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ISSN: 2358-4181
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Alberto Morales Damián y Claudia Rodrigues
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Imelda Aguirre Mendoza
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Patricia Mejía Ruíz
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Ivón Del Carmen Hernández y Vanessa Olvera Santillán
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Graciela Amira Medécigo Shej
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Aline Silva Santos
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Francisca Márcia Costa de Souza
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Pablo Sebastián Chávez Zúñiga
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Bernardo Adrián Robles Aguirre
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Diego Vázquez Díaz
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Marc-Antoine Berthod, Alexandre Pillonel, Anthony Stavrianakis y Dolores
Angela Castelli Dransart
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Martha Gaona Cante y Roberto Wesley Zapata Durán
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Enrique Javier Nieto Estrada y Mercedes Alanís R.
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Andrea Guerra Luna
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Christine Ribeiro Miranda
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Blas Jonathan Muñoz Pérez y Absay Manzano San Martín
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Alejandra Olvera Ortíz
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Norma Guadalupe Vázquez Duarte
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QRYHODVJUiILFDVOperación Bolívar En busca de una voz
\La pirámide cuarteada. Evocaciones del 68
Emmanuel Espinosa Lucas
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Graciela Márcia Fochi y Luiz Cláudio Altenburg
4
INICIO
A modo de introducción.
853
transformaciones de los rostros, formas y contenidos anímicos. Precisamente la
formación de estos elementos en la cultura, es decir, el arte y el ritual, forman dos
realidades que comparten a su vez con la creación de formas, siluetas dispuestas
en relicarios y objetos de culto.
Comenzare por precisar los elementos anteriores: del ritual y el arte nace una
estética. La estética se talla; por añadidura entonces:
Toda imagen que presentaremos aquí estará vinculados de algún modo con el
arte o la creación de imágenes bellamente configuradas; la realidad se transforma
en metáfora lingüística, pero que, sin embargo, representa su existencia de
acuerdo a su lógica cosmogónica y su razonamiento cosmológico. La abstracción
de esta realidad se suprime en las artes.
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primordiales de lo sagrado: el mundo de los muertos. Esta experiencia ontológica,
la muerte, está conformada por una relación causal e intrínseca: la creación
artística es el resultado de esta ecuación y gesta una riqueza de imágenes
sublimes relacionadas a la muerte.
Esta condición ontológica evoca un trazo eterno entre la diversidad cultural y las
ricas manifestaciones artísticas de los grupos del globo terrestre. Esta ecuación:
arte-ritual-muerte es prolífica en imágenes; mosaico étnico y cosmológico; las
formas rituales, la indumentaria, la creación de máscaras, el tallado de cráneos o
el delineado sobre los huesos humanos se diseñan para erigir formas u objetos de
gran belleza plástica, de eternidad cósmica del infinito del ciclo de la energía vital
de las esencias etéreas. Un ejemplo prolífico en la creación de “receptáculos para
el espíritu” u objetos de culto animados, con agencia e intencionalidad, se pueden
“comprender mejor” entre los clanes de Nueva Guinea.
Entre decenas de grupos humanos destacan los Asmat de Nueva Guinea y las
Nuevas Hébridas. Este grupo ha creado y comparte una imagen terriblemente
artística: los rambaramb. Estos diseños de complejidad estética superan cualquier
descripción materialista o economicista en torno de esta “pieza” única. Los
rambaramb evocan la imagen eterna del antepasado; estas creaciones plásticas
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forman parte del grupo considerado por el surrealista francés André Bretón como
art magique. Rasgo característico dentro del arte ritual de Oceanía.
