudo con temática exótica ambientada
diable de Giacomo Meyerbeer,
en Africa, Asia y aun España, normalmente en
una de las obras
cinco actos, con un ballet obligatorio en su ter- paradigmáticas de
cer o cuarto actos, y un gran despliegue orques- la grand-opéra francesa,
tal y coral. Son obras, estas últimas, para épater caracterizada por sus
lujosas y aparatosas puestas
a una sociedad amante del ocio y de lo frivolo.
en escena y la
Ello coincide con la proliferación de teatros en
espectacularidad de los
la capital por excelencia del momento, París,
medios vocales y orquestales
con dos grandes coliseos: la Opéra Comique y la empleados. Aunque
Opera. En ellos no solamente estrenaron sus ópe- Meyerbeer, como Offenbach,
ras autores franceses, sino también italianos procedía de Alemania,
y ale-
consiguió sus mayores éxitos
manes: es el caso, por ejemplo, de Donizetti (La
en Francia, donde marcó
filie du régiment, Les martyrs, Dom Sébastieri) y
la pauta de todo un estilo
también de Verdi (Les vépres siciliennes y Don y una época musicales que
Carlos). Operas todas ellas originalmente escri- no han resistido demasiado
tas en francés, aunque la mayoría serían más tar- bien el paso del tiempo.
de adaptadas al italiano.
Algunos autores
Giacomo Meyerbeer (1791-1864), de origen
n judío, y francés de adopción, se conside-
padre de la grand-opéra. Sus obras hoy —
vidadas, pero en aquel entonces de éxito
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bíblico. Jules Massenet (1842-1912) es quizás el lie la frivolidad de la vida parisiense del Segun-
más emblemático compositor francés de su do Imperio, su despreocupación social y la
operetas como Oiphée aux enfers (1858) y La be- de Georges Bizet, un autor va por contar, además, con el hado trágico que
que supo aportar ideas
He Héléne (1864) como títulos más destacados, su caracteriza musicalmente todos y cada uno de
nueras a la escena lírica
ópera Los cítenlos de Hoffmann (1881) nos pre- sus personajes. Aunque muchos de sus frag-
francesa.
senta en su protagonista el prototipo del artista mentos se hayan frivolizado y popularizado de
maldito con ribetes próximos al espíritu fáustico. modo no siempre lícito, la última ópera de Bizet
La música de Offenbach expone con todo deta- es una auténtica obra maestra.
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L a opera romántica
alemana anterior
a Wagner
Con ca.
/:'/ rapto del serrallo y La flauta mági-
Mozart sentó las bases de la futura
le precedieron. Sería injusto, por
aportación de Beethoven con su Fidelio, única
ello, olvidar la
ópera nacional alemana, luí ideal perse- opera de este autor, en la cual se concentra gran
guido desde finales del siglo XVIII. p.ute del programa del Romanticismo, con su
Si Alemania pone la música al espíritu de la búsqueda de la libertad individual y — siguien-
Revolución Francesa, es lógico pensar que el tea- do con uno de los máximos ideales mozartia-
tro, como escaparate de los ideales para Lina nos — con la figura femenina como presencia re-
educación estética del hombre (Schiller), sea dentora para el hombre.
uno de los paradigmas del músico romántico.
También la relación de la música con la literatu- Ba
tajo estas líneas, retrato
genio y su revolución estética, a los autores que romántica alemana. que se asentó la ópera nacional alemana duran-
te el Romanticismo. Para Weber, la música es ya
de por un discurso, y por ello las oberturas de
sí
o
autores intentaron seguir las parte de las producciones líri-
LE FREISCH UTZ
huellas de Weber, aunque sin jir Ch M dtWeber
ActelU. ScenelY cas de Otto Nicolai (1810-
V0IO l£S REUSS OU JEUME HYNEH.PGUR TO! N0U5 LES AVOBS TBESSÉES
su fortuna para la posteridad. 1849), a pesar del acierto que
Era una época en laque las representan Las alegres co-
páginas sinfónicas primaban por encima de las A, - rriba, curiosa estampa madres de Windsor ( 18-49). partitura de una ex-
referida a la escena cuarta
teatrales, a pesar de las músicas incidentales (por quisita comicidad, basada en la obra homónima
del acto tercero de El cazador
ejemplo, el célebre Sueño de una noche de vera- de Shakespeare.
furtivo de Weber. Su
no, de Mendelssohn, escrito para la obra homóni- ambientación campesina,
Partiendo de Weber, pero con un tono más
ma de Shakespeare), compuestas para acompañar expresada en una música ligero y amable, encontramos la obra de Albert
las representaciones dramáticas. Así, las aporta- que recrea de forma natural Lortzing (1801-1851), autor de Zar y carpinte-
ciones operísticas estrenadas entre muerte de ritmos y melodías populares, ro (1837), Hans Sachs Der Wildschütz
la (1840),
Weber y la aparición del Wagner maduro no aca-
y su argumento fantástico. (1842) y Undine (1845). Peter Cornelius (1824-
extraído de una leyenda
ban de lograr una convincente cohesión dramáti-
tradicional, hicieron de esta
1874), por último, compuso, en una línea más
ca. Las escasas producciones líricas de Schubert obra el gran modelo a seguir cercana a la opereta, El ladrón de Bagdad
(Los amigos de Salamanca. Fierabrás. La guerra por los compositores (1858), la única producción célebre de este
doméstica. Alfonso y Estrella) o Schumann (Ge- alemanes posteriores. compositor, una obra desenfadada, que ironiza
noveva) tampoco tuvieron gran relevancia. Aun sobre el orientalismo de muchos argumentos
así, cabe mencionar a autores como Flotow. Ni- de la grand-opéra francesa.
NEVER ACTED.
