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Se trata en realidad sí, de una propuesta relativa a la limitación del ejercicio del
poder, pero, además, de desafiar la dogmática de los derechos fundamentales, lo
cual no solo implica el reconocimiento expreso de un derecho, sino que, además,
debe abarcar la actuación del Estado mediante estrategias jurídicas proactivas.
Consecuentemente, no basta con asegurar su dimensión subjetiva. En todo caso,
tendrá que afirmarse su aspecto objetivo, tanto constitucionalmente, como en el
momento de la interpretación, que ha de ser siempre acorde a la Constitución. El
derecho a la razonabilidad debe, por tanto, protegerse mediante reglas,
procedimientos y organización adecuados. En el ámbito de los derechos
fundamentales, el derecho a la razonabilidad debe tener un lugar específico.
El presente trabajo se refiere a la razonabilidad no solo como un principio que debe regir
la actuación de los juzgadores u orientar la emisión de las leyes, sino como un derecho
fundamental.
Art. 12. Nadie será objeto de injerencias arbitrarias en su vida privada, su familia, su
domicilio o su correspondencia, ni de ataques a su honra o a su reputación. Toda
persona tiene derecho a la protección de la ley contra tales injerencias o ataques.
Art. 24. Toda persona tiene derecho al descanso, al disfrute del tiempo libre, a una
limitación razonable de la duración del trabajo y a vacaciones periódicas pagadas.
Art. 7º. Derecho a la libertad personal. 3º) Nadie puede ser sometido a detención o
encarcelamiento arbitrarios.
Art. 8. Garantías judiciales. 1º) Toda persona tiene derecho a ser oída, con las
debidas garantías y dentro de un plazo razonable, por un juez o tribunal
competente, independiente e imparcial, establecido con anterioridad por la ley, en
la sustanciación de cualquier acusación penal formulada contra ella, o para la
determinación de sus derechos y obligaciones de orden civil, laboral, fiscal o de
cualquier otro carácter.
Art. 32. Correlación entre deberes y derechos. 2°) Los derechos de cada persona están
limitados por los derechos de los demás, por la seguridad de todos y por las justas
exigencias del bien común en una sociedad democrática.
2.1. Concepto
Llevada esta fórmula al plano constitucional, ella adquiere un rol propio a través del
“control de razonabilidad”, y se nos presenta con todo el vigor de una garantía
constitucional implícita y específica, manifestativa de la superlativa garantía del “control
de constitucionalidad” y de la “supremacía constitucional” en que se funda. En fin,
desentrañar la razonabilidad de una norma reglamentaria o de las circunstancias de su
aplicación, es asegurar su constitucionalidad, para que la Ley Suprema vivifique la
conciencia jurídica de la sociedad en el afianzamiento de la justicia preambular.
Sostiene que el enunciado del principio de legalidad debería ser: “nadie puede ser
obligado a hacer lo que la ley “justa” o razonable no manda, ni privado de lo que
prohíbe”.
La tesis central del liberalismo político de John Rawls es que una teoría de la justicia
está justificada si es aceptable para toda persona razonable. Rawls establece una
diferencia entre racionalidad práctica y razonabilidad que se remonta a Kant:
[…] Lo racional es, sin embargo, una idea diferente de lo razonable y se aplica a [...] un
agente que tiene capacidad de juicio y deliberación en la búsqueda de los fines e
intereses que le son peculiarmente propios. Lo racional se aplica a cómo se adoptan
y afirman estos fines e intereses, al igual que a cómo se les da prioridad. Se aplica
también a la elección de los medios.
Como se observa, esto empata con lo que el profesor Sapag ha señalado en torno a
la razonabilidad, en tanto ella de algún modo caracteriza al derecho, de lo que se
entiende que “desde que el derecho es un orden humano requiere el recurso a la
razón; de aquí se deriva la idea de que el derecho es un orden racional y será orden
humano en la medida que sea razonable” (Sapag, 2008, págs. 160-161).
1
Ya en Aristóteles se puede encontrar esta aproximación al derecho como justicia, esto cuando señala: “La justicia es una necesidad
social, porque el derecho es la regla de la vida para la asociación política, y la decisión de lo justo es lo que constituye el derecho”
(Aristóteles, p. 22).
2
Desde el punto de vista de la teoría del conocimiento, el intelectualismo sostiene que tanto la razón como la experiencia participan de
la aprehensión del conocimiento, de modo que resulta en una postura ecléctica entre el racionalismo y el empirismo.
3La caracterización del derecho desde lo razonable procura su mejor entendimiento y mejor definición. De algún
modo, entender que el derecho en sí es una exigencia de justicia es sugerir que él, ontológicamente, se define
por su esencia y no por sus usos.
De ese modo, en un sentido amplio, y como puede entreverse de lo que aquí hemos
esbozado, el estudio de la razonabilidad bien puede alcanzar al estudio del derecho
en sus fundamentos y también en sus propósitos. De allí que, en ese contexto, el lugar
del estudio de la razonabilidad bien pueda ser la filosofía del derecho, en torno a
que ella se ocupa del derecho en su aspecto ontológico, gnoseológico, lógico y
axiológico6. De todos modos, por cuanto no es el objeto de este trabajo, no
profundizaré más en esta cuestión que he dejado reservada para un trabajo futuro
en que me haré cargo extensamente de esta
propuesta.
