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TEMA: RAZONABILIDAD

Alumna: Padilla Lozada Jasive Joseling


Profesor: Dr. Abreu Cruz Javier Armando

FACULTAD DE DERECHO DE LA BARRA


NACIONAL DE ABOGADOS
ASIGNATURA: TEORIA GENERAL TRIBUTARIA
ÍNDICE
INTRODUCCIÓN...........................................................................................................................................1
PLANTEAMIENTO GENERAL...........................................................................................................4
DESARROLLO...............................................................................................................................................5
I. FUNDAMENTO JURIDICO INTERNACIONAL.............................................................................................4
II.........................................................................................PRINCIPIO DE RAZONABILIDAD 5
III.LA RAZONABILIDAD EN EL ÁMBITO NACIONAL (TESIS MEXICANAS)....................................................11
CONCLUSIONES........................................................................................................................................20
BIBLIOGRAFÍA...........................................................................................................................................20

ALUMNA: PADILLA LOZADA JASIVE JOSELING 1


INTRODUCCIÓN

En el ámbito de las relaciones entre derecho y poder impera un derecho


constitucionalizado y un poder de Estado decididamente sometido a la Constitución.
De ahí que vale explicitar un derecho que va más allá del debido proceso
sustantivo, que lo es el derecho a la razonabilidad.

La dirección que ha de tomar es más compleja y amplia que la de una mera


reforma constitucional. La hipótesis que sustenta este trabajo es que la razonabilidad
no solo es un principio que debe regir la actuación de los juzgadores u orientar la
emisión de las leyes, en tanto en cuanto se trata de un derecho fundamental
oponible frente a toda autoridad.

Se trata en realidad sí, de una propuesta relativa a la limitación del ejercicio del
poder, pero, además, de desafiar la dogmática de los derechos fundamentales, lo
cual no solo implica el reconocimiento expreso de un derecho, sino que, además,
debe abarcar la actuación del Estado mediante estrategias jurídicas proactivas.
Consecuentemente, no basta con asegurar su dimensión subjetiva. En todo caso,
tendrá que afirmarse su aspecto objetivo, tanto constitucionalmente, como en el
momento de la interpretación, que ha de ser siempre acorde a la Constitución. El
derecho a la razonabilidad debe, por tanto, protegerse mediante reglas,
procedimientos y organización adecuados. En el ámbito de los derechos
fundamentales, el derecho a la razonabilidad debe tener un lugar específico.

Siendo parte de la estructura esencial del ordenamiento, el derecho a la


razonabilidad implica el derecho a la argumentación como parte de la seguridad
jurídica, por ser inherente a la dignidad racional de la persona humana, con un
carácter universal, inalienable, imprescriptible, intransferible e inviolable.

Bajo estas premisas, el derecho a la razonabilidad no es solo un límite para la


administración, sino un imperativo para el poder público en general.
Constitucionalmente, el derecho a la razonabilidad debe estar inscrito dentro de los
derechos fundamentales. Entendiéndose como la garantía de que toda autoridad
emita decisiones jurídicas razonables, no solo fundadas, motivadas y de acuerdo al
debido proceso.

Debe, asimismo, estar explícitamente reconocido tomando en cuenta que desde el


momento que los derechos fundamentales están reafirmados por principios y
normas constitucionales, no son meros enunciados. Constituyen derecho positivo
pleno protegido por las normas de garantía de la Constitución.

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DESARROLLO
I.FUNDAMENTO JURIDICO INTERNACIONAL

El presente trabajo se refiere a la razonabilidad no solo como un principio que debe regir
la actuación de los juzgadores u orientar la emisión de las leyes, sino como un derecho
fundamental.

Como inicio debemos decir que el principio de razonabilidad no es autónomo, es


decir, no ha nacido y no se ha desarrollado con vida propia, sino, por el contrario,
pertenece a un instituto genérico llamado due process of law. Pero la razonabilidad no
la tenemos que buscar en todos los aspectos del debido proceso legal, sino en uno
de ellos, en su aspecto sustantivo, y no en su aspecto adjetivo.Es por ello que para un
estudio histórico y dogmático del principio de razonabilidad tenemos que saber con
exactitud los orígenes del instituto que le dio nacimiento.

1. 2. Tratados internacionales con jerarquía constitucional

Además de ello, al haberse otorgado jerarquía constitucional a los tratados


internacionales de derechos humanos a través del art. 75, inc. 22 de la Constitución
Nacional, conformando el denominado por la doctrina “bloque constitucional”,
deben analizarse también los elementos otorgados por los doce tratados
internacionales de derechos humanos, para poder complementarlos con aquélla

1. 2. 1. Declaración Universal de Derechos Humanos

Art. 9º. Nadie podrá ser arbitrariamente detenido, preso ni desterrado.

Art. 12. Nadie será objeto de injerencias arbitrarias en su vida privada, su familia, su
domicilio o su correspondencia, ni de ataques a su honra o a su reputación. Toda
persona tiene derecho a la protección de la ley contra tales injerencias o ataques.

Art. 15. 2º) A nadie se privará arbitrariamente de su nacionalidad ni del derecho a


cambiar de nacionalidad.

Art. 17. 2º) Nadie será privado arbitrariamente de su propiedad.

Art. 24. Toda persona tiene derecho al descanso, al disfrute del tiempo libre, a una
limitación razonable de la duración del trabajo y a vacaciones periódicas pagadas.

2.2. 2. Convención Americana sobre Derechos Humanos. “Pacto de San José de


Costa Rica”

Art. 7º. Derecho a la libertad personal. 3º) Nadie puede ser sometido a detención o
encarcelamiento arbitrarios.

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5º) Toda persona detenida o retenida debe ser llevada, sin demora, ante un juez u otro
funcionario autorizado por la ley para ejercer funciones judiciales y tendrá derecho a
ser juzgada dentro de un plazo razonable o ser puesta en libertad, sin perjuicio de
que continúe el proceso. Su libertad podrá estar condicionada a garantías que
aseguren su comparecencia en el juicio.

Art. 8. Garantías judiciales. 1º) Toda persona tiene derecho a ser oída, con las
debidas garantías y dentro de un plazo razonable, por un juez o tribunal
competente, independiente e imparcial, establecido con anterioridad por la ley, en
la sustanciación de cualquier acusación penal formulada contra ella, o para la
determinación de sus derechos y obligaciones de orden civil, laboral, fiscal o de
cualquier otro carácter.

Art. 32. Correlación entre deberes y derechos. 2°) Los derechos de cada persona están
limitados por los derechos de los demás, por la seguridad de todos y por las justas
exigencias del bien común en una sociedad democrática.

