RSE y su implicancia fiscal

La Responsabilidad Social Corporati va (RSC) es una forma de realizar acti vidades empresariales
asumiendo un rol más acti vo en relación a todos aquellos que forman parte de dicha acti vidad y de
aquellos que pueden verse afectados de otra manera por las mismas. Así la empresa pasa a ser un
actor que debe adoptar principios y políti cas que acompañen a todas sus acti vidades no sólo para
que no tengan consecuencias adversas, sino para que las mismas tengan mayores benefi cios para
sus trabajadores, accionistas, vecinos, comunidad, entre otros.
En la actualidad, el tema de los gastos por concepto de Responsabilidad Social Empresarial (RSE)
conti núa bajo el dilema de si son deducibles o no para efectos del IR. Van muchos años ya con esta
discusión que afecta fi nalmente a los contribuyentes.

La Responsabilidad Social Corporati va o al aplicarlo a ciertos casos en los que se

empresarial (en adelante RSC) es un tema
que ha venido calando cada vez más en la
sociedad, los individuos y las empresas,
siendo que actualmente se considera un
aspecto que debe estar presente en las
acti vidades diarias de una empresa
responsable.
Recordemos que el artí culo 37° de la Ley
del IR plantea una lista en la cual se
describen una serie de operaciones
deducibles, en cuanto cumplan con las
formalidades y limitaciones indicadas.
Esta lista no es taxati va, sino más bien
amplia. En efecto, a fi n de establecer la
renta neta de tercera categoría, se deduce
de la renta bruta los gastos necesarios
para producirla y mantener su fuente, así
como los vinculados con la generación de
las ganancias de capital, en tanto la
deducción no esté expresamente
prohibida por la Ley.
El denominado principio de causalidad
El proceso para establecer si un gasto
consti tuye un concepto deducible para
obtener la renta neta de las empresas
(esto es, la denominada renta de tercera
categoría) se realiza en primera instancia
dentro del marco de un principio que se
defi ne de manera sencilla, pero que –sin
embargo– puede ir adquiriendo mayor
debe tener en consideración diversos
elementos a efectos de determinar si
están comprendidos en su alcance. Esta
directriz, que conti ene los elementos
básicos para identi fi car qué gastos
incurridos por las empresas son
deducibles, se denomina, comúnmente,
como el principio de causalidad.
“principio de causalidad” también se
puede decir que se defi ne como todo
gasto que debe ser necesario y vinculado
a la acti vidad que se desarrolla, debiendo
seguirse los criterios subsidiarios de
“razonabilidad” y “proporcionalidad”.
Este principio debe entenderse de manera
extensa, de tal forma que incluya a todos
los egresos que están desti nados a
solventar las obligaciones y
responsabilidades contractuales, legales
y, en general, las vinculadas al desarrollo
de la acti vidad gravada, así como los que
persigan lograr un benefi cio “potencial”, a
pesar de que éste no llegara a
materializarse de inmediato.
La inversión en RSE requiere entonces del
planteamiento de una visión que arti cule
la labor de la empresa, canalizando
recursos con el objeti vo de mejorar la
imagen de aquella a través del apoyo a
una comunidad o a un ti po de acción (a
favor de la cultura, verbigracia).

1
Debe separarse en la interpretación, los En conclusión, la RSE forma parte de una
gastos por RSE de los llamados estrategia empresarial válida y lícita,
“fi lantrópicos”, es decir aquellos cuyo objeti vo es incrementar la
moti vados estrictamente por razones rentabilidad, a cambio de actos a favor
humanitarias, altruistas y de caridad del entorno social y ambiental. Los
(por ejemplo: el anónimo aporte que gastos relacionados a esta RSE son por lo
efectúa una empresa en un programa tanto herramientas necesarias para
televisivo y a favor de un hospital). En mejorar la competi ti vidad y
estos casos, se distribuyen sostenibilidad, permiti endo un ambiente
generosamente bienes sin esperar adecuado en el entorno “empresa –
recompensa alguna (serían así “no comunidad”.
deducibles” a tenor del artí culo 44° de la
LIR).
Por lo tanto, se hace imperioso que el
La inversión en RSE requiere entonces
referido artí culo 37° de la LIR señale -
del planteamiento de una visión que
claramente y de una vez por todas- la
arti cule la labor de la empresa,
deducibilidad de los gastos por RSE, por
canalizando recursos con el objeti vo de
lo menos en los casos de las empresas
mejorar la imagen de aquella a través
de los sectores producti vos, explicando -
del apoyo a una comunidad o a un ti po
reglamentariamente- algunas
de acción (a favor de la cultura,
condiciones necesarias, a fi n de no estar
verbigracia). Ello genera fi nalmente
siempre a la espera de la ansiada
benefi cios a la propia empresa, pues
interpretación del Tribunal Fiscal,
mejora el clima e imagen empresarial
dándole la contra a la Administración.
frente a terceros, especialmente en
situaciones en donde el Estado ti ene
poca o nula intervención.
Con ello se evitaría la “alta liti giosidad”
El hecho que se verifique que los que tanto se criti ca desde el Estado, y
desembolsos cumplen con el principio las empresas implicadas tendrían la
de causalidad por sí solo no bastará seguridad jurídica de que sus gastos
para que sean admitidos como serán indubitablemente califi cados de
válidamente deducibles. Tanto en la deducibles tributariamente. Todos
doctrina como en la legislación se fi nalmente ganarían. Tan solo falta la
reconoce la necesidad de que los imprescindible voluntad políti ca.
gastos se encuentren adecuadamente
sustentados documentariamente a fin
de posibilitar su deducibilidad. Esta
exigencia encuentra como motivación
principal la necesidad de establecer
mecanismos de verificación y control
que permitan una adecuada

91