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Los reportes de los diarios Los Tiempos y Opinión dan cuenta de que el hecho se produjo como
consecuencia de la torrencial lluvia que cayó sobre Cochabamba en horas de la tarde que
provocó el deslizamiento de tierra en Chilimarcha y Tiquipaya.
Las unidades de bomberos de Cochabamba, Quillacollo, Sacaba y EPI Norte y Sur acudieron a
prestar ayuda a los vecinos.
"Empezó a sonar el río, cuando salimos, la gente empezó a gritar. Una mazamorra vino. Vimos
que se estaba llevando casas y autos. No sé si habrá muertos. Esta mazamorra no es algo
normal", manifestó Gustavo Vargas, subalcalde de ese municipio.
Por su parte, el gobernador de Cochabamba, Iván Canelas, manifestó que en el sector están
trabajando personal de la Unidad de Gestión de Riesgos (UGR), de la Unidad de Bomberos y la
Policía. Asimismo, un equipo médico está en el lugar para evacuar a las personas.
"Estamos trabajando con equipo pesado. Hay que tratar de limpiar todo lo que está tapado por
la mazamorra. Ojalá ya no llueva, eso nos impedirá tener un trabajo más rápido y efectivo. Las
calles están llenas de escombros y ramas", expresó el Gobernador.
Canelas dijo que la mazamorra bajó "de manera fuerte desde la zona norte de Tiquipaya",
afectando varias calles y el surtidor que está en la avenida Ecológica.
"El lodo se ha llevado media cancha (de fútbol). El agua está corriendo desde el cerro, estamos
tristes, vimos como las casas se derrumbaron", expresó una vecina.
Mega Deslizamiento
En La Paz el 27 de Febrero en el sector este de la ciudad ocho barrios se vieron afectados por
un deslizamiento de tierras que afecto a las zonas de Pampahasi Bajo Central, Kupini II, Valle
de las Flores, Santa Rosa de Callapa, Callapa, 23 de Marzo, Metropolitana, Cervecería, Irpavi II
(parcial) y sector Leonardo Da Vinchi, destruyendo las viviendas de los habitantes de que ahora
se quedaron sin vivienda en calidad de albergados en las zonas aledañas al deslizamiento. El
número de albergados en los campamentos para víctimas del mega deslizamiento en la ladera
este de la ciudad de La Paz subió de 3.000 a 4.000 personas. Al menos 6.500 personas
resultaron damnificadas por el más grande derrumbe de tierras que afectó 140 hectáreas y dio
por tierra 1.700 predios habitacionales, en principio, la mitad se albergó en los campamentos
instalados por la Alcaldía y la otra recurrió a amigos y familiares, aún no se tiene un estimado
exacto de cuantos son los damnificados en vista de que las 79 personas que se vieron
afectadas retornan de las casas de sus familiares y amigos para formar parte del censo y poder
recuperar de esta manera con ayuda del gobierno una nueva vivienda. Son un estimado de 750
familias damnificadas que están en la espera de una vivienda que fue prometido por el
gobierno central
El número de familias que perdieron sus viviendas en el mega deslizamiento que tuvo lugar en
la ladera este de la cuidad de La Paz es de un aproximado de 5000 personas donde aún no se
puede determinar el número exacto de familias que por ahora está dentro de un estimado de
750 familias damnificadas y otras que buscaron refugio con amigos y familiares ante la pérdida
de sus viviendas. Son 15 campamentos instalados para los damnificados que albergan a 3.000
personas de los 6.000 afectados por el deslizamiento.
AIQUILE
El Terremoto de Aiquile de 1998 fue un sismo registrado el 22 de mayo de 1998 a las 00.40
horas. Su epicentro se localizó en el centro de Bolivia a 150 kilómetros km de la ciudad de
Cochabamba. El terremoto es considerado el peor terremoto del siglo XX de Bolivia.3
El siniestro que tuvo una magnitud de 6,6 grados en la escala de Richter dejó 124 muertos. Las
localidades más afectadas fueron Totora y Aiquile. Ambos pueblos sufrieron el derrumbe del
80% de las viviendas.45 El número de damnificados alcanza las 15.000 personas. El 23 de mayo
se declaró duelo nacional por tres días por el desastre.