II. PLANTEAMIENTO GENERAL

Desde una visión fundamental, este trabajo busca acercarse al principio de


razonabilidad, al menos desde dos perspectivas. La primera, que intenta explicar el
derecho como orden humano en su contenido válido. La segunda, consecuencia de
la primera, que plantea el uso del principio como herramienta hermenéutica para
determinar la validez y constitucionalidad de las normas jurídicas, valiéndose de los
subprincipios de adecuación, necesidad y proporcionalidad stricto sensu.
Traducidos, estos, en determinados juicios a los que nosotros, siguiendo a Sapag,
hemos sumado los de finalidad y de respeto al contenido esencial de los derechos.
Dicha incorporación será luego justificada en este trabajo. (Aclaramos desde ya
que el principio de razonabilidad, en su esfera de método de interpretación de
validez de las normas jurídicas, suele ser denominado de esta manera sobre todo en
Argentina y en Estados Unidos, donde también se le llama ‘debido proceso
sustantivo’. A su vez, el derecho continental europeo, conoce a éste como ‘principio
de proporcionalidad’. Para esta última tradición, la razonabilidad es una pauta de
interpretación sustantiva. Más adelante aclararemos por qué hemos escogido, de
modo general, está última denominación).

Por referencia abordaremos la necesaria relación que debe tenerse de la


razonabilidad como método interpretativo con la teoría del anticonflictivismo,
opuesta a la ampliamente difundida teoría conflictivista de los derechos
fundamentales. Esto nos permitirá acceder de mejor manera a más convenientes
procesos hermenéuticos.

Este trabajo pretende, de la misma manera, contribuir a un mejor entendimiento y a la


correcta aplicación del principio de razonabilidad en el Ecuador, donde su estudio ha
sido prácticamente nulo.

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DESARROLLO

II. PRINCIPIO DE RAZONABILIDAD

2.1. Concepto

Etimológicamente, razonabilidad o razonable proviene del latín rationabilis, que significa


arreglado, justo, conforme a razón. Y si recurrimos al diccionario de la Real
Academia Española, establece que la razón es la facultad de discurrir. Con todos estos
elementos decimos como primera idea, que el examen de razonabilidad es todo
aquello que nuestra sana facultad de discurrir nos indica que es justo.

La exclusión de toda arbitrariedad o irrazonabilidad en el ejercicio de las


prerrogativas de los poderes públicos. Ello quiere decir que existe un patrón, un criterio,
un estándar jurídico, que obliga a dar a la ley y a los actos estatales de ella
derivados inmediata o mediatamente un contenido razonable, justo, valioso, de
modo que alguien puede ser obligado a hacer lo que manda la ley o privado de
hacer lo que la ley prohíbe, siempre que el contenido de aquélla sea razonable,
justo y válido.

Como principio, la razonabilidad es una herramienta del control de la


constitucionalidad de las leyes que hunde sus raíces en la Carta Magna, impuesta por
los nobles ingleses al rey Juan Sin Tierra en 1215, pero su actual perfil es el resultado
de una larga jurisprudencia de diversísimos tribunales con jurisdicción constitucional:
se aplica en Estados Unidos, Alemania, España, Italia y, en la práctica, en la
totalidad de los países occidentales.

El principio prescribe, básicamente, que los jueces deben declarar


la inconstitucionalidad de aquellas leyes que regulen de un modo irrazonable los
derechos constitucionales. Se trata de un “concepto jurídico indeterminado”, es
decir, de un concepto amplio cuyo significado preciso se determina caso por caso,
en el momento de su utilización.

[…] la irrazonabilidad equivale a “alteración” de los derechos afectados por la ley


que se examina. Es decir, una ley será irrazonable, y por tanto inconstitucional, si
“altera” los derechos humanos que se encuentran involucrados en ella.

El tratamiento del aspecto objetivo de la razonabilidad, surge del contraste de la norma


y el hecho, en tanto está sujeto al principio de consistencia, que reside en una
construcción mental llevada a cabo mediante procedimientos lógicos.

Mientras que el aspecto subjetivo de la razonabilidad, es cuando ésta resulta como


conclusión de un proceso de interpretación, fruto de ponderaciones y meritaciones
que realiza el juez, inspirado en los valores y principios que informen su conciencia
jurídica y atendiendo a las circunstancias que connotan los hechos. [….] En
consecuencia y concluyendo ya mis reflexiones, señalaré con Linares que la
razonabilidad es un
5
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estándar axiológico, un módulo de justicia que nos ayuda a determinar
lo axiológicamente válido del orden jurídico, según las circunstancias del caso y en
función de todos los valores.

Llevada esta fórmula al plano constitucional, ella adquiere un rol propio a través del
“control de razonabilidad”, y se nos presenta con todo el vigor de una garantía
constitucional implícita y específica, manifestativa de la superlativa garantía del “control
de constitucionalidad” y de la “supremacía constitucional” en que se funda. En fin,
desentrañar la razonabilidad de una norma reglamentaria o de las circunstancias de su
aplicación, es asegurar su constitucionalidad, para que la Ley Suprema vivifique la
conciencia jurídica de la sociedad en el afianzamiento de la justicia preambular.

Sostiene que el enunciado del principio de legalidad debería ser: “nadie puede ser
obligado a hacer lo que la ley “justa” o razonable no manda, ni privado de lo que
prohíbe”.

La razonabilidad, entonces, pasa a constituirse […] en la base del ‘debido proceso


sustantivo’ y, así, cuando se violenta aquélla no nos encontramos frente a una
transgresión al debido proceso en sentido formal o adjetivo, como imposición de
una forma o de un procedimiento que deben seguir los actos constitucionales de
cada órgano del Estado para ser válidos, sino que lo que se agrede es una cuestión
esencial o de fondo: el ajuste de todo acto con el sentido de justicia que la
Constitución alberga.

Partiendo de esta premisa básica la razonabilidad es una exigencia constitucional


que da contenido de justicia a la legalidad como principio formal la cuestión
está, no obstante, lejos de agotarse. En este aspecto el primer interrogante que
surge y cuya respuesta intentaremos ir otorgando a lo largo de este ensayo, será
justamente qué debe entenderse por ‘razonable’.

La tesis central del liberalismo político de John Rawls es que una teoría de la justicia
está justificada si es aceptable para toda persona razonable. Rawls establece una
diferencia entre racionalidad práctica y razonabilidad que se remonta a Kant:

[…] Lo racional es, sin embargo, una idea diferente de lo razonable y se aplica a [...] un
agente que tiene capacidad de juicio y deliberación en la búsqueda de los fines e
intereses que le son peculiarmente propios. Lo racional se aplica a cómo se adoptan
y afirman estos fines e intereses, al igual que a cómo se les da prioridad. Se aplica
también a la elección de los medios.

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2.2 La razonabilidad y su aproximación a la definición del derecho como orden humano
justo.