4 Sobre este punto me referiré en un trabajo posterior sobre razonabilidad en que acudiré a propuestas filosóficas sobre
la funcionalidad y la finalidad del derecho, en particular a las formuladas por los profesores John Finís y Michael S. Moore
5 Obviamente, este análisis de contenido del derecho que supone la razonabilidad debe aparejarse al hecho de que
las normas positivas (no las suprapositivas) deben provenir de autoridad competente o de los acuerdos válidos de
los individuos (leyes inter-partes). Incluso, para el caso de las primeras, ellas deben seguir un procedimiento,
comúnmente establecido por la Constitución del Estado, o las leyes para algunos actos normativos inferiores, que
determina el proceso de formación y aprobación de las normas. Si se prescindiera de éste o se lo desconociera, se
incurriría en una inconstitucionalidad formal, que igualmente haría caer a la norma en cuestión.
Vale decir, en todo caso, que incluso el contenido de las normas que dictan el procedimiento de formación y
aprobación puede ser sometido a examen de contenido de razonabilidad (bien pudiera ser que ellas establezcan
plazos indiscriminados).
6 Lo que de alguna manera implica cuestionarse: ¿qué es el derecho? ¿qué es (o qué comprende) el saber jurídico?,
¿qué estructuras lógicas tiene el derecho?; y, ¿qué es lo que hace valer al derecho o cuáles son sus valores?
(derecho en sentido valorativo).
Nótese que, si hemos concluido que el derecho debe ser un orden razonable, es
evidente que aquello pueda traducirse a un análisis de sus contenidos. En este
punto merece la pena recordar que habíamos indicado que el término
‘razonabilidad’ suele usarse como equivalente del ‘debido proceso sustantivo’. El
término razonabilidad en la acepción en que nos hemos referido en este último
acápite equivale, entonces, al debido proceso sustantivo y ambos pueden usarse de
modo indistinto.
7 Como se vio en el acápite número 1 y como se explicará más adelante, los subprincipios son: (1) adecuación;
(2) necesidad; y, (3) proporcionalidad stricto sensu.
8 LINARES, Juan Francisco: “Razonabilidad de las leyes”, Astrea, 2 edición actualizada, año 2002.
9 "Facultades discrecionales. Apreciación del uso indebido de ellas en el juicio de amparo", tesis 38, Apéndice al Semanario Judicial de la
Federación 1917-2000, t. I, p. 45; y "Libertad de trabajo", Semanario Judicial de la Federación, quinta época, t. LXI, p. 4025. 25
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especificación conceptos como "razonable" o prohibir genéricamente las actuaciones
"caprichosas" de la autoridad.
Algún avance hubo hasta 1996 cuando el Pleno intentó dar contenido a la garantía
de equidad tributaria —que hasta hace unos años prácticamente era lo único sobre
lo que versaba la doctrina de igualdad de ese tribunal— hablando de un "juicio de
equilibrio en sede constitucional", que debía aprobar una distinción legislativa para
satisfacer ese derecho fundamental. 10
Este criterio en realidad fue la incompleta
calca de una importantísima línea jurisprudencial del Tribunal Constitucional
español, 11
que en su asimilación en nuestro sistema perdió mucho de su sentido
original, lo cual ocasionó más confusión que certidumbre —y tampoco eliminó la
indeterminación del examen de esa garantía—.
10 "Equidad tributaria. Sus elementos", tesis 198, Apéndice al Semanario Judicial de la Federación 1917-2000, t. I, p. 240. 26
11 Por todas, véase STC 76/1990, F.J. 9, inciso A: "[P]ara que la diferenciación resulte constitucionalmente lícita no basta con que lo sea el fin que
con ella se persigue, sino que es indispensable además que las consecuencias jurídicas que resultan de tal distinción sean adecuadas y
proporcionadas a dicho fin, de manera que la relación entre la medida adoptada, el resultado que se produce y el fin pretendido por el legislador superen
un juicio de proporcionalidad en sede constitucional, evitando resultados especialmente gravosos o desmedidos" (cursivas añadidas).
12 "Garantía a la tutela jurisdiccional prevista en el artículo 17 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos. Sus alcances", tesis 1a./J.
42/2007, Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, novena época, t. XXV, abril de 2007, p. 124; y "Prisión vitalicia.