Un elemento nodal dentro del arte ritual son los ritos funerarios en honor y gloria
de un integrante de clan. Los rostros sobremodelados conocidos como rambaramb
son perfectamente realizados sobre un maniquí de tamaño real, construido e
integrado por fibras vegetales, hojas, semillas y telas de distintos materiales; estos
sirven para confeccionar y soportar el maniquí viviente; en la cúspide del cuerpo
modelado esta la parte más trascendental: el cráneo, que será parte de un rito
fúnebre entre los asmat grupo étnico de Nueva Guinea y las Nuevas Hébridas:
856
Un cráneo mondado, con un tocado de telas de araña y con una cara
sobremodelada, se emplea como cabeza del maniquí. Este cráneo es el
de un muerto (…) Este maniquí estaba destinado a participar, seis
meses después de la defunción, en la última ceremonia funeraria, la
que señala el fin del duelo y de la reclusión obligatoria de la viuda (…)
(que), asiste a la ceremonia, llorando continuamente y acariciando la
imagen de su esposo. Después de la ceremonia, se coloca el maniquí
en la cabaña de los hombres. Cuando sea desecho, el cráneo
sobremodelado se colocara en las vigas del techo (Guiart, 1963: 122)
Entre los asmat de Nueva Guinea la creación plástica tiene un fin privilegiado:
otorga al antepasado de una continuidad vital en el mundo terrenal;
desdoblamiento de imagen y expresión física que recolecta las materias etéreas,
el rambaramb está plenamente relacionado con la identidad grupal y es portador
de prestigio; el cráneo rambaramb es precursor de relaciones tribales sanas ante
conflictos sucesivos y mantiene la cohesión en la colectividad del clan.
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establecían y encuentra el famoso grupo de los maoríe que forma parte de la
familia lingüística austronesia.
Según Colin Deal (1996) ahí, en el Alchera, residen las esencias vitales de los
antepasados en ese mismo espacio-tiempo atemporal y multilocal, a su vez, se
encuentran la vitalidad de animales totémicos como el canguro o el dingo para los
grupos en Australia, o el rabihorcado y el pez llamada bonito para la Melanesia y
Polinesia; también ahí emana la parte etérea, el mana de plantas ancestrales; en
ese espacio-tiempo habitan los diseños, formas, colores y modelos para las
creaciones artísticas. Los cuales se obtiene a través solo a través de la
benevolencia de dichos ancestros, plantas y entidades zoomorfas. Precisamente
es aquí donde se define y propone una noción de arte con respecto a las
creaciones artísticas de los grupos de Australasia en este ensayo.
El ta moko y el toi moko forman parte de los cuerpos con diseños, empero, estos
diseños solo pueden ser apreciados con claridad por el tohunga ahurewa, es una
clase de especialista ritual que interviene entre los espíritus marinos y ancestros
del clan, por ejemplo; precisamente ellos se dedicaban a los rituales domésticos,
evocaciones adivinatorias y plegarias del ciclo anual. Una de sus facultades
residía en realizar una gran variedad de objetos de culto:
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El culto se celebraba en los poblados donde vivía un subgrupo tribal
conocido por el nombre de hapa, y la casa del jefe, llamada whare
whakairo, servía a la vez de altar y centro de reunión. Toda ella era una
verdadera galería de antepasados (…). El poste principal sobre el que
descansaba el tejado estaba esculpido y representaba al antepasado
más importante, el fundador del subgrupo tribal. En la parhilera y el
tejado aparecía su padre, fundador de la tribu denominada iwi, a la que
pertenecía el grupo hapa, y en el interior, de ornamentación y
características netamente femeninas, su madre. (Sthor, 1999: 230)
859
equivalente o aún mayor…Además las exigencias de hospitalidad no
tenían fin (…) Además en ocasiones de nacimiento, matrimonio o
muerte de cualquier persona de jerarquía dentro de la aldea se recurría
en gran medida a sus recursos personales y la provisiona ocasional de
algún festín también mermaba sus provisiones alimenticias.” (1974:
277)
Figura 2. Toi moko o cabeza tatuada. Artista maorí. Nueva Zelanda. Cabeza esculpida de
un antepasado, madera y concha
Las toi moko eran objetos muy valiosos, por las ya citadas múltiples características
que podía concentrarse en la cabeza pakipaki, además del mana o el aroha
también estaba el hau para los objetos valiosos, como al toi moko; las cabezas
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tatuadas podían disgregar discordias o concretar matrimonios para la paz
intertribal, por ende, el toi moko siguió siendo una elemento fundamental en la vida
ritual de los maorí Sahlins afirma que el hau “Con referencia a los objetos valiosos,
los maoríes concebían al hau como el producto concreto del intercambio. En lo
que se refiere a la selva, el hau era lo que hacía que abundarán las aves de caza,
una fuerza invisible, pero claramente apreciada por los maoríes. (Ibíd.:187)
Entonces aquí la multiplicidad de formas, diseños e importancias que adquieren
los objetos es muy distinta a, nuestra cultura, que siempre asocia estas
particulares prácticas rituales como cráneos dignos de galerías en museos
etnográficos o cabezas de salvajes supersticiosos, axiomas de estigmas errados.