Hace dos años el fuego causaba estragos en la Reserva Municipal de Vida Silvestre Valle de
Tucabaca, en plena Chiquitania de Bolivia. El incendio había arrasado con miles de kilómetros
de vegetación. El miedo de los comuneros quedó latente y la amarga experiencia de poco
sirvió. Hoy, esta zona natural, que está a 400 kilómetros al este de la ciudad de Santa Cruz de
la Sierra, vuelve a sentir ese temor al ver que el fuego se lleva parte de este ecosistema tan
importante. El incendio, que por ahora está controlado, ya ingresó al área protegida y avanza
poco a poco hacía las faldas de la serranía.
El Valle de Tucabaca, que forma parte del municipio de Roboré y está camino a la frontera con
Brasil, es parte del bosque seco de la Chiquitania. La reserva municipal, creada el año 2000 y
que tiene una extensión de 262 305 hectáreas, protege un sector importante de este
ecosistema, en el que sus serranías y las caídas de agua son el principal atractivo. En sus
montañas nacen los ríos que abastecen a toda la región y a la zona sur del Pantanal boliviano.
El 1 de agosto sonó la primera alarma. Los incendios forestales empezaban a nacer al lado de
la carretera y el viento los alimentaba de forma brusca. Rápidamente las llamas crecieron y
tres días después la desgracia ingresó al Valle de Tucabaca. A la fecha, aunque el fuego está
controlado según el municipio de Roboré, este llegó a expandirse hasta tres kilómetros a lo
largo de la carretera Bioceánica RN4 y seis kilómetros a un lado de esta vía. En cuanto la
emergencia fue detectada, las autoridades declararon la alerta roja y el municipio junto a la
Gobernación de Santa Cruz empezaron a actuar. El viernes se sumó al trabajo el Gobierno
central.
“El incendio es entre la carretera (que va a la frontera con Brasil) y el área protegida. El fuego
ingresó al área protegida del Valle de Tucabaca y su límite está en las faldas de la serranía (…).
Se está controlando la parte más baja para que no afecte a unos predios privados que hay y
que no llegue a amenazar a alguna comunidad. En el área protegida, el fuego está dentro de
un cañón y la accesibilidad no es fácil, eso nos está impidiendo el trabajo”, explicó a Mongabay
Latam Richard Rivas, director de la reserva municipal del Valle de Tucabaca.
Rivas recalcó que por ahora existe coordinación entre el municipio de Roboré y la
Gobernación de Santa Cruz, y que se tiene estimado la inclusión del Gobierno central a la
mesa de diálogo para enfrentar el incendio. En ese aspecto, el viceministro de Defensa Civil,
Juan Carlos Calvimontes, informó a Mongabay Latam que un equipo de expertos se trasladará
a la zona para ayudar a contener el avance del fuego.
CLIZA
El municipio de Cliza amaneció con varias avenidas y calles inundadas como resultado del
desborde de canales por la crecida de los ríos de la zona, según se conoció en la plataforma
Tunari Sin Fuego.
Las primeras imágenes que se dieron a conocer dan cuenta de que la avenida que conecta a
Cliza con Punata es la más afectada, debido a que las casas cercanas han quedado rodeadas de
agua. En tanto, que la transitabilidad es imposible por Ucureña.
Cochabamba ha soportado más de mil desastres naturales en la última década, a razón de 100
por año, y gastó más de 50 millones de bolivianos para atender las emergencias, según reveló
el informe del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) titulado “
Tras las huellas del cambio climático en Bolivia”.
Este informe se constituye en una síntesis de las consecuencias visibles que han dejado estas
emergencias en la región y una guía para encarar acciones que reduzcan los riesgos, medidas
de mitigación y formas de adaptación, apuntó la coordinadora del proyecto, Mónica Pacheco.