Constituye una pena inusitada de las prohibidas por el artículo 22 constitucional", tesis P./J. 127/2001, Semanario Judicial de la Federación
y su Gaceta, novena época, t. XIV, octubre de 2001, p. 15 —aunque luego se revirtió este criterio— y "Libertad de trabajo. No es absoluta de acuerdo
con los principios fundamentales que la rigen (artículo 5o., Párrafo primero, de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos)", tesis 162,
Apéndice al Semanario Judicial de la Federación 1917- 2000, t. I, p. 143. 28
13 "Procedimiento administrativo sancionador electoral. Debe realizarse conforme a los criterios de idoneidad, Necesidad y
proporcionalidad", tesis S3ELJ 62/2002, Compilación Oficial de Jurisprudencia y Tesis Relevantes 1997-2005, p. 235. 29
14 "Teoría de los principios. Sus elementos", tesis I.4o.A.60 K, Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, novena época, t. XXII,
septiembre de 2005, p. 1579. 30
31 Por ejemplo: "Renta. El artículo 31, Fracción xii, De la Ley del Impuesto Relativo, Es inconstitucional al limitar la deducción de los gastos
de previsión social (legislación vigente a partir del 1o. de enero de 2003)", tesis P./J. 128/2006, Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta,
novena época, t. XXIV, noviembre de 2006, p. 7.31
15
Véase, asimismo: "Derechos constitucionales. La vinculación de sus límites en el análisis de la constitucionalidad de una norma secundaria", Primer
Tribunal Colegiado en Materia Administrativa del Primer Circuito, tesis I.1o.A.100 A, Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, novena
época,, t. XVIII, noviembre de 2003, p. 955; "Daño moral y derecho a la información", Cuarto Tribunal Colegiado en Materia Civil del Primer Circuito,
tesis I.4o.C.57 C, Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, novena época, t. XVII, marzo de 2003, p. 1709 —siguiendo una muy influyente
línea española (STC 171/1990, FF.JJ. 4-5)—; y en el mismo derrotero: "Libertad de expresión e imprenta. Las limitaciones establecidas por el legislador
relacionadas con la veracidad y claridad de la publicidad comercial son constitucionales cuando incidan en su dimensión puramente informativa", tesis 1a.
CLXV/2004, Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, novena época, t. XXI, enero de 2005, p. 421.
Sin embargo, en este periodo no se aplicaron con constancia los parámetros del
examen de proporcionalidad. El Pleno y las salas en ocasiones lo hicieron
equivocada y precariamente: se dijo que era suficiente a una medida legislativa
perseguir un fin legítimo para cumplir con ellos, lo cual ya vimos que no es así, pues
tal legitimidad es apenas un presupuesto del principio de proporcionalidad.
Igualmente, a pesar de su referido precedente, la Primera Sala opinó que buscar un
objetivo legítimo —en tal caso, la imparcialidad de los árbitros en materia de
derechos de autor— bastaba para hacer lícita una restricción a la libertad de
trabajo, sin " ir mucho más allá de la indudable legitimidad constitucional de que
una norma sobre ejercicio de la función arbitral persiga [ese fin]", y entrar al
sutil y profundo estudio que requiere el principio de proporcionalidad, según el voto
particular del ministro Cossío Díaz. Y también se tuvo la opinión de que el " test de
razonabilidad" del referido principio, "no constituye propiamente una garantía o
derecho fundamental" de indefectible aplicación sino "un método bajo el cual, si el
órgano de control constitucional lo estima pertinente, puede emprender el análisis
de un asunto".
La jurisprudencia 130/2007 no dice con todas sus letras, pero sí las ejecutorias
correspondientes, que la base constitucional textual del principio de
proporcionalidad es el artículo 16 constitucional, concretamente su prohibición de
arbitrariedad que se relaciona con la motivación material exigida por ese precepto.
Esta disposición contiene, según una de las pocas opiniones jurídicas
firmemente establecidas en México, "el principio de legalidad [que] se extiende
también al Poder Legislativo, ya que éste se encuentra sujeto a normas de rango
constitucional"; así, esta importantísima disposición constitucional en nuestro país
hace el principio de proporcionalidad taxativamente aplicable en todo caso, según
su intérprete definitivo; lo anterior no es nada irrelevante: disipa muchas dudas
sobre la aplicabilidad del examen de
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proporcionalidad y la manera en que la Constitución ordena su empleo. Si bien
admitimos que no es fácil sintetizar todas las bases teóricas del principio de
proporcionalidad en términos llamados a una vida práctica inmediata,55 creemos
que habría sido muy conveniente que se estableciera con mayor precisión y claridad
en las ejecutorias correspondientes y la tesis jurisprudencial comentada, que
también lo apoyan la óptima eficacia de los derechos fundamentales que manda el
artículo 1o. constitucional, relacionado con el principio pro homine que establece la
Convención Americana de Derechos Humanos y la unidad del ordenamiento
constitucional; pues todos estos elementos influyeron de distintas maneras en dichos
actos jurisdiccionales.
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Al aplicar el subprincipio de necesidad: "Patria potestad. El supuesto normativo que impone su pérdida por abandono injustificado del hogar conyugal
por más de 6 meses, Viola el artículo 4o. de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos", tesis P./J. 62/2008, Semanario Judicial de la
Federación y su Gaceta, Novena Época, junio de 2008, t. XXVII, p. 8.
V. FUENTES
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https://revistas.juridicas.unam.mx/index.php/cuestiones-
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