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con entereza, sin arrogancias pero también sin sentimientos de inferioridad. Hemos
llegado a la madurez, y uno Je los rasgos de una nación madura es la de saber reconocer
sus antecedentes sin resentimiento y sin rubor. Estoy hablando del Río de la Plata, no de
México ni del Perú, donde el problema difiere por la poderosa herencia cultural indígena.
Aquí la ciudad y la cultura se edificaron sobre la nada, sobre una pampa recorrida por
tribus salvajes y duras. Casi todo nos llegó aquí de Europa: desde el lenguaje y la religión
(dos poderosísimos factores de cultura) hasta la mayor parte de la sangre de sus habitantes.
Si fuéramos consecuentes con los que a cada rato nos están reprochando el «europeísmo»,
deberíamos escribir sobre la caza del avestruz en lenguaje pampa. Todo lo demás sería
Nuestra cultura proviene de Europa y no podemos evitarlo. Además ¿por qué evitarlo?
¿Con qué reemplazar esa preciosa herencia? Lo que hagamos de original se hará con esa
herencia o no haremos nada en absoluto. No recuerdo quién le decía a Gide que no leía nada
para no perder su originalidad. Si uno ha nacido para decir cosas novedosas no va a
perder esa facultad leyendo libros o mamando en otras culturas; y si no ha nacido para eso,
tampoco perderá nada leyendo esos libros ajenos. Además, esto es nuevo, vivimos en un
continente distinto y fuerte, y todo se desarrolla con un sentido diferente aunque los
españoles pisaron el territorio de América nació una nueva cultura y hasta un nuevo
castellano: sus formidables ríos, sus altísimas montañas, sus dilatadas pampas, sus culturas
aborígenes, sus soles y Junas, sus bellezas y atrocidades, sus lluvias y pantanos
engendrarían esa nueva cultura con los machos que llegaban a poseerlos. ¿Qué, quieren
anterior, y en nada humano es posible encontrar la pureza. Los dioses griegos también
Proust. Todo lo demás es desarrollo. Desarrollo genial, casi canceroso, pero desarrollo al
fin. Lo mismo pasa con Bartleby, que prefigura a Kafka. Para qué vamos a hablar de
Lamartine; pero a pesar de todo es capaz de asimilar todo ese material extranjero para
darnos una gran obra americana. Ahora está de moda hablar aquí de Arlt: todo él está
moldeado por Dumas, Sue, Gorki, la picaresca española, Dostoievsky, Paul de Kock. ¿Y
qué podríamos decir del lenguaje? Formidable herencia cultural que no sólo no podemos
sino que no debemos negar, pero que como toda herencia cultural es enriquecida por los
herederos de genio; y no es poco decir que el castellano de hoy tuvo su mayor empuje en
el siglo XIX por obra de creadores americanos como Sarmiento y Martí, así como Darío
A éstos que rechazan el elemento europeo habría que recordarles que toda cultura es
imaginar que del contacto de aquellas tribus bárbaras que bajaban de los bosques y
pantanos del nordeste europeo con la refinada cultura romana iba a salir el estilo gótico?
entrar en contacto con la cultura anglosajona, terminaron por producir el arte más original
de la América del Norte y uno de los aportes más fértiles a la nueva música. Y sin
embargo, nace de una mezcla de espíritu religioso africano, corales luteranos, tristeza
esclavista, ritmos negros, canciones irlandesas y escocesas. Por otra parte, esa influencia
Africana se ha dado en todo el continente, ya que toda la música popular, desde el norte
hasta el extremo sur, tiene ingredientes negros. Y para responder a los que sostienen que
nuestro continente no ha dado nada original al mundo, bastaría recordar que desde
comienzos de este siglo, todos los bailes populares que dominan el mundo entero son
americanos: el jazz en todas sus formas, la música afrocubana, los bailes brasileños y el
tango argentino. Y si tenemos presente que las danzas populares son la expresión
vigencia de América. Habría todavía que señalar que tanto el jazz norteamericano como el
tango es la única danza popular «introvertida», a la inversa de todas las danzas populares
que son extrovertidas. El tango es triste, es dramático, expresa muy bien el rasgo esencial
Existe una literatura nacional? Existe una literatura nacional importante por lo menos desde
Sarmiento y Hernández,
y varios de sus creadores, desde aquella época hasta hoy, pueden figurar honorablemente
hecho, creo que la respuesta debe ser afirmativa. Pero, además, creo en una literatura
nacional por lo mismo que participo del descontento sobre nuestra realidad. La literatura
importante es algo así como el reverso del mundo cotidiano, pues la creación es en
muchos sentidos un acto antagónico similar al sueño, un intento de crear otra realidad,
precisamente por el descontento hacia la que nos rodea. Si esto es cierto, hay que decir
Esa misma crítica insiste en que nuestra novelística no tiene, por ejemplo, la
Los europeos cometen a menudo la ingenuidad de pedirnos color local, y de creer que
nuestra pintura o nuestra literatura no tiene «carácter»; ese carácter que en cambio
encuentran en la pintura mexicana o en la novela del indio ecuatoriano. Les pasa con
nosotros un poco lo que le pasa a la gente apresurada que rechaza una música porque no la
habitante cosmopolita de Buenos Aires (indiferente y apátrida, el hombre que vive aquí
como se vive en un hotel). Y todos los sentimientos cruzados y los mutuos resentimientos.