Sólo entre 2002 y 2008 se contabilizaron 1.162 desastres al margen de los recientes
acontecimientos de febrero y marzo de 2011: las inundaciones sin precedentes en Chapare,
Quillacollo y Sipe Sipe, acompañadas por deslizamientos en Colomi y heladas en Tiquipaya,
todo eso precedido por la sequía en Pasorapa, Santiváñez, Tarata y otras poblaciones del valle
alto. La falta de alimento, la escasez de agua y el brote de enfermedades figuran como los
principales impactos del cambio climático. Cochabamba está en el mapa de las regiones más
vulnerables frente a las alteraciones del clima, según datos del PNUD.
Las expresiones de este cambio son las sequías, inundaciones, deslizamientos, granizadas,
heladas, incendios y temperaturas extremas, cada vez más frecuentes. Sólo el impacto de los
fenómenos de El Niño y La Niña generó pérdidas por un valor de entre 400 y 500 millones de
dólares anuales, en la última década.
Aunque las lecciones que propone el informe no están concebidas como guías de adaptación
para otras ciudades, pueden convertirse en referencias para la formulación de políticas
públicas de gestión de riesgos.
1. Aprovechar las nuevas tecnologías para la evaluación de riesgos: contar con estudios
científicos puede permitir establecer estándares de seguridad en zonas de riesgo.
4. Planificar para la incertidumbre: una estrategia de gestión del riesgo debe ser capaz
de adaptarse, acomodando sus requisitos y sus especificaciones a los diferentes casos,
circunstancias y actores. La gestión del riesgo requiere de cooperación y adaptación
para asegurar la viabilidad de las estrategias y su sostenibilidad a lo largo del tiempo.
5. Pensar con originalidad: dado el contexto cada vez más impredecible, las ciudades
están recurriendo a estrategias creativas y poco convencionales para la gestión del
riesgo.
7. El uso de sistemas de alerta temprana puede salvar vidas: los sistemas de alerta
temprana pueden prevenir la pérdida de vidas y propiedades si son calibrados para
responder a distintos tipos de amenazas y si los ciudadanos los conocen bien.
9. Se deben involucrar actores dentro y fuera del gobierno: el riesgo no puede ser
manejado por una sola agencia y no debe ser un enfoque basado únicamente en una
respuesta sectorial. En cambio, la gestión del riesgo debe estar integrada en todos los
componentes de la administración urbana.
Conclusiones
1.- Los desastres naturales son un problema latente en nuestro país y afectan mucho a la
población sobre todo cuando nos referimos a la pedida de vivienda, es por ello que es factible
realizar políticas y planes estratégicos de vivienda solidaria para los damnificados por este tipo
de desastres.
2.- En vista a la zonificación de áreas vulnerables a desastres naturales podemos evidenciar
que si fueron realizados, pero no así las políticas de vivienda para los afectados, tampoco se
realizó un plan estratégico de ayuda a los damnificados que sea efectivo.
3.- Existe una desorganización terrible de las instituciones del Estado en relación a cooperación
para con los damnificados, en vista de la falta de políticas y planes estratégicos en relación a la
vivienda perdida, pues ante un desastre de esta magnitud quedo demostrado que no se tiene
la preparación adecuada para enfrentar este tipo de problema.
4.- Los damnificados no tienen ayuda psicológica por parte de ninguna institución del Estado,
sabiendo de manera empírica que la pérdida de un bien inmueble es un golpe tremendamente
enorme para las familias enteras que ven como los esfuerzos que pueden ser de toda una vida
se desploman delante de sus ojos.
5.- No se hace nada por las edificaciones que se encuentran fuera de norma en estas áreas de
alto riesgo, viendo que la ciudad de La Paz por su demografía presenta un mayor riesgo de
deslizamientos que afectan a los barrios periféricos.
6.- Los sistemas de alcantarillados son un riesgo, en vista que no fueron reemplazados desde la
vez que fueron instalados.
7.- La creación de políticas de vivienda podrá ser efectiva en razón de estar un paso adelante
de los desastres que podrían ocurrir en las zonas que ya están catalogadas como zonas de alto
riesgo de desastre natural.
8.- Los planes estratégicos de organización territorial deben ser contempladas dentro de las
políticas de vivienda para damnificados, tanto así como los fondos que se necesitarían para
llevar a cabo estos proyectos de vivienda.