El profesor Bridar Campos sostiene que «lo opuesto a la razonabilidad es la


arbitrariedad”. Así entendido, el principio es una exigencia de justicia jurídica. El
mismo doctrinario apunta, precisamente, a la equivalencia del concepto a la
garantía del debido proceso sustantivo, de lo que se sigue que su finalidad es
“resguardar al valor justicia en el contenido de todos los actos de poder, y también
de los particulares» 1 (Bridar Campos, 2008, pág.71).

El mismo autor ha manifestado, en otro de sus escritos, que “la razonabilidad y lo


razonable superan las formalidades para internarse en un contenido sustancia que
no es “puesto” discrecionalmente por quien dicta la norma y adopta las medidas
“razonables”, sino que se anuda a patrones axiológicos superiores y objetivos”
(Bridar Campos, 2007, pág. 54); o, lo que es lo mismo, que el derecho válido se
supone razonable por cuanto se arregla a ciertos valores y principios.

Como se observa, esto empata con lo que el profesor Sapag ha señalado en torno a
la razonabilidad, en tanto ella de algún modo caracteriza al derecho, de lo que se
entiende que “desde que el derecho es un orden humano requiere el recurso a la
razón; de aquí se deriva la idea de que el derecho es un orden racional y será orden
humano en la medida que sea razonable” (Sapag, 2008, págs. 160-161).

En mi propio entendimiento existe, entonces, una caracterización del derecho por


su razonabilidad. De allí puede entreverse la existencia de una razonabilidad general
que resulta en una teoría jurídica que, en postura intelectualista2, explica de modo
complejo al derecho, en cuanto a su contenido válido,

partiendo del concepto lato de 'lo razonable'; es decir, de lo que se considera


arreglado, justo y conforme a la razón. Todo lo que supone una equitativa
presencia y correlación entre lo que resulta racionalmente justo, empíricamente
esperado y lógicamente sensato e idóneo para aprender, prever, exigir o interpretar
conceptos que, jurídicamente relevantes para la sociedad, constituyen el
orden de una comunidad política, en las relaciones existentes entre los individuos y
entre los individuos respecto de la comunidad3.

1
Ya en Aristóteles se puede encontrar esta aproximación al derecho como justicia, esto cuando señala: “La justicia es una necesidad
social, porque el derecho es la regla de la vida para la asociación política, y la decisión de lo justo es lo que constituye el derecho”
(Aristóteles, p. 22).
2
Desde el punto de vista de la teoría del conocimiento, el intelectualismo sostiene que tanto la razón como la experiencia participan de
la aprehensión del conocimiento, de modo que resulta en una postura ecléctica entre el racionalismo y el empirismo.
3La caracterización del derecho desde lo razonable procura su mejor entendimiento y mejor definición. De algún
modo, entender que el derecho en sí es una exigencia de justicia es sugerir que él, ontológicamente, se define
por su esencia y no por sus usos.

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La razonabilidad participa de una exigencia del derecho y de la justicia que, de
hecho, define lo jurídico en torno a su función y finalidad. El principio, entendido de
ese modo, se corresponde con todo lo que aquí se ha expresado en torno al
‘derecho razonable’4, o sea válido y justo. Entiendo que la explicación que antecede
sea la que motiva que el profesor Cianciardo sugiera, respecto de la temática, que
“en última instancia se encuentra en juego el concepto mismo de derecho como
forma humana coexistencia” (Cianciardo, 2009, pág. 24).

He observado en el desarrollo de este trabajo que la razonabilidad de alguna


manera resulta en una explicación del contenido del derecho5.Obviamente,
comprender a la razonabilidad más allá del ordenamiento puntual de que se trate
nos retorna, una vez más, al entendimiento del principio en relación al derecho
como orden humano y respecto de su función y finalidad.

De ese modo, en un sentido amplio, y como puede entreverse de lo que aquí hemos
esbozado, el estudio de la razonabilidad bien puede alcanzar al estudio del derecho
en sus fundamentos y también en sus propósitos. De allí que, en ese contexto, el lugar
del estudio de la razonabilidad bien pueda ser la filosofía del derecho, en torno a
que ella se ocupa del derecho en su aspecto ontológico, gnoseológico, lógico y
axiológico6. De todos modos, por cuanto no es el objeto de este trabajo, no
profundizaré más en esta cuestión que he dejado reservada para un trabajo futuro
en que me haré cargo extensamente de esta
propuesta.

2.3 El derecho a la razonabilidad como derecho fundamental

El aserto “ningún derecho fundamental es absoluto”, es admitido por la mayoría de


la doctrina, por lo que de su ejercicio es frecuente que surjan valores o
derechos constitucionales en conflicto. El derecho a la razonabilidad tiene un doble
ámbito de significación: individual e institucional. La dimensión subjetiva por ser
un derecho fundamental y la dimensión objetiva, por la cual debido a su significación
constitucional debe hacerse incluir como parte del contenido constitucional
esencial, como

4 Sobre este punto me referiré en un trabajo posterior sobre razonabilidad en que acudiré a propuestas filosóficas sobre
la funcionalidad y la finalidad del derecho, en particular a las formuladas por los profesores John Finís y Michael S. Moore
5 Obviamente, este análisis de contenido del derecho que supone la razonabilidad debe aparejarse al hecho de que
las normas positivas (no las suprapositivas) deben provenir de autoridad competente o de los acuerdos válidos de
los individuos (leyes inter-partes). Incluso, para el caso de las primeras, ellas deben seguir un procedimiento,
comúnmente establecido por la Constitución del Estado, o las leyes para algunos actos normativos inferiores, que
determina el proceso de formación y aprobación de las normas. Si se prescindiera de éste o se lo desconociera, se
incurriría en una inconstitucionalidad formal, que igualmente haría caer a la norma en cuestión.
Vale decir, en todo caso, que incluso el contenido de las normas que dictan el procedimiento de formación y
aprobación puede ser sometido a examen de contenido de razonabilidad (bien pudiera ser que ellas establezcan
plazos indiscriminados).
6 Lo que de alguna manera implica cuestionarse: ¿qué es el derecho? ¿qué es (o qué comprende) el saber jurídico?,
¿qué estructuras lógicas tiene el derecho?; y, ¿qué es lo que hace valer al derecho o cuáles son sus valores?
(derecho en sentido valorativo).

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obligación del poder público de realizar actuaciones tendentes a favorecer su plena
vigencia. Como derecho fundamental impone una obligación concreta a toda
autoridad de respetarlo. Si bien está vinculado con otros derechos, es
perfectamente diferenciable. No se trata de un derecho irrestricto, en tanto está
sujeto a los límites genéricos, específicos e implícitos que tiene todo derecho
fundamental. Por tanto, debe ser oponible como derecho positivo no natural ante los
juzgadores.