Los Bembe son un grupo étnico que pertenece a las familias que se agrupan en él
Congo. El culto a los ancestros en este área adquiere una singularidad plena entre
los Bembe de la meseta del Muyundzi. Aquí en la meseta Africana el culto a los
ancestros es un rasgo característico de la cultura, los rituales y la producción de
imágenes-objeto que evocan la vitalidad postmortem. La organización social de los
Bembe es matrilineal, en muchas ocasiones se refleja esta imagen femenina, en
otras no es una constante definir el rasgo de género, aunque la figura muzidi
refleje lo contrario.
Neyt (2015) acierta en describir que las figurillas representan notables cazadores,
sacerdotes, adivinos o ambos en una misma figura y por supuesto las muzidi son
ancestros idealizados. Entre los Bembe del Muyundzi el culto a los antepasados
en vital, pues de ahí reciben la fuerza de su dios Nzambi; los ancestros son
importantes, pues solo a través de ellos, la suplicas y dadivas se concretan por
1
RDC: República Democrática del Congo. África de la Selva Ecuatorial Húmeda.
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ellos en el reino de Nzambi; los especialistas rituales son los que intermedian este
dialogo entre ancestros y dioses.
Los muzidi son, con mayor precisión, una especie de relicarios, de amplia tradición
en el arte del África negra. Los relicarios de los Bembe son los vehículos
portadores del mensaje del clan, por ello tienen sumo cuidado en obtener las
plantas y medicamentos idóneos para materializarlos en “indumentarias de poder”,
que dan protección, poder y agentividad al objeto-relicario. La vitalidad del muzidi
depende en gran medida de la óptima combinación de plantas medicinales en
composta con las reliquias de muerto representado en la figura, por ejemplo
dentro de las telas que visiten al muzidi, parte fundante de su cuerpo interno. Los
“órganos” que complementan el interior del relicario está compuesto por uñas,
cabellos, huesos y dientes. Soportes internos que sugieren la imagen del ancestro;
cada elemento es una parte activa del muerto, sin embargo una parte de su
vitalidad se encuentra en el plano del Nzambi. Estos elementos sugieren la
imagen, plástica, pues un hueso o cabello se asume desde nuestra perspectiva
como un trazo activo en la producción de un objeto animado, por la propia vitalidad
perpetua; esta infinitud, se expresa en la “naturaleza” y resistencia al tiempo casi
indestructible del hueso, los cabello impunes o las uñas secas. Dicha imagen
perpetua se debe al contenido, el razonamiento cosmológico de los Bembe así lo
fundamentan: “la sacralización de ese maniquí gigante consiste en reliquias
introducidas en la escultura (…) Otra faceta de estos extraños objetos extraños es
la posición animada de brazos y piernas que parece darle vida a la figura y que
remite a la función de las marionetas ancestrales de los Fang, de los Tsogho y de
los Lengola” (Neyt, 2015: 212)
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como un elemento paradigmático para el estudio de la diversidad cultural: una
autentica diversidad cultural.
Los shuar son un grupo tribal sin sociedad estratificada, por ende dispersa, sin
embargo esta tribu mantiene relaciones tribales idóneas con tres grupos alrededor
del territorio shuar. Entre estas aldeas están los aguaruna, canelos, kandoshi,
achuar y huambisa (Descola: 2005). Este conjunto forma una delimitación étnica
importante, pues los tsantsa o “cabezas reducidas”, como comúnmente se les
conoce, son una vínculo de intercambio, matrimonio, alianzas y relaciones
intertribales entre estos grupos amazónicos.