Tñeatre Roya!, Covent-Garden,
TMipresat
O l í IO WSi
WEDNESDA Y, Jpril 19. 1626.
MARTHA
FLOTOW
OPEE2A. de
OK
THE EIsF-KINCPs OATM, A, la izquierda, cartel
anunciador del estreno,
CABL MñSlA VON WEBEB, el 12 de abril de 1826, de
WIio rñi] preside this Eremos m Orchestra.
Oberón, la última ópera
escrita por Weber antes
Fairícs.
de su prematura muerte.
Inspirada en uno de los
mágicos personajes de
-i. !-,'./-' T---¿ Wf. CHAPIAS.
EVAN*. lana, S --1TIÍ5S, El sueño de una noche de
PITO!".
verano, de Shakespeare,
es una de las obras más
logradas de su autor. Pese
Ordtr cflhtSeencry
arte que suscitó en el joven Wagner un da amorosa de Wagner, ya que ésta con-
interés particular. En 1822 recibió sus pr diciono su producción musical, en particu-
meras lecciones de piano, y en 1828 se ma- lar su relación con Mathilde Wesendonck
triculó en armonía con el profesor C.G. Müller. —esposa de un burgués suizo admirador de su
Dos años después, estudio en la Thomasschule música — que,
sus VC'esendonck
le inspiraría Liecler
de Leipzig, e ingresó en la l'niversidad de su ciu- tobre estas líneas, relíalo y Tristón e Isolda. Posteriormente, su feliz matri-
dad natal en 1831. Aunque en su autobiografía de Richard Wagner, monio, en 1870, con Cosima Liszt, hija del célebre
correspondiente a la época
Wagner pretende pasar por autodidacta, lo cier- compositor y hasta entonces esposa del director
en que el músico se
to es que por su vida pasaron varios profesores. de orquesta Hans von Bülow, aportaría la anhe-
encontraba inmerso en la
Sus primeras activ idades profesionales como mizo admirador de W agner. conocido como el -Rey
músico le sitúan en Wúrzburg a los veinte años. Loco». Gracias a él, el músico consiguió el apo-
Allí dirige varios coros, y a partir de entonces co- yo económico necesario para la construcción, en
w 'agnerfue un
revolucionario, cuya música
supuso un antes y un después
no sólo en el terreno
operístico, sino también
en el instrumental y
armónico, A la izquierda,
100
Bayreuth. de un teatro concebido en función de
sus colosales obras, de imposible representación
en los escenarios convencionales. Desde su inau-
guración en 1876, ese teatro se iba a convertir en
la sede de un festival que atraería en peregrina-
ción, cada verano, a wagnerianos de todo el
mundo. Wagner expiró en Venecia en 1883-
orígenes en las reformas llevadas a cabo en el si- grada por El oro del Rin (1851-1854), La Walkiria
económicamente por el rey
glo anterior por Gluck, lo asumió como propio Luis II de Bat iera, para (1851-1856), Siegfried (1851-1869) y El ocaso de
un Wagner erigido en reformador del teatro, poder representar sus los dioses (1869-1874) — , se inscriben dentro de
convirtiéndose de esta manera en el padre de dramas musicales sin los esa nueva concepción. Según ella, texto y músi-
inconvenientes y las
una revolucionaria concepción del drama musi- ca están íntimamente ligados, por lo que ésta de-
insuficiencias de los teatros
cal. Obras posteriores, como Tristón e Isolda be contener material temático relacionado con la
convencionales.
(1865) —en la que, por su acentuado cromatis- idea de la palabra. Es ahí donde surge el leitmo-
mo, se abren nuevos caminos armónicos que tiv (motivo conductor), representación musical
conducen directamente al siglo XX Los maes- — , de personajes, situaciones, objetos o ideas inma-
teriales que aparecen a lo largo de la obra.
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Efectivamente, el drama interno del bufón que
ríepor fuera y llora por dentro (Rigoletto), o el
héíL de una felicidad condenada al fracaso por una so-
ciedad hipócrita y frivola (La Traviata), se plas-
man en una música de gran precisión, que no
descuida nunca la emotividad, siempre intensa
(como en la hermosa aria de Felipe II «Elle ne
m'aime pas», en Don Carlos), pero que sabe es-
quivar cualquier tipo de sentimentalismo. Inclu-
so en su música sacra, particularmente en su Mi-
sa de Réquiem (1874), es evidente esa esencia
trágica abierta al abismo, encarnada en el omni-
presente tema del «Dies irae» o en el patetismo
del «Libera me».
Este sentido de la teatralidad dominó a Ver-
di hasta el final de su vida, cuando, en 1893, a
< ilel Maesirn Verdi sus ochenta años, bajó el telón de su carrera
operística con una risa sarcástica: Falstaff, una
\Jobre estas líneas, portada fenomenal broma que hace un guiño a la muer-
de una edición de Rigoletto. te, consciente de que la vida no es sino una bur-
ópera estrenada en 1851, que
la. Y lo hace en una impresionante fuga final,
marca el inicio de la madurez
de Verdi A la izquierda,
que incluso llega a desafiar a las corrientes mu-
frontispicio de la partitura sicales más avanzadas que se avecinaban con el
vocal de Luisa Miller. una nuevo siglo. Ante el progreso. Verdi impone la
de las más interesantes obras tradición. No en vano, otra de sus frases célebres
de primera etapa
la
fue «Torniamo all'antico e sara progresso». O lo
del músico, basada en un
que es lo mismo: volver a las esencias puras de
drama de Schiller.
la ópera, originada como un intento de recupe-
rar la tragedia griega antigua. En ese sentido.
Verdi fue el artífice de la tragedia musical mo-
derna, precisamente por no haber perdido nun-
ca de vista la tradición de sus predecesores.