En el proceso de constitucionalización de los derechos fundamentales, el derecho a


la razonabilidad debe tener un lugar específico. Siendo parte de la estructura
fundamental del ordenamiento, el derecho a la razonabilidad implica el derecho a la
argumentación como parte de la seguridad jurídica, por ser inherente a la
dignidad de la persona humana, con un carácter universal, inalienable,
imprescriptible, intransferible e inviolable.

La constitucionalización de los derechos históricamente ha significado la limitación


del poder, basada en una determinada filosofía que hunde sus raíces en la
Ilustración. Esa filosofía no se limita a constituir una propuesta de Filosofía política, ya
que, además, tiene directas manifestaciones en el marco del ordenamiento jurídico.
Las limitaciones a las que el constitucionalismo pretende someter al poder son de
naturaleza jurídica. En este sentido, la Constitución, se presenta como una pieza
insustituible del entramado constitucionalista y de su vocación limitativa del poder.

En el plano de la dogmática de los derechos fundamentales, la dimensión


institucional del derecho a la razonabilidad tiene un papel relevante en la
interpretación de los demás derechos fundamentales. Al resolver los casos en que
se encuentren comprendidos derechos fundamentales, el intérprete no podrá
limitarse a establecer cuál es el ámbito de actuación protegido al individuo por el
derecho de que se trate, cuál es el contenido en su dimensión subjetiva, y con
aclarar si ese ámbito ha sido excedido o violado. En todo caso, se impone el deber
de interpretación del ordenamiento jurídico de conformidad con la Constitución, en
mérito de la seguridad jurídica inmanente al Estado de derecho, en que la
argumentación con toda nitidez conduzca a la decisión, lo cual no es otra cosa que
la razonabilidad

2.4. El principio de razonabilidad aplicado al estudio de validez de las normas. Su


denominación.

Nótese que, si hemos concluido que el derecho debe ser un orden razonable, es
evidente que aquello pueda traducirse a un análisis de sus contenidos. En este
punto merece la pena recordar que habíamos indicado que el término
‘razonabilidad’ suele usarse como equivalente del ‘debido proceso sustantivo’. El
término razonabilidad en la acepción en que nos hemos referido en este último
acápite equivale, entonces, al debido proceso sustantivo y ambos pueden usarse de
modo indistinto.

Asimismo, el principio de razonabilidad se corresponde con aquel que el derecho


continental europeo conoce como ‘principio de proporcionalidad’. Debemos tomar
en
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cuenta que un intento de separar definitivamente a la razonabilidad y a la
proporcionalidad olvidaría el paralelismo en el desarrollo que del principio ha realizado
la jurisprudencia norteamericana y argentina y la europea, llegando a conclusiones
similares y en uso casi de idénticos razonamientos.
En cualquier caso, para efectos de este trabajo, preferiré siempre usar el término
razonabilidad, pues es aquel que considero nominalmente más idóneo para
referirnos al principio en cuestión. Esto ocurre porque que sólo la denominación
‘razonabilidad’ puede alcanzar de algún modo autonomía nominal, acercándose de
mejor manera al instituto que buscamos caracterizar. Lo antedicho tiene valor
puesto que de las tres formas en que podemos referirnos a dicho principio en su
vertiente interpretativa del contenido de las normas, es la única que no requiere
distinguirse de una institución diferente o de uno de los subprincipios devenidos del
propio principio7. Me refiero a que el término razonabilidad pervive por sí mismo,
mientras que el debido proceso debe calificarse de ‘sustantivo’ para diferenciarlo
del puramente procesal (‘adjetivo’); y, siendo que la denominación ‘principio de
proporcionalidad’ debe distinguirse de aquella del subprincipio de ‘proporcionalidad
stricto sensu’. La denominación razonabilidad, entonces, resulta en una mejor
identificación del principio, además de que deviene de cierta comprensión del
derecho en que sus fines lo caracterizan desde lo razonable pudiendo someterse a
este examen a las normas, de modo que se pueda determinar si ellas cumplen con
éste estándar.

2.5 Clases o tipo de razonabilidades


De acuerdo con las denominaciones utilizadas por Juan Francisco Linares 8 , la
razonabilidad es la adecuación de sentido en que se deben encontrar todos los
elementos de la acción para crear derecho: los motivos (circunstancias del caso), los
fines, el sentido común jurídico (el plexo de valores que lo integran) y los medios
(aptos para conseguir los fines propuestos).

Si la razonabilidad de las leyes es la adecuación de todos sus factores con el sentido


constitucional, esto significa que tanto las circunstancias del caso tenidas en cuenta por
el legislador, como los medios elegidos y los fines propuestos, deben guardar una
proporción entre sí (razonabilidad interna del acto) y, además, las leyes deben ajustarse
al sentido constitucional formado por los motivos tenidos en cuenta por el
constituyente, por los fines propuestos, por los valores jurídicos fundamentales y por
los medios previstos (razonabilidad externa del acto).

7 Como se vio en el acápite número 1 y como se explicará más adelante, los subprincipios son: (1) adecuación;
(2) necesidad; y, (3) proporcionalidad stricto sensu.
8 LINARES, Juan Francisco: “Razonabilidad de las leyes”, Astrea, 2 edición actualizada, año 2002.

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En consecuencia, la razonabilidad puede ser interna o externa, según que la
adecuación
entre los distintos elementos de la acción (relación medio-fin) se dé dentro de la ley o
entre la ley:

1) Razonabilidad interna de la ley:


Se da como razonabilidad técnica social cuando los motivos sociales determinantes
(de acuerdo con las circunstancias del caso) hacen que el legislador tome medidas
(medios) proporcionadas al fin social propuesto. La razonabilidad técnica social es una
simple relación de adecuación entre motivos, medios y fines, pero no implica
necesariamente la justicia de la medida, esto forma parte de la razonabilidad
jurídica.

2) Razonabilidad externa de la ley:


Es más compleja que la anterior, se da, en principio, como razonabilidad jurídica. El
acto legislativo razonable internamente debe satisfacer el sentido común
jurídico de la comunidad expresado en el plexo de valores que lo integran, valores
que son recibidos de acuerdo con las modalidades de cada pueblo, por la
Constitución del Estado. La razonabilidad jurídica presenta las siguientes
modalidades:
Razonabilidad de la ponderación: se presenta en las leyes cuyas prestaciones
guardan una relación de equivalencia con la sanción prevista para el caso de
incumplimiento.

 Razonabilidad de la selección: se da en las leyes que respetan la igualdad, de


forma tal que, frente a circunstancias equivalentes, la prestación y la sanción es
la misma, y sólo cuando las circunstancias son diferentes es razonable que
las prestaciones o las sanciones sean diferentes.
 Razonabilidad en los fines: se establece cuando los fines de la ley o las
medidas dispuestas por ella no violan los fines previstos en la Constitución. Por
ejemplo, no es razonable que una ley impositiva grave la propiedad en una
proporción tal que implique la confiscación del bien, pues ello está
expresamente prohibido en la Constitución Nacional.