863
El tsantsa es el receptáculo de la energía vital del enemigo acaecido, ahí se
encuentra el arutam, especie de energía vital que se encuentra de igual forma en
plantas como la brugmanasia o el banisteriopsis cappi; este arutam también se
puede alcanzar mediante largas jornadas de ayuno y largas expediciones al
interior de la espesura en la selva, su destino se completa en la visita de
suntuosas cascadas, materialización del arutam y entidad sagrada entre los shuar;
el jugo de tabaco es otro de los accesos para encarar y adoptar el vínculo del
poder de un arutam enérgico.
Uno de los rasgos que ha exotizado a este grupo es precisamente el del tsantsa.
Empero y afortunadamente en el nuevo siglo se han elaborado aproximaciones
más sensatas con respecto a la cosmología shuar. El teórico francés se refiere al
tsantsa como:
864
muerte, sobre el enemigo y la cacería de cabezas rituales: el tsantsa entre los
shuar es mucho más que plástica ritual y mucho menos que recolectar cabezas
trofeos por simpatizar con la violencia hacia él enemigo. El tsantsa es regalo y
trasformación de la energía vital, descendencia y alimentos entre pueblos vecinos.
Figura 3. Muzidi de los Bembe. Figura antropomorfa relicario; contiene huesos, uñas,
dientes y cabellos en su interior partes del difunto; cuentas de coral y telas de algodón, así
como fibras vegetales. 45 x 27 cm. Colección particular; tomada de (Neyt, 2015: 215) Río
Congo. Artes de África Central. Correspondencias y mutaciones de las formas. Paris-
Bruselas: Ediciones Musee du quai Branly.
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En la misma área sudamericana se encuentra otra etnia; esta se denomina a sí
mismo como yanomami2.
Los yanomami se dispersan entre los afluentes del río Orinoco en Venezuela, gran
brazo de aguas que surcan y bañan las fronteras de Venezuela y Brasil. Hasta el
día de hoy los yanomami han sufrido masacres continuas, a finales de los setentas
y en últimas fechas los indios yanomami siguen experimentando la muerte
occidental, sin embargo, coexisten en las tierras de América del Sur.
2
Según Lizot (1976: 246) el término yanomami es un conjunto cultural y lingüístico que
comparten con los Sanima, yanoami, yanomame. Yanomami significa “ser humano”.
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El acto de comer los propios muertos y no los del enemigo se denomina
endocanibalismo y puede revestir distintas formas. Los Yanomami de la
Amazonía venezolana queman el cadáver en una hoguera, recogen los
fragmentos óseos que escaparon a la combustión y los reducen a
polvo. Este será más tarde consumido, mezclado con una papilla de
plátanos, por los parientes del muerto. (Clastres, 2014: 77)
Figura 4. Tsantsa o cabeza reducida entre los shuar. Foto tomada por el autor en el
Museo de las Culturas del Mundo, INAH, CDMX.
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nutrición o proteínas entre este grupo étnico; al contrario su alimentación es tan
variada y completa que no necesitan de este recurso que ha sido promulgado con
estigmas lamentables por la antropología evolucionista y materialista. Esta
práctica ritual obedece en sí, a consumir el alma y acumular en el cuerpo el
carácter, parte del waitheri 3 de una persona.
3
Waitheri: define una cualidad fundamental en el código moral yanomami. Designa a la
vez el coraje físico, la capacidad de soportar un gran dolor y aquella de devolver los
golpes recibidos. (Ibíd.: 245)
868
Las imágenes por ejemplo del tsantsa entre los shuar y en sí misma, la práctica
del consumo de restos óseos, es una imagen que implica la comprensión de otras
miradas virtuales, imágenes que se vinculan a otras formas, así adquieren
aspectos físicos o evocan un momento en el proceso de la realidad ontológica al
ser consumidas en el caso yanomami y el ritual de consumo óseo; o ya se en la
minuciosa práctica y génesis medicinal de ennegrecer el rostro de las tsantsa; en
estas dos practicas (imágenes virtuales) se define un plano ontológico, real y
explícito en la práctica mortuoria y definitoria de los rasgos de la cabeza reducida.