de extranjeros, extraña criatura cuya sangre viene de Génova o de Toledo, pero cuya vida
ha transcurrido en las pampas argentinas o en las calles de esta ciudad babilónica. ¿Cuál es
nuestros padres, oyendo de la tierra lejana, de sus mitos y cuentos, viendo casi sus
montañas y sus mares. Lágrimas de emoción nos han caído cuando por primera vez vimos
las piedras de Florencia y el azul del Mediterráneo, sintiendo de pronto que centenares de
también, en momentos de soledad en aquellas ciudades, sentimos que nuestra patria era
ésta, estaba acá en la pampa y en el vasto río; pues la patria no es sino la infancia, algunos
calle, un viejo tango en un organito, el silbato de una locomotora de manisero en una tarde
de invierno, el olor (el recuerdo del olor) de nuestro viejo motor en el molino, un juego de
rescate. ¿Y cómo esta novela puede ser simple o nítida o folklórica o pintoresca?
Desde nuestras instituciones hasta nuestro arte, todo está siendo enjuiciado, y enjuiciado
nuestra verdad nacional? ¿Somos algo nuevo, se gesta aquí algo realmente original, en
La literatura, esa híbrida expresión del espíritu humano que se encuentra entre el arte y
el pensamiento puro, entre la fantasía y la realidad, puede dejar un profundo testimonio de
este trance, y quizá sea la única creación que pueda hacerlo. Nuestra literatura será la
expresión de esa compleja crisis o no será nada. Alberto Zum Felde ha visto bien esta
condición de nuestra realidad y ese sentido
problemático que debe tener nuestra literatura. En este desorden, en este perpetuo
realidad que han de develar nuestros escritores? Al menos, en lo que al Plata se refiere, es
evidente que su misión consiste en la descripción de esa alma atormentada por el caos, de
esa anhelosa búsqueda de un orden y un porqué. En otras palabras: esa violenta tectónica
Y así, contra los que argumentan que este tipo de literatura es un fenómeno europeo,
que carece de sentido en América, que es propio de pueblos «Viejos», podemos responder
que, por el contrario, esta realidad la exige más perentoriamente que aquélla. Pues si el
problema metafísico central del hombre es su transitoriedad, aquí somos más transitorios y
terremoto y ni siquiera sentimos ese simulacro de la eternidad que allá está constituido por
una tradición milenaria, y por esa metáfora de la eternidad que son las piedras
Y en cuanto a nosotros se refiere, no dudo de que las únicas obras que pasarán a
nuestra historia literaria son aquellas que fueron creadas con sangre, sufriendo el drama de
Es así que la literatura argentina ha señalado con obras esenciales las grandes crisis de la
equivocada, pero novelísticamente genial. En la crisis que sigue a la guerra del Paraguay,
Fierro y con algunas novelas de Cambaceres y Payró. En la crisis que señala el fin del
liberalismo, hacia el año 30, con algunas obras de Roberto Arlt, de Güiraldes, de Mallea y
de Discépolo.
Sombra. Y su sentido trascendente lo separa radicalmente de sus amigos del grupo Martín
Fierro, metidos, siquiera por las circunstancias, en una suerte de juerga artística, en que
más contaban las insurrecciones puramente literarias que los problemas del hombre. Así se
explica que una novela como Adam Buenosayres, con los notables méritos que tiene, con
otros pasajes, que Maréchal se hubiese propuesto hacer la crónica final de aquel grupo
empezaba a derrumbarse y en el que el hombre exigía del artista una actitud más
trascendente.
su extranjerismo, su espíritu lúdico. Algo de razón tenían: aunque la literatura no tiene por
qué ser «social», sí tiene que ser humana. Maréchal, con la reserva que (dubitativamente)
hago, es, sin embargo, la superación de aquel dilema que vivió. Y quedará como su más
genial expresión.
artes, pues su misma hibridez (a caballo entre la ficción y la realidad, entre la intuición y
que, por ejemplo, la pintura. Para mí, un gran novelista como Kafka es el más poderoso
Y si no es así, no es un gran escritor. Es otro de los motivos por los que desasosiega,
persona que éramos al comienzo. Creo que fue Nadeau quien dijo que las grandes novelas
son aquellas que transforman al escritor (al hacerlas) y al lector (al leerlas). Por eso la
palabra «agrado» o la palabra «placer» nada tienen que hacer con esta clase de literatura.
Para bien y para mal, el escritor verdadero escribe sobre la realidad que ha sufrido y
mamado, es decir sobre la patria; aunque a veces parezca hacerlo sobre historias lejanas en