III. LA RAZONABILIDAD EN EL ÁMBITO NACIONAL (TESIS MEXICANAS)

En las primeras épocas de la jurisprudencia mexicana posterior a 1917, ya hubo


algunos pronunciamientos de la SCJN para evitar la arbitrariedad y excesos de las
autoridades, aun las legislativas, en el uso de sus facultades.9 Pero dichos
precedentes resultaban insuficientes por indeterminados, dando manga ancha al
operador jurídico por usar sin

9 "Facultades discrecionales. Apreciación del uso indebido de ellas en el juicio de amparo", tesis 38, Apéndice al Semanario Judicial de la
Federación 1917-2000, t. I, p. 45; y "Libertad de trabajo", Semanario Judicial de la Federación, quinta época, t. LXI, p. 4025. 25
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especificación conceptos como "razonable" o prohibir genéricamente las actuaciones
"caprichosas" de la autoridad.

Algún avance hubo hasta 1996 cuando el Pleno intentó dar contenido a la garantía
de equidad tributaria —que hasta hace unos años prácticamente era lo único sobre
lo que versaba la doctrina de igualdad de ese tribunal— hablando de un "juicio de
equilibrio en sede constitucional", que debía aprobar una distinción legislativa para
satisfacer ese derecho fundamental. 10
Este criterio en realidad fue la incompleta
calca de una importantísima línea jurisprudencial del Tribunal Constitucional
español, 11
que en su asimilación en nuestro sistema perdió mucho de su sentido
original, lo cual ocasionó más confusión que certidumbre —y tampoco eliminó la
indeterminación del examen de esa garantía—.

No expresamente y con timidez, la SCJN desde entonces aplicó el principio de


proporcionalidad, o lo sugería para el analizar la validez de restricciones a los derechos
fundamentales, pero sin la claridad que se hubiera querido. Son ejemplos notables
los casos relativos al acceso a la justicia, la proporcionalidad de las penas y las
restricciones a la libertad de trabajo.12

De gran importancia en el tema es el criterio de la Sala Superior del Tribunal Electoral


del Poder Judicial de la Federación, que data de 2002, por ser el primero que ve
panorámicamente el principio de proporcionalidad y compuesto por sus tres
mencionados subprincipios —aunque considerándolos separada y no unitariamente—;
su relevancia no radica solamente en lo anterior, sino principalmente en haberle
dado a dicho principio fundamento textual en los artículos 14 y 16 constitucionales y
comenzar a hablar de un " principio de prohibición de excesos o abusos en
el ejercicio de facultades discrecionales".13

10 "Equidad tributaria. Sus elementos", tesis 198, Apéndice al Semanario Judicial de la Federación 1917-2000, t. I, p. 240. 26
11 Por todas, véase STC 76/1990, F.J. 9, inciso A: "[P]ara que la diferenciación resulte constitucionalmente lícita no basta con que lo sea el fin que
con ella se persigue, sino que es indispensable además que las consecuencias jurídicas que resultan de tal distinción sean adecuadas y
proporcionadas a dicho fin, de manera que la relación entre la medida adoptada, el resultado que se produce y el fin pretendido por el legislador superen
un juicio de proporcionalidad en sede constitucional, evitando resultados especialmente gravosos o desmedidos" (cursivas añadidas).
12 "Garantía a la tutela jurisdiccional prevista en el artículo 17 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos. Sus alcances", tesis 1a./J.
42/2007, Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, novena época, t. XXV, abril de 2007, p. 124; y "Prisión vitalicia.
Constituye una pena inusitada de las prohibidas por el artículo 22 constitucional", tesis P./J. 127/2001, Semanario Judicial de la Federación
y su Gaceta, novena época, t. XIV, octubre de 2001, p. 15 —aunque luego se revirtió este criterio— y "Libertad de trabajo. No es absoluta de acuerdo
con los principios fundamentales que la rigen (artículo 5o., Párrafo primero, de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos)", tesis 162,
Apéndice al Semanario Judicial de la Federación 1917- 2000, t. I, p. 143. 28
13 "Procedimiento administrativo sancionador electoral. Debe realizarse conforme a los criterios de idoneidad, Necesidad y
proporcionalidad", tesis S3ELJ 62/2002, Compilación Oficial de Jurisprudencia y Tesis Relevantes 1997-2005, p. 235. 29

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Tampoco puede olvidarse, del Cuarto Tribunal Colegiado en Materia Administrativa,
el que lleva el principio de proporcionalidad al derecho procesal constitucional —una
aplicación no sustantiva sino adjetiva—, para analizar si procede o no otorgar la
suspensión en el juicio de amparo.14
3.1 ETAPA DE TRANSICIÓN

A partir de los anteriores pronunciamientos, con mayor frecuencia hallamos en la


jurisprudencia mexicana alusiones al principio de proporcionalidad. En el lapso
de tiempo al que ahora nos referimos, pueden encontrarse criterios inspirados por
los subprincipios de idoneidad, necesidad 15 y proporcionalidad stricto sensu o
ponderación; que son elaborados cada vez con mejor técnica.

De suma importancia son los criterios que la jurisprudencia de la SCJN estableció en


lo que respecta al principio genérico de igualdad y su manifestación concreta en la
equidad tributaria. El criterio inicial de esta importante línea, emitido por la Primera
Sala, bien puede tenerse como fundacional de la recepción del principio de
proporcionalidad en México: en él dicho órgano se ocupa por primera vez de
explicar a los tribunales y justiciables la obligatoriedad de calificar tales medidas
legislativas de acuerdo con dicho principio, y exponer detalladamente en qué
consisten los criterios que lo integran. Para estudiar la satisfacción del referido
principio de justicia fiscal — ámbito natural de su competencia—, la Segunda Sala
hizo suyo el anterior criterio y lo perfeccionó para dejar muy claro que la aplicación
del principio de proporcionalidad lato sensu precisa de la valoración de
determinadas condiciones, de manera escalonada, generando que el
incumplimiento de cualquiera de éstas sea suficiente para estimar que existe una
violación al indicado principio constitucional, haciendo innecesario el estudio de las
demás.