Una imagen suplanta otra y evoca una existencia plena en la realidad de los
grupos amazónicos; ya sea el caso y contexto con su respectiva diferencia
conceptual y fenomenológica.4
4
En este sentido existen amplias e interesantes concepciones teóricas al respecto de las
culturas amazónicas. (Lagrou, 2017: 57) nos propone: “Propongo (…) una cosmología
transformacional amazónica, el vínculo entre el grafismo y figura es también, y en sí
misma, una relación de “transformabilidad”; donde el grafismo resulta ser un camino para
la visualización de las imágenes virtuales. Por esta razón, los diseños no representan otra
cosa que el propio acto de ver mismo, que se enfoca en la superficie para pasar más allá
de ella. “El diseño es un camino”, dicen los kaxinawa”, así como sus vecinos pano, “una
puerta de entrada”. El diseño hace referencia a otras imágenes, todas en movimiento.”
869
los afamados tlaquimilolli o bultos sagrados que trasportaban los restos y exequias
de las deidades mexicas; esta pieza puede ser el cráneo del dios, interpretación
apresurada, sin embargo, el tema del tlaquimilolli, de los bultos sagrados y los
restos que contenían aún siguen denotando interés entre los investigadores.
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Asociado a este culto pero entre los nahuas contemporáneos de Ixhuatlán de
Madero en Veracruz está el recorte sagrado del teoamatlatectli, figura
antropomorfa recortada en papel que representa físicamente a las deidades de
distintos planos del cosmos nahua; entre los regentes de este panteón esta
mikistli; a quien se le ofrecen viandas y plegarias para diagnosticar o provocar
enfermedades.
Mikistli, hoy, entre los nahuas al norte de Veracruz se convoca con el siguiente fin,
según Sandstrom (2010: 354), relata:
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Este dato etnográfico lo podemos encontrar hoy en al menos todo el área de
Mesoamérica, es contemporáneo y vive aún entre la gran gama de la diversidad
cultural; las prácticas e imágenes que se asocian a la muerte son arte, ritual, vida
cotidiana, cosmología y conocimientos abstractos. Las esferas del cosmos son
líneas sublimes y delgadas que superan nuestra visión egolátrica y la limitada de
la Razón, del “inconsciente colectivo”. La imagen de la muerte es ambigua y
compleja, los datos y ejemplos que ofrecemos aquí son el signo fidedigno que los
universalismos niegan. Que precisamente, nos negamos a la noción racionalista y
universalista para mirar el arte, el objeto y la imagen de la muerte, solo desde esa
limitada óptica; mirada miope que provoca una ceguera epistemológica y que
proviene del positivismo, de una región tan obscura que profesa un evangelio del
terror, el miedo y la violencia patrocinada por la muerte, muerte distante e inerte,
visión reduccionista, de un lamentable oscurantismo ontológico moderno, inscrito
en el capital y la hipertecnificación del nuevo siglo del oscurantismo occidental.
Bibliografía
872
Sahlins, Marshall. (1974). Economía de la Edad de Piedra. Madrid: Akal.
Sandstrom, Alan. (2010). El maíz es nuestra sangre. Cultura e identidad étnica en
un pueblo indo azteca contemporáneo. México: CIESAS, El Colegio de San
Luis.
873
INICIO
EXPEDIENTE
REALIZAÇÃO / REALIZACIÓN:
Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo – UAEH
Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades
Área Académica de Historia y Antropología.
Universidade Federal do Estado do Rio de Janeiro - UNIRIO
Programa de Pós-graduação em História da Universidade Federal do
Estado do Rio de Janeiro (PPGH-UNIRIO)
Grupo de Pesquisa “Imagens da Morte: a morte e o morrer no mundo ibero-
americano” (CNPq/UNIRIO)
APOIO / APOYO:
Fondo para la Investigación Científica y Tecnológica (FONCYT)
SEDES
Sede institucional “in loco”: Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades,
Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo
ORGANIZADORES
Manuel Alberto Morales Damián – Univesidad Autónoma del Estado de
Hidalgo
Claudia Rodrigues – Universidade Federal do Estado do Rio de
Janeiro/UNIRIO/Rio De Janeiro/Brasil.
Editoração / Edición:
Enrique Nieto Estrada
Impressão:
Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo – Universidade Federale do
Estado do Rio de Janeiro