Por lo menos para el examen de distinciones legislativas, en general o en materia


tributaria, con los anteriores criterios quedó sentado que el "juicio de equilibrio" a
través del cual se debía analizar el cumplimiento de la garantía de igualdad, no es
otro sino la aplicación del examen de proporcionalidad.36 Esta precisión la reiteró el
Pleno en la

14 "Teoría de los principios. Sus elementos", tesis I.4o.A.60 K, Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, novena época, t. XXII,
septiembre de 2005, p. 1579. 30
31 Por ejemplo: "Renta. El artículo 31, Fracción xii, De la Ley del Impuesto Relativo, Es inconstitucional al limitar la deducción de los gastos
de previsión social (legislación vigente a partir del 1o. de enero de 2003)", tesis P./J. 128/2006, Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta,
novena época, t. XXIV, noviembre de 2006, p. 7.31
15
Véase, asimismo: "Derechos constitucionales. La vinculación de sus límites en el análisis de la constitucionalidad de una norma secundaria", Primer
Tribunal Colegiado en Materia Administrativa del Primer Circuito, tesis I.1o.A.100 A, Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, novena
época,, t. XVIII, noviembre de 2003, p. 955; "Daño moral y derecho a la información", Cuarto Tribunal Colegiado en Materia Civil del Primer Circuito,
tesis I.4o.C.57 C, Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, novena época, t. XVII, marzo de 2003, p. 1709 —siguiendo una muy influyente
línea española (STC 171/1990, FF.JJ. 4-5)—; y en el mismo derrotero: "Libertad de expresión e imprenta. Las limitaciones establecidas por el legislador
relacionadas con la veracidad y claridad de la publicidad comercial son constitucionales cuando incidan en su dimensión puramente informativa", tesis 1a.
CLXV/2004, Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, novena época, t. XXI, enero de 2005, p. 421.

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opinión jurisprudencial que estableció al resolver el importante caso Ley de Medios,
sentando que usar dicho principio resulta " necesario" para calificar las diferencias
de trato y clasificaciones que haga el legislador.

Sin embargo, en este periodo no se aplicaron con constancia los parámetros del
examen de proporcionalidad. El Pleno y las salas en ocasiones lo hicieron
equivocada y precariamente: se dijo que era suficiente a una medida legislativa
perseguir un fin legítimo para cumplir con ellos, lo cual ya vimos que no es así, pues
tal legitimidad es apenas un presupuesto del principio de proporcionalidad.
Igualmente, a pesar de su referido precedente, la Primera Sala opinó que buscar un
objetivo legítimo —en tal caso, la imparcialidad de los árbitros en materia de
derechos de autor— bastaba para hacer lícita una restricción a la libertad de
trabajo, sin " ir mucho más allá de la indudable legitimidad constitucional de que
una norma sobre ejercicio de la función arbitral persiga [ese fin]", y entrar al
sutil y profundo estudio que requiere el principio de proporcionalidad, según el voto
particular del ministro Cossío Díaz. Y también se tuvo la opinión de que el " test de
razonabilidad" del referido principio, "no constituye propiamente una garantía o
derecho fundamental" de indefectible aplicación sino "un método bajo el cual, si el
órgano de control constitucional lo estima pertinente, puede emprender el análisis
de un asunto".

V. La jurisprudencia 130/2007 del Pleno Este contexto de indeterminación sobre el


concepto que estudiamos permite ver la importancia de la jurisprudencia 130/2007
del Pleno de la SCJN, cuyo texto transcribimos. De los criterios emitidos por la Suprema
Corte de Justicia de la Nación se advierte que el cumplimiento de los principios de
razonabilidad y proporcionalidad implica que al fijar el alcance de una garantía
individual por parte del legislador debe: a) perseguir una finalidad constitucionalmente
legítima; b) ser adecuada, idónea, apta y susceptible de alcanzar el fin perseguido; c)
ser necesaria, es decir, suficiente para lograr dicha finalidad, de tal forma que no
implique una carga desmedida, excesiva o injustificada para el gobernado y, d)
estar justificada en razones constitucionales. Lo anterior conforme al principio de
legalidad, de acuerdo con el cual el legislador no puede actuar en exceso de
poder ni arbitrariamente en perjuicio de los gobernados.

El primer aspecto llamativo de esta tesis jurisprudencial es la denominación que da la


SCJN al principio que nos ocupa, máxime que nunca le había dado tan
manifiestamente su nombre generalmente aceptado: "proporcionalidad"; en el caso
Ley de Medios ya había mencionado la doble nomenclatura que emplea la
jurisprudencia que comentamos, aclarando que ese término es usado por "parte de
la doctrina constitucional" y el de "razonabilidad" es de procedencia anglosajona.
Quizá sea conveniente emplear la última denominación para ser más claros al
distinguir la proporcionalidad en los sentidos lato y estricto, como de hecho se estila en
Argentina —
14
ALUMNA: PADILLA LOZADA JASIVE JOSELING
que siempre, por cierto, ha tenido gran influencia norteamericana—; y para México
lo sea más todavía con el fin de evitar perniciosas confusiones (que sí han ocurrido) con
la garantía de "proporcionalidad tributaria", que en nuestro sistema equivale a la
"capacidad contributiva" —prácticamente en la totalidad de los casos actuales— y
también a un límite (muy indeterminado, pero restrictivo al cabo) a la potestad
impositiva del Estado que impide a las contribuciones ser "exorbitantes y ruinosas" para
los contribuyentes.

En las ejecutorias que originaron la jurisprudencia que comentamos, 16 la SCJN


reconoció que el principio de proporcionalidad no es novedoso en nuestro medio, pues
ya diversos tribunales mexicanos —ella misma entre ellos— se han ocupado de
introducir ese concepto, "en orden a racionalizar y hacer transparente el método de
resolución de conflictos entre principios constitucionales “y relaciona diversos criterios
que ha dictado, algunos muy antiguos, en que alude conjunta o aisladamente a los
subprincipios de idoneidad, necesidad y ponderación, algunos de los cuales citamos
en este trabajo. El esfuerzo de nuestro tribunal constitucional por dar "abolengo" al
principio de proporcionalidad, se explica por el innegable hecho de que esta noción
es demasiado elaborada para que sin más fuera aceptada en nuestro medio jurídico
tan conservador en ocasiones; era preciso establecer que no se trataba de un
recurso empleado por mera ocurrencia o imitación, sino efectivamente de un
desarrollo judicial de muchos años de reflexión y probada eficacia —como realmente
sucedió fuera y dentro de México—, e incluso arraigado en la época "clásica" de
nuestra jurisprudencia.

La primordial función del examen de proporcionalidad es bien definida por la SCJN


en la jurisprudencia 130/2007, para el caso que resolvió al emitirla: "fijar el alcance de
una garantía individual por parte del legislador". Con esta hipótesis general, se
abarcan prácticamente todos los usos que en la práctica jusfundamental puede
tener este principio: límites a restricciones legislativas autorizadas, conflictos
de intereses constitucionalmente protegidos, así como la licitud de distinciones y
clasificaciones legislativas. Dicho principio puede tener muchos más, aun
exclusivamente dentro del ámbito constitucional en el cual su empleo no se
restringe al campo jusfundamental, pero reconocemos que es difícil dar una
definición general a su respecto o una hipótesis de empleo omnicomprensiva; y la
SCJN no pasó por alto lo anterior: dedicó una abundante exposición acerca de
las implicaciones funcionales del principio de proporcionalidad, estableciendo su
íntima relación con la idea de "contenido esencial" en términos generales y no
limitado a los derechos fundamentales con los que normalmente se relaciona, al
anotar con acierto en su ejecutoria que ambos conceptos "son relevantes para la
solución de conflictos entre bienes constitucionalmente
16
Se citará la relativa al amparo en revisión 307/2007, publicada en el Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, paradigma de los
demás asuntos que constituyeron la jurisprudencia 130/2007 y que se resolvieron en sus mismos términos (novena época, t. XXVII, abril
de 2008, p. 848). 46

ALUMNA: PADILLA LOZADA JASIVE JOSELING 15


protegidos", sin distinguir la naturaleza de éstos. Tal pasaje es sumamente
trascendente porque finalmente consagra en nuestra jurisprudencia el concepto
de "contenido esencial" el cual ya se tuvo por implícito en el ordenamiento
mexicano pese a que nuestra Constitución no lo prevé expresamente, lo que llevará a
desterrar la arraigada práctica en nuestro medio de que el legislador abuse de la
potestad que le otorga la Constitución para regular un derecho fundamental u otra
situación jurídica prevista en ella, para —como dijo la SCJN en las ejecutorias
analizadas— "sobreponerse axiológica y materialmente" a ellos; por lo mismo no
dejamos de lamentar la ausencia de una tesis sistematizada sobre este punto.

Los criterios de este principio igualmente se encuentran claramente establecidos por la


SCJN, con sencillez apartada del rigor teórico y un sentido práctico que conviene a
su utilización efectiva por la comunidad jurídica. Un punto importante: al exponer
en la jurisprudencia 130/2007 el último elemento del análisis de
proporcionalidad, la "ponderación", nuestro tribunal constitucional expresa que la
medida legislativa examinada debe "estar justificada en razones constitucionales",
lo que resulta muy abstracto y puede inducir a confusión; hubiera sido preferible
definir este subprincipio en términos más claros y cercanos a la lapidaria fórmula de
Bernal Pulido, que sí utilizan las ejecutorias de que proviene dicha tesis al definir ese
subprincipio en el sentido de que la medida interviniente en un derecho
fundamental "debe ser razonable, de tal forma que cuanto más intenso sea el límite
de la garantía individual, mayor debe ser el peso o jerarquía de las razones
constitucionales que justifiquen dicha intervención". Por otra parte, aunque no de
manera palmaria como la Segunda Sala, también dicha tesis habla de la
indispensable superación concurrente de los subprincipios de idoneidad, necesidad
y proporcionalidad stricto sensu; eso se desprende de una elemental interpretación
gramatical de la tesis (también éstas tienen que ser objeto de labor hermenéutica):
la SCJN habla de que la medida legislativa en cuestión "debe" superar los
parámetros contenidos en sus incisos a, b, c y d; el sentido de tal conjunción es
indiscutible y da a entender que no habla de uno o alguno de esos elementos, sino
de todos y cada uno de ellos.

La jurisprudencia 130/2007 no dice con todas sus letras, pero sí las ejecutorias
correspondientes, que la base constitucional textual del principio de
proporcionalidad es el artículo 16 constitucional, concretamente su prohibición de
arbitrariedad que se relaciona con la motivación material exigida por ese precepto.
Esta disposición contiene, según una de las pocas opiniones jurídicas
firmemente establecidas en México, "el principio de legalidad [que] se extiende
también al Poder Legislativo, ya que éste se encuentra sujeto a normas de rango
constitucional"; así, esta importantísima disposición constitucional en nuestro país
hace el principio de proporcionalidad taxativamente aplicable en todo caso, según
su intérprete definitivo; lo anterior no es nada irrelevante: disipa muchas dudas
sobre la aplicabilidad del examen de
16
ALUMNA: PADILLA LOZADA JASIVE JOSELING
proporcionalidad y la manera en que la Constitución ordena su empleo. Si bien
admitimos que no es fácil sintetizar todas las bases teóricas del principio de
proporcionalidad en términos llamados a una vida práctica inmediata,55 creemos
que habría sido muy conveniente que se estableciera con mayor precisión y claridad
en las ejecutorias correspondientes y la tesis jurisprudencial comentada, que
también lo apoyan la óptima eficacia de los derechos fundamentales que manda el
artículo 1o. constitucional, relacionado con el principio pro homine que establece la
Convención Americana de Derechos Humanos y la unidad del ordenamiento
constitucional; pues todos estos elementos influyeron de distintas maneras en dichos
actos jurisdiccionales.

3.2 PRESPECTIVAS DE APLICACIÓN


Los usos que puede tener la jurisprudencia 130/2007 son múltiples y no podrían ser
relacionados ex ante dentro de un catálogo cerrado, especialmente por su anclaje
textual en el artículo 16 de la Constitución. Pero indudablemente los más relevantes
serán del ámbito de la ley fundamental.

Para la interpretación constitucional resultará una importantísima herramienta. La


aplicación sin reparos del principio de proporcionalidad en ella deberá de conducir a
una verdadera hermenéutica de la ley fundamental: una actividad interpretativa
que posea matices, precisión y busque la justicia en sentido no sólo formal sino
también material; una lectura de la Constitución que no sea un burdo tijeretazo sino
una incisión quirúrgica.

Un punto importante es la indispensable profundización en el bagaje teórico y sobre


todo axiológico que representa el principio de proporcionalidad. Difícilmente habrá
una correcta aplicación de la jurisprudencia que nos ocupa, tanto de un lado como
del otro de la barandilla, si sus fundamentos —los mismos del Estado constitucional
democrático—no son conocidos en suficiente medida para que se deriven sus
implicaciones y puedan ser correctamente aplicados. El principio de
proporcionalidad, finalmente, sólo suministra algunos criterios que en último grado
toca al operador jurisdiccional llevar a efecto, y para eso tiene que conocer de qué
trata ese concepto y su significado para el orden jurídico.

El examen de proporcionalidad tiene en México una parcela de singular relevancia:


el efectivo control constitucional de las atribuciones legislativas. La razonabilidad
jurídica lleva a que el legislador haya de esforzarse por ofrecer verdaderas
justificaciones para sus actos, evitando la imposición arbitraria de medidas
incidentes en el goce de los derechos de los ciudadanos, aun cuando el propio
Constituyente le autorice a regularlos; una férrea aplicación del principio de
proporcionalidad obligará al legislador a tomar en serio la Constitución y los
derechos fundamentales. Es increíble la ligereza con que los órganos legislativos
pretenden justificar las normas generales que expiden,
17
ALUMNA: PADILLA LOZADA JASIVE JOSELING
a la cual dan visto bueno los juzgadores; por no entrar éstos a un examen mucho
más profundo al relativo a constatar que en el proceso legislativo se dijo que una
ley determinada cumple tales y cuales fines, en las sentencias de control
constitucional se tienen por justificadas muchas vulneraciones a derechos
fundamentales "apoyadas" por los motivos más baladíes, sin que en realidad
tiendan de manera imprescindible a la satisfacción de un fin legítimo. En algo se ha
avanzado últimamente al reconocerse la obligación de las legislaturas, de ofrecer
una "motivación reforzada" a algunos de sus actos; pero de nada sirve una mera
expresión formal de objetivos legislativos, si los tribunales no analizan detenidamente
la "relación de instrumentalidad" entre éstos y la medida a que supuestamente sirven,
o sea la de "proporcionalidad entre los medios y los fines que [ésta] pretende
alcanzar”, porque significaría un aval a decisiones autoritarias del legislador que
contravienen el contenido esencial de la Constitución.

En general una de las más notables aplicaciones del principio de proporcionalidad se


ha dado en el campo de la moderación de las penas, pero últimamente en él jugó
un importante papel la jurisprudencia 130/2007 que comentamos.
Basándose expresamente en este precedente, en la acción de inconstitucionalidad
31/2006 que resolvió el 19 de febrero de 2008, el Pleno sentó con meridiana claridad
que el legislador penal no debe establecer penas cuya gravedad supere la del delito
del que deriven o que por algún otro motivo carezcan de "razonabilidad”, y en esta
resolución vemos cuatro aspectos poderosamente llamativos.63 El primero de ellos
es que con dicho criterio se afianza la aplicabilidad del examen de "proporcionalidad
de las penas”, y no es que la idea fuera nueva, sino que la estableció la ya citada
tesis aislada de la Primera Sala y no una jurisprudencia plenaria como ahora; el
segundo, que la misma decisión da claro contenido a ese poco entendido e
indeterminado concepto: dicha proporcionalidad se establece al examinar la
idoneidad, necesidad y ponderación de la medida dictada por el legislador cuya
libertad de configuración, aunque amplia, no es ilimitada porque "debe respetar el
contenido de diversos principios constitucionales, dentro de los cuales se encuentra el
de proporcionalidad y razonabilidad jurídica" que define la jurisprudencia 130/2007
invocada en esa opinión; en tercer lugar, obliga al juez constitucional a analizar si
en las leyes penales "existe proporción y razonabilidad suficiente entre la cuantía de
la pena y la gravedad del delito", lo que aunado a la suplencia de la queja en el
juicio de amparo, implica reconocer amplísimas facultades a todos los juzgadores de
control constitucional para el minucioso escrutinio de las leyes penales; y finalmente,
su obligada trascendencia a otros ámbitos como el derecho administrativo
sancionador, y por los alcances que la SCJN admite al artículo 22 constitucional en
general para cualquier sanción jurídica sin importar la materia en que se hubiera
establecido, como se indicó en la contradicción de tesis 21/2006-PL.

Sin duda y a pesar de su sencillez en abstracto, el juicio de proporcionalidad puede


dar dificultades en la práctica, especialmente cuando se trata de mantener el
respeto
18
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judicial a la libertad de configuración del legislador;17su correcta aplicación no es un
juego de niños, y requiere una buena dosis de sutileza del operador. Si bien dicho
principio lleva a un control efectivo y más amplio sobre el Poder Legislativo, también los
juzgadores deben actuar "proporcionadamente" para hallar el punto medio en el
que consistirá la justicia del caso, y respetar los ámbitos de actuación de las
autoridades justiciables. No obstante, los eventuales problemas de este principio
no son nada, comparados a la total ausencia de criterios objetivos de "razonabilidad";
en todo caso, exigirán de los juzgadores y postulantes un nivel más elevado de
argumentación que habrán de estar preparados para dar, y esto es
considerablemente preferible a una aplicación subjetiva y caprichosa del derecho,
máxime tratándose del constitucional.

17
Al aplicar el subprincipio de necesidad: "Patria potestad. El supuesto normativo que impone su pérdida por abandono injustificado del hogar conyugal
por más de 6 meses, Viola el artículo 4o. de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos", tesis P./J. 62/2008, Semanario Judicial de la
Federación y su Gaceta, Novena Época, junio de 2008, t. XXVII, p. 8.

ALUMNA: PADILLA LOZADA JASIVE JOSELING 19


IV. CONCLUSIONES

La constitucionalización de los derechos adquiere sentido en el marco del nuevo


paradigma jurídico y político de protección de los derechos humanos. Prever
la razonabilidad como un derecho fundamental, no ya como un principio
subsumido, subrepticio o implícito dentro del debido proceso, es un imperativo, por lo
que debemos pugnar por su incorporación expresa en la Constitución Política de los
Estados Unidos Mexicanos.

El derecho a la razonabilidad, debe ser establecido como un derecho humano


esencial, mínimo y accesible que significa ir más allá de la mera legalidad,
coadyuvando a eliminar la arbitrariedad.

El derecho a la razonabilidad debe, por tanto, protegerse mediante reglas,


procedimientos y organización adecuados. El derecho a la razonabilidad debe tener
un lugar específico en el ámbito de los derechos humanos.

El derecho a la razonabilidad no debe ser solo un límite para la administración, sino un


imperativo para el poder público. Constitucionalmente, el derecho a la razonabilidad
debe estar inscrito dentro de los derechos fundamentales. Entendiéndose como la
garantía de que toda autoridad emita decisiones jurídicas razonables, no solo
fundadas, motivadas y de acuerdo al debido proceso.

V. FUENTES
AGUILERA PORTALES, Rafael Enrique, et al, Neoconstitucionalismo, democracia
y derechos
fundamentales, México, Porrúa, 2010.
 ANSUÁTEGUI ROIG, Francisco Javier, Los desafíos de los derechos humanos hoy
› Primera
Sesión. Los derechos humanos en la historia y su actualización, España,
Universidad Carlos III de Madrid, 2008.
 BAZÁN, José Luis y MADRID, Raúl, “Racionalidad y Razonabilidad en el
Derecho”, Chile,
Revista Chilena de Derecho, Pontificia Universidad Católica de Chile, Vol. 18, No 2, 1991.
 BIDART CAMPOS, Germán, Manual de la Constitución Reformada, Buenos
Aires, Ediar, 1999, Tomo I.
 BILBAO UBILLOS, Juan María, Los derechos fundamentales en la frontera entre
lo público y lo privado, Madrid, McGraw Hill, 1997.
 PEDROSO, MANUEL, “Relación entre Derecho y Estado y la Idea de Soberanía”,
Revista de
la Escuela Nacional de Jurisprudencia, México, U.N.A.M., Tomo XII, Núm. 46, 1950.
KELSEN, Hans, Teoría pura del derecho, Traducción de Roberto José Vernengo, México,
Porrúa-UNAM, 1991.
 https://revistas.juridicas.unam.mx/index.php/cuestiones-
constitucionales/article/view/5893/7830

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